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Premios nacionales: una vergüenza recurrente

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La noticia fue publicada en el diario La Nación, de Buenos Aires, el 24 de marzo pasado, con firma de Silvina Premat. Se trata, una vez más, del afán de un gobierno argentino por modificar el sentido de los premios nacionales y municipales, de los cuales dependen –es necesario recordar– muchos artistas para llegar a fin de mes.

Según se lee, el secretario de Cultura y Creatividad Enrique Avogadro, confunde el sentido del Premio Nacional con el que anualmente otorgan el Fondo Nacional de las Artes (cuya función es el estímulo) o la Fundación Konex (cuyo único sentido es la autopromoción de quien lo otorga ya que no ofrece ni dinero ni reconocimiento académico a quienes lo ganan).

Con todo, sería injusto achacarle la confusión sólo al actual gobierno. Por la desaparición del premio a la trayectoria –que previamente se otorgaba sin convocatoria y sólo en función de los méritos acumulados a lo largo de toda una vida–, y por la ausencia de premios entre 2000 y 2011 (gobiernos de Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y primera presidencia de Cristina Kirchner) hubo algo así como una malversación del sentido de los premios. Así, cuando fueron convocados nuevamente en 2012 competían en ellos jóvenes y viejos en igualdad de condiciones, lo cual, convengamos, no era justo ni para unos ni para otros y llevaba a absurdos y malentendidos. Dicho de otro modo, para compensar la falta de reconocimiento y remediar situaciones injustas, se incurría en la injusticia de premiar a artistas que no necesariamente mostraban lo mejor de sí en los años que abarcaba la convocatoria, en desmedro de otros más jóvenes quienes “podían esperar”. Sin embargo, lo dicho no implica llegar al punto muerto en el cual se encuentran actualmente los premios nacionales mientras las autoridades responsables se dedican a pensar, cobrando a fin de mes sus sueldos. Tampoco a la falta de pago en la que se encuentran los premios municipales, que la actual gestión de Rodríguez Larreta (en su momento, segundo de Macri), heredó impagos (a no olvidarlo) de la gestión del hoy presidente Macri.

Destino incierto para los premios nacionales:
entre la continuidad y la reforma

Los premios nacionales a la producción artística -que no fueron convocados el año pasado- podrían no seguir otorgándose tal como se venía haciendo hasta ahora. Los equipos del ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto , estudian el destino de los galardones que históricamente funcionan como estímulo a la creatividad artística.

"No hay riesgo de que se suspendan, pero aún no podemos informar cómo serán", respondió a La Nación Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad.

El programa de los premios nacionales, que en el siglo que lleva de historia sufrió vaivenes políticos idénticos a los del país, no tiene tampoco un funcionario o empleado que los coordine. Apenas asumieron ese ministerio, los nuevos funcionarios evaluaron los programas culturales heredados de la gestión kirchnerista y decidieron continuar algunos, suspender otros y crear nuevos. Con los premios no se vio claro qué hacer y se suspendió su convocatoria, destinando la partida presupuestaria a otros programas.

"Quisimos revisar el sentido de los premios hoy, en función de que hay una diferencia entre su origen y la actualidad", dijo Avogadro. Y agregó: "En el escenario actual hay otros premios, como los del Fondo Nacional de las Artes o los de la Fundación Konex, con lo cual los nacionales quedan un poco desdibujados".

La norma que rige hasta hoy los premios nacionales es una resolución de 2013 que obliga al ministerio a realizar su convocatoria a partir del 1°de septiembre de cada año según un ordenamiento de las especialidades estipuladas de letras, artes escénicas, ensayo y música, que rotan cada cuatro años. Fija los tres primeros premios en $ 50.000, $ 30.000 y $ 17.000, respectivamente. Y los ganadores de los primeros premios -que fueron, entre otros, Bioy Casares, Andrés Rivera y Guillermo Saccomano- tienen derecho a solicitar un subsidio vitalicio que abona la Anses. El cobro de los premios y honorarios de jurados -a cargo de Cultura- fue motivo en los últimos años de reiterados reclamos de los ganadores de forma particular y/o representados por Artistas Argentinos Premiados. Ahora, según Avogadro, la Nación está al día. "Heredamos pagos pendientes de 2015, 2014 y 2013. Nos llevó un tiempo resolverlos, pero hoy no hay nada pendiente."

En la ciudad
También desde hace un siglo se convocan cada dos años los premios conocidos como "municipales" y ahora llamados concursos de la ciudad de Buenos Aires, en literatura, teatro y música (el premio a las artes plásticas corre por otra vía, la de la Dirección General de Museos, y se organiza en el Salón Manuel Belgrano, en el Museo Sívori). A éstos se suman premios especiales en literatura (Eduardo Mallea y Ricardo Rojas) y en teatro (Trinidad Guevara).

La nueva gestión de Pro con Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza heredó de la del actual presidente de la Nación los premios impagos de los bienios 2012-2013 y 2014-15. "Ahora se está contratando a los jurados para resolver esos dos bienios en forma conjunta y se está lanzando la convocatoria 2016-17, que cierra a fin de año", dijeron en el ámbito de la Dirección de Promoción Cultural del gobierno porteño, de la que dependen los concursos.

En la ciudad hasta ahora se dan unos $ 10.000 a los primeros premios y un subsidio mensual vitalicio equiparado al escalafón porteño conocido como TBI, de unos $ 15.000.

Según Nydia Sroulevich, presidenta de Artistas Argentinos Premiados, se discute sobre la actualización de los premios, tanto nacionales como de la ciudad, desde hace 24 años. "Con todos los gobiernos es igual. Además, estuvimos congelados diez años", dijo al referirse al período 2000-2011, en el que no fueron convocados.



Sobre la situación de los traductores en Francia

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La siguiente nota de Nicole Vulser (que aquí se ofrece en traducción del Administrador) apareció el 23 de marzo pasado curiosamente en las páginas de economía del diario Le Monde. En la bajada se lee: “Incluso si el Salón del Libro de París, que dura hasta el 27 de marzo, les hizo un lugarcito, el sector de la traducción sigue siendo económicamente muy frágil”.

Si bien la nota habla de lo comparativamente bien pagos que están los traductores franceses, se sabe que los alemanes ganan más. También que lo que desde la distancia parece mucho es en realidad muy poco si se considera el salario mínimo francés. De hecho, en el mencionado Salón del Libro hubo una manifestación de protesta de los traductores franceses, cuyo ejemplo sería interesante se adoptara en el resto de las ferias del libro. De hecho, en abril, en Buenos Aires, tenemos una. ¿Quién sería capaz de organizar a los traductores literarios para algo así? ¿La AATI?

Los traductores, parientes pobres de la literatura

“¿Feliz como un traductor en Francia? Los menos desgraciados de Europa, por cierto. Siguiendo a Mme. De Staël, podrá decir que se siente desolada cuando se contempla y se consuela cuando se compara”. Así comenzaba el escritor Pierre Assouline su estado de situación sobre la condición de los traductores en Francia en 2011.

Esa comprobación sigue igual. Aun cuando el 18% de los libros publicados hoy en Francia son traducidos y cuando estos representan el 22% de los ingresos de los editores, los traductores siguen siendo todavía los olvidados de ese sector. Aun cuando lograron hacerse un lugar en el Salón del Libro, que tiene lugar en París hasta el lunes 27 de marzo.

Un pago por línea traducida
Al igual que Alexandre Dumas, Honoré de Balzac, Edgar Poe o Eugène Sue, a los traductores se les paga por lína. Más exactamente, 21 euros la página de 1500 caracteres, explica Corinna Gepner, presidente de la Association des traducteurs littérarires de France (ATLF). Es la remuneración mínima que se ofrece cuando el editor pide una ayuda para la traducción al Centre National du Libre (CNL).

Esa tarifa de base evoluciona según varios criterios: “La lengua, el género literario, la notoriedad del traductor, el editor o incluso el grado de urgencia del trabajo solicitado”, subraya Mme. Gepner. El alemán, el chino, algunos lenguas más raras están mejor remuneradas que el inglés, que presenta el 58%  de los títulos traducidos. En los libros románticos, la fantasy, los libros para adolescentes, un buen número de traductores trabajand por 12 a 13 euros la página, pero los pedidos se encadenan a un ritmo muy rápido. La poesía sigue fuera del sistema y está muy mal pagada, nadie llega a vivir de ella.

Por otra partes, algunos editores consideran que una nueva traducción puede llamar la atención y le ponen a las obras una faja roja para promocionar sus méritos. Como La montaña mágica, de Thomas Mann, redescubierta gracias a la traducción de Claire de Oliveira (Fayard), en octubre de 2016. Algunos editores van más allá y ponen el nombre del traductor en la tapa; tal es el caso de Actes Sud, Carrière, Sabine Wespieser, P.O.L. o del Castor astral… “El nombre y el trabajo del traductor ha recibido una creciente atención por parte de los lectores y de los blogueros”, asegura Mme Gepner.

Traductores que se volvieron imprescindibles
Algunos se han vuelto imprescindibles, como André Markowicz, Christophe Claro, Olivier Mannoni o también Liliane y Noël Dutrait, quienes se lanzaron, sin el compromiso de editor alguno, al asalto de La montaña del alma, de Gao Xingjian, cinco años antes de que recibiera el Premio Nobel de Literatura… Los traductores del uzbeco, islandés, azerí no son legión. Otros se especializan por sectores (infantiles, historia, ciencia ficción, literatura, historia del arte).

Por Flaubert o por una novela de esas que se compran en las estaciones se paga casi lo mismo”, decía desolado el poeta y traductor ruso Ossip Mandelstam en 1929. A pesar de todo, un buen número de traductores sigue trabajando apasionadamente. Como Corinna Gepner, que traduce en este momento del alemán la versión original que se encontró de El ejército traicionado, de Heinrich Gerlasch. Ese oficial de la Wehrmacht, enviado al frente ruso, había sido hecho prisionero en Stalingrado hasta 1949. Durante esos años escribió su diario, confiscado por los soviéticos. Sobrevivió y volvió a Alemania, y gracias a la ayuda de un hipnotizador, pudo reconstruir partes enteras de su obra y la reescribió. Se publció en francés en 1959 en France-Emnpire. Sólo después de la muerte de Heinrich Gerlach, un unviersi8tario alemán halló el original de su obra en los archivos soviéticos. Una prueba para descubrir pronto allí, en Anne Carrière, las sutilezas de los efectos conjugados de la hipnosis y de la traducción.

Un Finnegans Wake anotado vía México

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“Obsesionado por la misma maldición que atormentó a Salvador Elizondo, otro escritor mexicano traduce y explica la novela más intrincada de James Joyce con la única finalidad de acercarla al mayor número de lectores posible. Una empresa que bambolea entre la locura, la genialidad y el fracaso.” Eso dice la bajada de la nota firmada por Gonzalo León, a propósito de la edición anotada de Finnegans Wake, de James Joyce, realizada por el mexicano Juan Díaz Victoria (foto), que publicó el 12 de marzo pasado el diario Perfil, de Buenos Aires.

Estela de Joyce

Una de las características de la obra del escritor James Joyce (1882-1941) en Latinoamérica es que sus dos últimas novelas, el Ulises y el Finnegans Wake(FW) –que cambiaron la historia de la literatura–, fueron traducidas por desconocidos y amateurs. José Salas Subirat, un agente de seguros, tradujo por primera vez al castellano el Ulises, mientras que Marcelo Zabaloy, un ex rugbier bahiense, hizo lo propio con el Finnegans. Parece ser que ése es el derrotero de la obra de Joyce en castellano, que los desconocidos y traductores amateurs se hagan cargo de ella. A ellos se une ahora el escritor mexicano Juan Díaz Victoria, que está haciendo la edición anotada del FW para que lo inentendible se pueda entender, y para ello ya lleva diez años de arduo trabajo. Estela de Finnegans se llama el primer capítulo de esta edición anotada. “Estela” es el tercer significado de wake en castellano, después de “resurrección” y “despertar”; estela como seguir la huella, que es lo que significa la traducción para este escritor mexicano.

“Cuando estaba en la universidad leí la entrada del FW y me pareció un texto espléndido con un enfoque excepcional, desde ahí fue un escritor insigne para mí”, explica desde Cuernavaca Juan Díaz Victoria para luego afirmar decididamente que esta novela es “la obra más monumental de la historia de la literatura, sólo comparable con la Divina comedia o con la Biblia”. Por eso le molestaba que se dijera que era intraducible o que no decía nada. Cansado de esas excusas decidió emprender su propio trabajo. Reconoce que no es un libro fácil y que sus primeros lectores –Pound, Eliot y Beckett– no conseguían hallar los hilos de la trama: “El mismo Beckett, que estuvo al lado de él mientas la escribía, comentó que había que leer el FW como una instalación verbal. Con el material que tengo reunido hasta ahora, no estoy seguro de que pueda verse como una instalación verbal, porque cada una de las referencias tiene un sentido”. Agrega además que no ha encontrado nada que pudiera calificarse como errata, ya que todo, incluso lo que pudiera parecer una errata, toma sentido más adelante; es lo que este escritor denomina “mecanismo de redundancia”, y enfatiza que “cada una de las referencias tiene un sentido, no es aleatorio ni es ruido” y que desde luego “Joyce quiso complicar las cosas”.

Este escritor, tal como hizo Ernest Fenollosa para comprender el chino, dice haber descifrado este mecanismo de redundancia gracias a un método personal, intuitivo, como una especie de piedra Rosetta, en el que primero localiza lo que no es claro, introduce su método y luego para confirmar que está en lo cierto recurre a las cartas, las notas o al mismo texto de Joyce: “Por ejemplo, yo decía de pronto ‘esto viene de un sueño o de tal idioma o dialecto’ y más adelante, dentro del mismo FW, Joyce me daba la razón al mencionar el país o el lugar donde se hablaba ese idioma o dialecto”. En estos diez años, Díaz Victoria ha desarrollado empatía con la novela, encontrando su ritmo y sus referencias: “Jamás pensé que no decía nada y, profundizando, me di cuenta de que todo el texto era continuo y que estaba interrelacionado. Entonces me basé en lo que Joyce dijo: ‘Todas las palabras tienen un sentido y están por una razón’”. Este escritor ya había detectado la intención de “abrir un código y generar condiciones que hagan predecible lo que en una primera lectura resulta impredecible”. Eso es, para él, lo que desarrolló aquí.

Una edición anotada sirve para entender todo lo que a primera vista es inentendible; textos como la Divina comedia cuentan con ediciones anotadas, pero el caso del FW es particular dado que buena parte podría ser sujeto de anotación, de ahí las más de mil notas en el primer capítulo. El proyecto completo de Díaz Victoria podría alcanzar cerca de veinte mil notas en sus 17 capítulos. La importancia de esta edición está en la necesidad de “poner en concreto lo que está disperso”, es decir, de poner la máxima información posible al lector para que el Finnegans sea entendible. Una de las cuestiones que lo hacen inentendible es que no está escrito en un idioma, sino en varios idiomas, dialectos y juegos de palabras a los que Joyce se fue haciendo adicto: “Por ejemplo, a la palabra rori que sale al comienzo, por una modificación del latín que él hizo, le dio el arbitrario significado de ‘rojo’, y la usa para referirse a un atardecer. De todas las referencias posibles es la más compleja, la más arbitraria, y ahí vemos cómo Joyce se dispara en sus referencias”.

Lo curioso es que la trama del primer borrador del FW, como consigna Díaz Victoria en el prólogo de Estela de Finnegans, era “diáfana” y tenía un quinto de la extensión actual, es decir, 140 páginas: “Allí estableció una línea argumental en cada uno de los capítulos, pero luego los fue extendiendo y deformando; pero no fue una deformación gratuita, tenía un método, un mecanismo de redundancia”. Las notas dejan en evidencia esta deformación, notas que van desde la alta hasta la baja cultura: alusiones bíblicas, al Corán, históricas, geográficas y políticas, pero también a leyendas populares, al pop, a la masturbación y al alcohol.

Para Díaz Victoria, resulta curioso que los lectores se sigan aproximando con reverencia al FW cuando es un libro, como el Quijote, para reírse. Pero además es el texto más confesional de Joyce: ahí está su temor a perder o a ser engañado por su mujer, su atracción y repulsión por el pecado y la sexualidad, pero además allí confiesa que consumía marihuana por su glaucoma y también opio. Lo que en definitiva hace Joyce es proyectar “toda la historia del mundo por el ojo de su psique, hace pasar toda la historia de la humanidad por su vida. Pero hay algo curioso: si bien hay personajes que representen a su esposa, incluso a él mismo, no hay personajes sólidos que representen a su hijo; de hecho, el heredero masculino de él es el propio Joyce”.

Semana cuarenta y nueve del repudio al convenio entre la U.B.A.,la UNAM, la Universidad de Salamanca, el Instituto Cervantes y Telefónica de España

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la número cuarenta y nueve desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Maricarmen Rodríguez, Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
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José Antonio Sánchez, además de bruto es un débil mental

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José Antonio Sánchez a punto de ahogarse en su propia baba
El pasado 5 de abril, con firma de Ander Cortázar,El Boletín, de España, publicó el siguiente suelto, donde se comentan los dichos de José Antonio Sánchez, presidente de la Corporación RTVE durante un discurso en la Casa América, de Madrid. 

El tipo, que a todas luces es un completo ignorante, además de un pelotudo importante (para no hablar de su madre), ofrece una particular lectura de la historia que, sin embargo, expresa el pensamiento de muchos españoles, sorprendidos cuando retrospectivamente se les achacan las consecuencias de "la conquista". Lo hace en un espacio al que algunos confunden con una institución que representa a los latinoamericanos y en las circunstancia de firmar un convenio de cooperación, lo que en razón de lo que siguió parece una burla de muy mal gusto.

Hay que pensar entonces que sólo el desconocimiento de Europa y de otras lenguas, hace que las personas que sólo hablan castellano se imaginen que España es un país moderno. Bastaría considerar que el hecho de que un individuo despreciable como Sánchez ocupe el cargo que ocupa es sobrada muestra de lo que el gobierno español y sus instituciones piensan de Latinoamérica. 

El discurso del presidente de RTVE

que indigna a América Latina


El presidente de la Corporación RTVE, José Antonio Sánchez,tiene un concepto secular del Imperio español y de sus ‘hazañas’. En un acto celebrado en la Casa América de Madrid, el presidente de RTVE aseguró que “España no colonizó, civilizó” a los pueblos indígenas de América Latina y se preguntó “¿cómo vamos a avergonzarnos de haber inundado América de escuelas y de Iglesias?”.

Una loa a la conquista de América en un evento que enmarcaba la firma del convenio entre RTVE y la Casa América. El discurso de José Antonio Sánchez tuvo una duración aproximada de 50 minutos, cuyos primeros 25 estuvo dedicado íntegramente a los ‘éxitos’ de la corona española.

“El descubrimiento de América ha sido el acontecimiento más importante de la Historia de la humanidad después del nacimiento de Cristo”.

Esa es la consideración que tiene el presidente de RTVE del 12 de octubre de 1492. Lo que sucedió después de aquel día, un proceso de ‘liberalización’ para los pueblos oprimidos “por la tiranía azteca”. Así lo considera José Antonio Sánchez, que niega la mayor cuando se acusa a los españoles de haber cometido un exterminio indígena.

“¿En qué cabeza cabe que los españoles de entonces se iban a dedicar al exterminio de seres humanos?” se pregunta antes de añadir “¿qué se hicieron cosas malas? Que alguien me diga en que conquista no las hubo”.

En su opinión, España nunca fue colonizadora, sino evangelizadora y civilizadora”. Mentando a varios autores que corroborasen su visión de la historia, el presidente de RTVE trasladó reflexiones ajenas como “cuando una nación civiliza regiones bárbaras, les pone en el camino de la Libertad”.

Por último, antes de pasar a valorar la programación y los canales de RTVE, se preguntó “¿qué imperio convierte los territorios ocupados en provincias con los mismos derechos que los propios y en igualdad plena?”.

"El texto resultante, no el original"

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Continuando con la polémica surgida en la edición virtual de la revista Otra Parte, el pasado 6 de abril Kit Maude le respondió a Marcelo Cohen. Quien quiera seguir la saga puede hacerlo remitiéndose a las entradas de este blog del 14 y del 21 de marzo pasados, o seguir los vínculos incluidos en esta entrada.



El terrible poder del traductor, segunda parte.
Las excentricidades del mundo anglosajón

Marcelo Cohen me ha pedido seguir con la discusión sobre el caso Zama en inglés y, como el bobo que soy, he dicho que sí. El suyo es un texto excelente y no me atrevería a criticarlo, con la excepción de un punto: creo que en algunos momentos incurre en un misticismo romántico con respecto al oficio del traductor; un misticismo que, paradójicamente, asegura que las malas traducciones sobreviven y propagan. Yo nunca reprobaría una traducción porque no alcanza las cumbres artísticas del original —esa es una cuestión subjetiva, peliaguda y, a fin de cuentas, imposible de resolver—, pero no creo excesivo pedir que alcance una nivel mínimo de interpretación del texto y calidad de escritura que asegure que no decline el valor del original. Cuando uno va fantaseando dream teams imposibles de escritores (¿Tarantino?) para la traducción perfecta, no creo que sea muy útil para el juicio crítico.

Terminé mi texto anterior con la declaración melodramática de que en este momento hay muchas malas traducciones de escritores argentinos circulando en el mundo anglosajón. Propongo explorar el origen de esta situación, que yo veo como el resultado de varias corrientes históricas. La primera tendencia es la más reciente y no creo que se limite al mundo anglosajón: el declive de la figura del editor. Nuestra primera, o única, defensa contra una mala traducción es el editor del libro en que aparece. Sí, es difícil corregir una mala traducción, pero no imposible. Lo importante es que el editor no vacile en enfrentarse con el traductor incluso cuando este apele al texto original ­—lo importante es el texto resultante, no el original—. El problema es que el proceso lleva tiempo y representa un costo —en términos económicos, intelectuales y emocionales— que las editoriales chicas y no tan chicas no pueden o no están dispuestas a pagar. Podría seguir con este tema por otras cien páginas, pero creo que sería más interesante sugerir algunas de las razones por las que estos editores pueden no identificar las traducciones como malas; por ejemplo, que se no sienten calificados para juzgarlas; y que a veces esas traducciones llegan elogiadas de antemano por los críticos.

La explicación primordial es la insularidad en que los británicos siempre se han deleitado y que han sabido transferir tan efectivamente a sus primos norteamericanos. En la cultura británica, y la mayor parte de la estadounidense, el “otro” es el ser que habla un lenguaje distinto. Desde esa visión nativista no sólo es dable esperar que los extranjeros hablen raro en inglés; es reconfortante: confirma la suspicacia siempre latente de la superioridad de la cultura “nuestra” comparada con la del otro. Sólo hay que leer un diario inglés o estadounidense para verlo: las citas de figuras políticas, culturales y deportivas de otros pagos siempre suenan un poco —o muy— raras hasta en las declaraciones más sencillas. Con un poco más de diligencia traductora, el mundo parecería bastante más acogedor y accesible a sus lectores, pero no sé si esa es una prioridad para estos medios.

No hay en la literatura anglosajona una tradición del escritor-traductor; si se exceptúa a los autotraductores como Conrad o Nabokov, se me ocurre Lydia Davis y no muchos más. Para dar un ejemplo: los argentinos tuvieron la suerte de leer a Kafka de la mano de Borges, mientras los británicos tuvieron que soportar la incompetencia alegre de Willa y Edwin Muir. Por décadas, Josef K. y sus compadres hablaban un inglés bastante excéntrico con acento escocés.

Yendo más atrás en el tiempo, hay que ver los horrores que se cometieron contra textos canónicos como El Quijote o El Decamerón o, de manera más fundamental: la Biblia. No hay que buscar lejos en la literatura inglesa para encontrar a escritores importantes de distintas eras elogiando la “poesía” y “hermosura” de la King James Bible, la primera traducción al inglés de los textos de la Biblia que llegó a una audiencia masiva, y no hay duda de que tiene momentos muy lindos. Sin embargo, la gran mayoría la lee como es: una mala y muchas veces absurda traducción de textos por una mezcla de curas, monjes y eruditos religiosos que no tenían ni la menor pretensión literaria. Las buenas frases no difieren mucho de lo que se encontraría en la obra de los mil monos proverbiales, o su equivalente moderno: Google Translator.

Otra corriente importante en la historia horripilante de la traducción al inglés es la de traducciones de los lenguajes clásicos: latín y griego. Por siglos y hasta bien entrado el siglo XX, la educación de las humanidades en el Reino Unido no consistía en mucho más que traducciones de textos clásicos al inglés. Debería haber resultado en una nación de traductores. El problema, más allá de que para nueve de cada diez alumnos la experiencia —sazonada con el castigo corporal— produjo un rechazo total del estudio de lenguas e inclusive de la literatura misma, fue que el énfasis siempre estuvo en la exactitud de la traducción, no en la calidad del texto resultante. Había que demostrar que uno había entendido los gerundios, no las genialidades de Homero o Virgilio. (Para tener una idea de lo que podría haber sido, basta con leer la obra increíble de Anne Carson, otra escritora-traductora y clasicista).

Y aquí volvemos, de alguna manera, al principio de este texto: el resultado de los procesos que he resumido es que en el mundo anglosajón la traducción siempre ha sido vista como un oficio académico, utilitario, lejos de cualquier propósito artístico. La pregunta ha sido “¿Que dijo el escritor exactamente?”, no “¿Como lo habría dicho si…?”. Esta última cuestión siempre se ha visto como un misterio imposible de descifrar y beside the point: no lo habría escrito en inglés porque no es o era inglés. Es una actitud que todo buen traductor debería combatir y que, desafortunadamente, se consolida con cada nueva publicación de una traducción mala.


"Un resto de cultura local, tal vez incluso nacional, que pervive más allá de la globalización"

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El 26 de febrero pasado, en su columna dominical del diario Perfil, de la Argentina, Damián Tabarovskyse refiere a los textos que, por diversas razones, nunca han sido traducidos. Como es su costumbre, transmite sus dudas a los lectores. No obstante hay una de la que no habla: ¿vale la pena seguir leyendo un suplemento cultural tan malo como es Babelia?


Traducciones, traducciones


En un reciente artículo en Babelia, el suplemento cultural de El País, Beatriz Sarlo se permite comenzar con una fina ironía: “Releo un libro que no ha sido traducido (en esta época, cuando se traducen hasta los estornudos)”. Luego avanza con una lectura de Der Grenz-Gänger (título que ella misma arriesga traducir como Caminante de fronteras o A pie por la frontera), de Landolf Scherzer que, como quedó dicho, se mantiene aún inédito en castellano. A esta altura de mi vida (con varios divorcios, algunos hijos, y ninguna cuenta offshore) creo que valoro la traducción como a ninguna otra actividad cultural. Sin embargo, debo decir que comparto algo de la ironía de Sarlo. Me gusta la idea de que haya textos resistentes a la traducción, huesos duros de roer, ya sea por la dificultad de su sintaxis, por desconfianza comercial, o simplemente por mala suerte editorial. Como si hubiera un resto de cultura local, tal vez incluso nacional, que pervive más allá de la globalización, de los flujos mundiales, del mercado internacional. Pienso ahora en Against World Literature: On the Politics of Untranslatability, de Emily Apter (Verso, Londres, 2013), curiosamente –o no tanto– aún sin traducir entre nosotros, en el que la autora lleva a cabo una brillante defensa de la intraducibilidad como antídoto contra lo que llama “literatura global”, que nosotros bien podríamos llamar “español internacional”. Cuantas más novelas se escriben y se publican buscando ese mercado internacional (que, en nuestro caso, siempre desemboca en España), historias de crímenes en Oxford, de hombres solteros (o casados, o divorciados, da igual), de poetas detectives y etc., etc., etc., más ganas tengo de leer esos libros testarudos que no prosperaron en ningún otro idioma que el propio. Hasta donde sé, Héctor Libertella no está traducido (o si lo está, es algún texto menor, nada significativo). Mejor así: que sea nuestro secreto. De hecho, pocas decepciones mayores que la que experimenté hace unos años en una librería de viejo de Nueva York, cuando encontré la traducción al inglés de Volverás a Región, de Juan Benet (Return to Región, Columbia University Press, NY, 1985, traducción de Gregory Rabassa). Después me enteré de que también se había traducido al inglés Una meditación. Seguro debe de haber sido un éxito…

Aunque la traducción me genera también sentimientos ambivalentes. Cuando tuve en mis manos la traducción de Peripecias del no, de Luis Chitarroni (The No Variations, Dalkey, Illinois, 2013, traducción de Darren Koolman) me alegré mucho. Pocas prosas más radicales que ésa: si algo llegó a sedimentar en inglés, será un beneficio para los pocos lectores norteamericanos abiertos al mundo. También me alegré de la reciente publicación en castellano de una buena selección de los Diarios literarios de Paul Léautaud, hasta ahora increíble deuda del mercado editorial en español (Fuentetaja, Madrid, 2016, 920 páginas. Traducción de Cecilia Yepes). De hecho, me gusta pensar la traducción como un modo de saldar viejas deudas (casi siempre incobrables).

Hace poco leí una novela de un autor argentino publicado por una gran casa multinacional con sede en España y sucursales en casi toda América Latina. Era tan tan mala que se me ocurrió que el autor podría presentarse a una beca para que la traduzcan al castellano. No sería una mala idea. 

Otras vicisitudes por las que atravesó el príncipe Hamlet (I)

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Marietta Gargatagli publicó en El Trujamán sendos artículos a propósito de Hamlet, de William Shakespeare y la actitud de la Inquisición ante la posibilidad de que la obra se tradujese en España. El primero salió el 31 de marzo pasado.

Sospechas de Inquisición en Hamlet (1)

No sabemos por qué el Hamlet de Shakespeare tardó tanto en ser traducido en castellano. Quizá pudieron influir los velados vínculos con las Artes de la Inquisición española de Reinaldo Montano (también llamado Reinaldo González de Montes) traducido al inglés en 1568 como Reginaldus Gonsalvius Montanus: A Discoverynand Playne Declarationn of sundry subtill practises of the Holy Inquisition of Spayne por el editor John Day.

Según este vínculo, sugerido por el historiador Morón Arroyo, Montano pudo ser «la fuente del doble espionaje que conduce a una intensificación del odio entre Hamlet y su tío y enemigo» y la razón de que «el personaje Reinaldo, que tan sólo aparece en la escena I del acto II, se llamara Montano en la primera impresión pirata de 1603».1 No resultaría fácil examinar la totalidad de la hipótesis; sin embargo, la escena I del acto II, de la que T. S. Eliot afirmó que no tenía el estilo de Shakespeare,2 parece interrogarnos de muchas maneras.

Cualquiera sea el resultado de esta conjetura, la notable repercusión de las Artes merece recordarse. Según Christine Giesen, su autor debió ser andaluz, conocedor de las obras de Erasmo, partidario del protestantismo, familiarizado con las prácticas de la Inquisición española y testigo de la represión contra los protestantes sevillanos ocurrida en 1557 y 1564. La mayor parte de los investigadores coinciden en que estos indicios señalan a Casiodoro de Reyna, el artífice de la valiosa traducción de la Biblia en los Siglos de Oro. Se aduce, entre otros datos fehacientes, que «el editor Oporino, en una carta del 10 de junio de 1567 (…), pregunta si la obra de Reina sobre la Inquisición ha sido quemada en Flandes o si, en el caso contrario, no quiere publicarla. En otra carta de Reina a Diego López, de París, de septiembre de 1567, el propio Casiodoro menciona su publicación».3

Las Artes —publicadas por primera vez en latín en 1567 por Michael Schirat o Chirat, editor francés que trabajó en Heidelberg, como Reginaldus Gonsalvius Montanus, Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes aliquot detectae, ac palam traductae— se tradujeron casi de inmediato al francés (Histoire de l’Inquisition d’Espagne: exposee par exemples pour estre mieux entendue en ces derniers temps, 1568), al inglés (mencionado arriba), al holandés y al alemán.4 La primera versión en España, Artes de la Inquisizion española, apareció en 1851 traducida por Santiago Usoz y Río, con prólogo de su hermano Luis Usoz, personalidades y personajes cuyas biografías sería interesantísimo estudiar.

Se sabe que Hamlet fue escrita entre 1600 y 1601, que se editó en 1603 y en 1604 (Q1 y Q2), que en 1623 apareció el Primer folio con nuevas anotaciones escénicas y 70 versos que no figuraban en el segundo cuarto.5 Existen numerosas conjeturas sobre una pieza anterior no conservada, el Ur-Hamlet que circuló entre 1580 y 1590, que se atribuye a Thomas Kyd o a Shakespeare y que Harold Bloom atribuye decididamente a Shakespeare.

La autoría de Thomas Kyd se justifica porque, como se supo dos siglos más tarde, fue el creador de La tragedia española (c. 1589), drama isabelino de venganzas, violencia y sangre influido, como también Hamlet, por las traducciones de Séneca que dieron renovada forma al teatro del Renacimiento. La tragedia de Kyd tiene ciertas similitudes con Hamlet y la edición de 1602 alberga 325 líneas de mano incierta que investigadores contemporáneos (Brian Vickers, Douglas Bruster) consideran de Shakespeare. ¿Estuvieron las Artes de la Inquisición presentes de alguna manera en ese cruce de escrituras y textos?


Notas:
(1) Ciriaco Morón Arroyo: «La Inquisición y la posibilidad de la gran literatura barroca», p. 320. En Ángel Alcalá (Ed.): Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona, Ariel, 1984. 
 (2) T. S. Eliot: Selected Essays, New York, Harcourt, Brace and Co,1950, p. 123. 
(3) Christine Giesen: «Las Artes de la Inquisición Española de Reinaldo González de Montes: contextos para su lectura», Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Hª. Moderna, t. 14, 2001, p. 105.
 (4) En la primera traducción francesa, que se conserva en la Biblioteca Nacional de España, figura, manuscrita, una lista bastante extensa de traducciones de la obra. 
(5) Del Primer folio desaparecieron 230 versos que algunas versiones, como la de Tomas Segovia, restituyen. 



Otras vicisitudes por las que atravesó el príncipe Hamlet (II)

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Segunda parte del artículo publicado por Marietta Gargatagli en El Trujamán, esta vez el 12 de abril del presente año.

Sospechas de Inquisición en Hamlet (II)

Cuando T. S. Eliot en «Hamlet and His Problems» (1919) reconstruyó el proceso de escritura de la tragedia de Shakespeare observó que en «Hamlet hay una superposición de estratos, que representan los esfuerzos de una serie de hombres, cada uno descifrando el trabajo de sus predecesores. (…) Hubo, como sabemos, una obra antigua de Thomas Kyd, ese extraordinario genio dramático (o poético) que fue con toda probabilidad el autor de obras tan distintas como Spanish Tragedy y Arden of Feversham. Podemos adivinar lo que era esta obra [el Ur-Hamlet] a través de tres pistas: la propia Spanish Tragedy, la historia de Belleforest [traductor de Saxo Grammaticus en Histoires Tragiques] en la que el Hamlet de Kyd pudo haberse basado y la versión que se hizo en Alemania en tiempos de Shakespeare que nos ofrece pruebas evidentes de que debió adaptarse de la anterior [de Kyd] y no de la posterior [de Shakespeare]». Y más adelante Eliot añade, «hay paralelos verbales tan cercanos a la Spanish Tragedy como para no dudar de que en algunos pasajes Shakespeare estaba sólo revisando el texto de Kyd. Existen escenas (…), como la de Polonio y Laertes y la de Polonio y Reynaldo, para las que no hay justificación. Esas escenas no tienen el estilo del verso de Kyd ni tampoco el estilo de Shakespeare (…), son escenas de la obra original de Kyd reescritas por una tercera mano (…) antes de que Shakespeare acariciara siquiera la obra».1

Los intrincados entrecruzamientos de la intertextualidad de tradición isabelina favorecen la hipótesis de que la lectura fortuita, la reminiscencia oral o escrita de los relatos de Reinaldo Montano pudieron reflejarse en la desconocida secuencia que va del Ur-Hamlet a Hamlet y presentarse como cita o como parodia en la escena del acto II donde figura por primera y única vez el personaje que lleva el nombre del autor de las Artes de la Inquisición española.

En esa escena, sin vínculo argumental alguno, Polonio instruye a su criado Reinaldo sobre el modo de obtener información sobre la conducta de Laertes, su hijo, en París. Sin duda, existen muchas formas de interpretar este fragmento, pero el parentesco con las «artes más secretas»2 del libro de Reinaldo Montano parece evidente. Lo que en las Artes llamaban «mosca» o «mouche» cumple la misma función que debería cumplir el criado: insinuar defectos y virtudes de Laertes entre los daneses de París para así tirarles de la lengua y obtener información. Ese proceder figuraba ya en la fuente de las Artes, el Manual de Inquisidores de Nicolau Eymeric (siglo xiv) donde se sugería sonsacar el secreto a algún amigo del reo, incluso fingiendo ser «del mismo dictamen que el hereje».3 Desde luego, la escena de Polonio y su criado es mucho más espléndida que estos antecedentes, más shakesperiana, más puro «polvo indescifrable», como lo llamó Borges.

Se ha observado una ausencia de religiosidad en las obras de Shakespeare, la construcción de un mundo ateo regido por reglas morales no divinas. Por el contrario, los materiales inquisitoriales componen una burocracia del mal sin relación alguna con lo moral ni tampoco con Dios. Son como restos geológicos entre los que se perciben fósiles malignos enterrados en la piedra, relatos ficticios sobre pequeños asuntos que la imaginación expande, con argucias intrincadas que ni la trama más inverosímil hubiera podido contener.
No puede determinarse el influjo de un texto real sobre la imaginación de Shakespeare, pero la Inquisición vista como una metodología de tortura mental produjo, por la original invención del anonimato de las delaciones y lo oculto de los cargos —los temas de Franz Kafka—, escrituras de estremecedoras consecuencias literarias.
Notas:
(1) T. S. Eliot: Selected Essays, Harcourt, Brace and Co, New York, 1950, pp.122-123. 
(2) Histoire de l'Inquisition d'Espagne: exposee par exemples pour estre mieux entendue en ces derniers temps, s/l, 1568, pp. 96-98. 
(3) Nicolau Eymeric, Manual de Inquisidores, Barcelona, Fontamara, 1974, p.39. 


Semana cincuenta del repudio al convenio entre la U.B.A.,la UNAM, la Universidad de Salamanca, el Instituto Cervantes y Telefónica de España

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la número cincuenta desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Maricarmen Rodríguez, Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Cultural Argentino de Lenguas Vivas (Tucumán, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°83  (Solano-Quilmes)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina)
Universidade Federal da Bahia (Brasil)
Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana (Brasil) 
Universidade Federal Fluminense (Brasil)
Universidade Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
Universidad Autónoma de Nuevo León (México)
UNAM (México)
El Colegio de México 
Universidad de Montevideo (Uruguay)
Universidad de la República (Uruguay)
Harvard University (Estados Unidos)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
University of Maryland (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales
Centro PEN Argentina
Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina (SEA)
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

La AATI y sus incongruencias

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El 23 de marzo pasado, el Administrador de este blog subió y firmó a título personal una entrada a propósito de la AATI, institución que núclea a traductores e intérpretes y que, ante la ausencia de alguna otra instancia similar, evidentemente aspira a representar a unos y a otros. Retomamos ahora el tema, señalando una incongruencia mayúscula que le resta seriedad a los buenos propósitos que la AATI dice tener.

Una institución incoherente

De acuerdo con lo informado por sus autoridades, sólo el 25% de los traductores asociados a la AATI son literarios y, de ellos, sólo una parte trabaja en el mundo de la industria editorial. La gran mayoría de los socios de la AATI la constituyen los traductores científico-técnicos y los intérpretes. Con todo criterio, Marita Propato, la actual presidente de la institución, señala que tiene que representar los intereses de todos los traductores y no sólo de un sector. El objetivo es loable. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el sector mayoritario se opone a que la minoría goce de los mismos derechos que la mayoría? ¿No estaría entonces la AATI mimando el mismo gesto antipático que el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, que cerrilmente niega incluso el derecho de los traductores no diplomados a llamarse "traductores"? Luego, considerando que se acerca una nueva Feria del Libro, ¿por qué los traductores literarios no titulados deberían interesarse en las actividades literarias que promueve la AATI, cuando la institución, al no otorgarle derechos plenos, los considera de segunda clase?

La cuestión podría ir más allá. Como es sabido, durante las muchas reuniones vinculadas a la creación de una nueva ley de derechos para el traductor, surgió la cuestión de qué es un traductor. La posición un tanto obtusa de muchos miembros del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires a propósito de la necesidad de un título habilitante, se tradujo en diversas discusiones y en una indignación generalizada por parte de los traductores literarios. Entre otros, algunos representantes de AATI que, con muy buena fe, consideraron otros criterios para reconocer qué es un traductor. Lo paradójico es que, ya en términos institucionales, la AATI se comporta exactamente igual que el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires.

Cabe entonces preguntarse, ¿con qué fundamento ético una asociación como la AATI, que distingue en sus estatutos entre traductores titulados y no titulados, de manera que los primeros son socios de pleno derecho (voz, voto, participación en órganos directivos) y los segundos, socios adherentes (voz, no voto, no participación en órganos directivos), puede apoyar explícitamente un proyecto de ley de derechos de los traductores profesionales que trabajan para la industria editorial que, en sus fundamentos, invierte por completo la lógica de esa distinción? Para la ley en cuestión, “traductor es la persona física que realiza la traducción de obras literarias, de ciencias sociales y humanas, científicas y técnicas sujetas a propiedad intelectual, cualquiera sea su formación profesional”. O sea que, a los efectos de esa ley que AATI dice apoyar, traductor profesional es quien traduce, independientemente de si ha estudiado y tiene un título oficial de traductor. Es indudable que entre la ley y los estatutos de la asociación existe una contradicción flagrante; pero la pregunta inicial no iba dirigida a subrayar esa contradicción, sino a indagar en la oportunidad y propiedad de un apoyo cuando menos contradictorio.

Se pueden aventurar varias respuestas.

La más optimista y proactiva de todas es suponer que la comisión directiva de AATI (o los sectores más progresistas y proactivos de esa comisión) han utilizado el apoyo a los mentados proyectos de ley como una cuña para forzar la modificación de esos estatutos contradictorios, de manera que una vez puesto el techo de la casa los cimientos no puedan postergarse mucho más.Al anticiparse políticamente al cambio efectivo, la revisión de las dos categorías sería un hecho consumado y los estatutos tendrían que atenerse a la nueva situación generada. Ojalá así sea. Aunque, convengamos, es un criterio arquitectónico un tanto extraño.

También podría ser, sin embargo, que el cambio de estatutos fuera una meta lejana y, por diversos motivos, azarosa, y que apoyar un proyecto de ley que los contradice sirviera de paraguas y excusa, como si se quisiera demostrar la voluntad de poner el techo pero, a la vez, la imposibilidad de sostenerlo sin cimientos ni pilares. así, mientras el proceso de redefinición de estatutos se eterniza, la comisión directiva creería contar con una coartada perfecta: nosotros queremos pero la realidad no nos deja.

Existe también la posibilidad de que nadie se plantee de verdad un cambio efectivo de estatutos y que la AATI jamás vaya a aceptar del todo la libertad de formación como circunstancia real de la profesión.Ésta sería la opción más necia y regresista, y daría cuenta de una voluntad de aprovechar, mediante un apoyo descomprometido al proyecto de ley mencionado, el pequeño filón culturoide de la traducción literaria para dar lustre a una asociación que, de hecho, descree y reniega de los traductores no titulados que se dedican a esa rama de la profesión.

Cabe aún una cuarta opción: que en la AATI no exista un consenso claro ni en una dirección ni en otra, ni una clara noción de la percepción que tiene el socio respecto de estos temas, y que el apoyo a los proyectos de ley de traducción sea reflejo de la postura de determinados sectores pero no de la totalidad de la asociación ni de su comisión directiva, y que esa discusión interna esté retrasando la renovación de los estatutos. Si así fuera, esos sectores están librando una lucha desigual (recuérdese el rechazo explícito de los colegios de traductores públicos y de algunos sectores docentes a los proyectos) y merecen tanto el reconocimiento como el apoyo de quienes entendemos que el cambio de estatutos es condición sine qua non para la democratización de la AATI.

Sea como sea, la ley de derechos de los traductores no puede estar al servicio de ninguna asociación, sino todo lo contrario. Al grueso de traductores que trabajan en la industria editorial los beneficia mucho más contar con un marco legal que los ampare y regule de manera justa y equitativa que contar con una asociación privada que simpatice con sus intereses. Bienvenida la democratización de la AATI si eso contribuye un poco más a que la ley que los traductores necesitamos sea una realidad y no una mera expresión de deseos frustrados a priori.

Para concluir (e inquietarse), actualmente, la AATI conversa con ACEtt, la cuestionada asociación de escritores y traductores de España, seguramente para intercambiar experiencias y crear vínculos. La ACEtt trabaja exclusivamente para los traductores literarios, quedando afuera de esa institución todos los demás, que, de hecho, tienen sus propias instituciones. ¿Qué dirá el 75% no literario de AATI cuando se entere?  ¿Dónde está la coherencia de todo esto?

A modo de aclaración, y por si hiciera falta decirlo una vez más, los actuales miembros de la Comisión Directiva de AATI son personas honestas y muy trabajadoras, que no sacan ningún beneficio personal por su trabajo en la institución. De hecho, se cargan de tareas que emprenden de manera enteramente altruista. Esas claras cualidades se ven opacadas por su falta de operatividad a la hora de realizar la transformación real que todos esperamos. 

Jorge Fondebrider

El SPET en abril relee a Antoine Berman

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En el próximo encuentro del año, que tendrá lugar el jueves 20 de abril a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), nuestras invitadas Martina Fernández Polcuch y María Tellechea se dedicarán a la primera de las “Lecturas pendientes” previstas en el Ciclo I/2017: Comentario y (re)traducción: Antoine Berman, La era de la traducción

María G. Tellechea es traductora literaria y docente de alemán. Da clases en el Laboratorio de Idiomas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y en la cátedra de alemán del Departamento de Lenguas Modernas de la misma facultad. Cursa la Maestría en Literaturas en Lenguas Extranjeras y Literaturas Comparadas y participa de varios talleres de traducción.

Martina Fernández Polcuch es Licenciada en Letras por la UBA y se formó como traductora e intérprete de alemán en el Instituto Goethe. Se desempeña como intérprete y traductora y es docente de literatura y traducción literaria en el IES en Lenguas Vivas “J.R. Fernández”. Coordina los cursos de Alemán-Lectocomprensión en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

Han traducido en tándem la Correspondencia entre Th. W. Adorno y G. Scholem, publicada por Eterna Cadencia en 2016.

 Lecturas sugeridas

-Antoine Berman, La era de la traducción: la tarea del traductor de Walter Benjamin, un comentario, trad. de E. López Arriazu. Buenos Aires: Dedalus, 2015 (Cuaderno 2, pp. 57-81).

-Walter Benjamin, “La tarea del traductor”, trad. de H. A. Murena. En Angelus Novus. Barcelona: Edhasa, 1971, pp. 127-143.

La parte elegida del texto de Berman estará disponible en la fotocopiadora del IES en Lenguas Vivas (sótano) a partir de martes 11/4, 17.30. El mismo día se depositará el ejemplar del libro donado por Dédalus Editores en la Biblioteca del SPET (consultas en la Biblioteca del Dpto. de Alemán, IES en Lenguas Vivas, A 35).

A quienes confirmen su asistencia se les enviará el texto de Benjamin por correo electrónico. Si tenés previsto solicitar un certificado de asistencia, por favor no te olvides de firmar después de la reunión en la lista disponible en Cooperadora.


Mensaje de Mateo Schapire sobre el llamado para las becas del Centre National du Livre de este año

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Estimados traductores,

El Centre National du Livre de Francia (CNL) propone becas de estadía destinadas a traductores experimentados en literatura o ciencias humanas y sociales, para realizar proyectos de traducción de obras francesas.


Para la convocatoria a la sesión de junio, las personas interesadas tendrán que dejar su dossier completo (formulario adjunto más documentos solicitados) antes del 29 de mayo en el Institut Français d’Argentine (Basavilbaso 1253), a mi nombre. Nosotros se lo transmitiremos al CNL.

Quedo a su disposición para cualquier información suplementaria.

Saludos cordiales,

Mateo SchapireAdjunto para la promoción y difusión del libro francés
Basavilbaso 1253
(C1006AAA) Buenos Aires
T + 54 11 4515 6913

Che, a ver si alguien lo orienta a González

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El jueves 6 de abril pasado, el traductor argentino Alejandro González publicó la siguiente columna en la que se pregunta “cuál es el sujeto de la traducción”. La reproducimos a continuación.

¿Quién traduce?

En conversaciones mantenidas con colegas hemos llegado a la inevitable conclusión de que, ante dos frases igualmente irreprochables y bellas en cuanto a estilo, ritmo, elección léxica, sonoridad y musicalidad, no sabemos, en última instancia, por qué preferimos una a la otra. Arrojamos, claro, hipótesis de todo tipo, como eso de que «la lengua nos habla» o «somos hablados por la lengua», de que hay un «fondo común» lingüístico, del oído entrenado, del peso de la tradición y demás.

En lo personal, tal circunstancia, unida al hecho de que me dedico a la traducción y debo crear cientos de frases a diario, me ha hecho sentir a menudo que, a fin de cuentas, no soy yo quien traduce, sino que hay una voz (interior o exterior, o ambas cosas a la vez, o quizás sean muchas voces) que tiene la última palabra. Así he llegado casi espontáneamente a plantearme una pregunta que, hasta donde sé, no suele merodear tanto los estudios sobre traducción: ¿quién traduce? O, mejor dicho, ¿cuál es el sujeto de la traducción?

La primera respuesta u observación que acude a la mente es que, desde luego, en el proceso de traducción de un libro intervienen varios actores (vamos a llamarlos así): el editor (solo o en equipo), el director de una serie, el traductor, el corrector, el propio autor —si está vivo y es accesible—; en ocasiones, el fondo que subsidia una determinada traducción, cuya decisión —sujeta, a su vez, a los criterios que sigue un jurado competente, al cumplimiento de los trámites administrativos y al monto solicitado— de colaborar o no económicamente suele ser lo que facilita o impide el proyecto; asimismo, la incidencia del agente literario o del poseedor de los derechos autorales —cuando la obra no está aún en dominio público— desempeña un papel no menor. Esta sería la primera «cadena» del proceso, la más fácilmente distinguible; diríamos, la condición de posibilidad para que un libro traducido esté en las mesas de las librerías (omito aquí el resto de la cadena de edición y distribución).

En un siguiente círculo concéntrico encontraríamos el mercado y lo que sabemos o esperamos de él; básicamente: qué libro o autor conviene traducir, cuál promocionar, cuál dejar en la sombra. El posicionamiento de la editorial y el prestigio de que goza entre los lectores es, por su parte, una instancia insoslayable.

En un tercer círculo, el conocimiento (más o menos intuitivo) de la cultura de recepción, de los hábitos de lectura, de las modas intelectuales, del gusto predominante. No es lo mismo traducir sabiendo que X libro formará parte de una serie juvenil o que engrosará una colección de clásicos dirigida a un público con formación universitaria. Cada traductor sabrá —con mayor o menor grado de conciencia— cuántas notas al pie debe hacer, qué conocimientos puede dar por sentados en quien lea el libro, qué cabe explicitar (el editor o el director de la serie también tomarán cartas en el asunto).

Más lejos llegamos ya a un terreno que nos excede, y en el que avanzamos a tientas: ¿por qué ciertos hábitos lingüísticos nos resultan más admisibles que otros? ¿Hasta dónde nos influye —ayudando y obstruyendo— la tradición literaria de nuestra comunidad? ¿Cuánto nos ha marcado nuestra propia historia como lectores? ¿Cuánto nos atraviesa la «agenda política» de nuestra comunidad en un momento histórico dado, por ejemplo, cuando hay fervores nacionalistas, independentistas, reivindicatorios de minorías, etc.? ¿Cuánto incide nuestro origen social, nuestra historia familiar, nuestro lugar de nacimiento, nuestro círculo de pertenencia? Multipliquemos estas preguntas por cada uno de los —dijimos— actores que intervienen en el proceso. Por lo visto, que prefiramos el adjetivo «bonito» a «lindo», «atractivo» o «guapo» (póngase en el orden que se desee) esconde una larga historia, de la que dudo podamos dar acabada cuenta.

Acerca de qué es traducir y cómo debe traducirse (mirada filosófica), qué se traduce (mirada histórica), cómo se traduce (traductología), cómo circulan las traducciones y qué efectos generan (mirada sociológica) hay océanos de bibliografía.

Aquí simplemente quería compartir la pregunta por quién traduce, por el sujeto —agente— de la traducción. Al parecer, la respuesta no es sencilla.

Otra prueba de la incoherencia de la AATI

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Traductores titulados en camino a una mesa redonda de la AATI

Como suele ocurrir desde hace algunos años, la AATI nuevamente organiza con el marco de las jornadas profesionales en la Feria del Libro de Buenos Aires una serie de mesas que tienen por objeto la discusión de temas ligados a la traducción literaria. Es, entre otras cosas, su manera de presentarse socialmente, aunque menos del 25% de los traductores asociados a la institución sean literarios. Pero la literatura siempre es más sexy que la traducción científico técnica o que la interpretación; sobre todo en la Feria del Libro.

Considerando que entre sus socios tiene algunos que son de primera categoría y otros que son de segunda, básicamente por no tener un título que los habilite como traductores, queremos alertar a aquellos que efectivamente sí tienen algún tipo de diploma que acredite sus estudios que en las mesas van a participar como expositores traductores no titulados y, por lo tanto, sospechosos de mala praxis, enfermedades contagiosas y mal aliento. 

Dicho de otro modo, la asistencia de los traductores titulados a esas reuniones va por cuenta y riesgo de cada cual, ya que la falta de titulación puede ser contagiosa. 

De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha comprobado que muchos leprosarios están llenos de traductores no titulados, lo cual constituye una prueba flagrante para sostener esta advertencia. 

La AATI, a este respecto, vuelve a ser incoherente respecto de sus propios estatutos. Que cada quien lleve el carnet de su prepaga y tenga el número del SAME a mano. Quedan todos avisados. 


Jorge Fondebrider

Semana cincuenta y uno del repudio al convenio entre la U.B.A.,la UNAM, la Universidad de Salamanca, el Instituto Cervantes y Telefónica de España

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la número cincuenta y uno desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Maricarmen Rodríguez, Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Cultural Argentino de Lenguas Vivas (Tucumán, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°83  (Solano-Quilmes)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina)
Universidade Federal da Bahia (Brasil)
Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana (Brasil) 
Universidade Federal Fluminense (Brasil)
Universidade Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
Universidad Autónoma de Nuevo León (México)
UNAM (México)
El Colegio de México 
Universidad de Montevideo (Uruguay)
Universidad de la República (Uruguay)
Harvard University (Estados Unidos)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
University of Maryland (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales
Centro PEN Argentina
Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina (SEA)
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

Libros envueltos en papel madera.

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Guillermo Piro publicó la siguiente columna en el diario Perfil, pero no nos queda en claro cuándo. Más allá de ese detalle, vale la pena leerla.



Cita a ciegas con un libro

No hace mucho, aquí mismo hablamos de uno de los tantos lugares comunes referidos a los libros, aquel que dice “no juzgues un libro por su tapa”. Explicitamos y fundamentamos que aquellos que juzgan los libros por su tapa rara vez se equivocan, pero por suerte en Australia no nos leen, o nos leen poco. En Newtown, un suburbio de Sydney, en una sucursal de la cadena de librerías Elizabeth’s Bookshop, hay un área donde se exponen los libros envueltos en papel madera. De este modo los clientes no pueden conocer el título, el autor, ni mirar la tapa. En el envoltorio están escritas algunas palabras clave, frases breves y adjetivos que intentan describir el libro y despertar la curiosidad de los lectores. El proyecto tiene nombre: “Blind date with a book” (“Cita a ciegas con un libro”).

Melanie Prosser, la directora de la librería, fue entrevistada por el diario australiano Daily Telegraph y dijo que el proyecto había nacido con el fin de “alentar a las personas a que salieran de la propia comfort zoneliteraria” y dejaran de juzgar y elegir un libro por su tapa. Naturalmente no le creo a Melanie una palabra (la experiencia me enseñó a no creerle nunca nada a alguien que se llame Melanie), pero como estrategia de venta me parece asombrosa. Según Prosser (no puedo ni volver a escribir el nombre Melanie), elegir un libro a ciegas “es un regalo hermosísimo que te libera de cualquier responsabilidad”. El experimento resultó positivo, y hoy todas las librerías de la cadena Elizabeth’s Bookshop tienen un estante con libros envueltos. Hay un sitio web, un blog en Tumblr, un perfil en Instagram y una página en Facebook donde es posible examinar (superficialmente, claro) y comprar (naturalmente)  los libros empaquetados.

Los libros que terminarán envueltos son elegidos por el personal de la librería. La revista online australiana Colosoul cuenta que uno de esos libros venía descripto como “novela prima multipremiada, protestas políticas en Medio Oriente, mayor de edad, violencia desbordante”, y que resultó ser Cometas en el cielo, del estadounidense de origen afgano Khaled Hosseini. Otro libro, descripto como “heroína sensible, amor, clásico, muchacha adoptada que se rebela” resultó ser Mansfield Park, de Jane Austen. Al parecer, por lo que pude averiguar, la iniciativa fue recreada en Italia y en Panamá –ignoro con qué resultados.

Una vez, en una de las librerías en las que trabajé, en 1983, una cañería rota nos obligó a desalojar de libros toda una estantería. Como nos parecía que en medio de la librería un espacio tan grande sin libros podía llamar demasiado la atención decidimos poner un cartel que decía “Libros prohibidos”. Contra lo que era nuestra intención, los clientes no pescaban la ironía. Nos preguntaban cómo podía ser que todavía hubiera libros prohibidos si estábamos en democracia, y cuando les decíamos que era un chiste se nos quedaban mirando como se mira cuando no se entiende un chiste, con una cara que está entre la idiotez y la imbecilidad. De modo que desconozco el efecto que tendría un proyecto similar al australiano en las librerías argentinas, aunque puedo hacer suposiciones. Como en la Argentina nadie quiere seguir las reglas del juego, me imagino a los clientes rompiendo el papel madera y volviendo a la librería a cambiar el libro –si se trata de una persona pacífica–, o amenazando con abrir una demanda judicial porque la descripción del libro no se ajusta a la realidad de la ficción –si se trata de una persona absolutamente normal.

En cualquier caso tiro la idea para que los libreros argentinos se diviertan un poco estafando al prójimo y al mismo tiempo puedan sacarse de encima esos clavos que compraron hace años pensando que iban a venderse como pan caliente. Es ahora o nunca.

Una traductora, una editora y una agente

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Ya es, podría decirse, una tradición: cada abril, desde hace ocho años, el encuentro del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires tiene como protagonistas a los traductores y editores invitados por TyPA a la Semana de Editores. Este año, fue el turno de las editoras Jacoba Casier (Holanda) y Nazli Gurkas (Turquía) y la traductora Marianne Millon (Francia). Cada una de ellas presentó realidades muy distintas correspondientes a sus respectivos países. 

Próximamente se subirá el video de la velada.

Jacoba Casier realizó una maestría en Literatura Francesa y Española en la Universidad de Ghent, Bélgica y Aix-en-Provence, Francia. Trabajó durante cinco años como agente literaria en la agencia Guillermo Schavelzon en Barcelona, donde estuvo a cargo de los derechos extranjeros de autores latinoamericanos. Luego se mudó a Amsterdam, donde desde hace tres años trabaja como editora de adquisiciones. Actualmente está a cargo de los autores latinoamericanos en Signatuur, el sello literario de la editorial AW Bruna. Signatuur publica alrededor de 25 libros por año entre ficción y no-ficción. Entre los autores hispanohablantes traducidos se encuentran Carlos Ruiz Zafón, Ricardo Piglia, Guadalupe Nettel, Juan Gabriel Vásquez, Almudena Grandes y Lina Meruane.

Marianne Millon es traductora del castellano, catalán e inglés al francés desde hace 24 años. Ha sido profesora de español durante 17 años y ha dado talleres de traducción. Ha traducido, entre otros a Aurora Venturini, Macedonio Fernández y José Carlos Somoza. Sus traducciones fueron publicadas en Actes Sud, José Corti, Stock,Buchet Chastel, Gallimard, Mille et une Nuits, Presses de la Cité, Belfond, Fleuve, entre otras.


Nazli Gurkas trabaja en Kalem Literary Agency desde 2013. Fundada en Estambul, Turquía, Kalem Literary Agency representa a lo más renombrados autores turcos tanto contemporáneos como clásicos. La agencia lleva firmados más de 1800 contratos de representación de autores turcos traducidos a más de 36 lenguas. Si bien el interés de la agencia es la ficción de calidad y comercial, también representan a autores de no ficción. Kalem Agency funciona como sub-agente para editores y agencias de otros países para que diversos autores sean traducidos para los lectores turcos. A su vez, la agencia organiza el  único festival literario de Turquía. 

"Hay un límite que los profesionales no pasamos"

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Con gran alegría, publicamos la columna que la traductora españolaItziar Hernández Rodilla firmó para El Trujamán el 28 de febrero pasado. Y dado que podemos permitirnos ese lujo, mañana tendrá su respuesta, nada menos que de la pluma de Andrés Ehrenhaus.


La Schadenfreude del traductor

Es una verdad universalmente reconocida que la visibilidad del traductor suele producirse cuando se equivoca. Que tire la primera piedra el colega que no haya leído una mala traducción solo por la satisfacción de no ser el que la firma. Creo que todos hemos pecado. Los que dialogamos con los libros a base de lápiz hemos dejado incluso marcas de ello.

El error ajeno nos indigna profundamente —y ¿a quién no le gusta indignarse?— y lo solemos justificar, como hace la gente de teatro, con aquello de que se aprende mucho de las buenas funciones, pero casi más de las malas. Los yerros de otros nos educan la intuición y, sobre todo, no nos engañemos, nos hacen sentir orgullosos de no ser ese manta —por favor, ¿quién lo ha contratado?— de traductor.

Nos llevamos las manos a la cabeza con un «entretanto» que debería ser un «aunque». Ponemos los ojos en blanco con expresiones como «hojas verde claras». Nos mesamos los cabellos con esos pronombres de relativo a los que han puesto tilde. Hacemos dibujitos con las veces que el traductor ha repetido «local» en seis líneas y se las enviamos a los amigos traductores con comentarios del tipo: «¡Superad eso!». Y puede que no lo superen, pero lo intentan. Ahorro los chistes de lingüistas, que seguro que todos tenemos alguno en mente y habrá quien prefiera no leerlos.

Pero hay un límite que los profesionales no pasamos. No afeamos al traductor palurdo en público. No colgamos esas fotos de sus heroicidades en internet. No criticamos que la editorial no se haya molestado siquiera en contratar a un corrector decente que lo arregle (o entendemos que sí lo haya hecho, pero que el corrector se haya plantado y no haya hecho más que por lo que se cree pagado; aunque, bueno, esto no podamos compartirlo). Y no lo hacemos porque, a la postre, se trata, nos guste o no, de un colega. Puede que accidental, pero colega al fin y al cabo. Y afearle en público es afear la profesión. Es remachar en la mente lega la idea de que no somos de fiar. Y, sobre todo, es correr el peligro de ser tú el afeado el lunes malo que metas la pata que dijiste que jamás meterías.

Os oigo pensar: «Yo soy bueno. Nunca cometeré esos errores». Pues os voy a decir algo: os he leído a muchos y, creedme, sí lo hacéis. No voy a decir todos, porque es una palabra fea y casi siempre falsa, pero la mayoría. Tengo pruebas. Y, como dialogo con mis libros a golpe de lápiz, he dejado marcas de ello.


Venga, valientes, ¿quién va a tirar la primera piedra?

"Hablemos, discutamos, señalemos. "

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Ehrenhaus a punto de tirar piedras
El 17 de abril pasado,Andrés Ehrenhaus firmó en el El Trujamán una respuesta a la columna que Itziar Hernández Rodilla publicó en el mismo medio durante el mes de febrero.

La Trauritgkeit del traductor, una respuesta

De Itziar Hernández Rodilla hay publicado un trujamán,1 y es de los más acertados que he leído. No como yo, que llevo escritos la tira y casi todos fallidos. Como los grandes delanteros centro, tiene una y la mete por la escuadra. En los míos se nota, en cambio, que juego de defensa central: sé despejar balones ajenos pero en el área contraria me embarullo y de cien, si hay suerte, entra uno y de rebote. 

Pero no estamos aquí para hablar de fóbal, me dicen (mentira, no me lo dice nadie, es un recurso retórico para ganar tiempo, y espacio). Estamos aquí para hablar de fútbol. Digo, de traducción. O sea, de lo que dijo Itziar de la traducción y los traductores en su trujamán. Dijo esta verdad: que nos alegramos, aunque sea a solas y en la ducha, del error ajeno. Y que no solemos reconocer, al menos no de un modo explícito y desnudo, el propio. También lanzó valientemente un reto: quien esté (o se crea) libre de haber cometido errores a carradas —dijo— que tire la primera piedra.

Yo la voy a tirar, y la segunda y la tercera, pero no porque me sienta libre de cometer y haber cometido errores a carradas, sino porque me gusta tirar piedras. Eso sí, no a las personas. Para qué, si cuando les das no hacen ruido a lata. Prefiero los faroles. Así que le voy a tirar una piedra a un farol. Por ejemplo, al farol de que no debemos hablar de los errores de la profesión, de que debemos callar cuando un texto que leemos presenta sensibles pifias de traducción, no ya lexicográficas (esos no son errores, ¡por favor!, y además casi nunca se deben al traductor) sino de concepto, de propuesta, de coherencia —incluso, para ponernos moralizantes, de desatención profesional—. Itziar dice bien cuando dice que no debemos afear al traductor palurdo en público; no obstante, los hay que de palurdos no tienen nada y que, como yo por ejemplo, se creen, nos creemos, incuestionables solo porque llevan o llevamos años cometiendo deslices que en ocasiones son tropelías y que, como el dependiente que se sorprende de que el cliente le devuelva un cacharro estropeado antes de usarlo, despachamos los reparos (profundos, insisto, o estructurales; no los de elección de un «zopenco» por un «tontainas») con la frase del siglo: pero cómo, nunca nadie había dicho nada antes, ud. es la única persona que se ha quejado.

Primera piedra tirada. ¿Por qué no poner sobre la mesa y discutir esos posibles errores de enfoque si hacerlo contribuirá a la puesta en juego de los temas que, por complicados, vamos pateando hacia delante hasta que dejamos de verlos y los olvidamos? Hablar de enfoques, erróneos o no, de traducción es hablar de política, y hablar de política es hablar de lo real. La ideología pacata nos ha sorbido el seso; pero lo cierto es que tememos el piedrazo ajeno, por eso dejamos los faroles en paz. Así que la segunda piedra la voy a tirar a mi propio tejado: ¿cómo sé yo que mi propuesta de traducción de, por ejemplo, los Sonetos de Chéspir es sensata si nadie nunca me la ha discutido, nadie me ha señalado dudas o recelos, nadie me ha comentado nada sobre aspectos tan esenciales como el ritmo, la coherencia estilística, la elección del registro? A lo sumo he llegado a los puños con algún colega por el ridículo tema de si endecasílabos o alejandrinos. Qué niños somos a veces.

Hablemos, discutamos, señalemos. Sin miedo, sin miedo, sin miedo, como decía el gran Mario Merlino. Si somos invisibles, es por culpa nuestra. Nos ocultamos por miedo a que nos afeen un adverbio. Pues muy bien, que así sea, que se empiece a hablar sin tapujos de lo Real en la traducción. Dejémonos de metáforas banales. Colega: por qué has hecho esto y no esto otro; dímelo, así aprendo. Uno tiene que saber defender su trabajo, pero saber hacerlo pasa por ponerlo a consideración ajena con humildad. Creemos que la soberbia es nuestro segundo principal escudo (el primero, ya lo dije, es la invisibilidad), pero son corazas de cartón. Esas corazas no nos defienden de la justa ira de los lectores; de eso solo nos defiende la solidez profesional. Ningún premio nos libra de caer al Averno. Ningún antifaz. Además, del Averno se sale.

A mí, cuando un colega se equivoca, no me da Schadenfreude, me da Traurigkeit. Como si me sucediera a mí. Pero no por eso creo que tenga que callarme; no le hago ningún favor al colega y, a la larga, no me hago ningún favor a mí. Sin una crítica rigurosa, desprejuiciada y valiente, créanme pares, la traducción nunca va a ser una profesión madura. Siempre va a depender de la indulgencia ajena. Y eso, hablando en plata, es una ruina.
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