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Channel: Club de Traductores Literarios de Buenos Aires
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¿Se acuerdan de Ediciones B, que pagaba mal? Bueno, ya no existe. Es de Penguin Random House, que paga mal

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La noticia no es nueva, pero tal vez no todo el mundo esté enterado de ella. La ofrecemos acá, sacada del diario mexicano Excelsior, que la publicó sin firma, con fecha del 4 de abril pasado. Por ella nos enteramos de que una serie de sellos españoles bastante malos fueron adquiridos por la omnívora Penguin Random House, que ya reúne una serie de sellos de lengua castellana, generalmente vaciados de todo atisbo de sentido, práctica que comparte con su competidora directa Planeta. A la distancia y con todo el debido respeto, nos compadecemos de los empleados de Ediciones B, quienes seguramente serán despedidos obedeciendo a las prácticas del grupo, y de los traductores que alguna vez trabajaron para la empresa y que, seguramente, ya no lo harán más. ¿Y la bibliodiversidad? Cada vez más es un chiste de gallegos.

Ediciones B es de Penguin; 
adquisición crece consorcio

El consorcio editorial Penguin Random House (PRH) firmó ayer en Barcelona, España, un acuerdo con el Grupo Zeta para la compra de Ediciones B, creada en esta ciudad catalana en 1986, se informó a través de un comunicado. El grupo Ediciones B reúne los sellos B, Bruguera, Vergara, Nova, B de Blook, B de Books, B de Bolsillo y B.cat. La sociedad adquirida se unirá a PRH en España y América Latina.

El director general de PeH, Markus Dohle, y el presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio Mosbah, anunciaron la compra y ésta se materializará “una vez se haya dado cumplimiento a los requisitos jurídicos y administrativos pertinentes”, apunta el documento.

Con la adquisición de los respetados sellos de Ediciones B ampliamos y crecemos aún más en los mercados de habla hispana, de importancia estratégica para nosotros, y seguimos construyendo nuestro compromiso de proporcionar a nuestros autores los mejores recursos editoriales y el mayor alcance para sus libros”, comentó Dohle.

Ediciones B queda en manos de una de las mejores editoriales del mundo, lo que supone una garantía total para continuar su exitosa proyección”, agregó Mosbah.

Se aclara que “el grupo editorial mantendrá la identidad y vocación editorial de cada uno de los sellos y seguirá publicando originales en español y traducciones al español y al catalán de obras de ficción y no ficción para público infantil y adulto”.

Núria Cabutí seguirá ocupando el cargo de directora general de la compañía, con el apoyo de Román de Vicente, director de Ediciones B. La nueva empresa editorial prevé publicar al menos dos mil títulos anuales.



La solicitada contra el pacto espurio de la UBA, el Instituto Cervantes, la UNAM, la Universidad de Salamanca cumple un año

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, en la que esta solicitada cumple un año, seguimos actualizando la lista de firmantes ya que,  diariamente continúan llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Maricarmen Rodríguez, Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Cultural Argentino de Lenguas Vivas (Tucumán, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°83  (Solano-Quilmes)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina)
Universidade Federal da Bahia (Brasil)
Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana (Brasil) 
Universidade Federal Fluminense (Brasil)
Universidade Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
Universidad Autónoma de Nuevo León (México)
UNAM (México)
El Colegio de México 
Universidad de Montevideo (Uruguay)
Universidad de la República (Uruguay)
Harvard University (Estados Unidos)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
University of Maryland (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales
Centro PEN Argentina
Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina (SEA)
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

Dos coberturas diferentes para el mismo hecho.

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La primera corresponde a Ezequiel Viéitez, para el diario Clarín del 28 de abril pasado. La segunda, a Silvina Friera, para el diario Página 12 del mismo día. Ambas destacan el cruce de palabras entre el polémico Pablo Avelluto, Ministro de Cultura de la Nación y el presidente de la Fundación El Libro, Martín Gremmelspacher, así como las partes más sustantivas del discurso de la escritora Luisa Valenzuela.

I
Cruce de palabras fuerte
en la apertura de la Feria

Pablo Avelluto
La apertura de la 43a. Feria Internacional del Libro (FIL) estuvo marcada por las declaraciones fuertes. La situación de la industria editorial, después de un 2016 en que las ventas de libros cayeron "entre un 15 y un 20 por ciento", según dijo en su discurso el presidente de la Fundación El Libro, Martín Gremmelspacher, fue el eje. Luego de palabras que describieron sin atenuantes el presente del negocio editorial, a su turno, el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, apeló a una salida irónica: "Conmigo no, Martín",parafraseó a Beatriz Sarlo, para luego enumerar las acciones de estímulo que lleva adelante la cartera que encabeza y hacer referencia a una situación económica que empieza a reactivarse.

El discurso central de la inauguración, a cargo de la escritora Luisa Valenzuela, también tuvo potencia. Se centró en el lugar de la mujer en la cultura y en el deber de combatir la era de la "posverdad". Entre personalidades y funcionarios también la escuchaba el ministro de Cultura porteño, Angel Mahler, que antes había subrayado la política de estímulo para las bibliotecas públicas porteñas.

En su presentación, titulada El poder de la Palabra, Valenzuela se declaró como "portavoz de las escritoras argentinas, pasadas y presentes, muchas de las cuales merecerían formar parte de los cánones que hasta hoy las ignoran". Y, en ese sentido, destacó la figura de Elvira Orphée y María Granata.

"Impera la posverdad, esa 'mentira emotiva'nacida para modelar la opinión pública desdeñando los hechos fehacientes y los datos verificables, esa lengua de madera (a decir de los franceses) especial para construir discursos engañosos, que llegan a convencer porque resultan atractivos, tranquilizadores, o quizá ¿convenientes? La era de la posverdad. Qué tremenda definición para los tiempos actuales. Tiempos de un ubicuo Moloch, ese monstruo bíblico con panza de fuego que traga a los nuevos desamparados y los multiplica: trabajadores desplazados, estudiantes, docentes, investigadores, inmigrantes, hasta mujeres, porque nos están convirtiendo en una población de riesgo", interpeló.

En ese contexto, destacó a la Feria como una oportunidad para el debate y el pensamiento. Y, actualizando a Chéjov, propuso al intelectual no como alguien que resuelva los problemas sino que ayude a plantearlos correctamente. Los intelectuales "son quienes ponen un signo de pregunta ante las certidumbres de los poderosos", resaltó. Evocando palabras de Carlos Fuentes en cuanto a todos los significados del libro, también pidió por una educación "pública, laica, en paz y sin discriminaciones".Pareció aludir a una polémica de los últimos días

Habló de "discursos sin filtro que avalan femicidios" y remató: "La lucha por la defensa de nuestros legítimos derechos se entabla desde todos los frentes, y la fuerza de la palabra es un elemento crucial que atraviesa cada uno de ellos".

Antes había tenido lugar el contrapunto entre Gremmelspacher y Avelluto. El titular de la Fundación El Libro planteó que pese a que el ministro conoce la actualidad sectorial, por su pasado en la industria, hay problemas que continúan y "los que teníamos se han agravado y han surgido otros nuevos".

Gremmelspacher aludió a la baja en el consumo, pidió que se libere el pago del IVA en la compra de papel para las editoriales -beneficio perdido en los '90- y advirtió sobre el peligro de un impuesto que habría propuesto el Ministerio de Economía y que gravaría al libro nacional con un IVA del 19%. El editor también pidió recuperar el volumen de compras de libros que solía realizar el Ministerio de Educación y que se redujo el año pasado.

Por momentos a un paso de enojarse, Avelluto respondió. "Esta no es la peor crisis de la Industria editorial.No hay ningún tiro de gracia en ningún lugar sobre un sector que es enormemente pujante, que en muchas situaciones peores, dictaduras, hiperinflaciones, megadevaluaciones, logró salir adelante", enfatizó. Apeló a la innovación y la salida al mundo para volver a crecer. Y mencionó varios programas en marcha: desde la ayuda que Cultura les dio a 58 libreros de distintos puntos del país para que participen en las Jornadas Profesionales en la Feria, hasta los 12 millones de pesos que se canalizaron para la compra colectiva de libros en bibliotecas populares. Mencionó, también, más de 20 mil libros que llegarán a las casas con la entrega de viviendas sociales este año. Y, en un extenso repaso, sumó la compra de "casi medio millón de libros infantiles para el programa El Estado en tu barrio".

En ese eje adelantó que el Ministerio facilitará el traslado de editores y autores a ferias internacionales, como Liber, en España, que tendrá a Argentina como invitada en octubre, o la de Bogotá, el año próximo. “Con un criterio de selección que no sea el de la simpatía partidaria que se utilizó a lo largo de los últimos 12 años en nuestros país”, recalcó. Entre otros logros, como el crecimiento del acervo de la Biblioteca Nacional, centró entre los objetivos de su cartera "reducir prejuicios y generar mecanismos de transparencia", incluyendo una referencia a los cambios que se llevan adelante en el INCAA. Dos miradas anoche chocaron de frente.


II
Una apertura sin frases de ocasión

Luisa Valenzuela
La inauguración de la 43° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, con Los Ángeles como ciudad invitada, fue el escenario donde se desplegó el asunto de enfrentar la posverdad, “las falsas verdades que obnubilan el entendimiento”, como definió de manera ejemplar Luisa Valenzuela, en una apertura memorable. “Del duelo hacemos potencia”, suelen repetir las Madres de Plaza de Mayo, a quienes recordó al cumplirse los 40 años de su primera ronda. Pero antes de escuchar a la autora de Cambio de armas, habló Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro. “La industria editorial está atravesando uno de sus momentos más delicados, con caídas en las ventas del 25 por ciento, lo que afecta especialmente a las pequeñas y medianas editoriales. De un año al otro se han dejado de producir 20.000.000 millones de ejemplares, o sea casi 55.000 ejemplares por día”, ilustró Gremmelspacher y recordó que el año pasado, en el mismo lugar, el ministro de Cultura Pablo Avelluto hizo referencia al conocimiento que tenía por haber pertenecido al sector. “La verdad, señor Ministro, es que no sólo continuamos con esos mismos problemas, que arrastramos sin resolverlos, sino que los que teníamos se han agravado y han surgido otros nuevos. El otro brazo de la tenaza que asfixia al sector es la subida de los costos impulsados por los desmedidos aumentos de las tarifas de servicios”, explicó el presidente de la Fundación El libro.  

“La asimetría impositiva es de los problemas tradicionales que enfrenta el libro. A fines de la década del 90 el sector editorial dejó de compensar el Impuesto al Valor Agregado sobre el papel contra el Impuesto a las Ganancias. Necesitamos en estos momentos, como medida de emergencia, recuperar esa situación fiscal en forma urgente, camino a un tratamiento impositivo que nos permita recuperar todos los IVA pagados durante el proceso industrial y comercial, tanto editores como libreros. Nuestros principales competidores, México, Colombia y España, tienen políticas públicas activas de protección a la industria editorial y, aunque parezca mentira, Argentina no las tiene”, comparó el presidente de la Fundación y precisó que por la ausencia de protección el país quedó relegado al cuarto puesto dentro del mercado hispanohablante. El sector editorial está preocupado por un proyecto de reforma impositiva, aparentemente solicitado por el Ministerio de Economía a una conocida institución privada, que incluye como propuesta gravar al libro argentino con un IVA del 19 por ciento y que implicaría la derogación de la excepción sostenida por todos los gobiernos durante décadas. “De aplicarse esta medida, sería el tiro de gracia para el libro argentino”, sentenció Gremmelspacher. Avelluto reconoció que fue un año “muy difícil” para muchos argentinos. “Viví muchas crisis económicas y financieras, y vi en cada una de ellas cómo el sector editorial, a través de su talento, se las ingenió para salir adelante. Por lo tanto, parafraseando a una querida amiga escritora, Beatriz Sarlo: ‘Conmigo no, Martín’. Esta no es la peor crisis de la industria editorial, no hay ningún tiro de gracia. Que la situación es difícil, lo comparto. Que en el último trimestre del año pasado las cosas empezaron a mejorar es un hecho”.

Valenzuela definió la posverdad como “esa mentira emotiva nacida para  modelar la opinión pública desdeñando los hechos fehacientes y los datos verificables, esa lengua de madera especial para construir discursos engañosos, que llegan a convencer porque resultan atractivos, tranquilizadores, o quizá convenientes” y destacó que estos son tiempos de un ubicuo Moloch, “ese monstruo bíblico con panza de fuego que traga a los nuevos desamparados: trabajadores desplazados, estudiantes, docentes, investigadores, inmigrantes, hasta mujeres porque nos están convirtiendo en una población de riesgo”. La presidenta del PEN Argentina afirmó que le cabe a la literatura “asumir su papel de superficie reflectante, útil para echar luz sobre aquellos espacios que se busca mantener a oscuras” y garantizó que “en la lectura encontraremos armas defensivas para enfrentar el horror del mundo, armas que pueden llegar a descolocar a quienes se sienten dueños incuestionados de la verdad”. La autora de Aquí pasan cosas raras señaló que “la lucha por la defensa de nuestros legítimos derechos se entabla desde todos los frentes, y la fuerza de la palabra es un elemento crucial”. “Cuando quienes detentan el poder parecerían vivir en la RA, la Realidad Aumentada en la cual los elementos físicos tangibles se combinan con elementos virtuales, noso- tros en este suelo, con o sin ciudadanía, atendiendo al preámbulo de nuestra Constitución, somos habitantes de otra RA, la República Argentina. Y alzamos la voz. Cada vez más fuerte se hace oír la palabra para enfrentar la gran ola de esta posmodernidad líquida que amenaza arrasarnos convertida en tsunami”.



"Eco fue un maestro de vida"

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Barbara Bertoni
Barbara Bertoni es una traductora italiana establecida en México. Lo que se lee a continuación es su primera colaboración para este blog. Se trata de un diálogo entre ella y la española Helena Lozano Miralles, desde 1995 traductora al castellano de la obra de Umberto Eco.

El placer de traducir a Eco

Helena Lozano Miralles
Helena Lozano Miralles(Madrid) es profesora en la Universidad de Trieste y traductora de Umberto Eco al español. Buena parte de su labor como investigadora universitaria la ha desarrollado en el campo de la traducción. Ha colaborado con varios grupos de investigación dentro dela lexicografía, didáctica de lenguas extranjeras, traductología, traducción especializada y lingüística de corpus. Tiene un sinfín de artículos y ponencias en los que reflexiona sobre su experiencia al traducir a Eco y donde aborda dificultades concretas de su día a día como traductora. Entre sus traducciones de Umberto Eco destacan La isla del día de antes (1995), Kant y el ornitorrinco (1999), Baudolino (2001), Segundo diario mínimo (2003), La misteriosa llama de la reina Loana (2005), Decir casi lo mismo (2008), El cementerio de Praga (2010) y Número Cero (2015). Todas ellas publicadas por Lumen.  En 2006 recibió el Premio Nazionale per la Traduzione de la República Italiana.

–¿Qué formación tenías cuando empezaste a traducir? ¿Tuvo algo que ver Umberto Eco, que fue tu maestro en la Universidad de Bolonia en los años ochenta y tu director de tesis, con tu decisión de dedicarte a la traducción?
–En realidad yo no me formé en una Facultad de Traducción. Me titulé en semiótica con Umberto Eco en la Universidad de Bolonia. El estudio profundo de los mecanismos comunicativos de cualquier tipo de texto o de sistema semiótico ha sido fundamental para mí labor como traductora. Yo trabajaba como traductora técnica para mantenerme en los estudios y un día el profesor Eco me pidió que le diera mi opinión sobre una traducción. Escribí un informe a la editorial y ahí empezó mi colaboración con Esther Tusquets, que dirigía la editorial Lumen, y, por supuesto, con Eco, en calidad de traductora.

–Has dedicado casi exclusivamente tu actividad como traductora a la traducción de los libros de Eco. ¿Qué significa traducir muchas obras del mismo autor? ¿Cuál de los libros de Eco ha sido el que te ha costado más trabajo y por qué? ¿Y cuál es el que te ha dado mayor satisfacción?
–Traducir muchas obras de un mismo autor, cuando el autor te gusta, es un auténtico placer. Al menos, para mí lo ha sido. Además, con Eco no te aburres nunca, siempre estás aprendiendo. Supongo que el libro más complejo fue La isla del día de antes, traducido en una época pre-internet donde la documentación requería de muchas horas de trabajo en bibliotecas, pero creo que también por eso es el que me dio más satisfacción: el olor de los libros antiguos y el contacto con ese papel son algo que se echa de menos ahora que hay muchísimos textos ya digitalizados o que, si los necesitas, te los digitalizan con facilidad y te los mandan por correo electrónico.

–¿Cómo fue tu relación con Eco como alumna y cómo era tu relación con él como traductora?
–Era un profesor que amaba ser profesor y su relación con los alumnos era excelente. Siempre tenía el punto de ironía y la palabra sabia que te guiaban. Y esa relación la tenía también con sus traductores. Pero siendo la gran persona que era, trabajar con él –porque a él le gustaba ver cómo crecían sus libros en otras lenguas– siempre te lo agradecía. Y, por supuesto, apoyaba siempre a los traductores.

–¿Fue Eco para ti también un maestro de vida?
–Sí, Eco fue un maestro de vida. En la universidad, por su dedicación a la labor docente y por el respeto que siempre tenía hacia los estudiantes. En nuestra relación autor-traductor, por su lealtad. En la vida de todos los días, por su integridad y su lucidez. 

Verdades como puños: "Además del español y las variantes de frontera, en Uruguay hay una importante población que tiene al inglés como segunda lengua, ya que es enseñado de forma obligatoria desde el primer año de secundaria."

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El ex presidente uruguayo José Mujica, con el kit de supervivencia de su país

Viajeauruguay.com es un curioso portal, que imaginamos turístico, donde, entre muchas otras cosas, también se le ofrece información al viajero. Ésta es variada y no excluye las incursiones en la lexicografía. Por eso, por si hubiese alguien que necesitara aclaraciones, se transcribe a continuación, sin corrección alguna, un texto sobre las variantes léxicas del castellano de Uruguay que, seguramente, hará las delicias de especialistas y legos.

Cómo hablan los uruguayos

El castellano o español es el idioma oficial de Uruguay, hablado por la inmensa mayoría de sus habitantes. El español uruguayo es una variante del dialecto rioplatense, hablado en las regiones aledañas a la Cuenca del Río de la Plata.

Por ello, el español de Uruguay presenta grandes similitudes con el de Buenos Aires y otras regiones de Argentina. El dialecto rioplatense se caracteriza por el uso del pronombre “vos” en lugar de “tú”, con su propia conjugación verbal en presente ("sos" en vez de "eres", "tenés" en vez de "tienes", etcétera). Ésta es la característica gramatical más distintiva del español rioplatense respecto al hablado en España e Hispanoamérica.

Sin embargo, el dialecto del Río de la Plata no es un idioma homogéneo. Entre bonaerenses y uruguayos existen varias diferencias idiomáticas, diferencias casi imperceptibles para hablantes extranjeros, pero que no dejan de ser significativas a nivel de entonación, vocabulario y expresiones típicas.

Cómo hablan los uruguayos en los distintos lugares del país
También a la interna del territorio uruguayo hay formas de hablar heterogéneas. Entre los hablantes de la capital y de los distintos departamentos del país se observan varias diferencias en cuanto al acento y las formas gramaticales. En el centro-sur del país es extendido el uso del “vos”, mientras que en los restantes departamentos es más generalizado el “tú”. Con frecuencia, se emplea el pronombre “tú” con la conjugación verbal del “vos”: por ejemplo, “tú tenés” en lugar de “tú tienes”.

En departamentos de Rivera y Artigas, en las zonas de la frontera con Brasil, es notoria la influencia del portugués, al punto que hay hablantes bilingües y a la fusión entre ambos idiomas se la conoce como un nuevo dialecto: el “Portuñol”.

Además del español y las variantes de frontera, en Uruguay hay una importante población que tiene al inglés como segunda lengua, ya que es enseñado de forma obligatoria desde el primer año de secundaria. El portugués, francés e italiano son también idiomas estudiados por numerosos uruguayos como lengua secundaria.

Por la calidad turística de Montevideo y la fácil comprensión del español de sus habitantes, la capital uruguaya se potencia cada vez más como centro del llamado “turismo idiomático”, una modalidad del turismo cultural que ya ha marcado tendencia en Argentina y que consiste en estadías más bien prolongadas para aprender o perfeccionar el idioma. En 2013 se organizará en Uruguay el congreso internacional del turismo idiomático, afianzando al país como destino para esta actividad. 

Diccionario de palabras uruguayas
A continuación, te mostramos un mini listado de expresiones y palabras típicas usadas por los uruguayos, con significados distintos a los del español de otros países.

Afanar: Robar
Almacén: Tienda pequeña donde se venden alimentos y artículos para el hogar.
Apuntarse: Acompañar a otros en una salida o actividad.
A pata: A pie.
Al mango: Con volumen alto.
Bancar: Soportar.
Barra: Grupo de amigos.
Bo: Apelativo para llamarse entre amigos, equivalente al “che”, pero aún más informal. (Se discute si se escribe “Vo”, ya que es típico de la oralidad).
Boliche: Bar.
Boludo: Persona despistada. / Apelativo muy informal para llamar a alguien, generalmente usado entre amigos.
Bondi:Ómnibus, autobús.
Botija: Niño.
Buzo: Suéter, pulóver.
Canario: Persona oriunda del departamento de Canelones, aunque también se usa para referirse a cualquier habitante del interior del país, a veces con sentido despectivo.
Carpa: Tienda de campaña, para acampar.
Cebar: Verter agua caliente en el mate.
Chicle: Goma de mascar.
Cuadro: Equipo de fútbol.
Chance: Posibilidad, oportunidad.
Che: Interjección o vocativo, para llamar a alguien.
Chiquilín/Chiquilina: Niño o niña (también se usa genéricamente para referirse a las amistades, aunque sean adultos).
Chorro: Ladrón.
Dale: OK, de acuerdo.
Dar bola/ Dar bolilla/ Dar pelota: Prestar atención a algo o alguien.
De más: Genial, muy bueno.
Embole / Embolarse: Aburrimiento / Aburrirse.
Flauta: Pan alargado tipo baguette, el más común vendido en las panaderías y supermercados.
Gamba: Pierna. (“Una gamba” también se utiliza para referirse al billete de cien pesos).
Garronear: Obtener algo gratis de forma poco lícita.
Gil: Tonto.
Gurí: Niño pequeño.
Laburo: Trabajo.
Pancho: Frankfurter, hot dog, salchicha.
Pavada: Tontería.
Ta: De acuerdo, OK. (Es una expresión muy usada en el lenguaje coloquial, y no siempre tiene un significado específico).
Terraja: Vulgar.

Diccionario uruguayo-argentino
Si bien los uruguayos y argentinos tienen una forma de hablar similar, hay varios objetos que se designan con diferentes palabras. Por eso, este listado de traducciones es muy útil para los turistas argentinos.

Apartamento: Departamento
Año (referido al nivel de estudio): Grado
Bizcochos: Facturas
Botija/Gurí/Chiquilín: Chico, pibe
Caldera: Pava
Caravanas: Aros
Championes : Zapatillas
Liceo: Secundaria
Ómnibus: Colectivo
Ómnibus interdepartamental: Micro
Plantillas: Vainillas
Refresco: Gaseosa
Refuerzo: Sándwich
Setiembre: Septiembre


¡Pronto se venderán libros por página!

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La noticia, anunciada por la agencia TELAM el pasado 26 de abril, fue recogida por todos los medios de comunicación. Sin embargo, lejos de ser buena, sirve para entender al menos dos cosas: a) lo caros que están los libros argentinos en la actualidad, y b) lo bajo del poder adquisitivo de muchos de sus usuarios quienes, con sus sueldos, no pueden permitirse comprarlos. No faltará el cínico que venga con lo del vaso medio lleno o medio vacío. Podremos suponer que en el suyo no falta el champagne.

Podrán comprarse en tres cuotas 
los libros de impresión nacional

Así lo informó la Secretaría de Comercio. Los ejemplares se venderán en 3 cuotas sin interés desde este jueves hasta el 15 de mayo en todos los comercios del país.

"De esta manera, a través del Ahora 3, el Estado favorece la promoción de hábitos de lectura y cultura, en sintonía con el acontecimiento cultural más importante de Latinoamérica, la Feria Internacional del Libro", se informó oficialmente.

Los libros de impresión nacional podrán ser adquiridos en comercios de todo el país, todos los días entre el 27 de abril y el 15 de mayo, durante la fecha de funcionamiento de la Feria.

"El objetivo es contribuir con la promoción de la obra literaria como fuente de desarrollo cultural y estimular la demanda de libros durante uno de los eventos culturales más importantes que se desarrollan en nuestro país, como lo es la Feria del Libro", señaló el subsecretario de Comercio Interior, Javier Tizado.

En este sentido, añadió que se extiende "el beneficio para que los consumidores puedan comprar en 3 cuotas sin interés libros de impresión nacional y de esa manera fomentar la industria local".

"Quien controle la mayor cuota de mercado en América Latina acabará controlando el mercado en España"

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El pasado 28 de abril, Bernat Ruiz Domènech (foto) subió a su blog Verba Volant Scripta Manent la siguiente entrada a propósito de lo que significa en el mundo editorial la compra de Ediciones B por parte de Penguin Random House. La noticia de esa operación, que fue dada en el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires ese mismo día, suma con la nota que se ofrece a continuación nuevos matices.

Ediciones B, jaque al Grupo Planeta

Penguin Random House ha llegado a un acuerdo con el Grupo Zeta para comprar Ediciones B. La operación no está cerrada pero se supone que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia no pondrá pegas. La mayoría de medios, hasta ahora, han tratado el caso con la superficialidad habitual. Destacan pocos artículos, como los de Daniel Arjona o Carles Geli –ambos los comentaremos aquí– y este de Paula Corroto en El País, bien documentados. Del resto, la mayoría suma y resta, se limitan a decir cómo queda el panorama y poco más; pero hay más, mucho más.

¿A qué precio se ha vendido Ediciones B?
El único medio de comunicación que puso precio a la operación fue El Confidencial, el primero en dar la noticia en un artículo de Daniel Arjona. En el primer párrafo dice esto: “Penguin Random House […] ha cerrado la compra de Ediciones B por 40 millones de euros. Según han informado a El Confidencial fuentes del sello barcelonés perteneciente hasta la fecha al grupo Zeta, el acuerdo estaría listo, la firma sería inminente y la decisión habría sido comunicada ya a la plantilla. La oferta sería la más alta recibida hasta la fecha por Ediciones B, superando con creces la cifra en torno a los 15-20 millones de euros que se venía manejando. Hasta tres compradores interesados en el sello se habrían retirado de las negociaciones. Random House se muestra así más que generoso de chequera para hacerse con un fondo infantil que es todo un tesoro”.

No dudo de las fuentes de Arjona y tampoco dudo que la cifra sea cierta pero Ediciones B no vale 40 millones. Grupo Zeta vende Ediciones B para enjuagar una deuda que, a finales de 2016, ya ascendía a 100 millones de euros. Si esta venta hubiera tenido lugar antes de la crisis el precio –ajustando la inflación– sería comprensible pero hoy es una valoración demasiado alta; casi toda la industria editorial española anda escasa de dinero o está gravemente endeudada, por eso los 15 o 20 millones que menciona Arjona son un precio más ajustado a la realidad del Grupo Zeta y a la del mercado editorial español.

Es posible que, además de PRH, tres grupos más estuvieran interesados en Ediciones B? Si sólo lo viéramos en clave española, lo dudo; quizás Grupo Planeta pudiera afrontar una compra a un precio moderado pero hace años que arrastra una deuda de 1.300 millones de euros y anda reestructurando sus empresas editoriales. Además de PRH y Planeta en España no hay ningún otro grupo editorial comercial –el libro de texto es otra cosa– capaz de afrontar una compra como esta porque ningún banco la apoyaría. Carles Geli, en un buen artículo en El País, acierta al apuntar que RBA está en un estado demasiado precario como para planteárselo –yo creo que además es demasiado pequeño– y que Anaya no es candidata por su pertenencia al grupo francés Hachette; los franceses andan muy liados en su crecimiento en países anglosajones y tanto España como Latinoamérica pueden no estar entre sus prioridades ahora mismo.
Es precisamente a América Latina donde debemos mirar si nos preguntamos qué ha comprado PRH; ahí sí que tiene sentido el interés de Planeta y otros grupos extranjeros. Y también tiene sentido un precio tan alto.

¿Qué ha comprado PRH por 40 millones de euros y por qué?
El Grupo Planeta concentra, aproximadamente, el 24% del total del mercado de libros en España. PRH, antes de esta última compra y desde la adquisición de Ediciones Generales de Santillana –Alfaguara y compañía– al grupo PRISA, controlaba entre un 16 y un 18%; si sumamos el 4% de Ediciones B el grupo controlado por Bertelsmann ya cuenta con entre un 20 o un 22% del mercado español.

Hay quien dice que la compra tiene sentido para crecer en cuota de mercado en España –especialmente en infantil y juvenil– y por el fondo de Ediciones B. Dudo que Mortadelo y Filemón, el TBO o Superlópez justifiquen 40 millones de euros; también me parece dudoso que el objetivo sea crecer en un segmento, el infantil y juvenil, que sufre un descenso de ventas tras aguantar bastante bien lo peor de la crisis. Ambos son buenos objetivos complementarios pero en mi opinión no justifican la compra; y menos por 40 millones.

Ni Grupo Planeta ni PRH quieren modificar el statu quo en España, al menos no a corto plazo; Planeta mantiene buenas relaciones con Bertelsmann desde hace décadas, en el pasado han sido socios en Círculo de Lectores –entre otras iniciativas– y actualmente ambos participan en el accionariado de Libranda; además, los alemanes participan en Antena 3 mediante la cadena de televisión RTL. Planeta, con los años, ha conseguido verticalizar un gran porcentaje de la cadena de valor controlando la edición, distribución y su propia red de librerías –Casa del Libro– y dudo que PRH quiera una guerra comercial abierta en España; ambos controlan las reglas del juego del sector del libro mediante su cuota conjunta de mercado, sus filiales, los gremios y la labor de la FGEE. Bertelsmann sabe que Grupo Planeta atraviesa una profunda crisis y podría estar tentada de acelerar su caída pero si quiere un mercado español estable necesita que el grupo de la familia Lara conserve su mala salud de hierro.

En América Latina la lógica es muy distinta; la competencia es despiadada y PRH no necesita –ni siquiera puede– coordinarse con Planeta para mantener el mercado bajo control como en España porque grupos de todo el mundo están tomando posiciones; es un mercado demográficamente enorme, políticamente fragmentado, en expansión económica y con unos índices de alfabetización y lectura en ascenso. Planeta no dispone de recursos para reforzar significativamente su posición y a duras penas puede sostener su crecimiento orgánico; PRH tiene dinero pero no dispone del tiempo que exige un crecimiento comercial de esta magnitud. Ediciones B tiene una presencia relevante en América Latina con una red comercial madura y con experiencia en México, Venezuela, Colombia, Chile, Argentina y Uruguay.

Ediciones B vale 40 millones de euros para Penguin Random House porque le permite una rápida expansión comercial en la mayoría de países más jugosos de América Latina. No tiene que crear la red de la nada porque puede comprarla, añadiendo a la que ya posee las oficinas, el personal y, más importante todavía, el conocimiento comercial, el know how.

Grupo Planeta, por su parte, atraviesa una difícil situación. La compra de Editis no dio los réditos esperados en Francia la endeudó demasiado y entró en pérdidas; ésta y otras expansiones coincidieron con el inicio de la crisis y se juntaron el hambre con las ganas de comer: renegociación de vencimientos de deuda y desplome de los ingresos. En lo peor de la tormenta, además, compraron Círculo de Lectores a Bertelsmann en dos fases; un 50% en 2010 y el resto en 2014, poco antes de que los alemanes cerraran el mismo tipo de negocio en Alemania, Austria y la Suiza de habla alemana. Nadie cierra un negocio rentable; Planeta lleva años tomando decisiones difíciles de comprender y a veces tengo la sensación que Bertelsmann ha jugado a enredarlos cuanto más mejor.

Hasta hace unos lustros quien dominaba el mercado editorial español hacía lo propio en el latinoamericano. Hoy es justo al revés: quien controle la mayor cuota de mercado en América Latina acabará controlando el mercado en España. Penguin Random House, con la compra de Ediciones B y una situación económica saneada, ha puesto en jaque al grupo de la familia Lara; me temo que Grupo Planeta ya no puede responder a órdagos como éste.

Fuente: http://www.bernat-ruiz.com/2017/04/28/ediciones-b-jaque-al-grupo-planeta/#.WQWMmDz7es9.facebook

Sin gobierno, como casi todos los años, pero peor

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Silvina Friera, como todos los años, traza en la siguiente nota, publicada por Página 12 el 2 de mayo pasado, un panorama de la edición y las ventas de libros en la Argentina a partir de un paseo por la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.  

Sin esperanzas de poder remontar
una coyuntura compleja y polarizada

“Sin libros no hay futuro posible.” El volante de fondo rojo sangre “S.O.S Libro Argentino”, firmado por la Cámara Argentina del Libro (CAL) y la Cámara de Papelerías, Librerías y Afines (Capla), resume la situación con que el sector enfrenta durante la 43° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Las ventas disminuyeron un 25 por ciento, aumentaron los costos de los servicios básicos y la logística, la producción de libros se desplomó un 25 por ciento –durante el año pasado, 20 millones de ejemplares menos que en 2015–, cayeron las compras estatales y cerraron librerías. La lectora atribulada, que vuelve como todos los años a caminar por los pabellones del Predio de la Rural, anda un tanto alienada por el regreso de la locutora que anuncia las presentaciones de libros y los principales actos. Los ánimos no están por el subsuelo, pero tampoco cunde la esperanza de remontar una coyuntura tan compleja y polarizada que ocasiona que se vendan libros muy caros como la biografía bilingüe de Arthur Rimbaud a $1500 porque, concentración económica mediante, los más ricos tienen cada vez más dinero para gastar.

La lectora atribulada habla con Maximiliano Kreft de Waldhuter (stand410 del pabellón azul), una distribuidora que tiene libros de sellos españoles como Impedimenta, Acantilado, Atalanta, Periférica, Nórdica, Páginas de Espuma, Funambulista y La Uña Rota, entre tantos otros. “La Feria arrancó bien con las jornadas profesionales, con los libreros del interior que vinieron a hacer sus compras. Vinieron de muchas librerías chicas del interior. Como los libros que tenemos no se consiguen en otras librerías, la Feria es el momento para comprar. Los que compran acá saben que van a conseguir determinadas editoriales que sólo distribuimos nosotros”. Waldhuter es un espacio para perder la cabeza. Un repaso desordenado y ecléctico –atributos de un tipo de lector con el que muchos se identifican- registra Cómo se hizo Donald Trump, de David Cay Johnston, publicado por Capitán Swing ($520) y la Obra completa bilingüe de Arthur Rimbaud, publicada por Atalanta en un solo tomo ($1500). “En las dos últimas horas se vendieron diez ejemplares de Rimbaud”, aclara Kreft. En este espacio hay libros muy caros y otros con precios más “razonables”, como El monstruo de colores de la catalana Anna Llenas, publicada por Flamboyant ($390), libro para chicos que es el más vendido en Waldhuter. Hasta el sábado vendieron 230 ejemplares. El ejemplo contrario sería Kafka, una biografíade Reiner Stach, en dos tomos, editada por El Acantilado ($2200).

La libreta de la lectora atribulada se empieza a llenar de títulos: Una biografía Gainsbourg: Elefantes rosas, de Felipe Cabrerizo, publicada por Expediciones polares ($550); Mercier y Camier de Samuel Beckett, editado por una nueva editorial española, Confluencias ($400); Tres años en la cámara de gas de Filip Müller, publicado por Confluencias, con prólogo Yehuda Bauer e introducción de Fernando Palmero ($550); Correspondenciade Anton Chéjov con Olga Knipper, publicada por Páginas de Espuma ($350); La fórmula preferida del profesor, de la escritora japonesa Yoko Ogawa, editada por Funambulista ($470); La noche sexual ($380) y La lección de música de Pascal Guignard ($400), ambos publicados por Funambulista; Soy un gato del japonés Natsumae Soseki, publicado por Impedimenta ($600); Cuentos de hadas de la narradora británica Angela Carter, publicado por Impedimenta ($560); Las Mitford: Carta entre seis hermanas, editada por Tres Hermanas ($700); El aumento seguido de El arte de abordar a su jefe de servicio para pedirle un aumento, publicado por La Uña Rota ($460) y La caja de los deseos, la obra en prosa de Sylvia Plath, editada por Nórdica ($500).   

El próximo año, Montevideo será la ciudad invitada a la Feria del Libro. La lectora atribulada rumbea hacia el pabellón amarillo al stand 1600 donde está Uruguay. “Ahora tenemos el doble de espacio en comparación con el año pasado, para aumentar la visibilidad de nuestros libros”, cuenta Ezequiel Figueredo, uno de los encargados del espacio. Excepto los libros de Criatura y Hum, dos editoriales uruguayas que tienen distribución en la Argentina, el resto solo se consigue en este stand, como la novela Alerta naranja de Leandro Delgado y Niño rico con problemasde Dani Umpi ($100 cada uno), ambos editados por la Propia Cartonera; Poesía completa de Idea Vilariño, publicada por Cal y Canto ($350); una recomendación fervorosa de Figueredo de uno de sus autores uruguayos favoritos: Gustavo Espinosa y tres de sus libros: Todo termina aquí, Las arañas de marte y Carlota podrida, los tres editados por Hum ($230 cada uno); Dualidades de la gran poeta uruguaya Circe Maia, publicada por Rebeca Linke ($260); y Un proyecto latinoamericano. Antonio Candido & Ángel Rama, correspondencia, con prólogo y notas de Pablo Rocca, editada por Estuario ($270). “El libro argentino subió tanto que estamos más baratos o igual, algo que nunca había pasado en la historia”, reconoce Figueredo. Una maestra pregunta el precio de un libro para chicos y aclara: “Quiero que mis alumnos conozcan a (Alfredo) Zitarrosa”. La maestra compra Crece desde el pie, la canción de Zitarrosa ilustrada por Pantana. El libro, publicado por Criatura, incluye un CD con la canción en la versión de Martín Buscaglia ($230).

Hablar con Jorge Gurbanov, de Ediciones Continente (stand 1316, pabellón verde), es un placer. Pero también enciende todas las alarmas por la situación de la industria editorial. “Todavía no sabemos cómo viene la Feria porque recién el próximo fin de semana llegan los bibliotecarios de la Conabip a comprar. La gente viene sin plata a la feria porque estamos a fin de mes. Los primeros días nunca se sabe cómo van a ser. Tenemos una incertidumbre total sobre lo que va a pasar –reconoce Gurbanov—. La tendencia del mercado es la venta de los libros caros. La gente que tiene plata, tiene cada vez más plata, y compra libros más caros. En la librería El Ateneo estamos batiendo récord de ventas con libros infantiles de $600 para arriba. Las señoras vienen con la pila de libros al mostrador, pelan la tarjeta y no preguntan cuánto valen los libros. A la Feria no sé si viene esa gente. A nosotros nos está yendo menos mal que al resto porque tenemos 20 mil títulos en distribución, sólo mil son los que editamos nosotros. Vendemos pocos ejemplares de muchos títulos. Los otros han dejado de vender más de lo que dejamos de vender nosotros”.

–¿Cuánto dejó de vender Ediciones Continente?
–La caída fue de un 12 por ciento en ejemplares.
Gurbanov cuenta que en la mesita de luz de su casa tiene una foto de Alberto Sileoni, exministro de Educación, con una velita que le prendía todas las noches por la cantidad de libros que compró durante su gestión a las medianas y pequeñas editoriales. “Toda nuestra producción se hace en empresas recuperadas y autogestionadas. Ahora el costo de producción en el país es tan alto que no solo no podemos exportar, sino que nos sale más barato traer el libro de afuera. Ese libro que hacíamos de a mil o 2 mil ejemplares en imprentas recuperadas, ahora con 400 0 500 nos alcanza. Y una edición de 500 ejemplares es muy cara. Hoy nos sale más barato traer 300 ejemplares de España, que además nos dan crédito a largo plazo, los libros vienen en consignación y los pagás cuando los vendés. De lo que nosotros imprimimos acá, el 50 por ciento del costo es papel. El papel lo pagaste ayer y te lo entregan mañana. El libro lo tenés que consignar. Cuando te viene el informe de ventas, hay 120 días para cobrarlo. Entonces se produce todo un quiebre en el aparato de producción. A su vez, no podés exportar, no hay compras por parte del Estado y la pérdida del poder adquisitivo generan un combo explosivo”. El editor de Continente advierte que le preocupa más el futuro del país que el del sector editorial. “Después del discurso del ministro de Cultura (Pablo Avelluto), creo que tenemos que asumir la derrota. No estamos vencidos, pero hasta que no comprendamos que nos derrotaron, no vamos a poder armar la contraofensiva. Nosotros seguimos haciendo chistes, pero me estoy cuestionando si tenemos que hacer chistes, me parece que no. (Arturo) Jauretche decía que un pueblo triste, un pueblo que no tiene humor, no tiene fuerza para la pelea. Pero nos toman el pelo; lo que hizo Avelluto fue una falta de respeto total. No tenemos capacidad de reacción, ahí nos tendríamos que haber levantado y habernos ido. Cómo le va a decir al presidente de la Fundación El Libro ‘Conmigo, no’. ¡Por favor!”, se queja Gurbanov.

En Ediciones Continente se pueden conseguir los tres libros del escritor y cineasta César González –La venganza de cordero atado, con el seudónimo de Camilo Blajaquis, Crónica de una libertad condicional y Retórica al suspiro de queja– a $179 cada uno; Mujeres de fuego de Stella Calloni ($259); Cuentos de duendes de la Patagonia de Néstor Barrón ($198) y Plan Macri. Argentina gobernada por las corporaciones, compilado por Ariel Lijalad con textos de Pedro Biscay, Graciana Peñafort, Pablo Llonto y Stella Calloni, entre otros, con un prólogo de Hebe de Bonafini y un epílogo de Eduardo Rinesi ($298), que se presentará el último día de la Feria, el lunes 15 de mayo. “El problema son las librerías que no son cadenas, porque la pérdida de poder adquisitivo se nota más en esas librerías. Dos cadenas, la de Clarín (Cúspide) más la de ILHSA, suman casi 90 locales de venta al público. Muchas librerías no van a poder sostener la renovación del alquiler. Entonces viene un efecto bola de nieve. Lo primero que hace el librero es pagar el alquiler, los sueldos, los aportes de sus empleados, los servicios, y después paga los libros. El 90 y pico por ciento de nuestra facturación es liquidación de consignación, que se paga a 90 o 100 días. Lo último que se paga es al proveedor y ahí veo una complicación. ¿Quién va a poder aguantarlo? Penguin Random House y Planeta, que tienen muchas espaldas. Lo que veo es el fenómeno de la concentración. La última que cayó es Ediciones B, que la compró Penguin Random House. Estamos mal, pero lo peor todavía no llegó”, augura Gurbanov.

“Se trata de otra luz, de otra cadencia./ Por eso es que sin prisa/ como quien pone a orear su corazón, como quien tiende/ las penas al sereno,/ tomo un último mate, digo mi copla y parto”. Son los versos iniciales de “País de voz Quemada/II”, del excepcional poeta pampeano por adopción Edgar Morisoli. Nacido en 1930 en Acebal, Santa Fe, y autor de 28 libros, es “un nuevo hallazgo” del empecinado poeta y editor Javier Cófreces, de Ediciones En Danza, que en esta Feria tiene un stand en el Nuevo Barrio, en el pabellón amarillo. Ahí se pueden encontrar títulos como Nada personal, antología de poemas de Pier Paolo Pasolini, Antología personal de Edgar Morisoli, Los apestados/Heráclito nada de Alberto Muñoz, El nombre revelado de Alberto Szpunberg, Cartas/Documentos y poemas recuperados de Jorge Leónidas Escudero, Herejía Bermeja de Juan Carlos Bustriazo Ortiz ($280 cada uno) y el clásico Poesía Completa de Escudero ($490). “En las jornadas profesionales vinieron libreros y distribuidores de Córdoba, Bahía Blanca, Neuquén a buscar materiales que ya sabían que encontrarían acá. Entonces nos fue relativamente bien, vendimos entre unos 70 a 80 libros. Ni bien se terminaron las jornadas y empezó a llegar el público, vendimos un libro o dos por día. Ese es más o menos el estándar de convocatoria de la poesía. Es triste, pero es así. La situación económica es patética para los trabajadores y para las empresas. Lo que está pasando en el mercado editorial es tremendo; los libros se están imprimiendo afuera”.

–¿Imprime los libros de Ediciones En Danza afuera?
–¡Nooo! Jamás lo haría, por una concepción ideológica. Publicamos libros de poetas de todo el país, no voy a hacer libros afuera. Jamás se me ocurriría. Además, la diferencia de precios se nota en grandes escala, no en la nuestra. Ahora no hay políticas de Estado que protejan a las editoriales. En diez años, el anterior gobierno compró 80 millones de libros. Desde 2014, con la colección Juan Gelman, se compraron un millón de libros de poesía y nosotros tuvimos una gran participación en esa colección, con cinco títulos y 60 mil libros. Nosotros podemos tardar años en vender 60 mil libros, la poesía se vende poco. Pero hay que persistir y resistir, que es la actitud de la poesía.


El SPET en mayo con Ana Eugenia Vázquez

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En la próxima reunión del SPET, que tendrá lugar el jueves 18 de mayo a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), nuestra invitada Ana Eugenia Vázquez se hará cargo de la segunda de las “Lecturas pendientes” propuestas en el marco del Ciclo I/2017: “Traducciones que proyectan naciones. Gertrudis Payàs: El revés del tapiz

Ana Eugenia Vázquez es licenciada en Letras por la UBA, alumna del Traductorado en Francés del IESLV “Juan Ramón Fernández” y becaria doctoral del CONICET. Sus tesis de maestría y doctorado se ocupan de la recepción e importación de literatura francesa durante el romanticismo argentino. Actualmente, es profesora de Estudios de Traducción en el Traductorado en Portugués del IESLV “Juan Ramón Fernández” y docente de Narrativa Argentina del siglo XIX en la UNA.

 Lectura sugerida:
 Gertrudis Payàs: El revés del tapiz. Traducción y construcción de identidad en la Nueva España (1521-1821), Iberoamericana Vervuert /Universidad Católica de Temuco, 2010.

- La traducción y los mitos fundacionales (la tradición mexica - la tradición acolhua) (pp. 197-224)
- La traducción y la alta cultura moderna (nacionalismo cultural - nacionalismo histórico) (pp. 243-268)
- La traducción y la escritura de la historia (pp. 269-273)

A quienes confirmen su asistencia se les enviarán los textos por correo electrónico.

Unánime repudio a la ley del "2 x 1"

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Los jueces Rosatti, Highton de Nolasco
y Rosencrantz,que votaron la liberación 
del represor Luis Muiña, abriendo la 
puerta al repudiado  "2 x 1"
Para los lectores extranjeros de este blog, hay que aclarar que la Corte Suprema de Justicia, de la Argentina, interpretó un artículo de una polémica ley por la cual los represores condenados por delitos de lesa humanidad podrían salir en libertad cumpliendo condenas reducidas a la mitad, conocidas como de “2 x 1” dado que hacen equivaler a cada año cumplido de cárcel como dos. 

Para manifestar su descontento, un amplísimo espectro correspondiente a los más diversos estamentos de la sociedad argentina ha convocado a una marcha el miércoles 10 de mayo. En el texto que sigue se recogen los ecos de ese repudio, tanto en el seno de la ONU como en el medio de los escritores y editores, quienes han decidido suspender sus actividades en la Feria del Libro de Buenos Aires, para poder asistir a la marcha.

Consecuencias del “2 x 1” en el terreno de la literatura

En una nota sin firma del diario La Nación, de Buenos Aires, publicada el día 3 de mayo, se lee que “el beneficio del 2x1 fue incorporado en la ley 24.390 sancionada en noviembre de 1994. El artículo 7 de esa norma establecía que, transcurrido el plazo de dos años previsto en la ley, se debía computar doble cada día de prisión preventiva. Es decir, el beneficio era para las personas detenidas sin sentencia firme. La normativa respondía a ciertos requerimientos de los compromisos internacionales asumidos por la Argentina respecto del cumplimiento del plazo razonable de la prisión preventiva, o sea, del tiempo que una persona puede permanecer presa sin tener una condena firme. El objetivo inicial de la ley era buscarle una solución a los dilatados procesos judiciales, que en el momento en que se sancionó la normativa generaban fuerte reclamos y revueltas en las cárceles. Esta meta no se cumplió, de hecho en la actualidad la mitad de la población penitenciaria del país está procesada sin sentencia firme. La ley fue derogada en el año 2001, por lo que el beneficio quedó sin efecto. Sin embargo, tal como sucedió hoy, en el caso de las personas que estuvieran en la situación descripta por la norma antes de que ésta sea derogada puede aplicarse el 2x1, debido a que pueden solicitar la aplicación de la ley penal más benigna”.

De acuerdo con la página digital M1, “Luego del fallo de la Corte Suprema que habilita a los genocidas de la última dictadura militar a obtener el beneficio del 2x1, siete represores pidieron que la medida los alcance. Ya hubo rechazos; mientras que otros aguardan la decisión de la Justicia”. Asimismo, en nota aparte del 6 de mayo pasado, el mismo medio señala que “según un primer informe elaborado por la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, unos 278 represores podrían quedar en libertad si se les aplicara el beneficio del 2x1 en sus respectivas causas”.

Posteriormente un artículo publicado por la periodista Irina Hauser en el diario Página 12del martes 9 de mayo, “el repudio al fallo de la Corte Suprema que aplicó el beneficio del ‘2 x 1’ a un acusado de crímenes de la última dictadura brotó de las víctimas, de los familiares, de la dirigencia política casi en pleno, de los sindicatos, de fiscalías y tribunales que ya rechazaron pedidos de represores, de sectores múltiples de la sociedad y tuvo su máxima expresión ayer en un comunicado que emitió la Oficina para América del Sur del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) en el que advierte que cuando los jueces hablan de aplicar la “ley penal más benigna” no pueden desconocer “los estándares internacionales aplicables a los delitos de lesa humanidad”. Fueron palabras del titular del organismo, Amerigo Incalcaterra, que advirtió de manera directa: “El Estado argentino, y la Corte Suprema como instancia del Estado, deben cumplir no sólo el derecho interno, sino también la normativa internacional aplicable y los compromisos asumidos a nivel internacional”.

A esto, en su modesta medida, vino a sumarse el repudio de los escritores y editores quienes se manifestaron al respecto. Así, según un artículo sin firma publicado por el diario Clarín, también el 9 de mayo, “Las escritoras Claudia Piñeiro y Luisa Valenzuela cancelaron las actividades que tenían en la Feria del Libro el miércoles para ir a la marcha contra el fallo de la Corte Suprema que habilitó la aplicación del 2x1 para los represores de la dictadura. Piñeiro tenía una charla con el escritor Luis Mey.  Queda cancelada mi mesa del miércoles 10 en @ferialibro con Luis Mey porque a esa hora estaré en la Plaza de Mayo contra el 2x1. Disculpas, contó desde Twitter. Y Luisa Valenzuela iba a hablar en un homenaje al mexicano Juan Rulfo. Hemos convocado desde PEN Argentina para exigir la anulación de esa aberrante ley. Las mujeres seremos todas Madres el miércoles, iremos a la Plaza con pañuelo blanco, escribió Valenzuela en su muro de Facebook. Asimismo, se canceló la charla sobre ‘La desigualdad en el siglo XXI’, de Gabriel Kessler y Daniel Feierstein. Leticia Martin, Tatiana Goransky y Patricia Suárez anunciaron que también adhieren al reclamo de la marcha: ‘Expresamos nuestro repudio al 2x1, por lo que suspendemos la presentación de nuestros libros por editorial Galerna, el 10 de mayo en la Feria del Libro, hasta nuevo aviso’. Por su parte, el editor Leandro Donozo informó: ‘Cuando programamos la charla en el stand de revista Ñ en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires jamás pudimos imaginar que a la Corte Suprema se le iba a dar por liberar genocidas y que el miércoles 10 a la tarde iba a haber que salir a manifestarse en contra de semejante desatino. Agregó: ‘Por suerte, la producción de la revista y el standpudo encontrar otro momento para reprogramar. La charla será el jueves 11 a las 19.15 hs’. El acto iba a incluir a Pipo Lernoud y Walter Lezcano. Por su parte, la Feria reprogramó para el sábado al entrega de su premio literario, que iba a recibir el miércoles el tucumano Máximo Chehin”.

Attenzione, traduttori

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Nuestra amiga Ilide Carmignani nos ha hecho llegar el programa de actividades para traductores del Salón Internacional del Libro de Turín 2017. Lo reproducimos a continuación para el caso de que haya algún interesado.

SALONE INTERNAZIONALE DEL LIBRO 
DI TORINO 2017

PROGRAMMA INCONTRI TRADUZIONE

Sala Professionali


Giovedì 18 maggio

Ore 12
Sala Professionali Tradurre l’arte
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Deanna Belluti (Centro Traduttori - Bologna Children's Book Fair), Alessandra Mauro (Contrasto), Nicoletta Poo, Silvia Verdiani
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 13
Sala Professionali
Tradurre da una lingua plasmata su un’altra: l’inglese irlandese di James Joyce
a cura de L’AutoreInvisibile
Interviene: Franca Cavagnoli

Ore 14
Sala Professionali
“Testo a Fronte”, 30 anni di teoria e pratica della traduzione, e “Specimen”, un anno di Babel Review of Translations
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Franco Buffoni (“Testo a Fronte”) e Nausikaa Angelotti (“Specimen”)
Coordina: Franca Cavagnoli

Ore 15
Sala Professionali Gli editori si raccontano ai traduttori
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Isabella Ferretti (66thand2nd), Andrea Gessner (nottetempo), Eugenio Lio ed Elisabetta Sgarbi (La nave di Teseo)
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 16
Sala Professionali Lo scrittore e il suo doppio
María Teresa Andruetto conversa con la sua traduttrice Federica Niola e con Beatrice Masini (Bompiani)
a cura de L’AutoreInvisibile
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 17
Sala Professionali Tradurre la “petite musique”
Ernesto Ferrero racconta il suo viaggio nel capolavoro di L.-F. Céline
a cura de L’AutoreInvisibile
Interviene: Yasmina Melaouah


Venerdì 19 maggio

Ore 12
Sala Professionali
Lo scrittore e il suo doppio
Daniel Pennac conversa con la sua traduttrice Yasmina Melaouah
a cura de L’AutoreInvisibile
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 14
Sala Professionali
Traduzioni nelle nuvole: gli editori si presentano
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Diego Fiocco (Tunué spagn.), Michele Foschini (Bao),
Marco Schiavone (Edizioni BD J-pop)
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 15
Sala Professionali Tradurre Stephen King
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Giovanni Arduino e Anna Pastore (Sperling & Kupfer)

Ore 16
Sala Professionali L'italiano della narrativa fra correzioni ed editing
a cura de L’AutoreInvisibile
Interviene: Giuseppe Antonelli

Ore 17
Sala Professionali Tradurre saggistica
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Federico Tibone (Zanichelli), Giorgio Gianotto (minimum fax), Paola Mazzarelli, Alberto Rollo (Baldini & Castoldi)
Coordina: Ilide Carmignani


Sabato 20 maggio

Ore 12
Sala Professionali Tradurre la musica
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Vincenzo Martorella (Arcana), Dario Matrone (SUR), Anna Mioni, Michele Piumini
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 13
Sala Professionali Nuove prospettive europee
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Stefano Arduini (E-Petra), Sandra Bertolini (AITI-CEATL-FIT), Imke Buhre e Eleonora Di Blasio (Frankfurter Buchmesse)
Coordina: Ilide Carmignani

Ore 14
Sala Professionali Tradurre Bob Dylan
a cura de L’AutoreInvisibile
Interviene: Alessandro Carrera

Ore 15
Sala Professionali Traduttore e redattore a confronto
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Isabella Mattazzi e Daniela Di Sora (Voland) su Riccardin dal ciuffo di Amélie Nothomb e Marco Rossari con Martina Testa (BigSUR) su MASH di Richard Hooker
Coordina: Susanna Basso

Ore 16
Sala Professionali Lo scrittore e il suo doppio
Luis Sepúlveda conversa con la sua traduttrice Ilide Carmignani
a cura de L’AutoreInvisibile

Ore 17
Sala Professionali Lo scrittore e il suo doppio
Annie Ernaux conversa con il suo traduttore Lorenzo Flabbi
a cura de L’AutoreInvisibile
Coordina: Ilide Carmignani


Domenica 21 maggio

Ore 12
Sala Professionali Lo scrittore e il suo doppio
Jenny Erpenbeck conversa con la sua traduttrice Ada Vigliani
a cura de L’AutoreInvisibile in collaborazione con Goethe Institut
Coordina: Enrico Ganni

Ore 13
Sala Professionali Lo scrittore e il suo doppio
Chris Bachelder conversa con il suo traduttore Damiano Abeni
a cura de L’AutoreInvisibile in collaborazione con Scuola Holden
Coordina: Alessandro Mari

Ore 14
Sala Professionali Tradurre una lingua antica e nuova: l'ebraico dalla Bibbia ai fumetti
a cura de L’AutoreInvisibile
Interviene: Elena Loewenthal

Ore 15
Sala Professionali Le parole per dirlo: il lessico erotico italiano
a cura de L’AutoreInvisibile
Intervengono: Valter Boggione e Giovanni Casalegno

Ore 16

Sala Professionali Tutto è possibile: la complicata felicità del tradurre
a cura de L’AutoreInvisibile
Interviene: Susanna Basso
A seguire Ernesto Ferrero annuncia il nome del vincitore del Premio "Giovanni, Emma e Luisa Enriques - Giornate della Traduzione Letteraria".


¿Y si consideráramos una institución específica para los traductores literarios? ¿Por qué no?

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Coro del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires



Ahora, el Colegio de Traductores Públicos
de la Ciudad de Buenos Aires

En entradas anteriores (23 de marzo, y 17 y 21 de abril de este año) ya nos hemos referido a la AATI y a su pretensión de querer asumir la representación de los traductores literarios, conjuntamente con la que de hecho ejerce en los casos de los traductores científico-técnicos y los intérpretes. Asimismo, hemos demostrado palmariamente que la exigencia de titulación para ser socio pleno de dicha institución está reñida con los valores que la AATI dice defender: por un lado, en la redacción del texto del proyecto de ley de traducción, no plantea la diplomatura como un requerimiento para definir qué es un traductor, pero, por el otro, y ya en el seno de la institución, divide a sus socios entre plenos y adherentes en función de ese requerimiento. Así, teniendo socios de primera y de segunda no hace otra cosa más que desmentir su fachada democrática.

Veamos ahora dónde está parado respecto de estas cuestiones el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires (CTPCBA) Según su página  institucional, “es una entidad de derecho público no estatal, reconocida por el Estado. Fue creado por la Ley Nacional N.° 20 305, el 25 de abril de 1973, para regir el gobierno y el control de la matrícula profesional, y llevar su registro en los distintos idiomas.Es un consejo profesional autónomo, con independencia académica, institucional y económica, cuyas actividades incluyen, entre otras, las siguientes:
- Promover, difundir y representar la tarea del traductor público
- Otorgar y administrar la matrícula profesional
- Establecer las normas de la ética profesional
- Fiscalizar el estricto cumplimiento de la profesión.
- Organizar cursos y actividades para la permanente capacitación de los matriculados.
- Elevar al Poder Judicial la nómina de los traductores inscriptos como peritos auxiliares de la justicia”.

Entre las muchas funciones que se atribuye están las de “oponerse por todos los medios legales al ejercicio ilegal de la profesión y, especialmente, hacer cumplir sin limitaciones los art. 2º y 4º de la citada ley, intimando el cese inmediato de las actividades o iniciando acciones contra quienes:1) Ejerzan la profesión sin poseer título habilitante, conforme con dicha ley o teniéndolo no estuvieran inscriptos en la Matrícula o ésta se hubiere cancelado y hasta tanto no haya sido rehabilitada la inscripción;2) Ofrecieren servicios profesionales inherentes a los traductores públicos o se arrogaran títulos que configuraran confusión o falsedad del ejercicio profesional que pudieran hacer creer al público en general que se encuentran dirigiendo su demanda de servicios, directamente, a traductores públicos debidamente habilitados, debiendo obtenerse previamente, para cumplir este inciso, la sanción de la norma legal correspondiente”.

Por supuesto que hay muchas otras cosas, pero con lo dicho basta para saber que los traductores públicos, para ser así considerados, deben realizar estudios específicos en relación con la especificidad de su trabajo. Luego viene la matriculación, lo que implica  pagar periódicamente a la institución para que ésta los considere sus miembros. Y dado que la traducción pública es la rama de la traducción que más y mejor se paga, hay un excedente que le permite al Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires comprar inmuebles y desarrollar un número importante de actividades que exceden el marco específico de la traducción pública. Entre otras, un congreso anual dedicado a diversos aspectos de… la traducción literaria. O para decirlo más claramente, son ingenieros que se visten de arquitectos o bioquímicos que pretenden ejercer la medicina. 

Dado que los traductores literarios en ningún momento se plantean a sí mismos como traductores públicos, ¿por qué los traductores públicos, cuya rama de la profesión no parece compatible con los problemas y desafíos que plantea la literatura, se meten donde no corresponde? Básicamente, porque tienen dinero para gastar. Luego, porque la traducción literaria es la parte más sexy del mundo de la traducción, ya que es la que mejor se puede presentar ante la sociedad. Dicho de otro modo y con todo el respeto del caso, resulta a ojos vista de la opinión pública mucho más interesante una conferencia sobre Borges que una sobre Financial Accounting, Introducción a la Propiedad Industrial, Análisis Comparativo del Sistema de Quiebras entre la Argentina y los Estados Unidos, o sobre otros aspectos técnicos ligados a contratos, documentos de identidad y afines.

La paradoja quiere que, dado el dinero que tiene, el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires puede invitar a grandes personalidades del mundo de traducción literaria a que participen en esos simposios. Muchos de los invitados, a diferencia del público –que, por supuesto, paga su entrada para escuchar–, no tienen título habilitante como traductores. De hecho, Borges ni siquiera tuvo título universitario del tipo que fuere. Y es así como una institución que no tiene un vínculo real con el mundo literario, dinero mediante, se arroga un derecho que no le corresponde. La pertinencia de esas actividades, sería equivalente a que el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, el SPET o incluso la AATI organizaran, por su cuenta, cursos, simposios o congresos de traducción legal. Dicho de otro modo, los neurólogos no organizan congresos de podología.

Ahora bien, que el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires se maneje de ese modo es problema de ellos. Cada cual sabrá qué hacer a la hora de participar o no en sus actividades. De hecho, si además de simposios sobre Cortázar quieren dictar cursos de cocina o de expresión corporal, o incluso tener un coro, están en su derecho, pero de ningún modo podrá tomarse a esa institución seriamente a los efectos de la traducción literaria porque, así como no fue constituida para la cocina, la expresión corporal el canto coral y todo lo demás, tampoco tiene por objeto la traducción literaria.

Dicho lo cual, ¿no sería ésta la hora de empezar a pensar, al margen de la AATI y del CTPCBA, en una institución específica para los traductores literarios? ¿Qué sentido tiene tolerar el maltrato o considerar promesas que nunca se cumplen? ¿Para qué abonar con nuestra presencia el prestigio de instituciones que no nos respetan?


Jorge Fondebrider    

"Cuando nunca se traduce bien, siempre se traduce amargamente mal"

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Pocas dudas quedan de que Andrés Ehrenhaus está bastante loco, sin embargo los locos a veces tienen razón. Por eso, como modesto homenaje a su locura, subimos esta entrada, previamente publicada en El Trujamán, el 9 de mayo pasado.
El bueno, el malo y el ¾

Lo que voy a decir quizás no sea del agrado de todos, así que quienes no quieran oírlo pueden dejar de escuchar ahora mismo.

Traducir es cometer un daño, seguramente irreparable.

Conozco traductores buenos pero ninguna buena traducción.

Conozco traductores malos, y sus traducciones no son mucho peores que las de los buenos.

La diferencia entre un buen traductor y un mal traductor no radica, pues, en la maldad de su labor sino en la melancolía con que uno y otro la sobrellevan. El buen traductor sospecha de sí mismo; el mal traductor no sospecha jamás. ¿Por qué? Porque no sabe hacia dónde debe orientar la sospecha. Cree que el problema, el síntoma, está en su trabajo, en su traducción, cuando no está ahí: las traducciones son todas malas, a veces incluso horribles.

El problema está en tratar de simular que eso no es así, que uno traduce bien, que el problema es o está en el Otro, en el lector, en el crítico, en el editor, en otros traductores, incluso en el autor. Cuando el síntoma está, justamente, en la incapacidad (la falta de voluntad) para verlo. U oírlo.

Porque otra diferencia crucial (y muy sutil) entre un buen y un mal traductor es el oído de uno y otro. El buen traductor oye su error antes de verlo. El mal traductor, si no lo ve, no lo percibe. Jamás esperará oírlo. Para el mal traductor, el oído es un incordio. Es el enemigo inconsciente. Es el vehículo del miedo.

El mal traductor preferiría ser sordo, y que el Otro también lo fuera.

El buen traductor es bueno y malo a la vez, no se conforma con la duda cartesiana, no conoce el sosiego, no sabría cómo llegar donde llega y sin embargo tampoco sabría no llegar allí mismo, porque llega sin quererlo o bien queriendo no llegar. El mal traductor necesita llegar siempre, solo se calma llegando, llega en busca de calma porque cree que esa calma es la garantía de que ha traducido bien… ¡¡cuando nunca se traduce bien, siempre se traduce amargamente mal!!

El mal traductor busca el halago; el buen traductor lo teme.

El mal traductor nace; el buen traductor se hace.

Etc.

Por lo general, el buen traductor y el mal traductor coinciden en el mismo envase: son, para entendernos, una misma persona fiscal. Puesto que el bueno es, como dijimos antes, bueno y malo a la vez y el malo es malo y malo, incluso los más mejores de los buenos traductores suelen ser un cuarto buenos y tres cuartas partes malos. De ahí la melancolía. Y los desastres de la guerra.

Qué se le va a hacer.

Algunas de las consecuencias de la transformación del autor en una marca

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Nuevamente en el Trujamán (en la ocasión, del 5 de mayo pasado), Marietta Gargatagli, nuestra chica estrella, reflexiona sobre aquellos textos traducidos a muchas lenguas y lo que ello significa hoy en día. Vale decir, nos muestra palmariamente cómo la mayoría de lo que publican emporios como Penguin Random House y Planeta es pura basura, cómo los escritores declinaron cediéndole su lugar a las marcas, por qué los agentes literarios son unos charlatanes, cómo las librerías ya no importan y muchas otras cosas que afean nuestra vida, y todo en unas pocas líneas. En síntesis, caca. Eso sí: se vienen salvando la poesía y la dramaturgia. Por ahora.

Traducido a cincuenta lenguas

Hasta hace pocos años la traducción de una obra a muchos idiomas era signo inequívoco de calidad literaria. Sólo los grandes libros se multiplicaban en lenguas y versiones y esa circulación mundial era una de las definiciones de lo clásico. Entre las obras excepcionales estaba la Biblia, modelo verbal y poético de muchas lenguas, y los autores y libros que forman el canon de Occidente. A lo largo del tiempo, los traslados respetaron la jerarquía de la perfección, lo sublime, lo nuevo y lo irrepetible, porque sólo ciertas obras contenían esos valores y las repeticiones en muchos idiomas eran un indicio del deseo de compartirlos.

Al declinar el siglo xx, irrumpió otra forma de traducción mundial: la versión industrializada en cincuenta idiomas, un sistema fordista —tal como lo enunció Antonio Gramsci— de producción en cadena y donde los operarios perdieron la capacidad de elaborar libremente su producto. Un ejemplo: el secuestro en un búnker de once traductores de Infierno de Dan Brown1 para evitar que una obra insignificante pudiera ser conocida por el público antes de tiempo.

La conversión de los libros en objetos que pueden venderse entremezclados con infinitas bagatelas, en supermercados, kioscos, estaciones de servicio (que nunca se parecen a la de Clerks) fue paralela a otra metamorfosis: la transformación del autor en una marca.

El diseño de marcas en lugar de la fabricación de cosas (como describió lacerantemente Naomi Klein) produjo en la década de 1990 un cambio definitivo de los conceptos que definían la producción industrial. El razonamiento es simple: de las cosas se pueden ocupar otros —empresas tercerizadas o con marcas débiles, países pobres, migrantes ocultos en talleres clandestinos de cualquier ciudad—, de las marcas entienden las empresas de publicidad cuyos ingresos fueron creciendo exponencialmente desde entonces.

La sustitución de los autores por las marcas también llegó al mundo de los libros. José Manuel Lara, el fundador de Planeta, solía decir que era capaz de vender cualquier libro aunque tuviera las hojas en blanco. Tenía razón. Era capaz de hacerlo. Planeta, sin duda, fue la primera marca de la lengua castellana. Lo que vino después fue su multiplicación. Agentes, encargados de marketing, gerentes editoriales, medios periodísticos afines diseñan y defienden un producto que puede aplicarse a sujetos cambiantes. El autor se agota, la marca no. Hay autores Valentino, Hermès, Jimmy Choo, Manolo Blahnik, Karl Lagerfeld o Inditex.

Uno de los sellos de calidad de las marcas posindustriales es la traducción: un libro del que no se pueda decir «traducido a cincuenta lenguas» no vale nada en el mercado mundial. Corona el éxito la traducción al inglés, dificilísima; lo corroboran otras lenguas europeas: francés, italiano, alemán, sueco, danés, polaco; lo completan con su aire de sofisticación y lejanía el japonés, el coreano, el ruso. Las demás lenguas del mundo también son importantes. Sobre todo, por su número: hay que sumar treinta, cuarenta o cincuenta.

No resulta imposible: las subvenciones, las marca-país, los agentes y las ferias ponen en circulación libros asombrosos porque son lo contrario de lo irrepetible y la negación misma de lo sublime. Parodiando a Klein, las marcas no patrocinan la literatura, aspiran a ser la literatura.

Perseguido por cientos de novelas mediocres, el lector termina por creer que ese libro que lee, mal escrito, plagiado, lleno de tópicos y aburridísimo, es una novela. Y llega a esa conclusión porque la faja explica las ediciones y traducciones, y porque leyó y vio reportajes ilustrados con los rostros de los autores o autoras confesando las más inconsistentes y tristes certidumbres como remake paródico de los verdaderos diálogos literarios.

La poesía y la dramaturgia parecen desconocer las marcas, y el ensayo literario, en general, también. Tampoco dependen de esta sustitución la narrativa clásica que se reedita y los cuentos, incluso modernos, porque no son rentables. Más allá están los búnkeres convertidos en prisiones para traductores y los ejércitos de lectores que merodean entre las ruinas. No son los mismos y no pueden saber que el Hermès de este año es exactamente igual a la Coco Chanel del año pasado.


El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires recibe a Magdalena Iraizos, directora de CADRA

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CADRA (Centro de Administración de Derechos Reprográficos) es una asociación sin fines de lucro que reúne autores, traductores y editores argentinos y extranjeros con el objetivo de proteger y defender sus derechos de propiedad intelectual. Junto a otras 79 organizaciones de derechos reprográficos de todo el mundo, CADRA forma parte de la Federación Internacional de Organizaciones de Derechos de Reproducción (IFRRO).

Para explicar su funcionamiento, Magdalena Iraizoz, directora de la institución, vino al Club de Traductores Literarios de Buenos Aires y nos comentó por qué vale la pena seguir defendiendo los derechos de autor.

La velada próximamente podrá ser visualizada aquí.


Magdalena Iraizoz es abogada egresada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y ha participado de diversos cursos de especialización y capacitación profesional. Entre 2002 y 2006 presidió el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires en representación del estamento de los abogados de la Ciudad, fue miembro del Jurado de Enjuiciamiento del Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires y asesora de la presidencia de CONABIP (Comisión Nacional de las Bibliotecas Populares). Actualmente es miembro de la Comisión de Derecho de Autor de la Asociación de Abogados de Buenos Aires y expositora en foros internacionales vinculados a la materia como el foro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

¿Derechos de autor para los traductores?

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Publicado el 28 de marzo de este año en la New York Review of Books, el siguiente artículo de Tim Parks (foto),  escritor y traductor británico –Moravia, Calvino, Calasso, Machiavelli y Leopardi, entre otros–, que aquí se ofrece en traducción de Julia Benseñor, trata sobre las razones por las cuales vale la pena discutir los derechos de autor para los traductores, tema de candente actualidad en todo el mundo.

La prescindencia del traductor

¿El traductor es realmente el coautor de un texto y, si es así, ¿tiene que recibir regalías como los autores?

Después de la presentación de un libro de mi autoría o, mejor dicho, mi traducción al alemán, en Berlín, fui a un bar donde estuve discutiendo esta cuestión con Ulrike Becker y Ruth Keen, dos traductores de larga trayectoria. No fue la naturaleza de la coautoría del traductor lo que disparó la charla sino el hecho de que muy pocos traductores llegan a recibir beneficios importantes por regalías, ni siquiera en Alemania, donde los editores están obligados por ley a pagarlos. En toda su larga carrera, Ruth sólo una vez recibió una suma suculenta de 10.000 euros cuando la venta de un libro que había traducido sobre la marcha de Napoleón sobre Moscú se disparó, contra todas las expectativas. Por su parte, Ulrike también recibió una sola vez un par de miles de euros cuando una novela literaria que tradujo logró ubicarse en la lista de best sellers. Fuera de estos casos, ambos venían recibiendo chauchas y palitos.

Y, ¿por qué ocurre esto?

Como en la mayoría de los países, a los traductores literarios alemanes se les paga en función de la extensión de la obra; normalmente se calcula, en promedio, entre US$20 y US$25 por  página. No es gran cosa. En Estados Unidos o Inglaterra se traduce mucho menos literatura y los honorarios varían notablemente. Pero si acaso se pagan regalías (no fue nunca mi caso en EE.UU.), el pago inicial basado en la extensión de la obra generalmente se considera un anticipo a cuenta de derechos de autor. Entonces, si un traductor recibe un anticipo de, por ejemplo, US$8.000 por un libro y se establece que el porcentaje de derechos de autor será el uno por ciento sobre el precio de tapa de un libro que se vende a US$20, sería necesario vender 40.000 ejemplares antes de que las regalías le aporten algún dinero extra al traductor. Y 40.000 ejemplares es un volumen de ventas absolutamente extraordinario.

Sin embargo, Ruth me explicó que la ley alemana se ha expedido de manera generosa en favor de los traductores: un reciente fallo judicial dictaminó que el pago inicial no debe ser considerado anticipo a cuenta de derechos. Pero lo que el fallo no hizo fue impedir que los editores fijaran un umbral —que ronda entre 5.000 y 8.000 ejemplares— por debajo del cual no estaban obligados a pagar derechos, además de que el porcentaje de derechos es apenas un 0,8 por ciento, o incluso 0,6 por ciento. Como en Alemania son pocos los libros que venden 5.000 ejemplares, el resultado es que los traductores no ven ni un euro por estos contratos que incluyen regalías.

De todos modos, recibir ocasionalmente algún dinero extra es indudablemente mejor que nada. Es lo que uno pensaría. Ulrike me contó, entonces, la historia de Karin Krieger, que se convirtió en la heroína de los traductores cuando, en 1999, demandó a la editorial Piperpor las regalías. Krieger había traducido tres novelas del escritor italiano Alessandro Baricco.Cuando las novelas empezaron a venderse bien, intentó contactarse con la editorial para que honraran la vaga cláusula contractual que le otorgaba una “justa proporción de las ganancias” (en esa época, no era obligatorio el pago de derechos de autor). La respuesta de la editorial fue tan inesperada como insólita: las hizo retraducir por otro traductor con un contrato más favorable para la editorial.

Después de litigar durante cinco años, Krieger finalmente ganó el caso y recibió el dinero que se le adeudaba, pero esta secuencia de hechos demuestra la diferencia básica que hay entre traductores y autores. Piper nunca habría intentado despojar a Baricco de sus regalías, ya que sin él no habría habido ni novela ni ventas. El autor no era reemplazable. En cambio, por muy exquisita que fuese la traducción de Krieger, el editor consideró que podía obtener el mismo resultado comercial con otro traductor. Esto no significa que el trabajo de traducción sea fácil. Todo lo contrario. Lo que quiere decir es sencillamente que muy rara vez requiere del talento de una única y determinada persona. Krieger no era “esencial”. Podía ser reemplazada.

A esta altura, vale recordar por qué se inventaron las regalías. Antes del siglo XVIII, los escritores le vendían sus obras a un imprentero por una suma alzada y el imprentero ganaba poco o mucho dependiendo de la cantidad de copias que lograba vender. Los escritores, al ver que los imprenteros (al menos algunos) se hacían ricos, quisieron un porcentaje de esa riqueza que ellos —y no cualquier otro—habían generado. Así fue como a principios del siglo XVIII surgió la primera acción en Gran Bretaña que reconocía a los escritores el derecho a lo que luego se daría en llamar “propiedad intelectual” —su obra— y que en virtud de ella les correspondía un porcentaje de los ingresos generados por cada copia vendida.

Podría argumentarse que, si bien este arreglo entre imprenteros y autores era “justo”, en absoluto implicaba que los ingresos de un escritor habrían de reflejar la calidad de su obra ni el tiempo dedicado; era lo justo en términos absolutos. Hoy un libro exitoso que se venda en todo el mundo—como los de Dan Brown, Stephenie Meyer—le reporta a su autor varios millones, mientras que un exquisito libro de poesía le dará apenas unos cientos. En todo caso podría decirse que las regalías son una invitación a que los escritores apunten a que su obra llegue a la mayor cantidad de lectores con capacidad para comprar un libro de bolsillo destinado al mercado masivo.

Habiendo dicho esto, el contenido de ese libro de bolsillo, cualquiera sea, es creación de su autor, quien tuvo que pasarse horas escribiendo mucho, sin saber qué saldría de ello, si acaso algún editor se interesaría en comprarlo o si, una vez que eso ocurriese, se lograría vender. En suma, el autor tiene que llenar un espacio vacío, crear algo donde antes no había nada. En cambio, al traductor, en la mayoría de los casos, se le encarga un trabajo. Puede ser un título de taquilla o un libro de poesía. De cualquier modo, el trabajo ya está ahí, oración tras oración. Por  muy difícil que pueda ser trasladarlo a la otra lengua, los traductores no tienen que empezar de cero y rara vez tienen la opción de elegir qué libro van a traducir, al menos no al inicio de sus carreras. Por cierto, en mi caso, la experiencia de disponerme todo el día a escribir no tiene nada que ver con la experiencia de pasar todo un día traduciendo.

Son dos las ideas que han dado lugar a la campaña por hacer extensivo a los traductores el pago de derechos de autor, que lleva décadas por cierto. La primera es de índole práctica: como los editores normalmente se han resistido a pagar tarifas que representen un ingreso digno, es decir, que se correspondan con su idoneidad profesional y las largas horas que los traductores dedican a la tarea, introducir en el contrato una cláusula sobre regalías asegura que, al menos cuando un libro traducido genera muchas ganancias, el traductor obtenga una porción de tales beneficios. La segunda es conceptual: cada traducción es diferente; cada traducción requiere cierto grado de creatividad; ergo, la traducción es “propiedad intelectual” y, como tal, debe considerarse autoría y recibir el mismo trato que los autores.

El problema con la primera de estas ideas es que, en la medida en que los ingresos de los traductores se basen en las regalías, dependerán enteramente de cómo los editores distribuyan las traducciones que encargan. Por ejemplo, supongamos el caso de dos traductores alemanes con las mismas aptitudes. A uno se le encarga traducir Cincuenta sombras, Parte V, y al otro, un libro de cuentos de un escritor neozelandés que publica por primera vez. Uno de los traductores hará una fortuna y el otro, probablemente recibirá una suma irrisoria. Por supuesto que lo mismo sucede con los autores, como ya dijimos. Si los autores reciben el diez por ciento por ejemplar vendido, E. L. James se volverá fabulosamente rico, mientras que al cuentista neozelandés, por excelente que sea, más le vale no renunciar a su empleo seguro. Sin embargo, las regalías no son un tema que divida las aguas entre los escritores por la simple razón de que más allá de lo que uno piense sobre la calidad de una obra como Cincuenta sombras, nadie niega que E. L. James fue quien tuvo la idea y se arriesgó a escribirla. Es su obra, refleja sus ideas, dejemos que reciba su diez por ciento, entonces.

No es lo mismo en el caso del traductor, para quien traducir Cincuenta sombras con un contrato que concede regalías equivale a recibir maná del cielo por una tarea que incluso hasta puede ser más fácil que traducir un libro cuya remuneración es mucho menor. Más aún, uno queda eximido de toda responsabilidad sobre semejante contenido. A esta altura cabe decir que la introducción de las regalías en los contratos amenaza con dividir a los traductores. Un traductor italiano me contó que, en una ocasión, todos los traductores de Dan Brown fueron convocados a viajar a Europa para recibir el flamante Inferno y conversar sobre ciertos problemas que planteaba su traducción. El traductor al francés andaba de excelente ánimo, ya que por entonces Francia, al igual que Alemania, obligaba a los editores a otorgar regalías. Otros no hacían más que pensar en que recibirían apenas unos pocos miles de dólares por traducir esas 600 páginas, independientemente de cuánto se vendiera su traducción.

El segundo argumento, el conceptual, es más interesante, aunque  no menos problemático. Que la traducción exige creatividad es un hecho irrefutable. Como traductor que soy, no es mi deseo socavar la dignidad de este oficio. Pero ¿esa creatividad equivale a “autoría”? Vean estas cuatro versiones al inglés de las primeras líneas de Memorias del subsuelo de Dostoievski:

I am a sick man…. I am a spiteful man. I am an unattractive man. I believe my liver is diseased. However, I know nothing at all about my disease, and do not know for certain what ails me. I don’t consult a doctor for it, and never have, though I have a respect for medicine and doctors. Besides, I am extremely superstitious, sufficiently so to respect medicine, anyway (I am well-educated enough not to be superstitious, but I am superstitious). No, I refuse to consult a doctor from spite. That you probably will not understand. Well, I understand it, though.
—Constance Garnett, 1918

I am a sick man…. I am an angry man. I am an unattractive man. I think there is something wrong with my liver. But I don’t understand the least thing about my illness, and I don’t know for certain what part of me is affected. I am not having any treatment for it, and never have had, although I have a great respect for medicine and for doctors. I am besides extremely superstitious, if only in having such respect for medicine. (I am well educated enough not to be superstitious, but superstitious I am.) No, I refuse treatment out of spite. That is something you will probably not understand.
Well, I understand it.
Jessie Coulson, 1972

I am a sick man…I’m a spiteful man. I’m an unattractive man. I think there is something wrong with my liver. But I cannot make head or tail of my illness and I’m not absolutely certain which part of me is sick. I’m not receiving any treatment, nor have I ever done, although I do respect medicine and doctors. Besides, I’m still extremely superstitious, if only in that I respect medicine. (I’m sufficiently well educated not to be superstitious, but I am.) No, it’s out of spite that I don’t want to be cured.
You’ll probably not see fit to understand this. But I do understand it. 
Jane Kentish, 1991

I am a sick man…I am a wicked man. An unattractive man. I think my liver hurts. However, I don’t know a fig about my sickness, and am not sure what it is that hurts me. I am not being treated and never have been, though I respect medicine and doctors. What’s more, I am also superstitious in the extreme; well, at least enough to respect medicine. (I’m sufficiently educated not to be superstitious, but I am.) No, sir, I refuse to be treated out of wickedness. Now, you will certainly not be so good as to understand this. Well, sir, but I understand it. 
—Richard Pevear and Larissa Volokhonsky, 1993

Uno podría trazar todo tipo de distinciones entre una y otra traducción. “Spiteful”, “angry”y “wicked” en el primer renglón sugieren tres características bien distintas, ¿cuál es la correcta o, al menos, la más próxima al original? ¿Por qué tres de las traducciones luego citan este mismo rasgo —“spite”, “wickedness” — como la razón por la que el narrador no ha buscado tratamiento para su enfermedad, mientras que la traducción que elige usar la palabra “anger”no lo hace? Sólo podemos suponer que el original usa la misma palabra dos veces, y que uno de  los traductores eligió no respetar esa repetición. Dos de las traducciones incluyen una expresión genérica como “know nothing at all” o “the least thing” sobre la enfermedad del narrador, mientras que otra emplea la expresión “cannot make head or tail”, que introduce una imagen que se arriesga a ser confundida con las partes anatómicas; por último, la traducción más reciente usa una expresión idiomática anticuada como es “don’t know a fig”.

Donde dos de las traducciones usan “Besides”, otra usa “What’s more” y la cuarta no ofrece ninguna opción. Una traducción apela al “sir”—dice, por ejemplo, “No, sir,” “Well, sir”—, mientras que las otras no; ¿es posible que tres traductores se decidieran a eliminar ese “sir” si estuviera ahí en el original? ¿Y por qué dos traductores le agregan ciertomatiz a esta oración al poner “you’ll probably not see fitto understand this,” “you will certainly not be so good as to understand this”—como si el acto de entender dependiera de la disposición y no del intelecto—, mientras que losotros dos traductores sólo dicen “you probably will not understand”?

No existen los límites a la hora de trazar sutiles distinciones entre una traducción y otra, de confrontarlas con el original o de valorar el contexto cultural de la lengua de llegada o su coherencia interna. Sin embargo, las cuatro traducciones se reconocen como el mismo texto. Más aún, en todas ellas se ven con toda potencia las principales estrategias de Dostoievski, sobre todo el placer del narrador por exhibir su perversidad, su hábito de calificar todo lo que dice en las formas más inesperadas, subestimar las ideas recibidas (¿es realmente una superstición respetar a los médicos?), comprometer, desafiar y burlarse del lector, etc. De hecho, cuantas más traducciones hay, más comprendemos hasta qué abrumadora medida el texto depende de la autoría única de Dostoievski. Entonces, ¿tiene sentido hablar de “coautoría” en el caso del traductor? ¿Por qué la traducción debe ser equiparada a lo que no es? Cabría argumentar, por supuesto, que como Dostoievski murió hace ya largo rato y su obra no está más sujeta a derechos de propiedad intelectual, los editores podían enfrentar el  pago de regalías porque no se las están pagando al autor. Pero ésa es una cuestión de naturaleza práctica y no conceptual. Cuatro traducciones de casi cualquier texto, ya sea antiguo o contemporáneo, arrojarán los mismos resultados.

Unos días después de nuestro encuentro en Berlín, Ruth Keenme envió por correo electrónico los resultados de un cuestionario sobre ingresos realizado por el sindicato de traductores alemanes. Respondieron 598 traductores y el informe incluía estadísticas por demás interesantes: por ejemplo, que casi el 60 por ciento de los títulos traducidos eran libros originalmente escritos en inglés que, aunque alrededor del 80 por ciento de las personas que traducen son mujeres, los hombres suelen ganar US$1,10 más por página; que el trabajo considerado difícil se pagaba muy poco más por página que el trabajo considerado fácil (esto a pesar de que el tiempo extra invertido en un texto difícil podría duplicarse o triplicarse, a veces incluso multiplicarse por diez). Pero lo más importante es que, después de toda una batería de estadísticas relacionadas con las regalías, el informe se lamentaba de que la baja venta de libros y el hecho de que el umbral a partir del cual se empiezan a pagar regalías esté fijado en un nivel tan alto lleva a que sea muy infrecuente que los traductores reciban beneficios por ese concepto.

¿Adónde nos llevan estas reflexiones cuando se trata del pago y del reconocimiento del traductor por la maravillosa tarea que realiza? Mi sensación es que el problema es más fácil de lo que suponemos; sin duda no sería imposible reunir al editor, al traductor y, digamos, a un experto en traducción de tal o cual idioma para definir juntos el nivel de exigencia que implica tal o cual texto, cuánto tiempo llevaría traducirlo y cuál sería el pago razonable para hacerlo. Quizás es hora de que los traductores y las asociaciones de traductores se centren en lograr esta clase de acuerdos, sin necesidad de empantanarse en este polémico asunto de la autoría y las regalías o derechos de autor.

Feria Internacional del Libro de Buenos Aires: como el país, un negocio en franca decadencia

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Como suele ocurrir cuando termina la Feria del Libro, Silvina Friera hizo su balance en el diario Página 12. Más precisamente, en la edición del martes 16 de mayo pasado. Ésa es una de las pocas precisiones que pueden hacerse luego de enterarse de la gran falta de precisiones por parte de los editores y libreros que tuvieron stand en la 43ava. edición de una feria, que comparada con las de Guadalajara o Bogotá, va claramente en declive. 

La realidad del libro en la era de la posverdad

“La era de la posverdad. Qué tremenda definición para los tiempos actuales.” La frase de Luisa Valenzuela –la dijo al inaugurar la 43° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que terminó ayer– todavía resuena entre libreros, escritores, editores y periodistas. La feria no es una isla. Lo que ocurre en la economía, en la política y en la sociedad jamás le resulta ajeno ni mucho menos indiferente. Pretender presentarla como un espacio de supuesta “neutralidad” y aislamiento es un desatino o una forma de construir un relato que intenta instaurar una mentira como verdad. La lectora atribulada habló con 21 expositores y un informante más –cuyo nombre no se revelará– y el resultado que arrojó la pesquisa dista de ser alentador. Nueve expositores afirman haber vendido entre un 10 y un 20 por ciento de ejemplares menos que el año pasado –hay un caso en que el descenso alcanzó el 40 por ciento–; 5 expositores dicen que vendieron la misma cantidad que el año pasado y 7 confirman que aumentaron entre un 10 a un 20 por ciento. Este sondeo no hace más que ratificar lo que el propio presidente de la Fundación El Libro, Martín Gremmelspacher, planteó en su discurso de apertura: que la industria atraviesa uno de los momentos más delicados de la historia. La CAL (Cámara Argentina del Libro), que nuclea a las medianas y pequeñas editoriales, acompañó el reclamo con la campaña “S.O.S Libro Argentino”, en la que advertía que las ventas cayeron un 25 por ciento y también descendió la producción de libros un 25 por ciento.

No quiere que aparezca su nombre. El informante con que tropieza circunstancialmente la lectora atribulada cuenta que este año hubo un poco de desorganización y pone un ejemplo: la Noche de la Ciudad en la Feria. “Tendría que haber terminado a la una de la madrugada, tal como se había anunciado, pero a las 23.30, desde los parlantes, se empezó a avisar que cerraba la Rural. Y nunca hubo una explicación sobre por qué cerraron una hora y media antes”. Como si desplegara una agenda de reclamos, agrega que el año pasado hubo más días en que se podía ingresar con la Sube gratis. En esta edición solo fue el pasado lunes 8 de mayo. “Yo vi menos gente en la feria y menos visitas de escuelas.” De pronto achina los ojos y le pregunta a su interlocutora:
–¿Las grandes editoriales dicen que vendieron más?
–Sí.

La carcajada se extravía entre los murmullos de los visitantes. “Las grandes editoriales no quieren hacer lo que ellas llaman ‘marketing negativo’, entonces inflan los números”, subraya el informante como si fuera un experto en la cuestión. “El libro no es un artículo de primera necesidad. Si no lo compran hoy, lo comprarán dentro de tres meses, o cuando puedan. Si lo compran…”.

Alejandro Giordano, de El Aleph, señala que año a año vienen bajando las ventas. “Se notó mucho la caída en la semana, mientras que los fines de semana repuntaba un poco”. No puede arriesgar una cifra, pero revela que en la librería, el año pasado, se vendieron 460 mil libros menos en el rubro textos escolares, lo que representa un 34 por ciento de descenso. “El que diga que no se siente o no se ve la recesión, miente. La realidad es otra; pero es lo que hay, por ahora”, resume Giordano. Desde Aique, Fabio Viruega afirma que vendieron unos 3000 ejemplares menos, lo que representaría una caía del 20 por ciento. “Esta es una editorial educativa y los docentes en provincia todavía no cerraron el acuerdo paritario. Y para colmo les descontaron los días de paro. Pensamos que la caída iba a ser mayor respecto del año pasado.” En Mandrake Libros, Fernando Petz habla de una caída del 20 por ciento en pesos en comparación con la facturación del año pasado. No sabe cuánto cayó en cantidad de ejemplares, pero seguramente el porcentaje sea mayor. “Ofertas no faltan acá. Tenemos un 3x2, elegís tres libros y pagás dos. La mayoría de las ventas no superan los 200 pesos. En la librería tampoco está yendo bien la cosa”, reconoce Petz. En el stand colectivo Todo libro es político, integrado por Milena Caserola, Bajo la Luna, La Cebra, El cuenco de Plata y Tinta Limón, entre otros, Josefina Bianchi cuenta que en cantidad de ejemplares vendidos está por debajo del año pasado y en pesos un poco más arriba por la inflación. “No esperábamos mucho, vino menos gente que el año pasado. Las editoriales salvamos el stand, pero la realidad es que se está vendiendo mucho menos que el año pasado. El porcentaje que estamos calculando en librerías es de un 25 por ciento menos. La gente está mucho más selectiva a la hora de llevarse libros. Si antes se llevaba tres, ahora se lleva uno. Y a veces se lleva más por el precio que por el contenido.”

El consuelo del empate
“Nos fue bien, en el sentido de que igualamos las ventas del año pasado. Pero en la librería hay una baja del 30 por ciento”, comenta Gabriel Waldhuter de la distribuidora y librería Waldhuter. “Las promociones de algunos bancos permitieron mantener las ventas, como el 30 por ciento de descuento del banco Provincia con 6 cuotas sin interés. Me estuve fijando y un gran porcentaje de las ventas fue con tarjetas del Banco Provincia. También hay un público que no visita las librerías durante el año y el único material de lectura que compran es durante la feria. Estos factores hicieron igualar las ventas. Pero superarlas, no. La caída del consumo nos perjudica, ha bajado el consumo de la gente que podía consumir libros y que ahora tiene que pagar la luz, el gas, la comida… el ocio lo dejan para lo último. Yo pago en la librería 10.000 pesos por mes de luz. Todos están cuidando el bolsillo”, admite Waldhuter. Ediciones Manantial y Biblos compartieron el stand. “Había muy malas expectativas para este año, pero estamos igual que el año pasado en cantidad de ejemplares. Al final, hay un clima de resignación, como que zafamos. Es muy caro el costo del espacio en la Feria. De hecho, hay menos stands que el año pasado. Y probablemente haya menos el próximo año”, vaticina Mariano Vázquez.

En Librerías de las Luces, Pía Henseler confirma que las ventas fueron “más o menos igual”. “La situación económica hace que la gente consuma menos. Los libros no son una prioridad y eso se nota. La gente compra un libro a 40 pesos con tarjeta, incluso el programa Ahora 3 la gente lo usa para pagar 100 pesos. Los libros de 400 o 500 pesos no salen tanto como antes y la gente busca cada vez más ofertas.” María José Moore de Libraria, uno de los sellos que comparten el standcolectivo de Sólidos Platónicos junto a Ediciones Godot, Sigilo, Aquilina, Fiordo y Gourmet musical, entre otras, asegura que la venta en cantidad de ejemplares es igual a la del 2016. Federico Martedi, de Colihue, dice que les fue “más o menos igual” que el año pasado. “No fue ni muy mala ni muy buena, no hay cambios cualitativos respecto del punto de referencia que es la feria del año pasado”, reconoce Martedi y añade un análisis sobre el horizonte del libro argentino. “El panorama para la industria editorial es complicado porque han subido mucho los costos. Lo que se puede ver es que todavía hay una clase media, en el sentido sajón del término, que sigue teniendo un relativo poder adquisitivo que le permite consumir cultura. Pero no sé hasta cuándo sucederá eso porque encima tenemos un punto de inflexión, que son las elecciones de octubre. Dicen que ahí va a empezar el ajuste, como si no hubiera habido. Si ahora aumentaron los costos diez veces y bajaron las ventas un 20 por ciento y están los salarios congelados, imaginate lo que va a ser cuando haya ajuste. Vamos a estar peor que en Siria… Los indicadores de la feria todavía no dan para prever ese futuro tan trágico, pero no sé lo que va a pasar.”

Las realidades de las editoriales que declaran un incremento en las ventas son muy disímiles. Las dos más grandes, Planeta y Penguin Random House, aumentaron sus ventas entre un 15 a un 20 por ciento. Federico Ronchi, de SM, destaca que la editorial amplió el espacio del stand de 64 a casi 103 metros y que las ventas subieron un 20 por ciento. “La venta fue mejor de lo que se esperaba; vendimos un poco más, un 10 por ciento arriba en comparación con el año pasado”, subraya Ana Clara Azcurra Mariani del stand colectivo Los siete logos, que incluye a editoriales como Eterna Cadencia, Mardulce, Katz, Adriana Hidalgo, Caja Negra y Beatriz Viterbo, entre otras. “Vendimos un poco más, no tenemos el número exacto, pero sería cerca del 5 por ciento. Como el año pasado no fue un buen año, salimos un poco del bache, pero no es un aumento considerable ni vemos un repunte en general”, plantea Mariano Velo de Siglo XXI. Marcelo Poretti, de Eudeba, aclara que el balance de esta edición es “mejor de lo previsto” con un 5 a un 10 por cierto por arriba la venta de ejemplares, lo que significaría un 25 por ciento de aumento en la facturación en pesos “porque no aumentamos tanto los precios de los libros”.

Sin brotes verdes
“Hubo una baja bastante importante respecto al 2016. Nosotros no somos partícipes de andar haciendo ofertas, pero tuvimos que poner ofertas bastante considerables para poder levantar lo que estaba pasando en la Feria. Yo creo que cayó un 40 por ciento en ejemplares”, calcula Adrián Passarelli de Gedisa. Martín Rabinovich, de Un Lugar, editorial que comparte stand con Homo Sapiens, señala que vendieron menos en cantidad de ejemplares y un poco arriba en pesos, inflación mediante, en comparación con el año pasado. Cleopatra Caglieris, de Fondo de Cultura Económica, define a esta edición como “floja”. “Hay menos gente en la Feria y hemos vendido menos cantidad de ejemplares. En algún momento se iba a notar el aumento de los precios y la inflación que hay, porque la gente tiene que gastar sus ingresos en pagar los servicios y la comida”, explica Caglieris y añade que lo único que viene creciendo año a año es la venta de los libros infantiles y juveniles. Juan Manuel Pampín, de Corregidor, manifiesta que la caída de las ventas fue de un 10 por ciento en ejemplares. “El sector viene con una caída promedio del 25 por ciento. Una crisis es una oportunidad, si no dura mucho. Lo que estamos notando es que la crisis se está extendiendo en el tiempo y ‘los brotes verdes’ no llegaron nunca. Las espaldas para aguantar ya no son tantas cuando venís con un año de caída neta –explica Pampín–. Nuestros precios en dólares son espantosos y lo que se podría recuperar por exportación es imposible. Un libro a 250 pesos, por ejemplo, es 15 o 16 dólares. Un dólar en origen son tres dólares en destino mínimo. O sea que un libro de 15 dólares, sale 45 dólares, lo que es inaccesible. Nosotros venimos pidiendo el Exporta fácil, un sistema simplificado de exportación para pequeñas exportaciones de hasta 5000 dólares, que beneficiaría mucho al sector”.

La lectora atribulada se acerca a la editorial Prometeo de Raúl Carioli. “En ejemplares, pongamos que estamos un poco arriba”, ironiza. “En rentabilidad doscientos mil por ciento abajo –exagera– porque los precios de los libros aumentaron un promedio del 15 por ciento y el stand un 40 por ciento. El espacio nos costó 700 mil pesos, a eso sumale los empleados, más el costo de reposición de los libros vendidos y tenés que calcular de costo un millón cien. O sea que deberíamos estar vendiendo para empatar unos 60 mil pesos diarios de promedio. Esta cifra la vendés un sábado, el resto de la semana no hay manera”, se sincera Carioli.
–¿Prometeo logra pagar los gastos?

–¡Acá nadie logra pagar los gastos; todos mentimos! Esa es la verdad. Agarrá desde el año 83 y fijate año por año cuánto sumó cada uno respecto de la venta anterior: un 15 por ciento más, un 14 por ciento más y así sucesivamente… Cuando termines de sumar todo eso, estamos vendiendo un 500 por ciento más de libros que en el 83. ¡Viste la posverdad, esto es la posverdad! La posverdad es esa mentira que todos sabemos que es mentira, pero que todos queremos creer que es verdad. Una de las dos grandes editoriales tiene un millón doscientos mil pesos de gasto salarial, más dos millones de pesos de espacio físico, más 750 mil pesos de instalación de stand. Son casi cuatro millones de pesos, más el costo de reposición calculado al 40 por ciento, que es un millón y medio. El total son unos 6.000.000 millones; para empatar tiene que vender 300 mil pesos por día, que son unos 6000 mil libros diarios. ¡Es imposible! Es una gran mentira que sostenemos todos porque es el único momento del año en que el libro tiene espacio en los medios. Todos queremos creer que nos va bien, pero sería un absurdo suponer que con este gobierno, cuyo primer desaparecido fue la cultura, cuyo segundo desaparecido fue la educación, que desinvirtió en todo, a nosotros nos va bien. Los docentes todavía no cerraron su paritaria, las paritarias están atrasadas, el Conicet ajustó todo su presupuesto, la Conabip ajustó su presupuesto, todos los organismos de cultura y educación descentralizados están de ajuste, y a nosotros nos va bárbaro. La clase media está pariendo y al libro le va maravillosamente bien. ¡Esto es la posverdad!

Una iniciativa realizada a pulmón en Barcelona, que merece ser apoyada

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Por tercer año consecutivo, los libreros, Isabel Sucunza y Abel Cutillas, junto con el escritor y traductor Andrés Ehrenhaus organizan en la Librería Calders, de Barcelona, una semana dedicada al libro argentino.

En la oportunidad, los tres han decidido dedicar las actividades de este año a la producción y recepción de lo que consideran nueva literatura femenina argentina. 

Así, en la semana, que arranca justamente hoy, las editoras Valeria Bergalli y Silvia Sesé conversarán con Isabel Sucunza, Paula Porroni y Mariana Enríquez. El martes 23, en cambio, Darío Polonara, cupo masculino mediante, presentará su novela Una semana con la muerte. El miércoles 24, Marietta Gargatagli conversará con Andrés Ehrenhaus sobre Aparecida, de Marta Dillon. Luego, el jueves 25, Santiago Fillol conversará con Isa Campo y Lupe Pérez García sobre Romina Paula, María Eva Pérez y Mariana Enriquez. El viernes 26, Maga Etchebarne, Cecilia Fanti y Majo Moirón presentarán mutuamente sus libros recién publicados. Finalmente, el sábado 27 habrá un gran recital de poesía argentina reciente escrita por mujeres. La fiesta, claro, será coronada con una degustación de vino y empanadas.

La  cita, para quien no se haya enterado, es en la Librería Calders, Passatge Calders 9, Barcelona (el metro más cercano es el San Antoni).

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Para los amantes de Perec que estén en París

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DU 7 AU 11 JUIN :
LE PRINTEMPS DE LA TRADUCTION

Du 7 au 11 juin 2017, à Paris et Gif-sur-Yvette, Le Printemps de la traduction, soutenu par le Centre National du Livre, proposera aux lecteurs une rentrée littéraire des traducteurs dans 8 librairies partenaires avec 9 romans sélectionnés dans l’actualité éditoriale.

Cette 3e édition s’attachera à explorer la traduction des écritures à contraintes, et notamment de l’œuvre de Georges Perec, mais fera également la part belle à la traduction de poésie et de chanson à travers des conférences, lectures, débats et ateliers ouverts à tous.

Traduire, quelle contrainte! C’est pourtant avec un plaisir sans cesse renouvelé que les traducteurs s’y soumettent, s’y adonnent même. Et pour la troisième fois, des traducteurs vont aller à la rencontre de leurs lecteurs au cours de ce Printemps de la traduction, dans des librairies, dans des bibliothèques, dans les salons de la Société des Gens de Lettres ou à la Maison de la Poésie, bref, partout où la littérature est vivante. Cette manifestation se veut donc un espace de dialogue, mais nous avons également souhaité donner l’occasion à chacun de s’essayer à la pratique de la traduction, aussi les ateliers que nous organisons s’adressent-ils à tout le monde, traducteurs chevronnés ou simples curieux de la chose. Chacun pourra dès lors appréhender le véritable tour de force accompli par trois des traducteurs de Perec, lesquels, à l’occasion de la publication des deux tomes que lui consacre La Pléiade, viendront discuter autour d’une table ronde des casse-tête qu’ils ont dû résoudre pour le traduire. « Je cherche en même temps l’éternel et l’éphémère », écrivait Perec. C’est bien ce que, modestement, tout traducteur souhaite faire. Mais comment traduire cette phrase en respectant le monovocalisme ?

Enfin, pour ne pas déroger à nos habitudes festives, nous nous quitterons en musique, autour d’un verre de Morgon-Lapierre. Ah ! Traduire, quelle contrainte !

Por qué vale la pena liberarse de Cécile Vilvandre de Sousa, experta en relaciones internacionales

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Cuando hablaba de José Ortega y Gasset, Borges siempre acotaba: “que entre los tres no hacen uno”. Es hora entonces de referirnos a la simpática Cécile Vilvandre de Sousa (foto), que ídem. Este personaje, que suponemos estudió en la Universidad de Castilla-La Mancha y que en la actualidad se desempeña como coordinadora de Relaciones Internacionales del Campus de Ciudad Real, con el sello de esa casa de estudios, publicó en 2006 un libro cuyo título es La recepción en España del teatro de Eugene Ionesco.

Dado que previamente publicó una tesis titulada “La recepción en España del teatro de Eugene Ionesco (1955-1997)”, es de suponer que, como suele ocurrir, ese trabajo previo en algún momento se estiró y consiguió sus alas de mariposa para convertirse en un libro de esos que sólo leen los especialistas y que, con la supuesta dignidad del caso, abultan una bibliografía de autor más bien anodina.

Todo esto no tendría la menor importancia, salvo, claro, para Cécile, que habrá festejado la aparición del volumen con la familia y algún colega. Pero súbitamente, cuando al buscar un dato, uno se encuentra con otro, la Cécile en cuestión pasa deja de ser una académica más bien aburrida para convertirse en algo acaso peor.

La cosa es así: en el apartado “La traducción de Luis Echávarri en editorial Losada (Buenos Aires, 1961)”, Cécile dice: “Habrá que esperar a 1961 para que La Cantante calva se publique por primera vez en castellano, y lo hará en la editorial argentina Losada (8), en el tomo I del Teatro de Ionesco”.

Acá el lector encontrará que después del nombre de la editorial Losada hay un 8 que en el original está volado, indicando que se trata de una nota, y que aquí presentamos entre paréntesis. Veamos entonces el contenido de la nota: 

(8) “Utilizamos la segunda edición (1964).” Sigue luego una disquisición técnica sobre la traducción y el texto concluye así: “En suma, al autor se le ha reservado el mismo lugar y tratamiento que si de una edición en lengua original se tratara, y la traducción se ajusta sistemáticamente al original. En ningún momento el traductor [Luis Echávarri] pretende superar el estadio de la simple traducción: busca la literalidad y trata de conservar la orientación lingüística del original. Liberada de los regionalismos argentinos enmendados en la edición castellana de Alianza, resultó ser una buena base para la mayoría de las versiones y adaptaciones de la obra en España”.

Buscando en Internet, uno puede comprobar que el tema de Cécile es el teatro. Ahora bien, ¿nadie le dijo que el teatro debe traducirse distinto que el resto de la literatura porque, de hecho, está escrito para ser dicho y no leído en silencio? ¿No sabe que en cada país de la lengua castellana el teatro se dice distinto, justamente porque en cada uno se habla distinto? En consecuencia, si una traducción dramática se realiza en la Argentina, ¿por qué debería tener en cuenta el habla española? Luego, ¿no sería lícito imaginarse que si no hubo traducción española anterior a la argentina es precisamente porque el país de Cécile estaba infectado hasta los tuétanos por el franquismo que poco quería saber de Ionesco? Por último, ¿es ese mismo franquismo el que lleva a la Cécile en cuestión a considerar que una traducción “fusilada” –que así se dice acá cuando se roba una traducción– está “liberada” al eliminarse de ella las marcas –“regionalismos” los llama la bruta– que permiten reconocer su procedencia? Y, ¿por qué uso la palabra “enmendar” –que, según el diccionario significa “corregir o arreglar los errores o defectos de una cosa o una persona” – en lugar de “españolizar”, que es lo que se suelen hacer muchas editoriales españolas cuando “fusilan” traducciones provenientes de Latinoamérica para no tener que pagarle a los traductores?

En síntesis, todo muy feo. Esta señora, dueña de una sonrisa encantadora (volver a ver la foto), al no releer lo que escribe, o es una cínica o una completa descerebrada. Y lo peor es pensar que enseña y que seguramente pondrá en la bibliografía de sus cursos su propio libro que, hay que saberlo, vale 24.04€ (23.12€ sin IVA). ¿O acaso ésta sea una estrategia de la Universidad de Castilla-La Mancha para manejar sus relaciones internacionales y no nos dimos cuenta? 
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