Quantcast
Channel: Club de Traductores Literarios de Buenos Aires
Viewing all articles
Browse latest Browse all 2854

"Hay un límite que los profesionales no pasamos"

$
0
0
Con gran alegría, publicamos la columna que la traductora españolaItziar Hernández Rodilla firmó para El Trujamán el 28 de febrero pasado. Y dado que podemos permitirnos ese lujo, mañana tendrá su respuesta, nada menos que de la pluma de Andrés Ehrenhaus.


La Schadenfreude del traductor

Es una verdad universalmente reconocida que la visibilidad del traductor suele producirse cuando se equivoca. Que tire la primera piedra el colega que no haya leído una mala traducción solo por la satisfacción de no ser el que la firma. Creo que todos hemos pecado. Los que dialogamos con los libros a base de lápiz hemos dejado incluso marcas de ello.

El error ajeno nos indigna profundamente —y ¿a quién no le gusta indignarse?— y lo solemos justificar, como hace la gente de teatro, con aquello de que se aprende mucho de las buenas funciones, pero casi más de las malas. Los yerros de otros nos educan la intuición y, sobre todo, no nos engañemos, nos hacen sentir orgullosos de no ser ese manta —por favor, ¿quién lo ha contratado?— de traductor.

Nos llevamos las manos a la cabeza con un «entretanto» que debería ser un «aunque». Ponemos los ojos en blanco con expresiones como «hojas verde claras». Nos mesamos los cabellos con esos pronombres de relativo a los que han puesto tilde. Hacemos dibujitos con las veces que el traductor ha repetido «local» en seis líneas y se las enviamos a los amigos traductores con comentarios del tipo: «¡Superad eso!». Y puede que no lo superen, pero lo intentan. Ahorro los chistes de lingüistas, que seguro que todos tenemos alguno en mente y habrá quien prefiera no leerlos.

Pero hay un límite que los profesionales no pasamos. No afeamos al traductor palurdo en público. No colgamos esas fotos de sus heroicidades en internet. No criticamos que la editorial no se haya molestado siquiera en contratar a un corrector decente que lo arregle (o entendemos que sí lo haya hecho, pero que el corrector se haya plantado y no haya hecho más que por lo que se cree pagado; aunque, bueno, esto no podamos compartirlo). Y no lo hacemos porque, a la postre, se trata, nos guste o no, de un colega. Puede que accidental, pero colega al fin y al cabo. Y afearle en público es afear la profesión. Es remachar en la mente lega la idea de que no somos de fiar. Y, sobre todo, es correr el peligro de ser tú el afeado el lunes malo que metas la pata que dijiste que jamás meterías.

Os oigo pensar: «Yo soy bueno. Nunca cometeré esos errores». Pues os voy a decir algo: os he leído a muchos y, creedme, sí lo hacéis. No voy a decir todos, porque es una palabra fea y casi siempre falsa, pero la mayoría. Tengo pruebas. Y, como dialogo con mis libros a golpe de lápiz, he dejado marcas de ello.


Venga, valientes, ¿quién va a tirar la primera piedra?

Viewing all articles
Browse latest Browse all 2854

Trending Articles



<script src="https://jsc.adskeeper.com/r/s/rssing.com.1596347.js" async> </script>