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Los amigos del SPET en junio se ponen gauchescos

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En el próximo encuentro, que tendrá lugar el jueves 28 de junio a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández” (Carlos Pellegrini 1515), nuestra invitada Sara J. Iriarte disertará sobre “El laboratorio del tesista: los estudios de traducción aplicados al caso Martín Fierro.

Sara J. Iriarte es traductora y magíster en Estudios del Lenguaje por la PUC-Río. Adscripta en la cátedra de Literatura Argentina I de la UNR, forma parte del Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (IECH, UNR-Conicet). Investiga la representación del gaucho como bandido y las proyecciones de las traducciones de Martín Fierro al francés, inglés, italiano y portugués.

Lectura sugerida:
Lefevere, André: "El sistema: el mecenazgo" y "El sistema: la poética". En Traducción, reescritura y la manipulación del canon literario. Traducción de Ma Carmen África Vidal y Román Álvarez. Salamanca: Ediciones Colegio de España, 1997 [1992]. Título original: Translation, Rewriting, and the Manipulation of Literary Fame. Pp. 25-57.

Quienes confirmen su asistencia recibirán por correo electrónico el material de lectura sugerida para este encuentro (en castellano).

Aquéllos que tengan previsto solicitar un certificado de asistencia, por favor no se olviden de firmar después de la reunión en la lista disponible en Cooperadora.


La editorial EUDEBA es un recuerdo de la cultura argentina de antes de que gobernaran los brutos

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El 17 de junio pasado, Ezequiel Viéitez publicó en el diario Clarín la siguiente nota sobre la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), que próximamente reabre su local de la Av. Rivadavia 1573, en la Capital Federal.

El artículo es bienintencionado, aunque nada dice de la importancia de Arnaldo Orfila Reynal (1897-1998), ex director del Fondo de Cultura Económica y fundador de la editorial Siglo XXI, quien asesoró y ordenó a EUDEBA en 1957, poniendo como director a Boris Spivacow (1915-1994). Tampoco se precisa cómo, durante la época de oro del peronismo revolucionario, se dejaron de pagar derechos a las Presses Universitaires de France (PUF), entre otras editoriales universitarias extranjeras, perdiéndose los derechos de buena parte del catálogo, rápidamente adquirido por editoriales españolas que no parecían tener tantos problemas con los “cipayos” que escribían sobre Grecia, Roma o la Edad Media. Ni se menciona cómo, durante el “reverdecer democrático” de los primeros años de Alfonsín, los jóvenes radicales de Franja Morada, provenientes del departamento de publicaciones del Ciclo Básico de la Universidad de Buenos Aires –uno de ellos hoy es un “filósofo” mediático– desembarcaron en EUDEBA y produjeron, con petulancia e ineficacia, un verdadero cataclismo en el funcionamiento de la editorial (sin mencionar el caso del director que los trajo y que usó la tarjeta corporativa para su provecho personal, posteriormente despedido discretamente porque se trataba de un destacado intelectual de aquellos años). A pesar de todo esto, vale la pena recordar que, mal que mal, EUDEBA todavía existe y que su proyecto apuntaba a la construcción de un país que finalmente nunca tuvo lugar.

Eudeba cumple 60: la editorial que brilló
y sufrió al compás del país

Seis décadas que, a pesar de los quiebres institucionales y económicos que golpearon al país, crearon una mística. El domingo 24 la Editorial Eudeba –casa editora de la Universidad de Buenos Aires– cumple 60 años. Nació con un lema que por años adornó sus locales: “Libros para ser libres”, con ediciones de calidad a precios populares y que se llevaron a puestos de venta callejeros propios y a kioscos de diarios. Donde estaba la gente, estaba Eudeba. En los ‘60, aún recién nacida, ya era la principal editorial universitaria de habla hispana.

Esa identidad se construyó con la potencia de su primer gerente general, Boris Spivacow, un licenciado en Matemática porteño que llegaba desde la Editorial Abril para iniciar el proyecto. Ese mismo año, 1958, el filósofo Risieri Frondizi –hermano del entonces flamante presidente de la Nación– había asumido el cargo de rector de la UBA, en el marco de una universidad que ganaba autonomía y pluralidad. Spivacow sumaba sus ideas-fuerza: “Libros para todos” y “Libros al precio de un kilo de pan”. Daría lugar a un fenómeno editorial.

“Generó un proyecto abierto a todos los públicos”, le dice a ClarínLuis Quevedo, actual gerente general. Con Spivacow, la editorial vivió su época de oro hasta 1966, cuando el editor renunció tras el golpe militar de Juan Carlos Onganía y la Noche de los Bastones Largos, esa en que las fuerzas de seguridad se metieron a los golpes en la UBA y desataron el éxodo de científicos, docentes y del directorio de la propia editorial.

 “Hoy, Eudeba sigue teniendo el rol de empresa innovadora que funciona como vaso comunicante de la UBA con la sociedad”, dice Quevedo. Edita unas 120 novedades por año –sin contar reediciones– y produce contenidos audiovisuales, muchos disponibles en su canal de YouTube, en la búsqueda de nuevos públicos, el objetivo que hoy desvela a los editores.

Ya no están los puntos de venta callejeros sembrados por la Ciudad, pero sí 16 librerías propias –según su página web– entre la central (que se reinaugura el lunes, en Rivadavia al 1500) y las de sedes universitarias.

En 2010 lanzó la tienda on line Boris –que vende libros al exterior a través de correos internacionales– y empezó a producir e-books para la tableta de lectura digital Boris, concebida en el país y en homenaje a Spivacow. Los desafíos siguen en un mercado editorial que, no obstante, tiende a achicarse.

Pero, ¿cómo fue la edad de oro, aquella de Spivacow que llegó hasta 1966? La investigación académica y el consumo cultural vivían un tiempo de expansión. Para 1964, Eudeba ya había editado 400 títulos y en 1966 celebraba los 10 millones de ejemplares. El contexto jugaba de aliado: el mercado editorial argentino era el más fuerte de habla hispana y gran parte de la producción de libros se exportaba.

En su obra 50 años de libros para todos (Eudeba, 2008), Leandro de Sagastizábal destaca sobre el clima de época: “Si hasta 1956 se encontraban activas 80 editoriales para distintas disciplinas” en el país, a partir de ese año nacen otras 90. Un registro de Eudeba de 1965 marca que la editorial ya contaba con 40 stands en facultades de Capital e interior; siete kioscos en hospitales; 41 kioscos de venta callejera y además vendía sus títulos en 103 puestos de diarios y revistas, junto con dos librerías propias. Sus títulos se encontraban en todos lados.

Otras iniciativas marcaban la época: en febrero de 1958 –el año del nacimiento– se habían fundado también el Conicet y el Fondo Nacional de las Artes. En julio del ‘58, fondos privados creaban el mítico Instituto Di Tella, verdadero laboratorio para grandes artistas.
“La revolución de Eudeba fue evitar convertirse en una editorial de nicho universitario”, explica José Luis de Diego, hoy al frente de la colección de libros Serie de los Dos Siglos, junto con Sylvia Saítta.

Esta colección de los últimos años evoca la célebre Serie del Siglo y Medio, lanzada en 1960 como homenaje a la Revolución de Mayo. Se publicaban obras de escritores argentinos clásicos y modernos con prólogos de especialistas, ilustrados por pintores como Antonio Berni, Carlos Alonso y Demetrio Urruchúa, en ediciones de bajo costo. “El primer título, La gran semana de Mayo, de Vicente Fidel López, tiró 30 mil ejemplares”, evoca De Diego. Otro texto, el Martín Fierro de José Hernández, ilustrado por Juan Carlos Castagnino, en sucesivas impresiones superó los 200 mil ejemplares.

Las bibliotecas populares y las de las casas se poblaban, al mismo tiempo que Eudeba editaba investigaciones científicas y traducciones directas hechas en Argentina de textos clásicos de la filosofía griega, junto con títulos como Breve historia del teatro argentino o la colección Genio y figura que ponía en foco a autores como Alfonsina Storni, Lucio Mansilla y Jorge Luis Borges.

“La dirigía la gente correcta, en el momento correcto”, define De Diego. Acompañaba un lector ávido, en una época de movilidad social ascendente que continuaba desde el período peronista, como señala el periodista y docente Hernán Invernizzi en Los libros son tuyos (Eudeba, 2005).

Aunque la editorial mantuvo un perfil por la calidad de sus contenidos, “ha tenido épocas de luz y también oscuras”, admite Quevedo. Matiza: “A través de los títulos de los últimos años, Eudeba ha revisado su propia historia”, realidad que se observa en su catálogo.

Tras el golpe del ‘66, no sólo cambió el directorio. En un clima de paranoia ideológica, se incorporaron títulos vinculados con la temática militar y en la colección Genio y figura, un ejemplo, se publicó la biografía de Hugo Wast –Gustavo Martínez Zuviría–, escritor de perfil reaccionario y admirador del franquismo.

A mediados de 1973, con el peronismo en el poder en una nueva democracia, las disputas ideológicas continuaron, sin que dejaran de editarse algunas obras de gran valor. Arturo Jauretche pasó a presidir la editorial y el periodista Rogelio García Lupo fue director ejecutivo. En 1974, tuvieron buenas ventas títulos como La revolución argentina de Héctor Cámpora y La revolución chilena, de Salvador Allende, junto con otros que reflejaban el espíritu combativo del momento. Ese mismo año, falleció Jauretche. Las amenazas de la derecha peronista ya eran constantes: García Lupo dejó su cargo y el rector de la UBA, Rodolfo Puigróss, partió hacia el exilio.

Comenzaría un tiempo de censuras que se multiplicaría con el golpe de Estado de 1976: Eudeba pasó a tener conducción militar, así como detenidos y desaparecidos. Hubo libros incautados y destruidos. Con la vuelta democrática de 1983, se dio un reverdecer de la que hoy sigue siendo una de las editoriales universitarias más importantes. Un año después, publicó su mayor best seller y long seller: el Nunca Más, informe de la Conadep sobre los desaparecidos, que estiman vendió más de 600 mil ejemplares con sus reediciones.

El mercado del libro –y sus ventas– es otro, pero la apuesta cultural de la UBA continúa firme.

James MacPherson y sus "traducciones" de Ossian: una historia de cuando la falsificación y el plagio todavía no eran intertextualidad

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“De origen escocés, el autor juró recopilar poesía antigua de las Highlands, que se convirtieron en un éxito editorial y que atribuyó a Ossian, un bardo ciego del siglo III, que fue admirado por Lord Byron, Napoleón, Thoreau, Whitman y Hume, entre otros”: así dice la bajada de la nota que el escritor y traductor argentino Ariel Magnus publicó en el número de InfoBAE correspondiente al 19 de junio pasado.

James Macpherson, el farsante más importante
de la historia de la literatura

James Macpherson –el falsario más trascendente de la historia de la literatura– nació a fines de 1736 en, por así decirlo, Escocia. A los nueve años vio cómo Inglaterra aplastaba la rebelión del '45, último intento de los jacobinos escoceses por recuperar la soberanía de su país y vio cómo el gaélico fue eliminado de la curricula.

Se crió en ese clima de cataclismo nacional y a los veinte años ya había publicado un poema épico, si bien el éxito de esta composición juvenil no pasó de eso: ser publicable.

Al margen, Macpherson gustaba recolectar baladas populares de las Highlands, o al menos eso fue lo que dijo cuando el azar lo acercó a John Home, famoso dramaturgo escocés que más tarde publicó una tragedia curiosamente titulada Descubrimiento fatal. A instancias de Home, y aclarando que lo hacía en contra de su voluntad, Macpherson cometió una traducción al inglés de estas baladas. Los Fragmentos de poesía antigua recogidos en las tierras altas de Escocia y traducidos del gaélico fueron un éxito rotundo: dos ediciones se agotaron el mismo año de su publicación, 1760.

Convencidos por Macpherson (o convenciéndolo a Macpherson) de que esos trozos de poesía debían ser parte de alguna epopeya más generosa, el clan literario de Edimburgo juntó los fondos necesarios para subvencionarle al joven una expedición por el norte del país. La aparición de los poemas épicos Fingal y Temora demuestran que Macpherson encontró lo que buscaba, o buscó lo que ya había encontrado. Las obras, de las que Macpherson decía ser sólo un traductor literal, fueron adjudicadas a Ossian, bardo ciego escocés del siglo III d. C., “el último de su raza”. Una infinita Disertación del profesor Blair y un portentoso aparato crítico verosimilizaban el producto. Un producto cuyo éxito es casi imposible exagerar.

Sobra decir que los primeros en aclamar a Ossian fueron los escoceses, entre ellos el filósofo David Hume. Con los rimados lamentos de este lírico pre-cristiano, las Highlands pasaban de ser un nido de salvajes analfabetos a ser la cuna de una raza de guerreros no menos gloriosa que el poeta que la cantaba.

La gente comenzó a viajar al norte para conocer la geografía ossiánica, y no tardaron en llegar los primeros reportes informando que se había descubierto la cueva del bardo. Walter Scott, el creador de la novela histórica, debe las ideas de sus primeros trabajos, y acaso hasta el éxito de los mismos, a sus repetidas lecturas del legendario ancestro. En Inglaterra, Lord Byron, Carlyle, Coleridge, Blake, Wordsworth y el resto de los poetas del incipiente movimiento romántico se cansaron de alabar al lacrimógeno Ossian, y de imitarlo.

Cruzando el canal —adonde el bardo atracó con el auspicio de Diderot—, Madame de Stäel lo bautizó “el Homero del norte” y Napoleón lo quería más que al del sur (aún se conserva su copia personal del libro). Del otro lado del Atlántico, Thomas Jefferson, tercer presidente de Norteamérica, le escribe a Macpherson que sus traducciones son para él “fuente de diarios placeres”. Emerson, Thoreau, Hazlitt, Longfellow, Melville y hasta Walt Whitman (que recitaba los poemas de Ossian junto al mar) no pensaban muy distinto.

Cuba, Colombia, Perú, Brasil y Uruguay también tuvieron sus traductores autóctonos. En Argentina, no hay personaje público cuyos escritos no contemplen explícitas alusiones al último de los celtas. Esteban Echeverría, Ricardo Gutiérrez, José Mármol, Tomás Guido, Nicolás Avellaneda todas las calles conducen a Ossian.

Pero lo dicho es igual a nada si lo comparamos al caso de Alemania, donde surgieron más traducciones de Ossian que en toda Europa. El primero y más entusiasta amante del vate fue Gottfried Herder, cuyas revolucionarias teorías lingüísticas se basan en (y se ven confirmadas por) los poemas de Macpherson. Contagiado por Herder, Goethe declaró que “Ossian ha reemplazado a Homero en mi corazón”. Su Werther, la novela más popular de la época, remata con la larguísima traducción de un poema ossiánico.

Klopstock declaró que los germanos eran descendientes de los celtas y creó una logia de bardos (la Bardendichtung o poesía bárdica, más conocida como Bardengeschrei o griterío bárdico). Los almanaques traían citas de Ossian, los cuadernos de texto para aprender inglés se valían de versiones simples del ya bastante simple Ossian. Escritores, filósofos, pintores y músicos caen presas de su encanto. Alemania fue también el país en donde más se leyó a los falsos traductores de Ossian, que publicaban en nombre del bardo sus propias composiciones.

Como contrapeso a esta histeria colectiva, surge la voluminosa figura del Doctor Samuel Johnson. Él, que tan alegremente se había dejado embaucar por el falsario William Lauder, que tan íntimo era en ese momento del falsario George Psalmanazar, fue el máximo enemigo de Macpherson.

Emprendió su Journey to the Western Islands of Scotland (1775) casi exclusivamente para desbaratar el mito de Ossian. Para el Doc, lo único que podía probar la veracidad de los poemas eran los manuscritos que Macpherson decía tener en su poder. En efecto, nadie vio jamás esos papeles, salvedad hecha de algún que otro testigo tan o más dudoso que los papeles mismos.

Mientras Johnson buscaba pruebas fehacientes fuera de la obra, otros escépticos creían ya haberlas encontrado en los poemas mismos. Macpherson se había cuidado de no ser anacrónico en sus comparaciones, lo que despertó las iras de Horace Walpole (“Estoy cansado de leer de cuántas maneras un guerrero es parecido a la luna, al sol o a una roca”); sin embargo, su sofisticado supernaturalismo prescinde del zorro y del salmón, ubicuos en las verdaderas baladas gaélicas. Algún analista notó además que las rutas escocesas del siglo III no estaban preparadas para soportar los carros que utilizan los héroes ossiánicos; algún otro dio a entender que bastaba estar al tanto de cómo los escoceses solían tratar a sus mujeres para desconfiar de la galantería y la ternura de Ossian.

Pero el golpe fatal a su credibilidad le llegó recién después de muerto, con la publicación casi simultánea del Report of the Highland Society of Scotland y de la demoledora edición de sus poemas por parte de Malcom Laing (1805). La comisión de la Highland Society remata su larga pesquisa sobre el tema (que incluyó viajes al lugar del crimen e interrogatorios policiales a los involucrados) estatuyendo que “si bien la historia de Ossian y Fingal ha existido desde tiempos inmemorables, Macpherson ha editado con bastante libertad sus originales, introduciendo además pasajes de su propio cuño” (Tal como si de acá a algunas décadas alguien diera a luz la traducción literal de un largo poema épico del siglo VI inspirado en tres o cuatro tangos, por comparar cosas chicas con grandes).

Laing, que confiesa haber sido un admirador de Ossian en su juventud, llegó mediante un estudio inmanente de la obra a conclusiones menos ambiguas: casi todo era un plagio. Verso a verso Laing demuestra que no hay frase de Macpherson que desconozca su calco en los Salmos bíblicos, en Homero, en Virgilio, en Milton y hasta en algunos escritores contemporáneos. Lo guió en esta tarea el propio Macpherson, quien supo plagar la primera edición de sus poemas con notas al pie indicando los paralelos de Ossian con “el resto de los antiguos” (las notas desaparecieron en la última edición de 1773).

Macpherson tampoco se privó de insertar la descripción de un escudo, extenderse en comparaciones, abusar del asíndeton y de la parataxis, fabular etimologías, poner asteriscos donde los originales “presentaban lagunas”, marcar interpolaciones tardías en sus fuentes o declarar espurios ciertos pasajes. “No sabemos si admirar el descaro del traductor o la crédula simplicidad del público”, anota Laing.

Mientras que Lord Byron prefirió hacer de su juveniles faltas virtud, aclamando la prosa rimada de Ossian como sublime, fuera o no auténtica, otros (no muchos) supieron ser menos incautos. Goethe explicó que su Werther lee a Homero mientras todavía está sano, y que sólo lo cambia por Ossian cuando ya se ha vuelto loco. Lichtenberg, que había escrito Homero y Ossian en alguna de sus notas, lo cambió luego por Homero y Shakespeare y Horacio y Swift. Jacob Grimm, quizá el más herido en su orgullo personal por el engaño, dejó inconcluso su libro sobre Ossian y se dedicó al Kalevala de Elías Lönnrot (también acusado más tarde de fragua folclórica, lo mismo que los Märchen del propio Grimm).

Pero volviendo a Macpherson. Semanas después de publicado Temora, el traductor creyó conveniente abandonar Londres rumbo a Norteamérica. Se supone que en el viaje se perdieron varios de sus originales (los otros papeles, incluidos sus diarios, desaparecieron misteriosamente en 1868).

Tres años más tarde, de vuelta en Londres, se dio a la política y a la historia. Sus producciones fueron duramente criticadas (alguien llegó a preguntarle si sus historias también estaban traducidas del gaélico), pero contaban siempre con el aval del público y supieron ganarse un defensor capital, el historiador británico Edward Gibbon.

A los 55 años, Macpherson entró al parlamento, honor que conservó hasta su muerte en 1796. Se hizo enterrar en la Abadía de Westminster, cerca del panteón de los poetas y de su archienemigo Johnson. “El primer poeta romántico” (Borges) dejó, aparte de lo dicho y de una calamitosa traducción de la Ilíada en versos ossiánicos, cuatro o cinco hijos ilegítimos. Eso y un castillo de cuya magnitud llegó a arrepentirse: “La verdad –le escribe a un amigo– es que no parecía tan grande en el papel. Pero he ido demasiado lejos; no puedo frenar todo sin desacreditarme.”










El peruano Mario Montalbetti en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

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En el encuentro de junio del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, el poeta y lingüista peruano Mario Montalbetti partió de la idea de Alain Badiou de que los poemas, los grandes poemas, siempre se dejan traducir a pesar de todo lo que pueden perder en prosodia, ritmo, sonido y cadencias, porque lo que realmente importa es el silencio que crea el poema. Para ilustar ese punto de vista, se sirvió de un texto de Jorge Luis Borges escrito en 1938, que, tomando como excusa dos traducciones al inglés de un mismo texto chino, llevan a dos fragmentos completamente diferentes que terminan constituyéndose en el “misterioso escepticismo” del autor de “El Aleph” sobre la traducción.

Proximamente aquí podrá verse el video de esta reunión.

Mario Montalbetti (Lima, 1953) es Profesor Principal de Lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha escrito nueve libros de poemas:Perro Negro (1978), Fin Desierto(1995 y 1997), Llantos Elíseos (2002), Cinco segundos de horizonte (2005), El lenguaje es un revólver para dos (2008),Ocho cuartetas contra el caballo de paso peruano (2008), Apolo cupisnique (2012), Vietnam(2014), Simio meditando (2016) yNotas para un seminario sobre Foucault (2018). Su poesía reunida ha aparecido bajo el título de Lejos de mí decirles (Editorial Aldus, Ciudad de México 2013 y Ediciones Liliputienses, Cáceres 2014); una selección de la misma apareció bajo el título En una lengua rompida en Ruido Blanco (Quito, 2017) y otra bajo el títuloHuir no es mejor plan en Mansalva (Buenos Aires, 2017). También ha publicado Lacan arquitectura (con J. Stillemans, Fondo Editorial PUCP, Lima 2009); Cajas, un estudio sobre lenguaje y sentido (Fondo Editorial de la PUCP, Lima 2012), la colección de ensayos Cualquier hombres es una isla (Fondo de Cultura Económica, Lima 2014) y recientemente El más crudo invierno. Notas a un poema de Blanca Varela (Fondo de Cultura Económica, Lima 2016). Es miembro del Comité Editorial de la revista Hueso Húmero.


Los amigos de Interpres y Adorno en el Goethe

¿En qué medida el lenguaje "inclusivo" incluye?

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El tema está cada vez más presente y da la sensación de que, para no caldear los ánimos, quienes podrían opinar con algún fundamento, se llaman a silencio. Por eso, para abrir las posibilidades de un debate serio, vale la pena leer el siguiente artículo de Mariano Monserrat (Buenos Aires, 1968), profesor de inglés graduado del Instituto de Profesorado Joaquín V. González, donde actualmente se desempeña como profesor de Lengua Inglesa, quien además es Magíster en Educación con Orientación en Gestión Educativa de UdeSA y Doctorando en Educación en la Universidad de San Andrés con especialización en temas de educación comparada y diversidad cultural. 

Acerca de todos y todas, 
tod@s, todxs, todes y todis
(y de los debates que subyacen a estos fenómenos)

Hace tiempo que la cuestión del lenguaje inclusivo, o castellano inclusivo, circula en nuestra sociedad, y muchas veces, quienes lo utilizan o lo denostan respectivamente poseen diferentes definiciones, e incluso, motivaciones profundas para usarlo o ridiculizarlo. En este breve escrito, me propongo reflexionar brevemente sobre algunos de los supuestos y de los axiomas metanarrativos que subyacen a la cuestión.

Analicemos uno de los casos paradigmáticos de los últimos años que arranca con el "todos y todas" de Cristina como declaración política de que las mujeres cuentan y se encuentran en un plano de igualdad con los hombres. Casi inmediatamente, este comienza a tener correlatos escritos, primero en "tod@s" para luego mutar en "todxs" y la actual propuesta de "todes". La primera pregunta que cabe hacerse es si las personas que utilizan estas formas creen que realmente están incluyendo, “haciendo lugar” al otro.

Yo creo que sí, que muchos de “elles” genuinamente lo creen, ya que derivan su postura de una metanarrativa del conflicto donde todo es un juego de poder, y lo que simplemente prima es qué grupo (o tribu) se queda con el premio de la dominación social, es decir, qué tribu se arroga el derecho de dictar las formas de vivir al otro. Derivados de esta metanarrativa son la teoría del patriarcado, el privilegio del hombre blanco, la hetero-norma, etc. Como tales, estos son axiomas, forma elegante de decir que son dogmas sin comprobación empírica, pero para estos sectores, la “ciencia” (sobre todo las biológicas) es otra gran empresa del patriarcado y capitalismo occidental como forma de dominación, sobre todo si producen un hallazgo que perciban como peligroso a su agenda “progresista”. ¿Por qué esta pequeña aclaración? Porque de no comprenderse este punto de partida axiomático difícilmente se entienda el carácter fanático, a veces rayano en lo ridículo de quienes lo utilizan. El ser humano necesita constantemente hacer sentido del mundo, y hace tiempo que Dios ha muerto, y muchas de estas causas tienen el potencial de dotar de sentido, generar identidades y hacernos creer que estamos del lado de los “buenos”. Como mecanismo inconsciente, funciona a la manera de un virtue signalling, (un señalamiento de la virtud) es decir, su uso de/muestra mi virtud pública con una señal que delata mi afiliación al grupo de los "buenos" y "sensibles", o para decirlo de otra forma, mi afiliación a una determinada tribu, tribu progresista por antonomasia. Así, en tiempos de redes sociales, es más importante parecer que ser. Así, en la posmodernidad, es más importante “mostrarme” inclusivo enviando señales lingüísticas, que necesariamente serlo a través de mis acciones, compromiso social, pero por sobre todo, compromiso diario con mis congéneres humanos.

En un plano ya más lingüístico, el constante cambio de las formas no hace más que confundir y entorpecer la comunicación, ya que uno de los principios básicos de las lenguas humanas es que son sistemas colectivos que permiten una comunicación clara y efectiva, por lo que los cambios se introducen no porque la Real Academia los dicte (en el caso del castellano) sino porque como un organismo vivo y sumamente dinámico, el castellano los acepta o los rechaza. Y cuando decimos el castellano, decimos el inconsciente colectivo lingüístico del que TODOS somos parte, del primero al último de los hablantes, sin importar nuestro género, credo, raza o condición social. Como tal, esta empresa colectiva es la más gloriosa que la humanidad haya emprendido alguna vez, y habla del carácter profundamente democrático de esta aventura.

Como mencionamos anteriormente, el uso de este tipo de lenguaje (además de viejo y “cipayo”: origen USA) se basa en la premisa de que si altero las formas lingüísticas altero entonces las conductas, es decir, la percepción del mundo. Como tal, es una vieja deformación de la tesis de Sapir-Whorf, quienes, creo, nunca la hubieran llevado a estos extremos. Es evidente que las lenguas y las culturas moldean nuestras formas de pensar, pero nunca en formas lineales o monocausales. Si los pueblos esquimales tenían, según la clásica anécdota, 50 palabras para describir la nieve, de esto no se sigue que percibían a la nieve de forma “diferente” o más poética, sino que la posesión de tal conocimiento específico ponía en juego su propia supervivencia. Diferenciar entre una tormenta de nieve letal o una leve podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. El ser humano refina sus herramientas como respuesta al medio ambiente con el que interactúa y esta habilidad habla de lo glorioso de nuestra mente lingüística. Las lenguas exportan e importan elementos, se hibridizan y enriquecen, y así, lexis, debates y nuevos conceptos circulan por el globo enriqueciendo el acervo cultural y la vida de las personas.

La transformación del mundo se opera en el plano de las prácticas, como pudimos ver con la media sanción de la ley del aborto. La obsesión con mostrarse "inclusivo" con el lenguaje puede llevar a hacer creer que ahí se encuentra la verdadera batalla, y no en la transformación de las condiciones de vida de las personas, desviando la atención de lo que sucede a nuestro alrededor. Por otro lado, el poder fáctico ADORA estos debates, los fomenta, los disfruta y los coopta. Mientras las personas se sienten incluidas en el grupo de los buenos, autocongratulándose por su bondad inherente y avisándonos “que el patriarcado se va a caer”, la administración nacional conculca derechos como nunca antes a la vez que dice mostrarse “inclusivo” y “preocupado” por el gender gap entre hombres y mujeres.

En síntesis, es mi tesis que "incluir" lingüísticamente no es brindar respeto. Tal como lo señala el sociólogo Richard Sennett, el respeto en un mundo de desiguales es una de las artes más difíciles de desarrollar, ya que desde una supuesta convicción intransigente acerca de mi propia “bondad”, puedo tratar condescendiente y paternalistamente a quién se pretende incluir, e inclusive, usurpar su voz. ¿Para qué va a hablar el OTRO si yo ya sé lo que tiene que decir? ¿Si yo ya puedo hablar por él? ¿Si mis certidumbres morales no hacen lugar a ninguna otra cosa?.

Por último, las lenguas no son más o menos patriarcales o machistas, tesis por lo menos altamente debatible. Son las personas las que lo son. Si seguimos esa tesis, el español es una lengua mucho más machista que el inglés, ya que presenta género para la mayoría de sus sustantivos, mientras que el inglés, por el contrario, prácticamente no lo posee (gender neutral). Entonces, las culturas anglosajonas debieran ser supuestamente más inclusivas, progresistas y avanzadas. Sin embargo, en USA, las últimas estadísticas hablan de 5 femicidios promedio por día y, en las clases populares en todos los países es el alcohol el que potencia la violencia de género, no el supuesto lenguaje machista de sus miembros. ¿Dónde se encuentra aquí la supuesta influencia directa de la lengua sobre las conductas?

Tal vez, necesitemos acostumbrarnos a pensar, y siempre se los digo a mis alumnos, que las lenguas son el producto más complejo, maravilloso y sofisticado que la mente colectiva humana ha sido capaz de construir. Si deseás maravillarte y ver a la más antigua democracia en funcionamiento, andá y observá como cambios léxicos viajan a través de las clases sociales, quienes los reapropian, les otorgan nuevos sentidos y los usan como formas de humor o resistencia. Así, una agrupación como “Putos Peronistas” realiza una declaración política de principios enfrentándose a la folklórica cultura machista peronista. Es una forma de decir: soy peronista y puto, ¿y qué? Y aquí estriba una de las claves: el uso del humor como herramienta de conquista del otro, del respeto y la admiración del otro. No se trata jamás de un top-down approach llevado a cabo por una casta de iluminados, pequeño-burgueses y desvinculados del mundo real. Como Orwell bien señala a través de su personaje Winston Smith, el epitome del personaje invisible, la esperanza se encuentra siempre en las proles, y las proles son el pueblo, no una pequeña burguesía plagada de certidumbres morales, santurronería e impulsos totalitarios. Y es 1984 que cuenta con el famoso apéndice acerca de los principios de Newspeak, donde entre más reduzco el vocabulario de las personas, más restrinjo su posibilidad de pensar en términos abstractos. Así, si no existe "libertad", difícilmente pueda imaginarla. Todos estos intentos fracasan y mutan porque las lenguas no pueden ser controladas, y todo intento de hacerlo, aun con la mejor de las intenciones, no es más que un intento pseudo-fascista, pseudo-científico y altamente tranquilizante para quien lo emite. La planificación lingüística, de izquierda o derecha, está llamada a fracasar porque las lenguas son organismos vivos que se ríen de la RAE y de cualquier grupo que intente controlarlas, sin importar en nombre de qué principio lo haga. No en vano, el inglés jamás ha tenido una academia que regule su uso.

Brindemos respeto a través de nuestras acciones vitales, en mi caso personal desterré hace ya décadas los términos "negro", "puto" y otros por convicciones político-espirituales. Ya no me representaban en el despertar de mi conciencia y de mi experiencia vital. Fue un proceso doloroso de aceptación y crecimiento, allí donde gradualmente descubría que mi forma de percibir el mundo evolucionaba. Y aunque el lenguaje formaba una parte de esa percepción, era solo eso, una parte y no el todo. La evolución de los pueblos no se construye en las modas, sino en la transformación profunda de la psiquis a través de la experiencia, siempre de adentro hacia afuera. No todo lo supuestamente "progre" es cool, sino que muchas veces demuestra la gran ignorancia acerca de cómo operan los sistemas lingüísticos y la cantidad de supersticiones que abundan al respecto. Somos argentinos y como tales, actuamos con la suficiencia y convicción de quién siempre se sabe superior, no dialogando, no debatiendo y no construyendo solidaridades. Y este sea tal vez uno de los pecados centrales de estas posturas. En su arrogancia y certidumbre “progresista” no registra cuánto aliena a la mayor parte de la población.Y no, no molesta, aliena y la mayor parte de las personas los percibe como debates de una elite más preocupada por decirle al otro cómo tiene que hablar que de ocuparse de trabajar CON otros, construyendo lazos de solidaridad.

Por último, al liberalismo norteamericano con sus obsesiones burguesas sobre el patriarcado, whiteman´s privilege, la teoría de la opresión y demás yerbas le costó tener como presidente a Trump, quien supo interpretar magistralmente el hartazgo de una gran parte de la población. En casa, sigamos insistiendo en este sentido que siempre podremos encontrar reacciones pseudo-fascistas de derecha aún peores que las actuales.


"Se trata de hacer fuerza sobre la realidad"

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Siguiendo con el tema de la entrada de ayer, el siguiente artículo de Patricia Kolesnicov, publicado en el diario Claríndel día 20 de junio pasado, añade otros puntos de vista a lo que tal vez sea una incipiente polémica debida a lo que algunos llaman “sexismo de la lengua”

Lenguaje inclusivo: 
viva la "e" y que gobierne

Ay, qué enojo produjo que unos chicos hayan empezado a usar la letra “e” para tratarse entre ellos, para decir esas palabras que buscan incluir a todos y que hasta ahora solían –no siempre– terminar en “o”. Parafraseando a una colega, si durante el debate del aborto fuimos 44 millones de ginecólogos y ahora somos 44 millones de directores técnicos, una piba hablando con la “e” en cámara está alumbrando a 44 millones de lingüistas. “El masculino funciona como neutro e incluye a todos”, nos dirán algunos, a la hora de explicar que esto siempre así y lo que así fue siempre así está bien.

La lengua, claro, es un sistema, una construcción y cuando se mueve algo, crujen otras cosas. Eso no impide, claro, que no se quede quieta. Nunca.

La lengua, de paso, carga sentido, todo en ella habla de quienes la hacemos. Ah, justo el masculino expresa a la humanidad, qué casualidad. Esas cosas.

En un artículo en el sitio El gato y la caja, Sol Minoldo y Juan Cruz Balián cuentan que ya hay estudios que muestran “que la lengua con la que hablamos tiene mucho que ver con la forma en que pensamos en el espacio, el tiempo y el movimiento”. El género gramatical, claro, no tiene que ver con el sexo. Ya se explicó mil veces: en castellano “tren” es masculino y en hebreo, femenino. El mismo objeto.

Sin embargo, los autores señalan investigaciones que demuestran que alguna relación hay entre ese género gramatical, que es arbitrario y no sexual, y la manera en que los hablantes, nosotros, percibimos ese objeto. Citan, puntualmente, un estudio de Lera Boroditsky, de la Universidad de California San Diego. Ella mostró, por ejemplo, que la llave, que en alemán se dice en masculino, es descripta por quienes hablan ese idioma como “dura, pesada, metalizada, útil”. Y que quienes hablan castellano ven la misma llave “dorada”, pequeña”, adorable”, brillante y diminuta”. Se entiende.

Hablar con “e” es, de alguna manera, pensar en todas esas cosas y hacer fuerza para que algo cambie. O mostrar que ya ha cambiado.

“Esto no empieza ahora, hace tiempo que usamos un lenguaje políticamente correcto”, dice Alejandro Raiter, titular de la cátedra de Sociolingüística en la UBA. No necesita dar ejemplos, se saben: ya no se dice “ese negro” y en la tele ningún relator le gritaría “paralítico” a un jugador que la pifie.

La lengua no es neutra –dice Raiter–, y la prueba de que es ideológica es que cambiarla molesta tanto”. Las formas de denominar, dice, son ideológicas, “por eso en las novelas rusas se habla del padrecito zar” (se podría hablar del tirano zar).

Lo de la inclusión, explica, no es una locura argentina. En los textos de lingüística escritos en inglés donde se habla de cómo adquirimos el lenguaje, hace 30 años se hablaba del bebé como “it” (el neutro, que sirve para nombrar cosas) y ahora, que no es lindo ver a un bebé como una cosa se le dice... “she” (ella). ¿Por qué “ella”? Porque se decidió que si hasta ese momento era el masculino el que representaba a ambos géneros, ahora es el femenino.

Hay otros cambios, señala Raiter: por las series, muchos niños dicen “pastel” y “columpio” –por “torta” y “hamaca”. Eso también enoja.

En el fondo, señala, hay una disputa por el poder. “La RAE cree que es la única que legisla, pero acá viene un grupo y demuestra que no”. Entonces el lenguaje se usa para tomar posición, para pararse en el mundo. “Los jóvenes son el grupo más innovador del momento y producen una crisis de hegemonía, no aceptan la norma. Hace rato que dicen ‘vieja’ para varones y mujeres. Usan ‘pelotudo’ como vocativo e ‘hijo de puta’ como admirativo”. No es que en la lengua todo estaba quieto y ahora apareció un cambio: la lengua ya estaba sujeta a muchas presiones, algunas vinculadas al género”.

¿Quieren otros cambios? Les hablan de “vos” a los profesores. Pero si el “vos” se usaba para demostrar cercanía... ¿se borró esa diferenciación? “No, ahora para cercanía usan ‘boludo’”, explica Raiter.

¿Cómo entender lo de la “E”? Como la aparición de normas de uso que se proponen por sobre la corrección gramatical”, dice Raiter. El cambio, señala, es más fácil cuando se trata de palabras y más difícil cuando es gramatical, como ocurre ahora. Pero, en definitiva se trata de hacer fuerza sobre la realidad. “No lo veo como algo separado esto de no decir ‘negro’ y lo de las mujeres”, dice. “Profesores de mi generación tenemos que tener cuidado, al dar clase, de no generalizar siempre en masculino, si no, en ese contexto, es uno el que suena raro”.


La editora argentina Ana Ojeda viaja a Frankfurt

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Daniel Gigena publicó el siguiente artículo en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 27 de junio. Se hablá aquí de la beca recibido por la escritora, editora y traductora Ana Ojeda, directora editorial de El Octavo Loco y editora de Paidós.

Una editora argentina, seleccionada
para la Feria del Libro de Frankfurt

Creado en 1998, cuando se conmemoró el 50º aniversario de la Feria del Libro de Frankfurt, el Programa de Becas de esa feria alemana cumple veinte años. Hasta hoy, más de 300 editores de más de 50 países se han beneficiado con ese programa intensivo que se enfoca en el intercambio de información, el fomento del diálogo profesional y el crecimiento de las redes de jóvenes editores internacionales.

Este año, como ocurrió en 2017, viajará una representante argentina. Ana Ojeda (Buenos Aires, 1979), editora de Paidós, resultó seleccionada de un total de 111 postulantes de 42 países. En Frankfurt, se reunirá con pares de España, China, Brasil, Canadá, Francia y Eslovenia, entre otros países. Ojeda trabaja para la editorial Paidós desde 2010 y ha editado, entre otros títulos, Testo yonqui. Sexo, drogas y biopolítica, de Paul B. Preciado, #Aborto legal y seguro, de Mario Sebastiani, La dosis natural. Por qué la naturaleza nos hace más felices, más sanos y más creativos, de Florence Williams, y Gorda vanidosa. Sobre la gordura en la era del espectáculo, flamante novedad sobre cuerpos disidentes a cargo de Lux Moreno. Es, además, autora de libros de narrativa que fueron publicados por distintos sellos independientes, como Bajo la Luna, Modesto Rimba y Milena Caserola.

Los dieciséis editores que participan del programa de becas deben ser menores de 40 años y tener un dominio del inglés. Viajarán una semana antes del inicio de la Feria a la ciudad natal de Goethe, a visitar editoriales y librerías en varias ciudades alemanas, y asistirán a presentaciones y encuentros. Como contrapartida, se les pide que brinden a sus colegas y a los organizadores de la Feria un panorama del mercado editorial de sus países de origen. Eso convierte el intercambio en una valiosa experiencia multicultural de transmisión y aprendizaje sobre el mundo del libro.

La Feria del Libro de Frankfurt es la más importante del mundo para el sector editorial. Allí, el objetivo no es la venta de ejemplares sino la compraventa de derechos de los títulos que se leerán durante los años siguientes en diversos países. La Feria se realiza cada año en la segunda semana de octubre.

Argentinos en Frankfurt

“Me postulé a ese programa porque los exponentes más conspicuos del espectro editorial internacional se dan cita en la Feria de Frankfurt –cuenta Ojeda a La Nación–. Es un espacio de aprendizaje y la posibilidad de sumar experiencia en un ámbito enfocado en la compraventa de derechos, cuya escala es impensable en la Argentina. Es ir a la tierra del verdadero negocio editorial”. El programa que impulsa la Feria acerca mundos editoriales que tienen pocos puntos de contacto entre sí, como el de China, el de Bélgica y el argentino, por nombrar a tres invitados para la edición de 2018. “Permite saber cómo se hacen las cosas en otros lugares”, agrega la joven editora.

Para Ojeda, el mundo de la edición argentina refleja una grieta cultural. “Tenemos grandes grupos multinacionales y pequeñísimos sellos editoriales, y la veta comercial está solo del lado de los primeros. En el otro extremo me parece que hay apenas una economía de supervivencia, pero sin renta ni plusvalía. Faltan más sellos nacionales de envergadura comercial, como lo fue Emecé en algún momento, que habiliten la circulación de autores nacionales con la potencia que tiene un emprendimiento comercial”. En su opinión, no solo falta dinero sino también políticas públicas de apoyo a la edición y de salvaguarda de los sellos locales pequeños y medianos. “El precio del papel se cotiza en dólares, es un insumo a la vez fundamental y prohibitivo, además de ser un commodity monopólico en la Argentina”, concluye.

Ojeda no es la primera representante del mundo editorial local que asiste a ese programa de la Feria de Frankfurt. En 2017, participó del programa Hernán López Winnie, editor de Godot y organizador de la Feria de Editores junto con Víctor Malumián. Este año la Feria de Editores se hará en Ciudad Cultural Konex del 10 al 12 agosto. “Conocí a profesionales de países muy diferentes, cada uno con su propia visión y su propio mercado. Las diferencias muchas veces son abismales. Me tocó viajar con una editora de Islandia, una de Finlandia, un editor de India y una editora de Brasil. Se conocen mercados y editoriales de tamaños muy diversos”, comenta López Winnie.

Gracias al recorrido por editoriales alemanas pequeñas, medianas y gigantes, los editores extranjeros pueden entender mejor su funcionamiento y tomar ideas para sus propios proyectos. “Las visitas a algunas librerías también sirven para entender la dinámica de la cadena del libro en Alemania, que es completamente diferente de la nuestra. No existe la consignación y tienen un sistema de distribución perfectamente aceitado, por ejemplo”. Por último, y no por eso menos importante, el programa facilita el intercambio de información sobre los emprendimientos editoriales de la Argentina para que, por fin algún día, se puedan trascender las fronteras del mercado editorial local.


Acerca del posible cierre de los traductorados de idiomas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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Continuando con las Columnas del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, hoy es el turno de la traductora argentina Julia Benseñor, quien escribe a propósito del posible cierre de los 29 institutos terciarios no universitarios, entre los que se cuentan los institutos Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” y el Lenguas Vivas “Sofía de Spangenberg”, donde están los traductorados literarios y técnico-científicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A., por sus siglas).

¿Qué pasará con los traductorados de idiomas?

Como muchos de los lectores de este blog no viven en la ciudad de Buenos Aires y, de hecho, un alto porcentaje de ellos vive en otros países, quiero hacer una breve referencia a lo que viene sucediendo en el ámbito de la ciudad para luego abrir el espacio de este blog a quienes quieran escribir sobre el tema.

En diciembre del año pasado, el ministerio de educación de la ciudad de Buenos Aires presentó ante la legislatura un proyecto para crear una universidad que reemplace los 29 institutos terciarios no universitarios dedicados a la formación docente que existen actualmente en el ámbito de CABA. Abarca a las Escuelas Normales Superiores, las Escuelas Superiores de Educación Artística, los Institutos de Educación Superior de Formación Docente y la Escuela de Maestros.

Y con este proyecto, bautizado UniCABA, se desató un conflicto que por ahora no tiene miras de resolverse.

Para poner en autos sobre todo a los extranjeros que leen el blog, quisiera explicar por qué a los traductores literarios nos interesa un asunto que, en principio, parecería privativo de pedagogos, profesores y estudiantes de profesorados de los niveles primario y secundario. El tema nos afecta primero porque la educación nos interesa siempre. Segundo, y ya de manera mucho más específica, porque entre estos institutos que enseñan todas las disciplinas docentes, y que serían reemplazados por la UniCABA, se encuentran los especializados en idiomas, como el Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” y el Lenguas Vivas “Sofía de Spangenberg”. Y tercero, ya metidos de lleno en nuestro campo, porque en estos dos institutos no sólo funcionan los profesorados de idiomas extranjeros, sino precisamente los traductorados literarios y técnico-científicos, carreras que en la ciudad y en el ámbito de la educación de gestión pública no existen a nivel universitario.

Volvamos al proyecto. El oficialismo porteño argumenta que se registra una caída en la matrícula de alumnos en los profesorados, que los resultados de las evaluaciones de los alumnos de nivel primario y secundario son cada vez más pobres y que existe la necesidad de jerarquizar la formación docente dándole nivel universitario, en parte para hacer más atractivas las carrerasy aumentar la matrícula de alumnos.

Ahora bien, las autoridades, los docentes y los alumnos de todos los institutos vienen rechazando este proyecto y así lo manifiestan en las calles y en todas las oportunidades que tienen para visibilizarlo. Siendo un proyecto que cambiará radicalmente la organización existente, los directivos de los institutos no fueron consultados y se enteraron, como el público general, a través de los medios, en vez de que el proyecto fuese el resultado de una construcción basada en el diálogo, la experiencia y los conocimientos técnicos de quienes vienen realizando esta tarea. Quisiera destacar que hay institutos que llevan más de cien años formando docentes y, sin embargo, fueron excluidos del debate antes de que se presentara el proyecto. Además, dada la escasa información que acompaña el proyecto, la comunidad educativa está inmersa en la incertidumbre.

Actualmente, el proyecto se está debatiendo en la Comisión de Educación de la Legislatura, donde distintos actores exponen sus posiciones a favor y en contra del proyecto.

En lo personal, una de mis principales preocupaciones es saber qué pasará con los traductorados de idiomas que funcionan dentro de estos institutos pero que, por no estar dedicados a la formación de profesores, parecen haber caído en una suerte de limbo.

Sin duda, esta es una síntesis más que breve para la envergadura de lo que está en juego, pero la idea era dar por inaugurado el partido e invitar a los jugadores que tienen mejor manejo de esta pelota a salir a la cancha.

Con la fotito, los de la RAE no arreglan nada

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Publicadas sin firma en el diario Clarín, el 28 de junio pasado, las dos noticias que siguen revelan el increíble timingde la Real Academia Española para con las mujeres.


                             Las mujeres y la RAE

El director de la Real Academia Española, Darío Villanueva (sentado a la extrema derecha en la foto), reconoció que esta institución tiene un "déficit histórico en la presencia de mujeres". 

Durante la apertura del Congreso Internacional del Español (quinta edición) en Salamanca (noroeste de España), Villanueva se refirió al hecho de que actualmente sólo ocho mujeres integran la nómina, entre 46 académicos.

"Fue una enorme equivocación en el siglo XIX rechazar a la primera mujer que se propuso, que fue la hispano-cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, esto luego se repitió con Emilia Pardo Bazán y hubo que esperar al año 1977 para que entrara Carmen Conde", recordó.

También comparó este recorrido histórico con el realizado por otras academias, como la francesa, que esperó a 1980 para incorporar como primera académica a Marguerite Yourcenar, aunque aclaró que "eso no disculpa el error" de la RAE.

En materia de igualdad, la RAE dice tener "una especial sensibilidad hacia el machismo en todas sus manifestaciones y eso también toca a aspectos lingüísticos".

Sin embargo, recordó que "una cosa es el machismo y otra la gramática", por lo que justificó su oposición a que se "manipule la estructura de un idioma en función de una suposición que nosotros no podemos compartir".



Lejos del lenguaje inclusivo 
y el femenino genérico 

El pasado 26 de junio, la Real Academia Española lanzó un tuit en respuesta a los usos del lenguaje inclusivo que no respetan el binario femenino-masculino e incluyen a la comunidad trans y visibilizan a las mujeres. El uso de la "e" y de la "x" ("compañeres") es aún de uso minoritario, utilizado mayormente por las generaciones más jóvenes, ¿qué pasará en el futuro si logra un mayor alcance?

Por el mismo momento, la conformación del nuevo gobierno español que sustituyó la gobernación de Rajoy incluyó un gabinete mayoritariamente femenino: 11 mujeres, entre 17 ministros en total. Ante la inquietud de si no sería correcto llamarlo "Consejo de Ministras", la RAE respondió con una negativa. La institución indicó, también vía Twitter, que la fórmula no sería adecuada.

Villanueva dijo que "el machismo es una conducta, un comportamiento social que está en la sociedad", mientras que "la lengua es el instrumento para comunicarse, no la causa de ningún problema".

Destacó que "continuamente" se revisan las definiciones y acepciones, ya que hay "una evolución" que se va adaptando a la sensibilidad del momento, también en materia de igualdad.


El saliente gobierno de Peña Nieto abusó del clientelismo y arrasó con la cultura mexicana

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Terminado el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (foto), acaso uno de los períodos más corruptos y violentos de la historia mexicana, llega la hora del balance y del pase de facturas. Acaso por ello, la periodista Carmen García Bermejo publicó una serie de notas sobre lo que llama “Falsa filantropía”, en el sitio Aristegui Noticias, referidas a la situación de la cultura en  México. La cuarta nota se refiere a quiénes recibieron favores del Estado y quiénes los perdieron. Se trata de un texto largo, que, sin embargo, vale la pena leer con detenimiento.

“La cultura se asfixia; las Orquestas Azteca florecen”

La cultura se asfixia. El periodo 2012-2018 ha sido un oscuro callejón financiero para instituciones y programas oficiales e independientes: la Secretaría de Cultura perdió 58% de su presupuesto; al Centro de Capacitación Cinematográfica, la destacada escuela de cine, le cortaron 61% de los fondos. El financiamiento a festivales se redujo 53%; a la red de Librerías Educal tampoco le fue bien: su presupuesto se achicó 53%. Pero le fue peor al Sistema Nacional de Fomento Musical, del cual dependen buena parte de las orquestas comunitarias del país: su presupuesto se contrajo 72%. Por eso no extraña que a la Orquesta Sinfónica de Chiapas, por ejemplo, le hayan asignado un presupuesto de cero pesos en 2017, y que hayan desaparecidos festivales y compañías de música, cine, teatro y danza por todo México. Mientras, las orquestas de TV Azteca florecen. Los legisladores, el gobierno federal y 29 gobernadores les han entregado recursos públicos por mil 689 millones de pesos.

El lunes 5 de junio de 2017 el país amaneció con dos noticias: Alfredo del Mazo ganó las cuestionadas elecciones para gobernador en el Estado de México y, por eso mismo, las acciones de la constructora OHL se dispararon 6 por ciento en la Bolsa Mexicana de Valores.

Ese misma día, el cineasta Carlos Carrera confirmaba otra noticia, aunque de naturaleza muy satisfactoria: después de 10 años de producción, al fin llegaba la fecha en que Ana y Bruno, su primer largometraje de animación, se estrenaría: el 12 de junio, en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, Francia.

Así que ese 5 de junio de 2017 el tiempo del cineasta se consumía entre arreglos para la exhibición. Sin embargo, rescató algunos momentos para atender lo que ocurría con el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde es profesor.

Y estampó su firma en los primeros lugares de una carta abierta en la que se exigía al presidente Enrique Peña Nieto y a los diputados detener los recortes que “asfixian” al Centro de Capacitación Cinematográfica, una de las 15 escuelas de cine más reconocidas del mundo.

Los autores del reclamo argumentaban con cifras: el CCC “se encuentra en una profunda crisis tras sufrir varios recortes que representan la pérdida del 57% del presupuesto respecto a 2012”.

Los números no pintaban bien y se resentían en el ámbito académico. “El recorte amenaza con detener proyectos como tesis y documentales. Hemos perdido maestros y corremos el riesgo de perder más”.

Lamentaban que el gobierno federal no entendiera que el CCC es una escuela pública “con vocación social”. “Su modelo de éxito se basa, entre otras cosas, en la práctica continua que genera cada año decenas de películas que salen a competir al mundo y que las más de las veces regresan triunfantes”.

E insistían: cuando se “recorta dinero a la cultura y la educación también se apaga los sueños de muchos jóvenes mexicanos. Por eso expresamos a las autoridades nuestro desacuerdo y nuestro enojo. Entiéndanlo: la cultura no es un lujo ni un privilegio”.

La carta no estaba avalada por desconocidos. Firmaban miembros relevantes de la comunidad cinematográfica: Carlos Carrera, Busi Cortés, Felipe Cazals, Natalia Beristain, Everardo González, Dana Rotberg, Francisco Vargas, Tatiana Huezo, Damián Alcazar, Vanessa Bauche y Juan Arturo Brennan, entre muchos otros profesores y egresados.

Ni a los diputados ni a los altos funcionarios del Conaculta les importó esa carta firmada por cerca de 100 cineastas, que en conjunto han ganado más de 720 premios y menciones en festivales internacionales y nacionales, entre ellos dos premios Oscar estudiantiles y una Palma de Oro.

O sí les importó, pero no hicieron mucho.

Han pasado bastantes meses. Bruno y Ana tuvo una buena acogida en el festival, recortaron de nuevo el presupuesto para el CCC en 2018 (sólo equivale a 38 por ciento del que recibieron al inicio del sexenio) y Carlos Carrera no atina a entender qué tienen en la cabeza los diputados y los políticos:

“Quienes diseñan los presupuestos consideran que esta escuela de cine es un lujito, ahí extraño. Desconocen que aquí no sólo se han formado directores y cinefotógrafos destacados. También egresan diseñadores, editores, asistentes de dirección, en fin, todos los oficios de la cinematografía, con un alto nivel de capacitación”.

Por lo regular, una intensa luz blanca o una tremenda sombra gris logra transformar la existencia de los personajes de las películas dirigidas por Carlos Carrera. Eso mismo le gustaría que le ocurriera al CCC, escuela atrapada en una especie de espesa niebla que le impide brillar.

Acostumbrado a explicar con soltura su forma de realizar una película, cuando entra a otros terrenos aflora la personalidad introvertida del director de El crimen del padre Amaro. Por un momento se queda pensativo, aunque sabe que no puede quedarse callado.

“El escenario es grave”, insiste. “El CCC padece un recorte de más de 60 por ciento en su presupuesto y persiste la negativa a cualquier reconsideración”.

Carlos Carrera es uno de los directores mexicanos más célebres. Guionista, diseñador y especialista en cine de animación, ha realizado 30 cortometrajes, con uno de los cuales (El héroe) ganó en 1994 la Palma de Oro del Festival Internacional de Cannes. También ha dirigido siete películas, entre ellas El crimen del padre Amaro, La mujer de Benjamín, Un embrujo, La vida conyugal y Sin remitente.

Desde 1990, recapitula el cineasta, el CCC realizaba el Festival Internacional de Escuelas de Cine; también organizaba, cada dos años, el Encuentro Internacional de Cine Documental. “Ambos no existen más. Son los logros de los recortes al presupuesto. Anularon esas actividades pese a su importancia”.

Detrás de los lentes ovalados de pasta negra que usa Carlos Carrera aparece un hombre delgado con 55 años a cuestas. Su voz es segura y sus ademanes colocan énfasis a sus expresiones. “Tenemos equipos de grabación y producción muy delicados, sofisticados. Les hace falta mantenimiento, aunque funcionan. No se han comprado nuevas cámaras o equipo con alta tecnología. Se trabaja con lo que hay. Sin embargo, el equipo debe contar con un seguro anual. Bueno, hasta eso peligra porque no hay recursos”.

******

Los diputados federales y la Secretaría de Hacienda tienen identificada, entre otras, un área a la que recurren cuando se trata de hacer recortes al presupuesto público: la cultura. El Presupuesto de Egresos de la Federación no deja lugar a interpretaciones. Estas son algunas de las cifras:

·         La hoy Secretaría de Cultura ha visto cómo se achican los recursos que se le asignan para cumplir con sus funciones: ha perdido 58 por ciento de su presupuesto entre 2012 y 2018.

·         Una suerte un poco peor le ha tocado al Sistema Nacional de Fomento Musical, del cual dependen una buena proporción de las orquestas sinfónicas que existen en México: su presupuesto se redujo 72 por ciento en el mismo periodo.

·         El caso del Centro de Capacitación Cinematográfica, la destacada escuela de cine, es un ejemplo también de las prioridades: le cortaron 61 por ciento de los fondos que recibía.

·         El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas también sufrió los recortes: le cortaron 21 por ciento de los recursos para atender las necesidades de los 7.5 millones de mexicanos que hablan lenguas originarias.

·         A la red de Librerías Educal, quizá la cadena más grande de México, tampoco le fue bien: los recortes hicieron que su presupuesto se redujera 53.5 por ciento en el mismo lapso.

·         El financiamiento a festivales artísticos y culturales en todo el país ha quedado también dañado: el presupuesto para ellos se ha reducido 53 por ciento en este sexenio.


·         La Cineteca Nacional, encargada de preservar la memoria fílmica tanto nacional como mundial y promover la cultura cinematográfica, ha visto mermado su presupuesto en 24 por ciento en los últimos seis años.
·          
En contraste, los legisladores, la Secretaría de Hacienda y los gobiernos de los estados han fortalecido a las orquestas de la Fundación de TV Azteca, a las que, con la excepción de un solo año, les han mantenido o aumentado los donativos de recursos públicos. Así es como han llegado a acumular la cifra de casi mil 700 millones de pesos.

Juan Trigos, uno de los directores de orquesta más reconocidos del país, aceptó en octubre de 2014 la oferta: recuperar la Sinfónica de Oaxaca, cuyo número de integrantes era tan bajo (28 músicos) que ni siquiera merecía ese nombre. “Ni siquiera era una camerata”, se quejó.

Con los 13 millones de pesos anuales que le asignó la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca se propuso entonces el reto de revitalizarla y potenciar su nivel artístico. Para empezar, incrementó el número de integrantes a 64 intérpretes.

Compositor destacado, Trigos, que ha dirigido en Italia, Estados Unidos, Croacia, Canadá, India, por ejemplo, sintetiza su trabajo: “Logramos tocar repertorios muy difíciles y de todas las épocas, incluyendo 30 por ciento de compositores mexicanos. Diseñamos programas artísticos con invitados destacados, temporadas fijas y difusión adecuada”.

Unos meses después de tomar el cargo, empezó la temporada de conciertos, pero con una modalidad: todos los viernes había conciertos gratuitos en el Teatro Macedonio Alcalá.

El proyecto no duró demasiado. Alejandro Murat tomó posesión como gobernador electo el 1 de diciembre de 2016. “Con el cambio de gobernador, no renuevan contratos a nadie. Tampoco a los 36 músicos que fortalecieron la sinfónica. Simplemente fue ‘adiós’ y a la calle”, recuerda el director desde Houston, Texas, donde se ha expatriado.

Ante los cuestionamientos por la desintegración de la orquesta, la nueva titular en aquel entonces de la Secretaría de Cultura de Oaxaca, Ana Vázquez Colmenares, dio una conferencia el 10 de enero de 2017, donde leyó un comunicado para explicar las razones de la determinación.

“Los recortes federales y los etiquetados de la Cámara de Diputados nos exigen hacer ajustes importantes en la operación de la Orquesta Sinfónica, toda vez que el dinero federal que en 2015 y 2016 se etiquetaron, ahora son simplemente inexistentes. Esto corresponde a los recortes hechos por la Federación en materia cultural en todo el país”.

Cinco líneas para anunciar la suspensión abrupta del proyecto de la Sinfónica. “Me afectó emocionalmente lo de Oaxaca. Pero lo más grave es ver un proyecto cultural destrozado. No era necesario despedazar la orquesta y lo hicieron. Estamos frente a una regresión”, insiste Trigos.

El recorte de presupuesto provocó entonces que la Sinfónica de Oaxaca regresara a su pasado, con sus 28 músicos de siempre.

Uno de los músicos despedidos por la reducción de presupuesto fue Jorge Arango, un trompetista de 32 años de edad. Cuando fue cesado, decidió ocultar su instrumento en la parte menos visible de su ropero. “No sé si a otros les pasa lo mismo, cuenta, pero yo caí en una depresión musical. Me llevé una gran decepción. En Oaxaca se da el cambio de gobernador y la nueva administración, sin más, dice: ‘No hay dinero’. Nunca nos escucharon tocar. Sólo decidieron destruir la orquesta”.

Durante tres meses no se acercó a su trompeta. Se había quedado sin orquesta y sin sueldo. “Durante año y medio laboramos en esta orquesta, que el director Juan Trigos revitalizó. Pero los funcionarios estatales de cultura dijeron que la Federación les recortó el presupuesto y la desintegraron”.

Al igual que Jorge, ejecutantes de violín, chelo, corno francés, viola, trompeta, flauta, clarinete, fagot, tuba, percusiones, resienten las consecuencias. Muchos regresan a vivir con sus padres y otros trabajan como maestros o tocando en fiestas, misas y espectáculos. Todos formados profesionalmente en conservatorios.

Lo que sigue no es tan agradable para Arango: suple durante un corto tiempo al trompetista de la obra musical Billy Eliot. Luego, acepta un trabajo fijo: “Me integro al grupo Show Times que anima bodas, bautizos, 15 años, graduaciones y cualquier tipo de eventos en un salón de fiestas”, en la ciudad de México.

Aunque se ocupa los fines de semana, el desgaste se va acumulando. Algunas fiestas se alargan hasta las tres de la mañana y hay que pagar cenas y taxis para regresar a casa. Jorge está exhausto y un poco desanimado. Sigue buscando un empleo que se acerque un poco más a lo que espera.

En Oaxaca, mientras tanto, ya operan cuatro orquestas Esperanza Azteca, a las cuales la Cámara de Diputados les ha entregado recursos públicos por 31 millones de pesos.

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En las calles de Acapulco huele a miedo. En las colonias Renacimiento y Emiliano Zapata las familias viven en un círculo de marginación, violencia e inseguridad, un ambiente opuesto al que se respira en la franja turística de la bahía.

Es 2012 y el gobierno de Guerrero pretende contrarrestar el alud de miedo que cubre a los habitantes de esta zona marginada, así que rehabilita el Polideportivo del Centro de Integración de Convivencia Infantil (CICI) Renacimiento, que durante 20 años había sido abandonado, convirtiéndose en un cubo de vendedores de droga.

En convenio con el Sistema Nacional de Fomento Musical de Conaculta y la Secretaría de Gobernación, el gobierno estatal emite la convocatoria para formar la Orquesta y Coro Infantil y Juvenil Renacimiento. Se trata de combatir la inseguridad y la zozobra con proyectos culturales.

Designan como director de la orquesta al compositor y violinista Amílcar Montero Ávila. Se apuesta a la destreza musical como una estrategia de mejoramiento gradual del entorno en el que crecen cientos de niños en estas zonas apabulladas por la delincuencia.

“La Orquesta y Coro Renacimiento se forman en julio de 2012. Impulsamos la creación de habilidades musicales y recuperación de la autoestima, a través del arte y cohesión social”, recuerda Montero Ávila.

La inversión conjunta no es muy alta. Suma apenas 2 millones 400 mil pesos para el pago de nómina de 15 maestros, la compra de uniformes y de algunos instrumentos. Pero con eso basta para el director de la orquesta.

Así, los primeros días de junio de 2012, el maestro Amílcar llega a mediodía al Polideportivo, coloca una mesa y dos sillas de madera –una frente a otra– en la entrada de la sede. Se sienta, saca un cuaderno rayado de su mochila y lo pone sobre la mesa. Lápiz en mano, mira a su alrededor y le da tiempo a la suerte.

Algunas madres llegan entonces con sus pequeños hijos de la mano, los jovencitos de secundaria acuden solos. Preguntan por el maestro. Se anotan en un cuaderno para ir formando la plataforma de alumnos.

El maestro no sabe si regresarán al día siguiente. Pero la aceptación es tal que se inscriben 320 niños y adolescentes. Como sólo tiene 120 instrumentos, con el resto forma un coro monumental.

El programa es un éxito. Jóvenes que empezaban a delinquir se quedan en el límite. El músico tiene presente el caso de “un joven de 16 años que ya robaba en casas-habitación; al toparse con la orquesta en el Polideportivo, dejó esa práctica. Ahora, toca el violonchelo y trabaja en una tienda de autoservicio”.

El gobierno guerrerense decide entonces crear el Sistema Estatal de Orquestas Infantiles y Juveniles Renacimiento en cinco municipios con alta incidencia delictiva. Se montan varios ensambles en Acapulco, así como en la comunidad amuzga de Huixtepec, en Zihuatanejo; en Iguala, Chilpancingo y Taxco.

El programa crece, pero también la inestabilidad política y social en Guerrero, agravada por los desastres naturales. En agosto y septiembre de 2013 los huracanes Manuel e Ingrid golpean con fuerza a Guerrero. El Polideportivo se convierte en albergue y cientos de damnificados lo colman. Entonces, la Orquesta Renacimiento se traslada a la Universidad Pedagógica Nacional, en las afueras de Acapulco.

Aunque la contingencia pasa, los músicos nunca recuperan su sede. Los trasladan a la Fábrica de Artes y Oficios de la colonia Emiliano Zapata, cerca del Polideportivo.

La situación se complica más. A finales de octubre de 2014, el gobernador Ángel Aguirre Rivero deja el cargo ante la indignación social por la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Esa inestabilidad también cimbra a las 11 orquestas y coros del sistema estatal.

En 2016 la entrega del presupuesto comienza a fallar. El Sistema Estatal de Orquestas funciona hasta ese momento con 12 millones de pesos, de los cuales 3.5 millones los otorga Conaculta, 3.5 millones el gobierno de Guerrero y 4.8 millones de pesos la Secretaría de Gobernación.

Inexplicablemente, la Secretaría de Gobernación cancela el Programa Nacional de Prevención de la Delincuencia y le asigna a ese mecanismo un presupuesto total de cero pesos para 2017. Abandona a los municipios a su suerte.

Es noviembre de 2016 y la Secretaría de Cultura federal le avisa al gobierno de Guerrero que ya no destinará dinero para el Sistema Estatal de Coros y Orquestas. Aquél asume entonces la responsabilidad de asignar 11 millones de pesos a sus orquestas, pero los recursos nunca llegan: el Congreso local sólo autoriza 3.1 millones de pesos. No alcanza por más esfuerzos heroicos que se hagan.

Para entonces, los recursos del Conaculta dedicados al Sistema de Fomento Musical, que lleva la rectoría artística-metodológica y otorga apoyo financiero a las agrupaciones musicales comunitarias, se han erosionado seriamente: en 2012 eran superiores a 256 millones de pesos y en 2016 ya sólo suman 66 millones de pesos. Poco se puede hacer contra un recorte de alrededor de 75 por ciento.

Llegaba a la agonía un programa público en que la apuesta contra la inseguridad funcionaba con una premisa: música, no balas.

Ese mismo año, 2016, las Orquestas Azteca recibieron 260 millones de pesos en recursos públicos federales.

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El impacto y los daños causados por el terremoto del 19 de septiembre de 2017 obligaron a los diputados a hacer un drástico ajuste a los recursos que se entregan a los proyectos artísticos y culturales impulsados por asociaciones civiles. Cancelaron la convocatoria anual y asignaron únicamente 350 millones de pesos para 14 proyectos culturales “de alto impacto”. De esa cantidad, unos 70 millones de pesos (23 por ciento del total) fueron asignados a las Orquestas Azteca.

Al Festival Internacional de Cine Documental de México DocsMX, uno de los programas independientes que solicita desde 2011 recursos a la Cámara de Diputados, no lo tocaron. El donativo que recibe es pequeño y no pinta casi nada en la suma total.

Y aunque está al tanto de cómo funciona el mecanismo, Inti Cordera, director ejecutivo de DocsMx y productor de cine, se sorprende cuando se entera de que las Orquestas Azteca han recibido de la Cámara de Diputados más de 900 millones de pesos de 2011 a 2018.

“¡No, pues, está tremendo esto! Es preocupante saber que se le otorga esa cantidad de dinero a una fundación, como la de Azteca, que fácilmente podría autofinanciar su proyecto. Urge que los legisladores y las instituciones culturales trabajen en un mejor esquema”.

Inti Cordera hace unas cuentas al vuelo y precisa. “Si nosotros hubiéramos recibido 100 millones de pesos en un solo año, esa cantidad nos permitiría asegurar la operación de DocsMx durante 20 años. De ese tamaño es la desproporción. Y, perdón, pero nunca he asistido a un concierto, ni conozco las actividades de esas orquestas Esperanza Azteca”.

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Josué Almanza es un joven de 30 años, narrador, dramaturgo y director de la compañía Epitafios Laboratorio Teatral de Puebla. Desde que concluyó con sus estudios de actuación y dramaturgia, se propuso armar una Muestra Estatal de Teatro.

Lo logró en 2011, cuando la entonces Secretaría de Cultura estatal le asignó 15 millones de pesos para su organización, suficientes para conseguir algo totalmente insólito: montar 11 obras del mismo número de compañías independientes de la capital poblana y ocho colectivos que residen en los municipios.

Los resultados fueron alentadores. En sólo dos años la Muestra Estatal de Teatro Poblano evolucionó y se convirtió en el Festival Internacional de Teatro “Héctor Azar Barba”. Durante 15 días la capital de Puebla albergaba escenarios en los que se presentaban las obras de otras latitudes.

La participación de compañías de teatro de 16 países era un hecho inusual en Puebla. El mismo festival contaba con un mecanismo de apoyo a la producción escénica. “Con ese estímulo, varias compañías lográbamos hacer un buen papel dentro del festival. Sin ese impulso, difícilmente hubiéramos montado un trabajo decoroso, dado que la mayoría de los grupos independientes carecemos de recursos”.

Pero todo fue un breve sueño. “El Festival Internacional de Teatro Héctor Azar sólo se realizó entre 2013 y 2014. El gobierno de Rafael Moreno Valle cambió la Secretaría de Cultura a Consejo Estatal de Cultura y las Artes de Puebla. Con eso, todo colapsó”.

El colapso adquirió una forma concreta: el consejo no asignó recursos para la tercera edición del Festival de Teatro, en 2015, a pesar de que todos los grupos locales estaban por culminar sus obras para estrenarlas. Las presentaciones fueron canceladas.

Puebla se quedó sin Festival Internacional de Teatro. El impacto se extendió: desaparecieron la mayoría de los 20 grupos estatales que participaban en el festival.
Justo en ese periodo las orquestas Esperanza Azteca tuvieron un boom en Puebla. Entre 2011 y 2013 el gobierno de Rafael Moreno Valle aportó aproximadamente 190 millones de pesos para rescatar y rehabilitar la construcción histórica entregada como sede de las Orquestas Azteca.

Josué lo tiene muy presente. “Los gobiernos federal y estatal tratan de ocultar la realidad al decir que esas orquestas son de la iniciativa privada. No es verdad. No, cuando son producto de financiamiento público, ocupan espacios públicos y tienen participación en festivales y eventos municipales, estatales y federales”.

Josué precisa que ningún grupo artístico independiente en Puebla ha logrado acceder a patrocinios de empresas privadas para el desarrollo de sus proyectos. En cambio, el gobierno ha promovido la inversión privada, a través de deducibles fiscales para esas orquestas.

Lamenta que el gobierno apoye este tipo de proyectos, que en absoluto representan a la comunidad. El quehacer escénico en Puebla es mucho más rico y complejo. “Sin embargo, la falta de recursos y la desolación en la que se encuentra la vida cultural provoca que muchos artistas hayan emigrado”.

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Esa falta de recursos públicos para mantener la operación de diversos programas culturales atraviesa el territorio. Eso lo saben, por ejemplo, en Playa del Carmen, Quintana Roo.

Decididas a enriquecer a la comunidad con actividades artísticas y no sólo de índole turística, Liliana Alarcón, Paula Hernández y Katia Jiménez decidieron impulsar los festivales internacionales de Danza (FIDanza) y de Teatro (FITeatro).

Arrancaron en 2015 y lo hicieron de nuevo en 2016. En ambos festivales invertían 6.4 millones de pesos. La mitad de los fondos la obtenían de patrocinios de la iniciativa privada y el resto, de recursos etiquetados de la Cámara de Diputados. Un año después, todo cesó.

En marzo de 2017, la Secretaría de Cultura local les dijo que los diputados federales eliminaron los donativos destinados a programas culturales. No había recursos. Lo cual significaba que FITeatro y FIDanza cancelaban su tercera edición.

En una zona en la que las actividades culturales no abundan, los festivales representaban una opción distinta y única. “En Playa del Carmen existe una compañía formal de danza y dos más en Cancún. Pero la mayoría de los bailarines se presentan en shows nocturnos, a pesar de ser egresados de la Escuela Superior de Danza de Mazatlán, Sinaloa. No son amateurs, sino bailarines profesionales de danza contemporánea e incluso coreógrafos”, explica Liliana Alarcón, directora de FIDanza.

Esos bailarines se insertan en los musicales comerciales de la zona hotelera como parte de la diversión para turistas; ahí es donde encuentran trabajo. “Por eso nuestra apuesta era recuperar esos talentos, abrir espacios culturales y formar espectadores para la danza y el teatro”.

Los recursos que se entregan a las orquestas de TV Azteca muestran “la desigualdad en la que vivimos”. Si los diputados entregan 100 millones de pesos anuales a esas orquestas, se queja Liliana, también deben otorgar recursos para todos los otros proyectos culturales y artísticos que solicitan donativos.

Aunque sus creadoras trataron de mantener vivos ambos festivales, fue imposible. En 2018 los diputados federales volvieron a suprimir 70 por ciento de los donativos destinados a los grupos independientes. Ni el FIDanza ni el FITeatro existen más.

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Roberto Peña Quesada, chilango de nacimiento, regresó a México después de 12 años de estudiar y graduarse como compositor, director y flautista del Conservatorio de Berna, Suiza, pero no lo hizo a su ciudad natal, sino que aterrizó en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Empezó a desarrollar actividades vinculadas con la formación de músicos en la universidad del estado. Pasados varios años, las autoridades culturales del gobierno local crearon formalmente la Orquesta Sinfónica de Chiapas y le encargaron su dirección.

Aunque nunca tuvo un presupuesto holgado, cada año recibía 5 millones de pesos para su funcionamiento, incluido el pago de los honorarios de los integrantes de la orquesta, 90 por ciento de los cuales son músicos chiapanecos.

Así lograba sortear las dificultades, pero en 2017 la suerte se esfumó.

El recorte del presupuesto federal dedicado a la cultura llegó a niveles extremos. Justo el 10 de enero de ese año el maestro Peña Quesada recibió una noticia que lo dejó congelado: el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes le informó que no le otorgarían presupuesto porque la Secretaría de Cultura federal y el gobierno estatal suprimieron esa partida por el recorte al gasto público.

Devastado por la noticia, la tarde de ese mismo día, el maestro reunió a los 50 músicos de la orquesta y les comunicó: “Nos hemos quedado sin trabajo. Los funcionarios culturales no nos otorgarán más los 5 millones de pesos que anualmente recibíamos para desarrollar nuestras actividades”.

El propio Peña Quesada escribió unas cuantas líneas en la página oficial del grupo en Facebook: “A pesar de la intensa actividad que realizó la Orquesta Sinfónica de Chiapas en este pasado 2016 y en años anteriores, y del entusiasmo del numeroso público que ha asistido a los conciertos de la agrupación, tanto el presupuesto federal como estatal que sostenían las finanzas de la Orquesta ha sido cancelado en su totalidad para este año 2017”.

Al enterarse de la desintegración de la orquesta, los ciudadanos enviaron al gobierno múltiples mensajes de protesta en rechazo. “Entonces, dice el músico, me animé a formar una asociación civil. Tuvimos que organizar cenas, conciertos, cine con música sinfónica en vivo… para salvar a la orquesta”.

Para ese entonces, principios de 2017, Chiapas ya contaba con seis Orquestas Azteca, que funcionaban en gran medida con los recursos entregados durante varios años por la Cámara de Diputados federal: 44 millones de pesos.

A esas alturas, los gobernadores chiapanecos ya habían hecho lo suyo: habían contribuido con recursos públicos al mantenimiento de las orquestas de la televisora. La aportación había sido de al menos 12 millones de pesos.

Y aunque el estrangulamiento económico para la Orquesta Sinfónica de Chiapas llegó a partir del 1 de enero de 2017, el maestro Roberto Peña Quesada percibió desde antes que ello sucedería. “El panorama comenzó a nublarse para nosotros en marzo de 2010. El programa Esperanza Azteca llegó y el gobierno estatal le entregó los primeros 6 millones de pesos a la Fundación Azteca para formar la primera de sus seis orquestas”.

La Sinfónica de Chiapas había surgido un año antes y se le había asignado un presupuesto de 10 millones de pesos anuales. Pero eso, como los amores de verano, duró muy poco. En 2011 el proyecto empezó a sufrir la reducción progresiva de su gasto, hasta quedar en 5 millones de pesos para 2016.

“El desequilibrio es brutal”, reclama el director de orquesta. Le duele tanto menosprecio porque con presupuestos tan escasos es muy complicado consolidar un programa semanal, invitar a músicos de alto nivel, mucho menos directores huésped. “De giras y producción de discos, ya ni hablar”.

Roberto Peña nunca imaginó que el recorte presupuestal llegaría hasta el límite máximo: no asignarle ni un peso. Fue tan impactante que las quejas de los ciudadanos lograron una pequeña victoria: en junio de 2017 la tesorería del gobierno estatal le avisó al músico que pudo rescatar un millón 700 mil pesos para todo el año.

El músico no oculta su alivio. Pero no es ingenuo. Sabe que sólo es un paliativo. No hay recursos, al menos no para la Sinfónica de Chiapas.

Dos décadas batallando por levantar una orquesta con músicos profesionales le otorgan a Peña Quesada el derecho de cuestionar: “Si TV Azteca quiere desarrollar su programa musical, bien, pero que lo haga con sus propios recursos”.

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Carlos Carrera imparte la clase de Dirección de Cine en el CCC. Aunque ser profesor ahí significa ganar 200 pesos la hora y tener, en promedio, un sueldo mensual de 2 mil 500 pesos, sin importar la trayectoria. “Ningún maestro vive de dar clases. En esta escuela la planta académica es casi un cuerpo de voluntarios y, aun así, hay recorte de presupuesto. Los sueldos no aumentan desde hace años”.

E ironiza: “Está bien que nos guste compartir el conocimiento con las nuevas generaciones, pero esto ya es un abuso”.

Y lo del abuso no es una frase hecha ni ninguna ironía. El semblante del cineasta se transforma cuando escucha la cantidad media que el Congreso asigna a las orquestas del consorcio de Ricardo Salinas Pliego.

Con su mano derecha se acomoda los lentes. Se asombra al máximo: “¡Cien millones de pesos anuales para las orquestas de TV Azteca! Lo que llama la atención son los cabildeos y los acuerdos políticos para favorecer proyectos de la iniciativa privada. Si los diputados quieren otorgar recursos a esos programas, no debería de ser a costa del detrimento de instituciones culturales. Ese es el problema”.

En efecto, ese es el problema.


Nuevamente Avelluto desmiente lo que ex vox populi y hace quedar bien al gobierno de Macri

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Fotos de Martín Rosenzveig
La noticia es del día de ayer. Se publicó en los diarios Clarín (con firma de Verónica Abdala), Perfil (sin firma) y Página 12 (también sin firma). Y también en el sitio de cultura de InfoBAE (con firma de Hinde Pomeraniec). Las cuatro coberturas, en ese orden, pueden leerse a continuación.

Horas después de conocida la información, hubo una conferencia de prensa en la que Alberto Manguel hizo pública su renuncia y aseguró que Pablo Avelutto, por ahora Ministro de Cultura, le prometió que no habría despidos en la Biblioteca Nacional. Su excusa fue que el médico le había recomendado un plan de recuperación por un cáncer que aparentemente habría tenido hace cinco o seis años. Interinamente, lo sucede Elsa Barber, actual vicedirectora de la casa. 

Ahora bien, dada la costumbre de desmentir lo que después se revela como cierto, puede que Avelluto(en la foto, el más gordo de los dos) sea o un mentiroso serial, o que carezca de escrúpulos, o que simplemente sea un inepto. 



I

Alberto Manguel renuncia 

a la Biblioteca Nacional


El rumor que desde hace días recorría los pasillos de la Biblioteca Nacional y puso en alerta al personal por fin se confirmó: Alberto Manguel renunció a la dirección del emblemático organismo, cargo que ocupaba desde 2016.

Si bien Pablo Avelluto, ministro de Cultura de la Nación, le había negado rotundamente el lunes ese rumor a Clarín, Manguel presentó su renuncia el martes por la mañana, aduciendo "motivos personales". En este sentido, fuentes cercanas al director hablaban de una enfermedad.

El anuncio se oficializará por la tarde, con detalles sobre la situación de la Biblioteca y sobre el nuevo director. Este lunes se hablaba de que la candidata sería la actual vicedirectora, la bibliotecaria Elsa Barber. Fuentes cercanas a Biblioteca señalaban que existiría la intención de concursar el cargo a futuro, pero todavía no está la venia del presidente Mauricio Macri.

Según pudo saber este diario, la razón de la salida podría estar relacionada con una supuesta nueva ola de despidos en la Biblioteca que, de concretarse, sumaría malestar a una situación interna ya de por sí delicada. Desde la asunción de Manguel, entre 50 y 60 personas con contratos temporarios, semipermanentes o "de obra" fueron “desafectadas” de sus respectivos puestos de trabajo o renunciaron porque variaron las condiciones de trabajo –el grueso de trabajadores de la Biblioteca no es parte de la planta permanente-. Y de haber una nueva escalada de despidos, en el marco del ajuste que el gobierno asume, explican que Manguel querría “despegarse”. Fuentes oficiales negaron también que vaya a haber despidos.

Solo en 2018 se habrían contabilizado unos quince despidos en la Biblioteca: se trató de personas que no cumplían con los estrictos controles biométricos implementados en distintos organismos y ministerios nacionales: los empleados deben cumplir con una cantidad de horas, que en algunos casos se incrementó, y cuyo registro queda asentado mediante molinetes emplazados en las puertas de estas dependencias, entre ellas la Biblioteca-. De este último grupo de empleados, dos fueron reincorporados por vía judicial.

Para las organizaciones gremiales, el presente de la Biblioteca es preocupante: temen que, en este caso, los trabajadores afectados puedan llegar a medirse en decenas, después de que el 1° de agosto prescriba un acuerdo entre la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y el Gobierno, destinado a frenar los despidos de personal durante junio y julio. Según estimaciones de los delegados, de los alrededor de 900 empleados que trabajan hoy en la Biblioteca, unos 250 estarían en riesgo si se aplicara la lógica de la “Dotación óptima de personal” que Modernización está calculando para distintos ministerios y organismos descentralizados desde finales del 2016. Cuando asumió Mauricio Macri, la dotación de la Biblioteca alcanzaba las 1048 personas.

Lo que no es materia de debate es la manifiesta incomodidad de Manguel en los últimos meses; en parte por las encendidas internas que enfrentan a la gestión con el personal; en parte por el ajuste presupuestario al que él mismo se ve sometido: no es casual que durante la Feria del Libro de Buenos Aires –el 6 de junio pasado- haya dicho públicamente que “en la Biblioteca Nacional no tenemos un mango ni para comprar café”. El comentario fue en respuesta a una pregunta sobre la adquisición de la biblioteca personal de Bioy Casares; él aclaró que no había sido comprada sino aceptada en donación, pues no tenían un peso para hacer compras. También se quejó de las trabas burocráticas que enfrenta con frecuencia.

Se dijo también que la subdirectora de la Biblioteca, Elsa Barber, que ya ejerció la dirección de la misma, podría ocupar el cargo durante la transición, de querer irse Manguel. Aunque hay versiones que en cambio sostienen que, de ocurrir eso, ella también se iría.

Discreto y con un perfil muy bajo, el autor de Una historia natural de la curiosidad llegó hace exactos dos años a la Biblioteca dispuesto a modernizarla, digitalizar los archivos y mantener una relación más fluída con los referentes editoriales y literarios a nivel internacional. Que durante su gestión el premio Formentor se haya entregado por primera vez en Buenos Aires o que la Biblioteca haya recibido a figuras de renombre internacional, como la escritora -su amiga personal- Margaret Atwood o Elisabeth Roudinesco prueba esa intención. Y podría pensarse que, difícilmente, en lo que le queda de gestión pueda superar esos logros, si el presupuesto no aumenta o se reduce aún más la planta de personal. Habrá que ver qué decide hacer y qué razones pesan más a la hora de definir su continuidad.


II
Renunció Alberto Manguel,
director de la Biblioteca Nacional

El director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, renunció a su cargo por motivos de salud, luego de dos años de gestión al frente de la entidad pública. El editor y escritor de varios libros había sido designado en ese puesto por el presidente Mauricio Macri en junio del 2016 en reemplazo de Elsa Barber. Manguel había presentado su dimisión el pasado lunes ante las autoridades del Ministerio de Cultura, que dirige Pablo Avelluto, y trascendió habría decidido dar un paso al costado "por motivos de salud", según consignó la agencia Noticias Argentinas.  El ahora exdirector de la Biblioteca Nacional tiene 70 años y nació en Buenos Aires, aunque pasó su infancia en Israel, ya que su padre era embajador argentino en ese país.


III
Mangel se  va de la Biblioteca Nacional

El director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, renunció a su cargo luego de dos años de gestión al frente de la entidad pública. El anuncio sería oficializado durante la tarde, cuando además se darían a conocer detalles sobre la situación del organismo y quién lo reemplazará en el cargo.

El editor y escritor había sido designado en ese puesto por el presidente Mauricio Macri en junio del 2016 en reemplazo de Elsa Barber.

La decisión de dejar la dirección de la Biblioteca Nacional habría estado motivada por diferencias entre el escritor y el ministro de Cultura Pablo Avelluto en torno al presupuesto. De hecho, Manguel había declarado de manera pública que no estaba de acuerdo con el ajuste que se lleva adelante en la entidad. "No tenemos ni un mango para comprar un grano de café", había dicho hace pocos meses. Otras versiones adjudican su salida a cuestiones relacionadas con su salud.

Manguel había presentado su dimisión ayer ante las autoridades del Ministerio de Cultura.


IV
Por primera vez en su historia,
una mujer dirigirá la Biblioteca Nacional

Elsa Barber y los otros dos
Luego de horas de rumores de diferentes intensidades, se confirmó la salida del actual director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel. Será a partir de agosto y las razones esgrimidas oficialmente tienen que ver con su salud. El anuncio se hizo durante una conferencia de prensa convocada de manera sorpresiva en la que tomaron la palabra el propio Manguel, el ministro de Cultura Pablo Avelluto y también Elsa Barber, quien hasta ahora es la vicedirectora de la Biblioteca y que, cuando se concrete la salida de Manguel pasará a ser su directora de manera definitiva, con lo que se convertirá en la primera mujer titular del organismo en toda su historia.

El encuentro se llevó a cabo en el despacho de Barber, quien trabaja en la Biblioteca desde el año 2007. Comenzó hablando Avelluto, quien contó que durante el verano Manguel le hizo conocer datos sobre su estado de salud: "El cuerpo le pedía que parara", dijo Avelluto ante los periodistas. Manguel tomó la palabra y explicó que tuvo un cáncer unos 5 o 6 años atrás y que su médico, que vive en Estados Unidos, le dijo que debía trabajar menos y, sobre todo, cargar con menos estrés. En ese momento, aseguraron, Avelluto le pidió que continuara y eso ocurrió; sin embargo, en estos días, el escritor decidió que había llegado la hora de dejar el edificio de la calle Agüero. Fue entonces que señaló con mucho aprecio que nada de lo que hizo hasta ahora en la Biblioteca podría haberlo hecho sin Barber, quien es además bibliotecóloga, por lo que será la primera mujer y la primera bibliotecóloga a cargo de la dirección.

"No hubiera podido hacer nada sin Elsa", dijo Manguel. "Ella sostuvo la parte técnica porque yo no sé nada de técnica ni de tecnología ni de bibliotecología. Sin ella y sin el magnífico equipo de trabajadores, por lo que me siento un poco menos culpable sabiendo que esta gente se queda aquí. Mi única función fue administrar el trabajo de los trabajadores de la Biblioteca. Muchos en el mundo nos envidian este personal". Manguel buscó todo el tiempo desestimar los "rumores más secretos" que trascendieron en la prensa, según los cuales su estado de salud sería solo una de las razones de su partida ya que habría habido desinteligencias entre el director de la biblioteca y el ministro Avelluto y, sobre todo, algunas versiones señalaban que Manguel no quería estar al frente de la BN si llega –como se teme– una ola de despidos el área. "Mi decisión ha sido exclusivamente médica", aseguró en varios momentos.

"Tanto en el ministerio como en el Gobierno estamos muy contentos con Alberto Manguel y su equipo. Además de los logros de estos dos años, nos hemos hecho grandes amigos", dijo Avelluto, quien para hacer frente a las versiones que señalan que el ajuste ya llegó a su área aseguró que el presupuesto de la Biblioteca, que es de 650 millones de pesos, fue ejecutado a la fecha en un 44 o 50%, algo normal para esta época". Manguel asentía a su lado, aunque no pudo evitar un reproche: "Nuestro presupuesto es 1/3 del presupuesto de la Biblioteca del Congreso", le dijo. Avelluto dijo que Manguel seguirá vinculado "a este proyecto como asesor ad honorem".

"La experiencia en la Biblioteca Nacional fue la más extraordinaria de mi vida. Me pasé la vida escribiendo recetas y por primera vez entré a la cocina", dijo en forma de metáfora el autor de tantos libros sobre historia de la lectura. Durante la reunión de menos de una hora con la prensa, Manguel mencionó al menos tres veces que el ministro Avelluto ("a quien le creo") le dio su palabra de que no habrá cambios abruptos."Hay un clima de incertidumbre e inquietud, porque fuimos un país incierto desde la fundación. Pero mi amigo Pablo me prometió que no se va a despedir gente ni se van a desmontar estructuras. Los 3 mil eventos del año pasado se van a multiplicar", dijo. "Para mí ha sido un regalo trabajar estos dos años con Manguel, y también con Avelluto", dijo por su parte muy emocionada Barber, una persona de reconocida solvencia técnica, quien estuvo a cargo de la Biblioteca en el inicio del gobierno de Mauricio Macri, durante los meses de 2016 en los que se estuvo esperando la llegada de Manguel y durante los cuales se produjeron unos 240 despidos.

"Todo esto –se refiere a la salida de Manguel– me produjo un shock", siguió Barber, "y ese mismo shock tiene el personal de la biblioteca". La funcionaria señaló que durante el tiempo de trabajo conjunto consiguieron trabajar en equipo en un clima muy cordial, como no lo había podido hacer durante la gestión anterior: "Estamos en una etapa muy linda acá en la Biblioteca". Ahí intentó insertar lo que se vive en la Biblioteca con el clima general de Argentina. "Y conociendo este lugar desde hace once años y teniendo en cuenta la situación general que se vive en el país, no quisiera volver a esa situación de permanente…". Barber no pudo concluir su idea ya que Manguel volvió a tomar la palabra y aseguró una vez más que su decisión era pura y exclusivamente motivada por su salud y porque su familia le reclamaba que dejara la Biblioteca.

Luego de las reiterardas menciones de Manguel sobre el tema, Infobae le preguntó directamente al ministro Avelluto por la eventualidad de los despidos. "No hay ninguna intención por parte del gobierno de producir cesantías masivas en la Biblioteca Nacional", reafirmó el ministro. Dentro del mismo clima amistoso y con bromas varias ("Tengo 70 años, podría ser tu papá""Podrías ser mi papá y mi mamá", repondió Avelluto) Manguel comentó que a su llegada hubo una redistribución de tareas en varios casos, sobre todo en personal que había sido contratado durante el final del gobierno kirchnerista si tarea asignada y que, recientemente, luego de la implementación del sistema de tarjetas, hubo varios casos de trabajadores que no concurrían a su lugar de trabajo por lo que se produjeron algunos casos de despidos justificados, además de retiros y jubilaciones. 


"Vender libros es un negocio difícil, que exige pasión"

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Mercè Ibarz (foto), es una escritora, periodista cultural y profesora catalana, que el 28 de junio pasado publicó en El País, de Madrid, la siguiente columna a propósito de cómo influye el precio fijo en los libros que se publican en España y, ya que estaba, pasó revista a algunas de las buenas librerías de Barcelona.   

Vida de los libros

Ahora algunos libros llevan el precio impreso en la contracubierta, pero si lo llevan en etiqueta me gusta conservarla un pelín escondida. La despego y la vuelvo a pegar en la guarda. De vez en cuando algún precio me salta a la vista porque suelo escribir cosas en la última página si la editorial ha tenido el buen gusto y el presupuesto suficiente para dejar unas páginas de cortesía en blanco a la disposición del lector. Cada vez sucede menos, las editoriales apuran al máximo el papel. Estos días he consultado un libro de hace diecisiete años, de septiembre de 2011. Es un ensayo de crítica cultural en versión original catalana, de unas 300 páginas. La etiqueta lleva el precio en euros y también pesetas, todavía: € 20.13, 3.349 pesetas. Si fuera novedad hoy, no sería mucho más caro. A menudo se oyen quejas de que el libro lo es, pero diría que es el producto que menos ha subido en lo que llevamos de siglo, o uno de los que menos. Se encareció con el paso al euro, pero luego no. 

El precio en concreto de ese libro es extraño, esos trece céntimos de pico son infrecuentes. Pero no es esa rareza lo que más sorprende. ¿Por qué tantas personas dicen a menudo que los libros son caros? ¿Porque no compran ni leen? Por si acaso, pregunto en la veterana Laie. El librero se extraña cuando le hablo de un título de hace casi veinte años, es consciente de que en los últimos tiempos los libros mantienen el precio pero no había pensado que llevemos ya casi dos décadas así, y que dure. Hablamos del libro de precio único en todas las librerías, no del libro de texto de precio liberalizado que tanto daño ha hecho a las librerías pequeñas y de barrio. El IVA de los libros es además reducido, un 4%, la desgraciada subida no le afectó y es uno de los más bajos en Europa. Busco en la web el volumen en cuestión, que ya está agotado (un libro de 2001, ¡cómo no va a estar descatalogado!) y el precio que consta es de 20.50 €. Sí que habría subido un poquito si lo hubiera podido comprar ahora, pero vaya. Lo que sí hay ahora son muchos libros pequeñitos a precios reducidos.

A pesar de eso vender libros es un negocio difícil, que exige pasión. Las editoriales y las librerías literarias y de pensamiento deben trabajar muchísimo. Un libro se lo juega todo en dos meses, si quiere tener una vida más larga en librería. En los últimos diez años han surgido un buen número de editoriales independientes, en paralelo a un sector editorial que ha engullido algunas de las editoriales independientes clásicas de los sesenta y setenta. Las que subsisten, ya sea Quaderns Crema/Acantilado o Anagrama, han debido tomar igualmente grandes decisiones: la primera, potenciando más la edición en español; la segunda, sumándose a un conglomerado editorial italiano para evitar el hispánico y a la vez publicando en catalán. Han surgido asimismo bastantes editoras pequeñas. No agoto aquí el tema, pues quiero hablar de las librerías y cómo les cuesta, y logran, vender libros. También se han cerrado muchas y otras, jóvenes, han abierto. Son un milagro.

Librería Calders
Hablando de Barcelona, que es lo que conozco, no hay día sin varias presentaciones de libros y encuentros literarios o simplemente culturales que movilizan también autores y títulos. Ya sea en librerías cooperativas dedicadas en profundidad al ensayo radical y protestario, como La Caníbal, el Espacio Contrabandos, la Ciutat Invisible, y tantas otras. La Calders, NoLlegiu, la Memòria, la Inexplicable, Atzavara… son también nuevas ágoras de mucha actividad, a menudo narrativa y poética pero también de pensamiento. La sentencia de la Manada ha reunido muchas voces en varias de ellas, para leer en voz alta su redactado y el del voto particular que pedía la absolución.

Su horario es extenso, algunas abren incluso los domingos. Celebran seminarios, cursos, debates. Las más veteranas y consolidadas de la ciudad tienen verdaderos planes d’estudio alternativos a universidades y escuelas. Hacen venir ganas de estar en contacto con los libros, que nos entren por los ojos y por los oídos, que compremos en definitiva. Porque si no, no hay manera.

Lo precioso es que, al igual que los cada vez más numerosos clubs de lectura en todo tipo de librerías y bibliotecas, el asunto funciona. Mal que bien, funciona. Los lectores se encuentran unos a otros y trazan vías de relación y conocimiento. No, los libros no son caros. Un montón de autores, editores y libreros curran de lo lindo para hacerlos visibles, no solo por escribirlos, editarlos y venderlos. Los hacen vivir en las librerías.

Las aventuras de José Aníbal Campos en Letonia

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Entre las muchas y posibles cruzadas emprendidas por José Aníbal Campos, el incansable traductor cubano, hacer un relevamiento exhaustivo de las casas de traductores ubicadas alrededor del mundo no es una tarea menor. En la ocasión, en su columna para el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, nos informa sobre la Casa de Escritores y Traductores de Ventspils, de Letonia,

La Casa de Escritores y Traductores de Ventspils

En una casa del siglo XVIII construida en el sobrio y elegante estilo de estas latitudes, en el número 13 de la calle Anna (Annas iela), se encuentra la Casa de Escritores y Traductores de Ventspils, que en 2016 celebró sus diez años de existencia.   

Aunque su prioridad, obviamente, es la divulgación de la emergente y –por lo visto pujante literatura letona–, la casa está abierta a colegas de otras latitudes y con otras combinaciones de lenguas, y, en ese sentido, sus organizadoras se esfuerzan por hallar un equilibrio entre los residentes que acuden a Ventspils cada mes para estancias máximas de cuatro semanas. 

Resulta, a primera vista, bastante extraño estar en un país cuyo idioma no entiendes ni a retazos. La experiencia de viajar desde el aeropuerto de Riga hasta Ventspils, a unos 185 kilómetros de la capital, es casi el retorno a un estado de ignorancia (o quizá de inocencia, que suena más bonito) que es difícil percibir cuando pasas años moviéndote cómodamente en entornos lingüísticos conocidos. Cada día me convenzo más, sin embargo, de que el encuentro con la verdadera vitalidad de las palabras, la búsqueda de ese sentido más hondo que nos hermana, ha de empezar por el balbuceo, por las formas difusas, y ello requiere un esfuerzo de des-aprendizaje, o si se quiere, un empeño por olvidar y volver a aprender.

En ese sentido, no se puede venir a Ventspils con los conceptos prefabricados que hemos ido adhiriendo a nuestro discurso cotidiano como si fuesen parte integrante de un repertorio de ideas propias y que, en el fondo, son solo las hilachas de un inevitable depósito de idées reçues (para decirlo al modo de Flaubert). No es posible iniciar el trato con un nuevo entorno a partir de «flosqueladas» retóricas que hemos picoteado en la sucia escudilla de pienso con el que nos ceban a diario los criadores de aves de corral de una political correctness inventada para hacernos piar a coro y, de inmediato, enmudecer.   

«Nacionalismo», por ejemplo, no es aquí un término peyorativo, como bien pude notar el día 4 de julio, día de mi llegada, en el que todos los edificios públicos y las casas privadas mostraban en sus portales la enseña nacional a media asta. (Ese día Letonia rememora uno de sus tantos holocaustos.) Y es que quien, como escritor, ha de contribuir con su literatura a afianzar una lengua tantas veces vapuleada, reprimida, relegada y hasta prohibida, no ve en una postura nacional una amenaza o un acto ignominioso.

Dos de las cuatro escritoras letonas que comparten esta estancia con nosotros están involucradas en un proyecto literario de eminente carácter «nacional» y por el que cada una muestra un gran entusiasmo: junto a otros de sus colegas, abordarán en novelas individuales una década concreta de la historia de Letonia en sus intermitentes periodos como país independiente. Y yo aprovecho ahora este foro para animar a los colegas que conozcan la lengua letona a interesarse por los resultados de esta colectiva (pero personalísima) work in progress sobre un país del que poco se conoce en Hispanoamérica.

Andra Konste
Valga decir, además, que, según nos relata Andra Konste (la amable directora de la Casa), existe un pequeño programa del ministerio de Cultura (también principal financista de esta magnífica residencia) destinado a promover el aprendizaje del letón entre traductores y escritores extranjeros.   

La Casa cuenta con capacidad para que convivan simultáneamente siete escritores y/o traductores, y la composición multicolor de esa convivencia la garantiza una cuidada planificación por parte de la dirección. Esta estanciala hemos compartido tres colegas de Letonia (todas mujeres), una joven traductora y escritora polaca, una compañera belga, una traductora y periodista italiana, un escritor letón de lengua rusa y un poeta ruso que tiene una vasta obra como traductor de poesía alemana. El centro tiene una particularidad que la distingue de otras casas: el colega invitado puede traer a un acompañante, el cual ha de pagar tarifas de estadía muy moderadas, variables según los días de estancia. (Para planificar bien una estancia compartida, lo mejor será siempre consultarlo antescon la dirección del centro a través del correo indicado en la página web: ventspilshouse@ventspilshouse.lv).

Una pequeña biblioteca en permanente construcción garantiza en cierto modo el acceso a la bibliografía de consulta necesaria. En mi caso, he encontrado un Duden Universalwörterbuch, el diccionario monolingüe de la lengua alemana, que me basta por ahora en la fase de trabajo en la que me encuentro con los dos libros que estoy traduciendo. Abundan los diccionarios del ruso y el letón en diferentes combinaciones idiomáticas, así como los libros de autores y traductores que han pasado por la Casa en estos diez años. La biblioteca en español es exigua, pero eso podría cambiar si, tras la lectura de este artículo, algunos de mis colegas se animan a solicitar una estancia en Ventspils. Buscando en la algo más amplia sección «alemana», encuentro dos joyas bibliográficas sobre traducción: una compilación de las conferencias dictadas en la Gastprofessur für Poetik der Übersetzung de la FU de Berlín hasta el año 2013y un magnífico libro sobre la evolución de la lengua alemana desde una perspectiva traductoral.

Por razones de espacio, la Casa ha de limitar el número de libros que recibe en donación, pero una de sus actuales prioridades infraestructurales es incorporar al centroel «verticalísimo» edificio neoclasicista colindante con el jardín de la residencia. Según me dicen, fue antes una torre de vigilancia contra incendios (la actual casa de escritores, en su larga historia, ha sido en otras épocas consistorio, biblioteca municipal y cuartel de bomberos), pero su estructura de tres pisos es perfecta para albergar una amplísima biblioteca. De conseguirse tal propósito, la de Ventspils podría empezar a competir con la biblioteca del Colegio de Traductores en Straelen (Alemania), quizá la biblioteca para traductores más completa que haya existido jamás. 

Pero aparte de las magníficas condiciones de trabajo, lo más importante de estas residencias sigue siendo el tipo de vínculos que se van estableciendo entre colegas de varias latitudes. Redes que –como bien me dice Andra, la directora–, se tejen en direcciones diversas, con hilos que van enlazándose para formar una red circulatoria que mantiene vivo el organismo de la cultura universal.

En ese sentido, lo mejor de estas casas llega cuando personas de varios credos, naciones, lenguas y posturas vitales se sientan a charlar en torno a una mesa. A veces la timidez de los traductores genera al principio cierta viscosidad en esos fluidos intercambios. Cuando esto ocurre, Andra le conceden un par de días a la timidez de cada cual. Eso sí: pasados dos o tres días se arremanga la blusa, prepara una deliciosa especialidad letona en la cocina común e invita a todos a degustarla. Y es entonces cuando un espíritu de entendimiento pre-babélico supera cualquier barrera de tara personal.  


           

Ventas de libros argentinos: más de lo mismo, que no es novedad

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El 14 de junio pasado, el diario La Nación, de Buenos Aires, publicó el siguiente artículo de Daniel Gigena, donde se habla de El libro blanco de la industria editorial argentina de la Cámara Argentina de Publicaciones y sus cifras más recientes, a tono con la situación general del país.

El libro blanco de la industria editorial
arroja números en rojo

Por cuarto año consecutivo, la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) dio a conocer una nueva edición de El libro blanco de la industria editorial argentinaque se puede consultar en la página web de esa institución fundada en 1970. La CAP agrupa a editores, exportadores, importadores y distribuidores que representan aproximadamente el 70% por ciento del mercado editorial local. En el informe, que describe el comportamiento de la industria editorial en 2017, la mayoría de los indicadores están en rojo. En esto coincide casi por completo con el informe anual de la Cámara Argentina del Libro. Sin embargo, la CAP provee un detalle de ventas en las 1190 librerías relevadas, distribuidas en todo el territorio nacional. "En 2017 no hubo rebote ni recuperación y se registró un 5% de caída en las ventas, que profundiza la que hubo en 2016", revela el licenciado Fernando Zambra, cuya consultora especializada en estadísticas (Promage) asiste a la CAP.

El libro blanco se divide en dos partes. Por un lado, describe la realidad de la oferta de libros en 2017 (la producción nacional y las importaciones), y por otro, la demanda (ventas en el mercado y al sector público y las exportaciones). En ambos frentes, la situación sigue siendo preocupante, con caídas en producción, exportación y ventas, y un aumento en la importación. Sobre este último punto, se destaca que las importaciones industriales de libros obedecen a cuestiones económicas coyunturales. "En 2017 hubo menos que en 2016, y con un dólar en alza, se estima que este año habrá menos aún", señalan desde la CAP. El porcentaje de aumento en materia de importaciones se explica porque los libros se importan por posiciones arancelarias que incluyen productos que no son libros, como los fascículos coleccionables. Si bien la importación de libros cayó un 10% respecto de 2016, la de fascículos aumentó un 70%. "Es un producto editorial paralelo, que no afecta la compra de libros y oxigena las ventas en quioscos de diarios y revistas", dice Zambra. Sin la venta de esos productos, muchos quioscos no podrían subsistir.

El libro argentino se exporta muy poco y los grandes destinos comerciales, como México y España, no son el fuerte de las editoriales locales. Representantes de la CAP sugieren que la iniciativa privada debe ser apoyada por el Estado con estrategias impulsadas por los ministerios de Cultura, Educación, Economía y Relaciones Exteriores. Un dato positivo del informe es el aumento en la cantidad de editoriales emergentes, aquellas con más de cinco años en el mercado y que publican menos de cinco títulos anuales. En 2017 se contabilizaron 151 y aportaron el 3% de la producción total de libros. Hay 129 editoriales de autor y 89 editoriales universitarias. "La Argentina sigue siendo el país con mayor hábito de lectura de toda el área del idioma castellano, y cuenta con una población joven y lectora, que ha generado los mayores éxitos editoriales de los últimos años", sostiene el informe.

Otro aspecto preocupante para editores, distribuidores y libreros es que el promedio de dinero que se gasta por ejemplar en librerías sigue siendo el mismo que en 2016: $360. Para aumentar la rentabilidad, debería crecer el volumen de ventas o bajar el nivel de los gastos. Ninguna de las dos cosas ocurre actualmente. Según Zambra, la industria editorial argentina enfrenta desafíos de producción, comercialización y edición. "Se producen y se importan más libros de los que se venden".




En julio el SPET visita las estepas de la mano de Eugenio López Arriazu y Omar Lobos

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En el próximo encuentro, que tendrá lugar el jueves 12 de julio a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández” (Carlos Pellegrini 1515), nuestros invitados Eugenio López Arriazu y Omar Lobos presentarán el proyecto de investigación “Las traducciones del ruso al español”.
  
Eugenio López Arriazu es doctor en Letras (UBA), Profesor en Inglés (ISP “J. V. González”), co-editor de Dedalus Editores y traductor del inglés, francés, ruso y latín. Es Profesor Asociado de la cátedra de Literaturas Eslavas, ayudante de Literatura Norteamericana en la FFyL (UBA) y profesor de Literaturas Poscoloniales en Lengua Inglesa y Teoría Literaria y Educación en la Diplomatura en Ciencias del Lenguaje (ISP “J. V. González”). Como investigador, dirigió el proyecto “Apropiaciones ideológicas de textos medievales a través de la traducción” (ISP “J. V. González”) y dirige el proyecto PRIG sobre “Las traducciones del ruso al español” (UBA). Es además autor del ensayo Pushkin sátiro y realista. La influencia de la sátira en el realismo de Alexandr S. Pushkin (Dedalus, 2014) y de los poemarios La revuelta (Alto Pogo, 2017), La reja (A pasitos, 2017) y Los urutaúes (Serapis, 2018).

Omar Lobos es doctor en Letras (UBA), traductor y docente de literatura rusa, y escritor. Ha traducido Crimen y castigo y Los hermanos Karamázov, de Fiódor Dostoievski, obras de Aleksandr Pushkin, Antón Chéjov y Ana Ajmátova, entre otros. Es asesor editorial en Ediciones Colihue e investigador de historia indígena pampeana. Dirige la colección Senderos de los Pueblos Originarios de América en Ediciones del Sol. En 2011 se publicó su novela La veranada del chachai Calfucurá y en 2015, su compilación de la correspondencia del cacique Calfucurá.

Literatura sugerida:
Even-Zohar, I. (2007-11): "La posición de la literatura traducida en el polisistema literario" en Polisistemas de cultura. Tel Aviv: Universidad de Tel Aviv.

Tercero en la lista de ministros de Cultura de la ciudad de Buenos Aires de este gobierno, a Avogadro lo blindan con notables, a ver si ahora sí

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De saco celeste, l ministro de cultura porteño Enrique Avogadro
y la torta con forma de Cristo

Una de las novedades de la semana pasada fue, finalmente, la constitución de un Consejo Cultural, convocado por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para que, en muy diversos campos, asesore sobre diversos temas.Lo componen Ana WortmanGonzalo Aguilar y Diego Golombek (porla actividad académica); Adriana Rosenberg, Eduardo Costantini, Victoria Noorthoorn, Orly Benzacar, Nicola Costantino y Julia Converti (por las artes visuales), Juan José Campanella, Lucrecia Martel, Mariano Cohn y Gastón Duprat(por el cine y la producción audiovisual); Adhemar Bianchi y Ricardo Talento, Andy Ovsejevich, Lisa Kerner y Graciela Casabé (por la gestión cultural); Cecilia PavónLuis ChitarroniEsteban Feune de Colombi y Gabriela Adamo (por la literatura y crítica cultural), Andrea Servera (por la danza), Diana Glusberg, Miguel Galperín y Santiago Vázquez (por la música) y Elisabetta Riva, Claudio Tolcachir, Carlos Rottemberg y Maricel Álvarez (por elteatro y la producción teatral). Se trata de un grupo ecléctico en el que hay un poco de todo, más allá de lo que cada uno vaya a pensar sobre cada uno  de los participantes en particular. Ahora bien, de acuerdo con el artículo que se lee a continuación, publicado con firma de Patricia Kolesnicov, en el diario Clarín, del 4 de julio pasado, su función iría más allá del exclusivo asesoramiento en materias culturales e incluiría, entre otras cosas, apuntalar la alicaída figura de Enrique Avogadro, actual Ministro de Cultura porteñó.

En su momento eyectado por Pablo Avelluto del Ministerio de Cultura de la Nación (acaso por hacerle sombra cuando era secretario de Cultura y Creatividad), Avogadro aterrizó en su actual puesto luego de que el músico Ángel Mahler (nacido Ángel Pitito, y no es broma) fuera, a su vez eyectado de un cargo que, dada la carencia de antecedentes y lo risible de su obra, en sus manos parecía un chiste de mal gusto. Recuérdese que Mahler, a su vez ocupó el puesto que el eyectado Darío Lopérfido había dejado vacante para dedicarse a pleno a la dirección del Teatro Colón (que durante su gestión empezó a ser utilizado para fiestas privadas, reuniones de ejecutivos y filmaciones de videoclips de artistas populares de dudosa calidad), luego de haber declarado, sin que mediara ninguna razón urgente para hacerlo, que en la Argentina no había habido 30.000 desaparecidos, sino muchos menos.  

Tecnócrata, Avogadro es licenciado en Estudios Internacionales, especialista en economía creativa con experiencia en el desarrollo de políticas de promoción de la cultura emprendedora y de las industrias creativas y vaya uno a saber cuántas cosas más de esas que les gustan a los palurdos salidos de universidades privadas. Todos esos saberes, sin embargo, no lo preservaron de irritar a la iglesia y de motivar un incómodo pedido de disculpas público de Horacio Rodríguez Larreta, actual  jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de quien depende Avogadro, cuando, invitado a una exposición, el joven ministro decidió probar una porción de torta sacada de una ¿escultura? con la forma de Cristo crucificado, creando el consabido escándalo entre la comunidad de chupacirios. Con lo que volvemos al principio de esta entrada: alguien, si no el ministro mismo, pensó que ya era hora de crear algún ruido “positivo alrededor de esta gestión tan “golpeada para “relanzarla”, aunque la explicación oficial sea otra, claro.

Un refrigerante para el ministerio de cultura porteño

Una vez alquilé un auto que tenía calefacción en el asiento. Espléndido, pero si no la hubiera podido apagar, al rato hubiera tenido que bajarme. A eso recuerda, a veces, la silla del ministro de Cultura porteño, por lo menos desde que asumió Horacio Rodríguez Larreta, en diciembre de 2015.

Darío Lopérfido
Al comienzo de la gestión el designado fue Darío Lopérfido, quien dejó el cargo siete meses después: en enero había dicho que “en la Argentina no hubo 30.000 desaparecidos”. Rodríguez Larreta lo sostuvo, pero el asunto no tuvo retorno.

Ángel Mahler
En su lugar nombraron a Ángel Mahler: un misterio. Músico de la calle Corrientes, Mahler tenía poco que ver con la gestión cultural. En este diario, Matilde Sánchez contó que, además, contrató a la empresa de sonido e iluminación de su hermano Osvaldo. Y algún director de museo dejó saber que se cedían gratuitamente sus jardines para hacer fotos de revistas de moda. Con todo –¿qué tan importante es la cultura en realidad?– se mantuvo: duró un año y medio.

Enrique Avogadro
Y llegó Enrique Avogadro. Con mucho apoyo de parte del “mundo cultural”: un joven que había mostrado ideas en su paso por el gobierno porteño desde 2001 y que venía de ser uno de los viceministros de Cultura a nivel nacional. Moderno y con un discurso orientado a tender “puentes” entre la gestión pública y los “productores culturales independientes”, en Nación le habían criticado la insistencia en las pequeñas manifestaciones contemporáneas y la desatención de los grandes organismos y “las tejedoras del NOA”.

El mismo día en que asumió se anunció la creación de un Consejo Cultural “en esta lógica de la inteligencia colectiva”, dijo. Notables del sector, asesores con relevancia propia. Al frente del Consejo estaría Jorge Telerman.

Ese día, cuentan otros funcionarios, es clave: Avogadro llegó de la mano de su amigo Marcos Peña, disgustado por lo que venía pasando en el ministerio. Rodríguez Larreta decidió “rodearlo”, acolchonar su presencia con las de Telerman –ex Ministro de Cultura, ex Jefe de Gobierno, actual titular de los teatros porteños, un político que juega en toda la cancha– y con las de los notables.

Claro que otras ciudades y países tienen sus Consejos, hasta tiene uno –que se reunió sólo una vez– la Cancillería. Pero si las políticas públicas las diseñan los funcionarios elegidos para eso, ¿para qué necesita el ministro porteño una treintena de asesores? Y en función de esa pregunta: ¿a quién convoca? En el Consejo hay pesos pesados como Eduardo Costantini, el dueño de MALBA. Un jugador principal de la cultura y –es el creador de Nordelta– de la economía. O Adriana Rosenberg, directora de Proa, el espacio de arte ligado a Techint. A ellos se suman Julia Converti (arteBA), Gabriela Adamo (Filba) y Andy Ovsejevich (Konex).

El ministro Avogadro y el propio Rodríguez Larreta aparecen como consejeros: ¿son asesores y, a la vez, asesorados? Por la cultura pública revista apenas Victoria Noorthorn, directora del Museo de Arte Moderno. También hay figuras de gran repercusión–Juan José Campanella, Lucrecia Martel, Mariano Cohn y Gastón Duprat– y hasta un costado alternativo con Lisa Kerner, del valioso espacio LGBTTIQ Casa Brandon.

En la primera reunión analizaron aspectos de una nueva ley de Mecenazgo que prepara el gobierno y que tiene la virtud de exigir que las empresas que participan pongan fondos propios, es decir, no sólo lo que debían pagar de impuestos. Les preguntaron qué dudas les daba la ley una consejera reformuló: “¿No son ustedes los que nos presentan dudas?” No hay una respuesta contundente sobre para qué sirve el Consejo. “Ellos dan prestigio, son marcas importantes, y a la vez se asocian a una marca enorme como es ‘Buenos Aires’,” explica una dirigente política.

El Consejo se anunció en diciembre pero no arrancó hasta hace unos días. En el medio –será casualidad– Avogadro fue a una muestra de arte, comió una torta con forma de Cristo y la Iglesia le saltó al cuello: ¿el asiento se empezó a entibiar?

Lo cierto es que, si marcha, avalarán decisiones, participarán en políticas. Quizás los hayan pensado como el refrigerante que a veces el puesto precisa.

Nota del Administrador para los lectores extranjeros:
"Porteño" es el gentilicio con el que se conoce a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires. La aclaración viene al caso porque "bonaerense" es el gentilicio que se emplea para nombrar a los habitantes de la Provincia de Buenos Aires. Españoles y mexicanos suelen confundir los términos.

Se habla de la posibilidad de que varios países africanos le declaren la guerra a España por la donación de diccionarios de la RAE

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Ni el Webster, ni el Robert, ni el María Moliner sufren el destino del DRAE, que ahora se regala porque nadie lo quiere comprar. Tal es la noticia que Europa Press hizo circular por todos los diarios hispanoparlantes de España y América. Lo que se transcribe abajo, es la versión de público.es, de España, según el texto que se publicó el pasado 5 de julio. 

La RAE regala su diccionario en papel
porque ya casi nadie lo compra

El académico Pedro Álvarez de Miranda ha reconocido este miércoles 4 de julio que la Real Academia Española (RAE) "está regalando" los numerosos ejemplares sobrantes de la edición del diccionario en papel del año 2014 y ha puesto en duda la continuidad de publicación de diccionarios en este formato.

"No se pueden imaginar cómo están los almacenes de Espasa Calpe, llenos de ejemplares que no se han vendido. Hubo un error de cálculo clamoroso y se pensó que se iban a vender más de los que se vendieron, pero la gente prefirió no gastarse los 99 euros en el papel y esperar a la versión digital", ha señalado el académico durante su intervención en un curso de verano en el Instituto Cervantes.

De hecho, Álvarez de Miranda ha asegurado que la editorial "quería incluso destruir" esos ejemplares sobrantes. "Ahora no sabemos qué hacer con ellos y los estamos regalando a escuelas", ha añadido, tras reconocer que es una "preocupación" para la institución puesto que "era una fuente de ingresos y de ahí vienen muchos de los problema económicos".

Durante su intervención, ha llegado a cuestionar el futuro de la edición en papel, tras la última publicación en 2014. "La pregunta está en el aire y yo no tengo la respuesta, pero el hecho de formularla ya señala por dónde van las cosas. Si se impone la racionalidad, la tirada en papel podría tener una tirada muy corta, para coleccionistas o nostálgicos", ha admitido.

La 23ª edición del diccionario en papel de la RAE salió a finales de 2014 a un precio de 99 euros y con una primera tirada de 50.000 ejemplares. Por el contrario, las consultas en línea a la última edición del Diccionario de la lengua española (DLE) alcanzaron, a finales del año 2017, cerca de 750 millones, con una media de consultas mensuales de 65 millones.

Donaciones a África y Comunidades Autónomas
Un portavoz de la RAE ha matizado a Europa Press que estos "regalos" de los que ha hablado Álvarez de Miranda se tratan de una fórmula de donación con los diccionarios sobrantes a través de "operaciones especiales" en África y en distintas comunidades autónomas españolas.

De hecho, en Costa de Marfil se han donado ya 2.500 ejemplares de diccionarios para "promover el español" y en Senegal la donación está en curso con la misma cantidad de ejemplares. Asimismo, en las comunidades autónomas la donación se lleva a cabo a bibliotecas publicas y centros educativos, siendo una cantidad "variable, dependiendo de los ejemplares solicitados".

La intervención de Álvarez de Miranda, bajo el título La lengua española en el XXI. Aproximaciones a algunas novedades, ha abordado algunos de los nuevos fenómenos que influirán en el habla en los próximos años. Así, el académico se ha referido a las peticiones de un lenguaje más inclusivo para la mujer.

"¿Qué más puede hacer la academia? Hay que tratar de insuflar cierta racionalidad y llamar la atención del carácter antiecónomico de la duplicidad de géneros", ha señalado, tras rechazar propuestas como el uso del símbolo '@'. "Eso es absurdo, una pseudosolución, porque no se puede leer y, si no se puede leer, es como si no existiera", ha añadido.

Por el contrario, ha afirmado no "rasgarse las vestiduras" por la "presunta invasión" de anglicismos en el lenguaje. "Estas lamentaciones son de puristas y me recuerdan a francófobos de otros siglos, que aseguraban que el francés acabaría con el español. Siempre hay nostálgicos de otras épocas, pero el léxico de los jóvenes de hoy es vivo, dinámico y creativo", ha concluido.

Un consejo a los traductores de Marie-Claire Solleville: "No seáis estúpidamente honestos"

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Marie-Claire Solleville en su juventud

La escritora y traductora españolaMaría José Furió dedica su columna para el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires a Marie-Claire Solleville (foto), traductora franco-italiana especializada en cine.

“¡Esto no lo has traducido tú”
Semblanza de Marie-Claire Solleville, traductora de cine

El número 3 de la revista L’Écran traduit, especializada en la traducción audiovisual estaba enteramente dedicado a las memorias de la traductora franco-italiana Marie-Claire Solleville (1927-1991). Su título marca el desenfadado tono general: «¿Tú has traducido esto? Breve aproximación insólita al cine italiano». Su lectura es recomendable tanto por la simpática personalidad de la protagonista como por la información acerca de los usos y costumbres en la traducción para el cine que estuvieron vigentes en Italia y en Francia entre las décadas del 50 y 80, antes de la implantación generalizada de la máquina de escribir electrónica y del ordenador.

 

Solleville era nieta de Luigi Campolongui, figura eminente del antifascismo, e hija de Lidia Campolongui, quien participó en la lucha política en los ambientes de la emigración italiana. Llegó a Italia después de la guerra acompañando a Claude Heymann y a Jean George Auriol* durante el rodaje de Fabiola,de Alessandro Blasetti [1949]. Pronto se introdujo en los ambientes del cine –tuvo por maridos al actor Fausto Tozzi y al pintor Sinko–, y fue ayudante de Renato Castellani. Cinéfila desde muy joven, colaboró ocasionalmente con las revistas Cahiers du cinéma y Arts, firmó guiones famosos, como Anche gli angeli mangiano fagioli (También los ángeles comen judías, 1973, dirigido por E.B. Clucher y protagonizada por Bud Spencer y Giulianno Gemma).


Pero fue la traducción de guiones para el cine, y al final de su carrera también para series de televisión, la actividad que la convirtió en una figura inolvidable para un impresionante elenco de directores durante la época dorada del cine italiano.

El nombre de los directores con los que Marie-Claire Solleville colaboró tira de espaldas: Roberto Rossellini, Federico Fellini, Dino Risi, Francesco Rosi, Ettore Scola, Gianni Amelio, Alberto Sordi, Costa-Gavras, los hermanos Taviani, Lina Wertmüller, Suso Cecchi d’Amico, etc. (Sí, qué envidia.) Aunque habla con afecto y humor de la mayoría de ellos, no disimula que siente debilidad por Rossellini, Rosi y Scola, sus apoyos más generosos –ahí tenemos la anécdota de Roberto Rossellini paseándola por la televisión, la RAI, y despidiéndose de ella con mucho teatro para que todos la vieran en su compañía, una especie de carta de presentación andante–. La traductora se ríe no poco de Federico Fellini y de la élite intelectual emergente en los años 60, pero no hay acidez en sus memorias, marcadas de principio a fin por una risueña picardía.

Traducía siempre al francés y sorprende su categórica afirmación de que no es posible ser enteramente bilingüe. Su materia de trabajo eran los guiones completos para el doblaje en Francia; también traducía los guiones que el productor utilizaría para buscar financiación mediante una coproducción, o los tratamientos de un guión para presentarlo en festivales como los de Cannes o Venecia, donde durante una semana se vive la mayor concentración de productores de cine y televisión por metro cuadrado del mundo. Aquí vale la pena saber que la versión francesa podía utilizarse para atraer al actor o actriz galos con que soñaban el director o el productor y, por último, para preparar los subtítulos de las películas llamadas “de arte y ensayo”.

Solleville ofrece un punto de vista privilegiado, al observar la industria del cine italiano en primera línea mientras con su trabajo construía el oficio de traductor audiovisual, que por entonces estaba en fase diría que artesanal: se trabajaba sin contratos, no había asociaciones de traductores ni un estatuto diferenciado; había que echar horas sin fin, las copias se hacían en papel carbón, y debía apoyarse en dactilógrafas cómplices, diccionarios y jergas construidos a medida por la propia traductora. 

Scola escribe en la presentación del homenaje que su trabajo «sin fines de semana ni vacaciones, ni Seguridad Social ni pensión de jubilación la mantenía encadenada a su Olivetti Praxis 48 como una monja que no puede abandonar su convento»... Una monja que tenía que conocer los burdeles, comisarías y el habla de sus habituales como la palma de su mano. El director de La terraza y Una giornata particolare encarece el trabajo de la «irónica, generosa, testaruda» Solleville con interesantes reflexiones acerca del reto que entraña traducir la lengua italiana, una auténtica jungla léxica que se nutre de decenas de dialectos diferentes, a la que además se incorporaban en esas décadas de esplendor las jergas profesionales, juveniles y políticas, sin olvidar el idiolecto de cada personaje ni la contaminación del inglés, que aun siendo generalizada en los países latinos, son distintos los términos que cada país importa.

Varios son los buenos consejos de traducción que da Solleville, que ella resume en “la obligación de pensar” y obligar a pensar a los otros y, sobre todo, la obligación de estar despiertos. La suya no es una traducción automática, ni perezosa ni toma atajos, es una traducción alerta a las diferencias culturales entre los países vecinos, a las marcas de época (pone como ejemplos el uso del Voi mussoliniano contra el Lei; las camisas rojas garibaldinas, etc). Este tipo de traducción artesanal combina la creación de un lenguaje creíble para el cine, adaptado incluso al actor que interpretará el rol, con intervenciones sutiles en la adjetivación tanto para conformarse a la preferencia francesa por la síntesis como para ahorrarle a las actrices veteranas más bellas verse de golpe calificadas de viejas.

Sus observaciones irónicas sobre el cine erótico, en plena ola de destape, no tienen precio, como tampoco sus ardides para cobrar sí o sí las deudas que contraían con ella productores rácanos o cortos de fondos; nos cuenta el truco para evitar que ese joven director que nos ofrece traducir su primer guión tarde tres horas en ponernos al corriente de sus sutilezas y se extiende sobre la necesidad de recurrir a expertos en jergas carcelarias y en narcóticos.

Sin embargo, seguramente el consejo de Solleville más útil para los traductores, considerado el panorama hoy, es este: «No seáis estúpidamente honestos».

Aunque se ría, el plagiario Arturo Pérez Reverte es cada vez más una caricatura de sí mismo

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No es Karlos Arguiñano
El 12 de julio pasado, sin firma, El País, de Madrid, publicó el siguiente artículo que ilustra una vez sobre la risible personalidad del plagiario Arturo Pérez-Reverte, un tipo prepotente y patético al que, por alguna curiosa razón, los malos diarios le siguen prestando atención.

Arturo Pérez-Reverte dejará la RAE si se cambia
la redacción de la Constitución por un lenguaje inclusivo

"Tiene usted mi palabra". Breve y directa ha sido la respuesta del escritor y académico Arturo Pérez-Reverte a los comentarios de un usuario de Twitter que aseguraba que dejaría la Real Academia Española (RAE) si se cambiaba el lenguaje de la Constitución por uno inclusivo. El creador del capitán Alatriste ocupa en la actualidad el sillón T de la institución.

"Es un intento de domesticar la RAE. Cederán los académicos, tras intentar suertes de esgrima desganada, algún bizantinismo apolillado. Solo Arturo Pérez-Reverte, el viejo león, marchará dando un sonoro portazo. País de cobardes", aseguraba el tuitero en este hilo. Contactado por este diario, Pérez-Reverte ha ratificado su posición y no ha querido hacer más comentarios, informa Juan Carlos Galindo.

La vicepresidenta Carmen Calvo ha pedido esta semana a los académicos de la lengua un informe que determine si la Constitución está redactada en un lenguaje que refleje por igual la realidad de hombres y mujeres y qué fórmulas podrían modificarlo en caso de que no sea así. 

Durante una comparecencia ante la Comisión de Igualdad en el Congreso de los Diputados el pasado martes, en la que ha explicado las líneas generales de su departamento, Calvo apuntó que "en cuanto" este informe esté terminado lo llevará ante dicha comisión y también a la comisión constitucional. Según ha manifestado, este estudio es "independiente" al análisis del contenido de la Carta Magna y de abordar una reforma constitucional. 

Calvo sostiene que la redacción de la Constitución en masculino "se corresponde" con una sociedad de "hace 40 años" y cree que "hablar en masculino" traslada al cerebro solamente "imágenes masculinas". En este sentido, ha recordado en la toma de posesión de los ministros y ministras del Gobierno de Pedro Sánchez a muchas de ellas les "costó trabajo prometer como ministros" precisamente porque son mujeres.




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