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Pequeñas editoriales en la Feria del Libro

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El pasado 24 de abril, sin firma, apareció en la revista Ñ el siguiente artículo sobre pequeñas editoriales argentinas. La bajada dice: "Manejadas por dos o tres personas que cubren todas las tareas, persiguen ediciones cuidadas y arman catálogos fuera del canon".

Encontrar tesoros en el bosque de palabras

Silvestre es una palabra que se repite en más de dos oportunidades; aparecen conceptos como “automatismo estilístico” y “diletantismo profesional” y siempre las nociones de gusto, curiosidad y búsqueda en las diferentes charlas con editores jóvenes, hacedores de proyectos que empezaron siendo artesanales y que, en varios casos, han alcanzado grandes volúmenes de venta, una amplia circulación, pero sobre todo han consolidado sellos de calidad, innovación y compromiso con cada uno de los títulos que hacen parte de sus catálogos. La fórmula es la clásica uno más uno y la clave las tareas múltiples. Editores que más temprano que tarde comprendieron que si los libros que querían leer no existían en el mercado, podían ser ellos los que los hicieran nacer; y en el camino se cargaron al hombro no sólo la selección, edición, maquetación, diseño y corrección de los libros, sino también los tratos con las imprentas, los pagos, las demandas, las elecciones de papel y la distribución: ese ir de puerta en puerta a mostrarles los libros a los libreros o directamente a los lectores.

“En el momento en que arrancamos el principal impulso fue encontrar un espacio para trabajar vinculados a las cosas que nos interesaban. Estábamos en la facultad y no teníamos ni la menor idea de en qué consistía el trabajo editorial. Eramos lectores y habíamos sido libreros. Ese era todo nuestro vínculo con la industria editorial. No teníamos una noción muy proyectiva de las características que iba a tener la editorial. Sabíamos que era un lugar en el que queríamos encontrarnos con la literatura que nos interesaba a nosotros. Con el paso del tiempo fuimos aprendiendo todos los procedimientos y de a poco fuimos dándole a nuestros gustos una coherencia de catálogo, una forma discursiva y estética, que fuera razonable, que tuviera consistencia”, cuenta Diego Esteras, director –junto a Ezequiel Fanego– de Caja Negra, editores del año –elegidos por los libreros– enla Feria Internacionaldel Libro de Buenos Aires de 2014. Celebran diez años haciendo libros, han abierto su propia distribuidora y su catálogo, que cuenta muchísimos títulos traducidos por primera vez al español, una fiesta para los buscadores de oro.

“Empezamos publicando los libros que nos partían la cabeza, que leíamos en la facultad y que no estaban editados o no se conseguían por ningún lado. Empezamos en el deseo de que otros pudieran leer lo que tanto nos había inquietado y nos puso muy felices ver que realmente había una avidez por ese tipo de libros”, resumen Hernán López Winne y Víctor Malumián, hacedores de Godot, una editorial con más de setenta títulos, inmensos autores del ámbito de las ciencias sociales y una colección de exhumaciones en la que rescatan viejos textos de inquietante actualidad. Al momento de lanzar la editorial ya llevaban cinco años haciendo la revista Esperando a Godot, que había nacido en el ámbito universitario y que terminó ganando lectores mucho más allá de las aulas. “En la revista cometimos todos los errores que podíamos cometer y eso nos sirvió para cuando llegaran los primeros libros”, bromean.

Tanto Caja Negra como Godot han consolidado sus sellos no sólo en la Argentinasino en un amplio mercado hispanohablante, sin que ello los haya corrido ni un paso de las premisas con las que fundaron sus estructuras editoriales iniciales. Ambas siguen siendo casas pequeñas, atendidas por sus propios dueños en la sala y el comedor, y sobre todo apegadas a la calidad, el desafío y la apuesta. Las dos participan de la Feriadel Libro en stands colectivos, Caja Negra como uno de los 7 Logos y Godot con los Sólidos platónicos, dos espacios que parecen imantar a los lectores más inquietos.

En Córdoba, la corriente de la edición trae mucha agua de la cual beber y uno de los proyectos que abre caminos es Caballo negro, surgida en 2008. Alejo Carbonell, uno de sus creadores, recuerda que tras una experiencia más hippie decidió –junto a dos amigos– pensar un catálogo e intentar delinear un plan de edición, aunque reconoce: “No sabíamos nada de este inmenso oficio y muchas de las inquietudes iniciales siguen aún irresueltas”. El puntapié inicial del sello fue el libro de poesía Sueño americano , de María Teresa Andruetto, que le dio un fuerte espaldarazo. “Voy a decir algo que no nos cree nadie, nosotros no teníamos ni idea de lo que movía la Tere. A nosotros nos gustó el libro. Yo la había escuchado leer unos poemas una vez y cuando armamos la editorial le escribí para pedírselos. Ella fue muy generosa y hoy es como una tía”, explica entre risas el editor.

En diálogo con Caballo Negro, pero desde Rosario y mirando a lo que ellos llaman “el bajo litoral expandido”, va tejiendo su tela con colores vivos y bellas letras regionales la editorial Ivan Rosado, Ivan, así, sin tilde. “A lo mejor el motivo principal para armar la editorial fue darle un formato físico e inventarle una circulación a materiales muy estimulantes para nosotros. Pensamos que elaborar un catálogo es un trabajo estético, como hacer un dibujo, una obra. Y así, como cada libro publicado es una obra en sí, de su autor en particular, nosotros creemos que el catálogo es nuestra obra, una cadena de ideas, nombres, materiales simbólicos”, enumeran Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli y comentan que el nacimiento de la editorial coincidió con el de su hijo. La vida del sello está enlazada con la propia vida, puertas adentro y puertas afuera, porque editores como ellos no sueltan nunca sus libros.

“Los libros van de aquí para allá en nuestras mochilas, procurando que lleguen a donde tengan que llegar. Los llevamos con nosotros a donde quiera que vayamos”, repiten Mariano Quirós y Pablo Black, responsables de Mulita ediciones, que con un manojo de libros fresquitos se han plantado desde el Chaco y empiezan a dar que hablar. “Buscamos que los libros que publicamos sean los que nos hubiera gustado escribir y mucho más rápido de lo que hubiéramos esperado empezamos a recibir consultas y textos de autores que nos rompieron la cabeza”, cuentan y menciona a Tony Zalazar, Orlando Van Bredam y Matías Aldaz “un autor de triple nacionalidad –entrerriano, correntino, porteño– que nos acercó esa joyita que es su libro La lluvia cae en todas partes y que provocó un hermoso estallido, tanto literario como geográfico, de nuestra editorial: tanto, que el próximo libro de Mulita es Nada personal , del porteño/tucumano Fabián Dorigo”.

Con recursos que siempre son escasos, frente a pujas con retadores inmensos, la defensa indiscutida de estos sellos es su catálogo, modelado al amparo más del gusto que de la planificación. “Vamos sin apuro y no nos dejamos encandilar por cómo se está escribiendo en cada época o quién está escribiendo en cada época. No nos interesa ir detrás de ninguna hegemonía. Nosotros no hacemos autores, hacemos libros”, enfatiza Carbonell y habla de la reciente decisión de editar una traducción local –de Gastón Sironi– de Vuelo nocturno , de Antoine de Saint-Exupéry.

“El nuestro es un catálogo silvestre, en el sentido de que un poco se va creando solo, una obra llama a otras obras, un autor a otro. Pero además es un catálogo re argentino, desde el Litoral, que mira en simultáneo producciones del pasado y del presente”, explican los editores de Ivan Rosado, que exhibirán sus libros en la Feria en el stand de Santa Fe.

Todos los editores mencionan cierta cohesión interna en los catálogos. “Siempre se trató de seguir una constelación personal, pero con el paso del tiempo fuimos viendo qué tenía mejor recepción y aprendimos a leer mejor el mercado, los espacios en los que había faltantes que eran más importantes. A mí me gustan mucho los libros con los que abrimos cosas, comportamientos editoriales que eran nuevos para nosotros pero que se hicieron valiosos para los demás, como Después del rock , de Simon Reynolds –traducido por Gabriel Livov y Patricio Orellana– con el que abrimos una línea de publicaciones que encontró lectores, o Volverse público , de Boris Groys –traducido por Paola Cortes Rocca– que inauguró la colección Futuros próximos, de ensayos y textos críticos sobre problemas muy contemporáneos”, cuenta Esteras.

Los responsables de Mulita califican su catálogo simplemente como “honesto” y desde Godot reconocen que empezaron por publicar lo que les gustaba “Abelardo Castillo nos dijo una vez que sus revistas eran simples de hacer porque publicaba lo que le gustaba y como consideraba que él no era muy original, a mucha gente le debería gustar lo mismo. Lo nuestro es un poco así. Hasta aquí la gratificación más importante que tuvimos fue la publicación de El resto indivisible , de Slavoj Zizek –traducción de Ana Bello– porque hicimos una apuesta muy fuerte y salió bien”, concluyen. Hacer una apuesta fuerte en estructuras como estas es ni más ni menos que poner todo en juego, creer y animarse a saltar una y otra vez.



Intervenir en las discusiones del presente

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Nuevamente Silvina Friera, pero esta vez el 28 de abril, publicó la siguiente entrevista con Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia. En la bajada de la nota se lee: “Distinguida por la Fundación El Libro, la directora del sello independiente Eterna Cadencia señala que ‘pase lo que pase en el futuro, el rol de las editoriales, el rol de los editores, va a seguir existiendo, o al menos es lo que deseo’.

Compromiso con el mundo de los libros

 “Armar un catálogo es pensar un modo concreto de participar de las discusiones de la sociedad en la que uno vive”, subraya Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, ganadora del Premio al Editor del año por su compromiso con el mundo de los libros, distinción que entrega la Fundación El Libro. “No creo que el catálogo sea la obra de un editor o los gustos de un editor, comose dice a veces. Me parecen definiciones un poco narcisistas. Prefiero creer que uno puede intervenir en términos político-culturales volviendo visible, haciendo posible, la circulación de diferentes discursos”, plantea Djament a Página/12. La editora del año está por cumplir veinte años de trayectoria en el sector editorial. En 1996 empezó a trabajar en el área de prensa de Alfaguara, donde luego fue editora. Después se fogueó en el grupo Norma, entre 1999 y 2007. Desde hace ocho años está construyendo un catálogo de largo aliento en Eterna Cadencia, con más de 130 títulos publicados, en el que conviven “viejos” y “nuevos” nombres del ensayo y la narrativa, como Jacques Rancière, Oscar Masotta, Josefina Ludmer, Margo Glantz, Mario Bellatin, Miguel Vitagliano, Juan Martini, Lina Meruane, Hernán Ronsino, Mario Ortiz, Luis Sagasti, Matías Capelli, Vera Giaconi y Gabriela Cabezón Cámara, entre otros.

La editora delaño cuenta que este premio es “un espaldarazo a Eterna Cadencia como propuesta de edición independiente”. La autora de La vacilación afortunada. H. A. Murena: un intelectual subversivo (Colihue, 2007) entiende que el catálogo de una editorial es un modo de intervenir en los debates contemporáneos. “El catálogo de Eterna Cadencia piensa problemas del presente y ‘organiza conversaciones’, una metáfora que me gusta mucho citar, que es delmexicano Gabriel Zaid. En nuestro catálogo hay varias discusiones simultáneas. Cada libro nuevo participa de esas conversaciones o inaugura una conversación nueva y pone a debatir, a pensar, a circular ideas. Esto sucede tanto con los libros nuevos comocon las reediciones que hacemos, porque cuando pensamos una reedición o la edición de un libro de hace varias décadas que no había sido traducido al castellano es porque sentimos que aporta al presente.”

Una de las conversaciones que le interesa especialmente a Djament gira en torno del estatuto del arte y la literatura. “Para mí discuten Josefina Ludmer y su teoría de la posautonomía en Aquí América Latina, que cree que se acabó la autonomía de la literatura, que lo que hay ahora es otra cosa, que la literatura se confunde con la realidad, y nuestra reedición de Origen de la dialéctica negativa, de Susan Buck-Morss, que es un libro sobre la Escuela de Frankfurt, sobre (Theodor) Adorno puntualmente, pero hay una relectura sobre la autonomía literaria y sobre el valor político que tiene la autonomía literaria. Y yo agrego el valor político que todavía tiene la autonomía literaria –explica la editora–. Estos dos libros conversan junto con La palabra mudade Jacques Rancière, que también desde otro lugar está discutiendo la oposición autonomíaposautonomía, planteando otra manera de pensar la relación entre literatura y política.”

–¿Cómo empezó a trabajar en una editorial?
–Yo estaba por terminar la carrera de Letras y hablé con Aníbal Jarkowski, que había sido mi profesor, y le pregunté: ¿qué hago ahora? Me contactó con algunos periodistas culturales comopara empezar a escribir reseñas. Una de esas personas es Silvia Hopenhayn, que en ese entonces dirigía El Cronista Cultural. Después de escribir alguna reseña, que creo que nunca salió publicada, me propuso ser productora de su programa El Fantasma. Acepté. Nos dividimos las editoriales para buscar auspiciantes y a Silvia le tocó ir a Alfaguara. Juan Martini, que era el director editorial, además de darle el auspicio, le dijo que necesitaba una persona de prensa y que prefería que fuera de la carrera de Letras. Silvia le dijo: “Mi productora es la persona que estás buscando”. Y así empecé, primero un poco aterrada, a comienzos de 1996. No sabía muy bien lo que era una editorial, no sabía lo que era hacer prensa. Pero me animé. Y acá estoy.

El mundo editorial se fue concentrando cada vez más en estos años. Alfaguara, la editorial en la que dio sus primeros pasos, ahora pertenece al grupo Penguin Random House. ¿Habrá más cambios en el corto y largo plazo?
–Cuando empecé, mandábamos faxes a las agencias para hacer una oferta por un libro. Tremendo, ¿no? A largo plazo el mercado editorial va a seguir cambiando, pero creo que en el corto plazo no, porque hay una especificidad que no sé si es del libro o de los que leemos libros que cambia más lento. El formato digital y el formato papel conviven y se enriquecen mutuamente. Pase lo que pase en el futuro, el rol de las editoriales, el rol de los editores, va a seguir existiendo, o al menos es lo que deseo. Esta función del editor como alguien que organiza conversaciones es necesaria y no da lo mismo que esté o que no esté. En el mar de publicaciones infinitas cualquiera se pierde. Y está bien que las discusiones se organicen. Aunque el lector corriente no conozca el nombre de las editoriales, cuántas veces yo, antes de entrar a este mundo, dije: “Quiero leer un libro amarillo” y estaba hablando de las novelas de Anagrama, sabía que tenía garantizado un mínimo de calidad.

–¿Cuál fue el primer libro que editó? ¿Le costó hacer ese trabajo?
Si una mañana de verano un niño, de Roberto Cotroneo, en Alfaguara. Supongo que no me costó por inconsciencia. Entonces todavía no existía la carrera de edición; editar era un oficio y uno aprendía de sus compañeros diseñadores y editores con más experiencia, que te explicaban lo que era una película o cómo revisar las correcciones. Empecé trabajando bajo otros criterios, en el sentido de no propios, no elegidos, y fui desarrollando la posibilidad de armar un catálogo con criterio propio. Lo que aprendí en Norma es que si uno no maneja los números y las letras, los números quedan en manos de los gerentes financieros, que terminan haciendo lo que quieren.


El SPET en mayo lee, traduce y reescribe

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En el próximo encuentro, que tendrá lugar el jueves 7 de mayo a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), nuestras invitadas Julia Giser y María G. Tellechea se ocuparán del libro Leer, traducir, reescribirde Nair Anaya (comp.): Leer, traducir, reescribir, México, Bonilla, 2014.

Con este tema continúa el ciclo “Los estudios de traducción en América Latina”, dedicado a la lectura crítica de libros de la especialidad publicados en 2012-2014.

Julia Giser es traductora literaria y técnico-científica en alemán (IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”). Actualmente se dedica a la traducción para el campo editorial y a la enseñanza de alemán como lengua extranjera, y desde 2014 es formadora de traductores en el IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”, en la materia Traducción económico-financiera del Traductorado en Alemán.

María G. Tellechea es traductora literaria y técnico-científica en alemán (IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”). Actualmente está cursando seminarios de la Maestría en Literaturas en Lenguas Extranjeras y Literaturas Comparadas que se dicta en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Tambiénse dedica a la traducción editorial, a la enseñanza de alemán como lengua extranjera y desde abril de 2015, a la enseñanza de lecto-comprensión de alemán para la cátedra de Alemán de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Lecturas sugeridas

Julia Constantino: “Narrativas traductoras: Un acercamiento a la traducción desde la noción de violencia moral”, en: Nair Anaya (comp.), Leer, traducir, reescribir, México, Bonilla, 2014, pp. 15-42.

Nair Anaya: “Traducción, intertextualidad e hibridismo cultural poscolonial. Eurípides y Soyinka”, en: Nair Anaya (comp.), Leer, traducir, reescribir, pp. 67-89.

A quienes confirmen su asistencia se les enviará el material por correo electrónico. (Para los que se inscribieron  en el ciclo:  Recibirán el material sin necesidad de pedirlo. Por favor, no se olviden de firmar la asistencia en la Cooperadora el día de la reunión.)

Para obtener certificados de asistencia, enviar un mail a  spet.llvv@gmail.com.

"Una especie de organismo diplomático que mantiene la unidad del español": sí, las pelotas...

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Los académicos se retiran luego de deliberar. Nótese la visible "marca España"
El cándido retrato de la periodista Marina Artusa, aparecido en la revista Ñ del 25 de abril, interesa por varias razones. En primer lugar, están casi todos los malos de la película: Darío Villanueva, que le pone garra, sin convencer a nadie, Juan Luis Cebrián, que nunca queda en claro de qué la juega, y el plagiario con cara de pie plano Arturo Pérez Reverte, que ahora escribe sobre sus colegas pasados, presentes y futuros y se sigue paseando por las ferias del libro del mundo entero, como si a alguien le interesara su presencia. Luego, se describen las cada vez más inútiles actividades de la RAE para unificar, siempre desde España, criterios tan risibles como racistas. Borges tiene razón: el diccionario que estos tipos producen es un cementerio de palabras. De su voluntad imperial ya hemos hablado y suena a chiste.

Los guardianes de las palabras

"Papeletas”, dice el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, y eso significa que es el turno de debatir qué vocablos incorporar al diccionario y cuáles jubilar.

Selfie es la palabra que hoy nos desvela. Esa que Ellen DeGeneres, Meryl Streep, Julia Roberts, Kevin Spacey, Brad Pitt y Angelina Jolie se sacaron en la ceremonia de los Oscars 2014 y se convirtió en la más famosa del mundo. La misma que ya se prohibió en el Museo del Louvre por temor a que los bastones que se utilizan para el click dañen alguna obra de arte.

Pues entonces, que pase selfieal frente.

Juan Luis Cebrián, uno de los cuarenta y seis miembros de la Real Academiacelosamente elegidos por postulaciones y votaciones secretas cuando la muerte de un académico deja su sillón vacante, destaca que selfie fue nominada como palabra internacional del año en 2013 por el  Diccionario de Oxford y por la Fundación del Español Urgente (Fundéu) en 2014. Subraya que selfie no es una autofoto y postula una definición: “Fotografía que uno toma de sí mismo, con frecuencia para compartir en las redes sociales.” Se debatirá sobre su género –¿la selfie o el selfie?–, su adjetivación –¿selfático o selfítico?–. Y se resolverá que, de ahora en más, selfie es un vocablo nuestro.

Tal procedimiento es lo que esta casa donde reinan las palabras viene haciendo desde 1713, cuando el marqués de Villena convocó a su palacio en la Plaza de las Descalzas de Madrid a ocho ilustrados para elaborar un diccionario del español. Si Francia e Italia velaban por la integridad de sus lenguas, ¿por qué no copiar la idea en España? El rey Felipe V, impulsor de la Biblioteca Nacional, estuvo de acuerdo y el primer diccionario nacido de la RAE vio la luz en 1726. Fue el  Diccionario de Autoridades , así llamado porque las definiciones de las palabras citaban ejemplos extraídos de las obras de grandes escritores. Entre ese año y 1739 se publicaron seis tomos. A partir de 1780 se empezó a editar en uno solo.

Desde hace unas semanas, la RAE ha cobrado una inusual popularidad cuando uno de sus académicos, Arturo Pérez-Reverte, la eligió como escenografía de su última novela, Hombres buenos. Allí, don Arturo, miembro de la RAE desde 2003, reúne a académicos reales y de ficción, actuales y de siglos pasados, en torno al libro más polémico de la Ilustración: la  Encyclopédie, ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers. Tan prohibidos como deseados, los veintiocho tomos de la Encyclopédie  de Diderot y D’Alambert que cambiaron el mundo llegaron a España en el siglo XVIII. Pérez-Reverte dice que los descubrió por casualidad en la Biblioteca Académica de la RAE y que el azar fue la excusa para imaginar la travesía de dos académicos españoles consagrados a la noble misión de hacer llegar esos ejemplares desde París.

Los verdaderos miembros, los que en el siglo XXI se ocupan de que la RAE siga cumpliendo el lema de “limpia, fija y da esplendor” a la lengua, hoy no están en el salón de plenos –la sala donde se discuten las “papeletas”– como cada jueves a las 19:30. No están sentados en óvalo en sillones con letras mayúsculas y minúsculas grabadas en el respaldo, sino en una sesión extraordinaria y abierta al público en Argamasilla de Alba, el probable lugar de La Mancha de cuyo nombre Cervantes no quería acordarse. La RAE se reunió allí el 26 de marzo –por segunda vez fuera de su sede en el barrio de Los Jerónimos, en diagonal al Museo de El Prado– para homenajear a Cervantes por los 400 años de la segunda parte del Quijote.

Rosa Arbolí es la directora de la biblioteca de la Real AcademiaEspañola, donde 250 mil volúmenes se conservan, a una temperatura de 18,6 grados, en estantes de madera cerrados por un entretejido que les permite respirar. “Es una biblioteca pública forjada a partir de las necesidades de sus miembros. Los libros se ubican físicamente según van llegando a nuestra biblioteca cuyo catálogo está online (www.rae.es) –la RAE tiene un promedio de ocho millones de usuarios diarios en su sitio web–. Contamos con el manuscrito del Libro del buen amor , manuscritos de Lope de Vega, la primera edición del Quijote. No todos los ejemplares valiosos están a la vista. Por ejemplo las Etimologías de San Isidoro, del siglo XVI, valuadas en ocho millones de euros, están en la caja fuerte.” “La Academia no es la policía del lenguaje sino que recoge qué palabras usa la gente –dice Pérez-Reverte–. Digamos que es una especie de organismo diplomático que mantiene la unidad del español. Esa labor de fraternidad que nos hace seguir teniendo una lengua común la logra la Real Academia Española.” La RAE se apoya en numerosas instituciones, entre ellas, la Fundación del Español Urgente: “La Fundéuno fija normas. Es la urgencia, que la lleva en el nombre, su principal característica y desde ese principio de inmediatez, responde a las dudas y se adelanta, incluso, a los problemas lingüísticos que la actualidad informativa pueda generar”, aclara Joaquín Muller, director general de Fundéu.

María Sánchez Paraíso, la filóloga que acompaña las visitas de los lunes por la mañana, cuenta que en el salón de los percheros del siglo XIX, cada académico tiene su lugar según el orden en el que fue incorporado a la RAE. Muestra las bibliotecas donadas por Dámaso Alonso, ex director y académico, y por Antonio Rodríguez Moñino, bibliotecario y bibliófilo, y se detiene en la Biblioteca Académica, donde mora la  Encyclopédie , para despedirse en el salón de actos, sobre la alfombra roja en la que los miembros recién incorporados a la RAE leen sus discursos entre dos vitraux: el de la poesía y el de la elocuencia.

Según la 23ª edición del Diccionario que la Real AcademiaEspañola publicó en octubre del año pasado –consensuado con 21 academias de América Latina y la de Filipinas–, los 500 millones de hispanohablantes contamos con 5.000 palabras nuevas y hemos dejado de usar unas 1.400. Se han incorporado 19.000 americanismos y se han enmendado 140.000. Pero también en los últimos años, y como consecuencia de una intensa actividad en cada uno de los Congresos Internacionales de la Lengua Española, la RAE ha publicado obras significativas como el Diccionario panhispánico de dudas o la Nueva Gramática Española. “Además de trabajar en los códigos de la lengua, es decir en ortografía, gramática y diccionario, la función de la RAE es contribuir a la unidad del idioma”, dice su director, Darío Villanueva.

–¿Qué riesgos corre nuestro idioma hoy?
–El mayor peligro de la lengua española, que goza de una envidiable unidad en los distintos países hispanohablantes, es el descuido en la enseñanza, en la etapa escolar, y en los medios de comunicación. Estos son los dos grandes pilares en los que ha de sustentarse el cuidado y la buena salud del idioma.


Una invitación a un juicio lento y decantado

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Publicado el viernes 1 de mayo en ADN, el suplemento cultural del diario La Nación, de Buenos Aires, el comentario de Pedro Rey es el primero que da cuenta de la nueva traducción del Ulises, efectuada por Marcelo Zabaloy con Edgardo Russo, para la editorial argentina Cuenco de Plata.

El retorno de Ulises

Al dar punto final al Ulises, libro con el que trastocaría para siempre el arte de la novela, James Joyce aseguró que había puesto tantas alusiones y pistas en su obra que los críticos tendrían trabajo por muchos, muchos años. A poco menos de un siglo de la publicación del libro (lo sacó Sylvia Beach, librera de París, en 1922), la frase se ve corroborada por la correntada de literatura crítica que continuó el estudio pionero de Stuart Gilbert, a quien el propio Joyce usó como correa de transmisión de muchas de las claves del texto, homéricas y de las otras. El escritor irlandés no contempló a los traductores en su profecía autocumplida, aunque sí parece haberles dedicado arteramente su obra siguiente: la metamórfica Finnegans Wake, imposible de verter a otra lengua.

Lo cierto es que a pesar de las dificultades Ulises no dejó de hacer camino, con fascinación sostenida, en los más diversos idiomas. El periplo en castellano incluye una temprana incursión de Borges por el final del monólogo de Molly; la primera, heroica versión completa debida a J. Salas Subirats, que publicó Santiago Rueda en Buenos Aires (1945); la del español José María Valverde (1976) y, en fecha más reciente, otra firmada por Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas. A todas ellas acaba de sumarse una flamante traducción argentina, realizada por Marcelo Zabaloy con la colaboración de Edgardo Russo (El cuenco de plata), que recuerda una verdad elemental: la vitalidad de un clásico se refleja en la capacidad de cada época para reapropiárselo.

Juan José Saer reivindicó la primera versión de Salas Subirats, a pesar de algunos errores evidentes, como no haber advertido la recurrencia de ciertos leitmotivs lingüísticos. "El río turbulento de la prosa joyceana, al ser traducido al castellano, por un hombre de Buenos Aires –anota en Trabajos– , arrastraba consigo la materia viviente del habla que ningún otro autor ­­–aparte quizá de Roberto Arlt– había sido capaz de utilizar con tanta inventiva, exactitud y libertad". Saer defendía esa versión frente a la de Valverde, más ajustada desde el punto de vista filológico, pero que, con su "tono de desdén justiciero" ante los defectos de su antecesora, olvidaba lo que ella misma tenía de provisional.

La nueva aproximación a una obra maestra invita –en homenaje a los prolongados esfuerzos del traductor– a un juicio lento, decantado. El enfoque verbal de Zabaloy, que un lector argentino agradece de manera intuitiva, permite un acceso inmediato al formidable laberinto de múltiples entradas por el que deriva Leopold Bloom durante aquel 16 de junio de 1904, fecha de la acción. Basta, para comenzar, celebrar alguno de sus hallazgos. ¿Un ejemplo? El final del primer episodio, cuando Stephen Dedalus abandona la torre Martello y una voz "dulcítona y sostenida" (sweettoned es el neologismo ideado por Joyce) parece llamarlo desde el mar.

Lo que los alemanes piensan de las pretensiones hegemónicas de España sobre la lengua

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En el excelente blog Addenda et Corrigenda, el 1 de mayo pasado, Silvia Senz subió y firmó  la siguiente entrada, donde se da cuenta, una vez más, de las ridículas preocupaciones de los defensores de la Marca España, así de lo que piensa el mundo de éstas.

El americanismo de Adidas
y el secesionismo del españolismo

Recientemente, las pantallas táctiles de las tiendas de Adidas España en Cataluña que permiten buscar en el catálogo de la marca desataron las iras del españolismo (ese que suele declararse «no nacionalista»), mostrando la opción idiomática correspondiente al castellano como «ES-LAT» («español-latino»), ilustrada con una amalgama de nueve banderas latinoamericanas (concretamente, las de Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay).

Faltaban, evidentemente, muchas otras banderas, pero lo que, al parecer, el españolismo no ha podido tolerar es que no se aludiera al idioma únicamente como «español» y se obviara, en tierras del Imperio, la de la Madre Patria: la rojigualda.  ¡Y que, para colmo, tal tropelía la cometiera una de las principales marcas que patrocinanal Real Madrid! 

Parece ser que el origen de esta representación comercial político-idiomática no es ni siquiera obra del secesionismo catalán, sino que proviene del diseño de la central de Adidas en Alemania, que debe haberse mostrado muy sensible a lo que, desde los inicios de la política lingüística panhispánica, no han cesado de repetir los directores de la Real AcademiaEspañola: que la lengua española es «un idioma eminentemente americano».

Ni cortos ni perezosos, miembros de partidos políticos como Ciudadanos/Ciutadans y plataformas españolistas y unionistas como Dolça Catalunya han promovido un alud de protestas que han obligado a Adidas España a rectificar. Así, ante las quejas recibidas, han accedido a colocar una bandera española con el rótulo «Español», pero han mantenido la amalgama de banderas americanas con el «ES-LAT».


Es divertidísimo ver lo contentos que están los españolistas, cuando la solución que les ha dado Adidas es, en realidad, la primera evidencia de secesión idiomática normalizada: el español de España por un lado, el latino, por el otro. 

S. Senz

P. S.: Me comenta una colega traductora que esto no habría pasado si Adidas contara con localizadores. Y tiene toda la razón. Es norma en este campo de la traducción de productos y servicios no usar nunca banderas para indicar idiomas, por razones obvias. La propia amalgama de banderas latinoamericanas evidencia esas razones.

Claro que, en este caso, el contenido de cada lengua forzosamente ha de estar en una forma estandarizada unitaria de dicha lengua, lo que no siempre existe. Y aunque el estándar panhispánico sea unitarista, el simple hecho de que albergue polimorfismo ya complica las cosas. Porque ya sabemos que lo que son unas bambas en el castellano de Cataluña (y de otras zonas catalanohablantes), son deportivas o playeras en otras partes de España, y en los diversos castellanos de América, unas maripís, unos zapatos de goma, unos Championes, etc. 

Andrés Ehrenhaus le habla a su público

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Traductoras al aire es un programa de radio conducido por Silvina Celle y Silvia Comerci, dirigido a los traductores, que desde hace un año está en el aire. En su emisión del 29 de abril pasado, estuvo como invitado el omnipresente Andrés Ehrenhaus. Quien desee comprobarlo, tiene a continuación el audio de esa entrevista. Hay que esperar casi un minuto que pase una música horrible y comienza la entrevista. Que está acá:  http://www.4shared.com/mp3/4VI1xW_Yce/TRADUCTORAS_AL_AIRE_PGM_44__29.html

Ya salió la nueva traducción de la Divina Comedia

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Monumento de la cultura latina y occidental, La Divina Comedia es un tesoro literario. A casi siete siglos de su publicación, sigue siendo un texto que despierta asombro y admiración, que cautiva a nuevos lectores y que mantiene vivo el debate entre los especialistas en torno a su origen e influencias, y también respecto del legado que representa. No hay obra mayor desde los clásicos griegos, y quizás el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso concebidos por Dante Alighieri, sea también superior a ellos. Porque su escritura desborda el canon de su época y aún se lee como contemporánea, por la conjunción de imaginación y razón, por la creación permanente de imágenes visuales, muchas de ellas alegóricas, por el uso creativo de la lengua, por ser el gran poema del amor y la virtud. La edición bilingüe que presenta Edhasa, traducida y anotada por Jorge Aulicino, ha sido posible tras un arduo trabajo con el texto original. El resultado es un texto magnífico que, como dice el traductor en el prólogo, está protagonizado por “el lenguaje en movimiento”.

Para estar informados sobre el status del traductor

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El equipo de traductores argentinos reunidos alrededor del proyecto de Ley de Traducción Autoral para Argentina ha sido considerablemente ampliado en los últimos meses. Ya no se trata nada más de los cuatro miembros iniciales, sino de un colectivo bastante más amplio que en forma cotidiana se presenta en cuanto foro sea posible y continúa discutiendo con diversas personas para impulsar el tratamiento de la postergada ley. Su blog, realmente importante, puede consultarse en http://leydetraduccionautoral.blogspot.com.ar/. De allí proviene el material que se reproduce a continuación, correspondiente a la entrada del 15 de marzo pasado. Se trata de un resumen de suma utilidad, que completa de manera ordenada las muchas y desordenadas presentaciones realizadas por traductores extranjeros en el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires.

Situación de los traductores autorales en otros países

Alemania
En Alemania los traductores autorales traducen: literatura, libros científicos, libros de interés general, teatro, películas, comics y otras obras destinadas a un público amplio, y sus traducciones están protegidas por la ley de propiedad intelectual.

Los traductores autorales trabajan en forma independiente y están agrupados en la Asociación de traductores germanoparlantes de obras literarias y científicas (VdÜ – Verband deutschsprachiger Übersetzer literarischer und wissenschaftlicher Werke), que es parte, a su vez, de la Asociación de Escritores Alemanes (VS – Verband Deutscher Schriftsteller). Los traductores autorales están sindicalizados y forman parte de Ver.di (Vereinte Dienstleistungsgewerkschaft), la central sindical que agrupa a los prestadores de servicios.

Para ser miembro de la Asociación de traductores literarios hay que tener una traducción publicada (no autofinanciada), que puede ser un libro, un artículo en una revista, un guión, etc., o un contrato de traducción. No es necesario tener título de traductor ni ejercer la traducción como profesión principal. La asociación tiene más de 1200 miembros.

En 1997 se creó un fondo (DÜF, Deutscher Übersetzerfonds) destinado a sostener y promover de diversas maneras el trabajo de los traductores, fundamentalmente a partir de becas. 

Austria
Los traductores autorales de Austria están agrupados en una Comunidad de intereses de traductoras y traductores de obras científicas y literarias ( IG Übersetzerinnen – Übersetzer - Interessengemeinschaft von Übersetzerinnen und Übersetzern literarischer und wissenschaftlicher Werke). Las traducciones generan derechos de autor, y los derechos se ceden por un plazo no mayor de diez años.

Para ser miembro pleno de la organización es necesario tener publicada una traducción literaria o científica en forma de libro en una editorial o una traducción equivalente (por ej., varias traducciones cortas). El traductor o traductora que se inicia en la profesión y todavía no tiene una obra publicada puede ser aceptado como miembro candidato.


España
El traductor literario o de libros encuentra protegida su condición autoral por la Ley de Propiedad Intelectual de 1993. Buena parte de quienes practican la traducción para editoriales son profesionales sin una titulación específica (véase Libro blanco de la Traducción en España) A su vez, desde hace unos veinte años, se han afianzado los estudios universitarios en facultades de traducción e interpretación, en su mayoría orientados a la enseñanza de la traducción técnica, científica o jurada y, también existen maestrías en traducción literaria y en traductología.

Muchos de los traductores literarios o de libros están agrupados en diversas asociaciones que, si bien no tienen estatus sindical, asumen algunas de las funciones menos laboralistas de los gremios: asesoramiento legal y fiscal; representación de los asociados ante las autoridades o empresarios y negociación de acuerdos o convenios no vinculantes; celebración de encuentros de formación; relación con otras asociaciones, etc. De las asociaciones que agrupan a traductores literarios específicamente, ACETraductores es la única con carácter nacional y que funciona como la sección autónoma de la Asociación Colegialde Escritores de España. El requisito para asociarse es contar con dos traducciones publicadas con número de ISBN. Las restantes tienen una neta vinculación con la lengua y cultura locales (ACEC y AELC en Cataluña, EIZIE en el País Vasco, etc.). Existen numerosas asociaciones de carácter mixto (APTIC, Asetrad, AGPTI, ASATI, XARXA, etc.) o específicamente técnicas. La mayoría de las asociaciones españolas forman parte de la red Vértice, a la que también pertenece AATI. Los estudiantes de las facultades de traducción tienen también una asociación, AETI.

Francia
Los traductores franceses cuentan principalmente con dos asociaciones: la SFT (Sociedad francesa de traductores) - “Sindicato Nacional de traductores profesionales” y la ATLF (Asociación de traductores literarios de Francia), desprendimiento de la anterior, más dedicada a la traducción técnica.

La SFTes un sindicato profesional que reagrupa a traductores profesionales en ejercicio. Esta asociación considera “traductor profesional a quien recibe remuneración por su trabajo de traductor y ejerce conforme a la legislación del país donde se radica”. Puede adherir a ella cualquier traductor profesional como miembro titular si está radicado en Francia o como miembro corresponsal si está fuera del territorio nacional, siempre que ejerza su actividad con un mínimo de un año de antigüedad. Sus socios deben observar el Código de deontología de la asociación y la Norma europea de calidad UNE-EN- 15038:2006.

Por su parte, La ATLF solo exige a sus socios, traductores profesionales, haber traducido una obra y percibido por ella derechos de autor. También cuenta con su propio Código de deontología, que deben respetar los socios y los miembros a prueba.
La ATLFconsidera que el traductor es un autor que, como tal, está investido de derechos morales y patrimoniales sobre su traducción. Tiene derecho a percibir una remuneración (derechos de autor) en las condiciones definidas por los artículos  L.131-4 y L.132.6 del Código de la Propiedad Intelectual.



México
Los traductores editoriales mexicanos no están agrupados en ninguna organización. Trabajan para editoriales e instituciones de investigación o universitarias con áreas editoriales. Traducen libros y artículos de todas las disciplinas académicas, y también literatura. Hay traductores empíricos y traductores formados en universidades, y también traducen escritores, académicos y otra gente de letras. 

En cuanto a los contratos, suelen plantear el pago en términos de remuneración por prestación de servicio, no como adelanto de regalías, y no siempre los hay.
Para la publicación de libros traducidos existe actualmente un Programa de Apoyo a la Traducción(conocido como Protrad), administrado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) a través de su Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). El apoyo de Protrad es para las editoriales, no para los traductores. El monto entregado debe cubrir la producción completa del libro, incluida la remuneración al traductor.

Agradecemos a la colega Lucrecia Orensanz (Círculo de traductores de México) por la información que nos aportó amablemente para redactar este texto sobre la situación mexicana.

Reino Unido
¿Quiénes son traductores literarios en el Reino Unido?
Si bien existen varias carreras de Traductorado y Maestrías en Traducción Literaria, la mayor parte de los traductores con cierta antigüedad en esta actividad no han recibido una formación específica en traducción. Los jóvenes que están ingresando en la profesión se encuentran con que los programas universitarios son fundamentalmente teóricos, y están dictados por docentes que no tienen experiencia en la práctica de la traducción. Las vías de ingreso   más importantes a la traducción editorial son la Escuela de Verano y el Programa de Padrinazgo, del British Centre for Literary Translation, y el Programa de Traducción de la City University London: Translate in the City.

Los traductores editoriales están agrupados en la Translator’s Association, que es parte de la Society of Authors. El requisito para asociarse es contar con un libro publicado. La asociación publica las tarifas mínimas de referencia, ofrece un contrato modelo y asesoramiento legal gratuito para sus miembros.  

Ros Schwartz (Translator’s Association)


Después de la sobremesa, merendemos

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Un artículo publicado el 9 de mayo pasado por Ana María Benedetti en el Huffington Post a propósito de palabras y expresiones que no tienen traducción exacta en inglés.

10 palabras del castellano
que no tienen traducción en inglés


1. Sobremesa

That moment after eating a meal when the food is gone but the conversation is still flowing at the table.

Llegué tarde porque la sobremesa del almuerzo se alargó. 

Rough translation: I was late because the time spent talking after eating went long.

 

2. Estrenar

To wear or use something for the first time.

¿Te gustan mis zapatos nuevos? Me los estoy estrenando. 

Rough translation: Do you like my new shoes? I'm wearing them for the first time.

 

3. Pena Ajena/Verguenza Ajena

To be ashamed or embarrassed on behalf of someone else, even if they don't share the feeling.

Me dio pena ajena cuando le botó todo el vino encima a su suegra. 

Rough translation: I was really embarrassed for her when she spilled wine on her mother-in-law.

4. Antier/Anteayer

A one-word way of saying the day before yesterday.
A shorter version of "antes de ayer".

Ella llegó de viaje antier. 

Rough translation: She got back from her trip the day before yesterday.

 

5. Desvelado

Unable to sleep or to be sleep deprived.

Estuve desvelado porque el perro no paró de ladrar toda la noche. 

Rough translation: I didn't get any sleep last night because the dog wouldn't stop barking.

6. Tuerto

A man with only one eye.

El pirata es tuerto.

Rough translation: The pirate only has one eye.

7. Friolento/Friolero

Someone who is very sensitive to cold.

Él es muy friolento y siempre pide que apaguen el ventilador. 

Since the cold affects him so much, he always asks them to turn off the fan.

8. Te quiero

A way to tell someone you care about them. Particularly when romance is involved, more meaningful than an "I like you" but less meaningful than an "I love you." May be used as "I love you" in non-romantic relationships.

Te quiero. 

Rough translation: I really care for you but don't quite love you.

9. Merendar

To have a snack or to go out for an afternoon snack.

Invita a merendar a tus amigas la casa esta tarde.

Rough translation: Invite your friends over to the house for an afternoon snack.

10. Tutear

To treat someone informally by addressing them as "tú" instead of the more formal "usted".

No vayas a tutear a tu suegra cuando la conozcas. 


Rough translation: Don't treat your mother-in-law informally when you meet her.

Para recordar: jueves 14 de mayo

Tutatis es grande

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El artículo, firmado por Andrés Valenzuela, se publicó ayer en el diario argentino Página 12: dos editoriales locales comienzan a editar las aventuras de Asterix en la Argentina, alcanzando de ese modo a otra generación más. Resta por ver en qué traducción, no sea que los romanos sigan estando “majaretas”…

La aldea gala en la Argentina

Edith Piaf, el Museo del Louvre y Astérix. Luego cada quien le podrá agregar a la lista sus pendones franceses preferidos: los vinos, sus quesos, sus monumentos, su cine, sus filósofos posmodernos. Pero es imposible quitar esos ítems de la lista en la que los mismos ciudadanos franceses reconocen parte fundamental de su identidad cultural nacional. Y Astérix, la historieta creada por el guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo, es desde 1959 un emblema de la cultura contemporánea de las Galias. La irreductible aldea gala se convirtió desde hace décadas en símbolo de resistencia contra la ocupación y expresión fuera de serie de una de las artes populares más apreciadas por ese país.

En Argentina se publicó durante muchos años en revistas escolares y hasta hubo alguna recopilación de las aventuras. Pero desde hace años, el único modo de leer este clásico de la historieta universal era accediendo a ediciones extranjeras. Ahora, por el trabajo conjunto de Libros del Zorzal y Grupo Planeta, se relanzan las aventuras de Astérix, Obélix y su entrañable galería de personajes. La edición local tendrá el tamaño del típico álbum francés, pero será en tapa blanda. La coedición comenzó su tarea publicando los dos primeros títulos de la serie (sobre un total de 35 ya publicados y otro más por llegar en Francia): Asterix el Galo y La hoz de oro.

El primer tomo presenta a los personajes y sitúa la acción en tiempo y espacio: la aldea gala rodeada de campamentos militares romanos, sus habitantes y su belicosa, pero despreocupada relación con las legiones del César. En el segundo volumen, Goscinny y Uderzo mandan a sus personajes hasta Lutecia y empiezan a construir el gran mundo que involucra a sus protagonistas y que con el devenir de las aventuras los llevará incluso a tierras tan distantes como Egipto.

La saga es uno de esos infrecuentes casos donde el éxito popular no desentona con la devoción que le dedica la crítica. Sus centenares de millones de ejemplares vendidos en decenas de idiomas la confirman como una obra popular y universal, pero eso no riñe con el criterio de los especialistas, que la reconocen como una obra maestra del noveno arte y un ejemplo prototípico de la historieta francobelga.

Lo notable de la relectura de estos libros es cómo resistieron el paso del tiempo. Más de medio siglo después de su primera publicación, se pueden seguir leyendo casi como si fueran una novedad. Y no sólo porque aparece siempre algún matiz o detalle nuevo (que también), sino por la solidez narrativa que encierra. A Goscinny y Uderzo les alcanza un álbum para plantar las reglas de un universo maravilloso que se permite contener a la vez guiños para chicos y grandes, divertir a lectores de cualquier edad, jugar con la identidad nacional francesa y, de yapa, hacer historieta de la buena.

Además, en estos tomos ya aparecen los elementos fundamentales que serán recurrentes en toda la serie: la fuerza descomunal que provee la pócima mágica del druida Panoramix, la inteligencia de Astérix para arreglárselas sin ella, la relación con los soldados romanos (y su uso aparentemente caótico de los lugares comunes del latín), los acentos típicos de otras regiones de Francia (y más adelante, del mundo), los menhires y la ingesta desproporcionada de jabalíes asados. Por Tutatis, qué bueno que es tener a estos galos en la biblioteca.


"¿Qué es hacer un libro desde un país todavía llamado México?"

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La presencia mexicana en la última Feria del Libro de Buenos Aires fue francamente extraordinaria. A lo largo de tres semanas más de cuatro actos diarios pusieron en contacto al público argentino con muchos de los mejores escritores de México, lo cual permitió medir ambas realidades, ya que en la mayoría de las mesas hubo una saludable convivencia entre escritores locales y de la ciudad invitada. Tampoco faltaron los editores. Se destaca especialmente la presencia de José María Espinaza, de Ediciones Sin Nombre, y la de Víctor Manuel Mendiola, de El Tucán de Viriginia. No fueron los únicos. Ayer, 14 de mayo, Silvina Friera publicó en el diario Página 12 una entrevista con los escritores y editores mexicanos Vivian Abenshushan, Luigi Amara y Verónica Gerber Bicecci, de Tumbona Ediciones, donde dan su punto de vista sobre la edición independiente en su país.

“Que el libro no sea una mercancía más”

El radical despabilamiento surge de un colectivo de espíritu heterodoxo y provocador. Un trío iconoclasta de editores mexicanos, integrado por artistas y escritores, patea el tablero de la edición. Vivian Abenshushan, Luigi Amara y Verónica Gerber Bicecci combaten contra la uniformidad instaurada por el neoliberalismo. Sin horarios fijos, sin oficina, sin jefes, la cooperativa Tumbona Ediciones es un laboratorio político, estético y vital que reivindica la publicación ecológica –pocos títulos, aquellos tan imprescindibles como incómodos– y “el derecho universal a la pereza”. El impulso de crear esta editorial nació en Buenos Aires, en un viaje que hicieron a fines de 2004, cuando se encontraron con la efervescencia de las editoriales independientes porteñas. El catálogo de este sello, que se presentó en la Feria del Libro y pronto se distribuirá en las librerías del país, es hospitalario con el ensayo y la narrativa breve, los textos inclasificables o paradójicos; con los autores que permanecen en los sótanos de la tradición, como Ulises Carrión (Veracruz, 1941-Amsterdam, 1989) o Carlos Díaz Dufoo Jr. (Ciudad de México, 1888-1932) y con los escritores inéditos que se mueven en los márgenes.

“Nos parece muy importante que la edición se pregunte qué es hacer un libro hoy desde un país todavía llamado México, pero que vive en una profunda crisis de violencia. Queremos también extender la pregunta hacia cómo circulan los libros. El monopolio de las librerías mexicanas impide la circulación natural. Las editoriales independientes tienen muy pocos espacios en las librerías. Hay casi que pedir de rodillas que te dejen poner tus libros”, cuenta Abenshushan (Ciudad de México, 1972), autora de El clan de los insomnes y Una habitación desordenada. Amara (México D.F., 1971) comenta a Página/12 que la editorial rescató al escritor-artista Ulises Carrión para producir “una suerte de sacudida en el medio literario”. La colección Versus resignifica y potencia el desgastado arte de la diatriba con títulos como Contra el amor, de Laura Kipnis, Contra la belleza, de Rafael Gumucio, Contra la vida activa de Rafael Lemus, Contra el trabajo, “seis ensayos en huelga” de Séneca, Friedrich Nietzsche, Theodor H. Adorno, Samuel Johnson, Bertrand Russell y E. M. Cioran; Contra los hijos de Lina Meruane y Contra el copyright, “cinco ensayos combativos” de Richard Stallman, Wu Wing, César Rendueles y Kembrew McLeod, entre otros títulos. “Hay mucha gente interesada más en la circulación de los libros que en el sueño un poco delirante de obtener regalías y que un día Hollywood compre tu libro. Abrimos la editorial para que se pudieran hacer cosas en copyleft. Muchos libreros y editores dicen que estamos locos, que deberíamos defender el copyright. Pero el copyright lo detenta la corporación, no el autor. Nosotros estamos en contra del copyright y a favor del derecho de autor”, aclara el editor.

Ensayista y poeta, autor de Historia descabellada de la peluca, Amara recuerda que la idea de hacer la editorial nació de aquella visita a Buenos Aires a fines de 2004. “Nos dimos cuenta de que se podía alcanzar vitalidad editorial con imaginación y sin dinero. Entendimos que no tenía sentido hacer una editorial para que el libro sea una mercancía más.” Gerber Bicecci (Ciudad de México, 1981), artista visual que ha publicado Mudanza, libro en que narra la transformación de cinco escritores en artistas visuales, plantea que “editar es señalar, hacer uso de un poder”. “A diferencia de las editoriales independientes en México, Tumbona edita colectivamente; es muy sabido que hay mucha gente que mete mano en un libro, pero normalmente hay una figura de editor. En Tumbona discutimos tanto cómo editar cada libro que nos volvemos absolutamente inoperantes. Nosotros editamos a seis manos y discutimos hasta el último detalle.” Tumbona –en México– es una reposera, una silla cómoda para leer.

–Hay una irreverencia en el catálogo que no se corresponde con el nombre, con esa idea de la reposera para leer cómodo, ¿no?
Vivian Abenshushan: –Es cierto, lo hemos pensado... Hubo una campaña de lectura México por un País de Lctores, que puso en marcha el entonces presidente Vicente Fox, que impuso la idea de la lectura casi como una obligación moral. La peor campaña es decir que leer te hace mejor persona o que te ayuda a prevenir el Alzheimer. Frente a esa condición moral de la lectura, nos parecía importante generar una tensión con la idea del carácter gratuito de la lectura, que no tiene una utilidad práctica, cuantificable. Cuando estuve acá en 2004, en San Telmo, vi un esténcil que decía: “Mate a su jefe: renuncie”. Yo trabajaba doce horas diarias en una revista y renuncié. Lo maté simbólicamente. Hay una defensa de la haraganería, de la lentitud, de la improductividad a contracorriente de un discurso que en México se instaló de manera muy fuerte con el Tratado de Libre Comercio con la productividad, la competencia, el dinero, la ganancia, todos estos valores neoliberales que es importantísimo discutir.

Verónica Gerber Bicecci: –En México no es un cliché la figura del lector tirado con un libro como lo es en Argentina. Al contrario, el grueso de la población en México aprende a leer por obligación, porque se lo imponen en la escuela; la cultura de la lectura es mucho más pobre que la de Argentina. Entonces el nombre de la editorial tiene mucho que ver con invitar a algo que para usted, como argentina, es totalmente un cliché: tirarse a leer.

Luigi Amara: –Hablar de leer por placer en México es antiproductivo. Las campañas de lectura son tan absurdas que ahora una propone: “cuantifica el tiempo que lees, llega a los veinte minutos al día”. Son parámetros completamente ridículos.

V. A.: –Imagino a la gente leyendo con sus hijos: “¡A ver, llevamos quince minutos, sigue, sigue, tú puedes...” ¡es horrible! Nuestros niveles de consumo y de desgaste son inmensos, entonces nos parecía importante ralentizar la producción de libros.

–¿Qué significa editar libros en un país con tanta violencia y con un futuro tan incierto?
V. G. B.: –Si algo se puede detectar, viendo el problema de manera muy general, es una ruptura irreparable en la sociedad que va a tener unas consecuencias que ni siquiera alcanzamos a imaginar. Este ejercicio que hacemos de discutir cada libro genera una pequeña comunidad. Si esto se repitiera, podría subsanar las grietas sociales, que son muchas. Aunque siempre nuestros libros buscan incomodar, esa incomodidad también en el fondo está tratando de coser una herida.

L. A.: –El problema del narco es consecuencia de una visión individualista y completamente mercantil de la vida. El narco, el que cree que puede secuestrar y asesinar al otro, responde a una lógica neoliberal desatada. Nuestra idea como editorial es luchar contra el individualismo intentando crear redes, haciendo fiestas colectivas, incluso contra la lógica de los demás sellos que quieren chingarte, como decimos en México. Hay un punto en que sentimos que quizá seguir editando libros es un poco frívolo o inconsecuente. Sigue la pregunta qué hacer, cómo responder a una situación en la que hay una falta total de horizontes. No es sólo la violencia, sino todo lo que se ha resquebrajado socialmente.

V. A.: –Para nosotros es una pregunta abierta porque hay una violencia declarada desde hace ocho años, pero en los últimos siete meses, desde Ayotzinapa, todo entró en un estado de excepción. Nuestros códigos culturales están también entrando en un estado de excepción.


"Una tensión inusitada"

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El 9 de mayo pasado, Pablo Gianera publicó el siguiente artículo en el diario argentinoLa Nación, donde se traza una genealogía de las versiones argentinas de La Divina Comedia.

La divina comedia: una epopeya argentina

No diremos que toda traducción es imposible porque hacerlo sería, además de contrafáctico, inexacto. En cambio, sí diremos que hay libros (poemas, novelas) que resisten especialmente ser vertidos a otra lengua, como si se guardaran su secreto para la lengua original. Entre todos ellos, La divina comedia, de Dante Alighieri, es un caso aparte. El hecho mismo de que se existan tantas traducciones muestra su resistencia. Esto prueba no tanto el entusiasmo de los traductores con el poema sino la insatisfacción con las soluciones encontradas por otros y, a la vez, la voluntad de hacer públicas las propias. Dante destina al Infierno, el Purgatorio y el Paraíso una condición sonora específica. Podrá verterse la descripción diversa del sonido (alaridos de dolor, órganos, un grito ronco o aun el canto llano), pero no la diferenciación musical que Dante reserva para cada uno.

La traducción en verso mutiplica infinitamente esas dificultades. Es muy llamativo que la Argentinacuente con toda una tradición de traducciones en verso de la Comedia. La primera aventura fue la de Bartolomé Mitre, que publicó su versión en verso rimado en 1897. La segunda es la que Ángel J. Battistessa concluyó a principios de la década de 1970. En 2003, el Grupo Editor Latinoamericano editó, a instancias del poeta Luis Tedesco, la versión del psiquiatra Antonio Milano. Ahora, en coincidencia con la Feria, Edhasa acaba de publicar (tres volúmenes bilingües) la traducción de otro poeta, Jorge Aulicino, de la cual el Infierno se había conocido ya en 2011.

No es fácil comparar estas versiones ni las razones que las justifican. Sobre esto último, da la impresión de que, en lugar de existir una teoría propia, cada traductor la descubre, durante la faena, y aún después. En lugar de ser un presupuesto, la teoría es algo que se remonta del trabajo a su formulación. Mitre, por ejemplo, incluyó como prólogo el ensayo "Teoría del traductor", en el que reclamaba para las "obras maestras" el tratamiento de los textos sagrados: traducir "al pie de la letra", lograr un "reflejo directo" del original y no una bella infidel. Battistessa, por su lado, nota con acierto que el problema no consiste en traducir del italiano sino en traducir a Dante, y llena su traducción de notas; todo lo contrario de lo que hace Aulicino, que prefiere que nos enfrentemos con Dante en sus propios términos, o en los nuestros, en un combate que se debe librar solo, sin refuerzos eruditos, como pasaría con un poema -de Aulicino o de otro- publicado el mes pasado. La posición de Aulicino no podría ser más modesta, y de hecho esa modestia es inversamente proporcional a sus logros. Dice en el escueto prólogo: "El protagonista de este texto, que tiende a anclarse en el tiempo, es el lenguaje en movimiento". Buen punto de partida.

Pero el laberinto de Dante es inagotable, y lo es aun en palabras aisladas. Pensemos nada más en el segundo terceto del Canto I del Infierno. Dante presenta de entrada la imposibilidad de nombrar: "Ah quanto a dir qual era è cosa dura/ esta selva selvaggia e aspra e forte/ che nel pensier rinova la paura!". Pero difícil es también decir lo difícil que es decir. "Paura": Mitre tradujo "pavura"; Battistessa lo refutó con "pavor". Por fin, Aulicino, corrigió a Battistessa y optó por "pavura". Más de un siglo para dar la vuelta completa. Ahí terminan las semejanzas. Tal vez por una cuestión cronológica, tal vez, más probablemente, por el pulso del poeta, Aulicino conquista una tensión inusitada. ¿Es definitiva? Ninguna lo será. A los traductores de Dante podría decírseles, como mayor muestra de simpatía, el famoso lema de Beckett en Worstward Ho: "Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor".


Un recuerdo para EUDEBA

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El 12 de mayo pasado, Marietta Gargatagli publicó en El Trujamán el siguiente artículo  

Las botas sobre las baldosas1

En 1966, después de la intervención de las universidades argentinas por el Gobierno militar de Juan Carlos Onganía, Boris Spivacow y un gran equipo tuvieron que abandonar la editorial de la Universidad de Buenos Aires (EUDEBA) que había venido editando durante ocho años, desde 1958, un libro por día y once millones en 2920 días. La renuncia de (entre otros muchos) Anibal Ford, Horacio Achával, Gregorio Selser, Beatriz Ferro, Carlos Pérez, Oscar Díaz, Susana Zanetti, Beatriz Sarlo, Olga Cosettini y José Bianco no fue inútil. A las pocas semanas, Boris Spivacow creó el Centro Editor de América Latina (CEAL) para continuar con el mismo plan de EUDEBA: más libros para más. Los dos proyectos que definieron el modelo por excelencia de la edición argentina: libros de calidad, necesarios y baratos.

En el directorio inicial de EUDEBA —proyecto de Risieri Frondizi, rector de la UBA formado en Harvard— estaban José Babini, Humberto Ciancaglini, Telma Reca, Alfredo Lanari, Ignacio Winizky, Enrique Silberstein, quienes, como todos los profesores y graduados de aquella universidad, contribuyeron con sugerencias para construir un catálogo donde estaban los libros que los estudiantes debían leer, los que interesaban a públicos más amplios, los que llevaban la producción universitaria nacional y, sobre todo, internacional a la sociedad. Desde los Cuadernos iniciales a las más de treinta colecciones: Los Fundamentales, Ediciones Previas, Ediciones Críticas, Lectores de Eudeba, Manuales de Eudeba, Temas de Eudeba, Serie del Siglo y Medio, Serie de los Contemporáneos, Libros del Caminante, Asia y África, Genio y Figura, Cuentistas y Pintores, Arte para Todos, La Escuela en el Tiempo, La Biblioteca de América, Diálogos Platónicos. Se hacían grandes tirajes (tiradas) para rebajar los costos y se cuidaba especialmente la calidad literaria de las traducciones científicas o literarias que eran encargadas a un experto de la disciplina y corregidas por un buen escritor. Tal fue el caso, por ejemplo, de las lenguas clásicas (Diálogos Platónicos, Ediciones Críticas) que llevan el sello literario de José Bianco. O de otros muchos revisores y traductores como: León Rozitchner, Eliseo Verón, Mario Bunge, Roberto Juarroz, Oberdán Caletti, Manuel Lamana, Ernesto Schoo, Patricio Canto, Luis Alberto Bixio o Floreal Mazía.

El catálogo inicial (alrededor de 1.000 títulos en ocho años) reunía obras de disciplinas tradicionales —clásicos de las ciencias o nuevos desarrollos de la biología, la física o las matemáticas— y también la bibliografía de estudios que empezaban en la UBA a finales de 1950 desde la Antropología y la Sociología a las Técnicas Teatrales, la Teoría Literaria y la Musicología. Entremuchas novedades algo curioso: La máquina de traducir (1961) de Émile Delavenay, uno de los primeros expertos en la automatización de la traducción en la naciente ONU de 1945, donde dirigió la revista multilingüe de la institución y las publicaciones de la UNESCO.

Esos volúmenes compartieron estantes en los kioscos de las facultades o de la calle con las obras literarias de la Serie del Siglo y Medio, Serie de los Contemporáneos, Libros del Caminante y con las colecciones relacionadas con el doble camino de la América Latina de los sesenta: como realidad cultural y literaria (La Biblioteca de América), como parte de las nuevas reflexiones poscoloniales del mundo (Asia y África).

La Universidad de Buenos Aires proveía de libros a las otras universidades y bibliotecas del país, también a los lectores comunes «por menos de lo que valía un kilo de pan» (según el conocido eslogan). Ese bajo precio no suponía ofrecer una cultura o una educación degradadas; implicaba que los lectores eran ciudadanos con derechos, con el derecho de tener libros accesibles.

La editorial EUDEBA se recuperó de 1973 y siguió su curso hasta 1976. Lo que ocurrió con ella luego de ese nuevo golpe militar es otra historia.

(1) El título es una cita del excelente libro: Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino de Delia Maunás, Buenos Aires, Colihue, 1995



Un programa de radio on line sobre traducción

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Silvina Celle es traductora pública. Conjuntamente, con Silvia Comerci comenzaron hace un año “Traductoras, al aire!”, un programa de radio semanal dedicado a los traductores y la traducción. El programa se emite todos los miércoles a las 18 horas, a través de www.alaireradiobar.com.ar (en vivo) y luego sus creadoras comparten el archivo de audio en la página de Facebook "Traductoras, al Aire!" (por ahora, el único canal de difusión...).

Simpática y sin ínfulas, Silvina –a cuyo cargo está la emisión en la actualidad– señala que es el medio más corriente de comunicación entre ella y sus oyentes: “Por lo común tenemos intercambios con ellos a través de mensajes, aunque también tuvimos contactos telefónicos al aire. El teléfono de contacto de la radio es 4783-0222. Y nuestro correo es traductorasalaire@gmail.com”. Y luego, entusiasta, añade: “Inicialmente la idea fue que la gente supiera algo (más) de qué es ser traductor, cómo trabajamos, qué nos pasa cuando traducimos, por qué nunca hay dos traducciones iguales, etc.... Así empezamos. Con las visitas que fuimos recibiendo se fueron dibujando diferentes públicos, y se empezaron a plantear otros temas. Es un espacio para quien tenga ganas de compartir ideas, experiencias, puntos de vista, consejos (¡y hasta secretos!)”. Eso sí, hay límites: “Todo cabe, mientras se hable con respeto y armonía. Puede haber crítica si se fundamenta y dentro de lo posible se propone una solución...”.

El programa es ameno y, merced al talento de su conductora, se pasa volando. Eso sí: tanto la cortina musical como la música que pasa es horrible. Así que los lectores de este blog ya están enterados.

La muerte del Pibe Oscar (célebre escrushiante)

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El jueves 21 a las 19 horas, en la Academia Porteñadel Lunfardo (Estados Unidos 1379), Unipe Editora Universitaria presenta la edición anotada por Oscar Conde de la primera novela lunfardesca: La muerte del Pibe Oscar (1926) de Luis C. Villamayor, perdida hasta hoy y completamente desconocida para estudiosos e investigadores de la literatura argentina. Están todos invitados.


Evento literario, lingüístico e historiográfico, esta edición de La muerte del Pibe Oscar pone en manos del lector las huellas del denso y agitado bajo fondo porteño del temprano siglo XX. Luis Contreras Villamayor, guardiacárcel y etnógrafo de las poblaciones que custodia, reconstruye la historia de uno de los más célebres «lunfardos» de su tiempo. Narra esa vida con familiaridad y sentido empático, explicando la deriva hacia el delito a partir de una brutal experiencia infantil en los pliegues más oscuros de las instituciones penales, esas que el autor conoce íntimamente. También hay mucho sobre los márgenes de la gran Babel que era la Buenos Aires de la época, allí donde lo ilegal o semilegal imprimía el ritmo inquieto de la vida cotidiana y donde las relaciones humanas exhibían inventiva, comicidad y nobleza.

La gran labor de Oscar Conde pone en valor esta obra extraordinaria mediante un aparato erudito que explicita su riqueza y la hace inteligible: un estudio contextual sobre la obra, el autor y la época, notas aclaratorias de términos lunfardos, un glosario y un valioso apéndice con escritos adicionales de Villamayor. Además de enriquecer la lectura, este marco confirma que tras la firma «Canero viejo» hay un observador –y un autor– que apuesta a la integración de las nuevas formas del habla de Buenos Aires en una narrativa. En otras palabras, confirma que La muerte del Pibe Oscar es una obra clave de la literatura lunfardesca.

Lila Caimari

Videos de traductores que se confiesan en público

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Alan Pauls, Alberto Silva, Andrés Ehrenhanus, Carla Imbrogno, Eduardo Gruner, Gonzalo Aguilar, Irene Agoff, Jorge Fondebrider, Marcelo Cohen, Mariana Dimópulos yRafael Spregelburd grabaron sendos videos que, luego de editados, pasaron a integrar el video que se pasa continuamente en el marco de la exposición “Casi lo mismo” que actualmente se exhibe en el Museo del Libro y de la Lengua.

Sin embargo, para los curiosos, la versión completa fue albergada en la biblioteca digital Trapalanda, de la Biblioteca Nacional.Se los presenta con esta presentación: “Entrevistas alrededor de la traducción. Como parte de la muestra ‘Casi lo mismo’, se grabaron una serie de conversaciones con escritores, traductores, pensadores, para develar ese misterioso amor a la lengua que se despliega en cada traducción. En Casi lo mismo habrá juegos, obras de arte, libros, videos, para rodear y pensar ese hecho fundamental y a la vez siempre un tanto desviado. La traducción: que no es lo mismo, ni siquiera de otra manera. Es casi lo mismo.”

Presentación para las becas del C:N.L.

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Isabelle Berneron, a cargo de la promoción y difusión del libro francés en la Embajada de Francia en la Argentina, envía el siguiente mensaje:



Estimados traductores:

 Me permito mandarles el nuevo formulario para presentarse a las becas de traductores confirmados del Centre National du Livre (CNL).

   Les recuerdo que la fecha límite en nuestras oficinas es 10 días antes de la fecha propuesta para que lleguen a tiempo al CNL; en efecto tenemos que presentar nuestros comentarios sobre las candidaturas y mandar los informes por valija diplomática. Para la próxima sesión recibiremos las candidaturas hasta 01/06/2015.

  La comisión del CNL se reunirá en octubre e informará los resultados en noviembre. El becario podrá organizar su viaje en el año siguiente la fecha de la comisión.

  Quedando a su disposición para cualquier información,

  Muy atentamente, Isabelle.

Isabelle Berneron
Promoción y difusión del libro francés

Basavilbaso 1253 (C1006 AAA) Buenos Aires
Tél : (+54-11) 4515.6913
Fax : (+54-11) 4515.6923

Facebook : Embajada de Francia en Argentina



"Es como si nuestra lengua se vistiera de fiesta para recibir al texto original"

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La periodista Silvia Hopenhayn, siempre atenta a la novedad en el campo de la novela (que es para ella lo único que importa en la literatura), a veces se distrae y le presta atención a lo realmente importante. En la ocasión, al fenómeno de la traducción local de clásicos, algo que viene sucediendo en forma sostenida desde hace ya muchos años, pero que sólo ahora ella parece descubrir. Así, en esta nota, publicada el 15 de mayo pasado en el diario La Nación, de la Argentina, celebra la aparición de nuevas versiones de La Divina Comedia y Ulises, de Dante Alighieri y James Joyce, respectivamente. También vuelve a El Doble, de Dostoievski, publicado por Eterna Cadencia hace ya dos años, pero olvida la magnífica colección de clásicos que, con nuevas versiones y tapas indigentes, viene publicando de manera sistemática la editorial Colihue o los muchos clásicos publicados en igual lapso por Losada. Y eso, sólo para empezar. Con todo, imaginemos por un momento que la periodista en cuestión ya se pondrá al día, y festejemos con ella las buenas noticias.

Divinas traducciones

Desde hace un tiempo nuestra lengua está recuperando su aliento. Al menos en el terreno de los libros, se pueden leer, con mayor frescura y cercanía, algunos clásicos que reaparecen alegremente en traducciones locales. La alegría es doble: son traducciones nuevas y nuestras. Y si bien es uno sólo el responsable de la traducción, se sirve del estado del lenguaje actual, y eso nos incluye a todos, al menos como habitantes de la misma lengua.

Ya no estamos sometidos a las "gilipolladas" u otros términos de las traducciones españolas, ni tampoco a arcaísmos o tiempos verbales impracticables. Es como si nuestra lengua se vistiera de fiesta para recibir al texto original y su traductor fuese el anfitrión de una imaginación que llega a buen puerto. Hay al menos tres ejemplos, dos de ellos recién aparecidos, de relevancia fundamental en el mundo hispanoparlante: El doble, de Dostoievski (Alejandro González), La divina Comedia, de Dante Alighieri (Jorge Aulicino) y Ulises, de James Joyce (Marcelo Zabaloy, con la colaboración de Edgardo Russo).

Sin caer en festejos nacionalistas, pero tampoco privándome de la sorpresa, ¿no es fantástico que Dostoievski, Dante Alighieri y James Joyce, aparezcan en nuestra lengua, o sea, en traducción argentina, y -contrariamente a la concentración empresarial- publicados en editoriales independientes y de nuestro país (Eterna Cadencia, Edhasa y El Cuenco de Plata)? Mayor es el asombro frente a la coincidencia temporal de las publicaciones: La Divina Comedia y el Ulises aparecieron juntos en el mes de abril. O sea, ¡recién!. Pintura fresca de casas históricas. Ambos libros son lugares para vivir un buen rato...

En otra ocasión me referí a El Doble, en cuidadísimo trabajo de Alejandro González. Ya me adentraré en la nueva Divina Comedia. Empiezo con la dicha del Ulises (y me anticipo a presentarlo dada mi gozosa e inevitable demora en su lectura). El embalaje ya es atractivo -o "nutricional" como diría André Gide. Trae de todo y sin abrumar, tanto las notas como el cuadro de la estructura de la obra; éste incluye las escenas, horas, órganos del cuerpo, color, arte, símbolos y técnica de cada uno de los capítulos (mejor llamados, episodios). También es original la tabla comparativa entre las varias ediciones, donde aparecen diferencias abismales, como si un Ulisesfuera necesariamente procaz, hasta diría guarango, mientras que en el original, no lo fuese tanto. Bajo este manto de respeto y fascinación, parece haber estado escribiendo su traductor argentino, Marcelo Zabaloy.

Me voy a uno de mis episodios favoritos: el catequístico. Es cuando vale preguntarse si esta novela es el relato increíble de una evitación (que dura un día, y lo que se evita es encontrar a la propia mujer con otro en la cama.) o, precisamente, es el relato de un encuentro (de los restos que el otro dejó en la cama, sus olores, pliegues en la sábana, etc). O, ¿lo que se evita es lo que se busca encontrar?

Reviso entonces esta escena, en varias traducciones y noto que la actual mejora los neologismos y restablece los colores. Una frase, a modo de bocado: "He kissed the plump mellow yellow smellow melons of her rump", en el original de Joyce. En la traducción de Subirat: "Besó los redondeados sazonadas amelonados cachetes de sus nalgas." En la recién publicada: "Besó los blandos, amarillos y olorondos mamelones de su grupa."


Sí, un beso sabe distinto según su traducción.
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