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Faltaron mujeres, faltaron jóvenes y, sin ánimo de ofender, claro, sobraron viejos pelotudos

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"Termina el encuentro de académicos del español. Se discutió sobre el libro y hubo visiones pesimistas sobre lo digital. Se sintió la falta de jóvenes y de mujeres." Esto escribía en su crónica, publicada por Ñ digital el día 24 de octubre pasado, Guido Carelli Lynch.

Congreso de la Lengua
mucho ruido y veremos cuántas nueces

Es un lugar de encuentro. De eso se trata, ni más ni menos, el Congreso de la Lengua Española, cuya sexta edición concluyó ayer en Panamá. Esa condición alberga su potencial y también sus limitaciones. “Los congresos de la lengua nunca son importantes desde el punto de vista científico, es un congreso que reúne gente vinculada al idioma, instituciones, editoriales y como elemento para poner la lengua en el tapete sirve, pero no busques nada más”, explicaba José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de Letras y uno de los 220 invitados de 30 países a esta ceremonia.

No va a haber ni descubrimientos ni ponencias. No es ese el fuerte de los Congresos de la Lengua.“En este se puso mucho énfasis en el libro y en lo tecnológico, entonces el tema lingüístico y los problemas de la lengua se pierden un poco. Porque somos expertos, cuando somos, nada más que en lenguas”, dijo Moure en la antesala del acto de clausura. Un rato antes, Víctor García de la Concha–el director del Instituto Cervantes, que fue titular durante 12 años de la Real Academia Española (RAE)– había intentado convencerlo de la necesidad de firmar acuerdos de cooperación con la Argentina Para eso ha servido también este Congreso.

Dos centenares de –en su enorme mayoría– expertos en lengua española discutieron durante tres días sobre el libro y sus soportes, un tema en el que no son especialistas. En el encuentro que llevaba como lema El español en el libro y en el que se escucharon largas y ocurrentes exposiciones sobre derechos de autor, nadie mencionó los problemas de distribución que existen en el mercado del libro en español –que manejan multinacionales de origen español– y que impiden que estos países puedan compartir su literatura.

Faltaron en este congreso voces disonantes y grandes debates. Afuera sobran.

La mayoría de las veces sólo se escucharon argumentos a favor de la cultura de papel, que ojalá dure para siempre, pero casi nadie entregó visiones optimistas sobre los soportes digitales.

García de la Concha recordó ayer otra vez el legado de la edición de Rosario, donde “el pueblo tomó el Congreso”. Pues bien, aquí no hubo pueblo. Además de los participantes, los asistentes fueron casi exclusivamente los 1200 docentes panameños invitados. “Aquí hay una marca nueva: el maravilloso grupo de profesores. Nunca en ningún congreso los paneles estuvieron tan concurridos, con una asistencia fervorosa”, dijo el titular del Cervantes y por supuesto se ganó el aplauso de los maestros.

Se veían caras cansada. No sólo por la noche agitada, sino por la cantidad de paneles en 72 horas. “Nos equivocamos en hacerlo tan intenso. Todo el mundo se ha ido un poco con la lengua afuera. Habrá que volver al modelo de los congresos de Zacatecas o Rosario, de 6 días. Si no, es físicamente imposible”, reconocía el director de la RAE, José Manuel Blecua.

El Congreso sirvió también como corolario de los festejos por el tricentenario de la Real AcademiaEspañola. En palabras de Blecua, la RAE ha renacido de las cenizas como el Ave Fénix. “Tiene un espíritu tan juvenil que nadie diría que tiene 300 años”, decía. Juventud precisamente fue lo que le escaseó entre los asistentes. “Me trajeron para bajar el promedio de edad”, bromeaba el periodista y crítico mexicano Rafael Lemus, de 36 años.

La misma falta de juventud se siente entre los académicos de la RAE.¿Faltan jóvenes? “Claro que sí, esperemos que se vayan incorporando y también mujeres especialistas, si no acabamos siendo todos vejestorios”, reconocía Blecua, de 74 años. La ausencia de mujeres es una de las mayores críticas que recibe la institución. Y otra está vinculada a que el director de la RAEes además –por estatuto– presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española(ASALE), que reúne a 22 academias, de las cuales 20 son americanas y una de Filipinas. “Todos los estatutos se pueden cambiar, pero eso no le otorgaría ningún dinamismo en sí mismo a la ASALE.

Lo que cambiaría sería el sistema de financiación, porque ahora nos financia el Ministerio de Educación de España”, advertía Blecua. Ahora, que terminó el Congreso, comenzarán aquí las sesiones de la institución que agrupa a las veintidós academias iberoamericanas.

El Congreso tuvo gusto a poco, pero quizás sea sólo una cuestión de perspectiva. “Un congreso no trasciende en el momento que ocurre, sino después. Lo que se siembra aquí se va cosechando a lo largo de los 2 o 3 años”, afirma el escritor panameño Juan David Morgan. La esperanza es lo único que pierde.

El martes, SPET

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Silvina Slepoy
En el próximo encuentro del SPET, que tendrá lugar el martes 29 de octubre a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), el equipo de investigación dirigido por la Prof.Silvina Slepoy presentará su proyecto "Investigación institucional sobre la interrogación directa: sintaxis, pragmática, traducción y estudio contrastivo francés - español"

El equipo está integrado por:
Silvina Laura Slepoy (directora). Profesora en francés, master en Ciencias del Lenguaje de la Universidad Nancy2, Francia. Profesora de Gramática francesa I y II y de Estructuras Comparadas en el IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández” y de Gramática francesa I en el ISP “Dr. Joaquín V. González”. Jefa de carrera del Traductorado en francés del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”. 

Beatriz Emilce Cagnolati (codirectora). Doctora en Letras de la Facultadde Humanidades y Ciencias de la Educación  (UNLP). Profesora de Traducción especializada y de Gramática Contrastiva francés/castellano. Directora de proyectos de investigación y coordinadora del Área de Investigación en Traductología (AIT) de la UNLP.

Sabrina Bevilacqua. Profesora de Francés en lecto-comprensión (Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Responsable de las cátedras de Introducción a las Ciencias del Lenguaje y Análisis lingüístico de textos (Profesorado y Traductorado en francés respectivamente) en el IES Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”

Lucía Dorin. Profesora de Francés en lecto-comprensión (Facultad de Ciencias Sociales y Facultad de Psicología, UBA). Responsable de las cátedras de Lingüística y Gramática francesa I (Traductorado en francés) en el IES Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”

Ana María Gentile. Doctora en Ciencias del Lenguaje (Universidad de Ruán, Francia, 2007) y docente de traducción en la Universidad Nacionalde La Plata. Directora de proyecto en el Área de Investigación en Traductología (AIT/IdHICS, UNLP) y miembro de su comité asesor.

Patricia C. Hernández. Doctora en Ciencias del Lenguaje y miembro de equipo de investigación en el Instituto de Lingüística de la UBA, investigadora extranjera asociada a los laboratorios LLL (Univ. de Orleáns) y DySoLa (Univ. de Ruán). Ha sido profesora invitada por las universidades francesas de Orleáns y Ruán (2008) y ha dictado seminarios de posgrado en la UBA (2011) y la UNLP (2012). 

Lecturas sugeridas
- Hernández, P. y Gentile, A. M. (2013). “Correspondencia pragmática y rupturas de relación isomórfica en la traducción español-francés y francés-español. El caso de los enunciados interrogativos”. Desafíos de la glotodiversidad en el siglo XXI. Universidad de La Pampa.
- Coveney, A. (2011) : « L’interrogation directe », Travaux de linguistique N° 63, pp. 112-145. 

- Slepoy, S. (2011). « Comment nos élèves posent-ils des questions? », Actas del XI° Congreso Nacional de Profesores de Francés, Puerto Madryn, Chubut.


Otras lecturas
- Escandell Vidal, M. V. (1999). “Los enunciados interrogativos. Aspectos semánticos y pragmáticos”. En Bosque, I., V. Demonte, dir. Gramática descriptiva de la lengua española (pp. 3929-3991). Madrid: Espasa Calpe.
- Toury, G. (2004). Los estudios descriptivos de traducción y más allá. Metodología de la investigación en estudios de traducción. Madrid: Cátedra

- Vlad, D. (2006): « Sur quelques marqueurs polyphoniques à valeur polémique », en F. Hrubaru, A. Velicu (éds.),Enonciation et syntaxe, Actes du XIIe Séminaire de Didactique Universitaire, Constanta 2005, Echinox, Cluj-Napoca, p. 205-222

Las lecturas sugeridas estarán disponibles en la fotocopiadora del Lenguas Vivas (en el subsuelo, junto a la Bibliotecacentral) a partir del miércoles 16 de octubre. A quienes confirmen su asistencia les mandaremos el material en formato PDF.  


Cómo se ordena una biblioteca/discoteca (VI)

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Luego de Eduardo Stupía, Luis Chitarroni, Sergio Renán, Diego Fischerman y Diana Maffía, el jueves 31 de octubre, a las 19 hs, en la sexta reunión del ciclo "Cómo se ordena una biblioteca/discoteca", el invitado es Luis Borrero.

Luis Borrero es uno de los más destacados arqueólogos argentinos. Licenciado en Antropología y Doctor en Filosofía y Letras, su área de trabajo la constituyen los alrededores del estrecho de Magallanes, tanto del lado chileno como argentino, en el continente así como en la isla de Tierra del Fuego. Profesor de la Universidad de Buenos Aires, trabaja como Investigador Superior en el CONICET.

CCEBA - Florida 943
Entrada libre y gratuita

¿Existe o no la diferencia?

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Una columna del traductor chileno Adan Kovacsics (foto) publicada el 18 de octubre pasado en El Trujamán. Allí se vincula la traducción al acto de escritura, una de esas posibles polémicas a la que nos tiene acostumbrados la profesión.


Escribir-traducir

En una extraordinaria y deleitosa conferencia que John Rutherford pronunció hace más o menos año y medio en la Universidad PompeuFabra de Barcelona en el marco del encuentro «El Ojo de Polisemo», el traductor del El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha al inglés se refirió a las dificultades con que se había topado en su carrera cuando se trataba de valorar la labor del traductor, tanto en general como en particular. Contó como botón de muestra que, en un proyectado prólogo para su versión inglesa del Quijote, señalaba que él había «escrito la traducción» siguiendo estos y aquellos criterios. Envió su texto preliminar a la editorial, y su editora le respondió comunicándole que una traducción «no se escribía». A lo cual Rutherford le preguntó qué verbo había de utilizar si una traducción no se escribía (ni se cantaba, ni se susurraba, ni se inventaba, ni se volcaba). Si mal no recuerdo, la editora propuso entonces algo así como «producir», que fue la palabra que finalmente apareció en el prólogo. No sé si reflejo exactamente el hilo del relato del traductor de Cervantes, pero así se me ha quedado grabado en la memoria.

Sea como fuere, Rutherford no se encuentra solo al relacionar el «traducir» con el «escribir». Son varios los traductores y también los teóricos para los cuales no existe, o apenas existe, diferencia entre la escritura y la traducción. De tal manera, esta queda entrelazada, como debe ser, en el vasto tejido de la literatura, de la que forma parte intrínseca como un género literario más.

Sin embargo, no conviene empecinarse en esta equiparación, que podría acabar desdibujando ciertas especificidades de la traducción, su particular relación con las lenguas y con el lenguaje en general, el hecho de que requiera el conocimiento de como mínimo dos idiomas, adentrarse en ellos y palpar por esta vía el núcleo de las palabras.

Precisamente en el foco, en el abismal punto medio entre las dos lenguas se toca el logos, el orden del universo que se manifiesta en el lenguaje. La palabra «casi» existe en los idiomas porque existe un «casi» en el mundo, lo mismo que «ayer» y «crepúsculo» y «tensión» y «vértigo». Y la forma de ese «casi» que está en el mundo es lingüística, la forma de los hechos es lenguaje. Y esto es precisamente lo que hace posible la traducción, la cual de lo contrario ni siquiera podría existir, se convertiría en una vacua traslación de signos sin fondo, de señales que no señalan (lo cual, por cierto, en muchas ocasiones ocurre).

Se podría argumentar, eso sí, que cuanto acabo de sugerir rige en general para la escritura y que también en esta se manifiesta el orden del mundo que expresan las palabras. Pues sí... Y, ojo, puede que al final acabe siendo el escritor un traductor. De todas formas, es en la traducción, precisamente porque esta se mueve entre lenguas, donde el logos se atisba de manera más clara, incomparable e inquietante.

De controles y controladores

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Editor de www.elcastellano.org y autor de La fascinante historia de las palabras, el uruguayo Ricardo Soca publicó en la edición de Ñ, del 18 de octubre pasado, el siguiente artículo sobre las academias de la lengua americanas y su vergonzosa dependencia de España.

Academias americanas: un inquilino en Madrid

La Asociación de Academias de la Lengua Española(ASALE) no es sino un departamento de la Real AcademiaEspañola, por cuya iniciativa y a cuya imagen y semejanza fue creada. Por la distribución notoriamente asimétrica del poder entre el socio mayor y el resto de sus miembros, determinada estatutariamente, ASALE es una entidad ficticia, que funciona al compás de los designios de su artífice y rectora.

La asociación actúa bajo un férreo control de Madrid, al servicio, pues, de los intereses comerciales y diplomáticos del reino de España, que no necesariamente habrán de coincidir con los de los otros veintiún países representados por las academias “hermanas”.

La idea de crear sucursales en América fue concebida en el siglo XIX en Madrid, con miras a rescatar algo del imperio colonial perdido que ya no se podía reconquistar por las armas. El académico Alfonso Zamora Vicente lo explicó con sorprendente transparencia en su libro La Real Academia Española (1999) al narrar hechos de la segunda mitad del siglo XIX: [...] la Academia acuerda crear Academias de la lengua castellana o española, como correspondientes suyas y a su imagen organizadas. Con tal relación, la Academia Españolase propone realizar fácilmente lo que para las armas y la diplomacia ya es imposible hacer: reanudar los vínculos violentamente rotos [...].

En los años siguientes, por todas partes surgieron academias correspondientes, algunas de ellas llevadas de la mano por Madrid; otras, como la argentina y la uruguaya, por iniciativa de sus respectivos gobiernos y con carácter de “asociadas”, que no de “correspondientes”.

En 1951, se creó la ASALE, cuyo carácter subalterno se admitía sin ambages en los primeros estatutos: Art. 2. Las Academias correspondientes de la Real AcademiaEspañola reconocen que esta es, por derecho propio, la llamada a dirigir esta labor colectiva de defensa y promoción del idioma castellano.

No se explica cuál sería la fuente de ese “derecho propio” ni de qué molinos de viento debería ser “defendido” el idioma castellano; se pretende que tales afirmaciones sean aceptadas a priori, sin necesidad de discusión, tal como se aceptan las leyes naturales o las creencias religiosas.

Entre las metas de ASALE, figuraba en 1951 la muy subalterna de “colaborar con la Real AcademiaEspañola, según las instrucciones de esta, en la redacción de Gramática y Diccionario y especialmente en la recolección de los regionalismos de su respectiva área lingüística”.

Este esfuerzo por el control lingüístico de las antiguas colonias avanzó con lentitud hasta los años 90, cuando se presentó una nueva realidad: la globalización de la economía ofreció a España la posibilidad de explotar con sus empresas el suculento mercado de más de 400 millones de hispanohablantes. La vieja ideología nacionalista fue entonces reformulada con el discurso llamado “panhispánico”, que nació arropado con ideologemas apropiados a las nuevas circunstancias: el español como “lengua total”, “lengua de encuentro”, “activo estratégico” y “lengua mestiza”, como señaló José del Valle en La patria, ¿lengua común? (2007).

Hacia los años 90, una alicaída ASALE fue reflotada para servir como estandarte del panhispanismo, para reabrir el camino de las Indias a las empresas españolas y en 1997 se inauguró con fanfarria el I Congreso Internacional de la Lengua Española, como expresión del nuevo papel de la Academia y sus “hermanas”.

En 2007 se aprobaron nuevos estatutos de ASALE en los que se consolidó el poder omnímodo de la casa tricentenaria. En ellos se establece sin tapujos que el “presidente nato” de la Asociaciónde Academias será el director de la Real Academia Española (art. 15) y su tesorero, un miembro de la institución madrileña, nombrado por la Junta de Gobierno (art. 17).

El secretario general de la asociación, cuyas tareas son colaborar con el presidente, llevar las actas, cuidar los archivos y figurar como presentador de ASALE, puede ser un miembro de cualquier academia excepto la española (art. 16). Este cargo lo ejerce desde hace diecinueve años el lingüista cubano Humberto López Morales, radicado en Madrid.

El desbalance de poder en el seno de ASALE queda aun más claro en la composición de su órgano rector, la Comisión Permanente, que en la práctica funciona la mayor parte del tiempo en Madrid con su presidente, su secretario y su tesorero, es decir con tres miembros, dos de los cuales serán siempre de la RAE (art. 23), según muestra Silvia Senz en El dardo en la Academia (2011).

Además del férreo control establecido en los estatutos, la Academia Españolaimpone la presencia del rey de España en todos sus Congresos como símbolo solemne de su poder incontestable. En un ritual que contradice la tradición republicana de las excolonias, el monarca es quien inaugura y preside cada Congreso, junto con el primer mandatario del país anfitrión. La intención de esta liturgia dieciochesca es la misma que dio lugar en el siglo XIX al hispanoamericanismo: fortalecer la noción de que “la cultura hispánica posee una jerarquía interna en la que España ocupa una posición hegemónica”, como demuestran José del Valle y Gabriel Stheeman en Nacionalismo, hispanismo y cultura monoglósica (2004).

El papel avasallante del socio español queda de manifiesto también en las obras académicas, cuya autoría es atribuida a la RAE y a la ASALE, como si la primera no formara parte de la segunda. El papel de primus –aunque no inter pares− de la corporación madrileña se hace evidente asimismo en los prólogos de las obras académicas, en los que son habituales menciones como “la Real Academia Española y las demás academias hermanas”.

Según datos públicos ofrecidos en Internet, la web de ASALE está albergada en el servidor rae.es y tiene como administradora la gerente de la Academia Española, Montserrat Sendagorta Gomendio.

La Asociación de Academias es una entidad de mentirillas; por la distribución de poder en su seno –fuertemente concentrado en académicos de la casa madrileña– por su historia, por su funcionamiento y por sus estatutos, ASALE tiene una existencia meramente ficcional: funciona como un departamento de la RAE, de cuyo vientre fue parida, y actúa de acuerdo con los intereses de esta que, en última instancia, son los del Estado español.


La necesidad de abordar un trabajo así

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La noticia es vieja, pero no deja de importar: según comenta María Palomaren su columna de El Informador, de México, del 13 de enero de este año, en Francia está a la venta el primer tomo de Histoire des traductions en langue française.

Historiar la traducción

Un primer tomo de 1,368 páginas, publicado en París en octubre del año pasado, es la primera y muy rotunda piedra de un proyecto extraordinariamente ambicioso: la historia de las traducciones en lengua francesa (Histoire des traductions en langue française, tomo I: Dix-neuvième siècle, 1815-1914, bajo la dirección de Yves Chevrel, Lieven d’hulst y Christine Lombez, editorial Verdier).

No se trata de un diccionario, ni de una compilación de referencias, sino de un recuento histórico donde en cada volumen se busca establecer los grandes hitos significativos en el desarrollo de las prácticas de la traducción al francés, desde el invento de la imprenta hasta el siglo XX. Es la historia de las traducciones y de los traductores a partir de los humanistas  y el Renacimiento. Las obras traducidas que se estudian pertenecen a todos los campos de la vida intelectual, no sólo la literatura, y son libros originalmente escritos en cualquier otra lengua. Los tres tomos que en adelante irán apareciendo se ocuparán de los siglos XVII y XVIII, XV y XVI, y XX.

Durante centurias, el mundo académico no consideró que la traducción en sí fuera un objeto digno de estudio e investigación, y apenas se empezó a interesar en el fenómeno y los efectos de la traducción en el último tercio del siglo pasado. En todo caso, sólo en el ámbito literario se contaba con algunos trabajos parciales. En el espacio anglófono han surgido asimismo algunos estudios al respecto, pero con un horizonte más estrecho, como The Oxford History of Literary Translation in English, también un proyecto de la última década, con cuatro volúmenes a la fecha, pero restringido al ámbito de las bellas letras.

Pierre Assouline, que comentó hace días en su blog el proyecto francés, lo llama atinadamente “un monumento de papel a la gloria de los invisibles” y elogia la ambición y la audacia de los autores que están trabajando para establecer “un observatorio crítico” de una parte importantísima del patrimonio cultural de su idioma.

Por primera vez se dispondrá de un repertorio de traducciones y también de traductores, esos seres invisibles, pocas veces celebrados y a menudo de veras anónimos, pero que han dado a sus compatriotas y a la cultura un servicio de valor incalculable.

Basta para darse una idea de lo ambicioso del proyecto mencionar unos cuantos de los temas que se abordan en el primer tomo sobre el siglo XIX: el papel de la traducción en el surgimiento del orientalismo erudito, las resistencias y la apertura a los repertorios dramáticos extranjeros, las metamorfosis del panteón literario vistas a través de los cánones de las traducciones, la influencia de las traducciones de Walt Whitman en el auge del versículo en la poesía francesa...

¿Para cuándo una iniciativa semejante en lengua española? ¿No habría manera de movilizar a los filólogos y otros especialistas en nuestra lengua para abordar un trabajo así?

El SPET anuncia una sesión especial sobre el proyecto de "Ley nacional de protección de la traducción y los traductores"

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El viernes 8 de noviembre, a las 18.30 hs., el SPET convoca a una sesión especial a propósito de la " Ley del traductor". La sesión, que en líneas generales consistirá en una ampliación de lo ya discutido en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires (ver entrada del 8 de octubre pasado), tendrá lugar en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández” (Carlos Pellegrini 1515)

Participarán de ésta  Estela Consigli, Lucila Cordone, Andrés Ehrenhaus y Pablo Ingberg, quienes expondrán sobre  el proyecto de "Ley nacional de protección de la traducción y los traductores".

 Estela Consigli es traductora literaria y técnico-científica y profesora de francés (Instituto Superior en Lenguas Vivas “J.R. Fernández”). Trabaja para clientes particulares, empresas, editoriales y medios gráficos. Especializada en ciencias sociales, traduce especialmente artículos y libros de filosofía, sociología y psicoanálisis. Desde el 2012, colabora como secretaria en la Comisión Directivade la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes - AATI e integra, dentro de ella, la Comisiónde Derechos de Autor.

Lucila Cordone es traductora literaria y técnico-científica de inglés (Instituto Superior en Lenguas Vivas “J. R. Fernández”). Realizó estudios de posgrado en Traductología en la Universidad Nacional del Comahue y participó del Programa de Residencia en Traducción Literaria del British Centre for Literary Translation (Universidad de East Anglia, Inglaterra). Se desempeña como docente en el Traductorado de Inglés del Lenguas Vivas  "J. R. Fernández" y en la Escuela NormalSuperior en Lenguas Vivas "S.B. de Spangenberg”. Traduce textos literarios y de ciencias sociales. Desde 2010, es síndica de la Comisión Directivade la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI). Integra la Comisión de Derechos de Autor y colabora con la organización de charlas y actividades para traductores en dicha asociación.  

Andrés Ehrenhaus nació en Buenos Aires y vive en Barcelona desde 1976. Traductor de inglés, francés e italiano, con más de cincuenta títulos publicados; autor de tres libros de cuentos cortos y una novela; coeditor de Paradiso Ediciones (Argentina). Profesor del Posgrado de Traducción Literaria de la Universidad PompeuFabra, Barcelona; durante ocho años formó parte de la junta directiva de ACE Traductores y durante dos integró la junta directiva de Cedro.

Pablo Ingberg es licenciado en Letras (UBA), escritor (cinco poemarios y una novela publicados), editor (dirigió edición de Obras completas de Shakespeare y dirige Colección griegos y Latinos de Editorial Losada) y traductor (más de sesenta libros del griego antiguo, latín e inglés). Ha dictado conferencias, seminarios y talleres sobre traducción y colaborado con revistas y suplementos literarios argentinos y extranjeros.

El proyecto está disponible en versión electrónica, en la fotocopiadora del Lenguas Vivas también en formato papel.

Se señala especialmente la necesidad de asistencia para recibir la mejor información posible sobre el tema y, asimismo, para exponer las dudas y objeciones.


Rebelión contra el precio de los libros en Uruguay

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La noticia, generada en el Uruguay y publicada en el diario El Observador, de ese país, el 26 de octubre pasado, llama la atención y no deja de ser inquietante. Sin embargo, considerando el precio de los libros y su obligatoriedad en las escuelas y universidades, invita a la reflexión y, por qué no, al tipo de debate que jamás podrían dar los accionistas de Planeta o de Random House Mondadori.

Estudiantes juntaron 5.000 firmas
para reforma que permita fotocopiar libros

Con la campaña que lanzaron este viernes, estudiantes universitarios y liceales ya juntaron unas 5.000 firmas para intentar lograr una reforma legal que permita la reproducción de los materiales de estudio.

La semana pasada la división Crimen Organizado allanó 15 locales de fotocopias en la galería Montecarlo y 14 comerciantes fueron procesados. El juez Martín Gesto trabó embargo genérico sobre los 14 procesados por la reproducción ilícita de libros. Además, embargó 79 máquinas fotocopiadoras.

El juez imputó a los comerciantes un delito continuado de reproducción, almacenamiento y venta ilícita de obras literarias y publicaciones protegidas por derecho de autor.

Los estudiantes pretenden una reforma que habilite la reproducción de los libros "siempre que sea con fines educativos y sin fines de lucro", según indica el comunicado que informa sobre la campaña.

Según dijo a El Observador el consejero de la Facultad de Derecho, Nicolás Brener, la campaña se está llevando a cabo a través de todas las facultades, con colaboración del PIT-CNT y organizaciones de vecinos. Este domingo la recolección se realizará en los distintos lugares de votación del Presupuesto Participativo y en la explanada de la Universidad.

Los estudiantes esperan juntar unas 20 mil firmas el próximo viernes, y las entregarán en la Corte Electoral o en el Parlamento.

Este sábado la campaña se realiza en los departamentos del Norte del país, especialmente en la sede universitaria Regional Norte, en Salto, y en el Centro Universitario de Paysandú.



¿Leonor Acevedo hizo el trabajo?

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Ésta es la columna que Guillermo Piro publicó el domingo 27 de octubre en el diario Perfil, de Buenos Aires. Aquí conjetura que Jorge Luis Borges no es el traductor de los libros que se dice tradujo, sino que esos volúmenes son fruto del trabajo de Leonor Acevedo de Borges revisados luego por su hijo. 

Borges traductor. ¿Borges traductor?

Imaginarme a Borges traduciendo se me ocurrió  siempre tan improbable como imaginarme a un cocodrilo vegetariano o a una vaca carnívora. Uno suele aceptar sin dilaciones y dar por cierto casi todo lo que ve impreso, de modo que no me resulta llamativo que se considere a Borges el traductor del Orlando de Virginia Woolf y de Las palmeras salvajes de Faulkner pero, si me lo permiten, voy a dar por hecho que algo así es material y espiritualmente imposible. Y me resulta material y espiritualmente imposible imaginarme a Borges traduciendo porque me resulta material y espiritualmente imposible imaginarme a Borges trabajando. No empecemos a debatir ahora acerca del alcance semántico de la palabra “trabajo”. Convengamos que trabajar es recibir dinero a cambio de cierto esfuerzo y, por lo que sé, Borges nunca hizo nada para lo que debiera esforzarse en grado sumo. ¿Escribir es trabajar? No empecemos con eso. Para un débil mental probablemente lo sea, pero Borges estaba muy lejos de ser un débil mental. De modo que tampoco sirve como argumento.

Por otra parte, conozco pocas actividades más tristes, frustrantes, mal pagas y trabajosas que traducir. Imaginen la escena: un libro ajeno abierto en un atril, un hombre sentado frente a una máquina de escribir durante horas, escribiendo algo dictado por otro que no es él, recurriendo a diccionarios que tiene amontonados sobre la mesa, meditando obsesivamente, escribiendo, meditando, consultando, meditando. ¿Lo ven? Yo no.

En cambio sí me imagino a doña Leonor Acevedo de Borges haciendo esa labor. En primer lugar, porque sabía tanto, o más, inglés y español que su hijo, y en segundo lugar porque era la madre de Borges, y las madres están siempre dispuestas y disponibles para hacer cosas que nadie más es capaz de hacer. Todo es pura conjetura, pero piensen que quienes creen que esos libros fueron traducidos por Borges tampoco tienen modo de probar lo que dicen. Me imagino las cosas de otro modo: doña Leonor tomándose todo ese trabajo pesado y, al final, después de haberlo corregido, Georgie escuchando la lectura en voz alta de su madre y haciendo alguna que otra acotación, sugiriendo algún cambio, proponiendo alguna inflexión. ¿No parece así una situación más realista?

Se me dirá que, en mi versión de los hechos, Borges también traduce. Es cierto, y hasta es probable que traducir sea indefectiblemente eso. Se me podrá decir que doña Leonor “trasladaba” y Borges “traducía”, y lo acepto. Lo que quiero es desterrar la imagen de alguien empeñado en generar algo que no fuera su propia obra, a lo que dedicó todos sus esfuerzos y todas sus maniobras.

Se trata de una mera conjetura, decía. Y por lo que sé, nadie más la comparte con la convicción con que yo la alimento. Tal vez, dentro de muchos años, alguien que emprenda la tarea de averiguar algo al respecto termine dándome la razón, y el nombre de doña Leonor Acevedo de Borges pase del inmerecido lugar donde la sepultó su hijo a la tapa de los libros que tradujo con tanto amor por el oficio. Y por su hijo, claro.

Más sobre lo mismo, pero mucho antes

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A propósito de la columna de Guillermo Piro en el diario Perfil, se ofrece hoy esta otra, publicada por Marietta Gargatagli en El Trujamán el 22 de mayo de 2002.

Traducción: femenino y singular

Suele decirse, en tono conspirativo, que las traducciones de Jorge Luis Borges fueron hechas por su madre: Leonor Acevedo. De ser cierta esta afirmación, la historia literaria debería recuperar la obra de esta mujer, nacida en 1876, y a la que su tiempo privó de estudios aunque no de cultura. Se ocupó de William Saroyan, de Nathaniel Hawthorne, de Herbert Read; también, según su hijo, de las versiones de Herman Melville, Virginia Woolf y William Faulkner que se le atribuyen. Dirimir la autoría de estos trabajos no es fácil; lo más probable es que Leonor Acevedo redactara una çeda, un borrador a la manera medieval, que luego sería corregido por ambos. Justificarían este procedimiento las dificultades visuales del escritor y el desinterés que tenía por la extensión de estos menesteres. A él le bastaba un fragmento (y la lista de autores que tradujo de este modo es impresionante) para probar, aceptar o rechazar un estilo. Como experimento o reflexión, la traducción ocupó un alto lugar; como práctica profesional, quizá solo fue tolerable si podía compartirla con alguien. La lista de sus colaboradores en esta materia es bastante larga: Ulises Petit de Murat, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Roberto Alifano, María Kodama. También su madre.

La presencia de Leonor Acevedo de Borges en esta nómina no debe llamar la atención. Existe un precedente notable: la ayuda que ofreció Jeanne Weil a su hijo: Marcel Proust. Según George D. Painter, su biógrafo, para la traducción de The Bible of Amiens de Ruskin utilizó su valiosa ayuda. «La paciente Mme Proust efectuó una traducción literal, palabra por palabra, en varios cuadernos escolares con tapas rojas, verdes y amarillas. Las limitaciones comprobadas de los conocimientos de inglés que tenía Proust parecen de formidable importancia, pero no le impidieron conocer la obra de Ruskin. Incluso en el caso de suponer que el mérito de la fidelidad recayera en la madre de Proust, y que los errores de bulto debieran atribuirse a él, no cabe duda de que la elegancia de la traducción, la profunda comprensión del más recóndito significado de la obra de Ruskin y la participación en el modo de sentir del maestro, corresponden exclusivamente a Proust».

No tener voz propia y desaparecer tras el anonimato parece ser un destino femenino: estas madres, al escribir para la gloria de sus hijos, repitieron una historia de siglos. Sin embargo, ¿en qué se diferencia este silencioso devenir, de la mudez inefable, el impostado disimulo, la prudente discreción de todos los traductores?

"El ardid de realidad intensificada"

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Una columna de Antonio Fernández Santistebanaparecida en el Periódico de Poesía(nº 63, octubre de 2013), que dirige Pedro Serrano publica la UNAM. Si la argumentación del autor fuera dada por buena, he aquí una serie de cuestiones sobre las que los traductores deberían pensar.

Sobre el idioma de dos monstruos

Proust, la cumbre del francés, redujo el idioma hablado por sus compatriotas a un dialecto. Shakespeare, otro océano verbal, sobrepasa al Webster y a la Biblia del rey Jacobo, aunque con un inglés que es una invención deliberada. Mercutio, Feste, Rosalind, Lear suenan bien —o sea, a lo que son—  pero raro, debido no solamente a la pátina retórica de su amplificación dramática y al verso suntuoso del bardo inglés, tan repleto de mundo que incluye hasta nuestras dudas sobre sus carambolas ingeniosas, terminología nueva, sentidos secundarios, sino también a que las gentes que imaginó se oyen hablar, como murciélagos ciegos a la existencia que necesitasen para seguir avanzando el rebote contra su vivir del eco de sus palabras, las cuales vuelven alrededor suyo tal un halo para envolver sus acciones. Este carácter cavernoso de sus voces los aísla un poco de los demás incluso cuando dialogan, los retrasa o adelanta meditativamente en relación con el hilo argumental o los lleva a dirigirse a nosotros más como confidentes de sus profundidades que como actores a una audiencia. Por lo demás, sus frases, cuyas ondas al volver a la acción interfieren con las que siguen pronunciando, los ramifican y nos ofrecen así un suplemento de conciencia muy superior al que requerimos para andar entre nuestras ocupaciones, pero que se paga en los personajes shakespeareanos al costo de una cierta rigidez hierática, como la que aparece en los frescos funerarios egipcios donde vemos a faraones y notables rodeados de la vida que vivieron bajo una lluvia de jeroglíficos. Parte de lo que dicen se les escapa y queda, residual, indicando que una existencia no basta para ser contada. Así pues, pese a que en el teatro de Shakespeare el dicho pronostica o glosa el hecho, ese residuo permanece al término de sus obras como una miríada de posibles interpretaciones que las comprimen hacia sus centros neurálgicos y restan eficacia dramática a algunos de sus desenlaces. Puesto que hablamos de interpretaciones, vaya aquí una posible. Al parecer Hamlet mató a Claudio, el usurpador, antes del último acto, por lo cual la escena sangrienta habría de leerse no en cuanto conclusión de la obra, sino a manera de un exordio destinado al porvenir que se grabó en el monumento funerario del príncipe: encomio y advertencia de una conducta ejemplar.

Resulta claro que Shakespeare no sería el padre de la literatura moderna si no hubiera creado un orbe de psicologías, cada cual diferente, cada cual reveladora de lo que somos; lo único que intento mostrar es que las observamos a través del prisma de un lenguaje ligeramente desfasado que las difracta en todos sus colores, quitándoles así la blanca claridad de la unidad luminosa. 

La población de la Recherche, en cambio, coincide cómodamente con lo que habla. El Director eslavoide del Gran Hotel se expresa con los disparates de un políglota advenedizo, Norpois sirviéndose del plomo y sin la menor sospecha del meollo que pintan a cualquier diplomático, el joven Bloch creyéndose un prematuro escéptico, Françoise con los giros y las incorrecciones gramaticales de una criada, el padre de Marcel como el hombre de bien algo ingenuo que es, su abuela preocupada por su salud, la del personaje narrador, como la abuela arquetípica que todos quisimos tener: firme ante los caprichos, premiando el más leve progreso. ¿Y la feminidad tan parisiense de Odette, los exabruptos juveniles de Albertine?; ahí están las dos vistiendo seda o saten, dispuestas, del mismo modo que sus entonaciones, a incendiar los celos masoquistas de sus galanes.

Menor compañía que la de Balzac, pero mostrada por boca propia, por una inteligencia de sus palabras que nos da a la vez sus raíces y los motivos de su comportamiento. Cuando uno oye a Lucien Rubempré en la poderosa Comédie humaine, oye horrorizado la grosera entonación de Balzac. Parejamente, Eugénie Grandet y Vautrin y el primo Pons hablan por su glotis de pescadero pomposo. De ahí que resulte vano diferenciar en aquella capilla sixtina por el tono o el timbre; hay que hacerlo desde fuera o por dentro del personaje. En la Recherche ambas planos se funden en una página próxima a la emisión oral donde el estilo rodea y clausura lo narrado como si lo extrajera de la nada y éste surgiese con una frescura inédita, desdibujando, debido a nuestra vaguedad ante un modelo más jugoso, nuestras situaciones físicas y mentales. No sólo vida, sino dotada de mayor amplitud, ya que, a semejanza de Shakespeare, aunque preservando la unicidad de sus creaturas, Proust logra que lo latente cobre la abundancia de lo manifiesto. Así, a mediodía el barón Charlus va perseguido en una calle de Balbec por los fantasmas de sus perversiones, espectros que espiamos en su mirada leyendo distraidamente un cartel y que, con la fuerza de los convocados por Baudelaire, tienen para nosotros la convicción de su canotier de paja negra o la rosa espumosa que lleva en el ojal de la solapa. Al conocer a estos personajes, uno los recibe agrandados por sus reverberaciones, uno se frota los ojos para sacudirse el ardid de realidad intensificada con que nos asombra su hipernaturalidad. Las palabras de Proust distinguen con plenitud a quienes las pronuncian. Su idioma revela como no lo ha hecho otro.

"Operación Masacre" en inglés

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Una nota de Sebastián Hernaiz publicada en la revista Ñ del sábado 26 de octubre pasado, a propósito de la traducción al inglés de Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.

Walsh y sus precursores

Durante mucho tiempo, la crítica literaria argentina y latinoamericana se regodeó en un dato: la literatura norteamericana será todo lo buena que sea y Truman Capote será un delicioso gurú del “nuevo periodismo” con su literatura de “no-ficción”, pero su libro A sangre fría , el primero donde el escritor norteamericano pone en práctica el uso de estrategias literarias acotadas al trabajo minucioso sobre datos tomados de la realidad, es recién de 1965. En la Argentina, en tanto, el género de no ficción, el sutil trabajo con estrategias literarias tomadas del policial clásico, del policial negro, de la ficción borgeana y de otras tantas fuentes, fue inaugurado por Rodolfo Walsh en Operación masacre, casi una década antes. Walsh creyó encontrar, en el fusilado que vive del que surge su investigación, un notición, una gran historia, el hombre que mordió al perro: su camino al éxito periodístico. La crítica literaria, en la avanzada de Walsh, encontró un fetiche.

Por más ediciones que se hicieron de la obra de Walsh en la Argentina y Latinoamérica, por más que su tarea de traductor de obras escritas en inglés siempre esté latiendo por detrás de su prosa, por más fundador que fue del género de no ficción, hasta estos años su obra no había encontrado traducciones que lo hicieran circular con facilidad en el resto del mundo.

Después de la feria de Frankfurt donde Argentina fue invitada especial, Operación masacre encontró proyectos de traducción al alemán y al francés, y recién este año la traductora y crítica literaria Daniella Gitlin logró publicar junto al sello independiente Seven Stories Press su cuidada traducción al inglés que se distribuye en estos días en Inglaterra y Estados Unidos. La edición fue realizada con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentinay se puede leer en su nueva edición inscripto un nuevo contexto que justifica y renueva sus sentidos.

Desde 1957, Operación masacre se reeditó varias veces. Y como en cada una de esas ediciones, esta traducción al inglés incluye modificaciones que la inscriben de un modo intenso en su presente. La edición sigue las difundidas desde los años noventa: retoma la última edición en vida de Walsh, agregándole la famosa “Carta abierta de un escritor” que enviara a la Junta Militar el mismo día en que iba a caer en una emboscada y los apéndices documentales que se fueron borrando y cambiando con el tiempo. La edición de Gitlin, además, incluye, para el lector anglosajón que recién se inicia en la obra de Walsh, un glosario, mapas, notas y una introducción impresionista del escritor Michael Greenberg. El libro se cierra con una versión de la conferencia que Ricardo Piglia hace unos años hizo circular en libro como “Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades)” y con una detallada nota de la traductora, que analiza el estilo de Walsh, la importancia y eficacia de su obra y distintos matices de la traducción. En la tapa se lee una declaración de Eduardo Galeano que funciona como síntoma de ciertos elementos que caracterizan la incorporación de Walsh en su nuevo contexto de circulación: no sólo el libro es una cuidada traducción que entabla un potente diálogo entre dos tradiciones literarias, sino que inscribe en el contexto anglosajón la figura de un escritor latinoamericano como símbolo de la unión entre literatura, periodismo y una escritura comprometida con el activismo político.



Quizás habría que haber pensado un poco más lo del cadáver...

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El 30 de octubre pasado, Guido Carelli Lynch publicó el siguiente artículo en el diario Clarín.

Ya se puede ver en Internet
el diccionario de este continente

“¡Sobre mi cadáver!”, se exaltaba hace unos días en Panamá, durante el Congreso de la Lengua Española, Humberto López Morales, secretario de la Asociación de Academias de la Lengua(ASALE). Esa respuesta –aseguraba a Clarín – había preparado si sus colegas de la Real Academia Española (RAE) no daban rienda a su iniciativa de crear un Diccionario de Americanismos. Pero no hizo falta, este académico se salió con la suya y en octubre de 2010 la ASALE publicó su propio diccionario con 70 mil palabras y un total de 120 mil acepciones que se utilizan en este continente, donde vive el 90 por ciento de los hispanohablantes. Ahora, la obra está disponible en Internet, en http://lema.rae.es/damer/.

El español se ensancha todo el tiempo. Del este al oeste y del norte al sur. El diccionario de americanismos es un muestrario de ese desarrollo, que nunca es antojadizo. Porque con la primera intervención estadounidense en República Dominicana surgió el concepto de partywatcher, que era el vigilante de las fiestas adonde acudían los gringos. La palabra se dominicanizó: hoy un pariguayo es una “persona que hace el ridículo por no estar a la altura de las circunstancias” o un sinónimo de estúpido. En el mismo país y en Honduras, petardo se utiliza para denominar un “pedo estruendoso y de mal olor”. Pero en Puerto Rico el petardo es el rabo de gallo, una bebida. Una “traba”, en cambio tiene muchas y distantes acepciones. En Nicaragua, Bolivia y Chile (y también en la Argentina aunque el diccionario no dé cuenta) se utiliza como sinónimo de “gancho” para el pelo. En Colombia, en cambio, es el estado de euforia tras el consumo de algún estimulante. Una guagua, por el contrario, puede ser un “niño de pecho” en Colombia; un autobús en México y Centroamérica; o una “piedra en forma de media luna que se emplea para moler” en Bolivia. El diccionario identifica el argentinismo “gorila”, como “persona de ideas reaccionarias y gobiernos autoritarios”. Pero en Costa Rica, la palabra describe a los hombres corpulentos.

Por todos esos malos o buenos entendidos, López Morales creía que el Diccionario de Americanismos era una necesidad. Porque el Diccionario de la Real AcademiaEspañola, que ya lleva 22 ediciones, sólo incluye los americanismos que se hablan en más de tres países o en España.

El proceso para unificar criterios para este diccionario llevó casi tres años. Cada una de las 21 asociaciones americanas y la propia RAE colaboraron con el proyecto, enviaron sugerencias y correcciones. Pero por distancias y política –la ASALE funciona en el edificio de la RAEy se financia con recursos del ministerio de educación español– las decisiones finales se tomaron siempre en Madrid.

El prólogo del diccionario precisa la génesis del proyecto. Los primeros intentos datan del siglo XIX, cuando surgió la mayoría de los academias latinoamericanas. Recién en el Congreso de la ASALEde Puerto Rico en 2002 se acordó avanzar en el proyecto.

Algunas críticas perduran. “No es exhaustivo ni exacto. Baste como ejemplo la palabra “mouse”, de amplio uso en América.

El Diccionario de Americanismos dice que se usa solo en Panamá y Estados Unidos, el DRAE la ignora y el Diccionario Panhispánico de Dudas la desaconseja. Las decisiones fueron tomadas en Madrid, como se admite en el prólogo”, dispara el uruguayo Ricardo Soca, editor del popular sitio elcastellano.org y un crítico asiduo de la RAE.

La filóloga argentina Ana María Gargatagli cree que un diccionario como el de americanismos refuerza la idea de que existe un castellano general (y culto) que se utiliza en España y cientos de formas dialectales que ni siquiera comparten todos los países de América.

En el diccionario de americanismos hay proporcionalmente más insultos que en el DRAE. “Hay palabrotas tremebundas, pero esto no es un diccionario de piedad, están las palabras que se usan”, afirmaba el secretario de la ASALE.

La Asociación prepara por estos días una nueva edición, que podría ser presentada después de su próximo Congreso, en noviembre de 2013. “Tenemos unas 700 enmiendas, nuevas acepciones, nuevos orígenes. Hay además palabras que nacen y otras que mueren, como la vida misma”, explicaba López Morales.

Basta echar un vistazo al diccionario y no ser ningún letrado pare ver cuántos significados y orígenes deben ser corregidos. Mientras tanto, lejos de las academias, nuevas palabras nacen y se forjan.

Una caprichosa mezcla de objetivos y criterios

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Volviendo al Diccionario de americanismos, comercializado por la editorial Santillana, del cual se hablaba en la entrada del día de ayer, presentamos aquí lo que sobre éste escribió el  lingüista, investigador y académico mexicano Luis Fernando Lara. Su reseña de fue publicada en Panace@. Vol. XIII, n.o 36. Segundo semestre, 2012.

Diccionario de americanismos

El Diccionario de americanismos, dirigido por Humberto López Morales, se publicó en Lima en 2010. Obedece a un antiguo deseo de las academias de la lengua de contar con un diccionario diferencial de lo que conciben como vocabulario característico del «español de América», por contraposición al español de la Península, considerado «español general». En su preparación intervinieron muchas personas: los académicos de la Asociaciónde Academias de la Lengua Española (ASALE) y un equipo de redacción situado en Madrid, compuesto por cerca de treinta lexicógrafos, aparte de su grupo de tecnología informática.

Para todo lector un diccionario sirve, ante todo, para facilitar la comprensión de voces que desconoce o cuyo significado, al menos, le resulta oscuro. De ahí que tengan utilidad obras en las que se ofrece una glosa aproximada del significado o una breve definición, siempre que el acervo de vocablos que contenga sea suficientemente amplio. El Diccionario de americanismos cumple con esta necesidad de sus lectores en la medida en que logra reunir cerca de 55 000 artículos correspondientes a palabras registradas, primero, en el acervo histórico de la Real Academia Española —28 000, según afirma su introducción—; después, en «casi 150 diccionarios de americanismos—generales y nacionales— publicados desde 1975 a la fecha» y otros más todavía inéditos, y también ofreciendo pequeños textos definitorios que ayudan a la comprensión de los significados.

Hace por lo menos medio siglo que varios filólogos y lingüistas hemos venido poniendo en cuestión el sentido de una obra de esta clase. Cuestionamos el planteamiento diferencial que lo sustenta, en cuanto supone que el vocabulario del «español general» corresponde, en su mayor parte, al peninsular, y dentro de éste, al que los diccionarios de la Academia Española han venido reuniendo desde hace tres siglos, en tanto que los americanismos —como también los andalucismos, murcianismos, canarismos, etc.— solo pueden constituir un vocabulario periférico, todavía marcado en muchos lugares de España e Hispanoamérica como proclive al barbarismo y siempre objeto de necesaria corrección. Si cuando se elaboró el Diccionario de autoridades, entre 1713 y 1729, no se hacía diferencia entre el vocabulario utilizado en América por peninsulares aclimatados en América, criollos y mestizos, y el utilizado por españoles en la Península, la concepción colonialista que introdujeron los borbones desde Francia, el correspondiente centralismo de Madrid y la extrema dificultad española —que persiste en gran parte de su público— para hacerse cargo de la extensión del ámbito americano y conocer su variedad cultural fueron perfilando una clara ideología, según la cual la metrópoli colonial se distingue de su periferia, tanto peninsular como americana, y, en consecuencia, las variedades del español en América solo pueden tomarse en cuenta por su particularismo, su pintoresquismo o su exotismo. De ahí que el «español general» preconizado por la Academia Españolay sus satélites americanas no sea otra cosa que la manifestación de esa ideología. No se podrá hablar, objetiva y documentadamente, de un «español general» mientras no haya estudios descriptivos profundos de la realidad de la lengua española en los 20 países que la tienen como lengua nacional, estudios que las Academias no se han planteado llevara cabo y cuya necesidad ni siquiera parecen reconocer; mientras tales estudios no existan, no se puede proceder a una comparación entre todas las variedades —incluidas, por supuesto, las de España— que permitan deslindar un «español general» o «común» o «internacional», respecto del cual se reconozcan los particularismos de cada dialecto, incluidos, por supuesto, los españolismos, que claramente existen, y aquellos cuya difusión pueda realmente ser atribuida a toda América o a amplias regiones históricas americanas, que sería el caso de los americanismos.

López Morales dio a conocer en el opúsculo Diccionario académico de americanismos la «Presentación y planta del proyecto». En ella define el Diccionario de americanismos (DA) como un «diccionario dialectal —el español de América [el subrayado es mío]— y diferencial con respecto al español de España» (p. 70); de él se excluyen «términos que, aunque nacidos en América, se usen habitualmente en el español europeo (chocolate, canoa, tomate, etc.)».

El DA se presenta también como un diccionario descriptivo, en el sentido de no ser normativo. La Academia Española, en efecto, ha venido derivando de su normativismo histórico a un descriptivismo —acerca de cuyas características no parece haber reflexionado— que causa bastante confusión en una comunidad hispánica malacostumbrada al dictado académico. Como sucede con todos los diccionarios de la Real Academia, sus datos no son fruto de investigaciones amplias y rigurosas del léxico hispánico; si se piensa que los 28 000 vocablos del acervo madrileño se han venido reuniendo desde hace trescientos años, y los que provengan de los «casi 150» diccionarios consultados tienen características muy heterogéneas en cuanto a extensión, planteamiento, calidad y actualidad, es imposible considerar que se trate, en efecto, de un diccionario descriptivo, independientemente de su utilidad.

Llama la atención el modo en que su anormativismo —que sería la designación más exacta, en vez de descriptivismo— se relaciona con una extraña concepción de lo usual, definido explícitamente en relación con la frecuencia de uso de los vocablos:

Este Diccionarioes usual, por lo que recoge términos —sea cual sea su significado— con gran frecuencia de uso manejados en la actualidad; también otros cuya frecuencia de uso es baja, más los que han sido atestiguados como obsolescentes […] Sin embargo, la colecta […] ha tenido que ser selectiva, dado el espacio limitado del que se disponía (p. xxxii).

Es claro que «frecuencia de uso» tiene para el DA y su director dos significados: por un lado, en lo que se refiere a la nomenclatura —o lemario, como les gusta decir a los lexicógrafos españoles—, esta debe haberse compuesto mediante una selección de datos del acervo madrileño, los diccionarios de americanismos consultados y algunas opiniones de informantes selectos en cada país hispanoamericano, que definieron su «actualidad»; la inclusión de voces «obsolescentes» contradice también ese criterio de frecuencia; por el otro, en lo que se refiere al orden de las acepciones de cada palabra, según explica López Morales en la página 80 de la «Presentación y planta»: «La frecuencia se medirá atendiendo a las cifras de hispanohablantes (no de habitantes)» de cada país americano; por la cual México, Colombia y Argentina definen lo más usual de las acepciones. Es decir, cualquier acepción de un vocablo, si se registra en México, aunque sea poco frecuente en este país, predominará sobre el resto de las acepciones de los vocablos. Una extraña multiplicación: una acepción poco frecuente en México, multiplicada por el número de sus hablantes, la vuelve más usual que cualquier acepción muy frecuente en Cuba o en El Salvador, por ejemplo. Además de que su criterio de la frecuencia es totalmente peregrino, los autores del DA no se han dado por enterados de la diferencia entre frecuencia y dispersión, un criterio elemental de la estadística lingüística: es más usual un vocablo muy usado en toda Cuba —mejor disperso—, que un vocablo apenas usado en alguna región de México —poco frecuente y mal disperso—. Sin embargo, cuando se trata de las marcas de uso regional o diatópico en cada artículo, se listan de norte a sur para «facilitar la observación de las correspondientes isoglosas léxicas»: desde los Estados Unidos de América hasta Argentina y Chile.

Así, el DA obedece a una caprichosa mezcla de objetivos y de criterios, disfrazada de razonamiento lingüístico riguroso. Si predominara el criterio legítimo de la frecuencia, la nomenclatura habría resultado muy diferente, y, cuando se trata de las acepciones de los vocablos, una agrupación por frecuencia da al traste con cualquier arreglo que permita facilitar el reconocimiento de isoglosas léxicas, pues todo orden basado en la mera frecuencia —y menos con esa idea de la frecuencia— da lugar a una extrema aleatoriedad en la comprensión de los significados. Así, por ejemplo, a danzón se le asigna como primera acepción una mexicana: «Música del danzón en compás de dos por cuatro y ritmo lento» (¡bonita circularidad de la definición!) y solo después aparece la cubana: «Baile popular parecido a la habanera»; como todos sabemos, el danzón nació en Cuba y de allí llegó a México, y basta con una buena definición del ritmo, la cadencia y la combinación de compases, unida a la nota de que es parecido a la habanera, para eliminar una acepción imprecisa y redundante, y permitir una isoglosa léxica con sentido, en vez de fragmentar el artículo en dos acepciones, ordenadas de norte a sur. Una isoglosa léxica, es decir, la línea que se puede trazar en un mapa uniendo las zonas en donde se utiliza un vocablo, no se puede restringir al significante de la palabra, sino que tiene que considerar su significado. La posible isoglosa de danzón parece corresponder a toda la cuenca del Caribe —al interior de México llegó por Yucatán— y es un fenómeno cultural más importante de lo que pueda señalar la coincidencia del significante.

Lo primero que llama la atención al abrir el diccionario es la gran cantidad de variantes, derivaciones morfológicas, significados diferentes y locuciones que enlista. Por ejemplo, a partir de arrollar, común en español, se encuentra arrollacalzones, arrollada, arrollado, arrollao. A partir de hablar, se registra hablachento, hablaculo, hablada, habladera,habladero, habladito, hablado, hablador, hablador,-a, hablaera, hablamierda, hablantín, hablantín, -a, hablantina, hablantino, -a, hablantinoso, -a, hablapaja, y 80 locuciones. Esa riqueza de datos, aunque debe manejarse con una cartesiana duda metódica, hace del DA una obra necesaria en toda biblioteca especializada en el conocimiento de la lengua española, a pesar de sus defectos.

La estructura formal del artículo, su microestructura, sigue las pautas comunes en lexicografía hispánica, por lo que es de fácil lectura. Cada artículo ofrece información de la lengua de procedencia de los vocablos, cuando se trata de orígenes amerindios o no españoles. Los verbos se citan en su forma infinitiva y se señala su funcionamiento sintáctico; de los sustantivos y adjetivos se ofrece su forma canónica masculina, pero seguida de la indicación de su forma femenina cuando la hay (feo, -a). Llama la atención el modo sistemático en que los nombres —sustantivos y adjetivos— dan lugar a entradas homónimas, en que se separa, por ejemplo, movida y movido,-a. Al hacerlo, movida, como sustantivo exclusivamente femenino, se separa de movido, -a que puede ser sustantivo o adjetivo, masculino o femenino. Si se atiende al significado, las acepciones agrupadas bajo I de movida comienzan por un significado mexicano: «Estrategia o maniobra que se realiza para llevar a cabo algún asunto»; sigue «Negocio sucio o ilegal» y solo aparece como tercera acepción «Movimiento que se hace de una cosa» —que sería el significado principal si se considerara una agrupación significativa de las acepciones—, porque se registró en Nicaragua —esta acepción es común en el español y, en consecuencia, tendrían que haberla dejado fuera del diccionario—. Luego aparece una acepción II: «Cita o romance secreto» y en III vuelve «Acción ilegal o inmoral», que debería formar parte de I. La acepción I.1 de movido, -a «Amante, persona con la que alguien tiene relaciones ilícitas o clandestinas» debiera haber formado parte de las acepciones de movida, y no corresponde al resto de las acepciones listadas bajo esta entrada, también dignas de consideración a partir del significado de mover. ¿No habría sido más correcto, semánticamente hablando, hacer un solo artículo movido, -a y englobarlas todas? En particular, la acepción I.1 de movido, -a atribuida a México hace suponer que un amante masculino es un movido, lo cual es falso. Este tipo de organización homonímica produce extrañamiento y muchas dudas: hablador en Costa Rica se glosa como «Habladera, palabrería»; hablador, -ra, como «Mentiroso», se registra entre otros países, también en Costa Rica. No se ve cuál habrá sido el criterio para dividir en dos homónimos.

Las acepciones se agrupan con números romanos, para mostrar la cercanía de sus significados, aunque el criterio de frecuencia los desorganice, y después con arábigos, para separarlas una por una. Cuando solo hay una acepción, parece inútil asignarle un número, lo cual consume espacio y da a la página un abigarramiento innecesario. No hay ejemplos, lo cual es un grave defecto de este diccionario, pues si ya es difícil imaginar en qué condiciones semánticas se pronuncian o se escriben los vocablos, dadas las grandes diferencias dialectales del mundo hispánico, al no haber ejemplos, el interés por comprender adecuadamente los significados de los vocablos y sus usos se ve completamente contrariado.

Para ilustrar el valor del DA haré una somera comparación entre lo que registra este diccionario y lo que registra el Diccionario de argentinismos, coordinado por Claudio Chuchuy para la colección del Nuevo diccionario de americanismos, dirigida por Günther Haensch y Reinhold Werner desde Augsburgo, al comienzo en colaboración con el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, pero posteriormente adoptada por la Editorial Gredosde Madrid como Diccionarios contrastivos del español de América, cambiándoles el nombre y falseando el título, pues ahora el Diccionario de argentinismos (DArg) se nombra equívocamente Diccionario del español de Argentina (2000), a pesar de que no se trata de un diccionario integral del español de Argentina, como lo es el publicado por la editorial Voz Activa de Buenos Aires en 2008.

No hay duda de que han tomado en cuenta el DArg, aunque a veces sin consideración de los registros que ofrece y generalmente abreviando la información; así por ejemplo, en relajar, el significado «Causarle empalago a alguien un alimento o una bebida» no lo registra el DA en Argentina, aunque sí en Bolivia, si es que «Producir hartazgo un alimento o una bebida» es solo una formulación diferente del mismo significado; el significado argentino de «Hacer objeto a alguien de bromas o burla» (acepción II) tampoco aparece, aunque lo registra en Uruguay «Insultar, criticar o reprender duramente a alguien». No encuentro la razón para que, si el DArg ofrece una documentación, generalmente mucho más detallada en cuanto a registros dialectales y de nivel de lengua, no se integre al DA. Las diferencias en las definiciones de los significados pueden obedecer a interpretaciones diferentes de los lexicógrafos de ambos diccionarios. ¿Se puede pensar que, cuando el DA modifica su definición, lleva implícita una revisión crítica de la definición del DArg? En suri refiere a ñandú, en ñandú la descripción se abrevia —la paradoja del orden de países en el artículo lexicográfico: en México, los únicos ñandús que se conocen están en el zoológico o los vemos en algún documental; sin embargo, la marca Mx preside la definición—; luego agrega «Ar.no “hombre cubierto de plumas y colgantes que en las fiestas religiosas danza ante las imágenes en las procesiones”», e igualmente «Que no tiene dinero», acepciones que no registra el DArg; en cambio, el DA no registra el juego infantil «¿Suri me quieres comer?», ni hacer el suri, hacerse el suri. En el artículo de cachulero define «Cosa ordinaria, de mal gusto» y «Persona tosca o poco refinada» pero el DArg es más detallado: «Persona de extracción social humilde, especialmente la que es tosca y tiene poca cultura», y «Una prenda de vestir o un adorno, que revela mal gusto». En cambio, el DA no da aigüé, que registra el DArg, aunque sí ofrece achinadoy cachi, que aparecen como voces afines a cachulero en el DArg.

En relación con los supuestos mexicanismos, para los cuales la mejor obra de referencia sigue siendo el Diccionario de mejicanismos de Francisco J. Santamaría (Porrúa, 1959), llama la atención que registre cabete «Cordón del zapato» en Puerto Rico y no en México, aunque lo incluya el Diccionario de mexicanismos (DM) de la Academia Mexicana(2010). En machincuepa ofrece «Voltereta, pirueta, maroma», un racimo de seudosinónimos, como lo hace el DM. Es una lástima que abrevie la definición de chipotle del DM que, aunque vaga: «Variedad de chile picante, de color rojo ladrillo, que se usa una vez secado con humo», es mejor que la del DA, tan vaga hasta volverla inútil: «Variedad de chile».

Entre la multitud de variantes que ofrece el DA destacan las formadas por variantes gráficas, por ejemplo: güilo, huilo «Tullido» en México y Nicaragua; cuitlacoche, huitlacoche, güitlacoche en México; huille, huilli en Chile; pero muchas otras son variantes festivas de vocablos, cuyo cuño social estable da lugar a dudas. Por ejemplo, registra estuche en Centroamérica como «Ataúd» y aunque señala que es popular, culto, espontáneo y festivo, lleva a uno a preguntarse si se entendería fuera de contextos festivos muy localizados; en cabús, después de su significado mexicano de «Último vagón de un tren de carga para uso de los tripulantes», asienta como metafórico un significado de «Hijo nacido tardíamente»; aquí se trata de un juego espontáneo, del cual no hay constancia de frecuencia de uso, que permita asignar ese significado al vocablo; lo mismo causa dudas estoque, que remite a estocada como «Mal aliento» en El Salvador; en Puerto Rico ¿se dirá estufa normalmente a un automóvil sin aire acondicionado? Jocho como «Hot dog» es una forma desconocida en México, aunque se haya podido decir alguna vez. Toma del DM la entrada dodge, para introducir una locución en dodge patas «A pie», que evidentemente no es una acepción de un vocablo *dodge ¡señalado como marca registrada! El DM ha seguido este procedimiento de manera irracional, y el DA lo sigue (¿o fue al revés?). En otras palabras, su afán de atenerse a lo que hayan registrado sus fuentes, sin ponerlas en tela de juicio, puede haber dado lugar a una verdadera inflación de formas y acepciones cuyo lugar más bien correspondería a estudios acerca de los juegos verbales en el mundo hispánico, en vez de darles cuño social en un diccionario.

El DA requiere una revisión crítica seria, rigurosa y con conocimiento de los métodos y los procedimientos de la lexicografía contemporánea; para los especialistas es una importante fuente de datos; para los lexicógrafos dedicados a elaborar diccionarios bilingües y los traductores a lenguas extranjeras, una obra riesgosa, pues puede inducirlos a atribuir correspondencias entre el español y las otras lenguas que no tienen sustento desde el punto de vista del cuño social de los vocablos registrados; para el público en general, una obra que sorprende por la acumulación de información que ofrece, pero que puede llevarlo a cometer errores de contexto y de cultura, si lo utiliza para dirigirse a hablantes de otros dialectos.

Bibliografía
-Academia Mexicana de la Lengua(2010): Diccionario de mexicanismos. México D.F.: Siglo XXI.
-Chuchuy, Claudio, y Laura Hlavacka de Bouzo (coords.) (1993): Nuevo diccionario de argentinismos. Tomo II de la colección Nuevo diccionario de americanismos. Santafé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.
-López Morales, Humberto (2005): Diccionario académico de americanismos:presentación y planta del proyecto. Buenos Aires: Academia Argentina de Letras.
-Santamaría, Francisco J. (1959): Diccionario de mejicanismos. México D.F.: Porrúa.




"El congreso es sobre literatura española y esa novela es gallega"

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Con firma de Suso del Toro, el 30 de octubre pasado, en eldiario.es, se publicó la siguiente carta por demás explícita. En su bajada puede leerse: “La identificación entre la lengua castellana y la nación es absoluta, una ideología que en vez de integrar nos expulsa a muchos”. Para mayores datos sobre el autor, conviene recordar que es licenciado en Geografía e Historia en la Universidad de Santiago de Compostela y autor de Otra idea de España y Siete palabras, entre otras novelas. Su obra Trece campanadas ha sido llevada al cine. Ha obtenido el Premio Nacional de Narrativa en el año 2003.

Carta a un amigo español

Querido amigo,
Deja que acabe lo que comencé la semana pasada a raíz de tu enfado en aquella conversación. Al final de mi carta, y volviendo al dilema que nos plantea la sociedad catalana con su reclamación de ejercer la soberanía, imaginaba dos complejos contrapuestos e igual de angustiosos: el complejo de aniquilación, que viven quienes se sienten negados y asfixiados por el Estado Nación existente, y el de amputación, que viven quienes ven con horror cómo se puede separar una parte de lo que consideran y sienten que es el cuerpo de su nación. Pero, en realidad, este último también es un complejo de aniquilación, quien imagina la pérdida de un miembro ya imagina también la de otro y después otro...

Sí, aunque finjamos ignorarlo, las personas ligan su suerte y su identidad a una comunidad, tenga ésta forma de nación, de Estado o de lo que sea, y cuando se denuesta desde una supuesta altura moral o intelectual los "conflictos de identidades" (a continuación inevitablemente viene la coletilla "y las banderas"), lo que se hace es denostar las de "los otros" para asentir a la identidad dominante. La identidad personal descansa en mayor o menor medida en sentirse parte de una comunidad humana, negar esa evidencia me parece que es una maniobra intelectual puramente interesada, pretende defender la situación establecida porque le conviene a uno. Y como los conflictos de todo tipo ocurren en todas las sociedades, lo único democrático es reconocerlos y gestionarlos con el diálogo y el pacto.

Toda mi vida tuve que manejar dos realidades que se mostraron y se muestran antagónicas: el pertenecer a una comunidad humana y política gallega y el pertenecer a otra, española. Como te contaba el otro día, desde siempre vi que la realización de la nación española implicaba la necesaria extinción de los gallegos como tales, reducidos a ser unos españoles raros "con acento".

Fíjate si fue mal negocio para Galicia la historia del siglo XX que de tener una población cercana a los seis millones de personas a principios del siglo pasó a otra cercana a los tres, mayor fracaso no cabe. Las evidencias a mi alrededor y las argumentaciones del galleguismo regeneracionista me conducían a negar a España. Por otra parte, el peso de la vida nacional que me educó intelectual y también emocionalmente me hacía ver que mi historia formaba parte también de la historia española. Mis recuerdos son una parte fundamental de mi identidad y en mi memoria sentimental están libros, chistes, anécdotas de la época, canciones, películas españolas que son parte mía, así como vivencias que sé que comparto con personas de mi generación en cualquier lugar de España. Maricruz, cantada por Imperio Argentina, seguramente me gusta más que a la media.

Por otra parte, cuando pude conocer el pasado que nos ocultaron y aún ocultan, había episodios de la historia de España que me enorgullecían, como que, a diferencia de Alemania y sobre todo de Italia, para imponer un régimen fascista aquí hubieran tenido que librar una desigual guerra de tres años. Por otro lado, el antifranquismo me hacía formar parte de vivencias compartidas con los demás antifascistas españoles. La única fragua de España basada no en la imposición sino en la concurrencia, más que la República, fue ese trauma común que supuso el Régimen y de ahí nació la pretensión colectiva de una España democrática compartida. El antifranquismo, además de soñar ilusoriamente con cambiar la historia, pretendía una España nueva que rompiese con la existente, y en ese proceso tendría que haber un lugar para encajar esa otra realidad mía a la que llamaba "Galiza". El antifranquismo hacía confluir, reunía y permitía coexistir intereses, reclamaciones e identidades nacionales diversas, así que me podía sentir íntimamente cómodo, la democracia española era un asunto mío también. Hoy lo estoy viendo de otra manera, pero déjame que llegue ahí, a ver si no me pierdo por el camino.

Será mejor que abrevie. Pertenezco a una última generación que se radicalizó contra el Régimen y que, cuando se firmaron las paces, no se reconoció en los tratados firmados. La Constitución era un evidente avance democrático, pero no era aquello por lo que nos habíamos movilizado. Cuando llegaron los socialistas al Gobierno, tampoco participé de aquel entusiasmo, era tan extendido y excesivo que denotaba un histerismo ahogado. Aquel casi éxtasis cívico revelaba que el grueso de la sociedad española necesitaba desesperadamente romper con el pasado inmediato, negarlo y olvidarlo, era una necesidad psicológica que escapaba a cualquier razonamiento o análisis. El caso es que, como casi todo el mundo, también yo quise vivir al fin unos años con una alegría que antes no era posible –"vivamos"–, y acepté y aposté por lo existente aunque tuviese muchas reservas y le hiciese todo tipo de críticas.

Al principio de los años ochenta retomé el propósito adolescente de ser escritor, fíjate que digo "ser escritor" y no escribir literatura, se trataba de la fantasía adolescente de una vida de artista, ya sabes, y todas esas cosas que fácilmente despiertan burla en quienes niegan sus propias fantasías. Pues eso, que quise ser escritor. Y en el preciso momento en que me inclinaba sobre el papel para escribir se me planteaba un dilema que a ti no se te habría presentado, ¿escribiría en gallego o en castellano? No se trataba de un dilema filológico, escoger una lengua u otra tenía serias consecuencias.

Eran dos lenguas en una situación histórica completamente distinta, una era la lengua en la que había aprendido a leer y escribir, con todo el Estado detrás y todos los mecanismos necesarios para que una obra literaria llegase a un público, y la otra era todo lo contrario, una lengua literaria que no venía dada y que había que ganarse, una lengua sin Estado ni medios y en una situación subalterna a la castellana. Desgraciadamente, la elección no me era algo indiferente, significaba tomar partido por una u otra lengua y desde luego tenía importantes consecuencias y condicionaba el futuro tanto de la obra como del autor.

Ya sabes de sobra y ya te expliqué el otro día cómo pienso; entendí que sólo tenía la opción de ser escritor en lengua gallega y la asumí. Pero cuando mis libros se fueron editando traducidos al castellano experimenté lo que ya intuía, que afrontaban expresas o sutiles resistencias. "¿Por qué no escribes directamente en castellano?", me preguntaron frecuentemente. Valdría la pena ponerse a considerar todo lo que significaba hacerme esa pregunta, puede interpretarse como una muestra de ignorancia, una advertencia acerca de cuáles son las reglas del juego o una falta de respeto. Puedo quedarme con esto último, la falta de respeto a los demás: la total falta de educación es un rasgo característico de la cultura social española. Aunque lo verdaderamente inquietante es que puede ser las tres cosas, y quienes hacen esas preguntas, además de ignorar que se escribe directamente en cualquier lengua, del mismo modo que todos hablamos en prosa, también está diciendo que uno está incurriendo en un tipo de falta no escrita pero penalizada.

Con todo, no me puedo quejar de cómo me fueron las cosas, escribí lo que quise y creo que mis libros tuvieron una discreta fortuna de lectores y recibieron una crítica razonablemente positiva, tuve editores de todo tipo y algunos y algunas extraordinarias y, para colmo, hay días en los que me siento razonablemente satisfecho de lo publicado. Pero, después de tantos años y tanta democracia y tanto todo, me seguía sintiendo como el personaje de un chiste: "Érase una vez un catalán, un vasco y un gallego".

Basta lo que me contaba hace un par de meses una profesora italiana. Quiso participar en un congreso universitario sobre literatura española con una ponencia sobre una novela mía y la contestación de la dirección fue: "El congreso es sobre literatura española y esa novela es gallega". Ella se quedó sorprendida y chasqueada y, así, con la boca abierta, aprendió de golpe algo que no conocía verdaderamente: cómo era la cultura nacional española.

No dudo de que se puede argumentar filológicamente ese límite de la lengua castellana para un congreso llamado así pero comprenderás que también a mí me dejó mal sabor de boca, mírese como se mire eso es sentirse rechazado. Pero pocas cosas como lo que me ocurrió hace años cuando una novela mía recibió un galardón. Un crítico de un periódico madrileño escribió que era una lástima que hubiesen premiado mi libro puesto que aquel año había varios libros interesantes de "nuestros"–y citaba a continuación varios– narradores en castellano. Evidentemente yo no era uno de los "suyos", era un intruso. Y si es así, pues es que es así, era un intruso.

Efectivamente, la identificación entre la lengua castellana y la nación es absoluta, eso lleva a la paradoja que ya me habrás oído antes de que un escritor gallego no sea considerado español pero uno con nacionalidad mexicana, argentina o peruana sí en virtud de su lengua. Una ideología que en vez de integrar nos expulsa a muchos.

Pero por enrollarme con el asunto de mi experiencia como escritor, hasta qué punto condiciona en España el escribir en una lengua u otra, se me fue la olla y se me pasó la hora. Deja que corte aquí, si nos vemos esta semana para tomar los vinos no hablaremos de estas cartas, ¿de acuerdo? Todavía me falta escribirte la última, te contaré mi experiencia escribiendo sobre la cosa pública en general y sobre España en particular. La verdad es que todos esos años le di a todo y así me dieron en los morros varias veces. Verás las dificultades para opinar sobre España si no comulgas con el nacionalismo español, su dueño. Pero eso, la semana próxima.

Nos vemos.



Traducciones de literatura brasileña subsidiadas

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La noticia también es vieja y proviene de la agencia EFE, vía el diario El Comercio, de Ecuador. Sin embargo, aunque la Feria de Frankfurt ya pasó, el tema sigue siendo importante y reviste actualidad.

Brasil promueve la traducción de su literatura

EFE Jueves 03/10/2013 La ministra brasileña de Cultura, Marta Suplicy, afirmó ayer que la participación de Brasil como invitado de honor en la Feria del libro de Fráncfort puede contribuir a "fortalecer" la imagen literaria y cultural del país. La participación de Brasil en Fráncfort, que tendrá lugar entre los próximos días 9 y 13, "llega en un momento muy oportuno para el fomento del mercado editorial y de la literatura". De manera paralela a la feria, la Biblioteca Nacional de Brasil informó que ha aumentado los fondos de su programa destinado a fomentar la traducción de obras brasileñas a otros idiomas. El Programa de apoyo a la traducción y publicación de autores brasileños en el exterior ofrece ayudas económicas a editoriales extranjeras que traduzcan obras que ya hayan sido publicadas en Brasil. La coordinadora para la internacionalización de la Biblioteca Nacional, Moema Salgado, explicó que "el objetivo no es pagar el coste completo de la traducción, sino incentivar a las editoriales a que traduzcan a los autores brasileños". Salgado dijo también que "las editoriales pequeñas necesitan este tipo de ayudas para la traducción de obras", aunque aseguró que ayudarán igualmente a las grandes firmas "como Santillana". El programa iniciado en 2010 costó unos USD 42 000, en su primer año y se ha ido incrementando hasta llegar este año a los USD 900 000. Desde 2010 Alemania es el país que más ha aprovechado las ayudas, con 82 obras traducidas, seguido de España, con 46, y Francia, con 41. En la Feria  de Fráncfort se presentarán 260 títulos relacionados con Brasil.



Los checos pagan su deuda

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Anežka Charvátová
Hace casi un año, en el sitio de Radio Praha, se publicaba la siguiente información referida a la publicación de un clásico de Guillermo Cabrera Infante: “El glorioso boom de la literatura hispanoamericana cumple medio siglo de vida estos días mientras algunos de los títulos indiscutidos de ese período recién empiezan a ser traducidos al checo. Es el caso de Tres Tristes Tigres, novela que convirtió el habla más coloquial de La Habana en lenguaje literario y que en diciembre publica la editorial Fra, con traducción de Anežka Charvátová”.

República Checa paga su deuda
con Guillermo Cabrera Infante

 Tras sufrir con las traducciones al checo de las monumentales Los Detectives Salvajes y 2666, las dos obras maestras del escritor chileno Roberto Bolaño (Ver en este blog entrada del 20 de enero de 2010), la traductora e hispanista Anežka Charvátová ni siquiera se tomó un respiro ). De inmediato se puso a trabajar de cabeza en la traducción de Tres Tristes Tigres, proyecto que hace tiempo venía acariciando, pero que por una u otra razón tuvo que postergar. Hasta ahora. Esta semana la traductora le puso punto final al manuscrito de la novela en checo y se apresta para publicarla antes de que acabe el año, por razones de contrato, en la editorial Fra.

 “Yo creo que Cabrera Infante es un clásico y habría sido mucho mejor traducirlo al checo en los años 60, por supuesto, cuando se publicó el libro en español, en el año 1967. Pero en aquella época estaba prohibido en Cuba y tampoco se pudo publicar en Checoslovaquia, por supuesto. Después del 89 llegó el tiempo político bueno, pero tampoco dinero ni nada y fue un proyecto largo y difícil. Cuando por fin una editorial decidió publicarlo, la editorial FRA, que lo va a publicar ahora, me dio la traducción, pero yo estaba llena de otras cosas porque trabajaba en Bolaño.”

Resulta que antes de que Anežka Charvátová comenzara a trabajar en Tres Tristes Tigres, apareció en checo la novela póstuma de Cabrera Infante, La Ninfa Inconstante.

“La tradujo Petr Zavadil y es una traducción muy buena. Pero tuvimos una pequeña discusión: si acaso es bueno publicar primero la obra póstuma y solo después la obra clásica. Yo pensaba que habría sido mejor empezar con Tres Tristes Tigres, pero ya no, creo que fue mucho mejor publicar primero La Ninfa Inconstante, porque es más fácil de ser leída, es más abordable para un lector cualquiera para conocer a Cabrera Infante. Porque ahora, leyendo y releyendo Tres Tristes Tigres, me doy cuenta de que es una obra muy difícil y muy moderna en su época de creación, pero no estoy segura si ahora ya muchos no la van a tomar como algo superado o envejecido, que no lo creo que sea así, pero la literatura ha evolucionado mucho mientras tanto.”

De esta manera, enfatiza la traductora, la República Checa empieza a pagar la deuda que tiene con algunos clásicos de la literatura latinoamericana.

“Creo yo que tenemos muchas deudas con los clásicos latinoamericanos. Entre los cubanos la deuda más grande que teníamos era con este libro de Cabrera Infante y con Paradiso, de José Lezama Lima, que es una deuda que no sé si se va a saldar algún día, porque es mucho más difícil todavía que Tres Tristes Tigres.

Y a pesar de su dificultad, ya que muchos críticos la comparan con el Ulises, de James Joyce, cree que hay lectores en la República Checa para una novela como Tres Tristes Tigres.

“Sí, espero que los haya, porque no lo traduzco para mí ni para cinco amigos. Quiero que lo lean los lectores. Hay muchos chistes, mucho juego de idioma, creo que el lector checo entiende bien este tipo de humor. También tenemos escritores que utilizan el mismo tipo de humor.”

 La traductora de Tres Tristes Tigres comenta que en la República Checahay escritores similares a Cabrera Infante, lo que puede facilitar su aceptación por parte del público. Y da un ejemplo.

“Siempre que quiero comparar a Cabrera Infante con algún escritor checo pienso en Josef Škvorecký, que en sus novelas ambientadas en los EE.UU. también trabaja con un checo inglés, chinglés, si se puede llamar así. Sus personajes hablan un checo muy deformado, muy influido por el inglés, y también hace muchos chistes fonéticos con el lenguaje. Es más o menos el mismo tipo de juegos que hace Cabrera Infante entre el español y el inglés, el spanglish. Y además el trabajo con el idioma hablado que hace Cabrera Infante también lo utiliza Škvorecký en muchas novelas suyas ambientadas en la República Checa.Y el amor que tienen ambos por el jazz. O sea, hay muchos elementos que los unen y creo que los lectores de Škvorecký pueden apreciar mucho esta novela de Cabrera Infante.”

Traducir Tres Tristes Tigres era un desafío demasiado suculento para dejarlo pasar, ya que los traductores aman los desafíos, agrega.

“Está lo de la deuda, no solo de las editoriales checas, sino también mía, porque este proyecto de traducción ya lo tengo desde hace mucho tiempo. Era ahora o nunca. Y está lo del desafío, porque traducir algo que es intraducible es para un traductor un desafío que es necesario tratar de hacerlo”.

En ese sentido, no cree que exista alguna obra que no se pueda traducir.

“Todo se puede traducir, todo. Creo que no hay cosas intraducibles. Hay que encontrar la manera de cómo traducirlo. Hay cosas que no se pueden traducir tal cual y hay que rehacerlo un poco. Incluso se tradujo Alicia en el País de las Maravillas, que es un libro que se parece mucho a Cabrera Infante ya que él es un gran lector de Lewis Caroll. Y la cita que encabeza Tres Tristes Tigres es de Alicia en el País de las Maravillas.”

Comparado con el trabajo que le dio Bolaño en las traducciones de 2666 y Los Detectives Salvajes, Anežka Charvátová sostiene que Tres Tristes Tigres fue mucho más difícil.

Tres Tristes Tigres es más difícil por los juegos de idioma, por todo, por los trabalenguas, que no basta con traducir, hay que recrear, hay que reinventar. Eso es como traducir poesía, que te toma mucho más tiempo. Una cosa es entenderlo y otra cosa es recrearlo, para que tenga el mismo significado, el mismo estilo y los chistes. Por eso esta es la novela que más me ha costado traducir y la sensación, tras terminar la traducción, es de alivio.”

Anežka Charvátová, que también trabaja en Fra como editora, cree que la novela no estará lista para salir a competir en el mercado prenavideño, porque falta afinar algunos detalles, antes de entrar en el proceso de corrección. Pero tiene que publicarse antes de que termine el año sí o sí, por razones de contrato.

De esta manera, la República Checa empieza a pagar la deuda que tiene con algunos escritores clásicos de Latinoamérica, empezando con este cubano universal, que fue perseguido primero por la dictadura de Batista y después por el régimen castrista y que murió en el exilio en Londres, en febrero de 2005.


Cierre del año en el CCEBA con Julia Benseñor

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Ayer, luego de cinco años de insistentes pedidos, se logró que Julia Benseñor, co-fundadora del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, se decidiera subirse a la tarima y hablar de su experiencia como “Una traductora de dos mundos”. La espera valió la pena: lo hizo con talento e inteligencia como puede verse y oírse en http://www.ustream.tv/recorded/40895126 . El público y su socio, agradecidos.

Argentina, esposa y madre de familia, Julia Benseñor es traductora literaria y técnico-científica, recibida en el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”. Además es traductora pública en inglés, por la Universidad del Museo Social Argentino. Por su trabajo, ha recibido el Tercer Premio a la Traducción Científico-Técnica del Conosur 2001-2002 organizado por Unión Latina. Ex docente del Traductorado Literario y Técnico Científico, INES Lenguas Vivas es co-fundadora del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires (2009). Se desempeña como traductora freelance para distintas organizaciones internacionales y nacionales. Entre los autores que ha traducido se menciona a Charles Chaplin, Ray Bradbury, Saul Bellow y Ring Lardner.

Última actividad del año

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El miércoles 20 de noviembre, a las 17 hs., en la Sala“Leopoldo Lugones”, de la Academia Argentinade Letras (Sánchez de Bustamante 2663, casi llegando a la Av. Libertador, C.A.B.A.), con entrada libre y gratuita, y el auspicio del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, tendrá lugar una mesa redonda con la presencia de Andrés Ehrenhaus y Marietta Gargatagli a propósito de “Traductores en la Argentina y España”.  

El SPET también se despide hasta el año que viene

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En su última reunión del año, que excepcionalmente tendrá lugar el martes 26 de noviembre a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), el SPET recibe a la Dra. Andrea Pagni  (foto), quien  disertará  sobre“Estrategias de importación cultural en revistas del modernismo rioplatense”

Andrea Pagni es profesora de literatura latinoamericana en la Universidadde Erlangen-Nürnberg, Alemania. Sus áreas de investigación son la literatura de viajes y la historia de la traducción literaria. Ha publicado, entre otros, una monografía sobre viajeros argentinos a Francia y franceses a Argentina en el siglo XIX (Post/koloniale Reisen, Tübingen 1999), y editado los volúmenes colectivos América Latina, espacio de traducciones (Caracas 2004 y 2005), El exilio republicano español en México y Argentina (Madrid/Frankfurt a.M. 2011), y junto con Gertrudis Payàs y Patricia Willson Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina (México D.F. 2012 [verSPET 071]); es además autora de numerosos artículos sobre la la traducción literaria en América Latina y ha traducido a Kleist, Kafka, Hoffmann y Rilke al castellano. Integra el consejo editorial de la revista Iberoamericana y es miembro fundador de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Traducción e Interpretación (ALAETI).

Lecturas sugeridas
 --Wilfert-Portal, Blaise: “Cosmopolis et l’homme invisible. Les importateurs de littérature étrangère en France, 1885-1914”, en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, Le Seuil, núm. 144, 4/2002, pp. 33-46 (disponible en versión online). (En castellano : “Cosmópolis y el hombre invisible. Los importadores de literatura extranjera en Francia, 1885-1914”. Trad. de Gabriela Villalba).

--Bourdieu, Pierre: “Les conditions sociales de la circulation internationale des idées”. En: Actes de la recherche en sciences sociales. Vol. 145, diciembre 2002, La circulation internationale des idées, pp. 3-8 (versión online disponible en la página persee). (Traducción al castellano en Bourdieu, Pierre: Intelectuales, política y poder. Trad. de Alicia Gutiérrez. Buenos Aires: Eudeba, 2009, pp. 159-170.)

Quienes confirmen su asistencia recibirán por correo electrónico el material de lectura sugerida para este encuentro (en castellano). A partir del 13 de noviembre también estará disponible en la fotocopiadora del Lenguas Vivas (en el subsuelo, junto a la Biblioteca central).
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