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Un dedo en una de las posibles llagas

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La siguiente columna de opinión, firmada por el periodista Maximiliano Tomas, apareció el jueves 15 de mayo pasado, en el diario La Nación, de la Argentina. Ensintonía con los últimas entradas de este blog, plantea el papel de las pequeñas editoriales en la formación del gusto de los nuevos lectores, así como el lugar que les corresponde a estos sellos respecto de las grandes multinacionales del libro. Más allá de la columna en sí, se recomienda seguir el link (http://www.lanacion.com.ar/1582481-cuantos-lectores-tiene-la-literatura-argentina-actual) y leer lo comentarios de los lectores.

¿Cuántos lectores tiene
la literatura argentina actual?

Terminó una nueva Feria del Libro de Buenos Aires y, como siempre, los números suenan abrumadores: más de un millón cien mil visitantes y un aumento en las ventas de entre un diez y un treinta por ciento, de acuerdo a la información recogida en algunos stands. Pero si uno no quiere pasar por ingenuo o pecar de un exceso de optimismo (y sobre todo si intenta sacar algunas conclusiones sobre las preferencias del público en materia literaria), hay que mirar un poco más en detalle. Por ejemplo: ¿cuáles fueron los cinco títulos más consultados por el público? Hush hush, de Becca Fitzpatrick; Los juegos del hambre, de Suzanne Collins; Ciudad de cristal - Cazadores de sombras, de Cassandra Clare; Juego de tronos, de George Martin; y Caballo de fuego, de Florencia Bonelli. Es decir, fenómenos de venta que poca o ninguna relación tienen con la literatura. Nada de qué quejarse, ya que el mismo nombre lo está señalando: se trata de la Feria del Libro y no de un festival literario. Lo que la Feria viene a demostrar, en todo caso, es que los caminos de la industria editorial de masas y la producción y el consumo de literatura argentina contemporánea (de la literatura "de verdad", es decir, de la "ficción literaria" o la llamada "literatura alta") se han distanciado para siempre.

No hay ejemplo más concreto de esta fractura entre los gustos del consumidor esporádico o recreativo y los lectores habituales de literatura que los resultados de los dos galardones que se entregan durante la Feria: mientras el Premio de la Crítica fue para la obra poética de Tamara Kamenszain, el Premio del Público (en el que votaron unas diez mil personas) se lo llevó la nueva novela de Alejandro Dolina. "Las lógicas del canon y la lógica del mercado muchas veces se contraponen. Y un suceso de mercado y un suceso de crítica son muchas veces enemigos", escribió el crítico Daniel Link en su libro Cómo se lee. En el mismo sentido, la ensayista Beatriz Sarlo decía en Escenas de la vida posmoderna: "Inevitablemente, el mercado introduce criterios cuantitativos de valoración que contradicen con frecuencia el arbitraje estético de los críticos y las opiniones de los artistas. La idea misma de popularidad no podía ser sino examinada con desconfianza ya que sobre ella se erige la contradicción que está instalada en el corazón mismo de la democracia". Si no se puede decir que esta situación sea novedosa (los gustos del público masivo por un lado, los de los lectores especializados por el otro), hasta hace algunos años parecían existir vasos comunicantes entre ambos grupos. Lazos que parecen haber estallado sin posibilidad de reconstrucción.

Este alejamiento está directamente relacionado con las políticas que las grandes empresas editoras desarrollaron a partir de la década del 90. En 2003 y en el mismo libro, Link narra cómo fue que la adquisición de la mayoría de los sellos argentinos por parte de los grandes grupos transnacionales produjo una transferencia de bienes simbólicos que afectó tanto al mapa editorial como al campo literario: "Los catálogos editoriales ya no están armados de acuerdo con una ideología de la lectura y de la escritura, sino de acuerdo con los criterios de los expertos en mercadotecnia, los publicistas y otras plagas del siglo pasado, lo que condena a la caducidad todo lo que se publicó ayer". Pero al mismo tiempo que Link escribía (y él no podía saberlo), es decir hace ya diez años, surgía en la Argentina de la poscrisis (y en buena medida por ella) un heterogéneo conjunto de editoriales independientes. Fueron esos sellos los que terminaron marcando el pulso de la producción literaria local, y editaron lo mejor que pudo leerse en materia de ficción y ensayo durante la última década.

Lo que se dio entonces fue una atomización del mercado editorial. Y mientras los grupos se dedicaron a la búsqueda de una mayor rentabilidad con títulos de rápido consumo y corta vida, las apuestas literarias quedaron casi exclusivamente en manos de estos nuevos sellos. A la existencia de catálogos como los de Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo y Paradiso se sumó una larga lista de editoriales pequeñas como Interzona, Entropía, Caja Negra, Eterna Cadencia, Santiago Arcos, La Bestia Equilátera, Mardulce, Tamarisco y Pánico el Pánico (entre muchas otras) que durante diez años descubrieron y difundieron a casi todos los nuevos escritores argentinos. La jugada no salió mal, y hoy pueden agregar a sus catálogos a algunos nombres consagrados, e incluso exportar libros al mercado europeo. Por arriesgar una hipótesis: si en los 80 y 90 un lector habitual de literatura entraba a una librería buscando las tapas amarillas y grises de la colección Anagrama, hoy ese tipo de lector se guía por los diseños de tapa de cualquiera de estos pequeños sellos argentinos.

La pregunta fundamental, después de una década larga, es si todo este trabajo puede haber servido para crear un nuevo mercado de lectores. Se trata de un interrogante que todavía no tiene respuesta y frente al cual nadie logra ponerse de acuerdo. Algunos editores son escépticos y aseguran que los lectores de literatura argentina contemporánea son siempre los mismos: no más de tres mil. Otros, que tal vez lleguen a unos diez mil. Si hay que guiarse por las cifras de producción y ventas, no estarían tan equivocados. Por lo general los títulos de estos sellos venden entre doscientos y mil ejemplares. Si alguno llega a los dos mil, se puede hablar de un éxito. La novela El viento que arrasa, de Selva Almada, editada hace un año por Mardulce y protagonista de un fenómeno de circulación boca a boca extraordinario, está por alcanzar la inusual cifra de cinco mil ejemplares vendidos. Tal vez el caso de Almada esté diciendo algo acerca de la dimensión de esta probable nueva comunidad de lectores, formados a lo largo de una década en los catálogos de editoriales independientes. Quizá sean ellos (¿son muchos, son pocos?) los que estén manteniendo viva la literatura argentina actual.


Convocatoria de TyPA y la Fundación El Libro

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Traducir la imaginación:

La Fundación TyPA y la Fundación El Libro proponen un encuentro inédito en la región: un taller de cuatro jornadas que reunirá en Buenos Aires a editores locales y europeos de literatura infantil y juvenil con traductores argentinos de alemán, francés, italiano e inglés especializados en la traducción de este tipo de literatura al español.
La traducción de literatura infantil y juvenil es un campo en constante crecimiento, cuya especificidad permanece, sin embargo, poco explorada en cuanto a formatos, lenguajes, imaginarios y circulación. Iniciar intercambios profesionales en este sentido es importante para promover su crecimiento y garantizar su calidad, y resultará enriquecedor tanto para el mercado editorial como para los traductores, quienes se enfrentan a problemáticas muy particulares en soledad.
Así, el taller propone una reflexión conjunta entre editores y traductores sobre cuestiones relacionadas con la traducción, ilustración, edición y publicación de literatura infantil y juvenil en el país y en el extranjero. Incluirá una serie de charlas con profesionales del sector y módulos de trabajo sobre textos en concreto.

OBJETIVOS
·  Reflexionar sobre los problemas específicos que presenta la traducción de la literatura infantil y juvenil.
·  Fomentar el intercambio de experiencias de traductores argentinos de literatura infantil y juvenil con editores argentinos y extranjeros.
·  Dar cuenta del escenario editorial local en el campo de la literatura infantil y juvenil y conocer mercados extranjeros.
·  Promover la traducción de literatura infantil y juvenil argentina a otros idiomas y la venta de derechos de autor.
·  Promover la traducción de literatura infantil extranjera.

DESTINATARIOS
Traductores argentinos con experiencia en traducción de literatura infantil y/o juvenil del francés, italiano, alemán e inglés al español. Se dará prioridad a quienes estén trabajando en la traducción de una obra destinada a ser publicada (no excluyente).

Editores argentinos de literatura infantil y juvenil.

Editores y traductores extranjeros (por invitación).

Se seleccionarán ocho participantes argentinos que compartirán el taller con invitados extranjeros. La participación es gratuita, previa selección. El taller forma parte deL 7.º Encuentro de Profesionales del Libro Infantil y Juvenil, en el marco de la Feriadel Libro Infantil y Juvenil de Buenos Aires.

¿CÓMO POSTULARSE?

Para los traductores y editores argentinos:

Enviar a letras@typa.org.ar la Solicitud de Inscripción completa. La  misma se puede descargar  la página web de la Fundación TyPA 

En caso de estar trabajando en una traducción de literatura infantil y juvenil, se solicita adjuntar al formulario hasta 6 páginas de la traducción y las correspondientes del original.

CONVOCATORIA ABIERTA HASTA EL LUNES 10 DE JUNIO

ANUNCIO DE LOS PARTICIPANTES SELECCIONADOS: VIERNES 14 DE JUNIO

Organizadores:
Fundación TyPA
Fundación El Libro

Con el apoyo: 
Avina Stiftung
Goethe-Institut Buenos Aires
Embajada de Francia en Buenos Aires
Programa Opción Libros del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Y la colaboración de: 
Casa de Traductores Looren, Suiza

Una consecuencia positiva de la actual crisis española (y no es chiste) (II)

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El martes 22 de enero pasado, Angélica Tanarro publicó el siguiente artículo en El Norte de Castilla. En sintonía la entrada del pasado 15 de mayo, y con lo que pasa en toda España (y en buena parte de Latinoamérica), acá se lee cómo las pequeñas editoriales de Castilla y de León siguen dando batalla y haciendo lo que ya no hacen los grandes grupos: publicar libros de calidad.

Editar contra (o a pesar) de la crisis

¿Dónde están los lectores?  ¿Qué quieren leer? Son sin duda las preguntas del millón, las que se hacen cada vez que elaboran sus programas y ajustan sus presupuestos los pequeños (y los grandes, por supuesto) editores. Más allá de las leyendas urbanas acerca de la crisis permanente del libro y por tanto su probada resistencia, las cifras cantan y muestran las contradicciones de un sector que aparentemente necesita una reconversión cuyo rumbo, sin embargo, no parece claro. Como en otros sectores de la cultura se trabaja con pasos inciertos y con el método de ‘prueba y error’. Dificultades aparte, las llamadas editoriales independientes  –es decir, aquellas que se sustentan por la vocación de sus directores, sus pequeños presupuestos y sus plantillas mínimas– de Castilla y León (una representación ha sido consultada por La sombra del ciprés) se muestran dispuestas a resistir, a buscar la manera de seguir ofreciendo buena literatura contra las tempestades de la crisis económica y los gustos que en el mercado imponen los grandes grupos, aunque sea reduciendo títulos y tiradas.

Las cuentas de las paradojas del sector tienen que ver con el número creciente de títulos publicados año a año según los datos de la agencia del ISBN. Desde 2007 a 2011 en que se alcanzó el récord de los  116.851, la edición de nuevos títulos creció el 41%. En el último año, ya con la crisis plenamente instalada, la cifra ha bajado pero aun así se han publicado 88.349 nuevos títulos en todos los formatos durante 2012. De ellos, 1.791 se editaron en Castilla y León, lo que coloca a la comunidad en el séptimo lugar de España. Eso sí, siguen bajando las tiradas, que en el 2011 se situaron en los 3.441 ejemplares de media. Si atendemos a la creación de nuevos sellos, las dificultades no parecen asustar pues en el último año se han dado de alta en la citada agencia 535 nuevas editoriales.

Lo que sí baja es el nivel de riesgo no solo de los editores, sino también de las instituciones encargadas de ayudas al sector y de los propios lectores. Así lo cree José Ángel Zapatero, para quien las crisis «es cierto que pueden significar oportunidad y una cierta limpieza en un negocio con inflación de títulos, pero también es cierto que se puede llevar por delante propuestas interesantes como la nuestra». Menoscuarto, la editorial que dirige desde Palencia, se hizo un hueco nacional especializándose en narrativa breve y autores españoles jóvenes aunque con una sólida trayectoria, sin embargo la actual situación puede hacer variar en parte su rumbo. «Como cada vez se vende menos, las grandes editoriales vuelven a editar una y otra vez los mismos títulos y a los mismos autores, y los lectores no arriesgan, no parecen interesados en conocer nuevos nombres. Tampoco las ayudas a la edición se interesan por las nuevas propuestas aunque vengan avaladas ya por una calidad contrastada y, para remate, los críticos tampoco apuesta por la gente joven, probablemente agobiados por el aluvión de novedades en torno a gente muy conocida».

Zapatero pone el dedo en otra llaga: las traducciones. «Somos el país que más traduce. Todo lo que se publica en el mundo sea bueno o malo se traduce y eso causa un efecto curioso en el lector, al que el simple hecho de que alguien se haya molestado en traducir un libro al español parece darle garantía de calidad». Sin embargo, y aunque las circunstancia le obliguen a iniciar un camino de recuperación de textos extranjeros interesantes ya descatalogados o incluso inéditos (en esta línea tiene previsto publicar este año ‘Un hombre acabado’, de Giovanni Papini en su otro sello, Cálamo) no piensa renunciar ni a la calidad, «por supuesto», ni a su apuesta inicial. Así lo demuestran las novedades que anuncia la editorial para el 2013 y que en el apartado de cuentos aportará las últimas entregas de un autor ya casi de culto entre los seguidores del cuento como Ángel Olgoso con Las frutas de la luna, o 29 cadáveres, de Pepe Cervera. También sacará a la luz las novelas Murasakide Julio Baquero y No sé quién eres, de Miguel Torre, ganador del último premio Tristana. Y entre los proyectos estrella, El devorador de hombres, la recuperación en un volumen de todas las novelas cortas  de Horacio Quiroga, un clásico de la narrativa breve del que Menoscuarto publico en su día los cuentos completos.

Con el pasado
Con las ideas muy claras y una línea ajena no ya a cualquier moda sino a cualquier camino trillado se mantienen Fabio Rodríguez de la Flor y su editorial Delirio, uno de esos nombres que son por sí mismos una declaración de intenciones. Esta aún joven editorial radicada en Salamanca comenzó el año recordando la figura de un salmantino imprescindible en el último tercio del siglo XX. En La vida dañada de Aníbal Núñez, su autor, Fernando R. de la Flor, se sirve de la poética vital del autor de ‘Alzado de la ruina’ para hacer el retrato de una época.

Delirio planea engrosar sus colecciones de ensayo –con un diccionario de términos ‘inventados’ y un estudio de sobre las Soledades de Góngora– y poesía, y fomentar la hasta ahora menos cultivada de la narrativa. En esta última tiene en cartera el libro de cuentos ‘Como el ciervo huiste’ de Yago Fernández. Pero una de las apuestas más importantes de este comienzo de año será Loca parva. Obras en la que reunirá la obra completa de Felipe Núñez, tanto la ensayística (Para escapar de la voz media) como toda su poesía que en su día editara Calambur, así como poemas inéditos, las colaboraciones periodísticas y los textos para catálogos de arte.

Delirio, como afirma su director, «no tiene tanto un compromiso con el futuro como con el pasado. Sentimos que los libros que vamos editando ‘cierran ciclos’, terminan por redondear los círculos, dan por zanjados algunos temas. Nos podríamos haber llamado Editorial La Última Palabra, pero entonces tendríamos que reeditar a Nietzsche y algún que otro manual de autoayuda», afirma con sentido del humor.

Ajenos a las prisas que impone el mercado («tanta novedad y tanto presente, y tanto ahora y tanto ya, nos dan un poco de náuseas») siente que el e-book no les compete de momento. «El libro electrónico es una de esas carreras. De repente todo el mundo sale corriendo y parece que lo que tienes que hacer es correr con ellos, sin saber, por lo menos tú, dónde vas, qué dorsal llevas o siquiera por qué vas en triciclo mientras los demás lo hacen en Porches Cayenne. Nosotros somos conscientes de que mucha de la ‘impronta’ de nuestra editorial reside en el diseño, en el formato, en su atractivo y eso es lo que hacemos».

Pocas nueces
Un veterano de la edición, Fernando Arnaiz, de la burgalesa Dossoles coincide en afirmar que en torno al libro electrónico hay de momento «mucho ruido y pocas nueces. Nosotros hemos decidido no hacer ediciones digitales pues  consideramos que no existe seguridad alguna en este tipo de edición. Se copian con mucha facilidad y por otro lado el número de terminales de  e-book  vendidas en España es muy pequeña. Preferimos apostar por mejorar la calidad de la edición impresa», asegura.

Coincide con Zapatero en que el esfuerzo que hacen las editoriales pequeñas por dar a conocer nuevos autores que difícilmente tendrían cabida en las editoriales estrictamente comerciales «no ha sido suficientemente valorado por los lectores, por los escritores ni por los organismos oficiales con responsabilidad en la cultura».  Este sello que mira con especial atención a autores y temas burgaleses dará a conocer este año la obra de Ignacio Manrique ( No fue otro estúpido viaje a  Koprivnica) Daniel Ortega (Berlín 1945. Diario de un infierno), entre otros.

La editorial segoviana La Uña Rota es uno de eso milagros colectivos que suman buen gusto y permanencia. Con un catálogo de esos grandes pero minoritarios genios de los que pocas veces nos acordamos se permiten de vez en cuando sacar del armario alguna joyita. La última, La nada y las tinieblas de Fridegiso de Tours.

Al año siguiente de haberse apuntado el tanto de publicar la primera biografía en castellano de Samuel Beckett, ya tienen su vista puesta en Robert Walser (Diario de 1926), Anatole Broyard (Ebrio de enfermedad) y en el mismísimo Conrad con una serie de textos inéditos en castellano cuyo título por el momento prefiere  silenciar Carlos Rod, uno de sus responsables.

Su visión del panorama no  es alentador, como la del resto de sus colegas, pero quizá lo expresen con más nitidez. Por ejemplo cuando hablan de la situación del mercado en relación con los grandes grupos: «Las editoriales que más venden, y que forman parte de grandes grupos de comunicación (con distribuidora propia), se preocupan, en detrimento de la calidad del libro, por copar (y saturar) las mesas de novedades al coste que sea: además de publicar y reimprimir su fondo a mansalva, al margen de la demanda, juegan con los porcentajes, sirven a librerías que no pagan los depósitos y alquilan escaparates y espacios importantes en las librerías y grandes superficies. Mientras, las distribuidoras de editoriales pequeñas se las ven y se las desean para colocar sus novedades y hacerlos visibles de cara al cliente-lector».

Creen que las editoriales pequeñas son las que deberían liderar un cambio de modelo que prime «la búsqueda de un canal que llegue y nos comunique con el lector interesado en los libros que publicamos. Porque no cabe duda de que el lector está ahí. Y donde hay un lector hay una comunidad de lectores. Y para ellos trabajamos».

El vallisoletano César Sanz, director de Difácil, es otro de los que apostó por descubrir nuevos valores y otro que ha comprobado «no sin desconcierto, la verdad» y cierta ironía que lo que más valoran la crítica, los libreros y el público en general son las editoriales «que han redescubierto el siglo XIX o hacen una nueva edición de los clásicos de toda la vida, en buena parte de los casos con hermosos ‘santos’, eso sí, que hay que darle valor al libro (porque parece que por sí mismo ya no lo tiene) o tratan de demostrar que los autores finlandeses son interesantes por ser finlandeses».

Un rockero en catálogo
Su catálogo incorporará en fechas próximas a un rockero: Igor Paskual, quien fuera líder de Babylon Chat y actual guitarrista de Loquillo. Y Loquillo será el prologuista de esta obra miscelánea en torno al mundo de la música y más. En Poesía, una de las claves editoriales de Difácil, publicará el último libro de Leopoldo María Panero y el cierre de la Trilogía de Nueva York de Fernando del Val. Antes de acabar el semestre también habrá visto la luz la última novela de Ángel Vallecillo, Ban, bang, Wilco Wallace. La apertura de una serie de estudios sobre los archivos de Juan Ramón Jiménez completa los proyectos para la primera parte del año.

Para Rafael Vega, director de Multiversa, «el volumen de libros editados es fruto de una burbuja que aún continúa estallando en el mundo editorial». A su juicio la crisis económica se suma a la crisis de negocio y confía en las redes sociales y el comercio electrónico, como vías para establecer un contacto directo con el lector. De su horno saldrán este año títulos de Alfredo Sanjuán Ferrer, David Rodríguez Gómez, Mª Rosa Navarro y Juan Manuel de la Huerga.

Mención aparte merecen dos editoriales que por su forma de editar mantienen una relación directa con los lectores a través de suscripciones. Son El Gato Gris y Tansonville, ambas especialmente centradas en la poesía y hacer de los libros objetos de arte. José Noriega, director de la primera, anuncia para este año el cierre de su célebre colección ‘Manuscritos de poesía’ con la que ha llegado a museos de España y de Europa. Y no porque  haya tirado la toalla, sino porque quiere emprender nuevos caminos aún más ambiciosos.

Eduardo Fraile, director de Tansonville, mira la situación desde la distancia de quien financia el libro siguiente con las ventas del anterior y contando «con la paciencia de los fieles suscriptores». Entre sus planes figura reeditar una pequeña joya La caja de plata de Luis Alberto de Cuenca, un libro importante y significativo de la época de los ochenta en España.

Rescate y revalorización de Pablo Lafargue

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El 21 de mayo pasado, Lourdes Arencibia Rodríguez publicó el siguiente artículo en la sección Tradutore Traditore de la revista virtual Cuba Literaria


Pablo Lafargue (1841-1911) 
traductor de
El Manifiesto Comunista 
y El Capital
primer crítico literario marxista y primer marxista cubano.

                                                                                
                                                           A Alfredo Guevara, in memoriam

Por múltiples razones, algunas de las cuales quedarán más que evidenciadas en este trabajo, nada de lo que haya escrito Pablo Lafargue —así tenga que ver directamente con sus ideas políticas y sus experiencias y vivencias de militante marxista, o sobre cualquiera de los muchos temas y actividades que ocuparon su mente, su tiempo y su pluma a lo largo de su fructífera existencia— puede dejar indiferentes a sus lectores y mucho menos a sus compatriotas. Sin embargo, estas reflexiones —huelga advertirlo desde los párrafos liminares— no versan directamente sobre las luchas revolucionarias de aquel socialista consecuente, sino que se orientan a su labor como traductor y crítico literario, una faceta de su quehacer que, hasta hoy, ha pasado totalmente inadvertida en su país.

Nunca será tarde para el rescate y la revalorización. Colocar a Pablo Lafargue en el lugar cimero que le corresponde en la historia y la cultura cubanas es más que un deber y más que una demostración de afinación para el análisis o un ejemplo de buena puntería. Es una prueba de cordura que el estudioso de cualquier época y latitud siempre agradecerá, independientemente de las convicciones políticas que le animen.

Pablo Lafargue era de origen cubano; descendiente, por línea paterna, de francés girondino y de mulata dominicana, y por línea materna, de judío francés y de india taína. Este insólito ajiaco de razas, culturas y geografías circulaba en su sangre e incidió de modo muy directo en su personalidad y en su respuesta ante la vida.1 Nació el 15 de enero de 1841 en Santiago de Cuba, capital política y cultural de la región oriental de la isla, a donde fue a parar la familia, como la de los primos Heredia y la de muchos otros terratenientes acomodados, cultivadores de café en Santo Domingo, que se radicaron en el oriente cubano huyendo de la convulsa situación sociopolítica que imperaba en Haití.

Cuando Pablo tenía nueve años, los Lafargue se trasladaron a Francia. Allí completó su instrucción hasta terminar su carrera de Medicina y entabló amistad con personalidades que dejarían una profunda huella en su pensamiento y sus proyecciones. Fue discípulo y yerno de Carlos Marx, en virtud de su matrimonio —celebrado el 2 de abril de 1868—con Laura, la segunda de las hijas de aquel y una admirable y destacada mujer que le siguió hasta la muerte.

En consecuencia, sin discusiones ni disensos históricos sobre el particular, se le considera el primer marxista cubano, y además de haber sido médico clínico y cirujano, anarquista, activista revolucionario y fotógrafo, fue traductor de El Manifiesto Comunista —de consuno con Jenny de Westfalia, esposa de Marx— y de algunos capítulos de El Capital, que tradujo durante su estancia en España para paliar los efectos que las malas traducciones de las principales obras del marxismo que circulaban en aquel país habían provocado entre la clase obrera, adulterando y entorpeciendo la comprensión de sus esencias.
También a él se debe la iniciativa de celebrar el Primero de Mayo como Día Internacional del Trabajo, lo cual dio a conocer en el marco del Congreso de la Internacional Socialistade 1889. Fue, además, fundador del Partido Obrero Francés (1880), en unión de Jules Guesde, y comunero en París y en Burdeos.

Se destacó como periodista y escritor. Entre sus obras, figuran varias publicadas —con o sin pseudónimo— en la prensa de su época, las cuales permiten considerarlo el primer crítico literario marxista que ejerció como tal en la segunda mitad del siglo XIX en Europa.

En Cuba, empero, lamentablemente sobran dedos para contar los estudiosos de Pablo Lafargue referenciados que comprometieron su pluma en español en los cuarenta primeros años ulteriores a su desaparición física acaecida el 25 de noviembre de 1911. En su mayoría, se manifestaron en el período que antecede al decenio de los sesenta. Entre ellos, cabe citar el artículo de Humberto Lagardelle: “Pablo Lafargue, el gran socialista cubano”, publicado en la Revista Bimestre Cubana (vol. X, no. 1, enero-febrero de 1915); la “Nota sobre Pablo Lafargue”, de Carlos Rafael Rodríguez, en Dialéctica (vol. 1, mayo-junio de 1942). En 1943, Ediciones Sociales publicó en La Habana, con el título de Karl Marx, recuerdos de su vida y su obra, textos extraídos del extraordinario estudio biográfico escrito por Lafargue sobre su suegro, titulado “Recuerdos personales de Carlos Marx” —incluido por D. Riazanov en su antología de textos titulada Carlos Marx como hombre, pensador y revolucionario, Buenos Aires, 1932—; la revista Cuba Socialista publica, en 1962, el extenso artículo “Evocación a Pablo Lafargue”, de Raúl Roa García, otro cubano inolvidable. Y no hay mucho más…

Naturalmente, no descarto la idea de que haya algunas otras referencias cuya involuntaria omisión solo achaco a mi desconocimiento. Es muy probable, por ejemplo, que en el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras de La Habana, que lleva su nombre, fundado en 1977 y donde se han formado no pocos traductores y especialistas de la lengua, algunos egresados o profesores le hayan dedicado trabajos de tesis o de homenaje a los cuales no he tenido acceso.

Cabe señalar que a partir de 1959, en Cuba se hizo un silencio casi absoluto sobre la obra escrita de Lafargue. Recientemente, el número 254, de enero-marzo de 2009, de la prestigiosa revista Casa de las Américas publicó un artículo de Carlos Fernández Liria, filósofo español y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, titulado “Un siglo de pereza y comunismo”, dedicado a comentar las ideas políticas de Lafargue expuestas en el conocidísimo y medular ensayo “El derecho a la pereza”, cuya aparición data de 1880 (edición en español de la Editorial Fundamentos, Madrid, 1991, traducida por Manuel Pérez Ledesma y publicada con un “Estudio preliminar” de este último).

Sin embargo, un intelectual cubano trabajó incansable y silenciosamente en la figura de Pablo Lafargue: Alfredo Guevara. Cuando falleció, el pasado 19 de abril, Alfredo estaba precisamente enfrascado en la compilación de materiales y la edición de sendas investigaciones sobre la vida y la obra del santiaguero. Como el eslabón más modesto y anónimo de su equipo de trabajo para esa labor, me cupo la satisfacción de traducir, para él, cuatro de los siete ensayos de Lafargue sobre crítica literaria y algunos otros textos. Siguiendo el orden cronológico de su publicación, los ensayos en cuestión son:

“Safo” —Aparece, sin firma, Le Socialiste, periódico del Partido Obrero Francés (9 de enero de 1886)—.
“Las canciones y ceremonias populares del casamiento: estudio sobre los orígenes de la familia” —Publicado, bajo el pseudónimo de Fergus, en la Nouvelle Revue (noviembre-diciembre, 1886)—.

“La leyenda de Victor Hugo” —A pesar de lo que su título permite suponer, más que un texto de crítica literaria es un artículo político,escrito en 1885, a raíz de la muerte del literato francés; en su momento no encontró editor. Difundido por primera vez, en alemán, por Die Neue Zeit (1888), reapareció tres años después, en francés, en la Revue Socialiste, de Benoit Malon, y llegó a alcanzar notable éxito cuando se editó definitivamente como folleto (1902)—.

“El darwinismo en el teatro” —Rubricado simplemente como Pablo, se publicó, traducido al alemán, en Die Neue Zeit (1890). El texto original, en francés, se extravió; únicamente se cuenta con la versión del periódico germano—.

“El dinero de Zola” —Dado a la estampa, también en traducción al alemán, en 1891. El original corrió idéntica suerte que la del texto antes señalado—.

“La lengua francesa antes y después de la Revolución” —Dado a la estampa en la Ere nouvelle (enero-febrero, 1894)—.

“Los orígenes del romanticismo; estudio crítico sobre el período revolucionario” —Publicado en Le Devenir Social (junio, 1896)—.

Desde una interpretación materialista de la historia, Lafargue profundiza en las manifestaciones originarias del ser humano omnipresentes en la literatura. Parte de la incontrovertible realidad —ya señalada bien atrás por el pensamiento filosófico en varias latitudes, y repostulada por él— de que el lenguaje precedió al pensamiento abstracto, lo mismo que los signos y los gestos a la lengua oral. No obstante, no deja de advertir que es el factor económico lo que hace imposible aislar la lengua de su medio social, donde se reflejan la lucha de clases, las relaciones sociales, los modos de producción. Así lo pone de manifiesto, tanto en el estudio sobre Darwin, como en el del romanticismo o en el que recoge las canciones y ceremonias a través del folclor. No por azar dos de esos ensayos llevan los subtítulos: “estudio sobre los orígenes de la familia” y “estudio crítico sobre un período revolucionario”. En ambos, se propone demostrar que, a través de las formas políticas, jurídicas, sociales, folclóricas, cuando los cantores del pueblo reiteran los temas —independientemente de su origen racial, ubicación geográfica, desarrollo cultural, lingüístico, filosófico o literario—, no hacen sino manifestar la dinámica de las relaciones económicas en movimiento; y si muestran rasgos similares y atraviesan etapas idénticas, es porque su evolución histórica, lejos de estar predeterminada, ha dependido del desarrollo de las fuerzas productivas. Son, pues, las condiciones económicas y sociales similares las que explican las formas y las expresiones análogas de pensamiento.

De su trabajo como traductor, Roa nos cuenta:

A mediados del año (1867), el primer volumen de El Capital estaba ya listo para las prensas. La fatigosa labor de poner en limpio el manuscrito, a cargo de Jenny de Westfalia, lindó con la proeza. Lafargue, que había compulsado las citas, sugirió a Marx que se publicase alguna primicia en Francia. El 12 de septiembre, Marx le comunica a Engels, con satisfacción no exenta de orgullo, que Laura y Pablo “han pasado la velada haciendo la traducción del prefacio para Le Courrier Français”.2

Notas:
1- Paul Luis, en sus “Cent Cincuent Ans de Pensée Socialiste”, Paris, 1947, y el cubano Francisco Domenech, en “Tres hombres y una época”, La Habana, 1937 (por cierto, el primero de sus compatriotas —que sepamos— que escribe sobre Lafargue), se asombran de la confluencia de semejante mezcla de sangres —caribe, judía y mulata-india— en una misma persona, origen genético seguramente causal de su impetuoso temperamento.
2- Raúl Roa: art. cit., p. 14.

Cómo se ordena una biblioteca/discoteca (II)

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La actividad nada tiene que ver con el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, pero sí con el Administrador de este blog, quien la coordina, por lo que se anuncia acá:

Luego de un muy promisorio primer encuentro con el artista plástico Eduardo Stupía, el 30 de mayo, a las 19 hs., en  el CCEBA (Florida 943) tendrá lugar el segundo encuentro sobre  "Cómo se ordena una biblioteca/discoteca", un nuevo ciclo  dedicado cada mes a explorar, junto con un prestigioso invitado –procedente de las más variados campos–,  las distintas y posibles maneras de poner orden en libros y discos. Se trata, además, de una excusa para hablar de unos y de otros.

El próximo jueves, para hablar de su biblioteca, se hará presente el escritor y editor Luis Chitarroni

El peruano Ricardo Palma en bengalí

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El 13 de marzo de este año, el diario El Comercio, de Perú, publicó la siguiente noticia, cuya fuente es la agencia EFE. Allí se lee que el escritor Ricardo Palma (1833-1919) fue traducido al bengalí.

Libro Tradiciones peruanas de Ricardo Palma
fue traducido al bengalí en la India

El hispanista indio Shyame Prasad Ganguly presentó hoy en Nueva Delhi la traducción al bengalí de la obra Tradiciones Peruanas del autor peruano Ricardo Palma, a quien consideró “precursor” del boom literario latinoamericano.

“En la narrativa de Palma ya encontramos los elementos del realismo mágico del boom, de escritores como el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Carlos Fuentes", afirmó Ganguly en el acto, celebrado en el Instituto Cervantes de la capital india.

El hispanista consideró que “es una injusticia que Palma no tenga ese reconocimiento”, tras destacar el esfuerzo de Palma para llevar a la letra impresa la “larga y rica tradición oral que existe en Perú en particular y, en general, en toda Latinoamérica”.

“Este trabajo de traducción es magnífico para estudiar de manera comparativa dos culturas a través de sus lenguas”, dijo Ganguly, que subrayó la necesidad de que la iniciativa sirva de ejemplo para traducir la obra de Palma a otros idiomas del gigante asiático.

Además de los traductores de la obra, Atasi Chatterjee y Asesh Kumar Ray, al acto asistieron el embajador de Perú en la India, Javier Paulinich, la consejera de la legación diplomática peruana Anna Maeda, y el jefe de cultura del Cervantes local, Jesús Clavero.

La versión en hindi de Tradiciones Peruanas ha sido publicada por la Universidad Alas Peruanas, y ha recibido el apoyo de la embajada de Lima en Nueva Delhi para su difusión en el mundo académico de esta capital y en el de Calcuta, la principal ciudad bengalí.


William Carlos Williams, traductor de poesía escrita en castellano

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Hijo de un inglés, que a los 5 años se trasladó con su  familia a la República Domínicana, y de una portorriqueña, el influyente poeta estadounidense William Carlos Williams (1883-1963), cuyo segundo nombre denota alguna anomalía para los estándares anglosajones, se educó tanto en inglés como en castellano. Ese dato, que no está presente en todas las biografías, resulta fundamental a la hora de leer By Word of Mouth. Poems From the Spanish, 1916-1959, un reciente volumen compilado y editado por el traductor de literatura latinoamericana Jonathan Cohen y prologado por el poeta Julio Marzán, autor del volumen The Spanish American Roots of William Carlos Williams (1994). 

El volumen, publicado en 2011 por New Directions (qué otra editorial), reúne las traducciones que Williams hizo de literatura en castellano a lo largo de cuarenta y ocho años. Lo sorprendente es la lista de autores y los años en que fueron hechas las traducciones: del año 1916, poemas del guatemalteco Rafael Arévalo Martínez, del peruano José Santos Chocano, del hondureño Alfonso Guillén Zelaya, y de los colombianos Luis Carlos López y José Asunción Silva. De la década de 1930 son las traducciones de Francisco de Quevedo, Miguel Hernández, Rafael Beltrán Logroño, Mariano del Alcázar y bastante poesía anónima y tradicional. Durantes las décadas de 1940 y 1950, tradujo a Luis Palés Matos, a Octavio Paz, a Pablo Neruda, a Alí Chumacero, a Nicanor Parra, a Álvaro Figueredo, a Silvina Ocampo, a Ernesto Mejía Sánchez, a Jorge Carrera Andrade, a Eugenio Florit, a Eunice Odio y a su propia madre, Raquel Hélène Rose Hoheb Williams. Cada poeta se publica en el idioma original y en la traducción de Williams al inglés. Las notas de Jonathan Cohen que explican las circunstancias en que fueron traducidos los poemas son de enorme valor.


Los rusos que nos depara México

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El lunes 20 de mayo de este año, Hermann Bellinghausen escribió la siguiente reseña, publicada en La Jornada, de México, sobre La vida entera y otros cuentos raros de escritores rusos, una colección de cuentos rusos, traducida por el mexicano Jorge Bustamante.

Raros rusos

A cuentagotas, como es el destino de las publicaciones independientes, comienza a circular en México un libro de rara belleza, una inusual navegación por la narrativa breve rusa del siglo XX. Por usar la muletilla uno de los secretos mejor guardados, la literatura de estos raros abarca uno de los territorios más apasionantes de la literatura moderna. Muchos de sus creadores son escasamente conocidos y tienen en común diversos grados de destino trágico, similar al de los poetas contemporáneos suyos del melancólicamente llamado Siglo de Plata. Es La vida entera y otros cuentos raros de escritores rusos (Verdehalago, México, 2013), en selección y traducción del poeta colombiano-mexicano Jorge Bustamante García, quien ha convertido en aventura su labor lectora y traductora de poetas, cronistas y ahora narradores rusos.

Sus versiones de Ana Ajmátova y la indispensable antología de poetas El instante maravilloso (UNAM, 2004) acercan a nuestra lengua, con inusual justicia poética, textos de Pasternak, Mandelstam, Blok, Tsietáieva, Esenin y otros. En acompañamiento a sus traslados de creación, Bustamante García se ha ocupado en proporcionar, a manera de contexto, Conversaciones y entrevistas. Encuentros en Yasanaia Poliana (Forcola Ediciones, 2012), reunión de entrevistas con León Tolstoi inéditas en castellano, y su muy original El Perro Vagabundo (Filodecaballos, México, 2008), donde recrea con crónicas y memorias de autores de principios del siglo pasado, la vida en torno a un bar literario, el legendario antro El Perro Vagabundo en San Petersburgo, entre 1911 y 1915. Por allí pasaron y se manifestaron los grandes autores a los que Bustamante, por lo demás, dedicaba ya su envidiable conocimiento del idioma.

La profesión de geólogo lo llevó a estudiar y trabajar ocho años en la ex Unión Soviética y, poeta de por sí, esa incursión le abrió la puerta a una literatura maravillosa, en buena parte clandestina, que precisamente esa Unión Soviética aplastó sin acabar con ella. Bustamante radica en México desde hace 30 años, y tenemos la fortuna de que esta nueva traducción en progreso se publique en nuestro país, si bien fuera del mainstream comercial (que pareciera el único lugar que existe, pero no).

El admirativo “raros” del título, con su clara resonancia dariana, acoge espléndidos retazos de Gógol, Dostoievski y Gorki en textos nuevos, así como la extraordinaria Gramática del amor, de Iván Bunin. Pero la médula de esta colección radica en cinco narradores del periodo soviético, caídos en desgracia y, sin excepción, inmensos autores del siglo XX: Evgueni Zamiatin (1884-1937), Sigizmund Krzhizhanovski (1887-1950), Mijail Bulgákov (1891-1950), Boris Pilniak (1894-1938) y Andrei Platónov (1899-1951). Se echa de menos a Isaak Babel (1894-1940), pero de éste no parecen quedar relatos sin traducir a nuestra lengua (como ocurre con Chéjov).

Pueden parecer una patética galería de víctimas, artistas ninguneados con furia cuyo destino bastaría para condenar al estalinismo, sus inquisiciones y su doctrina del realismo socialista que no sólo mató la creatividad de los escritores sino que, literalmente, los mató: de un tiro, de hambre, exilio, tisis, denigración y abandono. Gente tan estupenda como el osado Pilniak o el buen doctor Bulgákov (teatrero, novelista, poeta de la sátira), o ese novelista ilimitado, Zamiatin. O el erudito y fantasioso filósofo de la literatura Krzhizhanovski, inédito todo su vida, y descubierto 40 años después de su muerte.

“La vida entera”, de Pilniak, relato que da título a la antología de raros, cuenta de manera simple y poderosa la vida de dos grandes pájaros rapaces, un macho y una hembra, con objetividad ornitológica y sobriedad casi lírica. Nos revela una faceta más de estesensacional narrador soviético (descubierto para el lector de nuestra lengua por Sergio Pitol) y prefigura las miradas naturalistas de John Berger y Erri de Luca. Una joya.

Estos cinco autores –soviéticos a pesar suyo– ocupan cerca de la mitad de las 260 páginas de La vida entera;constituyen su columna vertebral. A quien ame la literatura, la exploración humana en condiciones terribles, cómicas o distópicas, ninguno de estos autores debería serle ajeno.

Por citar alguno, estas máximas mínimas de Platonóv: Para convertirse en genio del futuro, hay que ser académico del pasado. El maestro es el instrumento del alumno. La burguesía es el instrumento del aprendizaje del proletariado. El maestro de todos es el pasado. El pasado es el futuro potencial, como el minuto contiene todos los tiempos. El segundo es la causa de la eternidad.

En la galería de “La vida entera” desfilan poetas cortesanos, atormentados o ridículos; masas ávidas de vodka o ahítas de revolución, mendigos, locos, santos, vividores, animales, solterones, bromas literarias a costa de Pushkin y Spinoza. Eso y más hay en este pequeño volumen. Pídalo en su librería, para que ésta se lo consiga.




Gracias a la "Marca España" los españoles se están convirtiendo en el hazmerreir de todo el planeta

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La presente columna de Javier Marías fue publicada por el diario El País, de Madrid, el domingo 26 de mayo pasado. Habla de esa estupidez inventada por funcionarios trasnochados que insisten en llamar “Marca España”, cuyo principal efecto es convertir a los españoles en hazmerreír de todo el planeta. Marías lo sabe y reacciona en consecuencia. Con él nos preguntamos, ¿por qué no se meterán la "Marca España" en el culo?

La Marca España y las ratas

A través de Yolanda Cortés, encargada de prensa de la Editorial Alfaguara, me llega una aparente petición (luego se verá que no lo es tanto) cuyo remite tiene el pomposo y ridículo nombre de “Alto Comisionado para la Marca España”. Ya la mera idea de considerar España una “marca” (como también se hace con Cataluña, Andalucía y demás) habla del carácter venal y propagandístico de ese “ente”, auspiciado por el actual Gobierno, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y amparado al parecer por la Corona. A su frente está Carlos Espinosa de los Monteros, que ha sido Presidente, “entre otras compañías”, de Iberia, Mercedes-Benz, Daimler-Chrysler y González-Byass, para que no quepa duda de cuáles son los propósitos (más bien quiméricos, como comentaré el próximo domingo) de dicha Marca.

Este Alto Comisionado ni siquiera sabe cómo tratar a las personas en su petición, relacionada con un inminente acto de presentación de la Marcaen el Parlamento Europeo en Bruselas, en el que se mostrará un vídeo al final del cual “habrá una parte dedicada a aquellos ‘rostros que nos representan allá donde vayan”. Así que están contactando “con gente destacada de varios sectores”. “La imagen”, dicen, “se proyectaría junto con el nombre y el oficio durante un breve periodo de unos tres segundos (dependerá de cómo encaje todo)”, para lo que piden la autorización de los elegidos.

Ya es bastante preocupante, e incluso amenazante, descubrir que uno, sin comerlo ni beberlo, y según este Alto, “representa” a algo más que a uno mismo “allá donde vaya”. Es decir, no tiene escapatoria. Si uno es español de nacimiento y pasaporte (cosa accidental en gran medida), y ha hecho alguna cosa “destacada” en su “oficio”, está representando a España le guste o no, tenga la opinión que tenga de este país y de sus Gobiernos, y haya o no intentado, a lo largo de su vida, apartarse y luchar contra lo que se ha considerado más típica o genuinamente español. En mi caso particular, durante al menos treinta y cinco de los cuarenta y dos años que llevo publicando, gran parte de los críticos, colegas, funcionarios literarios y prensa poco menos que me negaron la nacionalidad, pese a haber escrito siempre en español. “Es un inglés que se traduce a sí mismo, y su castellano está lleno de extranjerismos e incorrecciones”, vendría a ser, en resumen, el veredicto que recibí de muchos durante mucho tiempo. Ahora resulta, sin embargo, que “represento” a España –santo cielo– “allá donde vaya”. Da lo mismo si viajo a un país u otro o si me quedo aquí sin moverme: en la frente llevo un cartel que no pone mi nombre –lo único de lo cual respondo y que “represento”, otra aspiración me parecería megalómana–, sino “Marca España”. Lo que me vienen a comunicar es esto: “Usted es español y se lo conoce algo por ahí fuera, así que se jode”.

Pero ya he dicho que la petición no es tal del todo. Me imagino que esa autorización para el uso de la imagen y el nombre se la habrán solicitado a muchísimas personas más famosas y notables que yo, y que lo habrán hecho en parecidos términos: “Este vídeo”, sigue la carta, “va a utilizarse también como vídeo promocional de la Marca España, así que se pretende tenga una gran proyección nacional e internacional. Si estuviera interesado en aparecer le agradecería” la mencionada autorización, “y si quisiera podría enviarnos también alguna imagen o vídeo suyo”. No sé si se dan cuenta, pero de pronto la petición se ha convertido sibilinamente en un favor que el Alto le va a hacer a uno. “Si estuviera interesado en aparecer”, se permiten añadir de repente, como si la iniciativa no partiera de ellos. No “Si tuviera a bien aparecer” ni “Si aceptara …” ni “Si no tuviera inconveniente en …”, nada de eso. Bueno, pase que a mí me tomen por un piernas, probablemente lo sea. Pero supongo que habrán recibido una carta similar celebridades como Nadal, Montserrat Caballé, Savater, Fernando Alonso, Casillas, Penélope Cruz, Adrià, Plácido Domingo, Pérez-Reverte, Almodóvar, los Gasol, Barceló, Amancio Ortega, Banderas, Mendoza, Alejandro Sanz, Ruiz Zafón, Iniesta o Bardem. El Alto debe de creer, por lo visto, que todas estas personalidades enloquecerán (iba a escribir “perderán el culo”, pero es algo grosero) por que su rostro y su nombre aparezcan durante tres segundos –con suerte– en una promoción de la Marca España. Será que andan necesitadas de “proyección nacional e internacional”, y ese vídeo va a proporcionársela.


El domingo que viene contaré cuál fue mi respuesta, y también en qué consiste hoy la Marca España, en mi opinión propia de un piernas. Pero les adelantaré ahora una escena reveladora y reciente, que jamás había contemplado en mi ciudad, ni siquiera en los años cincuenta en que nací. La Marca España, entre otras cosas, son las RATAS que ya he visto varias noches correteando como conejos por entre las mesas de las terrazas de la Plaza Mayorde Madrid, una de las más turísticas y emblemáticas del país (como para sentarse a esas mesas). El Madrid deteriorado de la alcaldesa Botella de Aznar. El Madrid controlado por el PP desde hace más de veinte años. Peligrosas, insalubres, transmisoras de enfermedades, campando a sus anchas en pleno centro de la capital del Reino. Esa es una de las imágenes actuales que debería meter en su vídeo ese Alto Comisionado.

Una tontería para perder el tiempo

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Gabriela Wiener publicó en 2008, en uno de los números de la revista SoHo, un texto del mexicano Juan 
José Arreola 
(1918-2001) que fue sometido a una serie de traducciones del castellano al inglés, del inglés al ruso, del ruso al francés, del francés al chino mandarín y de éste al castellano. La idea era ver cómo iba variando el texto. El problema es que más allá de esas variaciones lógicas hay otras debidas a los malos traductores que eligieron, empezando por un tal Joe Broderick, el traductor al inglés, que empieza confundiendo al sapo (toad) con la rana (frog). Dado ese galimatías inicial (al que se suman otros, fruto de la impericia), la demostración hace agua por todos lados. Con todo, se reproduce a continuación porque, seguramente, habrá quien se divierta buscando los errores.

El teléfono roto de las traducciones

El texto original

“El sapo”
(Juan José Arreola)
Salta de vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido: viéndolo bien, el sapo es todo corazón.
Prensado en un bloque de lodo frío, el sapo se sumerge en el invierno como una lamentable crisálida. Se despierta en primavera, consciente de que ninguna metamorfosis se ha operado en él. Es más sapo que nunca, en su profunda desecación. Aguarda en silencio las primeras lluvias. 
Y un buen día surge de la tierra blanda, pesado de humedad, henchido de savia rencorosa, como un corazón tirado al suelo. En su actitud de esfinge hay una secreta proposición de canje, y la fealdad del sapo aparece ante nosotros con una abrumadora cualidad de espejo.


Del español al inglés
(Traducción: Joe Broderick)
“The Frog”

The frog gives a leap now and again, just to prove he’s radically static. His little jumps are something like a palpitation; to tell the truth, the frog’s all heart.
Originally molded in a block of cold mud, he submerges in Winter like a pitiful chrysalis. He awakens in the Spring to find he’s undergone no kind of metamorphosis; in his state of deep desiccation, he’s more of a frog than ever. He silently waits for the first shower of rain.
Then one day he rises up out of the soft earth, weighed down by damp, inflated with rancorous sap, like a heart dumped on the ground. His sphinx-like pose veils his secret plan to do a deal. In short, the frog’s ugliness is too much for us; it’s like seeing ourselves in a mirror.

Traducción parcial al español
“La rana”

La rana salta una y otra vez, solo para probar que ella es radicalmente estática. Sus pequeños saltos son algo parecido a una palpitación; a decir verdad, la rana es puro corazón.
Originalmente moldeada en un bloque de barro frío, ella se sumerge en el invierno como si fuera una lastimera crisálida. Ella se despierta en la primavera para darse cuenta de que no ha entrado en ninguna especie de metamorfosis; en su estado de profunda deshidratación, ella es más rana que nunca. Ella espera silenciosamente por el primer riego de lluvia.
Entonces un día ella se levanta de la blanda tierra, aún con el peso de la humedad que la ata a la misma, hinchada de malicioso resentimiento, como un corazón desechado en el suelo. Su postura de esfinge esconde su plan secreto de hacer un trato. En pocas palabras, la fealdad de la rana es demasiado para nosotros; es como vernos a nosotros mismos en un espejo.


Del inglés al ruso
(Traducción: Tatiana Ivanova,  Instituto León Tolstoi)
“Лягушка”

Лягушка подпрыгивает время от времени, чтобы доказать свою радикальную неподвижность. Её короткие пряжки это что-то вроде биения сердца; по правде говоря, лягушка – это само сердце.
Своеобразно спрессованная в глыбе холодной грязи она погружается в зиму, как жалкий кокон. Она пробуждается весной и обнаруживает, что с ней не произошло никаких изменений; в состоянии этого глубокого истощения она выглядит лягушкой более чем когда-либо.
 Она молча ждёт первого ливня. 
И вот однажды она поднимается из мягкой почвы, отягощенная сыростью, раздутая соком затаённой обиды, как сердце, брошенное на землю. За её позой сфинкса скрывается план секретной сделки. Одним словом, лягушечье упорство непереносимо для нас – это как видеть себя самих в зеркале. 


Traducción parcial al español
“La rana”

La rana salta periódicamente para comprobar su radical quietud. Sus cortos saltos son como los latidos del corazón; a decir verdad, la rana es el mismo corazón.
Particularmente prensada en fría masa de lodo ella se sumerge en invierno, como un miserable capullo. Ella se despierta en primavera y descubre que no le ocurrieron ningunos cambios; en este estado de profundo agotamiento ella se parece a una rana más que nunca.
Ella en silencio espera la primera lluvia.
Un día ella de repente se emerge de la suave tierra, sobrecargada por la humedad, hinchada por el néctar de la ofensa resguardada, como un corazón arrojado al suelo. Tras de su pose de esfinge se oculta el secreto plan de venganza. Es decir, la terquedad de la rana es insoportable para nosotros, es como vernos a nosotros mismos en un espejo.


Del ruso al francés
(Traducción: Natalia Makeeva, traductora independiente)
“La grenouille

La grenouille sautille de temps en temps pour démontrer son immobilité radicale. Ses sauts courts sont comme des battements du coeur; à vrai dire, la grenouille est le coeur même.
Pressée d’une manière particulière dans un bloc de boue froide, elle s’immerge dans l’hiver comme un cocon misérable. En se réveillant au printemps elle découvre qu’elle n’a absolument pas changé; en état de cet épuisement profond elle a l’air d’une grenouille plus que jamais.
Elle attend en silence la première averse.
Et voilà qu’une fois elle monte du sol mou, surchargée par l’humidité, gonflée par le suc d’une offense cachée, comme un coeur jeté par terre. Sa pose de sphinx enferme le plan d’un marché secret. Bref, la ténacité de la grenouille est intolérable pour nous, c’est comme si nous voyions nous-mêmes dans le miroir.

Traducción parcial al español
“El sapo”

El sapo salta de vez en cuando para demostrar su inmovilidad radical. Sus saltos cortos son como latidos del corazón. En realidad, el sapo es el corazón mismo.
Apretado de una singular manera dentro de un bloque de barro frío, se sumerge en el invierno como un miserable capullo. Al despertarse en primavera descubre que no ha cambiado en absoluto; en ese estado de agotamiento profundo parece más sapo ahora que nunca. 
Espera en silencio la primera lluvia.
Y un día sube del suelo blando, sobrecargado por la humedad, inflado por la savia de una ofensa escondida, como un corazón echado por tierra. Su pose de esfinge encierra el plan de un pacto secreto. En fin, la tenacidad del sapo es intolerable para nosotros, es como si nos estuviéramos mirando en el espejo.


Del francés al mandarín
(Traducción: Yibo Wen, traductora independiente)
青蛙

一只青蛙,为了显示一下自己结识的身体,
时而跳来跳去。
它的小跳就像人的心跳。说白了,
这只青蛙本身就像心脏般大小。
青蛙以奇特的方式快速地来到一个寒冷的地方
就像一颗窘迫的心脏,埋藏在冬季里。等它春
天醒来的时候,
发现自己没有任何变化,在它身体内部,
比以前还像一只青蛙了。
它静静地等着第一场雨的到来。
青蛙被琐碎的露水填满,载着过多的潮气,
来到潮湿的地面。
就像被土填的心脏,它的面像就像秘密协定
样光华。简单的说,我们是不能承受像青
蛙般的韧性,就像我们在镜子中看我们自己
样清楚明了

Traducción parcial al español
(Traducción: Guiling Liu, Escuela Studiomandarín)
“El sapito”

Un sapito quería mostrar su fuerte y acuerpado cuerpo, a cada rato saltaba de un lado para otro, cada saltico del sapito es como el pálpito del corazón del ser humano. La verdad, el tamaño de este sapito es similar al de un corazón. El sapito puede utilizar una forma extraña y a la vez extraordinaria, saltando rápidamente para terminar en un lugar frío. Este parecía un corazón apurado, escondido debajo del invierno. Esperando el despertar de la primavera, para después descubrir que su cuerpo no se ha transformado para nada, lo contrario, aparenta más sapo que nunca. Después, él silenciosamente espera la llegada de la primera lluvia.
El sapito está cubierto de rocíos insignificantes, llevando consigo mismo la humedad sobrada permitiéndolo llegar así a un suelo húmedo. Parecía un corazón untado de tierra, su rostro sigue espléndido como si tuviera un acuerdo en secreto anteriormente pactado para mantenerlo así. Hablando de una forma sencilla, muchas veces no aceptamos que un sapito puede tener semejante tenacidad, al igual que no aceptamos observarnos claramente a nosotros mismos a través del espejo.






Editorial libertaria española patea el tablero

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Innisfree (http://editorialinnisfree.blogspot.com.ar/) es una muy curiosa editorial española de las nuevas. Se reproduce a continuación una entrevista con Oliver Serrano, uno de los tres socios detrás del proyecto, publicada en ActiBva, revista on line que imaginamos ligada al banco BBVA.

"Somos la única editorial 
que practica la contraeconomía"


Hoy entrevistamos a Oliver Serrano, uno de los cofundadores de Editorial Innisfree. Oliver y sus socios se han lanzado a la aventura de crear una editorial en medio de una crisis sectorial y general. Sólo por eso la entrevista seguramente merecería la pena. Pero es que además Editorial Inisfree tiene una linea editorial muy marcada, bajo su promesa de publicar lo que ninguna otra editorial en español ha publicado jamás ni se atrevería a publicar. Su fondo editorial se centra en obras de contenido económico, en la linea del liberalismo, libertarianismo, etc. Esta mezcla de propuesta alternativa, de apuesta por la Economía, conjugada con el uso de una herramienta como el ebook nos sugiere que esta entrevista puede ser muy interesante para nuestros lectores.

--¿Cómo surge Editorial Innisfree?
--A través de mis conversaciones facebookeanas con el critico de cine Ignacio Pablo Rico Guastavino. Nos dimos cuenta de que ambos habíamos leído a Samuel Edward Konkin III, hecho realmente curioso ya que es un autor prácticamente desconocido para casi todo el mundo, y decidimos traducir su principal obra, New Libertarian Manifesto, texto fundacional del agorismo.

--¿Qué la distingue de otras editoriales?
--Somos la única editorial que practica la contraeconomía en todos los procesos que dependen únicamente de nosotros. El Estado no sabe que existimos, pero nuestros libros están presentes en las librerías más importantes del país. Además estamos rescatando movimientos y autores que nunca antes habían sido publicados. Por ejemplo, además del ya mencionado agorismo, este mes desembarca en Innisfree por primera vez en la historia editorial española el autor socialista individualista francés Georges Palante, y su obra Las Antinomias entre el Individuo y la Sociedad, tesis doctoral que fue rechazada unánimemente por la Sorbona francesa a comienzos del s. XX.

--¿Cuál ha sido la respuesta del mercado ante un proyecto en un sector en crisis y con una apuesta para minorías?
--Pues de momento bastante sobresaliente. Todos nuestros libros electrónicos ocupan durante las primeras semanas las listas de libros más vendidos de Amazon. En papel aún tenemos que mejorar la distribución para que los libros lleguen a más lugares, como VIPS o FNAC, pero no nos podemos quejar. Se amortizan realmente rápido, y tenemos amplias esperanzas en Latinoamérica, cuya liquidación no conoceremos hasta junio.

--¿Qué te ha sorprendido más del mundo editorial?
--Los porcentajes de los distribuidores, hecho que nos ha llevado a prescindir de ellos en dos de nuestras publicaciones: Economía para Rubias, de Félix Moreno e Isabel Bella; y La Maquinariade la Libertad, de David Friedman.

--¿Cómo han recibido los autores extranjeros vuestra oferta?, ¿hay cantera nacional para vuestra línea editorial?
--Encantados. La mayoría son libertarios y no creen en la propiedad intelectual, así que lo único que piden es que nos esmeremos en la traducción. En cuanto a España, hay muy pocos autores que escriban sobre los temas que nos gustaría leer en Innisfree, pero sí que contaremos con alguna sorpresa en los próximos meses.

--¿Cuál es vuestro planteamiento ante el ebook?, ¿y ante el copyright?

--Todos nuestros libros son publicados en Kindle varias semanas antes de enviarlos a imprenta. El libro electrónico no tiene apenas costes y es una buena forma de saber si merece la pena imprimir el libro o no. Somos favorables al konkineano copywrong, pero también pensamos en el trabajo de los traductores. Así que la solución es rebajar mucho el precio en la version electronica. Nadie podrá decir que no lee nuestros libros porque son caros.

--¿Cuál de vuestras publicaciones te ha satisfecho más?, ¿qué proyecto futuro te despierta más más ilusión?
--Hay dos publicaciones que nos han hecho madurar editorialmente: Economía para Rubias: Fue el primer libro editado en solitario por Innisfree. Los autores entregaron el libro perfectamente maquetado y nosotros imprimimos el libro en Hong Kong, tras pelearnos con varias imprentas españolas para que bajaran el presupuesto. La negociación con los chinos tampoco fue fácil, pero el precio final de impresión bien mereció alguna que otra pelea vía Skype contra tres chinos. Nadie lo diría a juzgar por la calidad del acabado.
La Maquinaria de la Libertad: Este fue el único libro por el que hemos tenido que negociar por los derechos de autor con su editorial estadounidense. Una vez conseguidos, el propio David Friedman diseñó la portada del libro y vino a Madrid y a Barcelona a presentarlo. Contar con un autor de la talla de David Friedman en una editorial que apenas llevaba un año funcionando fue realmente sorprendente, y nos ha venido muy bien para atraer a otros autores de talla mundial.
Además hay varios proyectos muy importantes: Concebido en Libertad de Rothbard, la Obras Completas de Bastiat, La Guía Políticamente Incorrecta del Capitalismo de Robert P. Murphy (comentada por Juan Ramón Rallo), XXX: El Derecho de la Mujer a la Pornografía de Wendy McElroy (otra autora nunca antes traducida al español), La Economía y la Ética de la Propiedad Privada de Hans Hermann Hoppe y Nuestro Enemigo, el Estado de Albert Jay Nock.

--La crisis actual, ¿es una amenaza o una oportunidad para lineas de pensamiento como la Escuela Austriaca, el anarcocapitalismo, el agorismo…?
--Teniendo en cuenta que la Escuela Austriacade Economía llevaba años avisando de lo que sucede con las expansions crediticias artificiales, y que la crisis apenas se ha notado en lugares como New Hampshire, plagado de agoristas y libertarios, creemos que es un buen momento para difundir estas ideas. La gente sabe que el modelo estatista está llegando a su fin.

--¿Quién está detrás de Innisfree?
--Somos tres socios: Ignacio, Juan Manuel y yo. Ignacio es filólogo hispánico y colabora en diversos medios como critico de cine. Juan Manuel es ingeniero aeronáutico y lleva todo el tema de la web www.editorial-innisfree.com, y yo soy abogado y politólogo, y soy el que ideó el modelo de negocio. No uso twitter. Tenemos un diseñador gráfico que hace nuestras ya características portadas con retratos minimalistas. Y el resto lo aporta Unión Editorial, en cuanto a coediciones se refiere.

--¿Cómo os organizáis, cómo os repartís el trabajo, cuál es el proceso para el lanzamiento de una nueva obra?
--Cada uno elige las obras que le interesan, contrata a sus traductores, idea la portada y luego lo comparte con los demás. Entre nosotros nos damos mucha caña para que el producto final sea mucho mejor que la propuesta originaria.
--¿Con qué financiación habéis contado?, ¿el proyecto ya es viable por si mismo?
--No mucha, pero tampoco se necesita demasiada porque el modelo de negocio hace que el proceso editorial, del que no hemos contado todo, sea muy low cost.

--¿Por qué habéis optado por una Ltd (sociedad limitada británica) con domicilio en Londres?
--Costaba 70€, unas pocas horas crearla, y no hay que pagar impuestos hasta ingresos superiores a las 68.000 librasesterlinas. Y no había que salir de casa, porque todo era por internet.

--¿Qué recomendaciones le harias a un emprendedor?
--Que huya de la burocracia española y no piense demasiado en Hacienda. Crear una SL o darse de alta como autónomo sin saber si el negocio va a funcionar es un perfecto desperdicio de dinero y de tiempo. Después de todo, hasta los 120.000€ anuales no hay delito fiscal.


Jorge Aulicino en Nazione Indiana

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Jorge Aulicinoes uno de los más importantes poetas argentinos contemporáneos. A ello, se suma su prestigiosa trayectoria como periodista cultural, desarrollada en medios  tan diversos como Diario de Poesía y la revista Ñ, donde se desempeló como director general adjunto en el momento de mayor esplendor de la publicación. Sin embargo, importa aquí señalar que es uno de los mayores traductores de poesía italiana de la Argentina. Susversiones de poetas italianos contemporáneos pueden consultarse en su blog Otra iglesia es imposible (http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/), donde tamibén pueden leerse sus traducciones de Guido Cavalcanti, Dante Alighieri (la totalidad de la Divina Comedia) y Ariosto. Tal vez por todos estos méritos la revista virtual Nazione Indiana (http://www.nazioneindiana.com/2013/06/01/que-viva-la-traduccion-la-letteratura-italiana-in-argentina/), por intermedio de Ilide Carmignani y Giuseppe Zucco ha decidido entrevistarlo sobre la traducción de literatura italiana en la Argentina.

¡Que viva la traducción!
La letteratura italiana in Argentina

–¿Qué espacio ocupa porcentualmente la literatura italiana en el conjunto de la literatura traducida en la Argentina? ¿Y las otras literaturas europeas?
–No existen cifras sobre ese porcentual, ni siquiera sabemos cuál es el porcentual de literatura traducida que se vende en la Argentina. Peroconviene tener en cuenta, antes de continuar, que el mercado editorial argentino está dominado por tres grandes grupos editoriales no argentinos: Planeta, Santillana y Random-House, que han absorbido a las grandes editoriales argentinas, como Sudamericana y Emecé. Con un agravante: las traducciones que leemos están, en general, hechas en España, por traductores españoles, con el español de España y no con el que se habla en la Argentina. Me temo que la época de oro de la traducción se ha terminado en este país. Hubo épocas mejores. Desde 1950 hasta fines del siglo pasado, las editoriales argentinas publicaron a los autores contemporáneos italianos, traducidos por autores argentinos: Moravia, Morante, Pavese, Pratolini, Vittorini, Pirandello, Gadda, Montale, Ungaretti, Quasimodo, Pasolini, Calvino, etc. Enrique Pezzoni, editor de Sudamericana, Horacio Armani, Attilio Dabini, Rodolfo Alonso, han sido grandes traductores y difusores de la literatura italiana, desde editoriales como Sur, Losada, Sudamericana, Fabril, etc. La izquierda tradujo a Gramsci en los sesenta. José Aricó y Héctor Agosti fueron sus traductores y difusores. Hoy dependemos casi exclusivamente de España. Esto es casi escandaloso en un país que recibió más de seis millones de inmigrantes italianos, cuya población en un 60 por ciento tiene ascendencia italiana y el acento de cuyo castellano se debe en parte a los andaluces, pero en gran parte a los napolitanos, según un estudio reciente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

– ¿Cuáles son los escritores más conocidos?
–He leído en Nazione Indiana las entrevistas a traductores españoles y diría que en este sentido el panorama es, aquí, semejante al de España. El autor más conocido es Andrea Camillieri, publicado por la editorial española Salamandra. En un círculo más estrecho de lectores, son apreciados Antonio Tabucchi y Alessandro Baricco (publicados ambos por Anagrama). Los nombres de ensayistas y filósofos son también previsibles: Umberto Eco (publicado por Lumen) es casi popular en la Argentina. GianniVattimo tiene, supongo, buenas ventas, si se juzga por su presencia en los periódicos. Ha sido publicado también por editoriales españolas. En círculos más reducidos, han tenido éxito Toni Negri y Giorgio Agamben. 

–¿Se traduce la poesía? ¿Y la literatura de género, la ensayística, los libros para niños?
–Libros italianos para niños no se conocen en la Argentina. Laensayística, salvo los autores mencionados, es un esfuerzo de pequeñas y medianas editoriales, casi artesanales. Por ejemplo, una pequeña editorial como El Cuenco de Plata ha publicado a pensadores clásicos italianos, traducidos aquí, como Tomasso Campanella o Torcuato Accetto. Esta editorial acaba de publicar "La divina mímesis", de Pasolini, traducida por Diego Bentivegna. Otra editorial muy pequeña, Winograd, publicó a Pico della Mirandola. Son esfuerzos casi diría extravagantes.
La poesía no se publica ni se reedita salvo en estas pequeñas editoriales. Un joven lector, incluso un joven autor, no puede encontrar aquí traducciones de Montale, Pavese, Fortini, Pasolini, Penna etc. No puede, pues, acceder a grandes poetas del siglo XX, salvo que los encuentre en las librerías de libros usados, o dispersos en la web. Poetas como los mencionados Armani y Alonso hicieron traducciones de esos clásicos contemporáneos hace cuarenta y cincuenta años. Por ser grandes y notables excepciones, convine señalar algunas ediciones recientes, todas ellas realizadas por editoriales ínfimas: María Julia Ruschi tradujo a Mario Luzi para la editorial Grupo Editor, y a Milo de Angelis para la editorial Hilos; Delfina Muschietti tradujo a Alda Merini para la editorial Bajo la Luna (esta es una editorial un poco más grande); la mencionada editorial Winograd publicó las Rimas completas de Alighieri, traducidas por Marcelo Pérez Carrasco; la editorial Gog y Magog publicó hace un año mi propia versión del Infierno, de Alighieri (la versión de los tres libros de la Comedia aparecerá en Edhasa este año, si Dios quiere). Tan magra presencia de la poesía italiana no se corresponde con la calidad de los traductores de poesía que existen en la Argentina, como Bentivegna, Muschietti, Pérez Carrasco, Pablo Anadón, Ángel Faretta, Alejandro Bekes, Carlos Vitale, Guillermo Piro, y los propios Armani y Alonso, que aún están vivos. Mucha de esta poesía se publica en los blogs.
La obra poética de un autor como Rodolfo Wilcok, que se radicó y murió en Italia y decidió escribir en italiano, aun no ha sido traducida. En Italia, la publicó Adelphi. Con algunos de sus relatos, ha tenido mejor suerte: los publicó Sudamericana, hoy absorbida por Random House-Mondadori.
El principal problema para editar a los autores italianos en la Argentina, contados los poetas, es que las editoriales españolas tienen los derechos de la mayoría de ellos.

– ¿Cuánto se traducen los clásicos? ¿Cuáles son accesibles y cuáles faltan en la nómina?
–Faltan prácticamente todos. Se pueden hallar algunos en los catálogos de las editoriales españolas, pero no todos se encuentran en las librerías. He comprado la última versión del Orlando, hecha en España por José María Micó, en la librería virtual de la Casa del Libro de Madrid. No tenemos a mano ni a Ariosto ni a Maquiavelo, ni siquiera a Dante, salvo en las reducidas ediciones que mencioné antes. No es posible leer a los poetas del siglo XIII ni siquiera en ediciones españolas. Ni a Petrarca ni a Boccaccio ni a Tasso ni a Leopardi, entre tantos otros. He conseguido una reedición de Edaf de la Comediatraducida por el conde de Cheste en el siglo XIX... ¡un hallazgo! Pero no se consigue la de Ángel Crespo, del siglo XX, para hablar de las españolas. Lo peor es que no se reeditan las traducciones argentinas de la Comedia: ni la de Bartolomé Mitre (militar y presidente argentino), de fines del siglo XIX,  ni la de Ángel Battistessa, publicada en los años 70.

–¿Qué editoriales dedican espacio a los escritores italianos? ¿Qué tipo de líneas editoriales tienen? ¿Existen editoriales especializadas en literatura italiana?
–No, por cierto, no existen casas editoriales especializadas en literatura italiana. Las líneas editoriales son las mismas que rigen en España.

–¿Hay un verdadero trabajo de scouting en la literatura italiana contemporánea? ¿Qué rol juegan en esto los traductores?
–No, eso no existe.

 –¿Qué recepción reserva el público argentino a los autores italianos? Los escritores más conocidos (Eco, Tabucchi, Camillieri, etc.) ¿arrastran de algún modo a los otros?
–Los autores italianos son y han sido, literaria y personalmente, muy queridos en la Argentina. Calvino, por ejemplo, fue muy leído y muy bien recibido en su visita a la Argentina. Porquegustaba su literatura y porque era italiano.  La visita de Ungaretti, hace muchos años, causó un impacto. La respuesta a la segunda parte de la pregunta es: desgraciadamente, no.

–Los libros italianos que se traducen en la Argentina, ¿qué variedad lingüística presentan? ¿Se traducen (y se venden) principalmente libros escritos de manera simple o también libros particularmente elaborados en el plano de la lengua y del estilo?
–Los pocos libros que se traducen aquí, casi todos por cuenta de pequeñas editoriales, presentan, en su versión al castellano, la variedad lingüística del Río de la Plata. A los argentinos les cuesta aceptar el castellano de Madrid, incluso en las obras más populares, y tal vez, principalmente, en las más populares. Nos cuesta aceptar que un personaje de Camillieri diga "gillipollas". Por supuesto, se venden más los libros de poca complejidad lingüística. Tabucchi es el nivel medio.

– ¿Hay en las redacciones culturales argentinas periodistas y/o escritores que conozcan el panorama italiano contemporáneo? ¿Existen revistas o blogs literarios que se ocupen de promover o sugerir a sus lectores libros italianos de cualquier otra nacionalidad?
–Existen pocos críticos en los grandes periódicos que conozcan el panorama italiano contemporáneo. Los principales -Armani, Hugo Beccacece- se han retirado. Yo mismo no lo conozco, y he sido el editor general de la revista de cultura del diario Clarín, el de mayor venta. Dependemos enteramente de lo que publican los editores españoles. Sabemos un poco, muy poco, de lo que sucede en Italia por los periódicos on line.

–¿Qué imagen tiene el lector argentino de Italia? ¿Los estereotipos que nos caracterizan en el exterior pueden influir de algún modo en la elección de títulos italianos a traducir?
–El estereotipo del italiano gritón, pasional, es una figura en la que se reconocen los argentinos. Los argentinos se creen parecidos a los napolitanos en ese sentido, y se sienten felices de parecerse. En general, están orgullosos de sus raíces italianas y el mote "tano" no es ofensivo, sino casi honorífico. Pero los inmigrantes cortaron todos los lazos con su patria y no enseñaron a sus hijos el idioma italiano. Con todo, más del 50 por ciento de las palabras del lunfardo (lenguaje que fue del hampa y hoy es el lenguaje de la calle) tienen origen italiano: decimos comunmente naso, gamba, facha (de faccia), laburo (de lavoro), escrachar (posiblemente de schiacciare[aplastar], pero con sentido distinto: destruir, denunciar), balurdo (de balordo [necio, aturdido], pero como  imbroglio [enredo, confusión]), grosso, mersa (de merce [mercancías] o mercante [mercader]: vulgar), mina (por mujer), nonno, birra, mufa (de muffa [moho]: aburrimiento, malhumor), manyar (de mangiare), festichola (de festicciola)
Todo esto no se refleja en una presencia especial de la literatura italiana en las librerías.
Los traductores vocacionales como los que he nombrado creo que han elegido, varios de ellos, el italiano por razones familiares y culturales. Pero no tenemos trabajo en las grandes editoriales.

–Para que un escritor italiano acceda al mercado editorial argentino o latinoamericano, ¿cuánto pesa la casa editorial de origen?
–Pesan, en nuestro caso, las casas que los han publicado en España, que dominan el mercado y el marketing.

–¿Qué función tiene la literatura argentina en el polisistema literario argentino?
–En la literatura argentina, los autores de posguerra, e incluso anteriores, fueron muy influyentes, sobre todo Pavese. La poesía argentina actual, en particular, no se concebiría sin él y sin Montale o Pasolini. Junto con el cine neorrealista llegaron muchos autores que hoy no se publican. Pratolini es un ejemplo. El propio Pavese, que influyó en un escritor ya canónico, como Juan José Saer, tampoco es posible hallarlo en librerías. En el campo de las ideas, Vattimo es un autor hoy muy leído y discutido, pero no sucede lo mismo en la literatura narrativa ni en la poesía.

 –¿Qué tipo de política cultural persigue Italia en la Argentina? ¿Podría haber modalidades de difusión más eficaces?
–No conozco la política cultural de Italia en la Argentina. LaAsociación Dante Alighieri se mantiene en pie, con filiales en varias ciudades, pero no conozco, ni creo que exista, una política respecto de la música, de la literatura, de las bellas artes. No creo que las autoridades culturales tengan noción clara de la recepción que pueden tener aquí autores italianos. En cierto modo, Italia también depende de la industria editorial española. Hay dos campos en los que podría trabajar: el estímulo a la traducción de los clásicos italianos, incluidos los ya clásicos del siglo pasado, y el intercambio cultural en general.

–¿Cómo funciona el mercado editorial en la Argentina? ¿Qué diferencias tiene respecto de los otros países de América Latina?
–Es un mercado como mayores posibilidades que los de otros países latinoamericanos. Argentina, pese a tener un índice de venta de libros menor que el de, por ejemplo, Francia, es el país con la proporción más elevada de ventas por habitante en los países de habla hispana de América. Se venden unos ochenta millones de libros al año, en un país de cuarenta millones de habitantes. Esto da dos libros por habitante al año. Pero una reciente encuesta mostró que en los sectores sociales de clase media la cifra es de cuatro a cinco libros al año.

–¿Qué rol cumple la edición española? ¿La distribución en la Argentina funciona del mismo modo para editores españoles y latinoamericanos?
–La distribución de las editoriales españolas funciona del mismo modo en todos los países, que yo sepa. Y eso incluye un aspecto terrible, a mi modo de ver: los libros de autores locales que editan los españoles en la Argentina y en cada uno de los otros países muy pocas veces son llevados a los otros mercados latinoamericanos, y muy pocos a España. En la Argentina no hay, a su vez, editoriales de otros países latinoamericanos, salvo el Fondo de Cultura Económica, de México, y Norma, de Colombia, que ha dejado de publicar novela y ensayo para dedicarse solo a la literatura infantil y juvenil. La editorial Lom, de Chile, anunció que este año se instalará en la Argentina con un catálogo muy interesante, que incluirá a Pirandello.

 –¿Las traducciones argentinas circulan también en otros países latinoamericanos y en España? ¿Qué consecuencias tiene en las traducciones el problema de las variantes locales del español?
–No; creo que las traducciones argentinas no circulan. En contados casos las grandes editoriales recurren a traductores argentinos. Aunque hay muy buenos traductores argentinos radicados en España, que trabajan para editoriales españolas. Ellos deben adaptar su castellano rioplatense a las normas de las editoriales españolas. En nuestro país, el uso del castellano de España en las traducciones ha provocado un debate de los traductores e intelectuales en general, porque encontramos que esa variante del castellano es antinatural para nosotros.

 –¿Es verdad que los argentinos son tradicionalmente considerados traductores excelentes?
–Han sido y son grandes traductores, al menos apasionados. Y muchos de ellos son y han sido autores ellos mismos. Desde el prócer Mariano Moreno, que tradujo a Rousseau en los tiempos de la Revolución, hasta grandes poetas, como Alberto Girri, que desde los años 50 a los 90 fue el decano de los traductores de poesía anglosajona -y algo de italiana-, o como Armani, sin duda el decano de la traducción de poesía italiana, pasando por Mitre y Battistessa, que tradujeron la Commedia.
Enrique Pezzoni tradujo con enorme pericia tanto del inglés como del italiano. Aurora Bernárdez fue gran traductora de Flaubert, Faulkner, Calvino, Sartre. Ha habido y hay tantos buenos traductores, que es imposible nombrarlos a todos. Quisiera agregar que en este momento están muy activos traductores como Jorge Fondebrider (inglés, francés), Jorge Salvetti (inglés, italiano, francés), Silvia Camerotto (inglés), Diego Bentivegna (italiano), Pablo Ingberg (inglés), Rolando Costa Picazo (inglés), Pablo Anadón (italiano), María Julia Ruschi (italiano), Gerardo Gambolini (inglés), Marcelo Pérez Carrasco (italiano), Andrés Ehrenhaus (inglés), Florencia Baranger-Bedel (francés), Judith Filc (inglés), Ricardo Herrera (italiano), Jonio González (inglés, catalán), Miguel Ángel Petrecca (chino) pero muy pocos traducen para grandes editoriales. Como dije más arriba, la Argentina tuvo una edad de oro de la industria editorial y, con ella, de la traducción. No es esta.



Carlos Fortea, nuevo presidente de ACE Traductores

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El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires desea felicitar y desearle toda la suerte del mundo al colega Carlos Fortea, quien desde el 1 de junio pasado, es el nuevo presidente de ACE Traductores.

Para quienes no estén informados, vale la pena señalar que ACE Traductores se constituyó en 1983 con el fin primordial de defender los intereses y derechos jurídicos, patrimoniales o de cualquier otro tipo de los traductores de libros en España.

Asimismo, entre sus objetivos siempre se ha contado la promoción de todas aquellas actividades e iniciativas que pudieran contribuir a la mejora de la situación social y profesional de los traductores, al debate y la reflexión sobre la traducción y al reconocimiento de la importancia cultural de la figura del traductor. ACE Traductores surgió además con el propósito de agrupar a los traductores de libros en el seno de una asociación de escritores para dejar así patente el carácter de autores de estos profesionales.

Cabe, por último, recordar, que, entre quienes precedieron a Fortea en gestiones anteriores, estuvieron el poeta y traductor Mario Merlino y, ejerciendo la vicepresidencia, el narrador y traductor Andrés Ehrenhaus, ambos argentinos radicados en España desde hace casi cuatro décadas.

Nacido en Madrid, en 1963, Carlos Fortea es Doctor en Filología por la Universidad Complutense. Ejerce la traducción literaria desde 1986, fecha a partir de la cual ha traducido a Günter Grass, Stefan Zweig, Heinrich Heine, E.T.A. Hoffmann, Anna Seghers, Wolfgang Koeppen, Thomas Bernhard y Alfred Döblin, entre otros. Es autor de las novelas Impresión bajo sospecha (Anaya, 2009) y El diablo en Madrid (Anaya, 2012). Actualmente compagina la traducción con la docencia de Traducción literaria en la Facultadde Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca, de la que hasta hace ocho meses fue Decano.

Cecilia Meireles traducida por Olga Sánchez Guevara

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El 10 de mayo pasado, Olga Sánchez Guevara publicó el siguiente artículo en Traduttore Traditore, la sección dedicada a discutir sobre traducciones e historia de la traducción de la revista virtual Cubaliteraria.

Apenas una rosa:
Cecília Meireles 
en español

La editorial Arte y Literatura acaba de publicar Apenas una rosa, antología poética de Cecília Meireles, con selección, prólogo y traducción de la autora de estos apuntes. Aunque tuvimos en cuenta la única antología personal de Meireles, preparada por ella en 1963 y organizada según el orden cronológico de sus libros —criterio mantenido en la edición cubana—, nuestra selección no reproduce aquella: por diversas razones, dejamos fuera muchos de los poemas allí recogidos, e incluimos varios que proceden de otras fuentes consultadas, como “Canción de la tarde en el campo”, que pertenece al libro Viaje y aparece en el Panorama de la poesía brasileña, de Manuel Bandeira.

Como bien se sabe, toda antología es incompleta, y la nuestra no es una excepción: resultaría imposible reflejar con justeza la amplitud y la intensidad de la obra de Cecília Meireles en una selección por muy extensa que esta fuese. Intentamos, sin embargo, que los poemas elegidos proporcionen al lector una visión de los grandes temas de la autora —la transitoriedad de todo, vida, amor, muerte, viajes, paisaje natural, el mar como realidad y como símbolo— y de las diversas formas poéticas que utilizó para abordarlos.

El que incluyéramos o no un poema en algunos casos obedeció a motivos relacionados con la traducción, pues partimos del criterio de que todo se puede traducir, pero no todo se puede traducir bien: hay textos que, al cambiar de idioma, se alejan demasiado de su forma original o, incluso, perderían parte de su sentido. En los poemas rimados, por ejemplo, forzar una rima pudiera desvirtuar lo que en realidad expresa el poema base, por lo que en ocasiones es preferible afectar la métrica antes que el contenido, o simplemente renunciar a traducir. Cabe señalar que las irregularidades métricas en esta versión pueden reproducir también el peculiar uso de la rima en Meireles, quien a veces la empleaba de manera muy libre y personal.*

Según nuestras indagaciones en catálogos de bibliotecas, la poesía de Meireles ha sido poco difundida en lengua española —al menos en forma de libro—. En Cuba, algunos poemas suyos fueron publicados en un plaquette de Arte y Literatura en 1991. En 2005, la revista cultural camagüeyana Antenas publicó un dossier de poemas suyos que constituyó el punto de partida para esta selección y para otros tres dosieres que aparecieron en las revistas Unión (2005) y Amnios (2009), y aquí, en Cubaliteraria, todos con selección y traducción mías.

Nacida en Rio de Janeiro en 1901 y fallecida en la misma ciudad en 1964, Cecília Benevides Meireles es una de las más altas voces femeninas de la poesía en lengua portuguesa y, en particular, de la poesía brasileña en el siglo XX. Inició su carrera literaria con la publicación de Espectros (1919), una colección de sonetos de corte simbolista; pero en toda su escritura se manifiestan rasgos de otros movimientos, por lo que es imposible encasillarla. En 1939 vio la luz Viagem, una de sus obras mayores, que ese mismo año recibió el Premio de Poesía de la Academia Brasileñade Letras. Otros libros suyos son Vaga música (1942); Mar absoluto(1949); Retratonatural(1949), Doze noturnos de Holanda e O aeronauta (1952), y Romanceiro da Inconfidência (1953), poemario sobre el movimiento independentista brasileño de 1789 en Minas Gerais.

Colaboró en periódicos y revistas de Brasil, y durante un tiempo fue redactora de temas educacionales para el Diario de Noticias de Rio. Además, tradujo al portugués, entre otros, a Federico García Lorca, Jean Anouilh, Henrik Ibsen, Rainer Maria Rilke y Alexandr Pushkin. Tal vez su intensa labor como traductora sea una explicación para la intemporalidad de su obra. Meireles fue una gran viajera, y la experiencia de sus viajes se integra igualmente a su quehacer poético.

En 1940, comenzó una actividad docente que la llevaría a enseñar en la Universidad de Texas y la Universidad Federalde Rio de Janeiro, entre otras, y a impartir conferencias sobre literatura brasileña en Portugal. Como docente, promovió reformas educacionales y abogó por la construcción de bibliotecas infantiles —la primera de su país fue inaugurada en 1934, por iniciativa suya—. Incursionó también en la literatura para niños y jóvenes con varios libros, entre los que cabe destacar Olhinhos de Gato, basado en su infancia de niña huérfana, educada por su abuela Jacinta Garcia Benevides, a cuya memoria dedicó el ciclo de poemas “Elegía”.

La obra poética de Meireles, aparentemente sencilla en la forma pero rica en imágenes y contenido, se caracteriza por un gran lirismo y por una profundidad emotiva y filosófica que a veces se revela sólo en la relectura. La Academia Brasileñade Letras le otorgó póstumamente el importante premio Machado de Assis.

Todo pasa, como la lluvia, la gota de agua, el mar, las lágrimas, la vida misma…, “mas la estrella es mía”, dice la poeta a quien su contemporáneo Carlos Drummond de Andrade definió como “un instrumento afinadísimo para revelarnos la más evanescente y precisa de las músicas”. Con nuestra antología, hemos procurado acercar esa música al lector de habla hispana.


Nota:
* En la presentación a la edición de 2005 del Romancero da Inconfidéncia (Editora Nova Fronteira, Rio de Janeiro), la escritora Ana Maria Machado señala que en el libro hay “variedad de formas, métricas distintas, libertad en las rimas y mucha inventiva”.

Sobre una traducción cordobesa de Mallarmé y otras yerbas

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El siguiente artículo de Eugenia Cabral fue publicado en 2007 en Letras Uruguay Espacio Latino. Pone el acento fundamentalmente en la traducción de poesía en la provincia de Córdoba, Argentina, y ofrece una serie de datos poco conocidos para la mayoría de los historiadores de la traducción en el país a propósito de Agustín Oscar Larrauri, traductor de Stéphane Mallarmé.

La Traducción, en Argentina y en Córdoba

El ejercicio de la traducción depoesía, durante un cierto periodo en un determinado lugar, sugiere el grado de atención que los escritores han prestado a las transfiguraciones de la propia lengua en general y del lenguaje poético en especial y que han tenido en cuenta las sucedidas en otras lenguas. Los latinos traducían a los griegos al mismo tiempo que iban construyendo y perfeccionando el latín.

Si tomásemos datos empíricos del público lector de géneros de ficción en nuestro país advertiríamos que, generalmente, carece de competencia literaria bilingüe. Aquel interesado en la poesía que no fuere él mismo poeta o crítico literario rara vez la posee e, incluso, entre estos últimos es frecuente que falte o que su segunda lengua sea otra que la del autor a leer. En Argentina hallamos pocos lectores instruidos en el francés o el alemán y muchos en el inglés americano, un hecho político-lingüístico de importancia. Por lo tanto, la traducción pone en manos del lector masivo –sobre todo del muy joven o del no especializado- la posibilidad de penetrar en obras procedentes de lenguas extranjeras. De la calidad de la versión se nutrirá la calidad de la recepción. Para cubrir esa demanda, un traductor será antes que nada un lector calificado, adjetivo que se ganará por su bagaje de saber lingüístico y literario tanto como por la generosa actitud que lo lleva a instalar en su lengua materna producciones distanciadas del propio enclave cultural. Cuando Baudelaire tradujo a Poe lo estaba trayendo hacia una nueva concepción poética, el Simbolismo, diferente del Romanticismo que había engendrado la obra del norteamericano.

La traducción es vínculo extra-físico, trasciende la emoción puntual de una lectura. Lo que se pierde del contenido o de la forma en un poema al ser vertido de una lengua a otra es comparable a lo que se pierde en un cambio de domicilio: los hábitos se vulneran, las direcciones de las calles son diferentes, las caras de los vecinos no son familiares y, sobre todo, el acento con que se habla en esa comunidad es extraño a los oídos del recién llegado. Hay algo que no suena igual en la voz de los otros. Diferencias que, pese a su relevancia, son circunstanciales. En cambio, la lectura que un poeta realiza de un texto es central y puede devenir desbordante, pero nunca, marginal. Su lectura nada en el cauce del texto poético cuya mayor hondura se halla, como en los ríos, en el centro. Desde allí, puede que haga abrirse el cauce hacia las orillas, provocando un ensanchamiento de los bordes. Lo que un poeta no hace es leer desde una sola orilla o sólo desde la otra; ese tipo de acercamiento a un texto es el propio de los políticos, de los sociólogos y otras profesiones ligadas a éstos, cuyo interés en la letra es relacional. En otros términos, buscan establecer la relación del texto poético con “otras cosas”.  Por el contrario, un poeta dedica mayor atención a un poema en la medida que éste más le permita vincularlo con la poesía como absoluto, con los versos que él mismo hubiera deseado escribir o que siente que nunca podrá lograr.

La capacidad de reventar los bordes originales es la de superar limitaciones. Hablé de generosidad en el acto de traducción pero no de esa cualidad en su tinte de candor. Me refiero al carácter prolijo y prolífico, a la connotación de abundancia y amplitud de la traducción. Hablo de lucidez anímica y de agudeza intelectual. Por ejemplo, no es casual que los mismos traductores de los que se ocupa esta introducción fuesen también ensayistas. Baste citar de Enrique Luis Revol -titular de la cátedra de Literatura Inglesa en la Escuela de Letras de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. N. C., durante muchos años-, Panorama de la Literatura NorteamericanaActual (Editorial Assandri, Córdoba, 1945), La Tradición Imaginaria– de Joyce a Borges- (Taller Editor de la Universidad Nacional de Córdoba. 1971) y Pensamiento Arcaico y Poesía Moderna (Assandri); de Agustín Oscar Larrauri Mallarmé. Poeta símbolo. (Francisco A. Colombo, Bs. As., 1954) y de Enrique Caracciolo Trejo: Hawthorne, Melville y el pasado puritano (Dirección general de Publicidad, Ciudad universitaria, 1962. Separata de la Revista de la UNC, Segunda serie, Año 3, Nº 3, Julio-Agosto, 1962.). 

En Argentina, la traducción de poesía ha dado frutos en diversas estaciones y es una práctica que perdura en la actualidad. Durante el siglo diecinueve, los escritores y hasta algunos políticos de la denominada Generación del 80 la ejercían. Recordemos, entre otras, la versión de Divina Comedia realizada por Bartolomé Mitre.

En la etapa colonial, durante el primer periodo de establecimiento de los jesuitas, los clérigos escriben en latín. Dice el profesor Armando Zárate, en su Álbum Poético de Córdoba[1], que a José Manuel Peramás (n. Barcelona, 1732-m. Faenza, 1793) “se le atribuye el panegírico Laudation quinque, que consta de ochenta y siete páginas que integran cinco elogios poemáticos en honor de don Ignacio Duarte Quirós. De su pluma nacieron otros títulos en prosa y en verso: su poema latino De invento novo Orbe, el carmen épico Adveniente Faventian y, además, Carta a D. P. Bonneta, De vita et moribus sex y Annus Patiens, que viene a ser éste el mismo Diario del Destierro.”

Ya en la etapa de independencia nacional, Juan Cruz Varela (n. Buenos Aires, 1794- m. Montevideo, 1839) vino a estudiar a Córdoba donde traba amistad con el poeta local Juan Crisóstomo Lafinur. De él nos cuenta Armando Zárate: “Con su hermano Florencio padeció el tormentoso exilio y, al igual que Vélez Sarsfield, en el destierro se entregaron a la traducción de los poetas clásicos de la Antigüedad”.

En el medio local, durante el siglo diecinueve hubo principalmente dos autores: Juan Antonio Miralla (n. 1789, Córdoba, Argentina – m. 1825, Puebla, México), quien tradujo a Thomas Gray, Ugo foscolo y Charles Demoustier, y Martín Goicoechea Menéndez (n. 1877, Córdoba, Argentina – m. 1906, Mérida, México), quien tradujo a Verlaine.

Hacia fines de siglo, Córdoba fue insertándose en el panorama argentino de la traducción alentada, particularmente, por Carlos Romagosa (autor de la antología Joyas Poéticas Americanas, que incluye autores de habla inglesa) y su dilecto amigo, Leopoldo Lugones.

En el café L’Aiglon
Antes de la invención de Internet, la relación entre congéneres pasaba regularmente por medios físicos, pues los únicos medios existentes por entonces que podrían considerarse virtuales eran el teléfono y el teletipo. La carta y la cita personal eran los modos habituales de acercamiento, como ahora lo es el e-mail o correo electrónico. Para la cita entre amigos el lugar más apropiado era el café, lugar de expansión, de relajamiento de la disciplina social, adecuado para abundar en abstracciones, en teorías.
A comienzos de la década del cuarenta del pasado siglo veinte, el café “L’Aiglon”, en el centro de la ciudad de Córdoba, frente a la plaza San Martín, fue el elegido por un grupo de intelectuales y artistas para reunirse. Las tertulias semanales estaban conformadas por poetas como Agustín Oscar Larrauri y un amigo personal de éste: Jorge Celis, Marcelo Masola, Godofredo Lazcano Colodrero, los hermanos Alfredo y Emilio Terzaga y Enrique Luis Revol; también el pintor Tito Miravet, el escultor Nicolás Antonio Russo, el pianista Antinucci (hermano de la que fue primera mujer de Roberto Arlt) y el filósofo Héctor Raurich.

1940 había mostrado el espejo cultural europeo hecho astillas por la Segunda GuerraMundial, tras la fractura infligida anteriormente por la Guerra CivilEspañola, operada a su vez sobre las roturas de la Guerra entre 1914 y 1918. La peste totalitaria había impregnado a países tradicionalmente productores de arte y literatura: España, Alemania, Italia, Rusia. Desde 1920, mientras las “vanguardias” artísticas se esforzaban por renovar lenguajes y concepciones y hasta terminaron sacrificando corporalmente a algunos de sus hijos en la muerte o el destierro para aportar a la república democrática, al socialismo o al anarquismo, paralelamente las oscuras nubes del totalitarismo se venían acumulando en el horizonte político. Y, luego, la tempestad se desató.

Época ya distante la de aquellos cuarenta en lo político, lo cultural y lo tecnológico tanto –hacia atrás- del Romanticismo (promotor programático de la traducción) como –hacia el futuro- de nuestro incipiente siglo XXI, es preciso reconstruir documental e imaginariamente sus olores, sus valores, sus temores. Córdoba era una ciudad de puertas adentro, renuente a la liberalidad de las costumbres cosmopolitas aunque apreciara sus ventajas. Los medios periodísticos consagratorios estaban instalados, invulnerables, en una Buenos Aires que, por entonces, quedaba muy lejos en función de las comunicaciones ordinarias. El intercambio cultural con la capital era de tipo extraordinario, sólo se tornaba habitual incentivado por la posesión de recursos económicos holgados que pudieran favorecer a algún ciudadano o por alguna circunstancia particular, como la que llevó a Lugones a las oficinas de La Nación, recomendado por Carlos Romagosa.

En Córdoba, todavía vivía “don Vicente Rossi (1871-1945), nuestro mejor prosista de pelea”, según Borges, quien era bien conocido por sus libros y genio guiador (Teatro Nacional Rioplatense, Cosas de negros y Folletos Lenguaraces). En Buenos Aires, el vanguardista Alfredo Brandán Caraffa, nacido en Córdoba, fundador de la revista “Proa” junto con Güiraldes y Rojas Paz, publicaba su libro de poemas Voces del Amor Inmenso (1943). Un año después muere -en Unquillo- Saúl Taborda  (2 de junio de 1944), el autor de Investigaciones Pedagógicas, quien había fundado la revista “Facundo”, con una interrogación amarga en el prólogo: “¿Recogeremos alguna vez la lección del héroe que duerme en el dolmen de Barranca Yaco? Hay un rumor de pasos en el yermo silente”...

De aquella época proceden la versión castellana de Un Golpe de Dados ofrecida por Agustín Oscar Larrauri y la de los Textos Egipcios, tomados del Canto CXXV del Libro de los Muertos, traducido al francés por J. C. Mardrus, a cargo de Marcelo Luis Masola, ambos por Editorial Mediterránea, dirigida por Larrauri. 

Acerca de tradiciones y de cambios
Los poetas se permiten a menudo desafiar a las costumbres y, al mismo tiempo, figura entre sus valores retomar tradiciones –especialmente desde que el Romanticismo lo planteara como programa-. La versión de  Un  Golpe de Dados conjuga ambos fenómenos. La tradición retomada es el rescate de textos arcaicos y el desafío a la costumbre imperante explica la conjetura que expondré a seguido.

Es de suponer que, en los años de gestación y nacimiento del nacionalismo peronista, el inefable poema de Mallarmé haya sonado extraño. Y... es que el centro de la cultura estaba ocupado por programas aplicables a los objetivos de la Nación Argentina, para el conjunto de la sociedad en esa etapa histórica. La poesía, escrita o traducida en el país, no era prioritaria (y nunca lo ha sido en la “agenda” de las sociedades modernas), aunque sí difundida con fines pedagógicos escolares. La prioridad del peronismo eran los planes de alfabetización y la formación educativa que permitiera integrar a los trabajadores a la producción industrial. ¿Cuestionable? Toda decisión política, por efectiva y benéfica que resulte para un país en un momento dado e incluso a largo plazo, puede ser discutible, pero también es inevitable. Al menos, lo es tanto como que el poeta, a la manera de aquel personaje de una película cubana, siempre cuando hay fresa pide chocolate. Siempre, al decir de Juan Larrea, está “Ailleur”, más allá.

Así, en medio del nacionalismo cuya propuesta era la busca de la identidad nacional, Larrauri oye la voz lejana del Mallarmé en su etapa de hermetismo (según algunas opiniones críticas) y Masola, la del Libro de los Muertos, proveniente de la antigua cultura egipcia. Pero ¿es que sólo se trataba de unos excéntricos con ganas de diferenciarse del contexto general en su país? Hay un tipo de facilismo sociológico que les enrostraría, a nuestros parroquianos de “L’Aiglon”, padecer de ese prurito de la clase media con respecto a los movimientos que permiten alcanzar un grado de injerencia gubernamental a las clases populares. Sin embargo, me parece que no es el caso.

Me parece que el caso es de quienes no se oponían a las conquistas populares en lo institucional y en lo económico, pero deseaban mantener la especificidad de tareas literarias tales como la traducción, la crítica y la investigación bibliográfica. Estas disciplinas componen un área que no siempre halla la vía concreta para integrarse a programas de formación pedagógica cuyo alcance comprenda las metas sociales de coyuntura, así como las investigaciones científicas a menudo no son aplicables a un fin inmediato (cura de enfermedades, por ejemplo) y, no obstante, amplían o profundizan conceptos que terminan siendo útiles a fines inminentes o producen descubrimientos invalorables para el desarrollo de una sociedad. Larrauri, en el citado Mallarmé. Poeta símbolo., de 1954, explicita demostrando la conciencia que tuvo de su situación de singularidad: “Hablar de un poeta, aunque sea de un alto poeta, es en nuestra época un acto que puede parecer una fuga, un escape de la realidad que nos presiona con sus pequeños o angustiosos problemas.” [2]

Claro, el problema es que si se buscan resultados políticos en efectivo y de contado, el saber de base (o de fondo) es inoperante; por ello, entre los oponentes a ese tipo de estudios y prácticas militan siempre los interesados en dividir para reinar. Todo aquello que no produzca réditos instantáneos a la política oportunista le parece improcedente, ya que la efectividad instantánea se consigue por medios propagandísticos y no por procesos literarios o científicos. En el seno del peronismo existían sectores que, antes de priorizar los objetivos generales del nacionalismo en un país dependiente de las naciones capitalistas más poderosas, buscaban la ganancia mezquina en lo cultural –aunque jugosa en el poder inmediato- que da el populismo. Por esa razón, la objeción de muchos intelectuales no se dirigía contra los postulados esgrimidos por el peronismo en cuanto a la defensa de la soberanía nacional ni de la independencia económica, sino contra esa miseria cultural de algunas facciones que entendían lo extranjero por excéntrico, lo antiguo por perimido, lo abstracto por ineficaz, reduciendo la cultura popular al folclorismo y el nacionalismo, al chauvinismo. Una contradicción que, con grandes modificaciones, todavía flota sobre la corriente de la historia argentina.

En ese opresivo hábitat cultural descrito a grandes rasgos, Larrauri toma la iniciativa en la labor -que luego proseguiría una extensa nómina de escritores- consistente en desplegar la traducción de poesía en forma permanente y amplia. Tomó la actitud de un fundador, no reconocido hasta ahora por su posteridad. Su versión de Un Golpe de Dados, de Stéphane Mallarmé, data de Octubre de 1943, publicada por Editorial Mediterránea –que dirigía el propio Larrauri-, en la colección La Mano Abierta, nombre que hace alusión al “sin abrir la mano / crispada”, del poema traducido. El ejemplo fecundó en la producción variada y constante del género, que todavía se puede constatar en la oferta editorial de Córdoba a comienzos de nuestro siglo veintiuno.  

Algunos pioneros  
Enrique Luis Revol publica Panorama de la Literatura NorteamericanaActual (Editorial Assandri, Córdoba, 1945), Pensamiento arcaico y poesía moderna (Editorial Assandri, Córdoba), y La tradición imaginaria –de Joyce a Borges (Taller Editor de la Universidad Nacional de Córdoba, 1971). Su tarea de traducción y crítica continuará en editoriales de Buenos Aires y de España.

Desde 1951 y a través de los años sesenta, Alfredo Terzaga dirige la colección “Campana de Fuego” para Editorial Assandri. Allí desarrollan la traducción el propio Terzaga (Iluminaciones, de Rimbaud;Himnos a la Noche– Cantos Espirituales, de Novalis), José Vicente Álvarez (Poemas, de Hölderlin; Poemas, de Stéphan George; Elegías de Duino-Sonetos a Orfeo, de R. M. Rilke), Enrique Caracciolo Trejo (Poemas y Profecías, de W. Blake; Los Poetas Metafísicos Ingleses del Siglo XVII), Carlos Fantini (Alcoholes, de G. Apollinaire.)

En 1961, Alfredo Martínez Howard y Maggie Howard de Martínez trasponen Doce Sonetos, de W. Shakespeare (Burnichon Editor). Otro nombre (y que se mantiene hasta nuestros días) es el de Blanca Ofelia Castillo, traductora del inglés (Toda la Genteque Nunca Tuve, de Herbert E. Francis, para Burnichon Editor, 1966.)

Durante la década del setenta, la producción de traducciones de poesía disminuye mucho y a comienzos de los ochenta prácticamente desaparece. Por lo menos, no es editada. El uso que he hecho del verbo no es sin intención: la conjetura de la pérdida, ocultamiento o destrucción de volúmenes inéditos o publicados no sería inadecuada. La represión, durante la dictadura militar instaurada a partir de 1976, podría ser la causante de que la traslación haya sido también una “desaparecida”, siguiendo el destino de 30.000 argentinos en esa etapa. La misma suerte corrieron -bajo la persecución y la censura ejercidas por el Tercer Cuerpo de Ejército de la zona centro del país- las revistas literarias independientes (salvo Laurel, durante una etapa) y las pequeñas editoriales. Un caso testigo es la muerte del editor Alberto Burnichon en el campo de concentración La Perla, la voladura de su casa y, en consecuencia, de su biblioteca. Algunos ejemplares de su sello se han conservado fortuitamente, dispersos en domicilios particulares.

Desde fines de la década del ochenta y a partir de los noventa, nuevos nombres se incorporaron a la actividad, y en ella subsisten: Susana Romano, Silvio Mattoni, María Calviño, Pablo Anadón, Esteban Nicotra, entre otros.

Acerca de la poética de Stéphane Mallarmé
El poema de Stéphane Mallarmé, “Un golpe de dados”, es una especie de “clásico de la modernidad”. Leerlo es intimidante, hablar de él lo es aun más, atento al prestigio en que la crítica literaria lo conserva embalsamado provocando un efecto desvinculante del lector habitual, quien busca una experiencia directa con la poesía. Es lo que ocurre con toda obra eminente. Una espesa barrera de opiniones especializadas nos separa del deleite de abordarlas. Empujados a esa posición, sólo cabe seguir el consejo de José María Valverde en su prólogo al Ulises de Joyce: simplemente... “leerlo”.

La dificultad objetiva para los lectores hispanohablantes al encarar la lectura de este poema radica en que su idioma original no es el español. La otra, subjetiva, es que pertenece a aquella etapa en la producción de Mallarmé que los críticos entienden por “hermetismo”. Para perfilar ese concepto -que constituye la supuesta valla específica que impide al lector franquear la lectura- he escogido citar a Lagarde et Michard, XIXe Siècle, precisamente por tratarse de una lectura usual durante el aprendizaje de la lengua y la literatura francesas en el caso de los hispanohablantes.

La concepción de los autores respecto de su “hermetismo” es la siguiente: “Hemos visto en Mallarmé practicar poco a poco una poesía cada vez más difícil, cada vez más hermética. Esta evolución se explica por tres razones principales: 1) una tendencia espontánea; 2) un esfuerzo consciente por hacer del verbo poético un lenguaje esotérico, sólo accesible a iniciados; 3) la naturaleza misma de esta poesía”.

El hermetismo se está entendiendo literalmente como esoterismo del sentido, a la manera en que los intérpretes de Hermes Trimegisto lo realizan intencionalmente para conservar la pureza del credo; no obstante, en el punto 3) señalan la posibilidad de que la veladura proceda de “la naturaleza misma” del poema. En otros términos, que las palabras puedan emerger así envueltas, ocultadas, per se y no mediante un “esfuerzo conciente” del escritor.

Otras características generales del lenguaje señaladas en la poesía de Mallarmé son “refinamiento y concisión”: “...una especie de preciosismo, el goce de lo sutil y complejo cuando no distorsionado (el ritmo de su prosa quiebra esta consideración); desdeña lo ordinario, lo banal. Por otra parte, gusta de la concisión y rehúsa explicar, desarrollar.”

El texto de Lagarde y Michard prosigue definiendo el concepto mallarmeano de la poesía como “lengua sagrada”, vale decir, continúa emparentándolo al texto religioso a expensas de la propia declaración de Mallarmé: “Sacerdote de la poesía, rechaza al profano su entrada al templo. En 1862, escribía en El Artista: ‘Toda cosa sagrada y que desee permanecer sagrada se envuelve de misterio. Las religiones se protegen al abrigo de los arcanos sólo develados al predestinado: el arte tiene a los suyos. A menudo he preguntado por qué ese necesario carácter se ha refugiado en un solo arte, el más grande. Hablo de la Poesía. Los pioneros entran con soltura en un maestro creador y, luego que existen poetas, no ha sido inventada para el alejamiento de los inoportunos, una lengua inmaculada, fórmulas hieráticas cuyo árido estudio ciega al profano...’. Por el contrario, la dificultad aguijoneará al iniciado.”

Citado por Larrauri, Mallarmé dice: “Antigua y muy vaga, pero celosa práctica, cuyo sentido yace en el misterio del corazón. Quien la realiza integralmente, se mutila.” [3]  El misterio poético en Mallarmé sería inherente a su pensamiento. Leemos en L. et M.: “...el hermetismo es para él una necesidad, la esencia misma de la poesía es misteriosa, inasible. No desea ni una poesía descriptiva ni una de ideas; traduce los conceptos en símbolos; en vez de nombrar un objeto trata de generar en nosotros la impresión y algo como el deseo de su presencia o el vacío de su ausencia.”

Notemos la afirmación que lo define como simbolista, escuela que en su ars poética comprende, entre otros aspectos, una renovación técnica en el texto. Lagarde y Michard se remontan al poema La Tumba de Edgar Poe, de 1877, donde Mallarmé propone un objetivo que acaso exceda a una poética para entrar en el dominio de la lengua en tanto sistema de alcance social: “Dotar de un sentido más puro a las palabras de la tribu”.

Previo a Un Golpe de Dados, la contribución de Mallarmé se verifica, especialmente, con respecto a la frase poética. “Como conserva el verso regular (hasta Un golpe...) adoptando voluntariamente la forma estricta del soneto, su  denuedo será aportado a la estructura de la frase. La disloca apartando al verbo del sujeto y al infinitivo del auxiliar, multiplicando las aposiciones (a menudo emplazadas delante de la palabra a la cual se refieren), las elipsis o –por el contrario- las perífrasis. Esta desarticulación no está librada al azar: figurará, por ejemplo, en un naufragio, el desorden de las astillas esparcidas sobre las olas.” (L. y M.)

Fiel a su propósito de “Dotar de un sentido más puro a las palabras de la tribu”, Mallarmé las coloca, al decir de los autores consultados, “en sitio de vedette”. A partir del tratamiento de la lengua que practica en la poesía las palabras son re-creadas, son habladas por vez primera. En esto, los autores citados utilizan una imagen bella y exacta para describir el fenómeno: “De signos algebraicos que eran, se vuelven señales en el cielo. Por sobre todo, las elige evocadoras, antiguas, raras.”

Entonces, así como “UN GOLPE DE DADOS / NUNCA / aun lanzado en circunstancias eternas / del fondo de un naufragio / (...) SUPRIMIRÁ / (...) EL AZAR”, tampoco será casual que el poeta concentre sostenidamente su preocupación sobre la frase poética. El fraseo es una técnica musical específica. De ahí que agrupe “las palabras según afinidades musicales” (L. y M.) con lo cual logra producir efectos impresionantes del “poder de sugestión de los sonidos” (L. y M.) Recordemos, además, la relación productiva de Mallarmé con Debussy y su interés por Wagner.

Sobre la traducción de  Un Golpe de Dados... por Agustín Oscar Larrauri
Ante todo es importante registrar la apreciación que Larrauri tenía de la obra de Mallarmé: “De Baudelaire nacen las dos grandes figuras; Rimbaud por un lado, con su genialidad, rastreadora ya entonces de los abismos del subconsciente (Temporada en el infierno, Iluminaciones) y, por el otro, Mallarmé, quien sobrepasando la búsqueda de lo exclusivamente formal de los parnasianos, da máxima jerarquía al Simbolismo y lo supera, revalorizando la palabra, como ente autónomo, distorsionando voluntariamente la sintaxis, profundizando la temática poética hasta tocar los límites de lo desconocido en Igitur y en Un Golpe de Dados.” [4]  Mallarmé había leído Las Flores del Mal en 1861.

El recurrente tema del azar también es apuntado por Larrauri haciendo referencia a uno de sus primeros poemas, precisamente, Le Guignon, título cuya traducción sería la de “mala suerte persistente, especialmente en juegos de azar”: “Le Guignon, la mala suerte, el azar, ‘rabioso monarca’, castiga a los seguidores, a los poetas de ocasión, a los que no realizan una verdadera labor creadora, sin la tortura que esto implica.” [5] Luego reflexiona: “El azar es, dentro de la concepción mallarmeana, todo aquello que escapa a la voluntad creadora del hombre: Dios mismo. (...) Como creador, arroja los dados, en juego desigual, al crear la obra. Mallarmé joven aún tiene el optimismo de que la creación puede anular la fatalidad del azar. Luego, cuando al final de su vida publica Un Golpe de Dados, la concepción se invierte y el vencedor absoluto es el mismo azar que había negado.” [6]

Tempranamente, la concepción de Mallarmé acerca de vencer al azar en la creación poética se la había comunicado por carta a Verlaine (1855): “...un libro, que sea un libro arquitecturado y premeditado, y no una reunión de inspiraciones al azar, aunque sean maravillosas. (...) La explicación órfica de la Tierra, que es el único deber del poeta y el juego literario por excelencia: pues el ritmo mismo del libro, entonces impersonal y vívido, hasta en su compaginación, se yuxtapone a las ecuaciones de ese sueño u Oda.” [7]

Durante la composición de Herodiade y de Igitur, esta obstinación por la planificación formal previa de la producción literaria lo había guiado como un imperativo insoslayable. Sin ella, la poesía le parecía casi una fatuidad. Planificaba su trabajo calculando la tarea en años. A su amigo Aubanel, le comentaba por carta (1864): “...acabo de construir el plan de mi obra entera (...) me harán falta veinte años para esos cinco libros que compondrán la obra...”

En su versión (“primera en lengua castellana”, según declara en la “Nota del Traductor”), Larrauri afirma por medio de la citada nota que ha respetado fielmente la disposición tipográfica original, preparada por Mallarmé para la edición francesa –que debía ser la definitiva- aparecida después de su fallecimiento, en 1898. La versión incluía también la “Nota de los Editores Franceses”, agregada al “Prefacio” redactado por Stéphane Mallarmé para la edición realizada por la revista Cosmópolis, en 1897. En el colofón de la edición por Editorial Mediterránea (de donde hemos tomado el texto deUn Golpe de Dados, el Prefacio y las Notas) están discriminados los ejemplares en distintos tipos de papel, reservándose la edición en rústica para quinientos ejemplares numerados de puño y letra que incluían la xilografía de George Aubert, realizada según el retrato que Edouard Manet pintara del poeta.

La importancia de la fidelidad adoptada por este traductor reside en principio en el valor que Mallarmé adjudica a la distribución de los “elementos gráficos”, o, al decir de Larrauri, por “la importancia plástica” que éstos adquieren en la propuesta. Lagarde y Michard explican: “En una última etapa, intenta traducir incluso para la mirada tanto como para el oído el esfuerzo del pensamiento por apresar el caos del universo y el misterio del lenguaje poético. Comentaba en carta a André Gide (1879) la extraña disposición tipográfica de Un Golpe...: ‘El ritmo de una frase o también de un objeto no tiene sentido imitárselos y, figurado sobre el papel, retomado por la letra de molde original, no parece restituir –a pesar de todo- ninguna cosa’.”

Esto es cierto, pues tratándose de composición espacial nos acercamos más a la plástica que a la literatura, mas también los blancos tipográficos son equiparables al silencio verbal. Pero si admitimos que Mallarmé configuraba la frase poética según el recurso musical del fraseo, entonces estos blancos adquieren el sitio clave.

Nada pueril, nada puramente lúdico, es la analogía entre la distribución del blanco tipográfico y del texto escrito sobre la página, con la relación entre lo que se explicita y lo que no, en un poema. La página prevé un vacío rodeando a la tipografía y un margen (o “sangría”) cuyo extremo -que es el borde propiamente dicho del papel- en la jerga de las artes gráficas se denomina “sangre”. En el centro de la página el poeta instala lo que ha construido con su voz, el hábitat de su poema, y al hacerlo demarca el límite entre escribir y no hacerlo. Ese límite sangriento es el que separa definitivamente la inclusión de la exclusión de un poeta y de su texto en el vasto espacio del “discurso social”, instala un hiato entre el decir y el no decir. Parafraseando toscamente al Hamlet de Shakespeare podríamos plantear: ¿Escribir o no escribir? Esa es la cuestión.

La deposición de todo ornamento, de toda normativa gramatical o sintáctica extraña al sentido y al sonido poéticos -la cual queda en libertad, a partir de Un Golpe de Dados..., de desterrarse del poema-,  deja a éstos a solas con la construcción lingüística e instala al texto poético, desde entonces, en el centro de la lengua escrita y como objeto independiente. Ya no buscará realzar la lengua sino crearla, para volver a hablar, o para aquel “Dotar de un sentido más puro a las palabras de la tribu.”

Larrauri comprendió la consigna de Mallarmé y decidió acatar su magisterio. La inclusión del “Prefacio” y de ambas notas (la de los editores franceses y la del traductor) nos ayuda a comprender el esfuerzo intelectual que sostuvo su versión –en el contexto socio-político descrito- y que fundamenta la intención de rescate histórico de este trabajo.

Stéphane Mallarmé. Bío-bibliografía.
Stéphane Mallarmé nació en Paris, el 18 de Marzo de 1842, en la calle llamada hoy “Pasaje Laferrière”. Algunos de sus familiares, tanto paternos como maternos, habían realizado incursiones literarias, pese a que todos eran funcionarios públicos de carrera, herencia que Mallarmé se dedicó a esquivar. Su madre falleció cuando él contaba cinco años y se crió junto a su abuela. Su hermana Marie, a quien le unían coincidencias espirituales, morirá a los trece años. En 1854 ingresa a los estudios secundarios y durante esa etapa escribe su primera obra conocida: El Ángel Guardián. En el liceo de Sens, en 1859, compone sus primeros poemas de aliento: Sa fosse est creuse y Sa fosse est fermée, como tributo a Víctor Hugo. En 1862, publica en “Le Papillon”, revista literaria de las nuevas tendencias de Paris, su primer artículo crítico sobre Poésies Parisiennes, de Emmanuel Des Essarts (amigo de la infancia y hombre vinculado a los círculos literarios) y el poema Placet, luego denominado Placet futile. En 1863 contrae matrimonio con Marie Gerhard, viaja con ella a Inglaterra pero al poco tiempo la pareja se separa; allí recibe un certificado de aptitud para la enseñanza de la lengua inglesa. No obstante, el 10 de Agosto de 1863 se casa con Marie, regresa a Londres e inicia la traducción de los poemas de Edgar Poe. Ese mismo año compone el poema Las Ventanas. En 1864 nace su hija; Mallarmé imparte clases en Tournon y publica sus primeros poemas en prosa en un periódico de Vichy, a instancias del poeta Albert Glatigny. Según dice Larrauri, “viaja a Avignon y se pone en contacto con los félibres poetas provenzales que habían iniciado un verdadero renacimiento de la poesía dialectal, sobre las bases históricas y la tradición de la poesía medieval trovadoresca”. En 1866 publica Diez Poemas, entre ellos: Las Ventanas y Brisa Marina, en el segundo fascículo del “Parnasse Contemporain”, dirigido por Catulle Mendès. Nombrado profesor en 1865, reside en el Mediodía provenzal, en Tournon, donde recibe visitas y cartas de Cazalis, Mistral, Villiers de l’Isle Adam y Catulle Mendès. Tiene ya en proceso de elaboración dos obras de amplio alcance:Herodiade y El Fauno, cuya composición le insumirá diez años y será editada en Paris en 1876, bajo el título de La Siesta De Un Fauno e inspiró a Debussy el famoso Preludio. En 1866, su fama comienza a expandirse en los medios parnasianos a raíz de las publicaciones en “L’Artiste” y “Parnasse Contemporain. Entre 1867 y 1872 es trasladado a Avignon. Desde 1872 vuelve a residir en Paris, nombrado profesor en el Liceo Fontanes –actual Condorcet- y conoce a Arthur Rimbaud; en 1874, aÉdouard Manet, quien lo retratará. Aquel mismo año el editor Lemerre –posiblemente asesorado por Anatole France- rechaza su poema L’après-Midi d’un Faune. Pese a ello, su renombre lo acerca a la amistad con el ya anciano Víctor Hugo, mientras afianza su amistad con Banville y de l’Isle Adam. En 1873 publica Toast Funèbre, a la memoria de Théophile Gautier; en 1877,  La Tumba De Edgar Alan Poe. En 1874 es redactor de la gazette “La Dernière Mode”.

En 1875 se instala en la Rue de Rome, en Saint Lazare, donde, desde 1880, recibe cada día martes a discípulos y amigos como René Ghil, Gustave Kahn (director de la revista La Vogue), Jules Laforgue, Viélè-Griffin, Henri de Régnier, Paul Verlaine, Pierre Louÿs, Maurice Barrès, Joris Karl Huysmans, Paul Claudel, André Gide, Moréas y Paul Valéry; además, Édouard Dujardin –fundador de la “Revue Wagnerienne”- y el estudioso Teodoro de Wysewa; entre los autores extranjeros, lo visitaron Stephan George, Verhäeren, Maëterlinck, Rodendach, George Brandes y John Ingram. Entre los pintores, Whistler (quien le realizó un pequeño retrato) y Gaugin.

En 1885 ofreció una especie de arte poética titulada Prosa Para Des Esseintes;  en 1887 aparece la primera edición de Poesías Completas; en 1888, la traducción de los poemas de Edgar Poe; en 1890, es designado oficial de la Academia; en 1891 publica sus poemas en prosa titulados Páginas; en 1893, el volumen Verso y Prosa. En 1894, Debussy concluye el preludio inspirado en L’après-midi d’un Faune; en 1896 es elegido “Príncipe de los poetas” y, en 1897, reunió sus reflexiones sobre la poesía en Divagaciones. El mismo año ve la primera edición Un Golpe De Dados.

En Septiembre de 1898 fallece repentinamente, de un espasmo de glotis, en su propiedad de Valvins.

Agustín Oscar Larrauri. Bio-bibliografía.
Larrauri había nacido en Enero de 1917, en Córdoba. Su padre, Agustín Enrique Larrauri, fue fundador de la Escuela de Odontología (hoy, Facultad) de la Universidad Nacional de Córdoba) era amigo de eximios pintores locales como Francisco Vidal, quien le realizó un retrato y Antonio Pedone. Su madre, Tatiana, de origen ruso, era médica también. Su casa quedaba en la avenida Colón 333 al 349, una mansión con tres patios que contenía unos altillos donde se prolongaban las jornadas del debate artístico, filosófico y político. Tras publicar la traducción de Un golpe de dados..., A. O. Larrauri gana una rifa cuyo premio era un automóvil Mercedes Benz. Ya casado, decide vender a su vez el automóvil para comprar dos pasajes a Paris, ciudad donde residió hasta su fallecimiento, en 2000.

En la capital francesa ejerció como traductor de un laboratorio de medicamentos, pues había recibido su título en Medicina en Córdoba, rindiendo las materias de los tres últimos años de la carrera en tiempo récord, entre Noviembre de un año y Marzo del siguiente. También realizó una versión de Una temporada en el infierno, que quedó inédita.

En el volumen de Mallarmé. Poeta símbolo, editado por Francisco Colombo en Buenos Aires, 1954, se leen las obras “de próxima publicación” de Larrauri, cuya aparición no he podido documentar, pero es interesante conocerlas: Primera antología. Poemas (1940-1953); Igitur o la locura de Elbehnon, de Stéphane Mallarmé. Traducción y estudio previo; Anábasis, poema de Saint-John Perse. Traducción y noticia; Antología, de Ezra Pund. Traducción y noticia; Tierra baldía, poema de T. S. Eliot. Traducción y estudio previo; Perspectivas actuales del cubismo. Ensayo

BIBLIOGRAFÍA
Lagarde, André. Michard, Laurent. XIXe Siècle-Les Grands Auteurs du Programme. Bordas, Colección Textes et Littérature. Paris, 1965.
Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo. Editorial Francisco A. Colombo, Buenos Aires, 1954.
Zárate, Armando. Álbum poético de Córdoba. Editorial Comunicarte. Córdoba, 2007.
Referencias:
[1] Obra que recorre la poesía de Córdoba y la de autores relacionados eventualmente con esta provincia, desde el arribo de Jerónimo Luis de Cabrera hasta la década del sesenta del siglo XX. Ediciones Comunicarte, 2007
[2] Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo, publicado Editorial Francisco a. Colombo, Buenos Aires, en 1954, originalmente fue una conferencia leída en “Amigos del Arte”, de Rosario, en Julio de 1953.
[3] Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo. Editorial Francisco A. Colombo, Buenos Aires, 1954. Pág. 51.
[4] Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo. Editorial Francisco A. Colombo, Buenos Aires, 1954. página 32.
[5] Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo. Editorial Francisco A. Colombo, Buenos Aires, 1954. Pág. 34
[6] Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo. Editorial Francisco A. Colombo, Buenos Aires, 1954. Pág. 81.

[7] Larrauri, Agustín Oscar. Mallarmé. Poeta símbolo. Editorial Francisco A. Colombo, Buenos Aires, 1954. Pág. 77.

Una entrevista con la poeta y traductora uruguaya Circe Maia

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Sandra López Desivo ha publicado en el suplemento cultural del diario El País, de Uruguay, la siguiente entrevista con la poeta y traductora uruguaya Circe Maia con motivo de la aparición deLa casa de polvo sumeria. Sobre lecturas y traducciones (Rebeca Linke Editoras), volumen aparecido a fines de 2011, del que este blog ya se ha ocupado.

Las voces de la realidad

Contiene además traducciones de poesía, entre otros, de William Carlos Williams, Catherine Mansfield, Dylan Thomas, Ezra Pound, Elizabeth Bishop, Constantino Kavafis y Tito Lucrecio. Su vasta obra poética ha sido reunida en Obra poética (Rebeca Linke Editoras, 2010). Antes, en 1999, había traducido al castellano Medida por medida, de Shakespeare. Con su obra bajo el brazo llegamos a Tacuarembó, donde reside, a conversar con ella sobre aspectos de su obra, sobre poesía y también sobre traducción.

LA NECESIDAD DE VER BIEN.

--Alguna vez mencionó que su padre vio frustrado en usted su aliento por la pintura y la música. Sin embargo, su escritura está impregnada de sonido y de acercamientos a la plástica, por ejemplo, en poemas como "Klee" o "Paisaje de Arles. Van Gogh".
--En mi padre predominaba ampliamente el interés por la pintura, pero creo que sin duda exageré cuando hablé de "frustración". A él le gustaba también mucho la poesía. Todavía recuerdo su voz cuando nos leía, o nos decía de memoria "Los motivos del lobo", de Rubén Darío.

--Usted es profesora de filosofía, pero utiliza un lenguaje cotidiano para abordar la finitud del tiempo humano. ¿Cuál es la diferencia entre poesía y filosofía?
--Creo que el poeta piensa más por imágenes que el filósofo. Además, el poeta siente al lenguaje como el cuerpo del poema y esto hace que no pueda alterarse sin transformarlo en otro poema, mientras que una idea filosófica puede ser expresada de distintas maneras.

--Usted ha dicho "si no quedara muy pretencioso mostraría problemas filosóficos que están dados en mis poemas". ¿Por qué sería pretencioso?
--Porque parece que el autor quiere lucir sus conocimientos al citar filósofos y sus teorías. Pero, además, eso cambiaría el tono, la forma del lenguaje que quiero mantener.

--¿Cómo operan en su escritura la memoria y el recuerdo?
--La memoria es extraordinariamente selectiva. En los poemas, generalmente es una sensación única, visual, auditiva y aún táctil la que queda desprendida del resto y genera el poema.

--En su obra la contemplación es siempre fragmentaria. ¿Esto estaría relacionado con que hacemos --expresamos, escribimos-- lo que podemos?
--Sí, escribimos sobre lo que podemos percibir desde nuestra pequeña ventana. Aún lo imaginario es también fragmentario, siempre.

LO MUDO DETRÁS.
--Amir Hamed dice que en su poesía "confluyen el discurso fenomenológico de Edmund Husserl y la poética de suspensión del yo, que desaparece frente a los objetos, de Francis Ponge. (…) el yo no termina de retirarse, suele quedar en una actitud reflexiva, o dubitativa, dialogante".
--Qué bien está eso. Veo eso de que el yo no termina de retirarse. Sí, coincido plenamente, en especial con la afirmación de que hay una actitud dialogante y muchas veces dubitativa. La realidad me habla con muchas voces, a veces opuestas.

--Ponge señala que "Los poetas son los embajadores del mundo mudo", y en su obra se vive un juego permanente entre objetos y seres que entran y salen del silencio.
--Qué más querría que poder dar voz a un mundo mudo, pero no sé si lo logro. En eso siempre está la duda del grado de concordancia. Creo que no le damos voz del todo, que siempre va a estar lo mudo detrás, siempre va a haber un silencio detrás. Es la parte que está fuera del lenguaje y siempre va a estar. A veces es esa parte prelingüística. "Dar voz a un mundo mudo" me gusta más como la expresión de un deseo que como una realidad.

--Está el inquietante ojo opaco de "La pesadora de perlas" y el ojo frío que ya no es mirada de "Opacidad". Si escribir es, entre otras cosas, contemplar, ¿dónde se establece para usted la unión entre el ojo y lo contemplado?
--Si el que mira lo hace con un ojo frío, opaco, no percibe la obra de arte en realidad. Recién después de mucho pensar veo que esto es realmente lo que quiero expresar. No tiene para nada que ver con el arte puro y ajeno, tiene que ver con la importancia de la actitud del otro que hace existir la obra de arte, el que lee o mira el cuadro o escucha la música. Como la obra es comunicación, la actitud del que recibe es mucho más activa de lo que uno cree: si esa actitud encierra una mirada fría u opaca destruye la obra, no se la deja ser. La obra de arte es exigente, exige mucho más del que la contempla: hay que leer bien, hay que ver bien. Los dos poemas se refieren a la actitud errónea de la mirada.

--Las perlas se pueden pesar. ¿Se puede pesar la belleza?
--No, claro que no. Sin embargo, en un sentido metafórico, siempre estamos "pesando" en el sentido de estar juzgando los "pro" y los "contra" de todo, el más y el menos, no sólo de la belleza. En realidad, la imagen central del poema no es la de las perlas, sino la de la balanza, tan delicada, tan frágil en su equilibrio.

--En La casa de polvo sumeria, el texto homónimo relata la epopeya de Gilgamesh, y concluye que la poesía rescata al tiempo.
--Rescatar el tiempo... ¡Qué más querríamos! Pero eso es en realidad imposible. No hay operación literaria que pueda hacerlo. Lo máximo que logra la poesía, a veces, es iluminarlo parcialmente. Se trata del viejo problema gnoseológico de la relación entre el sujeto y el objeto del conocimiento.

--¿Existe alguna relación entre la escritura y el polvo?
--No, más bien es al revés: la literatura ayuda a "desempolvar", un poco por lo menos, los hechos pasados, siempre inaccesibles.

DE LA TRADUCCIÓN.
--Usted es traductora de varias lenguas y seguramente conoce la expresión italiana "traduttore, traditore": el traductor traiciona.
--La traducción literal no se puede hacer, porque los mismos términos sugieren muchas veces algo distinto. Además, el ritmo y el tono de un poema son tan importantes como las palabras.

--Walter Benjamin establece que la función del traductor consiste en "encontrar en la lengua a la que se traduce una actitud que pueda despertar en dicha lengua un eco del original."
--Sí, me parece muy bien lo que dice Benjamin. El problema es que no existe ninguna fórmula para que ese "eco del original" se escuche.

--Circe es el nombre de una diosa y hechicera de la mitología griega que se enamora de Odiseo. ¿Existe alguna vinculación entre tener un nombre griego y aprender esa lengua?
--Cuando leí La Odisea lo que más me gustó de ese pasaje es que Homero se refiere a Circe como "la diosa de las lindas trenzas" y yo por aquel entonces usaba trenzas... Naturalmente mi nombre no influyó nada en mi tardío descubrimiento del griego moderno y sus grandes poetas.

--Gustavo Espinosa, ha escrito que La casa de polvo sumeria "hace sentido" y "construye puentes sobre un mundo roto".

--Me gustó mucho lo que escribió Espinosa. Ojalá fuera cierto.

Muchos traductores del latín la tienen adentro y no lo saben

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El sábado 8 de junio pasado, el diario Página 12, de Buenos Aires, publicó sin firma la siguiente nota y entrevista con la traductora Gabriela Marrón. La bajada de la misma dice: “Surgida de conversaciones casuales entre traductores del latín, es la primera antología de ‘poemas incómodos’ de la antigüedad clásica traducidos al rioplatense”.

Una historia de la guarrada

“¿Así que ustedes leyeron ‘millares de muchos besos’/ y pensaron que yo era menos macho?/ La tienen adentro, sigan mamando.” Estos versos podrían ser de Diego de Verona o Catulo de Fiorito: el juego de palabras es de Gabriela Marrón, que acaba de publicar Habeas Corpus latín, sexo y traducción(Editorial VOX), la primera antología de “poemas incómodos” de la antigüedad clásica traducidos al español rioplatense.

Marrón, doctora en Letras y docente de Lengua y Cultura Latinas en Bahía Blanca, reivindica el ritmo poético de una de las frases más famosas de Diego Maradona y la emparienta con esos versos, los últimos del poema 16 de Catulo de Verona, que nació en el 84 a. C. y murió en Roma en el 54 a. C. La famosa frase de Diego Maradona, a la que Marrón separó en versos para abrir una de las secciones del libro, le sirvió para mostrar la vigencia y supervivencia de ciertas metáforas que atravesaron toda la historia de la cultura occidental, desde la antigua Roma hasta una conferencia de prensa por la eliminatoria de un mundial: “A los que no creyeron,/ con perdón de las damas,/ que la chupen,/ que la sigan chupando. Yo soy o blanco o negro,/ gris no voy a ser en mi vida./ Ustedes me trataron como me trataron,/ sigan mamando”. Un poema.

Marrón cuenta que las traducciones de Habeas Corpusaparecieron como uno de esos delirios de sobremesa que terminan concretándose: “Surgió de conversaciones con personas que han cursado latín en la UNS, con los que estábamos hablando en una cena sobre lo que se traducía y lo que no se traducía. Ahí me mencionaron un texto de Marcial que yo en ese momento no conocía y que es con el que comienza el libro”. Ese Epigrama 7, que hoy abre la sección “Conchasquidos” y en el que el poeta se queja por los ruidos que hace la vagina de su compañera, circuló por Internet, de muro a muro de Facebook, y entonces empezaron los pedidos por más traducciones voceadas (o sea, donde el peninsular “tú” estuviera reemplazado por el “vos”) y sin tapujos ni eufemismos, donde “me los voy a culear” no se tradujera como “os sodomizaré”. “El mercado editorial –explica Marrón– muchas veces condiciona la traducción. Se pretende que el texto llegue a la mayor cantidad de lectores y en esa búsqueda del lector ideal se pierden todos los lectores anclados reales. Estas traducciones surgieron para bahienses, bonaerenses o para porteños. Pero seguramente para el Chaco, alguien chaqueño podría hacer una mejor.”

Por acumulación y capricho, empezó a armar un corpus de textos que primero subió a un blog (www.guarradaspueticas.blogs pot.com) y con los que después armó una performance en la que ella leía los poemas en latín y María Elena Bonora, bibliotecaria y actriz, le ponía el cuerpo y la voz a la traducción en español. Cuando Gustavo López, el editor de VOX, la contactó y le propuso armar un libro, Marrón amplió la búsqueda y sumó a Ausonio, poeta cristiano del siglo IV d. C., aldream team de los latinos Catulo, Marcial (40-104 d. C.), Horacio (65-8 a. C.), Ovidio (43-17 a. C.) y Claudio Claudiano (370 d. C.-404 d. C.).

En ese momento se empezaba a debatir la Ley de Identidad de Género y junto al colectivo feminista Despertando a Lilith, Marrón hizo unas plaquetas con la traducción del Epigrama 76, donde Ausonio cuenta la llegada de un transexual (“En la campana Benevento, uno de los muchachos se volvió de repente una chica”): “La idea era mostrar que hay una historia de ciertas prácticas y que no necesariamente siempre en los textos hay sanción. El corpus empezó a correrse un poco de la guarrada, de la puteada, y comenzó a recuperar el lugar de ciertas prácticas que parece que fueran muy contemporáneas porque durante mucho tiempo se han desplazado de los espacios de discusión”. Por eso el gesto de la antología es doble: si como recurso legal el hábeas corpus reclama “poner el cuerpo a la luz para que sea visto”, este libro ilumina tanto a un registro del latín (muy lejano del único latín que suena hoy, el del Vaticano) como a las prácticas de las que ese registro daba cuenta hace más de dos mil años.

–¿Qué diferencia a estas traducciones del trabajo académico con los textos latinos?
–Yo quería hacer traducciones sin notas al pie. La traducción académica necesita la nota porque trata de ser lo más fiel al texto y ahí se hace toda la explicación cultural. Hay un ejemplo en el libro, en un epigrama de Marcial, donde él le dice a la mujer que quiere tener sexo anal con ella y que si quiere puede ser Lucrecia de día, pero de noche quiere que sea Lais. Para nosotros, ese significado de Lucrecia y Lais, que la primera es una figura casta famosa y la segunda una figura de prostituta famosa, es un código cultural que está perdido. El texto juega, y una forma de traducir eso sin notas al pie para mí fue poner “si querés podés ser Lucrecia todo el día, pero a la noche te quiero puta como Lais”. Precisé algo más, agregarle una palabra que no está puesta, pero está. Lo que yo elegí fue hacer una traducción analítica y no sintética de una palabra. Y en ese sentido, la edición bilingüe me saca presión, porque se puede ver el texto original. Lo que a mí me interesa es que el lector que no sabe latín pueda tener una experiencia estética propia sin nota al pie.

–¿Eran textos marginales?
–No, para nada. Era un género. Eso en Marcial está muy claro: el escribía epigramas y esos códigos eran los esperados en el género. El abre alguno de sus libros diciendo “que se alejen las matronas de este libro porque no es para ellas”. Lo que pasa es que la tradición recuperó ciertos autores y ciertos textos de esos autores. El cristianismo recuperó al Virgilio de La Eneida, y no al Virgilio de la égloga del amor entre los dos pastores. Hay un preconcepto de lo que es el clásico. Y hay ciertos textos que encajan perfectamente en eso, y los que no encajan se han borrado. A veces también se hacen recortes porque no se encuentra el lugar por donde traducir ciertos temas. En algunos casos no se incluyen, en otros se traducen a traición y es interesante ir haciendo ese recorrido.

–¿Cómo se detecta una traducción a traición?
–Muchas veces las palabras que aparecen en un texto aparecen también pintadas en un graffiti en Pompeya y en ningún otro lado más. Eso permite suponer que un eufemismo en la traducción no era el sentido original. Para traducir hay que incorporar un léxico de un campo semántico específico, pero en este caso si vas al diccionario Vox, que usamos todos los que trabajamos con el latín y que tiene matriz cristiana, hay palabras que directamente no están. Hay que ir al Oxford Latin Dictionary y ver la traducción en inglés, que también es bastante eufemística. Por ejemplo dice “órgano sexual masculino”, pero no dice dentro de qué registro se utilizaba. Si la palabra “caverna” se usaba como metáfora del órgano sexual femenino, yo no puedo poner “caverna” en una traducción, porque no se entiende. Entonces es una búsqueda permanente y en algunos casos sentís que te fuiste de mambo, que te fuiste más lejos que lo que el texto quería decir, y en otro, que no podés llegar tan lejos como el texto va.


El nuevo presidente de la Academia Argentina de Letras visita el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

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Con una claridad envidiable y una modestia a prueba de balas, José Luis Moure, nos visitó para explicar cuáles son las funciones históricas de la institución que preside, dejando asimismo entrever algunas de las posibles reformas que someterá al juicio de sus colegas y que, de considerarse positivamente, permitirán imaginar una nueva Academia, más funcional a las necesidades del país y al consenso con las otras academias de la región.

Quienes deseen enterarse de lo que sin duda fue una velada excepcional pueden hacerlo consultando este vínculo:
http://www.ustream.tv/recorded/34140105


José Luis Moure es Profesor en Letras, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y Doctor en Filosofía y Letras por la misma universidad. Desarrolló su carrera docente superior en la Facultad de Filosofía y Letras de esa universidad, donde inicialmente se desempeñó como profesor de Lengua y Cultura Latinas. En la misma casa accedió en 1985 por concurso al cargo de Profesor Asociado regular de Historia de la Lengua (ex Filología Hispánica), y en 2007, también por concurso, obtuvo el cargo de profesor Titular. En la misma Facultad dicta Dialectología Hispanoamericana y Lingüística Diacrónica. Fue becario de Iniciación y Perfeccionamiento del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), organismo en el que actualmente es investigador de carrera. Como becario del Servicio Alemán de Intercambio Académico realizó estudios en el Seminario de Estudios Orientales de la Universidad de Tübingen. Colaboró con el Atlas Lingüístico de Hispanoamérica dirigido por Manuel Alvar. Discípulo de Germán Orduna, se desempeñó inicialmente como becario de Iniciación y de Perfeccionamento en el SECRIT (Seminario de Edición y Crítica Textual, CONICET), institución que actualmente dirige. Es director la revista Incipit, única publicación dedicada a la difusión de trabajos de investigación referidos a la disciplina ecdótica. Integra el plantel docente de los cursos anuales de Alta Especialización en Filología Hispánica (Instituto de la Lengua Española, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de Madrid). Es coordinador del Centro “Juan María Gutiérrez” de la Lengua de los Argentinos en la Biblioteca Nacional e integra la comisión de la Academia Argentinade Letras que elabora el Diccionario del habla de los argentinos. Ha participado como expositor en numerosos congresos nacionales e internacionales. Fue profesor invitado en la Universidadde Cádiz.Fue director local de la Cátedra “Dámaso Alonso”, para la cual dictó cursos de especialización en Buenos Aires y en la Univ. de Montevideo. Ha dictado conferencias en las universidades de Valparaíso (Chile), Santiago de Compostela y Salamanca. Recientemente ha sido designado evaluador externo del programa de enseñanza de español de la Universidad de Hong Kong. Su área de interés se reparte entre la consideración filológica de la cronística castellana medieval y la dialectología hispanoamericana, con especial atención a la descripción y evolución del castellano en la región del Río de la Plata, tema sobre el que ha dirigido varios proyectos de investigación subsidiados por la Universidad de Buenos Aires. Es autor de numerosos artículos de su especialidad. Editó la Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco de Francisco de Jerez. Es co-autor del estudio introductorio de la edición de la Crónica del Rey Don Pedro de Castilla realizada por Germán Orduna, de cuya versión Abreviada prepara la edición crítica, así como la Crónica de Enrique III (en colaboración con Jorge Ferro). Es autor del estudio introductorio, edición crítica y anotación de El detalle de la acción de Maipú, sainete en lengua gauchesca de autor anónimo de 1818, según el manuscrito guardado en la Biblioteca Nacional Argentina y recientemente publicado por esta institución.


Rodolfo Modern homenajeado

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La Academia Argentina de Letras realizará un homenaje al poeta y profesor Rodolfo Modern, quien, además, es un gran traductor de literatura alemana, su especialidad.

La reunión será abierta por José Luis Moure, presidente de la Academia, a quien seguirán los académicos y escritores Rafael Felipe Oteriño y Antonio Requeni. El cierre estará a cargo del propio Modern, quien leerá algunos de sus poemas.

La cita sera en el Salón "Leopoldo Lugones" de la sede de la Academia (Bustamante 2663, C.A.B.A.), a las 18.30 hs. del jueves 13 de junio próximo.

La literatura en cuya lengua escribimos

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El 10 de marzo ¿de 1999 o de 2011? (la referencia en el sitio es confusa y, al fin y al cabo, poco importa), Ana Basualdo*, escritora argentina radicada en España, publicó la siguiente columna de opinión en El Trujamán. Vale la pena releerla.

Lectura de traducciones

En España se traduce, por suerte, de todo. No voy a referirme a la calidad de las traducciones: ese es otro tema, y tiene que ver —a veces— con el exiguo salario de los traductores. El tema es, en este caso, el efecto estético provocado por la lectura continua de traducciones; el tipo de cultura literaria que ese hábito continuado, casi imperceptiblemente, va creando
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Cuando uno lee una novela (de la poesía, mejor no hablar) traducida no está leyendo exactamente un texto escrito en lengua «literaria» sino en la lengua neutra de la traducción: está leyendo, por rutilante que sea el traductor, casi una lengua muerta. Y no quiero decir que no haya que leer traducciones (qué sería de mí) sino que hay que leerlas sabiendo que nos será quizá posible captar la composición narrativa de la obra e innúmeros elementos trabados en ese plano, pero no su lengua literaria. Es como ver la foto de un cuadro, en blanco y negro e incluso en color: falta la materia. Por lo tanto —como lectores o escritores—, no podemos no leer literatura escrita en castellano. Sería algo así como un suicidio. Aun cuando la lectura continua de traducciones pueda provocar, filtrándose, un sutil e interesante extrañamiento (hay algún ejemplo grandioso de ese efecto) en el castellano que escribimos; aun así, hay que contar con la herencia: con la literatura en cuya lengua escribimos, y en todo género. De Berceo a Benet, de Sarmiento a Saer, de Arguedas a Rulfo, de San Juan de la Cruz a las letras de tangos.

*Ana Basualdo nació en Buenos Aires y vive, desde hace más de treinta años, en Barcelona. Trabajó como periodista en el semanario Panorama y, en España, en las revistas Triunfo, Destino, El Viejo Topo, Vogue, y en los diarios El País y La Vanguardia. Es editora de Autobiografía y diarios, de José Luis Cerveto (1978), y de Crónicas ejemplares. Diez años de periodismo antes del horror (1965-1975), de Enrique Raab (1999), y autora del ensayo Julio Romero de Torres (1980). Fondo de Cultura Económica ha reeditado recientemente Oldsmobile 1962 (2012).


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