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Channel: Club de Traductores Literarios de Buenos Aires
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"El costo de producción de un libro representa el 55% del PVP"

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Daniel Gigena publicó el siguiente artículo en el diario La Nación, de Buenos Aires, el día 17 de febrero pasado. En la bajada de éste se lee: “En la trastienda de un libro intervienen autores, editores, traductores, diseñadores, imprentas; el sector tiene el desafío de salir del rojo de un 2016 con caídas de ventas y producción de un 20 por ciento”.

Industria editorial: postas de un camino sinuoso,
del manuscrito a las librerías

En nuestro país, se estima que existen más de 400 empresas editoriales, entre pequeñas, medianas y grandes, que publicaron en 2016 un total de 27.700 novedades: un 5% menos que en 2015. Diana Segovia, gerente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), sostiene que el porcentaje de la caída de las ventas por unidad de ejemplares se situó entre el 15 y el 20%. A lo que hay que sumar un dato algo más preocupante aún: la producción de libros cayó un 25% respecto de 2015, de 83 millones de ejemplares a 62 millones. Esto quiere decir dos cosas: por un lado, que las tiradas se redujeron y, por otro, que se exportaron menos libros y se importaron cada vez más.

El año pasado, además, el gobierno nacional sólo encargó una compra de libros a las editoriales para escuelas urbanas y rurales. En diciembre, un poco a las apuradas, se hizo una licitación desde el Ministerio de Educación para compras de libros escolares para este año. Esos textos cuentan con algunas actividades diseñadas para que los alumnos utilicen las pantallas de computadoras en las aulas; se entregarán en marzo. En cambio, los títulos de ficción, ensayo, poesía, historia, ciencias o arte, a diferencia de años anteriores, quedaron relegados de las compras del Estado que, en algunas materias, aplica la ley del ahorro a rajatabla. ¿En 2017 volverá a comprar libros producidos en el país? Esa incógnita se despejará en pocas semanas. Por ahora, sólo se sabe que está abierta una licitación para la compra de libros para la educación técnica.

Volviendo a la radiografía de 2016 y el impacto, en materia de desafíos, que genera sobre este año, Penguin Random House publicó 600 novedades: trescientas, de autores nacionales, y otras tantas de extranjeros (de éstas, en promedio, la mitad son traducciones). Aunque no es un número fijo, desde el grupo señalan que el promedio de lanzamientos comerciales se mantuvo respecto del año anterior. Por su parte, su principal competencia, el Grupo Planeta, informó que en 2016 lanzaron al mercado más de 400 novedades, en línea con lo publicado en 2015. De ese total, el 35% de los libros fue de autores extranjeros (la mitad, traducciones hechas en la Argentina y el resto en otras filiales del grupo, mayormente en España). Tanto en Planeta como en PRH, algunas de esas traducciones importadas son "normalizadas" por los equipos editoriales, para evitar los fastidiosos "coger" (por "tomar"), "aparcar" (por "estacionar") y las conjugaciones verbales con "vosotros", entre otros cambios. Aunque por razones extraliterarias, eso no siempre ocurre. Un grupo mediano, como Edhasa, publica 40 libros por año, de los cuales un cuarto son traducciones, todas hechas en el país. Los demás libros llevan la firma de autores argentinos, en su mayoría, o hispanoamericanos.

El recorrido detrás de un libro
La editorial es una las industrias culturales que más trabajo generan en el país. En la fabricación estándar de un libro comercial hecho en la Argentina (ver infografía) participan varias personas: autores, editores, correctores, diseñadores, imprenteros y libreros. Por esa razón es, además, interesante sumergirse y conocer en detalle el procedimiento detrás de un título que llega a las manos del lector.

En los casos consultados, los autores reciben por contrato un 10% del PVP (precio de venta al público) de cada ejemplar. Los traductores en general "venden" su traducción al sello, aunque en algunos casos han conseguido cederla por plazos de cinco o diez años. Si el libro se reedita fuera de ese plazo o la editorial vende la traducción a otro sello, el traductor debe recibir un porcentaje de esa venta.

Desde que un autor entrega al editor el manuscrito de su obra, el proceso de producción de un libro puede llevar de dos a seis meses, aunque se sabe que varias editoriales, por cuestiones comerciales, han debido apresurarse para fabricar un libro en un mes. En general, esos fast books duran menos que eso en la memoria cultural. Ana Ojeda, a cargo del área de preproducción de Paidós, cuenta que la edición de un libro lleva tiempo y cuidado, y señala que los editores de libros infantiles o ilustrados están mucho más atentos a todo lo que sucede en la imprenta: el modo en que imprime cada color, si satura o no, los aspectos tipográficos.

Los costos de preproducción rondan el 30%. "Si la tirada de un libro está bien calculada, este costo se licúa y llega a ese porcentaje", dice Mónica Hanesman, coordinadora editorial del Grupo Planeta. Muchas veces, hay costos extras que aumentan ese porcentaje: puede ser tanto el precio de una traducción como la compra de fotografías para componer un cuadernillo de imágenes, la realización de un índice onomástico o temático, si hubo o no un ghost writer para escribir (todo el mundo sabe que las celebridades y los políticos no escriben libros, sólo los firman).

Luego de las correcciones de diseño según las indicaciones puntuales del autor y del editor, se envía el texto a los correctores de estilo para que ellos hagan también sus ajustes finales. Los costos de los trabajos de diseñadores se suman a los costos de preproducción. Ellos son, en general, trabajadores free-lance, aunque los sellos medianos y grandes cuentan con sus equipos especializados de arte.

Con un pie en las librerías
El material ya impreso va a encuadernación. Este proceso puede variar según el libro, ya que el tamaño del lomo dependerá del número de páginas y, por consiguiente, de su ancho final. Respecto de la encuadernación puede ser rústica, en cartón, en tela y media tela, pasta y media pasta. A veces los interiores (los pliegos) se pegan o se encuadernan en la misma imprenta.

"Hay muchísimas imprentas en Buenos Aires -continúa Ojeda-. En general, se las elige por el precio, ya que la calidad del producto terminado suele ser bastante parecido en todos los casos. Los sellos grandes también valoran la rapidez de respuesta por parte de la imprenta, ya que siempre se corre. Por otro lado, como manejan mucho volumen de trabajo, pueden obtener tarifas preferenciales. La distinción básica a nivel de imprentas es si es Offset (para tiradas a partir de 500 ejemplares) o digital (a partir de 12 ejemplares)."

De la encuadernadora el libro sale al depósito de la editorial o de la distribuidora y se inicia entonces el proceso de distribución. Los costos de producción, que incluyen la impresión y el flete hasta el depósito, representan un 70% del costo final del libro.

Uno de los insumos más caros es el depósito. Y el papel, por supuesto, es el otro. Por ese motivo, las tiradas de los libros son materia de examen atento por parte de los editores. Si una tirada de 10.000 ejemplares fracasa (vende, por ejemplo, solamente mil), ocupará espacio en el depósito y no en las librerías. Las estrategias de marketing editorial, como las de marketing político o comercial, pueden ayudar a vender libros de dudosa calidad.

Penguin Random House informó que sus tiradas van de los 3000 a los 50.000 ejemplares. En Planeta, de los 2000 a los 100.000. Más modesta, Edhasa se ubica en los 2500 ejemplares. Cuando las tiradas son masivas se aseguran que los libros están, literalmente, "por todas partes".

En suma, el costo de producción de un libro representa el 55% del PVP, es decir, el precio que los lectores pagan en librerías. Por ese motivo, la "banda promocional" nunca supera el 45% restante. Además, las librerías tienen sus costos fijos y, como cualquier comercio, necesitan ganar dinero para subsistir y crecer, un fin objetivamente noble. Que así sea.


Esther Allen y su prólogo a la versión inglesa de Di Benedetto

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Con firma del editor y traductor Kit Maude, la revistaOtra parte, en su edición digital del 9 de marzo de este año, publica el siguiente artículo, que discute las razones esgrimidas en las críticas positivas que recibió la célebre novela de Antonio Di Benedetto en dos prestigiosos medios de los Estados Unidos y, a la vez, destaca el papel que le cupo a su traductora en todo esto.

El terrible poder del traductor:
A propósito de la recepción de la traducción al inglés
de Zama en Estados Unidos

En el último mes, la ciudad de Nueva York ha abierto sus brazos a un inmigrante que tardó más de medio siglo en llegar a esos pagos. La versión inglesa de Zama, de Antonio Di Benedetto, fue objeto de largas y detalladas reseñas en el New York Review of Books y el New Yorker, un nivel de cobertura casi insólito para un escritor latinoamericano poco conocido, si bien importante, en los últimos tiempos. Y no ahorraban elogios. La primera, escrita por el premio nobel J. M. Coetzee, llevaba el título admonitorio “Un gran escritor que deberíamos conocer”, mientras que la segunda, a cargo del escritor norteamericano Benjamin Kunkel, se preguntaba sencillamente: “¿Es posible que la Gran Novela Americana haya sido escrita por un argentino?”.

Todo eso debería ser motivo de festejo para cualquier persona interesada en las letras argentinas, o latinoamericanas, o hasta globales. Pero varios reparos son posibles.

Para empezar, cuando uno lee este tipo de introducción anglosajona a una literatura extranjera es bastante común pensar en guías turísticas como la Lonely Planet, o la Rough Guide. Las generalizaciones y simplificaciones son casi inevitables; como hay que dar mucha información y explicar el contexto antes de entrar en la materia literaria, es lógico que se pierdan algunos matices en el camino. En este caso, la cuestión se complica más aún por la vida fascinante pero trágica de Di Benedetto y por el hecho de que los dos críticos, en vez de concentrarse en Zama, quieran también abarcar toda la obra del escritor. Hay mucho que decir en poco tiempo, y ninguno de los dos ha dedicado una vida a estudiar la literatura argentina: sólo quieren promover a un escritor que admiran. Pero aun así. Aun así

El más problemático de los dos artículos es el de Coetzee, que parece escrito en una especie de piloto automático literario, deambulando de manera somnolienta de una generalización a otra. El peor momento sigue a su declaración de que la influencia más importante para Di Benedetto fue Borges; entonces encontramos la siguiente frase horripilante: “Con otros dos escritores colegas asociados con la revista Sur, Borges editó una Antología de literatura fantástica”. Más allá de toda especulación sobre cómo el gran escritor sudafricano organiza su biblioteca (“colega a”, “colega b”,  etc.), es increíble que este desliz haya sobrevivido el proceso de corrección, sobre todo porque Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo están editados por el mismo sello que publica Zama y la revista New York Review of Books.

El artículo de Kunkel resulta menos burdo. Y es interesante ver cómo contradice a Coetzee en relación con cómo influyeron los existencialistas europeos en Di Benedetto. Pero lo que más me llamó la atención son las coincidencias en los dos ensayos. Ambos subrayan la distancia entre Mendoza y Buenos Aires y lamentan lo que podríamos llamar el porteño-centrismo de la literatura argentina (¿y Nueva York en los Estados Unidos?, ¿y Londres en el Reino Unido?), insistiendo en el bajo perfil, o hasta en el olvido, de Di Benedetto en la Argentina, algo debatible (quizás la discusión se centra en hasta qué punto un escritor de culto se puede describir como olvidado, o en una confusión entre el éxito profesional y literario). Más intrigante aún es que los dos críticos hacen fuertes comparaciones entre Di Benedetto y Samuel Beckett, afirmación no muy obvia y, por lo menos para mí, no del todo convincente.

La fuente para estas y otras observaciones es el prólogo para la edición inglesa de Zama, escrito por la profesora y traductora Esther Allen, y he aquí a lo que me refiero con el terrible poder del traductor. Volviendo a la analogía de guías turísticas, es común en estos casos que se elija una “guía principal”, un promotor que se encargue de presentar al escritor extranjero a un nuevo público. Muchas veces esa persona es el traductor, quien, además de traducir el libro o los libros, probablemente fue la persona que originalmente contactó a la editorial, organizó los subsidios disponibles y hasta sugirió a los escritores y críticos competentes para reseñar el texto. Lo que me fascina, y me perturba a la vez, es el grado en que ese personaje puede definir la imagen y reputación de un escritor en traducción. No siempre es un traductor: un ejemplo que sirve de advertencia se ve en la acogida calurosa pero plagada de fantasías beatnik que el norteamericano Jonathan Lethem dio a Roberto Bolaño. Todavía hoy una gran parte de los admiradores estadounidenses del escritor chileno creen que fue adicto a la heroína, o alcohólico, u otra cosa apropiadamente excitante. Otro ejemplo sería la experiencia entre el traductor Norman Di Giovanni y Borges; hay que preguntar hasta qué punto la heredera de Borges quedó traumatizada por las maquinaciones financieras del primero, y qué efecto eso habrá tenido en su posterior, digamos, ferviente manejo de sus derechos literarios.

En el caso de Zama, y de Di Benedetto en general, la guía principal es Esther Allen, y su herramienta fundamental ha sido, como hemos visto, el prólogo al libro que tradujo. Se trata de un texto simpático que comunica bien tanto el entusiasmo que Allen siente por Di Benedetto como mucha información útil para el lector. Sin embargo, también contiene algunas afirmaciones un poco insustanciales. Por ejemplo, como evidencia del perfil bajo de Di Benedetto en la Argentina, Allen presenta el índice del libro Borges, los diarios de Bioy Casares. Aparentemente Di Benedetto no figura en él. Si hubiese leído este magnífico libro en vez de escanear el índice, sabría que si había algo que aquellos dos gruñones queribles despreciaban, era la escena literaria contemporánea. Y con respecto a Beckett, es obvio que Allen lo admira mucho, tanto como a Di Benedetto, pero no sé si eso es suficiente para afirmar un vínculo. Sin embargo, mi intención aquí no es tanto corregir el prólogo de Allen, o los artículos mencionados arriba, como llamar la atención sobre el proceso por el que algunas opiniones más o menos inocentes expresadas por el personaje clave del traductor pueden pasar a ser tomadas como hechos irrefutables en el nuevo ambiente.

Por supuesto, la otra manera en que un traductor puede influenciar en la recepción crítica y comercial de un escritor es con su traducción. Coetzee describe el trabajo de Allen en Zama  como “excelente”; Kunkel, un poco más reservado, como “sensible”. Yo no lo encuentro muy bueno. Demasiadas veces deja que el castellano dicte las formas y fraseos, produciendo un efecto leve pero discernible de spanglish. “Ah”, dirán, “pero Zama suena raro en castellano también”. Mi respuesta es que la traductora tendría que haber encontrado una manera completamente nueva de hacer que el inglés suene raro.

Lo importante de notar es que muchas veces las traducciones se elogian irreflexivamente; el mero hecho de ser legibles parece ser suficiente. Tim Parks ha hablado de este fenómeno, además de en el New York Review of Books, en varias columnas en las que examina traducciones muy elogiadas, muchas veces encontrando deficiencias bastante flagrantes. ¿Y quién tiene la culpa de una mala traducción? En su mayor parte el traductor la tiene, pero también el editor. Sin duda es un trabajo horrible corregir una mala traducción, pero se puede hacer a fin de evitar los textos malos, o deficientes, que aparecen por razones completamente ajenas a los traductores mismos. A veces no hay química entre el traductor y el texto original; a veces no hay tiempo suficiente para producir algo logrado; hay cada vez menos editores en las editoriales y cada vez se dedica menos tiempo al proceso de corrección; el autor, o hasta su agente, pueden ser intransigentes (en este sentido, el que sepa un poco de la lengua a la que se lo traduce puede ser muy peligroso).

Sin embargo, el destino más probable de una mala traducción no es recibir elogios inmerecidos, sino sencillamente ser ignorada. El mismo impulso irreflexivo que lleva a críticos a proteger traducciones y a promover escritores originales también los hace descartar muchos libros valiosos simplemente porque una reseña honesta tendría que abogar por una nueva traducción, algo que solo puede causar vergüenza a todos los involucrados y que, además, nunca va a pasar. Sé casi a ciencia cierta que esta es la situación de por lo menos una docena de escritores argentinos prestigiosos en este momento. Creo que la traducción de Allen de Zama va a prosperar: no es tan mala y su trabajo de promoción ha sido admirable, pero no es el caso de muchos escritores para quienes el principio de cave traductem es algo que siempre deberían tener presente.


Entre "bien" y "mejor"

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El 28 de junio de 2013, Andy Martín, autor de The Boxer and the Goalkeeper: Sartre vs Camus y profesor en la Universidad de Cambridge, publicó la siguiente columna en el New York Times. La tradujo para este blog Julia Benseñor y, por alguna oscura razón, quedó boyando en el ciberespacio. Hoy, recuperada, se ofrece a los lectores.

La traición de los traductores

La cuestión es que siempre habrá muchos peces en Vingt mille lieues sous les mers. Cuando una editorial me encargó que hiciera una nueva traducción de la épica submarina del siglo XIX de Julio Verne, estaba seguro de que aportaría una cuota de mi jubiloso talento a la historia del capitán Nemo, su submarino, el Nautilus y la gigante ballena asesina. Pero me había olvidado de la sistemática taxonomía que caracteriza a los habitantes de los siete mares. 

En algún lugar de la página 3 de Veinte mil leguas de viaje submarino, tuve la impresión de que empezaba a ahogarme en peces. Son millones lose peces que andan dando vueltas por ahí abajo y posiblemente a mediados del siglo XIX eran aún más.  En cambio, mi vocabulario ictiológico, en francés, inglés o para el caso, en cualquier otro idioma, era profundamente limitado. En otras palabras, los peces (y la amplia diversidad de mamíferos oceánicos) superaban ampliamente mis recursos lingüísticos. Ahora sé que  todo era cuestión de devorarme toda la información sobre peces a mi alcance, tal como habría hecho cualquier traductor decente y respetable.

(Nota sobre la frase “traductor decente y respetable”: enseño traducción en la universidad, pero acepto que tengo mucha teoría y poca práctica en mi haber.)

En cambio, empecé a contar cuántas páginas tenía por delante y a calcular cuánto me pagarían por pez. No tenía sentido. Ahora me doy cuenta de que debería haberme dedicado a La vuelta al mundo en ochenta días... ahí me hubiera topado con muchos menos peces.

Mi brillante carrera como traductor tuvo otro momento excelso cuando un editor francés me ofreció traducir las memorias de Brigitte Bardot Initiales B.B. Yo había escrito un libro sobre mi obsesión por Bardot durante mi infancia y  juventud, de modo que dije  ok y sugerí introducir algunos cambios modestos. Había que reescribirlo enteramente, de arriba abajo, y sin duda sacar del texto todos esos signos de exclamación. Y también repondría el affair que tuvo con aquel tipo inglés después de estar casada con Gunter Sachs, episodio que no podía quedar afuera. Lo tomaron como un “no”. Tant pis. Todos los traductores reescriben y rectifican.Algunos incluso creen que pueden escribir sobre la vida de Bardot mejor que la propia Bardot.

La ley del karma es tan implacable en el mundo de la traducción como en ningún otro y ya era hora de que bebiera de mi propio veneno. Había escrito un libro sobre surf en Hawaii llamado Walking on Water, que tiempo después se tradujo al neerlandés. No participé en absoluto en la cuestión de la traducción y simplemente me presentaron el hecho como  un fait accompli. Mi dominio del neerlandés es casi nulo, pero pensé en poner a prueba “Lopen over water” concentrándome en una metáfora que, si no ha sido mi mayor aporte a la literatura, al menos me pertenece claramente. En un pasaje en el que describo que estoy ahogándome, pero sin alterarme demasiado por eso, había escrito: “La muerte me resultaba tan familiarmente cálida como un plato de avena”. Apunté la lupa hacia esa oración, pero no pude encontrar nada siquiera parecido a la avena. De modo que consulté a una amiga holandesa... ¿podrías decirme cómo lo tradujeron?

—Mejor, siéntate —me dijo.

El traductor no le había dado ni la hora a mi metáfora inmortal. Se había enfrentado con la avena al mismo tipo de escollo que yo con los peces. Y lo resolvió tomando un atajo: pasó de la oración anterior a la siguiente. No se había perdido la imagen de la avena en la traducción: el traductor simplemente la había arrancado de cuajo.

Mi primer impulso fue subirme al siguiente avión con destino a Amsterdam y  tirarle la puerta abajo. Tal vez hasta podía conseguir un poco de avena para arrojársela a la cara. Pero mis propias transgresiones a lo largo de los años me enseñaron a ser más tolerante y comprensivo. Por otra parte, quiero que sepas, Herman, que si te calzas los guantes y los pantalones cortitos, lo resolvemos en el ring cuando quieras.

Tal vez fue esta experiencia la que me llevó a escribir un artículo para un periódico británico que se tituló “La traducción es imposible”. Se suponía que tenía que hacer una reseña de una serie de diccionarios inglés-francés, pero terminé citando el clásico chiste de Groucho Marx que, en una de sus tantas variantes, dice: “You’re only as old as the woman you feel,” como un ejemplo de lo intraducible. Al menos, al francés. Se necesita un verbo, “feel”, que funcione tanto transitiva como intransitivamente y que signifique algo como “acariciar” y “mi actual estado emocional” todo al mismo tiempo. Lo cual, hasta donde sé, no existe en francés. Un par de meses después,  inevitablemente, un amigo que vive en París me envió  La Traduction Est Impossible,” la versión en francés de mi artículo escrito en inglés que había sido publicado en una revista parisina.

Naturalmente, lo primero que hice fue fijarme cómo habían traducido el chiste marxiano. Estaba verdaderamente interesado; quería saber cómo lo había resuelto el traductor. Y pensar que yo lo había catalogado de imposible... ahora alguien me demostraría que estaba equivocado. Pero la traducción es siempre un acto de interpretación. En este caso, el traductor había reemplazado el humor sexista neoyorquino de los años 50 con una expresión políticamente correcta del humor parisino de los 90 y escribió: “He aquí un ejemplo de una oración que es manifiestamente imposible de traducir: ‘A man is only as old as the woman he can feel inside of him trying to express herself’”. De alguna manera me sentí reivindicado, pero también, como suele suceder, traicionado por un graduado en traducción.

En mi opinión, no hay que ser loco para traducir, pero algo ayuda. Tomemos, por ejemplo, el caso del difunto gran Gilbert Adair. Adair estaba traduciendo al inglés la brillante novela de Georges Perec, La Disparition [N. de la T.: traducida al castellano como El secuestro], un lipograma escrito enteramente sin la letra “e”. (Yo había hecho el intento fallido de eliminar la letra de uso más frecuente en inglés y francés pero había fracasado por completo). Adair incluso logró borrar la letra “e” de su vocabulario durante un tiempo. En cierta ocasión, mientras Adair trabajaba en este proyecto, nos encontramos a tomar el té en Londres, en el hotel Savoy (tenía que ser el Savoy y no el Claridge ni el Grosvenor, obviamente). Cuando se acercó la moza para preguntarnos si queríamos té o café, él frunció el entrecejo, rechinó los dientes y y respondió: “Lapsang souchong”.

Hasta el título que eligió es una genialidad: A Void. (Piensen: no sólo evitó la “e” de la traducción directa “The Disappearance”, sino que se sumió en una suerte de angustia metafísica combinada con un brillante juego de palabras).  La lección que aprendí de Adair, un traductor en serio, es la siguiente: Es imposible hacerlo bien; entonces, sólo queda hacerlo mejor.

Aniversario del diccionario de María Moliner, la mujer que la RAE despreció

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La periodista Silvina Friera firmó el 14 de marzo pasado en Página 12 la siguiente nota sobre los cincuenta años del célebre diccionario de María Moliner. La bajada dice: “Para celebrar el aniversario, la editorial Gredos lanzará una nueva edición ampliada, que recoge las novedades léxicas de los últimos años y añade más de 5.500 entradas, que completan un total de 92.700, con lo que se vuelve un diccionario esencial”.

Una obra de sabiduría y amor

Hay una cuestión de piel, de amor a primera vista. Las palabras, que se extraviaron de su mente al final de su vida, fueron su mayor tesoro. Hace cincuenta años se publicaba el segundo volumen del Diccionario de uso del Español de María Moliner (1900-1981). La bibliotecaria, filóloga y lexicógrafa española hundió la mano en el barro de la lengua castellana durante 15 años, tiempo que le llevó terminar su obra maestra. Desde que se editó, ningún otro diccionario ha suscitado alabanzas casi unánimes ni ha contado con el justo fervor de profesores, escritores, traductores, periodistas y aficionados a la filología. Las páginas del Moliner transpiran el lenguaje de la calle y de los medios de comunicación; resultan fraternales, amenas y simpáticas. Como si se tratara de una parienta cercana, sabia y cómplice, que se visita de vez en cuando, se consulta su diccionario como quien entabla una conversación con alguien entrañable. La editorial Gredos –que tiene los derechos del libro– lanzará una cuarta edición ampliada y renovada, que recoge las novedades léxicas de los últimos años y añade más de 5.500 entradas, que completan un total de 92.700, con lo que se convierte en uno de los mayores repertorios de la lexicografía monolingüe del español, además de incorporar nuevas voces del español de América latina. Otra manera de celebrar el 50° aniversario es ver la obra El diccionario, del español Manuel Calzada Pérez, con extraordinaria interpretación de Marta Lubos en el Tinglado Teatro (Mario Bravo 948), los viernes a las 20 y los domingos a las 18.

Si queremos tanto a la Moliner es porque desterró los ripios en las definiciones y las frases enrevesadas que provocaban perplejidad y desánimo en los lectores. Nada más desconcertante que buscar una palabra para entender de qué se trata y encontrar un acertijo de hormigón inexpugnable. La filóloga y lexicógrafa quería crear “un instrumento para guiar en el uso del español tanto a los que lo tienen como idioma propio como a aquellos que lo aprenden”. Pero el amor  hacia ella y su obra crece más cuando se escarba un poco en su historia. María Juana Moliner Ruiz nació en Paniza (Zaragoza) el 30 de marzo de 1900. Su familia se trasladó primero a Almazán (Soria) y después a Madrid. Cuando el padre viajó a la Argentina y decidió abandonar a su familia, la madre, junto a sus tres hijos, regresó a Aragón. Entre 1918 y 1921, cursó la Licenciatura de Filosofía y Letras, que culminó con sobresaliente y Premio Extraordinario. Ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos en 1922, y obtuvo como primer destino el Archivo de Simancas. En la década del treinta se trasladó a Valencia y participó con fe y esperanza en las empresas culturales que nacían al calor de la II República, especialmente en la organización de las bibliotecas rurales.

Colaboró en las Misiones Pedagógicas para alfabetizar a quienes vivían en poblaciones apartadas de las ciudades y pueblos donde había escuela y centros de salud. No sólo enseñó a leer, sino que explicó los movimientos culturales de esos años en el cine, el teatro y la música, además de suministrar manuales sencillos para ayudar en su quehacer a campesinos, amas de casa, padres y enfermeros. Escribió Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas (publicada en Valencia, en 1937), que fueron muy apreciadas tanto en España como en el extranjero, y cuya presentación preliminar, “A los bibliotecarios rurales”, es considerada una pieza conmovedora y un testimonio fehaciente del compromiso de Moliner con la cultura como vehículo para la regeneración de la sociedad. Al término de la Guerra Civil, los estómagos franquistas no toleraron el republicanismo de la bibliotecaria. Moliner sufrió la pérdida de 18 puestos en el escalafón del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, que recién recuperaría en 1958. En 1946 se instaló en Madrid y empezó a trabajar en la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, puesto que mantuvo hasta que se jubiló, en 1970.
En una entrevista, Moliner explicó cómo en los años 50 inició el largo parto del diccionario: “Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve, unos seis meses de trabajo, y la cosa se ha convertido en quince años”. La bibliotecaria silenciada y maltratada por la dictadura de Francisco Franco emprendió una tarea titánica, que la salvó del “exilio interior” al que estaba condenada: construir un diccionario que ayudara a entender y que ayudara a decir. Quince años de su vida los dedicó a armar las fichas, pulir como una artesana cada una de las definiciones, señalar el debido empleo gramatical y ofrecer pistas etimológicas sobre miles de palabras. Huyó despavorida de todo formulismo que oscureciera lo que intentaba transmitir. Desmontó una por una todas las definiciones de la Academia y las volvió a redactar en español del siglo XX. En el prólogo de la primera edición, ella misma plantea que las definiciones, en contraposición al diccionario de la Real Academia Española (RAE), están “vertidas de una forma más actual, más concisa, despojada de retoricismo, y, en suma, más ágil y más apta para la función práctica asignada al diccionario”. Gabriel García Márquez fue uno de los primeros en elogiar la proeza del “diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua española”. En 1981, el escritor colombiano calculó que el Moliner es “más de dos veces mejor” que el de la RAE. “Tenía un método infinito: agarrar al vuelo todas las palabras de la vida. Sobre todo las que encontraba en los periódicos”, recordaba “Gabo” la faena de la lexicógrafa.

Moliner podría haber sido la primera mujer en ingresar a la RAE en 1972 pero los celosos custodios de la lengua, tan “honorables” como misóginos, se negaron a abrir las puertas de su hermético palacio a una dama y optaron por el filólogo Emilio Alarcos Llorach.

Cifras terribles y prácticas aberrantes para los traductores españoles, según el Libro Blanco

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Ilustración de Luis Parejo
El 11 de marzo pasado, P. Unamuno publicó en El País, de Madrid, el siguiente artículo donde se da cuenta de las vicisitudes por las que pasan los traductores españoles en la actualidad. La excusa es la presentación del Libro Blanco de la traducción, presentado en la Biblioteca Nacional de España por Carlos Fortea, actual presidente de ACEtt (la Asociación Colegial de Escritores de España, que también nuclea a los traductores literarios) y próximo visitante a la Argentina. 

Como habrán tenido ocasión de comprobar los lectores de este blog, ACEtt es la institución que, con la excusa de no tomar partido por ninguna de las partes, hace muy pocos días abandonó a su suerte a la traductora española Yolanda Morató, apelando a una curiosa versión de la justicia, acaso a la medida de plagiarios y editoriales poco dispuestas a cumplir con los pactos de buena práctica que ACEtt, casi como en chiste, les hace firmar a esas mismas editoriales.

Hay entonces que comprender que la pompa de la Biblioteca Nacional y el glamour que ofrecen las páginas de El País, resultan más propicias a la cara de circunstancia que a la búsqueda de la verdad en pleitos por plagio, siempre menos elegantes y redituables a la hora de posicionarse en el establishment literario español. El precio de no hacer olas o de hacerlas, pero muy chiquitas, quién sabe, tal vez resulte en una banca en la Real Academia, que, como todos sabemos, no se le niega a casi nadie.

El páramo de la traducción en España

Una profesión depauperada, envejecida e ignorada. A la vista del panorama que dibujó ayer Carlos Fortea, presidente de la sección de traductores de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE), su diagnóstico de que el sector se halla en una situación "nada esperanzadora" parece casi optimista.

De acuerdo con el Libro Blanco que Fortea presentó durante un acto en la Biblioteca Nacional al que asistió el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, únicamente el 9% de los traductores puede vivir hoy de su trabajo en España, el ingreso medio anual de los profesionales no llega a los 9.000 euros netos y cuatro de cada 10 tienen más de 56 años, lo que revela que el bello oficio de 're-crear' una obra escrita originalmente en otro idioma cada vez resulta menos apetecible para los traductores jóvenes.

La crisis no tiene nada que ver con este estado de cosas, advierte Fortea, escritor y profesor universitario además de reconocido traductor de Zweig, Döblin, Bernhard, Grass y Keyserling, entre otros. El desolador páramo en que se desenvuelven los profesionales de la traducción, explica, viene de antes y continúa hoy, cuando se supone que lo peor de la recesión ha pasado.

Si acaso, "la mal llamada edición digital" ha empeorado este statu quo de "tarifas innegociables" y "remuneraciones injustas". Como subraya el Libro Blanco, elaborado con base en una encuesta realizada a 234 traductores en 2015, bajo el equívoco concepto de 'edición digital' ha crecido un nuevo modelo de negocio basado en un vacío legal que la ACE exige cerrar con medidas legislativas claras.

La asociación reclama que la difusión en red y la venta mediante descarga de un producto editorial sea objeto de un contrato específico. Los traductores han visto cómo se les imponen contratos en los que una mera cláusula añadida resuelve la incómoda novedad y les priva de remuneraciones separadas para lo que es, según su criterio, "una forma separada de explotación del producto".

Dicho en números, el 60% cobra menos de un 2% de derechos digitales y un 21% recibe lo mismo que en papel,un 1%, muy por debajo de lo que se lleva un autor para este formato de libro. ACE Traductores recomienda en este caso multiplicar por al menos 2,5 los derechos de cesión aplicados en el 'papel'.

El Libro Blanco, referido específicamente a la problemática del ámbito digital –a diferencia de las dos ediciones anteriores, de 1997 y 2010, sobre la traducción en general–, establece que casi la mitad de los profesionales (el 48,6%) no recibió ninguna cantidad en concepto de derechos de autor.

En un escenario como internet tornado en "jungla", dice Fortea, es precisa una regulación específica de los derechos de autor de los libros digitales, "que oriente y vincule a la industria editorial, al tiempo que ofrezca la legítima protección que los autores y traductores merecen".

Conviene recordar que los datos aquí reseñados se refieren a descargas de libros legales, que suponen en nuestro país alrededor de un 20% del total, como remarcó Ana María Bejarano, Premio Nacional de Traducción 2016, quien quiso ilustrar la precarización creciente del sector con otra cifra preocupante: el 28% de los traductores emprendió su tarea sin haber firmado contrato de ninguna clase.

A la luz de semejantes cifras, no es extraño que el porcentaje de traductores frecuentes haya pasado del 27,1% en 2009, cuando peor nos iban las cosas, al 17,1% en 2015.

Fernando Benzo quiso poner árnica en las heridas del sector al señalar que tenemos en nuestro país "una generación de excelentes traductores", aunque la mayoría de ellos se vean obligados a "compaginar esta labor con otros trabajos". La gran bibliodiversidad del mercado editorial español, indicó, se resume en el hecho de que en Gran Bretaña los libros traducidos rondan el 3% mientras que en España superan el 16%, teniendo en cuenta además el notable número de obras vertidas de unas a otras lenguas oficiales del Estado.

Fernando Benzo reivindicó la condición de creadores que merecen los traductores y destacó su contribución "al intercambio cultural en nuestro país". "Nos acerca unos a otros, despliega nuestra sensibilidad y nuestro conocimiento del otro", además de aportar "un valor incalculable en un mundo en el que se habla cada vez más de muros y barreras", afirmó.

A la espera de medidas concretas, Carlos Fortea instó a atajar una situación que aboca a generar malos traductores y a perder "un bien muy superior al precio que no se les ha querido pagar".

Semana cuarenta y seis del repudio al convenio entre la U.B.A.,la UNAM, la Universidad de Salamanca, el Instituto Cervantes y Telefónica de España

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la número cuarenta y seis desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Cultural Argentino de Lenguas Vivas (Tucumán, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°83  (Solano-Quilmes)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina)
Universidade Federal da Bahia (Brasil)
Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana (Brasil) 
Universidade Federal Fluminense (Brasil)
Universidade Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
Universidad Autónoma de Nuevo León (México)
UNAM (México)
El Colegio de México 
Universidad de Montevideo (Uruguay)
Universidad de la República (Uruguay)
Harvard University (Estados Unidos)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
University of Maryland (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales
Centro PEN Argentina
Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina (SEA)
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

No es que la R.A.E. bajó el copete. Enfoca el negocio según otra estrategia. Pura cosmética.

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La noticia se publicó sin firma en el diario Clarín, de Buenos Aires, el 16 de marzo pasado. Según la bajada, “La Real Academia Española cambió la concepción de su obra más emblemática”. Y a modo de anticipo, la volanta indica: “Se actualizará online todos los años”. Ahora bien, si para justificar esta nueva modalidad, como sostiene Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, “ya no hay centro y periferias, sino muchos centros”, ¿por qué un país, que ni siquiera es mayoritario en el uso de la lengua castellana debería “administrar” y “fijar” lo que los muchos centros podrían hacer por su cuenta? Dicho de otro modo, gracias por los espejitos de colores.

El diccionario de la RAE ahora será un "libro digital"

Concebido como libro digital, más abierto a lo panhispánico y actualizado cada año en Internet: esas son las novedades de la próxima edición del Diccionario de la lengua española adelantadas ayer por la Real Academia Española (RAE).

La vigéismo cuarta edición del diccionario de referencia en la lengua española "estará concebido como un libro digital desde su propio origen, aunque eso no descarta que podamos hacer ediciones impresas", explicó el director de la RAE, Darío Villanueva.

Al inaugurar en Burgos, centro de España, las sesiones que sentarán las bases del nuevo diccionario, Villanueva destacó el reto fundacional de hacer "el diccionario de los nativos digitales".

El teórico y crítico literario describió además la nueva edición como "una obra en donde la lengua es ya tratada como abierta, cosmopolita, ecuménica, y en la que ya no hay centro y periferias, sino muchos centros".

Esa descentralización se refleja ya en el título de la obra, que desde la última edición pasó de llamarse Diccionario de la RAE (DRAE) a Diccionario de la lengua española (DLE).

"Es una transformación que va mucho más allá de un cambio de sigla", destacó en la reunión el secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), Francisco Javier Pérez, según el cual el nuevo diccionario reflejará la variedad y riqueza de una lengua "en la que no hay hegemonías, sino relaciones y acuerdos".

"Buen tema para seguir clamando"

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En el siguiente número de Otra parte, en su versión on line, Marcelo Cohen, el 16 de marzo pasado, reflexionó a partir del artículo de Kit Maude (ver vínculo a la revista o entrada del 14 de marzo en este blog) sobre la traducción al inglés de Antonio Di Benedetto realizada por Esther Allen en los Estados Unidos.

La escritura como filosofía.
A raíz del artículo de Kit Maude 
sobre la traducción de “Zama” al inglés

Esto no es una réplica. El artículo de Kit Maude me hizo pensar algunas cosas y recordar otras. Voy a tratar de hilarlas.

La escritura de Di Benedetto (DB) es una condensación impar de giros del español del Siglo de Oro y aún más antiguos, modismos de funcionario colonial, acriollamiento de esas herencias en la sorna sentenciosa de la poesía gauchesca, dicción hogareña de origen cuyano (el de DB) y brusquedad casi aforística de un pesimismo aceptador vagamente nietzscheano que después de multiplicarse en conocidos avatares llega, entre otras especies, al tango, ese género tan “existencialista” (un cuento de DB se llama “Sombras nada más”). Podría decirse que ya en los años treinta, Borges había naturalizado este tipo de sincretismo, pero reactualizarlo era extemporáneo en 1956, cuando la narrativa argentina buscaba una emisión sin rodeos ni parodia, dotada de las elipsis ecuánimes de la cuentística norteamericana (así Walsh, Piglia, Conti, Wernicke), y más tarde descubriría la visibilidad del cine y la ligereza de los procedimientos del pop (Puig, Aira). Uno de los pocos que se establecieron en el campo DB —y en el de Juan L. Ortiz, un provinciano de otra región— fue Saer, menos por afinidad sartreana que por confianza en el poder y la grandeza del circunloquio; no en vano desde esa época fue el lector más efusivo de DB. Nunca se llega a una teoría definitiva sobre ningún escritor, claro; por eso toda traducción es transitoria. Pero sobre el estilo DB hay un perfecto resumen de Jimena Néspolo (Ejercicios de pudor. Sujeto y escritura en la narrativa de Antonio Di Benedetto, Adriana Hidalgo, 2004): “Una sintaxis marcadamente escandida, la utilización deliberada de arcaísmos y localismos, un uso anormal del verbo transitivo y de la metáfora en la conformación de imágenes de alta densidad simbólica son los rasgos formales distintivos de esta narrativa ansiosamente interesada —desde sus comienzos— en renovar cualquier molde, género o categoría textual rígidamente instituida”.

Esto no quiere decir que DB fuera un apartado. En los setenta, miembros de la bohemia literaria porteña se preocupaban por ordenarles a jóvenes aspirantes que leyeran inmediatamente la edición de Zama que el Centro Editor de América Latina había publicado en una colección de quioscos y conversaban sobre la novela con un deslumbramiento casi igual al de los lectores de hoy. La leí en esa edición; volví a leerla en la de los ochenta en la colección azul de Alfaguara y, hace unos años, en la de Adriana Hidalgo. Pero si lo pienso ahora, el efecto más poderoso de esa escritura viene del choque entre la arrogancia sombría de la emisión y las constantes series de maniobras que Zama (y otros personajes de DB) no pueden dejar de hacer para satisfacer sus anhelantes ínfulas o pagar las deudas de conciencia, en realidad un solo trámite interminable cuyo ajetreo sólo se interrumpe con la muerte, habida cuenta de que la Gran Deuda es con algo mucho más lejano y tan alto que no se ve, Dios o sus mutaciones. La onda de ese choque distancia la mirada y la situación se vuelve al mismo tiempo lacerante, embarazosa y ridícula; la pretenciosa hidalguía de Zama se diluye a medida que deambula por un espacio-tiempo deducible pero sin coordenadas precisas, y el vaivén entre acción compulsiva y dilación se resuelve en estancamiento, como si, a fuerza de esperar la oportunidad de pagar, la neurosis mostrase su hilacha de disparate. Nada de esto se puede consumar sin un sentido de la comedia cercano a la caricatura que no veo en Dostoievski ni en Camus (por mucho que en efecto DB los leyera), pero sí en Kafka, desde luego, y en una línea literaria que va desde los villanos de Christopher Marlowe a Beckett, el de Molloy o el del cuento “Primer amor”. El medio es una rítmica narrativa que el lector oye como pasos sobre un terreno poceado. La de DB está bien clara en “Aballay”, un cuento posterior a Zama. En un impreciso pasado argentino en que todavía hay indios sueltos, el paisano Aballay oye disertar a un cura sobre los estilitas, esos anacoretas de la Edad Media que se montaban de por vida a pilastras para alejarse de la tierra, acercarse al cielo, y en la incomodidad y la reducción expiar sus faltas o las de los semejantes. El huraño Aballay toma nota: él necesita purgar porque en una noche de alcohol mató a un hombre y ahora lleva grabada la mirada del hijito del muerto, que estaba ahí. Pero como en el llano no hay columnas que sobrevivan de templos antiguos, y él no puede quedarse quieto con el remordimiento, opta por montarse en su alazán, no sin advertirle (al caballo) que “es para siempre”. Empieza una vida de penurias y reorganización de los hábitos. Un día en un rancho lo convidan con achuras; por otros largos días pasa hambre. Enlaza un caballo cimarrón y lo usa para darle descanso al suyo. Visita una pulpería y tiene suerte en la taba pero no puede recoger la ganancia. Intenta cazar ñandúes, cuyas plumas le ofrece comprarle un buhonero. Hace fuego en desniveles del terreno. Se fríe una mulita en el caparazón. Pasa mucha sed. Sueña que está en una columna, que en la de al lado hay un viejo que despide agua por el pecho y se despierta en el barro, tumbado por la lluvia; pacta un armisticio con un comisario; durante una temporada ayuda a una carretera con hijos y un marido enfermo. Aguanta el solazo del verano y por poco no muere helado en invierno. Con otras peripecias más y el correr de los años muchos lo conocen “de mentas”: Aballay es el casi santo que lleva una cruz de palitos colgada al cuello y nunca se baja del caballo. Aprende a rezar hincado en la silla y a veces delira. Un día se le aparece un zaparrastroso y Aballay reconoce al hijo del hombre que él mató. Hay una refriega, decide desensillar para ayudar al otro, que está sangrando, y el otro le clava el cuchillo en el vientre. A último momento se justifica por haber infringido la penitencia. “Por causa de fuerza mayor, ha sido…” murmura. Después muere “con una dolorosa sonrisa en los labios”. Es que la disciplina que se impuso lo llevó a vivir apremiado por dilemas severos (¿le está permitido lavarse?; ¿cómo se reza arrodillado en la silla?). Pero el efecto de chiste proviene del aparato de contorsiones, soluciones prácticas repetibles, tabúes y economía ambulatoria que se crea Aballay para cumplir su penitencia: descolgarse por el flanco del animal, pendiendo de un solo estribo, para acercar la cara a flor del agua y beber. Buscar una falla del terreno para que el desnivel permita servirse de la parte alta como mesa o fogón. Programar la mateada y el acrobático acto de evacuar, o adecuar la limpieza al régimen de lluvias para no abusar de la licencia de apearse. Gestionar las monedas de una rastra, calibrar la vía media entre lo que el otro aceptará como forma de fe o tomará como una payasada o una ofensa. En la forma de ascetismo que es la penitencia no hay derroche ni aflojamiento. Como toda expiación administrada, sigue y sigue, y da risa hasta que uno oye en cada frase los cascos del caballo y oye el paso de su propia mente y traga saliva. Como en el deambular peripatético de los vagabundos de Beckett, pasos de suelas, no de cascos de caballos, es lo que se oye en las idas y venidas de Zama: el lenguaje se vuelve sobre sí mismo; los remolinos chupan el sentido pero dejan escapar por la tangente un hilo de afán de pagar, una pretensión de conducta que si a algo se encamina es a la mutilación, luego a la extinción, y deja las huellas de su rara locura. Yo no achacaría a los reseñadores del Zama en inglés no haber captado estas cosas. Lo pernicioso es dirigir la atención del lector a las fuentes filosóficas de la novela y el sufrimiento y la postergación personales de DB, que no fue el único gran escritor en padecerlos, sin darse cuenta, como si no fuese hora, de que la filosofía de DB es su escritura.

“Ahí estábamos, por irnos y no”: la verdad (no soy traductor inverso), me cuesta imaginar un equivalente inglés de todo lo que resuena en esta dicción zumbona, práctica y amarga. La traducción dice: “There we were: Ready to go and not going”; igualmente lapidaria; sólo que “listos para irnos” no es lo mismo que “por irnos”. He conversado varias veces con Esther Allen y me consta que es una traductora con el oído adiestrado in situ en muy distintas variedades del español (Galicia, Cuba, Argentina…), rastreadora no sólo de contextos sino de las superficies del lenguaje y, como los traductores que creen que al fin todo puede traducirse, aplicada a la búsqueda de acuerdos temporales para problemas a la larga irresolubles. Si alguien quiere entrar un poco más en la cuestión, en el sitio del National Endowment for the Arts (Fondo Nacional de las Artes de Estados Unidos) puede leer el proyecto que Allen presentó para pedir una ayuda y la traducción de un fragmento, con el correspondiente original . Un ojo clínico intolerante detectará en seguida que Allen tradujo el afectado “fastidio” como “peevishness” (que más bien es “malhumor”); el modulado “fumador tenaz” (suena a Borges) por el más moderno y corriente “tremendous smoker”; y el giro “Así no andará”, un modo bastante castizo, por “That way, it will not work”, más aterritorial, más tópico (pero, ojo, igualmente conciso). Como sé con qué alarma uno relee sus traducciones al cabo de un par de años, sería de mala fe poner el acento en estos detalles. Lo que interesa es el abordaje de un estilo cuya recreación fue, dice Allen, uno de los mayores retos con que se enfrentó en su vida, y que caracteriza como choppy, oblique, veering and jolting from sentence to sentence: “picado, oblicuo, que tuerce y se sacude de frase en frase”. El resultado de esta mirada es una prosa de pulso oscilante, fundada en una severidad obcecadamente soberbia y cambios de humor inopinados. Si se trata de debatir, diría que es una solución muy atinada pero más austera que el original, sin su gama sonora, sus reverberaciones morales, sentimentales y libidinales. Lo que hizo Allen fue extender la ambigüedad: llevarla de la textura polisémica de cada frase al conjunto de escenas de cada secuencia, y de las secuencias a toda la novela, posiblemente para resguardar la significación. Dicho de otro modo: prefirió reflejar la movilidad de la prosa antes que la densidad diacrónica del sonido. Comparto con Maude que toda traducción pide una lengua particular, pero no sé qué considera él que debería haberse hecho para mantener el espesor del sonido y la peripecia mental con una lengua inventada ad hoc. A mí lo único que se me ocurre como símil del estilo DB (una impertinencia, porque no soy traductor inverso) es un cóctel de inglés isabelino depurado por Santayana (o por Conrad), alta retórica de estadista estadounidense (Jefferson, Lincoln, Obama) y divagación socarrona de diner del Middle West; y me gustaría tener en cuenta cómo confluyen a veces esas líneas en la elocuencia delirante, inconducente y psicopática de los villanos de Tarantino y algunos de sus héroes. Lo digo con mucha cautela, sólo para mantener la conversación. No juraría que esa mezcla sea factible. En cambio, sí creo que Allen prefirió conservar, aparte de la ambigüedad total de la novela, la turbulencia de un trato con la lengua madre —amor, deseo de posesión y de independencia, sarcasmo, cultivo ampliado, uso liberado— que la prosa de DB manifiesta como pocas. No parece que los reseñadores se hayan puesto a considerar la elección, sus porqués, sus consecuencias. La muy leída reseña de la New Yorker desplaza la cuestión a otro lado; en el título se refiere a Zama como una “desatendida [neglected] obra maestra sudamericana” y más adelante se pregunta si podrá ser que “la Gran Novela Americana” (de toda América) fuera escrita por un argentino; remite al gran crítico Alfred Kazin, que “señaló la tradición americana de soledad inútil”, un asunto que ya en 1982 había centrado el discurso de García Márquez en la recepción del Nobel. La lista de candidatas a Gran Novela Americana es bastante larga y no sirve de gran cosa porque arrumba las peculiaridades del lenguaje, la política de una poética, en la estrechez de la política reivindicatoria y la metafísica. Da la impresión de que los reseñadores se quedaron sin conocer lo esencial del trabajo de Allen; qué se preocupó por transportar y qué dejó de lado en pro de la integridad. No es raro: sabemos que la mayoría de los críticos evalúan las traducciones sin compararlas con los originales, demasiadas veces porque no sabrían leerlos. Es decir: el “tremendo poder del traductor” viene muy ayudado por las limitaciones de los comentaristas; y en definitiva, por la presión envolvente de la industria editorial y periodística. En nuestro medio de tarifas agraviantes para los dos gremios por igual, los daños posibles para libros y lectores se agravan. Uno agradece que Maude traiga todo esto a colación: buen tema para seguir clamando. Sin olvidar el escandido, la dicción, las frases.



A algunos escritores argentinos jóvenes les está yendo relativamente bien en los Estados Unidos

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El escritor y periodista chileno Gonzalo León firma la siguiente nota, subida al blog de Eterna Cadencia el 15 de marzo pasado. Su copete dice: “Samanta Schweblin fue nominada al Man Booker Prize, y esa es solo la punta del iceberg de un fenómeno emergente: la literatura argentina contemporánea, cada vez más traducida en un mercado alérgico a las importaciones. Gonzalo León conversó con autores, agentes, editores y traductores”.

Derribando muros

Según el índice Translation Database desarrollado por Chad Post, director editorial del sello independiente Open Letter, descartando las traducciones de clásicos y los libros de no ficción, Estados Unidos es uno de los mercados editoriales que menos traduce: entre ficción y poesía sólo alcanza el 0,7% del total de títulos publicados en un año, y si se amplía eso a no ficción ese porcentaje se eleva al 3%. El agente literario Guillermo Schavelzon fijó ese porcentaje en 67 libros en 2014. Si se compara esta cifra con otros mercados editoriales, la traducción en Estados Unidos es un fenómeno marginal, pese a la gran población latina y no latina existente: por ejemplo, en España las traducciones alcanzan el 28% de los libros publicados en un año, en Francia el 27%, en Turquía el 40%. El traductor y profesor de literatura latinoamericana Sergio Waisman adjudica esto a que Estados Unidos se ve como un exportador de cultura, pero además “hay factores históricos y culturales relacionados a la relación entre centro y periferia que afectan a esta situación”.

Frances Riddle vive en Buenos Aires y ha traducido a Leila Guerreiro y Martín Felipe Castagnet, entre otros autores argentinos, y coincide con Waisman en la explicación de que se traduzca poco en su país: “Exportamos cultura al mundo en escala masiva y aceptamos poquísimo desde el exterior. Las editoriales que publican traducciones son muy chicas, con dos o tres empleados, no pueden competir con las grandes editoriales; ni intentan hacerlo. Y publican traducciones casi diría como un acto político contra esa tendencia de ignorar la existencia de toda literatura proveniente de afuera”. Agrega que el mercado editorial está dominado por las llamadas “Cinco Grandes” que tienen muchos sellos subsidiaros y forman parte de empresas aún más grandes todavía. Estas compañías toman sus decisiones editoriales pensando en las ventas y no les interesa ningún autor extranjero, por más relevante que sea en su país. Por otro lado, la presencia e importancia de la colonia latina (cincuenta millones de latinos) no basta para estimular las traducciones: “En la Argentina hay una gran colectividad china, pero no por eso el argentino promedio tiene un conocimiento o un interés mayor por la cultura china. Creo que por lo general la cultura dominante de un país tiende a no prestar tanta atención a la cultura minoritaria”. La pregunta que debería hacerse, según esta traductora, es por qué en una escuela pública donde el 99% habla castellano ni siquiera se menciona la literatura escrita en ese idioma en el plan de estudios: “Quizás las Cinco Grandes editoriales piensen que el inmigrante promedio de clase trabajadora no lee. Pero una editorial en Texas, Arte Público Press, probó vendiendo sus títulos en castellano en supermercados de los barrios latinos y tuvo enorme éxito”.

Sin embargo, desde hace unos años los autores latinoamericanos comenzaron a ser traducidos, aunque, claro, con un marcado sesgo masculino: Roberto Bolaño, César Aira, Alejandro Zambra y la promesa en la que se está convirtiendo, según Riddle, Martín Felipe Castagnet: “No es casualidad que todos estos autores que nombro sean hombres. Se empieza a hablar de la falta de mujeres en la traducción al inglés. Leila Guerreiro, Mariana Enríquez, Samanta Schweblin y Pola Oloixarac han publicado libros en los últimos meses. Y creo que hay más atención puesta en lo que están haciendo las escritoras en todo el mundo y con solo buscar muy poco en la literatura argentina ves que está lleno de escritoras increíbles”.


De hecho, a principios de marzo Mariana Enríquez junto a Samanta Schweblin (quien acaba de ser nominada al Man Booker international prize con Distancia de rescate) y Pola Oloixarac fueron mencionadas en una nota en el New York Times bajo el título de ‘Ficción argentina’. Las cosas que perdimos en el fuego, de Enríquez, fue traducida como Things we lost in the fire (Hoghart); ella reconoce que más allá de publicar en Estados Unidos, no tiene mayor idea de cómo funciona ese gran mercado editorial, tampoco sabe cómo se mueven los autores latinos que viven allá, pero sí sabe que “es un privilegio y una suerte que pocos consiguen. Aunque no tengo una fascinación tremenda ni un ataque de vanidad”. Sabe también que hay algo de “legitimación” al entrar al mercado de Estados Unidos, cosa que le irrita de cierto modo: “Insisto que es una suerte, pero no me parece más importante que publicar en Francia. Entiendo que puede ser más importante por cuestiones de mercado, pero eso a mí eso me excede”. Dentro de las satisfacciones que le ha dado entrar a este difícil y complejo mercado fue la traductora que le tocó: Megan McDowell, “que me parece buenísima”. Con respecto al eventual auge de autores latinoamericanos, descree de este fenómeno. En lo que sí cree es en el gran interés que hay por las cuestiones latinas porque en Estados Unidos dado que la población latina es enorme: “Es muy relevante cultural y económicamente. Además, en los últimos años ha sido más visible por varios factores. El dominicano Junot Díaz comió con Obama, que lo lee y es fan de La maravillosa vida de Oscar Wao”.

Martín Felipe Castagnet, al igual que Enríquez, dice que una de las ideas que más le entusiasma de haber publicado en ese mercado es que lo pueda leer Stephen King. Castagnet es el autor argentino más joven que ha publicado en Estados Unidos, y uno de los más jóvenes latinoamericanos. A diferencia de Enríquez, sí cree que en que la literatura latinoamericana puede estar al borde de un nuevo auge, “pero no hay que apresurarse a cantar victoria sólo por haber pasado el famoso embudo norteamericano. Tenemos las traducciones y están empezando a llegar las reseñas; ahora faltan los lectores. El verdadero auge es ser leído; ser publicado es sólo el paso necesario”. Lo que para Castagnet se está desarmando es la creencia de que los libros en castellano tienen que pasar por la vidriera española antes de desembarcar en los Estados Unidos: “Por eso la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es cada vez más importante, y atrae un público cada vez más heterogéneo (con algo de populismo, el agente literario Andrew Wylie bromeó que Guadalajara era la nueva Frankfurt; claro, era el invitado de honor, lo que también fue significativo)”. La Feria del Libro de Buenos Aires, en cambio, aún no es tan atractiva para editores y agentes editoriales como para justificar el viaje transcontinental. En contrapartida, dice, la Semana de editores de la Fundación TyPA así como el Programa Sur de la Cancillería, que fomenta las traducciones de títulos argentinos en el extranjero, “están cumpliendo un gran servicio al país”.

Silvina López Medin, además de haber traducido junto a Mirta Rosenberg Eros, el dulce-amargo, de Anne Carson, es editora del sello estadounidense Ugly Duckling Press (UDP), enfocado en traducir textos de poesía; entre los poetas que han traducido o se encuentran en proceso de traducción se cuentan Alejandra Pizarnik, Marosa di Giorgio, Amanda Berenguer y Arnaldo Calveyra. La editorial además tiene la colección Señal, que son plaquetas bilingües de poetas contemporáneos, como Luis Felipe Fabre, Pablo Katchadjian y Florencia Castellano. Esta editora señala que al fervor que causaron en el público estadounidense Borges, Bolaño y Aira, y más allá de New Directions –el sello que más latinoamericanos ha publicado–, hay otros autores y otras editoriales que están dando cuenta de un fenómeno muy interesante: a los ya desaparecidos Enrique Lihn, Clarice Lispector, Ferreira Gullar se les han unido o pronto lo harán: Hernán Ronsino, Julián López, Alejandro Zambra, Leila Guerreiro, Mariana Enríquez, Lina Meruane, Sergio Chejfec y Raúl Zurita, entre otros. Las editoriales que han puesto sus ojos en ellos han sido Melville House, Deep Vellum, Action Books, Open Letter, Archipelago y Pen Press.

López Medin dice que si se toma en cuenta la presencia argentina sólo el año en curso proyectado hasta mayo de este año se habrán publicado once autores, lo que es una suba importante, ya que el 2008 se publicaron siete títulos de argentinos y el 2015 dieciocho; entonces efectivamente hay un interés de las editoriales, sobre todo por lo argentino, “pero no sé si cabe generalizarlo, digamos que hay un interés genuino en ciertos sectores. Como suele suceder, y como muestran las estadísticas de traducciones de latinoamericanos al inglés (alrededor de 65% ficción versus 35% poesía), la poesía tiende a ocupar espacios más reducidos, pero intensos”. Este optimismo choca con la cifra de títulos en castellano traducidos al inglés: en 2014 fue de 67 y en 2016 de 66. “Los títulos de autores argentinos crecieron con mayor ritmo que el total de las traducciones, y son un componente importante, alrededor del 30%, dentro de los títulos latinoamericanos traducidos del castellano”. Es decir, la composición de los títulos latinoamericanos es lo que ha cambiado en beneficio de los títulos y autores argentinos.

Sergio Waisman ha sido el traductor de la obra de Ricardo Piglia y conoce cómo funciona este mercado más de lo que quisiera. Para él, lo más importante que ha sucedido en los últimos diez o quince años ha sido el surgimiento de editoriales independientes “que se están dedicando principalmente a publicar traducciones literarias, tanto de escritores ‘nuevos’ como de los más ‘consolidados’. El trabajo de algunas de estas editoriales ha sido realmente extraordinario: Open Letter, Archipélago y Deep Vellum [que publicó su traducción de Blanco nocturno, de Piglia], han logrado complementar no sólo lo poco que se publica tradicionalmente en traducción en los Estados Unidos en las Cinco Grandes, sino también lo que venía publicando la más famosa de las independientes, New Directions, y lo que venían (y siguen) haciendo las editoriales universitarias”. Este nuevo grupo de editoriales también incluye al New York Review of Books Classics, que recientemente publicó la traducción de Esther Allen de Zama, la excepcional novela de Antonio di Benedetto: “Lo curioso es que muchas veces los autores latinoamericanos más importantes en sus propios países no han sido editados en las editoriales grandes de los Estados Unidos: Juan José Saer y Ricardo Piglia serían ejemplos de esto”.

Precisamente estar atento a las cuestiones de mercado le ha permitido a Waisman darse cuenta de que ser publicado en Estados Unidos “no necesariamente refleja el valor literario de un dado libro o autor”, pero a la vez ser publicado en este mercado “le otorga un capital simbólico a ese libro y autor que luego parecería influir retrospectivamente en la determinación de su valor”. No es un asunto sencillo de entender. Por lo pronto, este traductor argentino está muy contento con la tarea de traducir El limonero real, de Saer, para Open Letter.

Frances Riddle agrega una cuota de optimismo al señalar que cada vez existen más programas universitarios enfocados a la traducción literaria y más organizaciones profesionales para traductores literarios: “Existe también una mayor conciencia sobre la falta de voces de afuera en la literatura angloparlante”. Se está incluso pudiendo vivir de la traducción, es decir, cada día es más profesional; de hecho no faltan traductores, sino al contrario, sobre todo para el castellano “por ser el idioma extranjero que más presencia tiene en Estados Unidos. Esto genera competencia: muchos traductores cuentan historias de haber traducido un libro para presentarlo a una editorial, pero otro colega presentó el mismo libro a otra editorial al mismo tiempo y logró cerrar un contrato antes”. Sin embargo, la mala noticia es que los editores están colapsados, porque los proyectos de traducción se multiplican y “ni tienen tiempo de responder a todos los mails que les llegan con muestras de traducciones”. Pese a ello, puede decirse que la industria editorial estadounidense va encaminada a derribar muros.

Algo sobre la AATI

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El siguiente texto, firmado a título personal por el Administrador de este blog, pretende informar sobre una realidad que la mayor parte de los traductores argentinos conoce sólo a medias.

Asimismo, para evitar suspicacias, se deja aquí sentado que el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires no es una institución formal y, por lo tanto, no busca competir con la AATI ni con ninguna otra institución semejante. Con todo, tampoco acepta que le den gato por liebre.

Por qué la AATI no es lo que dice ser 
ni lo que quisiéramos que fuera

La Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI) funciona desde el  27 de abril de 1982.

Según el Artículo 2 de su Estatuto, tiene como misiones representar y proteger los intereses de los traductores literarios, técnico-científicos e intérpretes; promover el perfeccionamiento profesional de dichos traductores e intérpretes, para elevar el nivel de la profesión en general; estimular la colaboración y el intercambio de conocimientos y de experiencias profesionales y establecer relaciones entre los miembros de la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes y otras asociaciones, instituciones y organizaciones, tanto nacionales como extranjeras, y contribuir a la difusión de las actividades de traducción e interpretación y promover el conocimiento y la apreciación de la profesión.

Ahora bien, según el Artículo 5 de ese mismo Estatuto, los traductores asociados a la AATI responden a diversas categorías, a saber:

a-Activos: se incluyen en la categoría de Miembros Activos las personas capaces que poseantítulo habilitante de traductor literario, técnico-científico o de intérprete. La admisión como Miembro Activo de la AATI estará sujeta a la aceptación de la Comisión Directiva.

b-Adherentes: a esta categoría pertenecen las personas que no están en condiciones de ser aceptadas como Miembros Activos, pero que por sus antecedentes puedan probar que ejercen o han ejercido la profesión de traductor o intérprete, según las condiciones estipuladas por el Reglamento Interno. La admisión como Miembro Adherente de la AATI estará sujeta a la aceptación de la Comisión Directiva.

c-Honorarios: a esta categoría pertenecen los traductores o intérpretes que, en atención a los servicios prestados a la Asociación o en virtud de determinadas condiciones personales, sean designados por la Asamblea a propuesta de la Comisión Directiva o a petición de los asociados por intermedio de la Comisión Directiva.

d-Vitalicios: a esta categoría pertenecen los Miembros Activos que alcancen una antigüedad ininterrumpida de 25 años en la Asociación.

Luego, según el Artículo 6 nos enteramos de que “Los Miembros Activos tienen los siguientes deberes y derechos: abonar las contribuciones ordinarias y extraordinarias que se establezcan; cumplir con las demás obligaciones que impongan este Estatuto, la reglamentación y las resoluciones de Asamblea y de la Comisión Directiva;  participar con voz y voto en las Asambleas y ser elegidos para integrar los órganos sociales según lo estipulado en el artículo 15; gozar de todos los beneficios que otorga la entidad”. Asimismo, se nos informa que  “Los Miembros Adherentes pagarán cuota social y tendrán derecho a voz pero no a voto y no podrán ser elegidos para integrar los órganos sociales, pero gozarán de todos los beneficios que otorga la entidad”. Finalmente, “Los Miembros Honorarios no pagarán ningún tipo de cuota o contribución. Tendrán derecho a voz pero no a voto y no podrán ser elegidos para integrar los órganos sociales, pero gozarán de todos los demás beneficios que otorga la entidad. d) Los Miembros Vitalicios tendrán todos los derechos de los Miembros Activos y no pagarán ningún tipo de cuota social o contribución”.

En otras palabras, la AATI tiene socios de primera, con voz y voto, y socios de segunda, con voz, pero sin voto. La frágil frontera, fijada por este mismo estatuto, es tener un título habilitante, lo cual probablemente sea necesario para un traductor público e incluso, exagerando, para uno científico-técnico, pero de ningún modo para un traductor literario.

Esta situación ha sido denunciada como poco democrática en numerosas ocasiones por muchos traductores fundamentalmente literarios, quienes, sin título, realizan la mayor parte de las traducciones a las que cualquier lector puede acceder en el mercado editorial argentino.

Tal vez corresponda aquí añadir con el debido énfasis que los traductores literarios no se forman una única vez para recibir un título, sino que, permanentemente, libro a libro, deben revisar su formación, nutriéndose de saberes que difícilmente contemple una única currícula por completa que ésta sea. Dicho de otro modo,  la formación del traductor literario es necesaria y constante, pero no obligatoriamente académica. Todo buen traductor se forma traduciendo y no acumulando títulos.

Prueba de lo anterior es que, de hecho, menos del 25% de los traductores asociados a AATI se dedica a la traducción literaria y muchos menos todavía son parte activa del mercado editorial local.

En otras palabras, nadie consigue trabajo diciendo que es socio o socia de la AATI. A pesar de ello, la AATI se presenta en todo tipo de foros como la institución que nuclea a los traductores argentinos (algo que, como se lee, es claramente falso) y lleva adelante una singular política de apropiación con la excusa de la organización de cursos, seminarios, simposios y presentaciones vinculadas al mundo literario.

Todos los traductores literarios argentinos querríamos pertenecer a alguna institución que nos represente y en la que tuviéramos voz y voto, haciendo caso omiso de las titulaciones. Y sería un gusto que esa institución fuera la AATI, si alguna vez se convirtiera en esa institución democrática. Pero, a la fecha, y luego de muchos años de promesas, todavía no se ha democratizado.

Cuando se habla de esto con los integrantes de su Comisión Directiva, alegan una razón del todo nebulosa: hay que modificar los estatutos, pero para hacerlo hay que contar con el consenso necesario, lo cual implica que existe un núcleo duro dentro de la institución que no está dispuesto a ceder. Y parte del problema es que, en las votaciones, ese núcleo irreductible se presenta siempre y en conjunto; mientras que los socios más liberales se hacen presentes sólo de vez en cuando. En síntesis, parece que el cambio nunca es oportuno.

En la actualidad, esa Comisión Directiva está formada por gente honesta, inteligente y bien intencionada, pero temerosa de dios, que sigue pateando la pelota hacia adelante, lo cual a esta altura ya es un abuso de la paciencia ajena. Y ante cualquier requerimiento, se pretextan presupuestos de abogados y escribanos asesores que nunca llegan, asambleas hipotéticas que nunca se convocan porque no hay seguridad de ganarlas,  y se vuelve a una perpetua foja cero, del todo inoperante.

Mientras tanto, la AATI juega a que representa a los traductores literarios (esos, que en su mayoría no son socios de la AATI o no tienen posibilidad de voto), se pone a aconsejar sobre tarifas y contratos, y opta por medidas cosméticas, como mostrarse activa en cuanto foro puedan, cooptando sólo superficialmente a los traductores literarios que circulan por afuera de la institución. También, se equivocan malamente estableciendo alianzas con ACEtt, de España, la institución que se ha mostrado del todo ineficaz en la defensa de sus socios contra la rapacidad de las editoriales y contra las prácticas deshonestas de algunos de sus asociados. El desconocimiento hace el resto y por eso la AATI puede arrogarse el lugar de preeminencia que cree tener. La realidad, para quien vea las cosas de cerca, es otra. 

Jorge Fondebrider

El Programa Interpres de la Universidad de San Martín invita a su primera actividad del año

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Las lenguas de la autoridad.
Problemas y polémicas de la traducción, de Roma al Renacimiento

Presentación del Proyecto UBACYT 20020130100900BA 2014-2017
Director: Antonio Tursi.


“Nuestro Proyecto tiene dos objetivos generales: 1) analizar los argumentos filosóficos y los procedimientos literarios involucrados en el proceso que llevó a la legitimación de las lenguas vernáculas como lenguas con autoridad para la creación literaria y filosófica y 2) establecer y tematizar los criterios de traducción con los que la tradición latina, de Roma al Renacimiento, trata de asir los originales. Plantea además un tercer objetivo específico consistente en tipificar problemas concretos de traducción –tanto del griego al latín, cuanto del latín a las lenguas vernáculas– atinentes al vocabulario técnico filosófico y literario.”

Georgina Olivetto, licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. Es profesora adjunta de la cátedra de Literatura Española I en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA e investigadora adjunta del CONICET con sede de trabajo en el Centro de Estudios de Filosofía Medieval de la misma institución. Es también miembro colaborador del Instituto de Estudios Medievales y Renacentistas (IEMYR) de la Universidad de Salamanca. Se dedica especialmente a la tratadística castellana del siglo XV y participa en la actualidad de un proyecto de edición de las traducciones de Séneca de Alonso de Cartagena, autor al que dedicó su tesis y su primer libro («Título de la amistança», traducción castellana de Alonso de Cartagena sobre la «Tabulatio et expositioSenecae» de Luca Mannelli, San Millán, CiLengua, 2011).

Mariano Pérez Carrasco, doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires e investigador de carrera del Conicet. Estudia los vínculos entre poesía, filosofía y política en la literatura y la filosofía italianas entre Medioevo y Renacimiento, con centro en la figura de Dante, de quien ha traducido el Convivio (Colihue, Bs. As., 2008). Integra la redacción de Hvmanistica: An International Journal of Early Renaissance Studies, ha sidoFellow de I Tatti – The Harvard University Center for Italian Renaissance Studies, y del World Wide Style Project – University of Turin. Ha dictado clases de Literatura Italiana Medieval en la Università di Bologna y ha cursado estudios posdoctorales en la UnivesitàdegliStudi di Padova.

Antonio Tursi, doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Ejerce la docencia sobre lengua y pensamiento latinos, clásico, medieval y renacentista, en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y en la Escuela de Humanidades (UNSAM). Dirige la carrera de Filosofía de esa universidad. Ha traducido y publicado textos de autores clásicos (Horacio, Séneca, Persio), medievales (Severino Boecio, Pedro Abelardo, Juan de Salisbury, Tomás de Aquino, Nicolás de Oresme, Boecio de Dacia, Jacobo de Pistoia) y renacentistas (Savonarola, Maquiavelo). Ha participado en congresos nacionales e internacionales y es autor de libros, numerosos artículos y capítulos de libros sobre los temas de su especialidad.

Semana cuarenta y siete del repudio al convenio entre la U.B.A.,la UNAM, la Universidad de Salamanca, el Instituto Cervantes y Telefónica de España

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la número cuarenta y siete desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Cultural Argentino de Lenguas Vivas (Tucumán, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°83  (Solano-Quilmes)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina)
Universidade Federal da Bahia (Brasil)
Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana (Brasil) 
Universidade Federal Fluminense (Brasil)
Universidade Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
Universidad Autónoma de Nuevo León (México)
UNAM (México)
El Colegio de México 
Universidad de Montevideo (Uruguay)
Universidad de la República (Uruguay)
Harvard University (Estados Unidos)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
University of Maryland (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales
Centro PEN Argentina
Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina (SEA)
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

Un recuerdo para Albert Freixa

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El pasado jueves 16 de marzo nos llegó la triste noticia del fallecimiento repentino en Barcelona del traductor catalán Albert Freixa . Durante ocho años residió en la Argentina y dejó una huella muy importante en todos aquellos que lo trataron.

Sin ir más lejos, corresponde aquí recordar las extraordinarias Primeras Jornadas Hispanoamericanas de Traducción Literaria, organizadas por él en el Centro Cultural Parque de España, de la ciudad de Rosario, entre el 20 y el 25 de noviembre de 2006. En esa ocasión, acudieron a la convocatoria más de 200 traductores de todo el ámbito de la lengua castellana, así como diversos traductores de otras lenguas que trabajan en relación con la nuestra. A la fecha, en ninguna parte del mundo volvió a realizarse nada igual y, sin temor a exagerar, puede decirse que hubo un antes y un después de esas jornadas en las que participaron Patricia Willson, Marietta Gargatagli, Pura López Colomé, Gabriela Adamo, Lourdes Arencibia, Daniela Antúnez, Adán Kovacsis, Diana Bellessi, Gerardo Gambolini, Lisa Rose Bradford, Jean Canavaggio, Andrés Ehrenhaus, Ian Barnett, Elvio Gandolfo, Andrew Graham Yool, Lorna Shaugnessy, David Johnston, Susanne Lange, Griselda Mársico, Olivia de Miguel, Mario Merlino, Martha Pulido, Héctor Piccoli, Andrea Pagni, Mari Pepa Palomero, Nicolás Suescún, Mario Sepúlveda, Antonio Tursi, Ricardo Ibarlucía, Margara Auerbach, Nora Mugica, Esteban Nicotra, Marcelo Cohen, Juan Manuel Rodríguez Tobal, Soledad González, Ilide Carmignani, Luis Martínez de Merlo, Amalia Sato, Óscar Velásquez, Beatriz Vegh, Nicolás Rosa, Kelly Austin, Luz Conti, Marina Fe, María Inés Crespo, Mercedes Guhl, Helena Maquieria, Alfredo Michel Modenessi, Silvio Mattoni, Miguel Montezanti, María Cristina Pinto y Arturo Vázquez Barrón, entre muchos otros.

Algo después, Albert organizó conmigo en 2008, en la Universidad Austral de Chile, en Valdivia, un primer coloquio internacional sobre “Escrituras del Traducción Hispánica”, en el que participaron Marietta Gargatagli, Miguel Castillo Didier, Amalia Ortiz de Zárate, Alfredo Michel Modenessi, Óscar Velásquez, Verónica Zondek, Jorge Aulicino, Andrés Ehrenhaus, Walter Höefler, Pablo Oyarzún, Juan Gabriel López Guix, Carlos Fortea y Emilio Crespo. 

Más adelante, hubo un accidentado segundo coloquio internacional sobre “Escrituras de la Traducción Hispánica”, desarrollado en la ciudad de San Carlos de Bariloche, entre el 5 y el 7 de noviembre de 2010, esta vez organizado por Albert con el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Río Negro, la Universidad Austral de Chile, el Grupo de Investigación TRADIA-1611, Universidad Autónoma de Barcelona, el Seminario Permanente de Estudios en Traducción – IES en Lenguas Vivas. Pese a la repentina huelga de Aerólineas Argentinas que impidió la participación de todos los invitados, estuvieron presentes Ana Alcaina, Patricia Dreidemie, Andrés Ehrenhaus, Isabel García Adánez, Marietta Gargatagli, Juan Gabriel López Guix, Fabio Morábito, Breno Onetto, Pablo Oyarzún, Belén Santana, Nil Santiañez, Mario Sepúlveda, Pedro Serrano, Fernando Toda, Patricia Willson y Verónica Zondek.

Además de coordinarel Grupo de Estudios de Traducción “Inca Garcilaso de la Vega”  del CIEHUM (Universidad Nacional de Rosario), codirigió con su gran amigo Juan Gabriel López Guix la revista de literatura y traducción SaltanaSu larga trayectoria incluye traducciones del inglés y del francés al castellano y catalán, tanto para editoriales como para publicaciones periodísticas y científicas. Tal vez sea más importante aún su enorme labor como organizador de acciones alrededor de la traducción y su incansable voluntad de achicar distancias entre mundos aparentemente lejanos. 

Jorge Fondebrider

Muestra sobre la quema de libros en la dictadura

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El 23 de marzo pasado, Karina Micheletto firmó en el diario Página 12 la nota que sigue, a propósito de la quema de libros durante la última dictadura. En ella entrevistó a Ricardo Figueira y Amanda Toubes, antiguos empleados del CEAL, y al periodista Alejandro Moñino, curador de “Memoria en llamas”, una muestra que conmemora esa quema de libros, organizada  a partir de negativos fotográficos recuperados que dan cuenta de ese hecho.

“Eran unos tipos armados
que ni sabían prender fuego”

El 26 de junio de 1980, 24 toneladas de libros del Centro Editor de América Latina, una de las experiencias culturales más formidables que ha dado este país, ardían en un baldío de Sarandí, por orden de la dictadura cívico-militar. Lo de “arder” es un decir, según revelan testigos directos del episodio, porque resultó que los libros estaban húmedos, y la ejecución de la quema fue bastante improvisada. La orden de “desaparición” de esos libros tardó entonces unos tres días en cumplirse y quedó documentada: Ricardo Figueira, archivista y director de colecciones de la editorial, fue obligado a fotografiarla, y a presenciarla junto a Amanda Toubes, otra trabajadora del CEAL. Décadas después, el periodista Alejo Moñino se enteró de que Figueira guardaba los negativos de 29 fotografías que testimonian aquel delito cultural. Esas fotos se convirtieron en la muestra “Memoria en llamas”, que hoy a las 19 se inaugura en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), y que se mantendrá abierta al público con entrada gratuita. 

Subversivo y peligroso
“El policía acercaba el fósforo a la pila de libros, y era obvio que no tenía ninguna chance de éxito. Así que le dije: oiga, ¿por qué no va a buscar un poco de nafta o kerosenne?”, recuerda ahora Figueira, sentado en una mesa del bar del Centro Cultural de la Cooperación, donde, a la vuelta de los años, las fotos que tomó cumpliendo una orden judicial se exhiben convocando la memoria. “Y yo pensaba: ¿Qué hace Ricardo? ¡Encima les da ideas! Entonces vino uno de ellos a pedirnos plata para comprar nafta. ¡Lo único que faltaba! ¡Darles mangos a esos tipos para que quemaran los libros!”, agrega a su lado Toubes. La imagen es surrealista –“patafísica”, se sigue riendo Toubes–, si se observan las fotos grises y se tiene en cuenta que los implicados llegaron a temer por sus vidas, y sobre todo por las de los obreros del depósito, que tras el procedimiento permanecieron presos varios días. 

“Había libros, fascículos, y también algunos discos. Eran los que sobraban del sistema de distribución en quioscos que había inventado Boris Spivacow, y que obligaba a tiradas que nunca bajaban de los diez mil ejemplares. Venían todos humedecidos del depósito y, encima, muchos estaban envueltos, encintados. No se iba a quemar así nomás”, sigue repasando Figueira. Toubes le agrega algo de poesía al relato contando que entonces pensaba: “¡Qué buen papel, qué buena encuadernación! ¡Qué buenos libros que hacemos!... En eso comienzan a salir obreros de las fábricas y también chicos de las escuelas: ¡queman los libros, queman los libros!, gritaban. Entonces yo les decía, bajito: Afánenlos. Afánenlos”...

Entre esas publicaciones pudieron estar colecciones como Documentos de Historia Integral Argentina, o la Historia del movimiento obrero, o enciclopedias de los más variados temas, o el recordado Atlas Total, o colecciones para chicos como los Cuentos de Polidoro o Los cuentos de Chiribitil. Se trataba de “material subversivo y peligroso”, que “atentaba contra la Constitución Nacional”, según había concluido el juez federal platense Héctor Gustavo de la Serna. Y por eso había decidido su inmediata quema. No sólo eso: para dar el marco necesario de “legalidad” a aquel procedimiento, y garantizar que su orden fuese cumplida y no que, por ejemplo, los libros fuesen robados o revendidos, ordenó que los propios damnificados por su sentencia fotografiaran el proceso.

“Chiquito, hay que mandar un fotógrafo”, cuenta Figueira que, como jefe archivista y documentalista, le pidió Spivacow. Como no quiso exponer a ninguno de los fotógrafos, cuenta también,  él mismo se hizo pasar por fotógrafo de la editorial, aunque en esta materia no era más que un aficionado. Amanda Toubes decidió acompañarlo: ella se hizo pasar por su asistente. “Para ver a la cara a los que quemaban nuestro trabajo”, explica hoy. 

Ambos aparecen en una de las fotos que integran la muestra Memoria en llamas. Toubes es la joven que se cruza en la escena intentado protegerse del frío con su chal, sin soltar su maletín de trabajo y algo que parecen carpetas bajo el brazo (¿colecciones que estaría emprendiendo, material para seguir corrigiendo?). De Figueira se ve la sombra, de su cabeza apenas, en el pasto.  

Libros y cuerpos
Como vecino de Sarandí, Alejo Moñino dice que siempre sintió cercano aquel episodio que ocurrió cuando él tenía tres años. Fue así como, cuando se cumplieron treinta y cinco años de la quema, ofreció a la Municipalidad de Avellaneda hacer unos micros documentales que concretó junto a Diego Varela y Diego Boulliet. Gracias a este trabajo conoció a Toubes y a Figueira, se enteró de que este último tenía guardados los negativos de la serie completa de fotos, que hasta entonces nunca había sido publicada en su totalidad. Y terminó convirtiéndose, dice, “en una suerte de curador improvisado de la obra de Ricardo, que va girando a medida que las instituciones se enteran y la piden”. 

–¿Qué encontró de particular en esta historia? 
Alejo Moñino: –Cuando comencé el trabajo, lo primero que encontré googleando fue una contratapa de Página/12 que escribió Mempo Giardinelli, de cuando se habían cumplido treinta años. Lo ubiqué y me contó su parte de la historia. Sin haberla vivido, con la mejor de las intenciones y con su prosa, él había armado en esa contratapa una historia épica, con todo un tono de marcialidad, con ribetes que remiten a la quema de libros del nazismo. Después encontré a Amanda y a Ricardo y, como periodista, se me podría haber caído toda mi hipótesis. Me encontré con una imagen totalmente diferente...

–¿Cuál era esa imagen? 
A.M.: –Una más parecida al Conurbano que yo conozco, de esos baldíos que yo conozco. Una historia gris, patética, triste, con unos tipos armados que no sabían ni prender un fuego. No había ninguna voz marcial que dijera “¡Procedan!”, como se había imaginado Mempo... La escena, periodísticamente, en un punto se me caía. Pero, en cambio, adquiría toda otra dimensión humana, mucho más terrible, como tan sabiamente dicen Amanda y Ricardo...

Eso que dicen se escucha en la voz de Amanda en uno de los micros documentales que pueden hallarse por Internet: “La desaparición, muerte, tortura, arrojo al río, quemazón de los cuerpos... eso era nuestro país. Por eso yo digo siempre que los libros se reponen. Los cuerpos no”. 

Está también en las dedicatorias y en los nombres que insisten en no olvidar, y que piden repasar también aquí: Daniel Luaces, trabajador del CEAL, asesinado por la Triple A en 1974. Wenceslao Araujo y su esposa, secuestrados en 1976; David Jacovkis, químico, marido de Miriam Polak, importante figura de Eudeba en los comienzos del CEAL, detenido y torturado junto a su hijo. Atilio Cattáneo, Ignacio Ikonicoff,  Marta Brea, Graciela Mellibovsky, Diana Guerrero, Conrado Ceretti, Claudio Azur, colaboradores externos desaparecidos. Los obreros Juan Campos Araujo, Benito Villamayor, Alberto Giovanoli, Alejandro Nicoletti, Aníbal Contizannetti, Roberto Gutiérrez, Jorge Cufre, Andrés Avelino Somer, Héctor López y el chofer Eugenio Florio, detenidos tras la sustracción de los libros y presos por varios días. 

La prehistoria
Toubes puede reconstruir la historia del CEAL “desde su prehistoria”, esto es, desde que surgió Eudeba, con Spivacow a la cabeza. “Era la prehistoria de verdad, 1956”, se ríe. “Como graduados de Filosofía y desde el Centro de Estudiantes fuimos entonces a plantear la necesidad de una editorial universitaria, para contrarrestar el efecto de la comercialización de apuntes. Así nació Eudeba. Con el golpe del 66 todos decidimos renunciar, y con ese equipo decidió hacer una nueva editorial. De manera casi cómica, me parece hoy...” 

–¿Por qué?  
Amanda Toubes: –Porque no mediaba más que la decisión de hacer de Boris, ¡y nos pusimos a vender acciones para hacer una nueva editorial, como quien vende bonos de cooperadora! Al poco tiempo de la renuncia, el 21 de septiembre, en una piecita, se inauguró el Centro Editor de América Latina. Con tanta petulancia, ya desde el nombre: Centro Editor... Frente al descreimiento total de todos, salimos. Muy decididos aunque preguntándonos “¿qué vamos a hacer?” Ahí vino un grupo de profesores de Psicología, Economía, Educación, Sociología, gente que no tenía el menor conocimiento editorial, entre los que me contaba. Fueron los años de mayor aprendizaje, porque se formó un clima único de solidaridad entre aquellos que aprendían y enseñaban. Había algo del orden de la educación colectiva: aprendíamos uno del otro, y nunca primó la competencia. Ni con Boris. 

–¿Y cómo recuerdan el trabajo en el Centro Editor?
Ricardo Figueira: –¿Infernal! Beatriz Sarlo habló alguna vez de “un infierno de repetición”, y yo creo que está muy bien esa imagen. Porque había que sacar colecciones nuevas todo el tiempo, para abastecer esa cadena de los kioscos y los fascículos que no paraba nunca. Yo estaba encargado del archivo y tenía que abastecer de imágenes todas las colecciones. Con pedidos como los que me hacía Amanda que eran de lo más extraños. “Vaca con garrapata”, por ejemplo. Y cuando finalmente le conseguía la imagen que pedía para ilustrar el tema específico, me decía: Sí, pero: ¿será suficientemente bisexual? (risas).

A.T.: –Era exigencia, responsabilidad, y mucho laburo. Durísimo, contrarreloj, trabajando muchas veces los sábados y domingos. Una mezcla de fuerte trabajo cotidiano, de decisión de todos de hacer una muy buena producción, constante y con pocos medios. Cada uno en su estilo y en sus diversos oficios ponía la cabeza y el hombro, y también el corazón. Entre ellos, tantos compañeros muy queridos como Graciela Cabal y Graciela Montes (quien es, además, esposa de Figueira). Y había algo muy valioso: Cada colección que salía, la podíamos seguir, la mirábamos y la criticábamos. Como dije, había un espíritu de grupo, y eso sumaba mucho también en el resultado editorial. Creo que esta manera colectiva de trabajo fue la que nos dio una especie de señal. Incluso con la gente con la cual no congeniábamos ideológicamente, teníamos discusiones políticas fuertísimas, pero en el momento de laburar, no entraban en el hacer cotidiano. Pocas veces he visto eso. 

Quemazones
Ese clima parece volver ahora en la entrevista, entre las anécdotas que Figueira y Toubes entrecruzan, siempre marcadas por la risa. Esta última sigue lamentando, por ejemplo, que colecciones preparadas hasta el último detalle no llegaron a salir por falta de dinero, aun cuando, por ejemplo, en su momento Piaget regaló sus derechos al Centro Editor. 

Al acto de inauguración de hoy se sumará una charla debate, el próximo viernes 7 a las 19, también en el Centro Cultural de la Cooperación. Participarán Toubes, Moñino, Jorge Testero y Judith Gociol, una de las que ha investigado en profundidad la historia del CEAL y de su fundador, en libros como Boris Spivacow, el señor editor de América Latina. Mientras tanto, Memoria en llamas sigue itinerando y multiplicándose a medida que escuelas, universidades, bibliotecas, centros culturales, espacios de memoria, se enteran de la existencia de estas fotos y piden darla a conocer. Un paso próximo en esta historia es el de largometraje documental que Moñino ya está preproduciendo. 

“El mismo día en que lo conocí, Ricardo me dio los negativos, con una generosidad total. ‘Tomá, si te sirven, usalos’, me dijo, sin más. Las fotos se empezaron a colgar y a medida que la gente se empezó a enterar, las empezaron a pedir para exponerlas. Y yo me convertí en una especie de curador improvisado de la obra de Ricardo, inventándole los epígrafes con cosas que me dijeron ellos”, cuenta Moñino. “Más allá del trabajo que pueda hacer yo o quien fuera que lo encare, lo que surge es también una necesidad de tener a mano esta historia, con todo el peso importante que tuvo el CEAL. La gente hoy quiere conocerla, quiere saber qué fue el CEAL y por qué en un momento de la historia de este país, hubo interés en que eso no fuera más”, advierte.  

Hubo algo, “una conexión causal”, advierte Toubes, que hizo que toda esta historia saliera a la luz, creciera y se ramificara cada vez más. El Grupo La Grieta de La Plata, por ejemplo, realizó un trabajo de reconstrucción entre los vecinos de Sarandí, y se encontró con uno que asegura haber hecho caso al consejo de Amanda (“Afanenlos, afanenlos”) y haber guardado algunos libros en su casa. Cuántas historias como ésta quedan por contar, es algo que resta conocer.  

Las 29 fotos que integran la muestra “Memoria en llamas” son del pasado, y son del presente. Así lo dice Toubes: “Yo creo que hay otras quemazones. Otras fogatas terribles. La desocupación de la gente, la miserabilidad actual... El mejor ejemplo es lo que están haciendo con los docentes. Los maestros representan hoy el ejemplo más claro de este gobierno: hay que destruir la escuela pública. Y hay algo más, la gran deuda externa que vuelve a aparecer, la reventada en los barrios, el llamado a las fuerzas de seguridad, la gente pidiendo más policía y no más escuelas y más hospitales... Es la revancha. Una revancha social de estos gerentes, que es la nueva cara de la represión. Esa es hoy la gran quemazón de este país.

Franz Kafka de la mano de un traductor irlandés

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La primera reunión del año del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires tuvo como invitado a Mark Harman, traductor irlandés de literatura alemana, quien, de paso por Buenos Aires, eligió hablar de los problemas que le plantea Franz Kafka a los traductores.

Su breve exposición, seguida por una suerte de entrevista pública, abordó la historia de las traducciones de Kafka al castellano, inglés y francés, los errores inducidos por la particular lectura de Max Brod, las principales cuestiones estilísticas, la posible relación entre Samuel Beckett y Kafka, la idea de retraducción de un mismo título a través del tiempo y otras cuestiones afines, que podrán verse próximamente en la filmación del encuentro.

Mark Harman se desempeña como profesor de inglés y alemán en Elizabethtown College en Pennsylvania, Estados Unidos. Ha recibido diversos galardones por su labor como traductor. A lo largo de toda su carrera, investigó y escribió sobre autores israelíes y escritores en lengua alemana, con especial énfasis en la obra de Franz Kafka, sobre quien escribió y publicó más de 20 artículos. Su labor como traductor ha sido premiada y reconocida por numerosas instituciones, como la Modern Language Association, que en 1998 le otorgó el premio Lois Roth Award por su traducción de la novela The Castle (El castillo), de Kafka. También tradujo al inglés los libros Soul of the Age, una antología epistolar de Herman Hesse, Robert Walser rediscovered, con textos desconocidos del autor suizo y Letters to a Young Poet (Cartas a un joven poeta), de Rainer Maria Rilke.

"La necesidad de una acción más inmediata"

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Giangiacomo y Carlo Feltrinelli
El 28 de febrero pasado, Matías Néspolopublicó el siguiente artículo en el diario La Nación de Buenos Aires. Según la bajada, “Carlo Feltrinelli recupera Senior Service, legendaria biografía sobre su padre, hombre de muchas vidas que, entre otras obras emblemáticas, fundó un imperio editorial”.Considerando lo que es Feltrinelli hoy en día, sirve, entre otras cosas, para medir la distancia que va del padre al hijo.

Giangiacomo Feltrinelli:
el editor que hizo su propia revolución

BARCELONA.- De estar allí la CIA o la KGB, lo habrían resuelto en cuestión de minutos, pero entre carabinieri, policía política y forenses del Instituto de Medicina Legal de Milán demoraron casi 48 horas en identificar el cuerpo del terrorista anónimo aparecido la mañana del 15 de marzo de 1972 en Segrate, en las afueras, al pie de un poste de alta tensión. Una bomba de fabricación casera le había estallado en las manos la noche anterior cuando intentaba dejar sin luz a media ciudad.

Tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para reconocer a Osvaldo, nom de guerre del comandante y fundador del GAP (Gruppi di Azione Partigiana), la segunda organización armada italiana, tras la fundación de las Brigatte Rosse en 1969, porque en la camioneta hallada en las inmediaciones encontraron una billetera con dos fotografías: un chico de 10 años y una muchacha rubia, su amante de entonces. Había, además, un paquete empezado de Senior Service, sus cigarrillos preferidos.

¿Quién era Osvaldo? Un amigo de Andy Warhol que jugaba al básquet con Fidel Castro en ropa de fajina. Una cara sobre el papel satinado de Vogue, que había sido expulsado de Bolivia cuando encarcelaron a Regis Debray y el Che Guevara combatía en la selva. O el que se había entrevistado con Yasser Arafat apenas fundada la OLP. El heredero de una de las mayores fortunas de Italia, criado entre institutrices y cotos privados de caza austríacos, cuya madre le había regalado el título de marqués comprado al mismísimo Duce, pero que a los 18 años ya era un partisano que, luego, en 1944, entraría en Roma triunfal con los Aliados.

Claro que Osvaldo también era uno de los grandes mecenas de la cultura italiana, en particular, y del pensamiento revolucionario, en general, con la creación de la Biblioteca de Estudios Marxistas a fines de los 40, hoy una fundación que lleva su nombre, y sobre todo el gran portento de la edición literaria europea del siglo XX, sin el cual todo habría sido diferente. También conocido por su verdadero nombre, Giangiacomo Feltrinelli (1926-1972), fue el creador de un imperio.

De todos esos hombres habla aquel niño de la fotografía, Carlo Feltrinelli, en  Señor Service:biografía de un editor, libro publicado originalmente en 1999 y traducido a media docena de lenguas. Carlo lo escribió tras siete años de minuciosa investigación y ahora lo recupera casi 20 años después con "el texto tal y como estaba", para Anagrama, la histórica editorial de Jorge Herralde, ya integrada al imperio editorial forjado por el padre. Y en esas páginas se lee, también, a un hijo que recuerda a quien le enseñó a descamar el pescado, a navegar y a caminar en la nieve.

A ritmo de thriller
Después de aquella gesta biográfica, Carlo, cabeza del Gruppo Feltrinelli –que incluye la histórica editorial, la cadena de 119 librerías, la fundación homónima y varias empresas dedicadas a la investigación sociológica y al sector inmobiliario–, no volvió a medirse con la escritura. "Me sirvió para ordenar y comprender la historia de mi familia, pero fue un libro único, no me considero un escritor", cuenta ahora a La Nación. Escritor o no, el trabajo de Carlo tiene mérito, porque no sólo viaja hasta fines del siglo XIX, a los tiempos del abuelo –también Carlo–, para desentrañar los orígenes de la fortuna familiar, entre la industria maderera y la banca, sino que reconstruye el increíble periplo vital de ese hombre de muchas caras que murió a los 46 años manipulando cartuchos de dinamita sobre un poste de alta tensión. Y ello lo consigue en menos de 500 páginas, casi a ritmo de thriller, que de ser una biopic no cabría en la más costosa y desmesurada superproducción de Hollywood. "Vivió intensamente la vida que quiso; es más: vivió muchas vidas en una. Puede que ésta sea la lección más importante que me ha dejado", reconoce.

Lo cierto es que una de las vidas más trascendentes de ese joven partisano afiliado al PCI en 1945 de la mano de su fundador y amigo de Gramsci, Palmiro Togliatti, y que recorría Europa en Citroën tras los manuscritos originales de Engels, Marx y Lenin para la Biblioteca de Estudios Marxistas, comienza en 1955 con la fundación de Giangiacomo Feltrinelli Editore. Y en especial dos años después, con la publicación de la novela de un poeta ruso censurada por el estalinismo. El affaire Zhivago se lleva muchas páginas de Senior Service, con la exhumación de una larga relación epistolar entre Feltrinelli y Boris Pasternak. No es para menos.

"Mi padre interceptó el libro de Pasternak pocos meses después del nacimiento de su editorial y por él condujo una batalla en solitario para superar los esquemas mentales, ideológicos y políticos de la Guerra Fría. Doctor Zhivago fue el primer gran best seller de la literatura contemporánea. Giangiacomo tenía sólo 30 años: no es difícil intuir el peso que ejerció ese libro en su futura carrera como editor", explica Carlo. Le seguirían otros hitos polémicos, como El gatopardo, de Giuseppe Di Lampedusa, o Trópico de cáncer, de Henry Miller, censurada por obscena, que publicaría fuera de Italia y distribuiría de contrabando, para no mentar a los americanos que dio a conocer a Europa: Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Tom Wolfe.

Para entonces, el divorcio del camarada Feltrinelli de Moscú ya era evidente y su norte estaba puesto en las luchas de descolonización del Tercer Mundo, convertido a ese elemento peligroso para la KGB en un sospechoso también para la CIA. Las abortadas memorias de Castro en ese sentido no ayudaron. "Trabajó con Castro entre 1964 y 1965, pero el proyecto encalló porque Fidel procedía muy lentamente con un libro minucioso sobre batallas militares en la sierra mientras Giangiacomo aspiraba a publicar un libro más político", continúa Carlo.

La evolución que seguiría el editor es comprensible. "La aceleración de los años 60, las vanguardias y los movimientos sociales internacionales le sugirieron la necesidad de una acción más inmediata en vez de la típica mediación cultural", señala el biógrafo. Y para la Primavera de Praga o el Mayo francés, Giangiacomo ya vivía en la clandestinidad con una docena de pasaportes.

"En 1968, mi padre temía que se produjera en Italia un golpe de estado exactamente como el de Grecia. Siendo una persona con una dimensión internacional y con posiciones radicales, se sentía también amenazado personalmente. Quería cambiar el mundo, pero el suyo no era un romanticismo kitsch, sino en todo caso un romanticismo a la germana, con trazas de tragedia. En el libro intenté explicar la sensación de soledad que tuvo en sus últimos años", confiesa el hijo. Y sin duda lo consigue. Incluso en la sensación de paranoia que vivió Osvaldo. Paranoia justificada, porque el único punto oscuro al que no llega a penetrar del todo Senior Service es el supuesto accidental de su trágico final. "Es notorio que hubo intentos de eliminar a mi padre. Pero lo que realmente ocurrió aquella noche del 14 de marzo de 1972 es aún un misterio."


Traductores con el apoyo de Ragnar Lothbrok

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¡Atención, Traductores Autorales!

Los integrantes del Frente de apoyo a los proyectos de Ley de Traducción Autoral estamos trabajando en dirección a presentar un tercer proyecto para su aprobación en las Cámaras, toda vez que los dos primeros perdieron, sucesivamente, su vigencia parlamentaria.

A tal efecto, estamos elaborando un Censo de Traductores Autorales con actividad profesional en la Argentina, conscientes de que no solo es una herramienta fundamental para lograr el apoyo específico de los profesionales a los que beneficia esta iniciativa de ley, sino también para ofrecer un panorama más preciso y actualizado del estado de la profesión, de modo que pueda utilizarse en campos como los estudios de traducción y otras áreas del pensamiento y la investigación.

Como parte de este proceso de elaboración hemos diseñado la siguiente encuesta dirigida a los traductores profesionales en actividad, con el fin de recabar información pormenorizada directamente de los interesados.

Nos dirigimos así a todos aquellos colegas que deseen apoyar y participar en la iniciativa (y no lo hayan hecho aún), instándolos a completar la encuesta, cuyos datos serán tratados con la debida discreción.

Gracias en nombre del Frente, ¡seguimos en la lucha!

Aquí la encuesta

Semana cuarenta y ocho del repudio al convenio entre la U.B.A.,la UNAM, la Universidad de Salamanca, el Instituto Cervantes y Telefónica de España

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El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de  la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la número cuarenta y ocho desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad. 


Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

La solicitada y la lista estarán disponibles para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Cecilia Abdo-Ferez, Enrique O. Abeya-Gilardon, Eleonora Acosta, Mónica Acosta, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Cecilia Aguirre (Brasil), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Abel Ahumada, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Sol Aréchiga (México), Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Jaime Arrambide, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Florencia Ávalos, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote, Lidia M. T. Rádis Baptista (Brasil), Florencia Baranger-Bedel, Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento (Brasil), Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Sonia Blank, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Jorge Brega, Matías Bruera, Jorge Bustamante García (México/Colombia), 
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Caterina Camastra (México), Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, José Aníbal Campos (Cuba), Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, María Ester Capurro, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Sandra Carrazzoni, Penélope Cartelet, Elizabeth Casals,Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Marcelino Cereijido (Argentina/México), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Gabriela Cetinas, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Susana Civitillo, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Monona Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Germán Conde, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Claudina Corel (Francia), Silvio Cornú, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Beatrice Couteau, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Graciela Cros, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Jan de Jager (Argentina/Holanda), Santiago de Miguel, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Juan José Delaney, Claudia Del Blanco, Silvia Delfino, Laura Demaría (EE.UU.), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, José Arlindo Dos Santos (Brasil), Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil), Alejandra Elichabe, Verónica Engler, José María Espinasa (México), Carolina Esses, Juan José Estévez, Víctor Everest (México), 
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Adrián Fanjul, Ángel Faretta, Cristina Farías, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Javier Fernández Miguez, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Santiago M. Ferro, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Larisa Fostinone Locoselli (Brasil), Ana Franco (México), Silvana Franzetti, Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Alicia García Bergúa (México), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro, María Blanca García Gandolfo, Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Teresa Garufi, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, María del Carmen Gilardón, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Andrea Giunta, Marisa Godoy, Myriam Leonor Godoy Arroyo, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Neide Maia González (Brasil), Rafael Goñi, Nathalie Greff-Santamaria, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Paula Grosman, Irene Gruss, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Dolores Hernández, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans, Claudia Hortas,
I
Ricardo Ibarlucía, Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
Carlos H. Jacobo, David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Ana María Jaramillo (Colombia/México), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian, Alejandro Kaufman, Edna Inés Kelly, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Alberto Kornblihtt, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Paula Krajnc, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Nora Laffont, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Cecilia Lasa, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Hugo López Araiza Bravo (México), Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Bruna Macedo de Oliveira (Brasil), Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Alejandro Manara, Adriana Carolina Manes, Laura Mangold, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, Marilú Marini, Leticia Martí, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Ana Silvia Mazía, Mirtha Paula Mazzocchi, Ana Mazzoni, Carolina Melgarejo Torres, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Haydée Noemí Menna, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Alejandra Mierez Revilla, Eduardo Milán (Uruguay), Gabriela Minsky, Laura Miñones, Ignacio Miret, Federico Mirré, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Macarena Mohamad, Cristian Molina, Oscar Luis Molina Sierralta (Chile), Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, Jorge Monteleone, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Virginia Monti, Fabio Morábito (México), Miguel Ángel Morelli, Yolanda Morató (España), María Moreno, Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Vicente Muleiro, Fabricio Müller, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Daniela Nigro, Valentina Noblia, Alicia Noceti, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola,  Gladys Ojea, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Mercedes Olcese, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Melisa Palferro, Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Andrea Palet (Chile), Marcia Paraquett (Brasil), Aldo Parfeniuk, María Teresa Pascual, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Joana Peaguda, Karina Pelech, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Graciela Périssé, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Romina Eva Pérez Escorihuela, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, María Cristina Pinto, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Dagmar Ploech (Alemania), Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Graciela Progano, Marita Propato, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
Q
 Juan Carlos Quintero-Herencia (Puerto Rico),
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Graciela Rapaport, Olga Regueira, María Cristina Renard, Fernando Rendón (Colombia), Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), María Florencia Rizzo, Armando Roa Vial (Chile), Daniela Rodríguez Gesualdi, Victoria Rodríguez Lacrouts, Blanca Alberta Rodríguez Vázquez (México), Alejandra Rogante, Waldo Rojas (Chile), Luis A. Rojas Herrera (Chile), Marta Rojzman, Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Cecilia Rossi (Gran Bretaña/Argentina), Silvina Rotemberg, Fernando Rouaux, Gabriela Alina Roveda Peluffo, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Silvia Adriana Rucci, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz, Andrea Russo, 
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Amalia Sato, Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Julia Saltzmann, Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Orestes Sandoval Lopez (Cuba), Cristina Santoro, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Ana Sebastián, Francisco Segovia (México), María R. Segura, Pablo Seijas (Argentina/Francia), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg, Mónica Szumurk,
T
Sergio Tanoni, Alejandro Tantanian, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú), Silvina Trica-Flores (Estados Unidos), Roxana Trucco, Lilia Tubia,
U
Lidia Unger, Ariel Urquiza, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), Daniel Varacalli Costas, María Esther Vázquez,  Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Isabel Vericat (México), Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Inés Villanueva, Claudio Villarreal, José Javier Villareal (México), Minerva Margarita Villareal (México), Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli  Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Carlos Vitale, Martín Vitton, Nadia C. Volonté,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke, Tamara R. Williams (México / Estados Unidos),  Laura Wittner, Leandro Wolfson, Marcela Woods,
Y
Daniel Yagolkowsky, Débora Yánover, Jorge Hernán Yerro (Brasil), 
Z
Horacio Zabaljáuregui, Graciela Zanini, Paula G. Zarza, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Ana Zone, Paula Zucherelli,  Julia Zullo, Patricio Zunini. Gabriela Mariel Zunino.

Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina)
Universidad Nacional de La Plata (La Plata, Argentina)
Universidad Nacional de Lanús (Argentina)
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Universidad Nacional de Rosario (Rosario, Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Cultural Argentino de Lenguas Vivas (Tucumán, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°83  (Solano-Quilmes)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina)
Universidade Federal da Bahia (Brasil)
Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana (Brasil) 
Universidade Federal Fluminense (Brasil)
Universidade Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
Universidad Autónoma de Nuevo León (México)
UNAM (México)
El Colegio de México 
Universidad de Montevideo (Uruguay)
Universidad de la República (Uruguay)
Harvard University (Estados Unidos)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
University of Maryland (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales
Centro PEN Argentina
Sociedad de Escritores y Escritoras de Argentina (SEA)
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

"Un regalo para Palestina y para la lengua árabe"

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Publicado sin firma en el diario La Jornada, México, del 23 de febrero último, el siguiente artículo da cuenta de la reciente traducción del palestino Shadi Rohana (foto) de una novela de José Emilio Pacheco.

Las batallas en el desierto, regalo mexicano al mundo árabe

Ciudad de México. Shadi Rohana (Palestina, 1985), radicado como estudiante en Estados Unidos, tuvo por tarea escolar leer una novela latinoamericana. En su búsqueda halló Las batallas en el desierto, del mexicano José Emilio Pacheco (1939-2014), autor famoso en el mundo por cultivar el ensayo, la crónica, el cuento, la novela, y también por ser un extraordinario traductor; se enamoró de esa historia, y decidió trasladarla al árabe.

En entrevista con Notimex, Rohana miró hacia atrás y se ubicó en 2005, cuando tuvo su primer acercamiento a esa novela ambientada en la Ciudad de México.

“La leí no una sino varias veces, y como la traducción es una forma de relectura, ahora es mi deber reconocer que como traductor me siento beneficiado y privilegiado por haber hecho ese trabajo”, dijo al hablar sobre la novela corta publicada originalmente en español en 1981.

Explicó que la primera impresión que tuvo al pasar sus ojos por las páginas de la novela, cuya historia se desarrolla en 1948 y narra los años de infancia de Carlos, un niño de la clase media de la Colonia Roma en la Ciudad de México, fue de ensueño.

“Luego, muy dentro de mí, supe que la experiencia de conocer al autor y a su personaje, era como emprender un camino largo y que ambos me acompañarían por mucho tiempo”.

José Emilio Pacheco escribió esa novela narrada en primera persona por Carlos cuando ya es adulto y cuenta algunas de sus vivencias de infancia y adolescencia.

El personaje se regodea evocando los años de la cultura pop y la influencia que tuvo sobre la juventud, el gobierno del presidente Miguel Alemán, el contexto político y social de aquellos años, y la moral prevaleciente, con todo y las dobles caras en algunos sectores de la población.

“La novela representa mucho para México, eso me quedó muy claro después de que me vine a vivir a México. Me instalé en la colonia Roma, que era el barrio de Carlos. Mi identificación creció cuando recorrí las mismas calles que en la novela recorre él”, abonó el entrevistado, convencido de que Las batallas en el desierto es “un regalo para Palestina y para la lengua árabe. Me siento muy contento y orgulloso”, manifestó.

El traductor Shadi Rohana estudió un postgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ha sido profesor en la Universidad Autónoma de la ciudad de México (UACM). Es un palestino de Haifa y ha vivido en la Ciudad de México durante varios años, donde se ha desarrollado su carrera en la que traduce principalmente los idiomas árabe, español, inglés y hebreo, tarea que, asegura, lo tiene contento.

Mesa redonda de poetas traductores en el MALBA

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MALBA
Av. Figueroa Alcorta 3415

Sonoridades distantes
Traducción y poesía 
Diálogo entre traductores y poetas 
Miércoles 5 de abril a las 19:00

Participantes

Léonce W. Lupette
Poeta y traductor del alemán

Liliana Ponce
Poeta y traductora del japonés
Julia Sarachu Vodopivec
Poeta y traductora del esloveno
Jorge Fondebrider (moderador)
Poeta, traductor, ensayista, 
periodista cultural y fundador del 
Club de Traductores Literarios 
de Buenos Aires.


Entrada libre y gratuita hasta completar la capacidad de la sala.

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