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"En L’avenir dure longtemps no hay esperanza"

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El pasado 14 de septiembre, en su columna de los domingos del diario Perfil, Damián Tabarovsky publicó el siguiente texto, que se reproduce a continuación. Se acompaña la columna con un comentario del lector erfaulk43, referida al club de fútbol del ascenso El Porvenir.

Una traducción

La traducción de L’avenir dure longtemps, de Louis Althusser, como El porvenir es largo es una de las peores decisiones que recuerde. Publicado en París en 1992 por la editorial Stock, al poco tiempo Destino lo editó en Barcelona, edición que ayer encontré en diferentes librerías de saldo en la calle Corrientes. Ocurre que mientras en francés el título es oscuro y dramático –como es oscuro y dramático el propio libro–, en castellano toma un giro optimista, liviano.

En el libro –su autobiografía– Althusser comienza por la descripción del asesinato de su mujer, cometido por él mismo en un rapto de locura, como prolongación de unos masajes que le daba en el pecho y el cuello y que se extendieron en un breve estrangulamiento; para luego, durante más de 270 páginas, llevar a cabo un formidable autoanálisis, por momentos escalofriante, inmerso en una novela familiar donde la locura estuvo siempre presente, y donde el sentimiento de inferioridad y culpa se prolongan en el tiempo. Porque de eso da cuenta el título: de que el futuro dura demasiado, dura mucho, dura para siempre. El futuro no termina nunca, no acaba, como tampoco termina nunca la culpa. Que el futuro dure demasiado, sea interminable, he ahí la condena. En cambio, que el porvenir sea largo remite a la idea opuesta, a la posibilidad de que como es largo, en algún momento las cosas puedan cambiar, haya tiempo para que las cosas mejoren, haya una luz de optimismo en esa extensión temporal. Mientras que en L’avenir dure longtemps la frase recae sobre el presente, al que vuelve eterno, en El porvenir es largo la expresión y el primer término (por-venir) se vuelven del lado del futuro, no del presente; del lado de lo que está por llegar, de lo abierto, y de que eso que está por llegar tiene una gran extensión –es largo– pero en algún momento termina. Largo, en Althusser, es lo opuesto a demasiado (largo no remite a ningún exceso, demasiado, en cambio, es puro exceso).

El porvenir es largo no es una frase que nos informe sobre ninguna condena moral, sobre el peso de que el presente se vuelva futuro y que ambos no concluyan nunca, sino a la inversa, nos introduce la ilusión de que algo está por venir, algo está por llegar, algo está por pasar. Pero en L’avenir dure longtemps ya no pasa nada o, mejor dicho, el futuro no pasa, no concluye, se eterniza. Althusser desea que el futuro dure poco, que sea breve, corto, y que rápidamente el mundo se olvide de él; un futuro breve y un olvido eterno como modo de apaciguar su culpa. O incluso, como segunda opción, desearía que el futuro fuera idéntico a la edición española, que el porvenir fuera largo, porque largo incluye de algún modo un final, un cierre, un punto y aparte. Pero al contrario, como L’avenir dure longtemps, como el futuro dura demasiado, dura mucho, es inacabable, es eterno, igualmente eternas son su culpa, su desgracia, su desdicha. En L’avenir dure longtemps no hay nada por-venir, nada está por llegar, nada está abierto. Todo lo que tenía que llegar, ya llegó; todo lo que tenía que venir, ya vino; todo lo que estaba abierto ya se cerró. En L’avenir dure longtemps no hay ninguna esperanza, ninguna salida, ninguna escapatoria. En L’avenir dure longtemps no hay ninguna duración; ni larga, ni corta, ni mucha, ni poca. Lo que hay es demasiado, y es insoportable. Es inconmensurable.

Comentario:
erfaulk43
14-09-2014 | 08:26
Deberías ir a la cancha del Porve, en Gerli, a ver ese club del ascenso. Sin futuro, sin esperanza, o muy corta, después de todo tampoco la memoria te deja vivir y te envenena el alma, el sueño fisiológico cumple una función reparadora.



Una entrevista de Jeremy M. Davies con Steve Dolph, el traductor al inglés de Juan José Saer

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El 27 de agosto pasado, la revista Asymptotepublicó una entrevista entre Steve Dolph, traductor de Juan José Saer al inglés, y  Jeremy M. Davies. Novelista y Editor Senior de Dalkey Archive Press. La traducción que sigue fue realizada por Silvia Camerotto.

Quién es quién en La Zona

Steve Dolph es traductor de tres libros  del fallecido novelista argentino Juan José Saer,  que murió en París en 2005. Los tres fueron publicados por Open Letter Books, siendo el más reciente La Grande (junio 2014) la última novela inconclusa de Saer.  Dolph es actualmente candidato al doctorado en Estudios Hispánicos de la Universidad de Pennsylvania. Su campo de investigación  es la ecopoética renacentista y la tradición pastoral. Su traducción más reciente,  El entenado/ The Witness, de Sergio Chejfec, está disponible en la edición de julio 2014 de Asymptote.

Esta entrevista fue realizada por e-mail durante los primeros meses de verano, como si fuera  “una larga conversación en la tarde”, según dijo Dolph, que es quizás el modo más indicado para llegar a un autor tan devoto a los caprichos del pensamiento descentrado, y a las formas en que su paso a través del tiempo y el espacio se manifiesta en el lenguaje.

¿Le molestaría compartir con nosotros cómo fue que se interesó en la obra de Juan José Saer como lector y traductor? Quiero decir, ¿su entusiasmo por él existía  incluso antes de que se asociara  con Open Letter?
–Realmente no puedo precisar cuándo conocí a Saer como lector, pero sí que conocía muy bien su trabajo mucho antes de que el proyecto de traducción apareciera. Sé que había leído las traducciones de Serpent’s Tail, incluso antes de estar seriamente interesado en la traducción en absoluto. Dentro de la constelación de novelistas latinoamericanos contemporáneos, él ocupa un lugar destacado como una especie de anti-Márquez, en la medida en que el mítico lugar que más a menudo recorre en su obra –la ciudad de Santa Fe– aparece afectada por la globalización, y fracturada. En Márquez la potencia de la historia es básicamente reconocible y sólido, lo que provoca una memoria más o menos confiable y sentido de pertenencia/lugar. En Saer ocurre lo contrario. Todo es dudoso, sobre todo la capacidad narrativa de recrear un sentido de pertenencia/lugar. Sin embargo  esa sensación de contraste llegó mucho más tarde para mí, cuando ya había estado trabajando durante un tiempo en las traducciones. Antes de eso, él solo era un monstruo más en el amplio bestiario de la ficción latinoamericana. . Fue un  feliz accidente para mí trabajar su escritura en la traducción.
En 2008 yo acababa de editar Calque y estaba buscando un proyecto de publicación y revisando en torno a algunos poemas y cuentos que había traducido. De la nada Suzanne Jill Levine me contactó, y me preguntó si estaría interesado en la traducir una de las novelas de Saer para Open Letter, porque ella estaba ocupada y no podía aceptar el proyecto. Leí el libro Glosa, que se publicó en inglés como The Sixty-Five Years of Washington, envié una prueba a Open Letter, Carta abierta una muestra, y porque me encantó el estilo les pregunté si tenían planes de traducir más de uno. Resultó ser que tenían planeado hacer tres libros, así que firmé el contrato por todos ellos, sin siquiera haberlos leído.

Continuando con esta idea de que en Saer de todas las cosas que están en duda, y siendo él una especie de autor anti convencional del boom, debo preguntar primero: ¿cómo fue que Glosa se conviertió en The Sixty-Five Years of Washington en la traducción?
–La duda parte del estilo de la prosa. En el plano formal, la narración en muchas de sus novelas, sobre todo después de Glosa, es vacilante, insegura. Hay un poco de preguntas directas y una especie de vulnerabilidad en la forma en que llega a los lectores para apoyarlos. Todo lo cual crea estos largos e intrincados pensamientos que se acumulan, proposición tras proposición, para formar una densa nube de incertidumbre. En esa niebla sintáctica, sin un enfoque claro en la oración o párrafo, el lector no sabe muy bien qué camino tomar. Dentro de esto, uno de los temas centrales de las novelas de Saer es la fragilidad de la memoria, cuánto nos cuesta reconstruir el pasado cuando la narración, ya sea a través de texto o imágenes, es el medio que utilizamos. Este idea de lo que la memoria es y de cómo funciona o deja de funcionar de manera efectiva para  marcar nuestra identidad es un sistema completamente diferente del que encontramos en un escritor como Márquez. Con el fin de evitar un análisis un tanto endeble, basta con observar a los personajes principales de sus novelas y notar la diferencia en el modo en que recuerdan cosas: los personajes de Márquez tienen memorias increíbles. No así  en Saer, o por lo menos a menudo hay una fuerza superior que socava sus esfuerzos para recordar.
Incluso la posición de Márquez como autor, desde la monumental autobiografía con la que concluyó eficazmente su carrera, a la que cita a menudo de que ya había reunido todo el material para sus novelas para  cuando tenía ocho años: de sus abuelos, de chismes, de leyendas urbanas y toros, lo que sugiere que su obra completa es un gran acto de recordar. (El cuento de Borges “Funes el memorioso” es la parodia perfecta de esta posición como autor.) Es posible que su popularidad en los EE.UU. le deba  algo a un sentido análogo de la ficción en los años 70 ‘60 y que valoran fervorosamente este fuerte y romántico concepto del valor y la confianza en la memoria individual. Pero yo no podía afirmarlo con certeza. Entran en cuestión una gran cantidad de factores para que un autor ‘prenda’, tampoco es una cuestión menor la suerte que tengan  con respecto a sus traductores. (Márquez fue especialmente afortunado con Gregory Rabassa y Edith Grossman.) No podría tampoco explicar porqué algunos autores no lo logran, aunque para se juesto, Saer ha sido muy afortunado, con media docena de libros traducidos y más en el camino.
La decisión de cambiar el título de Glosa se ​​tomó  en colaboración con el equipo editorial de Open Letter. A su juicio, Gloss, la traducción literal, no era ilustrativa – “chiquitita” era el término, si mal no recuerdo– y estábamos buscando algo que captara lo que el libro decía. Pensamos en algo grande que terminó siendo el título que capturaba todas aquellas cosas que están harto explicadas en el libro, la manera en la que comenzamos con pequeños resúmenes o glosas de una fiesta para celebrar el cumpleaños número sesenta y cinco de un tipo llamado Washington Noriega y que terminan por apropiarse de todo el relato. Pero mientras yo creo que es perfectamente cierto, es nada más que una explicación ex post facto para complacer a la corte, que solo explico cuando el público en las conferencias preguntan por el título. Cuando el libro estaba en producción, fue una decisión intuitiva.

Saer ha sido realmente afortunado, considerando la cantidad de autores latinoamericanos todavía se difuman sin haber sido traducidos, pero supongo que mis expectativas sobre él han de terminar en tantas listas de lectura y estanterías de las librerías como Rayuela / Hopscotch. . . El primer título de Saer  para mí fue Lapesquisa / TheInvestigation, traducido por la gran Helen Lane, y yo estaba asombrado en un momento en que nadie jamás hasta allí me había mencionado el libro. Aunque esto plantea la cuestión de la reputación de Saer “de regreso a casa”, o en el mundo hispanoparlante en general. ¿Qué tan bien se conoce su obra, qué tan “importante” es? Los devotos de Saer, ¿son identificados como saerianos, o estudiosos de Saer? O, para decirlo de otro modo: ¿Qué tan lejos estamos los anglófonos que recién ahora nos estamos poniendo al día?
–Saer es ampliamente leído y respetado como innovador, en Argentina por lo menos (no puedo hablar de su reputación en el resto de América latina, pero esto es otro tema, que tiene más que ver con el mercado que con "el gusto"per se), aunque cuando le cuento a la gente que sabe de este tipo de cuestiones, que estoy traduciendo a Juan José Saer me miran con una especie de curiosidad de ¿Por qué él? O de inmediato se preguntan cómo llegué a conocer la obra de Saer. Es difícil comparar reputaciones entre tradiciones literarias, pero estas reacciones me hacen pensar que en las letras latinoamericanas Saer es considerado como una especie de bicho raro, por ejemplo, Ricardo Piglia, otro argentino con preferencia por el policial, y que tiene una base de seguidores mucho más grande. Pero de nuevo, esas mismas personas se sorprenden cuando descubren que estoy familiarizado con el trabajo de Walsh, Lamborghini, Felisberto, Chejfec, y otros bichos raros del área en cuestión.
De hecho hay devotos Saer, y una gran cantidad de literatura crítica sobre Saer, que incluye polémicas intestinas impactantes con respecto a su legado (en ninguna otra parte, por cierto, excepto para  la prensa británica, es considerado como  "el escritor argentino más importante desde Borges"). Un libro, Zona de Prólogos, editado por Paulo Ricci, es un gran recurso para los fanáticos de Saer en inglés. Como el título lo indica, es una colección de prólogos a las novelas de Saer, todos escritos demasiado tarde, por autores y críticos. Lamentablemente este libro nunca será traducido. La última parte de esta cuestión, en relación con nuestro atraso en los EE.UU., es realmente bastante complicado para mí referirme al tema aquí  con delicadeza. Por lo que he leído de las reseñas, me atrevería a decir que los críticos en los EE.UU. generalmente comprender a dónde va  Saer, y hacer bien en tratar su obra como y no como un exótico pájaro disecado. Al mismo tiempo, la escritura de Saer tiende a ser relativamente “local” en el sentido de que está escribiendo sobre lugares y la interacción con esos lugares, generalmente desconocidos para la gente fuera de la delta del río Paraná.
La investigación policial en La pesquisa es realmente sólo la mitad de la historia, y tal vez la mitad menos convincente. Si estamos fuera de ella en los EE.UU., está sobre todo en relación con la violencia patrocinada por el Estado que impregna la historia del siglo XX en América Latina, y que por lo general llega aquí en caricaturas: El Che, Fidel, las FARC, Sendero Luminoso , las Malvinas, los Templarios, etcétera, y mucho menos la literatura que sale de esa violencia. La gran excepción a esta regla es, por supuesto, el fenómeno de Roberto Bolaño. Aunque, de nuevo, la reacción de la crítica sobre sus novelas ha sido deamasido parcializada dada  su relación con los Beats. Saer es, por supuesto, otro escritor preocupado por los efectos de la violencia sobre las personas. Las novelas de Saer a menudo se dirigen  hacia una representación del enjambre de experiencia, y dentro de ese enjambre no hay posible significación trascendental, sólo los eventos, presencia, intensidades, entropía, decadencia, y sin embargo, el lenguaje es una cosa, existe. Y la gente usa el lenguaje para asignar valor, de modo que cuando las cosas suceden, "significan algo".  La experiencia humana puede ser caracterizada en la obra de Saer, como la terca insistencia del sentido frente al caos. Pero esto no es una novedad; es lo que ha hecho la novela desde Cervantes. Junto a esa función general de la novela, definitivamente hay un interés permanente en la escritura argentina de responder a la violencia de estado de una manera que no sea caricaturesca. Tanto interés por el género policial viene de alguna parte, y en Argentina proviene de una relación muy particular con la figura policial.


  

Una sugerencia para los que hacen listas de blogs

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Hace unos días, alguien me hizo llegar un listado español de blogs dedicados a la traducción. Allí, luego del nombre del blog, de su dirección en la web, del nombre del responsable o administrador, de la mención en twitter (cuando ésta existe), hay un ítem que, bajo la rúbrica, “cómo lo definirías” agrega cosas del tipo: “Blog sobre traducción audiovisual y cualquier cosa que se le ocurra a su autor. Siempre, siempre con un toque de humor”, o “Blog de traducción al gallego de poesía de dominio público”, o “Blog personal / profesional de una traductora metida a empresaria: traducción, empresa, toques de arte y compromiso social por los DDHH”, para citar unos pocos de los 105 blogs que se citan. En ningún caso parece necesario mencionar la procedencia de esos blogs, salvo en el del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, donde se lee la siguiente módica descripción: “Cuestiones de traducción literaria desde la perspectiva argentina”. Vale decir, en su rusticidad –acaso también un rasgo de procedencia–, estos colegas entienden que, en cuestiones de traducción, hay una “perspectiva argentina”, que merece mención, y que probablemente sea distinta de la “perspectiva española”, la cual, como en el caso de las definiciones de voces españolas del Diccionario de la R.A.E., se considera “la” perspectiva, reservándose la mención de “americanismo” a todo lo que no tenga el salero necesario y el sello de la marca-españa.

Decir que detrás de esa reducción tan pobre se esconde una manera de percibir el mundo, según la cual se adivina la creencia de que la norma está en la Península y que el resto –los trescientos cincuenta y tantos millones de hablantes de castellano de Latinoamérica– somos una mera comparsa dispuesta a acatar los grotescos dictámenes de la R.A.E,,  es decir poco. Por supuesto que no todos los españoles piensan así y afortunadamente hay quien entiende; por ejemplo, que al traducir uno tiene una responsabilidad para con los lectores de allende los mares, porque los libros viajan más allá de las propias parroquias, y para con los escritores, porque lo que estos escriben debe ser legible en todas partes sin sobresaltos inexistentes en el original.

Lo penoso, sin embargo, es que a muchos españoles ni siquiera se les ocurre pensar que ni siquiera España tiene una norma uniforme; que, por caso, lo que se habla y escribe en Andalucía (la cuna de la mejor poesía y de la más alta cultura de España) no debe ser motivo ni de burla, ni de escarnio; que, lejos de ser la medida de todas las cosas, y por supuesto también de la lengua, los españoles que hablan la variante castiza son apenas unos más, en pie de igualdad, en la gigantesca marea de la lengua y que por más telefónicas, bancos santader y bbva que tengan –y que en buena medida son responsables de su actual crisis– huelen tan bien (o tan mal) como cualquier otro hablante del castellano y van a ser comidos por los mismos gusanos (siempre y cuando los gusanos toleren el gusto de la butifarra). Entonces, desde una “perspectiva argentina” resulta oportuno decirles que las listas definidas y discriminadas se las pueden ir metiendo en el culo.


(La información consignada más arriba puede corroborarse en https://docs.google.com/spreadsheet/lv?key=0ApBTZvp3lBKEdGQyakpVOG85eEd0U09hRFdTaFhlSXc&usp=sharing&pli=1)

Para traductores de textos académicos y científicos (y también para los otros traductores)

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Hugo Salas visitó el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires para hablar de “La tarea del traductor frente al texto académico y científico”. Lo hizo con una elocuencia ejemplar y se refirió, entre otras cosas, al curioso papel de los revisores técnicos académicos, que en su celo no se limitan a controlar la parte conceptual y muchas veces terminan interviniendo (y arruinando) la tarea del traductor. Asimismo, también habló del los muchos avatares que sufren las traducciones en manos de los editores cuando falla la planificación y el pobre papel que se le asigna a los traductores en toda la cadena de producción, etc.   


Hugo Salas es crítico de cine y periodista cultural. A lo largo de su carrera ha publicado en diversos medios nacionales e internacionales, entre los que se cuentan Ñ (Clarín) y Radar (Página/12). Como escritor, ha editado la novela Los restos mortales (Norma, 2010), el cuento “No podía abrirlo” (en Panorama Interzona; IZ, 2012) y el libro de relatos Cuando fuimos grandes (Alción, en prensa). En el ámbito de la traducción, se ha especializado en textos académicos y teóricos, entre los que se incluyen Nuevas minorías, nuevos derechos de Homi K. Bhabha, Utopía y reforma en la Ilustración de Franco Venturi, Teoría desde el sur de Jean y John Comaroff, ¿Qué es el arte contemporáneo? de Terry Smith y El desafío de las desigualdades: América Latina / Asia: una comparación económica de Pierre Salama.

Mejor ser atenienses

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La siguiente nota fue publicada con firma de Sabina Berman, el 21 de septiembre pasado, en Proceso.com.mex . La autora pone el dedo en una llaga que al Estado mexicano –que produce, adquiere y distribuye mal el 75% de la producción editorial mexicana– y a los muchos intelectuales que comen de ese plato no les gusta nada.

El Fondo, dormido en sus laureles

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Leo Zuckerman se preguntó si se justifica la existencia de una editorial subsidiada como es el Fondo de Cultura Económica. “No nos hagamos bolas”, escribió en poesía vernácula. “El Fondo sirve (únicamente) a una élite cultural, académica e intelectual”.

Airadas le llegaron las respuestas de dos de nuestros escritores más aristocráticos. Empleo el término “aristocrático” en el sentido en que lo hacía José Vasconcelos: por virtud de la excelencia, incluidos en una minoría. Jesús Silva Herzog Márquez le llamó liberal salvaje. Jorge Volpi le recordó que la alta cultura siempre ha sido patrocinada y nuestras instituciones culturales subsidiadas cifran la ventaja cultural que tenemos sobre el resto de Latinoamérica.

Y sin embargo, me parece a mí que la pregunta de Leo se sostiene. Sí, ¿por qué el Fondo no ha logrado, en medio siglo, llegar a más lectores? ¿Por qué no llega a los millones de preparatorianos y universitarios del país? ¿De verdad el defecto reside en esos lectores posibles pero no reales, o es en el Fondo?

Que es lo mismo que preguntarse asuntos más particulares. ¿Por qué los últimos 24 años las colecciones de poesía y de dramaturgia del Fondo no han crecido mientras que su cava de vinos sí, hasta ser famosa entre los editores del idioma de la ñ?¿Por qué uno de nuestros mayores antropólogos, cuyo nombre él no me agradecería que tecleara aquí, puede publicar su último libro, de tema mexicano por cierto, en una de las más exigentes editoriales universitarias de Estados Unidos, pero en el Fondo se le pide que espere tres años para su publicación en español?

¿Por qué los primeros años del Fondo fueron los de su expansión territorial, de la multiplicación de sus librerías en el mundo de la ñ, mientras en los últimos 24 años inaugurar una librería en Bogotá y una en la colonia Condesa de la capital se proclama como una hazaña?

Más preguntas concretas. ¿Cómo sucedió que España a finales del siglo XX se adueñó de la difusión y la enseñanza del español en el planeta, a través de su Instituto Cervantes, si era el Fondo el que tenía la ventaja hasta un lustro antes?

¿Y cómo es que ahora, cuando una España en crisis económica debe cerrar sus institutos Cervantes, el Fondo no avanza para ocupar los vacíos? En el mismo sentido, ¿por qué es que ante el encogimiento de las editoriales españolas, el Fondo no lidera la avanzada de nuestras buenas editoriales nacionales?

Es decir, dicho en poesía vernácula, ¿cuándo se durmió el Fondo en sus laureles? ¿Cuándo se acomodó en la seguridad del subsidio y el deleite de su cava de vinos y se olvidó de crecer y de servir a más que a una minoría autosatisfecha?

Leo se pregunta si se justifica la existencia de una editorial subsidiada cuyos libros llegan a muy pocos. Digo que me parece a mí que la pregunta es importante, aunque la respuesta que Leo da es, sí, para citar a Silva Herzog, la de un liberal salvaje. (Perdón, amigo Zuckerman, y con el aprecio intacto a tu afán de sacudir las complacencias de las élites.)

Aun en términos económicos, es una respuesta poco útil. ¿Qué gana México con cerrar el Fondo? Nada, nada y nada. Salvo la diferencia actual entre sus costos y sus ventas, 200 millones de pesos, una partida minúscula en el contexto del presupuesto estatal. ¿Y qué oportunidades gana el país si el Estado decide despertarlo y hacerlo crecer?

Servir a muchos más, coleccionar a nuestros clásicos de las últimas tres décadas, lo que no ha hecho, y expandir nuestro mercado editorial a otras latitudes, ahora que ocurre el encogimiento de las editoriales españolas.

Los espartanos cogían a sus hijos de los talones y los hundían en el río helado. Si no morían de neumonía los dejaban vivir. Si enfermaban, los atravesaban con una espada, para abreviar su agonía. Por eso fueron atenienses y no espartanos Sócrates y Platón. Por eso los espartanos fueron magníficos en el arte del asesinato, la guerra, pero no en las artes de la cooperación y el bien vivir, las bellas artes y la filosofía.

Somos ya espartanos en exceso. Cultivemos nuestras instituciones atenienses. Pongamos a un lado los laureles marchitos del Fondo y despertémoslo. Para volver a lo vernáculo: esperemos del Fondo otros laureles más verdes.


Más palos para el Fondo de Cultura Económica de parte de los intelectuales mexicanos

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Jesús Silva-Herzog Márquez/ FOTO: Octavio Gómez
Todo indica que en México hay mar de fondo (sic) con el Fondo de Cultura Económica. El artículo de hoy da cuenta de la pelea entre el ensayista, catedrático y académico JesúsSilva-Herzog Márquez (1965) y el actual presidente del FCE, José Carreñó Carlón*, y fue publicado por Proceso.com.mx el 27 de agosto pasado. Aunque anterior al artículo subido ayer, si sumamos las acusaciones que hay en uno y otro, como se dice, el horno no está para bollos. 

Carreño atropelló la misión del FCE: Silva-Herzog

MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El investigador Jesús Silva-Herzog Márquez aseveró que el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), José Carreño Carlón, atropelló la misión del organismo al organizar un programa a modo para promover al presidente Enrique Peña Nieto.

En respuesta a las críticas que expresó Carreño Carlón por su artículo publicado el lunes pasado en el periódico “Reforma”, el investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México escribió: “Dice José Carreño que no entrevistó al presidente de la Repúblicaen su calidad de director del Fondo de Cultura Económica. ¿Qué puede agregarse a esto? El director de una institución pública participa en un evento público para celebrar el aniversario de la institución que dirige pero… ¡no actúa en ese evento en su carácter de director de la institución! Que el director del Fondo de Cultura Económica pretenda esconder su carácter de funcionario público en la entrevista colectiva en la que actúa como moderador y convocante es precisamente la raíz del problema de corrupción que denuncio: usar una institución pública para fines que le son evidentemente ajenos”.

Silva-Herzog Márquez acusó el lunes a Carreño Carlón, quien también fuera vocero de Carlos Salinas de Gortari, de convertir al FCE en “una plataforma publicitaria de la presidencia” en referencia al programa televisivo “Conversaciones a fondo”, transmitido la semana pasada.

“No veo, por tanto, cómo el gobierno ‘atropelle’ a una institución como el Fondo con el programa Conversaciones a fondo, ni cómo éste haya constituido, ‘estrictamente, una violación de su Estatuto Orgánico’, ni que se le haya dado a la casa editorial trato de órgano periodístico o de ‘plataforma publicitaria de la Presidencia’”, escribió Carreño Carlón en una carta enviada al periódico Reforma.

Hoy, el investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México reviró al director del FCE: “Pregunto: ¿la entrevista promovió la creación, edición o publicación de obras científicas, artísticas, educativas o literarias de algún escritor? ¿Sirvió para editar libros, revistas o folletos? ¿Facilitó la compra, la venta, la distribución de libros? ¿Ayudó a distribuir mejor sus ediciones? ¿Permitió la exportación o la importación de libros? ¿Difundió descubrimientos científicos? La entrevista, propia de una agencia de relaciones públicas o de una entidad periodística, fue por eso un claro atropello a la misión cultural del Fondo de Cultura Económica.

“Hay muchas críticas que hacer a la entrevista desde el punto de vista periodístico. La más importante es de orden jurídico y ético. Un funcionario público conduciendo la entrevista a su jefe en el momento en que emprende una campaña de promoción política. Se nos invitó a presenciar la penosa sumisión política de un órgano público de cultura. La entrevista constituyó un atropello al Fondo de Cultura por tres razones: 1) Puso a una editorial pública al servicio de la Presidencia; 2) acotó el intercambio a los temas políticamente convenientes a la Presidencia y 3) faltó al deber elemental de un editor: seleccionar las voces pertinentes a la conversación pública”.

*José Carreño Carlón es académico, profesor, periodista y escritor. Es licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM, cuenta con el Master of Public International Law por la Rijks Universiteit Leiden y un Doctorado en Comunicación Pública por la Universidad de Navarra en España. Fue director del Departamento de Comunicación, Coordinador del Área de Periodismo y Director de la División de Estudios Profesionales de la Universidad Iberoamericana. Miembro desde 1998 del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC). Autor de los libros: “Para entender: los medios de comunicación”, “Temas fundamentales de Derecho de la Información en Iberoamérica”, “La opinión pública” en La Transformación del Estado Mexicano. Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Periodismo en 1987. Ha sido subdirector de los periódicos La Jornada y El Universal, y director de El Nacional. Actualmente es el Director del Fondo de Cultura Económica, escribe para el Universal y conduce Agenda Pública en Foro TV.

¿Quién se lo iba a imaginar de un Premio Nobel?

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Alfredo Bryce Echenique y Arturo Pérez Reverte no están solos ni son los únicos plagiarios de la lengua: los precede Camilo José Cela. Al menos así lo cuenta Manu de Ordoñana en un excelente artículo publicado el 24 de septiembre pasado en Ser Escritor, un blog dedicado a los menesteres de la literatura, del que nos ha dado noticia su propio autor, desde San Sebastián.

Cela, acusado de plagio

La noticia no es nueva, arranca a finales de 1998, cuando la escritora gallega, Carmen Formoso presentó una querella contra Camilo José de Cela (Padrón, 1916) y la editorial Planeta S.A, por cometer delitos de apropiación indebida y contra la Propiedad Intelectual, al considerar que la obra La Cruz de San Andrés, galardonada con el Premio Planeta 1994, era un plagio de su novela, Carmen, Carmela, Carmiña (Fluorescencia), presentada también al Concurso de ese mismo año. La querella fue admitida a trámite por la Audiencia de Barcelona.

Al principio, nadie dio crédito a la acusación. Apenas tuvo eco en la prensa, los medios estimaron que se trataba del ardid de una escritora desconocida para adquirir notoriedad. ¿Quién iba a imaginar que todo un Premio Nobel de Literatura iba a poner su firma en una novela escrita por una simple maestra de aldea y presentarla al más prestigioso de los concursos literarios que se convocan en lengua castellana?

Pero algo extraño sí que había. El propio Cela reconoció más tarde: “Todos cometemos errores en esta vida” a la pregunta que le hizo Marisa Pascual en la primavera del años 2000: ¿Qué ocurrió con La cruz de San Andrés? Según cuenta la escritora plagiada en su página web, la obra premiada fue presentada al certamen de manera irregular, varias semanas después del día 30 de junio de 1999, fecha en que finalizaba el plazo de admisión, y ni siquiera le fue expedido el preceptivo recibo de entrega que exigen las Bases del Certamen.

Esa versión coincide con la de Francisco Umbral, quien asegura que Cela le contó a mediados de julio del 94 que estaba terminando el libro, y también con la del propio Cela que, en la página 17 de la novela, dice textualmente: “…ha pasado ya mucho tiempo; el libro lo tengo que entregar el día 1 de Setiembre, así que debo darme cierta prisa…”.

Cuando se publicó la novela ganadora del Planeta, Carmen Formoso la vio en una librería, leyó la sinopsis y le interesó el tema: era una historia parecida a la suya. Al llegar a su casa comenzó a leerla. Cuesta poco imaginar la sorpresa que se llevó —y seguro que también indignación— al descubrir dentro elementos fundamentales de su obra, numerosas coincidencias, tanto repeticiones literales como trasposiciones de palabras en la oración para ocultar el plagio, anécdotas, lugares comunes y, sobre todo, la analogía de los personajes: Betty Boop y Matty son réplicas de Carmiña; Matilde Verdú es Carmela; Maruxa y Clara tienen una casa en San Pedro de Nos.

Cuenta la autora en su blog que, durante meses, se dedicó a desenmascarar la trama, anotando en una lista las pruebas que iba encontrando. No se trataba sólo de meras similitudes, sino de frases textuales comunes en ambas obras, idénticos adjetivos para referirse a una misma situación y multitud de detalles claramente coincidentes. El escrito de acusación al Juzgado de Instrucción nº 2 de Barcelona, presentado por su abogado Javier Díaz Formoso —y también, su hijo— recoge una larga lista de las coincidencias que ha encontrado en los dos libros y que el autor de este blog ha verificado.

Terminado su trabajo recopilatorio, Carmen Formoso se decidió a hacer valer sus derechos y enfrentarse a quienes le habían robado el fruto de su trabajo, aun a sabiendas de que desafiaba a todo un Premio Nobel de Literatura, prestigiado novelista, articulista sin precio y con buenos oficios en las alturas, además de acusar a la primera empresa editorial española de manipular la concesión del Premio Planeta, permitiendo al ya designado ganador del certamen acceder a una de las obras candidatas para que la rehiciera a su manera y la presentara con su firma, incluso fuera de plazo.

A nadie le extrañó que La Cruz de San Andrés resultara ganadora de la 43ª edición del Premio Planeta 1994, dotado con 50 millones de pesetas —unos 500.000 euros actuales—. Tras conocer el veredicto, el escritor gallego manifestó: “Me he presentado al Planeta, porque hace cinco años, cuando me dieron el Nobel, pensé en retirarme, pero después me di cuenta que debía probarme y establecí una especie de pugilato conmigo mismo”. Pero alguno pensó que también influiría la cuantía del premio, en un momento en que Cela andaba justito de dinero, tras haber perdido la mitad de su patrimonio y acordado compensar a su esposa con una pensión mensual de 800.000 pesetas —unos 8.000 euros actuales—, tras haberse divorciado de ella en diciembre de 1991, tras 45 años de matrimonio. Por aquel tiempo, la editorial Planeta atravesaba una pequeña crisis debido a la caída de sus ventas en las librerías y se esforzaba por relanzar su certamen literario para recuperar el prestigio y mejorar su cuenta de resultados. Es sabido que, a finales de los setenta, José Manuel Lara ofreció a Miguel Delibes el premio Planeta, que el escritor rechazó con elegancia, a pesar de que eso le hubiera resuelto la vida. Los premios Planeta arrastran una merecida fama de fraude, bajo la sospecha de que su concesión está pactada de antemano.

Pero en 1994, el escándalo subió de tono. No sólo se apañó el resultado, sino que se permitió al nominado utilizar la obra presentada por otro candidato para que sus amanuenses la rehicieran, cambiando la fachada y adaptándola al peculiar estilo del escritor gallego. Para entonces, ya se sabía que Cela utilizaba a “negros” para construir sus novelas y él sólo se dedicaba a supervisar y corregir los textos en bruto que le entregaban sus escribas. Incluso, La Voz de Galicia se atrevió a citar el nombre de Mariano Tudela como su principal colaborador en la redacción de La Cruz de San Andrés.

Y también se rumoreaba que Cela estaba acabado. Nadie pone en duda que La familia de Pascual Duarte(1942), y La Colmena (1951) son dos obras maestras. Posiblemente también lo sea Viaje a la Alcarria (1948). Pero lo que hizo a partir de los sesenta, no vale gran cosa: “Intentó hacer literatura de vanguardia pero no consiguió ningún resultado. Su prosa se hizo cada vez más retórica, más vacía. Tal vez no tenía ya historias que contar o quizá le faltaba la necesidad de expresarse, la emoción necesaria para convertir en arte las vivencias más cotidianas”.

Aún con todo, cuesta entender cómo un escritor tan ilustre se prestó a semejante patraña. ¿Quién le iba a censurar por rebajar su productividad al final de su vida? Cuando le concedieron el Nobel, tenía 73 años, hora ya de estar jubilado. Pero no; él quería continuar en primera fila y no dudó en vender su imagen y el prestigio de su pluma para seguir ganando dinero, a pesar del daño material y moral que iba a causar a una escritora desconocida, llena de ilusión por hacer valer su novela.

Pero, ¿fue realmente un plagio? No, en su sentido literal. La RAE lo define como “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”. El criterio de los jueces es que “el uso de un mismo argumento, expresado de manera original, no constituye plagio, ya que el derecho de autor no cubre las ideas en sí, sino únicamente su modo de expresión”. El Tribunal Supremo, en su sentencia de 28 de enero de 1995, considera que el concepto de plagio ha de referirse a las coincidencias estructurales básicas y fundamentales y no a las accesorias, añadidas, superpuestas o modificaciones no trascendentales.

El caso presente parece más “un supuesto de transformación, al menos parcial, de la obra original”, tal y como reconoce Luis Izquierdo, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Barcelona, porque, estéticamente, la obra es diferente. Con lo cual, podríamos admitir que Cela atentó contra el derecho moral o personal de la escritora gallega, pero quizá no contra su derecho patrimonial, que tiene un significado mercantilista.

¿Qué pasó entonces? Probablemente, Cela se dejaría seducir por el valor del dinero. Como lo necesitaba, no tuvo más remedio que aceptar la farsa. Pero quiso vengarse de los que le obligaron a hacerlo —la editorial Planeta, y Carmen Balcells, su agente literario—, presentando al concurso un bodrio, un desvarío, una narración anárquica y redundante, difícil de leer y carente de mérito literario. Lo hizo a propósito, para provocar al personal. No puede haber otra explicación.

En nueve ocasiones, hace mención a los rollos de papel de retrete en los que había escrito el libro para su presentación a quien habría de bendecirlo. La burla comienza desde el primer párrafo: “Aquí, en estos rollos de papel de retrete marca La Condesita, escribiendo con bolígrafo no se corre la tinta verde, ni la azul, ni la roja, no se corre la tinta, aquí en este soporte humildísimo se va a narrar la crónica de un derrumbamiento…”.

Y sigue, en este primer párrafo, acusando a su editor, como queriendo atribuirle la felonía y justificar así su proceder deshonesto: “El gladiador (Cela) que va a morir saluda al César (su editor) con un corte de mangas porque también él juega y juzga y se ríe a carcajadas del César y de quienes van a escupir sobre su cadáver, sería espantoso imaginarnos a la humanidad demasiado sumisa, suenan los clarines porque ya empieza la misa negra de la confusión, el solemne acto académico de la más turbia de todas las confusiones”.

En la página 14, arremete contra su agente literario —Carmen Balcells— poniendo en boca de la narradora la siguiente imputación: “…la agente Paula Fields me encarga que escriba los siete sucesos que señalaron la vida de mi marido…, a mi me anticiparon mucho dinero, bueno, mucho dinero para mi exhausta bolsa, la verdad es que no llegó a los seiscientos mil dólares, y aunque al principio lo dudé…. acepto la propuesta y empiezo esta crónica desorientada y levemente ortodoxa: todos debemos someternos a las sabias normas dictadas por los comerciantes y los síndicos”.

Sabía que le iban a conceder el premio, sabía que la prensa iba a ensalzar la obra. ¡Qué oportunidad para mofarse de ella! ¿También del público? Pues también, hasta insultarlo, muy propio de Cela (dice en la página 73: “Insisto en decirle a usted, lector estúpido, que las mujeres vulgares tenemos historia natural como las algas y los líquenes, nuestro historiador es Buffon…”). ¿Será cierto eso de que la provocación fomenta la literatura?

A pesar de las pruebas presentadas —afortunadamente, la autora tuvo la precaución de inscribir previamente la obra en el Registro de la Propiedad Intelectual—, el caso fue sobreseído y vuelto a abrir en dos ocasiones, la segunda por el Tribunal Constitucional. Además, en junio de 2001, la editorial Planeta tuvo la osadía de querellarse contra la escritora gallega por presuntos delitos de injurias y calumnias. Pero al final, tras doce años de sobresaltos, el Juzgado nº 2 de Barcelona decretó la apertura de juicio oral contra el editor José Manuel Lara Bosch por presuntos delitos contra la propiedad intelectual, apropiación indebida y estafa, esta vez, sin posibilidad de recurso.

El escrito de acusación al Juzgado de Instrucción nº 2 de Barcelona que presentó su abogado, que recoge Xornal Galego, es todo un ejemplo de trabajo bien hecho, merecedor de una lectura, siquiera somera, ya que su extensión —488 páginas— así lo aconseja. Ante tal cantidad de pruebas, la juez resolvió que La Cruz de San Andrés presenta tantas coincidencias y similitudes con “Carmen, Carmela, Carmiña” que, para realizar tal transformación la novela de la querellante hubo de ser necesariamente facilitada a Cela para que, tomándola como referencia o base, hiciera lo que el perito denomina aprovechamiento artístico.

Camilo José de Cela murió el 17 de enero de 2002. La causa sigue abierta, pero sólo contra el omnipotente José Manuel Lara, presidente del grupo Planeta, un conglomerado de empresas mediáticas (Editorial Plantea, La Razón, Antena 3, La Sexta, Onda Cero, entre otras), con capacidad suficiente para imponer a los medios la “ley del silencio” y presionar a otras instancias en pro de un fallo favorable a sus intereses.


Una buena: el número de librerías porteñas crece

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Romina Smithpublicó en el diario Clarín, del pasado domingo 28 de septiembre, el siguiente artículo que da cuenta del número de librerías de la ciudad de Buenos Aires. Los datos que se ofrecen son promisorios y hablan bien de los porteños.

Las librerías resisten cambios de hábitos y suman locales

El periódico británico The Guardianeligió una porteña como la más linda del mundo. Y los porteños las adoran. Tanto, que incluso les dedican una noche por año para celebrarlas y disfrutarlas. Por romanticismo, por mística, o simplemente por costumbre heredada y aceptada, Buenos Aires es una ciudad librera: ama las librerías. Buenos Aires sin librerías no sería Buenos Aires. Y lo dicen los números: hoy en Capital hay 7.645 habitantes por cada local.

Los datos surgen de un análisis que el Ministerio de Desarrollo Económico difundió en el marco de la Conferencia Editorial, un encuentro que reúne a distintos representantes del sector. En ese encuentro, no solo se habló de esos números y de cómo se trabaja en editoriales nacionales, también se trazó un camino a futuro y se dejó en claro que el porteño potencia su vínculo con las librerías que se refleja en las ventas a pesar de la competencia con la tecnología y de los nuevos hábitos de lectura. ¿Un ejemplo? El país no sólo está al frente del rubro, también logró adaptarse a la producción de libros en formato electrónico y en la región fue donde más creció la edición de e-books.

Con o sin libros electrónicos, antiguas, nuevas, de barrio, de cadenas, con bares, con sillones para leer, con mesas de saldo para revolver, tradicionales como las de la avenida Corrientes (donde solo entre Junín y la avenida 9 de Julio hay 30 locales) o incluso especializadas en el segmento infantil y juvenil, que cada vez se ven más, hoy las librerías siguen tan vigentes como siempre y la cantidad de locales por habitantes que hay en Buenos Aires ya supera a todas las ciudades de Sudamérica e incluso está apenas por arriba de Madrid y Barcelona, dos centros urbanos con más de 500.000 habitantes y una gran tradición librera.

Según datos oficiales, en 2011, cuando Buenos Aires fue nominada “capital mundial del libro”, la Ciudad tenía 293 librerías relevadas. Sin embargo, algunos trabajos recientes hablan de más. Como el Mapa de las Librerías, que se creó en 2012 como iniciativa del programa Opción Libros del Ministerio de Desarrollo Económico con colaboración del Ministerio de Cultura, que estiran ese número a 378 locales que venden libros en distintos barrios y 293 empresas libreras. También según ese mapa, los barrios con mayor cantidad de librerías son San Nicolás (87), Recoleta (45), Balvanera (42) y Palermo (40). Pero con el crecimiento de las cadenas y la aparición de locales especializados hoy se estima que ese número es aún mayor y que en Buenos Aires habría unas 400 librerías, algo más de 100 que hace tres años.

Con esos dos actores el mapa también fue cambiando. El informe que se presentó la semana pasada sobre el mercado editorial porteño habla de esto. “Los cambios del modelo de negocios también ofrecen oportunidades a pequeñas librerías que se especializan en atender a unpúblico más segmentado y se distinguen por títulos seleccionados ”, sostiene. Estas pequeñas empresas se suman a las grandes cadenas y completan el mercado. Y las cadenas tampoco paran de crecer: hoy sólo Yenny-El Ateneo (a la que pertenece la Grand Splendid, la elegida por The Guardian) tiene 13 sucursales en Capital. Y Cúspide, con la que recientemente abrió en la calle Corrientes, otras 11. Aesas se suman las de Librería Santa Fe y otras más pequeñas. “Además de muchas librerías y muchos lectores, hay muchos emprendedores alrededor de la industria editorial que fortalecen el sector y le dan el dinamismo necesario para ajustarse a las tecnologías, los nuevos modelos de negocios y los tiempos que corren. Sin duda la creatividad y la cultura que se respira en Buenos Aires es algo para seguir promoviendo ”, explicó el ministro de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera. Para que esto ocurra es clave el papel de librero, uno de los oficios reconocidos como patrimonio de la cultura porteña. En sus Memorias de un librero (1994), el escritor y poeta Héctor Yánover, que estuvo al frente de la librería Norte, una de las más clásicas de la Ciudad, y falleció en 2003, reveló decenas de anécdotas que todavía se repiten en locales de libros. El, que supo reunirse con Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik, definió ese compilado de pequeñas historias como “la picaresca del libro”. Pero lo que más plasmó fue, sin duda, el perfil del cliente, con historias insólitas y llenas de humor, y hasta extraños personajes que aún existen y viven y rondan por las librerías.

Nueva actividad del SPET y asociados

La RAE contra la independencia de Cataluña

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El jueves 22 de mayo pasado, Gemma Aguilera publicó el siguiente artículo en Minuto político. El modus operandi recuerda lo que solían hacer los militares argentinos durante la última dictadura (aunque, claro, la práctica es anterior), cuando adaptaban el léxico a sus propósitos políticos. Tal vez resulte ilustrativo repasar el volumen Los lenguajes totalitarios, de Jean-Pierre Faye.

La RAE combate el catalinismo desde su diccionario

Administración, autodeterminación, autodeterminista, autogobierno, ciudadano, consulta popular, democracia, democracia directa, estado, estado asociado, estado autonómico, estado de derecho, estado de alarma, estado de excepción, estado de guerra, estado de sitio, mayoría silenciosa, plebiscito, referéndum, soberanía, soberanía nacional, somatén: éste es el listado de términos que la rae ha ido modificando desde el 2010 y que, si no hay cambios de última hora, verán la luz en octubre de 2014, cuando se haga pública la última revisión del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.Las hispanistas Montserrat Alberte y Silvia Senz ultiman un estudio sobre el contenido de estas enmiendas, la ideología y posicionamiento político que reflejan y cómo pueden afectar al proceso catalán, que publicarán en la Revista de Llengua i Dret [Revista de Lengua y Derecho] cuando se haga pública la nueva edición del drae octubre de 2014 y se hagan oficiales todos los cambios que incorpora. 

En 2010, cuando la sentencia del [Tribunal] Constitucional contra el Estatuto [de Cataluña] evidenció que la rae había modificado intencionadamente el significado del término “nacionalidad” para hacerlo encajar con la sentencia, la Generalitat, y también ERC y otros partidos nacionalistas de la comunidad autónoma, pusieron el grito en el cielo y lograron que la academia diera marcha atrás y aceptara que la modificación había sido arbitraria. 

Cruz de San Jorge 
No obstante, con la nueva tanda de modificaciones de acepciones, que pueden tener consecuencias políticas, «ni la Generalitat ni ningún partido político o institución del país han dicho ni mu, por el contrario, Cataluña ha premiado la política de la rae otorgando la Cruz de San Jorge a su director, José Manuel Blecua, máximo responsable de todas estas enmiendas», denuncia la editora, hispanista y especialista en planificación lingüística y normatividad Silvia Senz a Nación Digital. 

El pasado 22 de abril, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, imponía este galardón a Blecua, «por una trayectoria de excelencia en los campos docente y científico, como autor de trabajos de lexicografía y de historia de la lingüística y pionero en la aplicación de las nuevas tecnologías al estudio del castellano». La glosa de su figura también destacaba «la vinculación con Cataluña y la actitud receptiva para con la lengua y la cultura catalanas». 

Silvia Senz insiste en la gravedad de los efectos que pueden tener estas modificaciones de significado, que «tendrán capacidad para intervenir en el transcurso legal del proceso catalán en virtud del papel consultivo que tanto José Manuel Blecua como la propia rae y el drae tienen para los órganos jurídicos y políticos españoles». Por una parte, porque Blecua es miembro nato al Consejo de Estado, órgano supremo consultivo del Gobierno, y por otro, por «el uso que pueden hacer los tribunales de justicia del diccionario cuando este se aplique a los criterios de interpretación literal que admite el Código Civil español en el artículo 3 para dirimir el sentido propio de las palabras que componen las normas jurídicas, las fuentes jurídicas y los principios generales del derecho». Pero además, la rae tiene una función asesora del ministerio de la Presidencia y la Secretaría de Estado de Justicia «en cuestiones de calidad técnica y lingüística de las normas que elabora el poder legislativo español», explica Silvia Senz . 

Andalucismo sí, catalanismo no 

Cataluña sólo ha protestado por el término “nacionalidad” en 2010. En ninguna otra ocasión ha plantado cara a la rae respecto al tratamiento lexicográfico de los términos que la puedan afectar. Tampoco cuando, en la edición vigente del diccionario, en 2001, se produjo una modificación significativa en el término “catalanismo”, la supresión de la acepción política: “movimiento que propugna el reconocimiento político de Cataluña y defiende sus valores históricos y culturales” , y dos modificaciones en las otras dos acepciones, que hacían que el catalanismo quedara reducido a “locución, giro o modo de hablar propio de los catalanes”, y “amor o apego a las cosas características o típicas de Cataluña”.
 
Con el término “andalucismo” se hizo exactamente lo mismo. Pero ahora, como respuesta a una reclamación formal del Partido Andalucista, la rae ha hecho público que reincorporará la acepción política de andalucismo como “nacionalismo andaluz”, rectificación que no afectará a “catalanismo”. ¿Por qué? «Desde Cataluña no se ha pedido. A diferencia de los andalucistas, las instituciones catalanas y los partidos catalanistas —que ya conocían este cambio desde el año 2001, y que están también alertados de las enmiendas que afectan a términos políticos y jurídicos relacionados con el proceso [de autodeterminación catalán], porque nosotras los hemos comunicado pública y privadamente— no parece que hayan considerado suficientemente importantes u ofensivos estos cambios para quejarse», remata Senz. 


La RAE se baja los pantalones ante los abogados de una multinacional

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Académico después de la visita de los abogados de Lycra
Por muy increíble que parezca, la siguiente noticia, publicada el 30 de septiembre pasado, en el sitio español moda.es, no es fraguada: ¡los papanatas de la RAE siguen metiendo la pata y dando todo tipo de muestras de imbecilidad!  

Invista impugna el diccionario de la RAE
por el uso de la palabra “lycra”

Abogados de Wichita contra eruditos de la Real Academia de la lengua Española (RAE). La multinacional estadounidense Invista, uno de los mayores grupos industriales del mundo del sector de la moda, planta cara a la academia española de la lengua por el uso indebido de su marca estrella: Lycra. La empresa ha impugnado la entrada de la palabra lycra en el diccionario de la RAEy ha conseguido que la academia la modifique en la próxima edición del libro, que publicará el 17 de octubre.

Actualmente, el diccionario de la RAE incluye la palabra lycra con la definición de “tejido sintético elástico, utilizado generalmente en la confección de prendas de vestir”. Así, la palabra lycra es considerada por la academia como un genérico para referirse al tejido que tantas prendas de ropa incorporaron en los años ochenta, en pleno apogeo de fenómenos como Flashdance, con sus mallas coloridas y sus calentadores.

El pasado verano, el departamento legal de Invista se dirigió a la RAE para pedir la rectificación de la entrada del diccionario, acogiéndose a que Lycra es una marca registrada y a que se trata de una fibra, y no un tejido, como dice la academia.

La fibra Lycra, propiedad actualmente de Invista, fue inventada en 1958 por un equipo de científicos para sustituir el caucho utilizado para la producción de lencería. El ingeniero que creó esta fibra que ha revolucionado la moda fue Joe Shiver, que en aquel momento trabajaba para Dupont. En 2003, Dupont vendió su división de fibras textiles, Invista, aKoch Industries.

Lycra es una fibra sintética que pertenece a la clasificación genérica de elastano –señala Invista–; nunca se usa sola, sino que se mezcla con otras fibras para obtener tejidos con una elasticidad única y que no se deforman”.

La popularización de la ropa elástica ha hecho que el consumidor identifique la marca Lycracon un nombre genérico del tejido. Invista es el único fabricante del mundo de Lycra, aunque compañías como Creora o Roica también abastecen a los fabricantes de moda de fibra elástica utilizando composiciones químicas y nombres comerciales diferentes.

La fibra elástica es una de las materias primas que más se utiliza en las prendas, sobre todo de íntimo y baño, porque proporciona una mayor comodidad. En los últimos años, el consumo de esta fibra ha aumentado gracias, por un lado, a las tendencias de moda y al éxito de la prenda exterior ajustada, y, por otro lado, al incremento de la producción de prendas a nivel global.

Los académicos cambian licra por lycra
Desde hace algunas semanas, la entrada lycra del diccionario aparece como “Artículo enmendado” e incluye la precisión de que se trata de una marca registrada. La RAE ha publicado un avance de la vigésima tercera edición del diccionario (que incorpora 271 artículos enmendados sólo con la letra L) y en ella dejará de incluirse la palabra lycra, que se cambiará por licra, señalando que procede del inglés lycra, una marca registrada.

La definición de licra se mantiene como un “tejido sintético elástico”, por lo que Invista sigue batallando con la RAE para que la modifique por fibra, según han explicado a Modaes.es fuentes del grupo estadounidense, que acaba de poner en marcha un cambio de estrategia en la política de márketing para Lycra con el objetivo de conseguir que el consumidor la identifique como una marca y no como un genérico.

Invista es uno de los mayores grupos fabricantes y distribuidores de fibras sintéticas para la industria textil, ya sea para la moda, el textil hogar o los textiles técnicos. En 2003, el gigante químico Koch Industries, considerada la segunda mayor empresa de Estados Unidos, compró Invista por 4.400 millones de dólares al también grupo químico DuPont, que se desprendió así de su negocio textil.

En España, la compañía opera a través de una filial, con sede en Barcelona. En el último año, la empresa ha continuado invirtiendo en incrementar su capacidad productiva, con ampliaciones de plantas ya existentes o la apertura de nuevas, como la de nylon de Shanghái. El pasado marzo la empresa anunció una inversión de mil millones de dólares para la construcción de un macro complejo en China para producir nylon. 


"Cada día que pasa se lee menos y se pierde más el tiempo"

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El 20 de septiembre pasado, Rafael Miranda Bello publicó en Excelsior, de México, la siguiente entrevista con José Luis Amores, fundador, editor y traductor de una apuesta editorial independiente española.

Fogonazos de Pálido Fuego

CIUDAD DE MÉXICO, 20 de septiembre.- En noviembre de 2012, ante una creciente y ávida expectativa de los lectores interesados en la literatura contemporánea, la editorial Pálido Fuego lanzaba su primer embate editorial desde la provincia de Málaga, España. El título de dicho libro era nada menos que Conversaciones con David Foster Wallace, “una novela encubierta” —como señalara Juan Francisco Ferré—, en la que se reunían las mejores veinte entrevistas que diera en su vida el impresionante escritor estadunidense. 

Pero los cañones de su artillería apenas empezaban a caldearse y dos meses después, en enero de 2013, la editorial volvía al ataque con La escoba del sistema, primera y gran novela del mencionado Foster Wallace, y aunque Pálido Fuego parecía alzarse con una victoria rotunda, continuaron llegando a intervalos bombazos de calidad indiscutible —Magma, de Lars Iyer; Todo va bien, de Socrates Adams; o Standards, de Germán Sierra, entre otros—, que no han dado tregua a los lectores, y han ocasionado una serie de contragolpes en medios impresos o prestigiososblogs de literatura, desde donde célebres camaradas del ejercicio literario —Enrique Vila-Matas, Javier Avilés, Rodrigo Fresán y Kiko Amat, por mencionar algunos— entregaron informes aliados para reforzar la indiscutible potencia de la editorial.   

Ahora, guarecido en algún sitio en el que se detiene a mitad de la contienda, José Luis Amores, el fundador, editor y traductor de Pálido Fuego, nos concede una entrevista en la que describe el emocionante panorama editorial en el que parece moverse como un combatiente veterano y anuncia las andanadas literarias que están por venir del otro lado del Océano Atlántico.

¿A qué dedicabas tusdías antes del nacimiento de Pálido Fuego?
–Someramente, soy economista de profesión y durante un cuarto de siglo he trabajado para numerosos gobiernos municipales españoles, y como consultor tributario para empresas privadas.

¿Por qué y cómo fue que decides arriesgarte a la creación de una editorial?
–Más que nada lo que quería era ver publicadas en español obras extranjeras inéditas en mi idioma materno que había ido leyendo a lo largo de mi vida. Obras importantes que por uno u otro motivo no habían logrado hacerse un hueco en el mercado hispano, la mayoría por meras razones económicas: eran difíciles de traducir, o caras de imprimir, o demasiado cultas y, en fin, ya sabes…

¿La elección del nombre fue debido simplemente a la sonoridad, o hay alguna declaración de intenciones relacionada con la novela de Nabokov?
–Totalmente, por ambos motivos. Tanto por la belleza de la esdrújula castellana que se forma con la unión de las dos palabras, como por la novela de Nabokov. Además había leído el Timón de Atenas, de William Shakespeare y descubierto el porqué de la apropiación tan posmoderna de una expresión shakesperiana por parte del ruso para el título de su libro. Todo ello me pareció redondo.

Al consolidar un proyectoque diriges y en el queademás de ocuparte como editor asumes la complejatarea de la traducción, ¿qué experiencias te hadejado la decisión de involucrarte en los tres frentes?
–El trabajo a tres bandas es, como puedes imaginar, agotador y en ocasiones un tanto esquizofrénico. Lees, o seleccionas de lo ya leído, haces algún cálculo, negocias con agentes literarios y luego te pones a traducir, y todavía después has de convencer a libreros de las bondades de un producto que has vuelto a parir casi por completo después de que otro —el autor— ya lo pariese en origen. Es muy emocionante y al mismo tiempo altamente satisfactorio. Publicas sólo lo que de verdad crees que merece la pena y por eso eres capaz de vértelas a solas en un proceso verdaderamente prolongado. Y sólo tienes un jefe, el lector, y no varios como en la mayoría de los empleos, digamos, normales.

¿Qué destacarías deentre todo lo ocurridoen estos dos años de
existencia de la editorial?
–Ha habido varios momentos importantes. El nacimiento con la publicación de Conversaciones con David Foster Wallace, libro cuya publicación en EU le pasó desapercibida a la industria editorial hispana y que ha sido todo un éxito. La publicación de La escoba del sistema, primera novela de Wallace que es nuestro best-seller y, de alguna manera, la precursora de la idea de montar la editorial. Ver publicado un libro como Mi primo, mi gastroenterólogo, de Mark Leyner, de una importancia capital para entender el paso de la literatura posmoderna al afterpop que ha acabado por inundar todo tipo de entretenimiento narrativo. Y las tres joyas publicadas últimamente: Historias del arcoíris, de William T. Vollmann; La casa de hojas, de Mark Danielewski, y Una singularidad desnuda, de Sergio de la Pava. La respuesta de los lectores a todos estos libros ha sido fenomenal y no me cabe señalar nada más destacado.

¿Crees que ha cambiado el panorama editorial en el que surgió Pálido Fuego y de ser así, cuáles son las diferencias más notablesque hay en la actualidad?
–La crisis económica, al menos en España, ha diezmado el mercado editorial, si bien nosotros nacimos en plena debacle y no hemos conocido, como suele decirse, “tiempos mejores” sino todo lo contrario. No obstante, hace un par de años, cuando en verano leía Una singularidad desnuda en la playa por puro placer, sin tener en mente su publicación en español, veía a más compañeros de lectura diseminados acá o allá sobre la arena. Hoy puedo decir que ese panorama ha cambiado por completo: es difícil tropezarse con personas que lean en público. La comunicación “veinticuatro horas al día” vía móvil o celular ha desplazado la lectura como entretenimiento solitario en transportes públicos, almuerzos en parques o tomando el sol en la playa. Nos quejamos de la situación económica, que “dificulta” el acceso a la lectura porque los libros cuestan dinero. Sin embargo, compruebo que la gente se gasta en media borrachera más de lo que cuestan los ensayos completos de Montaigne. De manera que, por todos estos motivos, el panorama editorial ha adelgazado bastante, o engordado, según se mire: cierran pequeñas, medianas que se hunden o son absorbidas por grandes que a su vez se fusionan con otras grandes para crear elefantes; hay movimientos millonarios en agencias literarias, escisiones o spin-offs, la autopublicación ha dejado de ser un fenómeno estrafalario para convertirse en una realidad ubicua; el cierre masivo de medios de comunicación ha dejado sin sustento a miles de escritores y obligado a reconversiones que nos dejarán sin muchos buenos narradores; y además cada día que pasa se lee menos y se pierde más el tiempo. No cabe imaginar un panorama más emocionante.

Con siete autores estadunidenses en el catálogoy sólo Germán Sierra del
lado de la lengua española, ¿cómo han sido escogidos los títulos publicados
por la editorial?
–Como digo, la selección viene en gran parte de lecturas antiguas. Sigo por supuesto leyendo, más que nunca en realidad, y por fortuna no dejo de encontrarme por el camino con obras que piden a gritos ser publicadas en el mundo hispano. Es como cuando vas a un sitio y su belleza te cautiva y haces una foto para publicarla en alguna red social, pensando “Mis amigos tienen que ver esta maravilla”. Publicar títulos extranjeros en tu idioma, de la manera en que lo hacemos nosotros, es algo parecido: no escogemos un título por su supuesta o presunta rentabilidad —ten por seguro que ese tipo de libros ya han sido “cazados” por otros más grandes— sino por su calidad intrínseca y lo que pensamos puede ser su aportación a nuestro acervo literario. Como ejemplo te diré que te sorprendería saber la cantidad de escritores, profesionales y amateur, y de periodistas que han comprado Conversaciones con David Foster Wallace por los valiosos consejos que contiene para la profesión.

Si “se empieza con los tambores para terminar con dinamita”, como escribió Henry Miller en Trópico de Capricornio, y siendo los primeros fogonazos de Pálido Fuego del calibre Foster Wallace, Iyer, Vollmann, Danielewski, y más recientemente De la Pava, ¿qué libros están por venir y cuándo estarán en México?
–Dentro de nada copublicamos otro título de Danielewski, La espada de los cincuenta años. Y a renglón seguido The Public Burning, la gran obra maestra de Robert Coover, el maestro de las letras norteamericanas. Ambas estarán en México este mismo año, seguro. De hecho, Una singularidad desnuda estuvo disponible en librerías Gandhi días antes de su salida a público en España. Y ya en 2015 publicaremos The Lost Scrapbook, de Evan Dara (imperdonable que este libro no lo tengamos ya en español), y Dogma, de Lars Iyer, y… muchos más.

¿Y algunos títulos que desearías ver con el sello de la editorial Pálido Fuego en un futuro cercano?
–Podría decirte muchos, pero esto forma más bien parte de una especie de secreto profesional “transitorio”. Ya tuve un par de malas experiencias en el pasado reciente por hacer públicos este tipo de deseos, por mencionar obras sin haber llegado a concretar la compra de sus derechos en español.

¿Qué libros has leídorecientemente y a qué libro o autor tienes en la mira
para próximas lecturas?
–Últimamente he leído mucho a Stephen Dixon, por ejemplo, casi totalmente inédito en español hasta hace nada. No lo conocía y me lo recomendó Germán Sierra y he de decir que es un grandísimo escritor, sus novelas son fenomenales. La argentina Eterna Cadencia ha publicado hace tres o cuatro meses una antología de relatos suyos y anuncian que publicarán más dentro de no mucho. No he leído esa antología en concreto, pero me atrevo a recomendar a ciegas y encarecidamente su lectura. He leído hace unos meses Teatro Grottesco, de Thomas Ligotti, un gran libro de relatos a caballo entre la imaginación alucinada de Bruno Schulz y la escritura obsesiva de Thomas Bernhard. Y mi próxima lectura van a ser las 700 páginas de Last Stories and Other Stories, el último libro de William T. Vollmann, que estoy esperando me llegue a casa en cualquier momento.

¿Y qué estásleyendo ahora?
–¿Ahora mismo? Ahora estoy leyendo Imperial, de Vollmann, una obra muy mexicana e infinita en más de un sentido.

¿En qué sentido consideras que esa obra de Vollmann, en particular, es “muy mexicana e infinita”?
–Porque Imperial para prácticamente en México, en Mexicali para ser exactos, y el libro tiene mil 300 páginas. Infinita, por tanto, por su extensión y por tratar de una tierra que amo sin haber llegado aún a pisarla.


"La literatura le gana la partida siempre a las historias oficiales"

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“La reedición de Cazador de ratas, antología de poemas de la escritora rusa Marina Tsvietaieva, resultó la excusa perfecta para que las traductoras (y también escritoras) Irina Bogdaschevski, serbia, y Laura Estrin, argentina, reflexionaran sobre la obra de la autora de Poema del Fin y sobre las complejas relaciones entre la literatura, la vida y el poder”, dice la bajada de la siguiente entrevista de Pablo Chacón, publicada por la agencia TELAM, el 4 de octubre pasado.

“La literatura es el diálogo de dos en un castillo”

El libro, publicado por las ediciones Paradiso, incluye algunos de sus poemas largos, quizá los más importantes, y otra serie de piezas ineludibles a la hora de estudiar la literatura de cualquier tiempo.

 Bogdaschevski nació en Belgrado y vive en Villa Elisa. Estrin nació en Buenos Aires; es docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y ha publicado varios libros: poemas y ensayos. Esta es la conversación que ambas sostuvieron con Télam.

–T : En la obra de Marina Tsvietáieva, ¿cuál es la importancia de Cazador de ratas?
–IB : Este libro, que hicimos en el año 2007, ahora reeditado, lleva el título de uno de los nueve poemas largos de Tsvietáieva (“Cazador de ratas”), pero otros poemas son tanto, o más importantes que éste, por ejemplo “Campamento de los cisnes”, o “Carta de Año Nuevo”, dedicado a Rainer Maria Rilke, que traduje en Tres poemas.

 –T : ¿De qué época son estos poemas y cuáles eran entonces los interlocutores de la autora?
–IB : Los poemas largos de Tsvietáieva son de diferentes épocas: algunos pertenecen a los últimos años de su estadía de Marina en Rusia (1918–1921, “Campamento de Cisnes”, “En el Caballo Rojo” y “Zar –Doncella”), otros a los años en Checoslovaquia, en los suburbios de Praga (“Poema de la Montaña” y el mismo “Cazador de ratas”) y los últimos a los tiempos de su vida en Francia (“Poema de la escalera, por ejemplo”).

–LE : Tsvietáieva escribió para sus amigos, poetas o no. Escribió desde el fondo del amor o desde el fondo de la vida y eso es difícil de escuchar; muchos interlocutores contemporáneos no hay para esos extremos. Nadie nunca quiere oír demasiado.

–T : ¿Por qué razón Marina, su figura extraliteraria, sigue provocando tanta curiosidad?
–IB : Tsvietáieva ha sido una figura realmente trágica, su vida fue un largo poema casi épico, con sobresaltos, desgracias y malos tratos, con falta de comprensión y abandono. Ella dijo una vez: La gente cree que la mala vida que me abruma es el destino que me tocó! ¡Ojalá tuviera yo de regalo una pizca de felicidad, cómo lo hubiera disfrutado!

–LE : Alguna vez uno comprende la distancia entre literatura y todo lo demás. La enorme distancia entre una obra y todo lo que luego pasa con ella. Una obra no garantiza nada. Nada garantiza nada. Y aunque nos refugiemos en el cuanto peor mejor, la injusticia duele y tiene fastuosas cosechas. (Philippe) Sollers escribió que la historia es el tiempo en que tarda una obra en ser leída. Hoy se lee a Tsvietáieva (de hecho hoy celebramos la reedición de este libro, que hicimos hace casi 8 años) pero siempre me queda la duda, la sensación de no saber qué se lee cuando se lee. Y con ese interrogante puede tal vez responderse a la curiosidad que parece despertar la genial obra de Tsvietáieva y la catastrófica y concomitante vida de Tsvietáieva.

 En general las respuestas vienen de la historia. Pocos soportan la historia, muchos la convocan en sus devaneos explicativos pero pocos la soportan de veras. Recuerdo que (Sigfried) Krakauer en Historia. Las últimas cosas antes de las últimas, afirma que aunque las ideas históricas surgen del yo entero, no son subjetivas en un sentido que podría interferir con su potencial valor de verdad. Por el contrario, en ellas, la subjetividad no es en absoluto un factor limitante: esto es lo insoportable de la obra de Marina Tsvietáieva, ella pone, tal como dice el alemán, la subjetividad en su máxima intensidad por lo que entonces se transciende a sí misma. Las ideas históricas son objetivas precisamente a causa de su deuda con la pura subjetividad dice también Kracauer. Y con ejemplar claridad concreta lo que dice (Michel) Foucault: lo que me sorprendía era que, en filosofía, por marxista que fuera la gente en esa época -y dios sabe que lo era-, su ignorancia de la historia era, no diría total, pero sí central. Entre los estudiantes de filosofía había una regla fundamental; como uno era marxista, no tenía que saber historia; la conocía como se conoce un viejo secreto de familia cuya clave se ha revelado hace ya mucho tiempo. Podemos agregar a esto el comentario de Sartre cuando invitado a la URSS, sugiere, siempre comedido, que a los obreros de Europa les puede hacer mal conocer los datos del Gulag, que es preferible no comentarlos públicamente. Tsvietáieva, que siempre viene del futuro, gritó muy justamente en alguno de sus libros: algún día comprenderán, algún día verán, algún día me leerán.

La literatura le gana la partida siempre a las historias oficiales. Yo no sé mucho más que lo que la literatura enseña, (Victor) Shklovski también en este mismo sentido apelaba a una literatura cognitiva, pero aunque mostremos los documentos del latrocinio de Sholojov, nadie cambia lo que ya se instituyó y es cómodo y conveniente seguir repitiendo. Porque las ideas tienen diferentes raíces que los hechos. Y la literatura es un hecho, un hecho material. Y muy contundente.

 –T : ¿Qué tipo de relación tiene la poesía (y la prosa) de Tsevietaieva con Rilke y con Friedrich Nietzsche?
–IB : Tsvietáieva conoció a Rilke a través de Boris Pasternak y tuvo con él un intenso intercambio epistolar, que los acercó y les descubrió sus afinidades. El magnífico poema “Carta de Año Nuevo” (1926), está dedicado a la muerte de Rilke. Está escrito en forma de conversación con el poeta que acababa de morir y tiene tanto en su composición como en su lengua una fuerte impronta innovadora, además de un registro muy severo y al mismo tiempo tierno y conmovedor, hecho que le permite a otro poeta ruso, (Joseph) Brodski escribir un importantísimo ensayo dedicado a este poema de Marina Tsvietáieva (incluido en Tres poemas).

–LE : hay hilos en las adyacencias de la literatura que permiten algunas tradiciones mientras cortan otras continuidades posibles. La serie literaria que diríamos sigue a Hegel, sintetizadora, metafísica, dialéctica, y la que puede seguir, entre otros, a Nietzsche, a veces se excluyen. Tal vez porque este último, y muy complejamente, permite volver a cierto interés en la ética, el hombre concreto, lo individual. No sé si Tsvietáieva lo leyó pero el amor por Heine, por Goethe, por Holderlin que tuvo, hace a su literatura más cercana a la transvaloración de la vida y la escritura nietzscheana, perspectiva que carga con tanto malentendido…

 Por lo que me gustaría decirlo con una frase que dejó Héctor Libertella en nuestra literatura: la literatura es el diálogo de dos en un castillo, afirmación que permite la cercanía con mi pena es mi castillo, que ya no sé si es de Nietzsche o de Rilke. Tsvietáieva escribió a y de Rilke como su exacto contemporáneo. Sintió y dijo que junto con Pasternak eran la literatura de su época. Los amó con todos sus brazos, con la fuerza de Pushkin –como ella afirmaba- y extendió su comprensión de la poesía y del encuentro con ellos (su encuentro fue un milagro –dijo-, del mismo modo en que a otros les recordó que su trato fue demasiado temprano), hacia algo intempestivo pero ineludible. Rilke y Pasternak la correspondieron en cartas, poemas y elegías. Más extensamente puede contarse que lo que Tsvietáieva pensó de muchos autores que la afectaron lo dejó escrito clarito: su obra se extiende en retratos enormes y geniales (en Retratos, que hemos editado el año pasado, compilamos los inéditos en castellano sobre Pasternak, Briussov y Balmont).

 –T : Podría pensarse que la escritora abomina de las fuerzas celestes. ¿Es así, en rigor?
–IB : No se debe sacar ninguna conclusión, porque se mezclan en su alma muchos, distintos, contradictorios sentimientos, pero siempre llenos de religiosidad (sin pertenecer a ninguna religión determinada).

–T : ¿Por qué creén que Illya Ehrenburg no habla –o no habla mucho– del destino de Marina?
–IB : ¡Porque Ehrenburg (a pesar de sus virtudes) era un camaleón!

–LE : El tiempo lo arruina todo –escribió Graciela Schvartz– y solemos saber lo que algunos editores eligieron que sepamos… Si Ehrenburg habló o no de Tsvietáieva, si Maiakovski la conoció, si ella lo valoró, si Pasternak ayudó a Tsvietáieva y a Mandesltam, son elementos que a veces escapan al más fino biógrafo y son fácilmente tergiversables. El testimonio suele ser suspicaz y el testigo muere o lo matan (como al mensajero); en ese caso Tsvietáieva escribió una defensa de su relación con Mandelstam en Una dedicatoria. Ehrenburg fue un hombre complejo en un tiempo complejísimo: a mí siempre me hace pensar contradictoriamente que haya donado toda su obra a la Biblioteca de la Universidad Hebreade Jerusalén. 

What the fuck!

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Con el singular título “El problema de traducir la palabra fuck : algunos ejemplos en la poesía norteamericana contemporánea”, ayer se presentó en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires la poeta y traductora, del inglés y el alemán, Cecilia Pavón. La velada se estructuró a través de una serie de ejemplos con los distintos usos de la expresión y permitió una rica discusión sobre los muchos matices que se ponen en juego a la hora de traducir.

Los interesados pueden ver el video de la velada en http://www.ustream.tv/recorded/53699643

Cecilia Pavónnació en Mendoza en 1973. Es Licenciada en Letras por la UBA. En 2012 publicó su poesía reunida: Un hotel con mi nombre, por Mansalva. Ha publicado además:27 poemas con nombres de persona, Triana, 2010. El e-book Once Sur, Blatt y Rios, 2012 y el libro de relatos, Los sueños no tienen copyright, Blatt y Rios, 2010. Este año, la editorial Sand Paper Press de Key West, Estados Unidos, publicará una selección de sus poemas traducidos al inglés. Vive en Buenos Aires, donde trabaja como traductora literaria del alemán y del inglés. Ha traducido entre otros autores a: Diederich Diederichsen, Isabelle Graw, Mercedes Bunz, Werner Schroeter, del alemán. Y a Chris Kraus, Ariana Reines, Dorothea Lasky, entre otros, del inglés.

El Grupo Planeta con olor a podrido

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La noticia es del día de ayer y fue publicada por Carlos Prieto, en El Confidencial, de España. Aquí se habla de un claro acto de censura ejercido contra el periodista y escritor Gregorio Morán (Oviedo, 1947), autor de El cura y los mandarines, un libro que iba a publicar Manuel Lara, mandamás de Planeta, a través de su sello Crítica, y que, por no aceptar eliminar ciertos nombres y hechos, ha quedado sin editorial.


Planeta censura el libro de Gregorio Morán
sobre la casta cultural española

El ensayo se llama El cura y los mandarines, lo ha escrito Gregorio Morán y es una historia sobre los vínculos entre la cultura y la política española entre 1962 y 1996. Hoy tenía que haberlo puesto en circulación la editorial Crítica, del grupo Planeta, y tenía todas las papeletas para convertirse en uno de los ensayos culturales del año: Gregorio Morán, periodista crítico de referencia, culminaba así una carrera dedicada a investigar la fontanería del poder en nuestro país. Pero no será así, al menos en el sello de José Manuel Lara, así lo ha confirmado la editorial a este periódico a pesar de estar anunciado el lanzamiento desde hace meses.

Crítica se ha negado a publicar el ensayo sin purgar, a lo que Morán se ha opuesto. Conclusión: Morán cobrará el adelanto estipulado y buscará otra editorial, en un acuerdo de divorcio con una cláusula de confidencialidad que quizás no permita hablar a Morán sobre el asunto, como confirman a El Confidencial fuentes próximas al escritor asturiano. La censura convierte El cura y los mandarines en un libro maldito y legendario

Los editores de Crítica pidieron hace unas semanas a Morán que purgara una capítulo de once páginas del manuscrito en el que se hacían referencias críticas a la trayectoria de Víctor García de la Concha y su paso por la Real AcademiaEspañola (RAE), y donde también se mencionaba a otros académicos de la institución como Luis María Ansón y Juan Luis Cebrián. Pero Gregorio Morán se resistió y rechazó de manera tajante esta posibilidad. Fuentes del entorno de Morán confirman que el dedicado a los académicos es uno de los muchos capítulos "calientes" del ensayo.

Si bien los comentarios de Morán sobre la RAE podrían haber sido la gota que colmara el vaso de la paciencia de sus editores, el libro en su totalidad ha sido un quebradero de cabeza para Crítica desde que la editorial recibió el original, que iba a enervar a una buena parte del grupo dominante político y cultural español. Aunque el ensayo reparte mandobles a personajes más relevantes que De la Conchaactual director del Instituto Cervantes, no es menos cierto que los lucrativos acuerdos comerciales entre el mundo RAE y Planeta son conocidos por todos, incluido la publicación de ese best seller llamado Diccionario de la Lengua Española, cuya nueva edición, por cierto, está al caer.  

Planeta: "No es censura"
“Llevo luchando por publicar este libro desde hace meses, porquees un libro espléndido. Pero el departamento jurídico ha hecho un informe de tres páginas en el que deja claro todos los motivos de demandas, explica Carmen Esteban, directora editorial de Crítica, a este periódico, desde Fráncfort. “No podemos asumir esos riegos, según el departamento jurídico. Hay descalificaciones personales porque sí…

No ha habido vocación de censura. Se le pidió al autor que rectificara, pero él se negó a pulir nada”, añade. “No es censura, era un libro denunciable y el responsable es el editor. Hay muchas intromisiones en el honor”, dice. El libro estaba contratado desde hace diez años. De hecho, la editora asegura que el libro que se contrató era otro, pero que llegó éste. “Un libro espléndido, pero impublicable porque nos habrían cosido a demandas”, repite. 

Abuso sobre abuso
La ironía del asunto es que El cura y los mandarines es un repaso a las mezquindades y los abusos de poder de la cultura española de la segunda mitad del siglo XX. Así que su censura vendría ser un extraño caso de profecía autocumplida. Qué mejor manera de certificar las tesis del libro que censurándolo, y qué mejor forma de promocionarlo que impidiendo su publicación (podría pensar un cínico).

En efecto, curiosa manera de silenciar un libro que logrando que toda España se entere en los próximos días de su existencia por haber sido boicoteado."En Planeta han perdido los papeles. Es un caso claro de incompetencia e impunidad", confirman a este periódico fuentes conocedoras del conflicto.

Estamos ante un atropello cultural o el penúltimo capítulo de una serie de episodios vergonzantes de la cultura española. Si Morán decide algún día ampliar el objeto de estudio de su libro hasta el siglo XXI, no tendrá que escribir el epílogo: ya lo han hecho sus censores por él.  

La demostración de que a Crítica/Planeta se le ha ido este asunto de las manos, es que acaba de aparecer en los kioscos el número de octubre de la revista Leer… con una entrevista a Morán sobre El cura y los mandarines, realizada antes de que estallara el quilombo y cuando aún se pensaba que Crítica publicaría el libro a principios de octubre. El titular de la entrevista ya avisa del tono del ensayo frustrado: “Este es el libro más duro y brutal de todos los que he escrito”, lo que dicho en boca de Morán, conocido por sus andanadas críticas, suena para hacerse caca en los pantalones (que es lo que parece que les ha ocurrido a algunos en el grupo Planeta). Y más: “Es un ajuste de cuentas con mi generación… Por eso es posible que este libro no exista, que no salga en los papeles”, afirma Morán profetizando la que se le podía venir encima.

Otra joyita de la entrevista de Leer sobre César Alonso de los Rios: “Es uno de los que cruza todo el ciclo español entero: sale de un seminario de un pueblo de Valladolid y va directamente al Frente de Liberación Popular (FLP); de ahí al PCE, donde tiene una activa participación; luego pasa al PSOE a ser nada menos que la mano izquierda de Solana en Cultura, y de ahí al PP, extrema derecha, además no la facción más moderada”.

Y otra más referida a los capítulos en los que habla de Camilo José Cela: “No creo que haya en la Historia de la Literatura Españoladesde Quevedo, un trepa con tanto talento para trepar”.

Resumiendo: Morán ha decidió escarbar en la memoria histórica delpaís y poner a cada uno en su sitio.  

Más errores del grupo editorial: El cura y los mandarines sigue disponible para comprar en las principales páginas de comercio electrónico de libros (Amazon, FNAC y Casa del Libro), pese a que Planeta/Crítica ha retirado la ficha del ensayo de su página web y, por tanto, el libro oficialmente no existe. ¿Qué va a pasar con los lectores que han comprado el ensayo en preventa?

Si los editores del grupo Planeta pensaban que podían controlar a un personaje como Morán estaban equivocados. A estas alturas de su carrera, tras varias décadas escribiendo a la contra y resistiendo a no pocas presiones y censuras, Morán no sólo ha demostrado que siempre dispara con bala, sino que la autocensura no va con él. Ejemplos de esta actitud hay muchos. Recuerden su biografía crítica de Adolfo Suárez, publicada en el punto álgido de su presidencia y en medio de una ensordecedora polémica, y que Planeta (sí, Planeta) convirtió en best seller durante la Transición. Porno hablar de sus tres décadas de críticas inmisericordes a Jordi Pujol en su clásico artículo de los sábados en La Vanguardia.

Planeta, de hecho, había publicado hasta ahora varios de los ensayos másconflictivos de Morán, de Miseria y grandeza del Partido Comunista de España a Los españoles que dejaron de serlo. Repetimos: hasta ahora. ¿Qué está pasando?

Ahora la otra gran cuestión es la siguiente: ¿Se atreverá algún otro gran grupoeditorial a publicar el ensayo o preferián mirar hacia otro lado? "Apostaría a que hay pocas posibilidades de que una editorial grande se atreva con esto", zanjan fuentes cercanas a Morán.



La incesante traducción

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Gracias a nuestros amigos del Círculo de Traductores de México, nos hemos enterado de que, con traducción deRamón Vera Herrera, el periódico La Jornada, de ese país, ha publicado el 4 de octubre pasado el siguiente texto del escritor británico John Berger, que tal vez nos ayude a terminar mejor la semana.
Páginas sobre la lengua madre, las historias sin palabras
y la incesante traducción

Autorretrato
He estado escribiendo durante unos ochenta años. Primero fueron cartas, luego poemas y discursos, más tarde historias y artículos y libros. Ahora escribo notas.

La actividad de escribir ha sido vital para mí; me ayuda a buscarle sentido a lo que vivimos y continuar. Escribir, sin embargo, es el brote de algo más profundo y más vasto –nuestra relación con el lenguaje como tal. Y el sujeto de estas cuantas notas es el lenguaje.

Comencemos por examinar la actividad de traducción de un lenguaje a otro. Casi todas las traducciones de hoy son tecnológicas, pero yo me estoy refiriendo a las traducciones literarias. La traducción de textos cuyo corazón es la experiencia individual.

La visión convencional de lo que esto implica propone que el traductor o traductores estudien las palabras de una página en cierto lenguaje y las entreguen en otra página, con otro lenguaje. Esto implica la llamada traducción palabra por palabra, y después una adaptación para respetar e incorporar la tradición y las reglas de la lingüística del segundo lenguaje, para finalmente volver a amasar el resultado hasta recrear el equivalente a la voz del texto original. Muchas traducciones, tal vez la mayoría, siguen este procedimiento y los resultados son valiosos pero de segunda categoría.

Por qué. Porque la verdadera traducción no es un asunto binario entre dos lenguajes, sino un encuentro triangular. El tercer punto del triángulo es lo que yace tras las palabras del texto original antes de haberse escrito. La verdadera traducción exige un retorno a lo pre-verbal.

*

Uno lee y relee las palabras del texto original de modo de penetrarlas hasta alcanzar, para tocar, la visión o la experiencia que las provocaron. Uno luego rejunta lo que descubrió ahí y lleva esta cosa titilante, casi ausente de palabras, y la sitúa tras el lenguaje al que necesitamos traducirla. Y entonces nuestra mayor tarea es persuadir a esta lengua huésped que la tome, que reciba esta cosa que espera ser articulada.
Una lengua no puede reducirse a un diccionario o a un acumulado de palabras y frases. No podemos tampoco reducirla al depósito de obras escritas en ésta.
Una lengua hablada es un cuerpo, una criatura viva, cuya fisonomía es verbal y cuyas funciones viscerales son lingüísticas. Y el hogar de esta criatura es lo inarticulado y también lo que es nos es dable articular.

*

Consideremos el término lengua materna. En ruso el término es rodnoi-yazyk, que significa la lengua más amada o cercana. En un chispazo podríamos llamarla nuestra amante lengua.

La lengua materna es nuestra primera lengua, escuchada por vez primera cuando éramos infantes, de la boca de nuestra madre. De aquí la lógica del término.

Y lo menciono ahora porque esa lengua (que es criatura e intento describir) es sin duda femenina. Me imagino su centro como un útero fonético.

En el interior de una lengua materna, están todas las lenguas maternas. O para ponerlo de otro modo –toda lengua materna es universal.

De un modo brillante Chomsky demostró que todos los lenguajes, no sólo los verbales –tienen ciertas estructuras y procedimientos en común. Y entonces una lengua materna está relacionada (rima) con las lenguas no verbales –como son los signos, la conducta o el despliegue espacial.

Cuando dibujo, trato de desmadejar y transcribir unas apariencias que conforman un texto, que ya de por si tiene, lo sé, su indescifrable pero seguro sitio en mi lengua materna.

Las palabras, los términos, las frases, pueden separarse de la criatura que es su lengua y pueden utilizarse como meras etiquetas. Se convierten entonces en algo inerte y vacío. El uso repetitivo de siglas y acrónimos es un ejemplo directo. La mayor parte del discurso político dominante de hoy está compuesto de palabras que, escindidas de su lengua, son inertes y muertas. Y este trafique con palabras muertas borronea la memoria y alimenta una inexorable complacencia.

*

A lo largo de los años, lo que me ha impulsado a escribir es la urgencia íntima de que algo necesita decirse y de que si no lo digo yo, existe el riesgo de no ser relatado. Me pienso más como un hombre que quiere cerrar huecos y no como un escritor profesional de trascendencia.

Tras escribir unas cuantas líneas, dejo que las palabras se deslicen de regreso al interior de la criatura que es su lengua madre. Y ahí, son de inmediato reconocidas y recibidas por el abrazo de otras palabras con las que tienen afinidad de significado, o de oposición, o de metáfora o aliteración o ritmo. Escucho su confabulación. Juntas cuestionan el uso que le destiné a las palabras que escogí. Cuestionan los roles que les asigné.

Así que modifico las frases, cambio una o dos, y las someto de nuevo a la discusión. Comienza entonces otra confabulación.

Y así sigue hasta que hay ahí un ligero murmullo de consenso provisional. Procedo entonces con el siguiente fragmento.

Y otra confabulación comienza.

Que otros me sitúen como escritor, o como quieran. Yo para mí soy el hijo de la fregada –y seguro pueden adivinar quién es la fregada, ¿no?

La vigilancia
Muchísima gente tiene sus bares favoritos adonde le gusta encontrarse con los amigos y compartir un trago. Yo prefiero beber con mis amigos en casa. Pero sí tengo mis albercas públicas adonde voy a nadar para arriba y para abajo, a mi propio paso, cruzándome con otras personas nadadoras a las que no conozco, aunque intercambiemos miradas de reojo y, en ocasiones, sonrisas.

Estas albercas no tienen nada en común con las piscinas privadas de los pudientes, o con las lujosas piscinas de los muy ricos, ésos que hoy catastróficamente están acaparando el futuro del mismo planeta donde vivimos.

En las albercas públicas el uso de las gorras de baño es obligatorio. Como también lo es la ducha con shampú antes de lanzarse al agua (o de bajar a ella por la escala esquinada). Me lanzo y conforme nado mis primeras brazadas bajo el agua tengo la sensación de que entré en otra escala temporal, una sensación semejante a la que podría tener un niño en su casa cuando decide deambular de un piso al otro.

Los nadadores compartimos una suerte de anonimato igualitario, sin zapatos ni seña alguna de rango: tan sólo nuestros trajes de baño. Si por accidente tocas a alguien mientras nadas, al pasar junto a ella o él ofreces una disculpa. La ilimitada crueldad hacia otros como nosotros, la crueldad de la que somos capaces cuando nos indoctrinan y reglamentan, es difícil de imaginar aquí, conforme giras para nadar tu vigésima vuelta.
Las paredes exteriores y el techo plano de la alberca municipal son de vidrio. Así que desde el agua puedo ver los edificios circundantes y el cielo. Hacia el oeste hay una pendiente de pasto y al tope crece un arce plateado. Observo este árbol mientras nado de costado.

El conjunto del árbol con sus muchas ramas ascendentes semeja la forma de cualquiera de sus hojas. La hoja de arce, de maple, tiene forma pinada –reminiscente de las plumas (el término en latín para pluma es pinna). El envés de la hoja es verde ensalada, y su reverso es del color de una plata verdosa. El destino inscrito del arce es ser pinado.

Decido dibujarlo tan pronto salga de la alberca: un bosquejo del árbol completo y en la misma página un acercamiento a una de sus hojas. Así, me digo a mí mismo todavía nadando, de algún modo el dibujo hará referencia al código genético del arce. Será una especie de texto acerca del árbol conocido como arce plateado.

Tales textos pertenecen a un lenguaje sin palabras que hemos estado leyendo desde la temprana infancia, pero que no podemos nombrar.

Dibujo del arce plateado
Más tarde nado de espaldas y miro al cielo a través del techo de vidrio con sus marcos. Un vívido azul con nubes blancas en forma de cirros que se hallan, diría yo, a una altura de 5 mil metros. (El latín para rizo es cirrus.) Los rizos varían lentamente, se juntan y separan en tanto las nubes derivan en el viento. Puedo medir su deriva gracias al marco del techo. De otro modo sería muy difícil notarla.

El movimiento de los rizos proviene aparentemente del interior del cuerpo de cada nube y no de una presión aplicada desde fuera; me hace pensar en los movimientos de un cuerpo dormido.

Es probable que por eso es que dejo de nadar y me pongo las manos en la nuca y floto. Mis dedos gordos de los pies sobresalen apenas de la superficie. El agua me sostiene.
Mientras más tiempo miro los rizos más pienso en historias sin palabras. Historias sin palabras –como las historias que podrían relatar unos dedos. Aquí, en realidad, historias narradas por minúsculos cristales de hielo en el silencio del cielo azul.

Dibujo de los cirros
Ayer leí en la prensa que veinte palestinos fueron volados en pedazos en su propio hogar en Gaza, que Estados Unidos ha enviado en secreto trescientas tropas o más a Irak para defender los intereses de las refinerías de crudo; que James Foley, un periodista estadunidense que era mantenido como rehén por los ISIS, fue filmado durante el ritual en que lo ejecutaron por decapitación, y que 35 migrantes ilegales de India, hombres, mujeres y niños, fueron encontrados al borde de la asfixia en un contenedor dentro de un carguero que acababa de cruzar el Mar del Norte rumbo a los muelles de Londres.

Los cirros derivan hacia el norte, hacia el extremo más profundo de la alberca. Yo floto de espaldas, inmóvil. Observo las nubes y trazo con los ojos el mapa, el diseño, de sus ondulaciones.

Entonces la confirmación que ofrece la vista cambia. Me lleva tiempo entender cómo. Lentamente el cambio se hace evidente y la confirmación que recibo se vuelve más profunda. Los rizos de los cirros blancos observan a un hombre que flota de espaldas con sus manos en la nuca. Ya no los observo yo. Ellos me observan a mí.

Revisemos los detalles de las marchas contra el nuevo Orden Mundial en próximas fechas...


Los correctores mexicanos son vanguardia en Latinoamérica y no se dejan engañar por Madrid

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Si la situación de los traductores literarios siempre está al borde de la catástrofe, en el caso de los correctores, la catástrofe es su modo de vida. Por eso, en las raras ocasiones en que se tornan visibles, vale la pena prestar atención. Es el caso del I Concilio Nacional de Correctores de México, cuyo buen programa es digno de destacar (http://peac.org.mx/3/2/5/). También, la buena labor que realiza PEAC –siglas que nombran a la asociación mexicana de Profesionales de la Edición (ver http://peac.org.mx)– por los correctores de ese país. De hecho, PEAC fue la entidad que organizó el ​II Congreso Internacional de Correctores de Español, con un excepcional elenco latinoamericano, experiencia que sirvió para detectar los tintes sectarios y espurios que han pretendido marcar el rumbo de estos eventos allende los mares, distanciarse de ellos y concentrarse en el trabajo de ámbito nacional. Cabe añadir entonces que, entre las entidades que aglutinan correctores y otros profesionales de la edición en Latinoamérica, los mexicanos son de los pocos que no sucumben a los espejismos españoles, y siguen su propio camino y su programa de trabajo por el interés común de los profesionales en México.​

Siguiendo esa lógica, es reseñable el hecho de que PEAC no sólo no participe en el III Congreso Internacional de Correctores de Español (http://diarioalmomento.com/noticias?NT=30287​) que se celebrará en Madrid el 25 y 26 de octubre próximos (con la llamativa y elocuente ausencia de eminentes correctores y maestros del mundo de la letra), sino que además haya convocado su concilio nacional de correctores en las mismas fechas que tiene lugar el congreso madrileño. 

Las razones tal vez habría que buscarlas en lo irrelevante e incongruente del programa madrileño, a menudo absurdamente ridículo, como cuando dicen que contarán con “profesionales de la publicidad, del derecho, de la banca, de la ingeniería, de la automoción, de la consultoría...”. Qué detrás de estas burradas esté la entidad organizadora española, UniCo ( http://www.uniondecorrectores.org/), vinculada por su presidente Antonio Martín (ver entrevista en http://nuevobestsellerespanol.blogspot.com.es/2013/12/entrevista-antonio-martin-la-vision-de.html), aCálamo & Cran, una empresa de la que es co-propietario, abocada a la formación de traductores, correctores y editores, de muy bajo perfil académico, quizás explique algo. Y que ésa empresa se haya ido posicionando en España, poniéndose al servicio de las entidades de normalización del castellano como RAE y la Fundéu, tal vez explique todo.

En síntesis, ¡qué viva México!

Si te hablan de "mercados más competitivos y maduros" , ponete calzoncillos de aluminio

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Antinomias libro es un blog español dedicado a cuestiones comerciales vinculadas a los distintos mercados del libro. Aclarado entonces que es un blog para mercaderes y que poco tiene que ver con la cultura propiamente dicha, su administrador, Manuel Gil–que, para más datos, estudió Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, que tiene un Master en Dirección Comercial y Marketing por el Instituto de Empresa y que es miembro de la primera promoción del Programa Avanzado de Dirección de Empresas Editoriales del Instituto de Empresa, entre muchas otras cosas que pone en su CV– aporta los siguientes datos en la siguiente entrada publicada recientemente por él.

Como motos

Desde hace mucho tiempo sigo con enorme interés todos los datos que se publican sobre el mercado del libro en Iberoamérica, y en especial los datos que con regularidad publica Cerlalc. Pues bien, en torno a agosto apareció el último informe de este organismo sobre los datos de 2013 en ese continente (El libros en cifras nº 5), aún con la salvedad de matices de provisionalidad en los datos, los editores españoles harían bien en echar una mirada a los mismos.

De los datos que aporta el informe llama poderosamente la atención la imparable producción nacional que se está desarrollando en esos países, esto significa dar pasos para la estructuración de mercados nacionales estables y maduros. Dicho con una expresión coloquial española, «van como motos». Con un tema importante, si estructuras un mercado nacional con autores nacionales dejas menos espacio a la importación, o al menos, no necesitas una importación masiva de ciertos títulos que son ya editados en el país. En cualquiera de los casos el tema a observar es la visibilidad extra fronteras de estas producciones nacionales, pero de lo que no cabe duda es que los mercados de esos países están avanzando mucho en producción nacional, lo que determina desarrollar mercados más competitivos y maduros.

Si en el 2012 se publicaron 188.000 títulos en 2013 se ha pasado de 194.000. La cifra es verdaderamente interesante. Demuestra la pujanza de las industrias editoriales en cada uno de los países, con un surgimiento masivo de pequeños editores independientes con propuestas editoriales ciertamente importantes en materia cultural, extrayendo gran parte del talento narrativo de sus propios países. Para los que seguimos muy de cerca la evolución de estos mercados estos datos son excelentes.


Pero lo que más me interesa analizar es el porcentaje de importaciones intra y extra América Latina. El cuadro que muestro, tomado de Cerlalc, El libro en cifras nº 5, muestra varias cuestiones de manera palmaria. Una, y muy importante, el bajo comercio intra América, es decir, a pesar de una cierta proximidad geográfica entre países, no existen redes de comercialización intra América, lo que significa que es más difícil conseguir un libro de Colombia en Argentina que de España. En este sentido se puede ver que España importa un 98% de países ajenos a A.L., luego se observa un cortocircuito y una brutal asimetría en la llegada de libros del continente americano. Otra cuestión sobre la que reflexionar es el brutal porcentaje de importaciones por países extra América Latina. Países como México, Argentina, Colombia, Chile, etc., tienen porcentajes por encima del 70% en importaciones que no realizan en América Latina, tiendo a pensar que una parte importante provendrá de España. Más que curioso el porcentaje del 96% de Brasil.


Vistos y analizados estos datos se me ocurren un par de reflexiones. Por un lado, ¿cómo puede influir en ritmos y procesos una migración digital en cuanto a conformar un mercado mucho menos asimétrico y de mayor confluencia en redes comerciales intra A.L.? Por otro, ¿no sería necesario construir unos potentes repositorios nacionales –agregadores– de producción editorial enlazados con un macrorepositorio panamericano? Los datos que con regularidad muestra Cerlalc nos hablan ya de porcentajes de producción editorial digital del 20%, de este dato, y si se medita bien acerca de cómo será el futuro de la comercialización digital, se puede constatar que se está ante una enorme oportunidad de visibilizar y poner cualquier contenido en cualquier parte del mundo a golpe de un par de clicks. La importancia cultural de muchos catálogos editoriales de esos países no pueden quedar encerrados bajo fronteras geográficas, la comercialización digital les abre una puerta al mundo, brindando una oportunidad que si se sabe aprovechar posibilitará un enriquecimiento enorme a los lectores en castellano de todo el mundo. Y no pienso aquí sólo en España, sino en todo el mundo, pensemos por ejemplo que España exporta a la Unión Europea una cifra de unos 148 millones de euros, luego aquí hay un mercado que tarde o temprano deberá ser compartido con las industrias nacionales de América Latina, esta oportunidad es real, no una quimera. Avanzar en esto supone analizar qué tipos de redes de comercialización requerirá el mundo digital y que partners serán los adecuados para implementar esta estrategia. Ante un entorno apasionantemente incierto lo mejor es probar, experimentar y aprender, sobre todo si el coste es marginal.

Dice Bada: "Goethe no sólo es posible, fluye"

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El 7 de octubre pasado, Ricardo Bada publicó en El Trujamán la columna que reproducimos.

Una elegía romana de Goethe

Encontré en la revista Nexos, México D. F., en la sección «El poema diario», que compagina la sabiduría y el buen ojo de Luis Miguel Aguilar, una de las elegías romanas de Goethe que más me gustan, y hasta ahora no la había leído nunca en español. Pues el Goethe que había leído en español, antes de emigrar a Alemania en febrero de 1963, era tan solo prosa y teatro (tal vez algún poema aislado, aunque no lo recuerdo), fue recién aquí donde descubrí su poesía, pero en el original. Y un par de ojeos a las traducciones de Cansinos Assens, en las meritorias Obras completas de la colección Obras Eternas de Aguilar me quitaron las ganas de ver lo mal traducido que estaba (sigue estando) el pobre chupamedias áulico.

Por eso, al verla ahora en Nexos, y de la mano de tan buen poeta como Luis Miguel Aguilar, me detuve a considerarla, quiero decir la traducción de José Joaquín Blanco, y desde luego no está nada mal, le gana por varios cuerpos de ventaja a Cansinos Assens. Lo que no me gusta de su versión es que convierta los tres dísticos en siete versos. Tampoco su prosaísmo. Ni que coincida con Cansinos Assens al traducir el Menschen del primer verso como «hombres».

Pero vayamos por partes. El original de Goethe dice así:

Wenn du mir sagst, du habest als Kind, Geliebte, den Menschen
   Nicht gefallen, und dich habe die Mutter verschmäht,
Bis du größer geworden und still dich entwickelt  -  ich glaub’ es:
   Gern denk’ ich mir dich als ein besonderes Kind.
Fehlet Bildung und Farbe doch auch der Blüte des Weinstocks,
   Wenn die Beere, gereift, Menschen und Götter entzückt.

La versión de Cansinos Assens opta, como yo también lo haría, por pasar los versos de Goethe a través del filtro de los alejandrinos, pero descarta al género femenino en el primer Menschen (= hombres), que sí, es inclusivo, pero no en ese contexto donde el poeta le está hablado a una «amada»; y ello amén de que convierte la fe en duda y al grano de la uva en frambuesa:

Cuando dícesme, amada, que nunca te miraron
   con grado los hombres, ni hizo caso la madre
de ti, hasta que en silencio una mujer te hiciste,
   lo dudo y me complazco en imaginarte rara,
que asimismo a la vid faltan color y forma
   cuando ya la frambuesa a dioses y hombres seduce.

Por su parte la de José Joaquín Blanco, no sé en virtud de qué criterio[s], alarga los seis versos a siete, asume el primer Menschen de la misma manera que Cansinos Assens, y a diferencia suya comete una falta de concordancia en el penúltimo verso:

Cuando me dices, amada, que de niña
  no les gustabas a los hombres,
y que tu madre te despreciaba, hasta que creciste
  y en silencio te desarrollaste, lo creo,
y con gusto te imagino como una niña rara.
También le falta forma y color a la flor de la vid;
  luego la fruta, madura, seduce a los hombres y a los dioses.

A la vista de estos dos ejemplos, y sin buscar más, me decidí por hacer una traducción directa y sin alardes, tratando de adaptarme —mientras fuese posible— como un guante al original, y para mi sorpresa descubrí que no sólo era posible sino que fluía, a partir de su manantial (el idioma de Cervantes), casi con la misma naturalidad que la de Goethe a partir del suyo:

Si me dices, amada, que de niña a la gente
   no gustabas, y que tu madre te desdeñaba
hasta que mayor fuiste, callada eclosionando,
  lo creo, y en ti con gusto cual niña especial pienso;
forma y color le faltan a la flor de la viña,
  mas a dioses y hombres su grano maduro embriaga.

Del poemicidio cometido por el colombiano Guillermo Valencia contra la inmortal «Elegía de Marienbad», una de las joyas más preciadas de la poesía de Goethe, les hablaré en otra ocasión.


DRAE: una nueva edición de un mal diccionario

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Contribución de Diego Capusotto
a una futura edición del DRAE

Hoy se presenta en Madrid una nueva edición del desprestigiaido Diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia. 

Como era de esperarse, está lleno de concesiones a los problemas de pronunciación de muchos hablantes peninsulares reflejados luego en la escritura, como, por ejemplo,“baipás”, “bluyín”, “dron”, “espray”, “esmog”, “orsay”, “óscar”, “pósit”  (por los papelitos autoadhesivos), “jipismo”, etc.. No sólo eso, sino que también es abiertamente racista en otras y políticamente incorrecto, como cuando desvaría con palabras como "gitanada" (definida como “engaño”), "judiada" (“acción mala”), "femenino" (“débil, endeble”), "trabajar como un negro" (ofensivamente equivalente a “trabajar mucho”), etc, Como broche de oro, a diferencia de otros diccionarios, es tautológico donde debe ser preciso (cfr. la definición de la palabra "imagen").  

Entonces, a modo de sentido homenaje, si no de alegre responso (que se define como “rezos que se dicen por los difuntos”), la siguiente nota, firmada por Alfredo Dillon y publicada en la revista Ñ del 14 de octubre pasado, donde José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de Letras, se refiere al mamotreto.

La fuerte influencia de España en el idioma está en retroceso

Cada vez que se actualiza el Diccionario de la lengua española , resurge el debate sobre el rol –para muchos, “imperialista”– de la Real Academia Española, históricamente más poderosa que las academias americanas, aunque en España hay 45 millones de hispanohablantes y en América alrededor de 400.

Las academias americanas participaron de la elaboración del nuevo diccionario, pero el lugar elegido para su presentación fue Madrid, y la decisión final de incorporar o no cada palabra quedó en manos de la Real Academia, tras un proceso de consultas y sugerencias de los lexicógrafos americanos.

Lo cierto es que la mayoría de los términos americanos recién aceptados ya formaban parte del Diccionario de americanismos editado en 2010, que recogía los vocablos utilizados por los hablantes desde la Patagonia hasta México.

José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de Letras, dijo a Clarín que esta nueva edición “tiene una mayor presencia del español americano”. Pero admite que la Real Academia solo ha incorporado la mitad de los argentinismos recogidos en el Diccionario del habla de los argentinos , elaborado en nuestro país y cuya última edición recoge más de 4.000 palabras.

De todos modos, reconoce Moure, “hay una política de dar más participación a las academias americanas, con el objetivo de obtener una obra que sea más representativa de toda la lengua española. En la nueva edición no solo se ha incrementado el número de vocablos provenientes de América, sino que también se han eliminado muchos localismos peninsulares y voces caídas en desuso”.
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